Una noche para olvidar capítulo 3 El monstruo

La puerta se abrió, de repente, sin más, mientras sus goznes chirriaban siniestramente, Harry y Severus se miraron de hito en hito, boquiabiertos, tanto esfuerzo para nada, las protecciones se habían eclipsado.

—Está jugando con nosotros…—masculló Severus furioso.

Harry asintió con la cabeza mientras sus labios formaban una línea recta y apretaba su varita de tal forma que los nudillos estaban blancos por la tensión y la fuerza con que la agarraba.

Entró el primero con paso decidido…

—Veremos quien ríe el último—dijo con rabia.

La puerta se cerró tras ellos de un golpe seco y todos inhalaron aire, la tensión era tanta que casi se podía palpar.

— ¡Albus, Lily!—llamó Harry—. Soy papá, contestar por favor…

Un aplastante silencio fue la respuesta.

— ¡Seas quien seas da la cara de una vez, maldito cobarde y devuélveme a mis hijos…!— vociferó una vez más, exasperado.

—Papa, papaíto… estamos aquí—se oyó la llorosa y lejana voz de Lily procedente de algún lugar de la casa pero ¿de donde?

El sonido parecía provenir de todas partes.

—Por favor papá sácanos de aquí…—ahora fue la suplicante voz de Albus la que se escuchó.

— ¡No puedo soportarlo!—gimió Ginny, ahogando un sollozo.

— ¡Albus, Lily…!—llamó Severus pues Harry y Ginny estaban demasiado afectados para hacerlo— ¿Dónde estáis chicos?

Pero no se les volvió a oír.

Perpetraron una concienzuda inspección del lugar, recorrieron la casa planta por planta y habitación por habitación de abajo arriba y de nuevo de arriba abajo, pero nada…El tiempo pasaba y seguían sin tener una sola pista.

—Se nos escapa algo…pero ¿qué?— gimió Ginny de nuevo.

— ¡Tiene que haber una puerta secreta, un muro, algo…!—exclamó Harry con voz ronca, harto.

—Sobre todo no nos separemos, juntos somos más fuertes—rogó la pelirroja.

Harry asintió con la cabeza, pues la angustia no le dejaba apenas hablar. Bajaron de nuevo las escaleras que conducían al sótano para revisarlo palmo a palmo, una vez más.

Severus miró su reloj de bolsillo nerviosamente, llevaban horas dando vueltas, habían aplicado todos los hechizos que conocían para revelar escondites secretos pero… nada. Faltaban apenas veinte minutos para la media noche y si Ginebra tenía razón…no quería ni pensar qué sería de todos ellos si no lograban salvar a los niños, se sentía devastado.

De repente notaron un aire glacial que les caló hasta los huesos haciéndoles estremecer y las luces de las candilejas se apagaron dejándoles sumidos en una completa oscuridad.

La pared frente a ellos había desaparecido, la estancia que se mostraba ante ellos era de piedra, redonda y sin adornos, iluminada tan solo por una claraboya en el techo a través de la cual se filtraba la pálida luz de la luna que enfocaba directamente a dos niños que yacían tal vez inconscientes o…tal vez muertos, sobre dos altares de piedra igual que el resto de la sala.

A Harry se le revolvió violentamente el estómago y notó como sus piernas se volvían de gelatina ante la visión de sus hijos en esas condiciones, mientras que su respiración era cada vez más errática. Suplicó porque no fuera demasiado tarde…que no estuviesen muertos, y que el *triskel que él mismo había creado y hechizado para protegerles y que sus hijos portaban al cuello desde que nacieron, protegiera su espíritu, su cuerpo y su alma de cualquiera que fuesen las intenciones de aquel maldito bastardo.

Intento cruzar la invisible barrera, pero no podía traspasarla.

Observó con más atención la escena ante él. En el suelo se distinguía un símbolo, una estrella de cinco puntas invertida dentro de un círculo, el símbolo, se usaba en brujería y rituales ocultos para conjuras a las fuerzas malignas. A cada lado de ella estaba situado un altar con un niño encima.

Mientras fue Auror, Harry se había tenido que enfrentar a magos locos y peligrosos que pertenecían a sectas adoradoras de Voldemort y el diablo, que para Harry venían a ser casi lo mismo, conocía, por desgracia demasiado bien esos ritos, pero hasta ahora no se había enfrentado a un sacrificio humano, todo se volvía infinitamente más terrible aún porque eran sus hijos los que estaban a punto de ser sacrificados.

Tenía que acabar con aquello pero ¿Cómo?

Aún así quería información acerca de aquel maldito y abrió su mente a Severus, Harry no era el mejor del mundo en legeremancia, pero con Severus había practicado y mejorado mucho.

Severus le abrió su mente a su vez y Harry buceó en los recuerdos que su pareja le mostraba.


Severus le conocía, se llamaba Octavios Pepper, y se le dio por muerto a manos de los Mortífagos durante la última guerra. El individuo en cuestión había estudiado en Hogwarts, un par de años por delante de Severus. En su séptimo año abandonó el colegio, corrieron rumores de que ese año se había relevado su oscura condición y que Octavios no había podido soportarlo. Era un dhampiro, hijo de un vampiro de la decimoquinta generación y una bruja, y si bien no era un mago especialmente brillante su dualidad le transformaba en un ser muy peligroso. Los Dhampiros podían andar de día sin problemas, como los humanos, de hecho, debían dormir de noche, como ellos su longevidad era igual a la de un humano, en este caso era mayor al ser además un mago, sin embargo sus habilidades eran superiores. La naturaleza les había dado habilidades de ambas razas

— ¿Un dhampiro?—susurró Harry muy bajito, sin poder evitarlo. He oído hablar de ellos pero nunca me había topado con ninguno.


— En realidad son dignos de lástima, parias en ambos mundos, los vampiros no les aceptan y los magos tampoco, no pertenecen a nada y ellos acaban odiando ambos mundos por igual. No son muy comunes pero existen, son unos inadaptados y se dedican a destruir aquello que odian.Los cazavampiros son dhampiros, al menos la mayoría—musitó en un tono de voz que solo Harry podía escuchar.

— ¿Fue eso lo que paso Pepper?—preguntó en voz alta, pinchando al dhampiro, intentando distraerle para que Harry pudiera actuar— como no hallabas tu lugar en parte alguna decidiste deshacerte de ambos lados, ¡qué poco original…!—La voz de Severus era puro sarcasmo, quería sacarle de sus casilla.

El dhampiro se rió entre dientes.

— ¡Vaya, Snape…! tienes buena memoria, he cambiado mucho desde entonces y aún así me has reconocido.

—Son tus ojos…mejor dicho el único que te queda, tu mirada es tan turbia como entonces y tu voz igual de desagradable. Te uniste a las filas de los Mortifagos pero cuando las cosas se torcieron te esfumaste. Todos pensaron que ellos te habían matado tras tu deserción.

El dhampiro no dijo nada,solo frunció el ceño y se acercó más a la invisible barrera.

— ¿Solo te mueve el odio?—insistió Severus—. No me lo creo tiene que haber algo más.

—Claro que lo hay Snape, mucho más, apenas quedan diez minutos para que comience el ritual, justo a las doce, la hora mágica en la que como ya sabes el mundo y el inframundo se convierten en uno solo, necesito matar a los niños porque son inocentes y por tanto imprescindibles para que un ritual de muerte y sangre como éste, que convocará a todas las fuerzas oscuras y me concederá la inmortalidad sea efectivo. Estaré toda la eternidad matando vampiros y magos ¡Será perfecto! Pagarán muy caro haberme despreciado y pagarán durante generaciones hasta que acabe con todos. Voldemort no conocía el secreto de la inmortalidad por eso me fuí, fue muy decepcionante para mí.

—Te equivocas, sí la conocía, de hecho guardó partes de su alma en diversos horrocroux, pero Harry y sus amigos los destruyeron todos, y acabaron con él. Voldemort te mintió, algo nada sorprendente, por cierto…

Ginny intervino con voz temblorosa.

—Yo también te conozco desgraciado ¡Deja en paz a mis hijos!—exigió—. Es él…Harry, es la misma casa, el mismo monstruo.

— ¡Vaya, una vieja conocida! El mundo es un pañuelo ¿Aún estás viva pelirroja? Te daba por muerta hace mucho querida… Así que ¿son tus hijos? ¡Cuánto lo siento!—se burló— ¿No es curiosa la vida Potter? Primero maldigo a la madre de tus hijos y luego acabo con estos, pero tranquilo, es solo cuestión de tiempo no voy a dejar que ninguno de vosotros salga con vida de aquí—sus carcajadas hicieron un espantoso eco por todo el lugar.

— ¡Estás realmente chiflado Pepper! Pero no te saldrás con la tuya. ¡No te lo permitiré!

— ¿Y como piensas impedirlo Snape? No podéis evitarlo. La casa me obedece, es… parte del hechizo y de mí.

— Eres un patético desgraciado.

—Gracias Snape, mi aversión hacia ti es idéntica que la tuya hacia mí. Cuando secuestré a los niños no sabía que eran tus hijos Potter, pero me produce una íntima satisfacción que así sea, nunca me gustaste santurrón—se burló— ¿Qué vas a hacer ahora Salvador del Mundo Mágico? ¿Cómo vas a salvar a tu familia de mis garras?

Harry solo quería sacar a los niños de allí, saber que estaban seguros. Darle su merecido a ese cabrón era secundario, ya habría tiempo, pero no era sencillo.

Muy seguro de sí mismo Octavios les dio la espalda para proceder con el conjuro, momento que Harry aprovechó para desaparecerse dentro de su capa invisible.

Cuando volteó de nuevo a mirarles y se percató de que Harry no estaba montó en cólera.

— ¿Dónde está? No puede haberse esfumado, hay hechizos antidesaparición en toda la casa, yo mismo los puse…
—No te has metido con cualquiera Octavios, si alguien no va a salir con vida de aquí ese eres tu.

Severus y Ginny apuntaban con sus varitas a la barrera invisible, mientras Harry hacía lo mismo bajo su capa.
Los hechizos para echar abajo la barrera, se multiplicaron pero nada parecía dar el resultado deseado.

Ya eran las doce y Octavios alzaba los brazos al cielo, mientras musitaba extrañas palabras y la estrella de cinco puntas dibujada en el suelo se abría por el centro lentamente conduciendo los altares de los niños hacia el centro, el abismo se los tragaría y ellos aún no lograban ningún resultado, pero todo empezó a temblar y los cristales de la claraboya estallaron en mil pedazos, Severus supo enseguida de qué se trataba, era la magia de Harry que se había descontrolado, las barreras mágicas impuestas por el dhampiro temblaron y terminaron por desaparecer.

Sin perder un segundo y agotado mágicamente por el esfuerzo Harry casi a rastras consiguió coger a Lily, casi lloró de alivio al comprobar que estaba viva, pero Albus estaba en poder del monstruo y se dirigía hacia el abismo para arrojarle allí.

Todo ocurrió muy rápido, Ginny gritó:

— ¡Deja en paz a mi hijo!—y se abalanzó sobre el dhampiro, que ante el impacto recibido cayó al suelo y soltó a Albus, Severus se apresuró a cogerle en brazos, pero Octavios tenía a Ginny cogida por la garganta, y la sostenía en alto con una sola mano ahogándola. Ninguno sabía que hacer, no podían soltar a los niños. Entonces el monstruo la soltó y Ginny se precipitó al abismo en silencio, Harry comprendió que estaba muerte, con la mano libre invocó un hechizo para evitar que continuara cayendo, no había podido evitar su muerte, pero al menos Ginny tendría un entierro digno. Al final, la pelirroja había demostrado lo mucho que les amaba cuando había muerto por salvar a uno de ellos.

Severus sin perder un segundo y sin soltar a Albus le lanzo al sorprendido dhampiro un Avada Kedavra que le empujó al infernal abismo.


Afortunadamente ni Lily ni Albus, que continuaban inconscientes habían presenciado la muerte de su madre.

Harry tenía el corazón encogido en un puño mientras convocaba un Wingardium Leviosa y levitaba el cadáver de Ginny hacia la salida de la casa apresuradamente pues la casa se venía abajo una vez roto el hechizo que la sustentaba y amenazaba con aplastarles.

Una vez fuera se desaparecieron para aparecerse de nuevo a las puertas de Hogwarts.

Harry se sintió muy agradecido de poder estar de nuevo en casa con su preciosa carga a salvo.






Aquella mañana, Harry se despertó agitado y temblando todavía…parecía todo tan real, le costaba trabajo creer que hubiera sido todo una pesadilla. De cualquier forma estaba muy contento de de que por una vez James hubiese llegado puntual a la cita con sus hermanos, impidiendo que Lily y Albus llamasen a la puerta de aquella casa del camino que le daba tan mala espina.


El desayuno se le atragantó mientras leía El Profeta.

Anunciaba el funeral de Ginebra Weasley, muerta a causa de una enfermedad incurable y su foto aparecía en primera plana, rebosante de salud y sonriente.

Hacía seis años que no la veía pero nunca le había deseado la muerte. ¿Cómo se lo diría a los niños…?

Severus observaba la escena sin ser visto, mientras hacía una mueca y pensaba:

—Es mejor así…

Él siempre protegería a su familia.





*El triskel es un antiguo talismán céltico de protección, su poder mágico se manifiesta en equilibrio intelecto y vitalidad, es representativo de la triada celta: espíritu, cuerpo y alma.