Ron estaba en Hogwarts, había ido allí a hacer las paces con Harry, aunque ello implicara tener que aceptar a su pareja, a aquel bastardo grasiento que detestaba. Cualquier cosa por hacer feliz a Harry, su mejor amigo…su hermano.
—¿Puedo ayudarlo en algo señor Weasley?—el peligro que encerraba la suavidad de aquella voz que tan bien conocía y que tanto había temido en el pasado, le sobresaltó mucho más de lo que le hubiese gustado.
—Buenos días Snape, estaba buscando a Harry, necesito hablar con él.
—Acompáñeme a mi despacho señor Weasley, Harry está dando su última clase del día en este momento y aún tardará, podemos esperarlo juntos.
Sin tenerlas todas consigo Ron le siguió hasta su despacho, enseguida se fijó en los cambios efectuados en el mismo por Snape. Hacía años que no entraba allí, pero recordaba perfectamente como era cuando Dumbledore vivía, ahora todo estaba muy ordenado y silencioso, sin embargo…el cambio no le desagradaba.
—¿Qué prefiere Weasley, un firewhisky o una copa de brandy?
—Esto…un firewhisky estará bien…—estaba desconcertado, se sentía intimidado por aquel hombre, exactamente igual que cuando era su alumno, pero ahora ¡Era un Auror, por Merlin! un adulto casado y con hijos, aunque delante del ahora Director de Hogwarts era como si hubiera retrocedido en el tiempo.
—No me como a nadie Ronald, la antropofagia nunca ha sido una de mis aficiones, aunque confieso que cuando era su Profesor, no me habría importado lo más mínimo hacer esfumarse a alguno de ustedes una larga temporada. —Snape le miró de tal forma que Ron estuvo seguro que él era uno de aquellos alumnos a los que le hubiera gustado hacer desaparecer. Bueno, tampoco es que él le profesara demasiada simpatía, más bien todo lo contrario. Apuró de un trago la copa que le había ofrecido y se sintió un poco mejor.
—En realidad…quería hablar con usted respecto a Harry—Ron fue a decir algo pero Severus no le dejo—. No me interrumpa por favor, cuando haya terminado de decirle todo lo que quiero que escuche, será su turno de explayarse a gusto, le prometo que escucharé todo lo que tenga que decirme, pero ahora es mi turno, le ruego lo respete.
Ron no sabía si estaba más asustado o sorprendido, decidió dejarlo en tablas y se dispuso a escuchar a Snape pacientemente, convencido de que nada de lo que dijera le haría cambiar su opinión respecto a él.
—Amo a Harry Ronald, hace mucho tiempo, no es algo que haya surgido de la noche a la mañana. Esa fue una de las razones principales de mi marcha, ya le amaba entonces, pero él era demasiado joven, estaba enamorado de su hermana y yo necesitaba cambiar de aires y recuperarme de todo el daño que la guerra y los años que trabajé como espía doble me habían ocasionado. Sufrí mucho durante esos años, estaba asustado ante mi gran responsabilidad y temía que me descubrieran en cualquier momento. Nunca he sido un hombre especialmente sociable pero mi carácter se agrió aún más, no me fiaba de nadie y trataba mal a todo el mundo, especialmente a mis alumnos más ineptos. Estaba sometido a muchas presiones, corría demasiados riesgos… y me amargaba saber que siempre sería un maldito Mortífago a los ojos de la mayoría, que nunca nadie reconocería de verdad lo que hice y por qué lo hice.
>>Matar a Dumbledore ha sido lo peor que he hecho en mi vida, pero él me lo pidió, se estaba muriendo a causa de la Maldición del anillo, y prefirió que lo matase yo a que lo hiciesen los Mortífagos, o Draco. Tenía razón el viejo manipulador, como siempre…pero a veces es terrible enfrentar la verdad de las cosas.
>>Me esperaba cualquier cosa del Lord, cada día su locura era mayor, cada vez estaba más desquiciado y yo sabía que mi vida estaba en grave riesgo, así que tomé precauciones, pero no esperaba el ataque de Nagini, eso fue cruel, rastrero e indigno por parte del Señor Oscuro. Era su naturaleza, supongo que debiera haberlo esperado, pero nunca supuse algo así, tal vez morir en un duelo con él, esperaba una daga envenenada tal vez, pero eso fue… En fin, yo tomaba un antídoto de amplio espectro hacía tiempo, pero eso sólo no me salvaba de un veneno tan potente como el de esa asquerosa serpiente. Me salvó el antídoto que llevaba encima y que Harry me administró, el mismo que le dieron a su padre en San Mungo y que le salvó la vida, pero sólo tiene efecto después de ser mordido por la serpiente, no podía tomarlo antes. Fue Harry quien me lo dio salvándome la vida.
>>Dejé que creyeran que había muerto, y le hice prometer a Harry que no diría nada; en esos momentos no quería vivir en el Mundo Mágico, un mundo que me resultaba terriblemente ingrato, necesitaba tiempo y conocer mundo, y es lo que hice. Recorrí el mundo con los ahorros que tenía, conocí gente nueva, muggles casi todos, me deshice de viejos prejuicios y recuperé de nuevo, poco a poco, la esperanza en los seres humanos, mi autoestima y las ganas de vivir.
>>Nunca dejé de pensar en Harry, ni de saber de él, era feliz al saber que él lo era. Se lo merecía tanto...
Todo cambió cuando recibí la carta de Minerva McGonagall—su rostro se ensombreció y dijo con voz grave— se muere señor Weasley, no le queda mucho tiempo y me llamó para que ocupase su puesto, algo que Dumbledore le había pedido que hiciera cuando ella ya no pudiese seguir al frente de Hogwarts. Por eso volví y contacté a Harry en cuanto me enteré que se había divorciado de su hermana. Yo era un hombre renovado, que le amaba, con mucho que ofrecerle si Harry quería, afortunadamente quiso.
>>Somos felices juntos, su hijo me aceptan y me quieren y le pido a usted que lo haga también, que acepte nuestra relación. No se lo pido por mi Ronald, su opinión no me interesa en lo más mínimo, se lo pido por Harry, porque él si necesita su aceptación, le aprecia mucho, ustedes son la familia que nunca tuvo, y su rechazo le hace daño. Se lo pido por él, si de verdad le quiere tanto como dice creo que es momento de que se lo demuestre de una buena vez ¿No le parece Weasley?
Ron se puso lentamente en pie, dejando el ahora vacío vaso encima de una pequeña mesa auxiliar cercana. Era como si se hubiese desinflado; el discurso de Snape, el más largo de su vida sin duda, le había impactado y dado que pensar. No era un completo idiota como muchos se empeñaban en creer, de ser así Hermione nunca se hubiera casado con él. Él era como era y punto, pero aunque le costase, si no tenía razón al final acababa por reconocerlo, y había estado muy equivocado respecto a demasiadas cosas. Snape no era su persona favorita y probablemente nunca lo sería, pero amaba a Harry, le amaba de verdad al parecer, y si hacía feliz a su amigo ¿Quién diablos era él para oponerse?
Le tendió la mano a Snape y éste se la estrechó sonriendo, justo en ese instante apareció Harry.
—¿Qué me he perdido?—preguntó con el ceño fruncido depositando los libros que portaba encima del escritorio de su pareja. Ron enrojeció.
—Vine a hablar contigo Harry…—farfulló. Por un instante su mirada se centró en el suelo, pero se recompuso lo mejor que pudo y clavó su mirada azul en la verde de su mejor amigo.
>>Quiero pedirte perdón por ser tan…
—¿Capullo…?—terminó la frase Harry.
—Eeeeeeeh….si, entre otras cosas. Quiero que sepas que Severus y yo hemos tenido una charla muy interesante, bueno, más bien ha sido un extenso monólogo por su parte—dijo rodando los ojos— pero creo que tiene razón en todo lo que ha dicho, y yo… no tengo nada que objetar, si te hace feliz, para mí todo está bien.
La sonrisa de Harry iluminó toda la habitación justo antes de abrazar a Ron y ser correspondido por éste de igual manera. Mientras Severus, satisfecho, alzaba una ceja, se cruzaba de brazos y se apoyaba en el escritorio observando la escena complacido.
OoO
—Pasaremos las vacaciones en mi casa de Escocia, te encantará, es un sitio ideal para los chicos, podrán montar a caballo y jugar al Quidditch cuánto quieran. Además hay un lago cerca en el que podrán nadar…—Severus sonaba tan entusiasmado, que Harry no se atrevió a interrumpirle, no sabía cómo decirle que los chicos no pasarían todas sus vacaciones con ellos, que sólo estarían quince días porque Ginny se los llevaba a París— ¿Qué pasa Harry? ¿Qué te preocupa?
¿Por qué diablos me tiene que conocer tan bien?
—Ginny se lleva los chicos a Paris, así que sólo estarán quince días con nosotros.
—Bueno… ¿Cuál es el problema? ¿Acaso no quieres que vayan a Paris?
—Sí, claro que quiero —protestó Harry, haciendo una mueca— es bueno que pasen tiempo con ella, es su madre y sé que les hace mucha ilusión, sobre todo porque les va a llevar a un sitio llamado Eurodisney, un lugar mágico creado por magos, que les encantará. Es sólo que ha sido algo inesperado, y sé la ilusión que te hacía que pasáramos todo el mes juntos.
—Bueno…no es el fin del mundo Harry, haremos que esos quince días con ellos sean tan increíbles que Euro….como se llame, será una tontería comparado con lo que bien que lo pasarán con nosotros —Harry se rió con ganas, Severus sabía qué decir exactamente para hacerle feliz.
—Los niños te adoran.
—Saben reconocer lo bueno cuando lo ven, en eso se parecen a su padre. Anda…ven aquí.
Harry obedeció y Severus le rodeó con sus brazos y lo besó con delicadeza, se quedaron apenas un instante mirándose perdidos en la mirada del otro y fue Harry quien demandó otro beso con ansiedad, quemando la boca de su pareja con su pasión y avaricia, saqueándola a placer, recorriendo cada sinuosidad de la misma, haciéndola completamente suya, mientras, sus manos se perdían curiosas bajo la túnica de su pareja a la que empujaba hacia la cama sin dejar de besarlo, trastabillaron hasta caer en ella y se desnudaron uno al otro con prisas, con necesidad y sin dejar de besarse un instante. Harry empujó a Severus hasta dejarlo boca arriba en la cama y se arrodilló entre sus piernas. Tomó su polla con una de sus manos y rozó el glande con su traviesa lengua, mientras con la otra mano agasajaba el perineo de su pareja o apresaba sus huevos sucesivamente. Severus no tardó en suspirar, algo que enloquecía a Harry, que cogió de su polla engulléndola entera, rozándola con sus dientes mientras ascendía de nuevo. Severus, que se había incorporado, perdía sus dedos en el revuelto cabello, acariciando su nuca, mordiéndose el labio hasta casi hacerse sangre para evitar gritar de placer. Harry lamió la pronunciada y gruesa vena con deleite y jugueteó de nuevo con el bálano, presionando goloso con la lengua, Severus gimió más fuerte y eso acabó de decidir a Harry que se colocó con cuidado encima de él, sujetándose en sus hombros y poniendo una pierna a cada lado, para introducirse la dura y erecta polla hasta el fondo, entonces rodeó su cintura con sus fuertes piernas y empezó a moverse. Severus le agarró por la cintura para ayudarlo, encantado con la postura. Harry se apoyó en los hombros de su pareja para tomar impulso y Severus aprovechó para acariciar a placer la suave seda de su espalda y su perfecto culo. Harry gemía excitado y Severus no le iba a la zaga, cada vez más fuerte cada vez más rápido; mientras la polla de Severus golpeaba inmisericorde la próstata de Harry que gritaba de placer. Severus estaba a punto de alcanzar el clímax y quería que Harry se corriera también, así que le masturbó a conciencia y Harry se derritió por completo, arqueando su espalda mientras subía y bajaba cada vez mas incoherente, tenía los ojos entornados y la boca abierta totalmente apresado en las exquisitas sensaciones que estaba percibiendo. Severus gritó al llegar al orgasmo y fue demasiado para Harry, que al sentir derramarse la esencia de su pareja en sus entrañas también se corrió a placer sofocado, jadeante y sudoroso, desplomándose en los brazos de su amante, que se dejó caer sobre la cama arrastrando a Harry con él. Se mantuvieron así abrazados, intentado acaparar la felicidad perfecta de ese momento, sin que Severus abandonase aún la acogedora intimidad de su pareja. Estaban felices, satisfechos y encantados y no querían decir nada que estropease tan mágico momento. Mientras sus corazones apaciguaban su latido se besaron tiernamente una vez más.
—Te amo Harry.
—Yo también te amo Severus.
Era verdad, su verdad, la mayor de todas y la que no querían que cambiara nunca. Una vez creyeron que no eran de esa gente que moría de amor.
Ahora ya no estaban tan seguros de ello.
FIN