El sonido del reloj de la cocina de la casa de los Dursley estaba crispando los nervios a Harry que se encontraba haciendo el desayuno para la familia.
En ese momento sonó un estruendo en la casa, Harry fue corriendo a ver que estaba pasando y no pudo evitar reírse al ver a Ron tirado en el suelo del pasillo con una batidora muggle como traslador.
Ron, molesto al ver a su amigo riéndose por su estrepitosa caída se levantó corriendo y le empujó suavemente.
--Tío, no te rías, encima que vengo a salvarte de tus tíos--dijo Ron
--Es imposible no reírse Ron, ha sido muy gracioso--dijo abrazando a su mejor amigo.
Ambos tocaron el traslador y volvieron a La Madriguera antes de que los Dursley se dieran cuenta de todo el alboroto. Como siempre, cuando llegaron se encontraron con Molly en la cocina preparando el desayuno.
Esta, al verlos se acercó hacia ellos, abrazó cariñosamente a Harry y comenzó con su reprimenda de siempre “¡qué delgado vienes, Harry!”
Harry y Ron estaban deseando regresar a Hogwarts, ya que siempre encontraban alguna aventura, cómo la del año pasado con la Cámara de los Secretos, y es que iban a entrar en tercero, lo único que no tenían ganas de escuchar eran la reprimendas de Hermione para que hicieran los deberes y estudiaran. Por supuesto no hablemos de las clases de pociones de Snape.
--Molly, Ron... ¿Dónde está Hermione?--preguntó Harry, mientras se sentaba a la mesa en una de las sillas de la cocina.
--Hace poco me mandó una carta comentando que está en Francia, con sus padres, y nos verá mañana en el Callejón Diagón—contestó Ron tranquilamente mientras comenzaban a desayunar.
Como siempre a Harry el día en la casa de los Weasley se le pasó rapidísimo, cuando se dió cuenta, ya estaba poniéndose el pijama en la habitación de Ron justo después de ducharse.
* * * * *A la mañana siguiente, los gemelos los despertaron entrando en su habitación:
---¡¡Voldemort ha vuelto, Voldemort ha vuelto!!--gritaron al unísono.
Esto hizo que Harry y Ron se despertaran sobresaltados, cogieran las varitas y corrieran hacia la cocina,solo para encontrarse a Molly sirviendo el desayuno tranquilamente detrás de ellos Fred y George venían riendo a carcajadas. Molestos por la broma ambos se sentaron a desayunar.
* * * * * En general el día en el Callejón Diagon pasó sin mas percances, salvo que uno de los Duendes de Gringotts despotricara contra Harry cuando le pidió la llave de su cámara para sacar algo de dinero para gastar durante el año en Hogwarts, además de comprar las cosas para las clases, necesitaría nuevos ingredientes de pociones, los libros de la lista, rollos de pergamino, plumas, comida para Hedwig...
Más tarde se encontraron con Hermione en la librería, y a partir de ahí pasaron el día con ella. Los tres estaban ansiosos de regresar en Hogwarts.
* * * * *Al día siguiente, en la estación, el Señor Weasley llamó a Harry aparte para comentarle que Sirius Black había escapado de Azkaban, que este año tuviera cuidado, que no hicieran muchas travesuras, ya que podría pasarle algo. Desanimado, volvió con Ron y Hermione.
Comenzó a comentarles lo de Sirius Black mientras buscaban un vagón para sentarse y pasar el trayecto.
Para mala suerte de Harry, se tuvieron que sentar en el mismo vagón que el Profesor Snape, ya que, como iba a haber revisión al tren y dementores en Hogwarts, el Director decidió que los profesores se sentaran junto a sus alumnos este año para evitar percances.
El Profesor los miró molesto, ya que ese asunto lo estaba enfadando bastante, encima no solo tenía que aguantar a los incompetentes de sus alumnos en el viaje a Hogwarts, encima y para colmo tenía que aguantar al Trío Dorado de Dumbledore.
Los miró resignado.
En ese momento pasó el carrito de las chuches, haciendo que Ron y Hermione tuvieran una excusa para irse, pero el estúpido de Potter se quedó ahí sentado, mirándolo como si estuviera analizándolo.
Y es que Harry encontraba algo nuevo en Snape, ya no le resultaba tan desagradable.
Venía cambiado de alguna forma este verano, estaba un poco mas bronceado, o eso le parecía, porque no tenía el color blanco papel, tan tétrico, que le caracterizaba, se había cortado el pelo, o eso le parecía, lo tenía algo diferente, un poco más... moderno...
Se sonrojó al darse cuenta que lo había estado mirando fijamente desde hacía un buen rato, y desvió su mirada a sus zapatos. Era una pena que Snape le tuviera tanta manía, pues a él sinceramente—aunque nunca lo admitiría delante de sus amigos—le parecía alguien interesante, y guapo, seguramente tendría un cuerpazo debajo de esa horrible capa negra.
Esos pensamientos hicieron que Harry se sonrojara aún mas, haciendo que Snape lo mirara interrogante.
Intrigado, utilizó la Legeremancia, aprovechando su debilidad mental, seguramente Harry no sabría de la existencia de ello, ni sabría contrarrestarlo siquiera, así que cogió su varita y utilizó un hechizo no verbal.
(“Legeremens”)
Lo que encontró, le dio una gran idea, este año se divertiría bastante con el Niño-que-Vivió.
*********** Tras un largo trimestre, por fin, eran vacaciones de Navidad, este año Ron y Hermione no se iban a quedar.
Hermione porque sus padres querían verla. Ron porque en su casa iban a agrandar su habitación para cuando Harry fuera de visita, pero esto no se lo pudo decir, porque iba a ser una sorpresa.
El caso era, que en ese momento Harry se encontraba bajo una nevada de narices, despidiéndose de sus amigos, a loa que no volvería a ver hasta que empezara el segundo trimestre.
Triste y aburrido, se encontró dando vueltas por el castillo, hasta que Dumbledore le mandó un aviso para que fuera a verle.
Para descubrir que “el viejo chocho”—así lo llamaba Harry cuando estaba realmente enfadado— pretendía que ayudara a Snape con sus pociones, ya que llevaba muy mal esa asignatura y así podría mejorar algo. Este hecho no solo tenía molesto a Harry, Snape no estaba muy ansioso por ello, pero le ayudaría a llevar a cabo parte de su plan.
* * * * * Esa misma tarde, después de comer en el Gran Comedor, que Dumbledore había cambiado ligeramente, quitando todas las mesas de las casas y poniendo únicamente una mesa redonda en el medio, donde cabían todos los profesores que se habían quedado—ya sea porque les tocaba quedarse para vigilar el castillo, o como en el caso de Snape, porque no iba a estar en ningún sitio mejor—y Harry.
Algo muy incómodo para este ya que todos los profesores le preguntaban si necesitaba alguna ayuda con los deberes de vacaciones, o por qué no se había ido a casa de sus Tíos...
Harry se dirigía a las mazmorras a ayudar a Snape con la poción que iban a comenzar hacer hoy. La poción matalobos. Esa poción no se daba hasta 7º curso para los Éxtasis pero Snape necesitaba ayuda.
Una vez en el despacho de Snape, Harry cogió el caldero y el frasco de vaselina, ya que para esta poción se necesitaba untar el caldero para que no se pegara, pues necesitaba mucho tiempo de cocción y había peligro de quemarse.
Cuando Harry terminó Snape cogió el caldero, para llenarlo de una sustancia verde-amarillenta con la textura de la limonada y le indicó que comenzara a remover en el sentido de las agujas del reloj.
Harry, con su forma estrepitosa de mover el cucharón, casi estropea la poción cuando Snape aún no le ha echado los ingredientes, por lo que se puso detrás de Harry cogiendo su mano y corrigiendo la forma de coger el cucharón, comenzó a remover.
En el momento que Snape cogió su mano, Harry no pudo evitar estremecerse, pues un pulso eléctrico recorrió todo su cuerpo ante el contacto del mayor.
Snape se dio cuenta de esto, y no pudo evitar esbozar una sonrisa—que Harry nunca vería—ya que se notaba la ingenuidad de Harry, en realidad la personalidad de éste no se parecía en nada a la de James, salvo las ganas de meterse en líos y entrometerse en todo.
Cuando Severus notó que Harry había cogido el ritmo y la forma de mover el cucharón, lo dejó para preparar los ingredientes, que tenía que comenzar a echar... en unos 10 minutos...
* * * * * A lo largo de esas semanas, la relación entre Harry y Severus comenzó a ser más cercana. Ya no eran simplemente Potter y el Profesor Snape, habían comenzado a ser Harry y Severus. Aunque ninguno de los dos lo admitiría en ese momento.
De manera sorprendente, Harry había mejorado mucho en pociones, lo que Albus agradecía, ya que si quería que Harry ganara a El-que-no-debe-ser-nombrado, tendría que tener un amplio conocimiento de todas las materias.
El último día de las vacaciones, Harry se lo pasó entero encerrado en la mazmorra con Severus, ya que no quería que las vacaciones terminaran y comenzara a tratarlo como si fuera una mierda, como siempre.
Se presentó temprano por la mañana, alegando que ya que era su último día de vacaciones desayunaran los dos juntos, pues después de ese día todo volvería a la normalidad.
Luego de revisar la poción matalobos, darle un par de vueltas y echarle algún ingrediente, se fueron a dar una vuelta por el castillo hablando sobre Lily, la madre de Harry, después de que Snape le contara algunas anécdotas de la infancia, de lo aburrida y estirada que había sido siempre su tía Petunia, comenzó a hablarle de su padre.
En ese momento, se sentaron en la sombra de un árbol. Harry se quedó pensativo con lo que le había contado sobre su padre, las bromas tan pesadas que le gastaba y la vez que casi lo mata...
Se molestó con Severus, porque siempre lo estaba comparando con él.
Vale, si, se metía siempre en líos, y también se llevaba fatal con Malfoy pero nunca ha hecho bromas tan pesadas, de mal gusto como esas... sus líos con el hurón eran simplemente insultos y peleas, no llegaban a tanto, ni siquiera habían llegado a hechizarse... como mucho el moco-murciélago.
Se levantó sin previo aviso y se dirigió enfadado hacia el castillo. Severus extrañado se levantó y se dispuso a seguirlo.
Cuándo lo alcanzó se dio cuenta de que estaba llorando. No pudo evitar abrazarlo y consolarlo, no sabía que le pasaba, pero sólo quería que estuviera bien, no soportaba el hecho de verlo llorar.
Por fin, Harry comenzó a tranquilizarse y dejar de llorar, se sentía tan cómodo y protegido entre los brazos de Severus que ya no veía la razón de por qué seguir llorando.
Se miraron fijamente, en silencio, verde contra negro, mirándose intensamente, diciéndose cosas con la mirada que nunca habrían podido expresar con palabras, una promesa de protección y una promesa de admiración entre ambos.
Pero Severus tuvo que romper ese precioso silencio.
--¿Por qué estabas llorando?-- preguntó preocupado
--Tú siempre me comparas con James, él fue realmente arrogante contigo, pero yo no soy así—dijo con más seguridad—puede que discuta con Malfoy, y puede que sea malo en pociones, pero creo que no me parezco a James en ese aspecto—aseguró.
Dio media vuelta y se fue al castillo dejando a Severus ensimismado, mirando como se alejaba. Harry tenía razón, lo prejuzgó antes de conocerlo, pero tenía que comprender que después de todo lo que había pasado en su vida, tendía a prejuzgar a las personas.
Con Harry se había equivocado completamente.
Resignado se dirigió a las mazmorras con la esperanza de que Harry se hubiera dirigido allí a vigilar el caldero.
Llegó a su despacho y no estaba, dio una vuelta por la zona de las mazmorras y nada, tampoco estaba en alguna clase, ni con Albus. Minerva no lo vio por la torre de Gryffindor y tampoco estaba en la torre de astronomía.
Resignado al no encontrarlo, volvió a su despacho, para su sorpresa se encontró a un Harry muy concentrado removiendo la poción matalobos y leyendo las instrucciones para la siguiente fase, pues ya quedaba poco para que finalizara la actual.
Se quedó en el marco de la puerta mirándolo, dos años subestimándolo. Cuando, si hubiera recibido un poco de ayuda, habría sido tan bueno en pociones como su madre.
Vió como cortaba delicadamente la raíz de mandrágora, como cortaba un cuarto de bezoar y los machacaba para, después, con mucho cuidado echarlos en el caldero tomando éste un color azulado claro, iniciando así la siguiente fase de la poción.
Suspirando, Severus se acercó lentamente a Harry, abrazándolo por la espalda cariñosamente.
--¿Dónde has estado?--preguntó Severus preocupado--Te he buscado por todo el castillo y no te encontraba.
--Fui a la torre a coger el libro—contestó mientras señalaba el libro que le había dejado Severus para preparar la poción matalobos—para mirar lo que tocaba ahora hacer con la poción. Cuando llegué no estabas, pero vi que necesitaba atención y no quise dejar que se estropeara—dijo mirando a cualquier parte menos a Severus, pues esperaba que este le riñera por no avisarle.
--Realmente ha mejorado en pociones Potter, si sigue así voy a tener que resignarme y aprobarle el curso—dijo Severus sonriendo.
En ese momento se quedaron mirándose fijamente, realmente no entendian como podia cambiar una relación tanto en dos semanas.
Claro que Severus seguía siendo sarcástico y Harry iba a seguir metiéndose en líos, pero algo había cambiado entre esos dos. Solo ellos lo sabían—y Albus que los vigilaba—ya que cuando volvieran a las clases, volverían a ser el profesor Snape y Potter, pero buscarían tiempo para estar juntos y poco a poco, conocerse mejor.
Fin---
Una aclaración, no tengo ni idea de cómo se prepara la poción matalobos, por lo que esa parte esta completamente inventada.
Sugerencia: Que el fic trate de un Dark Harry.
Y eso es todo, espero que les haya gustado ^^
Espero sus coments ^^
Gracias por leer!!