a) Título del fanfic: A través de los tiempos: El general y el esclavo
b) Autor (a): Aura
c) Link a la historia:
http://www.slasheaven.com/viewstory.php?sid=5910&ageconsent=ok&warning=5d) Fragmento que deseen recordar del fanfic en cuestión:
-¡Oh! ¡Pues yo no podría pasar sin ellos! – Calígula rió a carcajadas y un brillo entre travieso y maligno iluminó su mirada -. Ya he encontrado la forma de recompensarte general. ¡Te regalaré un esclavo! – exclamó como si fuese la mejor idea del mundo -. ¡Vamos! Elige uno, aquí hay muchos esclavos. Escoge uno y te lo regalaré.
Era cierto que allí había muchos esclavos, demasiados en realidad. Pero Severus no tenía ni deseos ni necesidad de cargar con un esclavo. Y fue en ese momento cuando la casualidad o los hados del destino o como se quiera llamar intervinieron, haciendo que en su campo de visión se cruzase un joven y menudo esclavo que había visto otras veces y que le había llamado la atención.
No era como otros esclavos de mansiones y palacios que había visto, acostumbrados a holgar. La primera vez que había visto al chico había sido en los establos, cepillando con brío a un hermoso animal negro como la noche.
(…)
-¡OH! – exclamó Calígula, quien había reparado en la súbita duda del general -. ¿Ese? ¿Quieres a ese chico?
Dándose cuenta de su error, Severus adoptó rápidamente una expresión de total desinterés. Pero de nada le valió.
>>¡Ven aquí esclavo! – exclamó el cesar mientras gesticulaba en dirección al chico -. ¡Vamos! ¡Ven aquí! –agarró por un brazo al aterrado esclavo y tiró de él haciéndolo caer de rodillas a su lado -. Debo reconocer que tienes buen gusto Severus. Este chico es uno de mis favoritos. Es dócil y complaciente – para demostrarlo introdujo una mano bajo la corta túnica del desdichado esclavo, que se apresuró a ahogar un gemido de dolor ante las sorpresivas y rudas atenciones que le dispensaba el emperador -. ¿Ves? ¡Dócil como un cervatillo y complaciente como la más ardiente puta! – Los aduladores de Calígula rieron ante el rubor y la expresión atormentada del chico -. ¿Cuál es tu nombre esclavo?
Deseoso de que aquello terminase cuando antes y poder escapar así a la atención de Calígula, el esclavo se apresuró a responder:
-Aureus, amo.
(…)
Sorprendido, Severus reparó en que hasta ese momento no había sabido el nombre del joven esclavo. Aunque lo había visto más veces de las que creía, nunca se le había ocurrido que tuviese nombre y comprendió, en parte avergonzado, que había caído en el mismo error que la mayoría de los nobles romanos: olvidar que un esclavo también era un ser vivo y como tal tenía nombre.
-Bien Aureus – Calígula palmeó el trasero del chico con rudeza -. Ahora perteneces al general. ¡Es tuyo Severus! – exclamó empujando al sorprendido esclavo al regazo del otro hombre -. Este es mi regalo de despedida para ti. Puesto que esta noche partes para reunirte con tus tropas, llévalo contigo. Te servirá mientras estés lejos de tu hogar y calentará tu cama en las frías noches de invierno.
El general se encontró de pronto con un tembloroso montón de carne en su regazo. Notaba la acelerada respiración del joven contra su pecho y los temblores que ocasionalmente lo estremecía. Acalló las ganas de devolver de mala manera tan "generoso" regalo, y en su lugar hizo que el chico se arrodillase a su lado.
-Sois muy amable señor, pero no puedo aceptarlo – miró con detenimiento al esclavo, como evaluando su costo -. Un esclavo así costaría una pequeña fortuna en cualquier mercado, más aún porque como habéis dicho es sumiso y dócil, está bien enseñado. Además el hecho de que sea uno de vuestros favoritos me impide aceptarlo – empujó con suavidad a Aureus para que fuese de nuevo hacia el Cesar.
(…)>>Agárrate. No quiero tener que detenerme porque te hayas caído.
Y sin mirar atrás Severus emprendió con su nuevo esclavo el camino que lo alejaría de Roma y sus intrigas palaciegas y lo conduciría nuevamente hasta el lugar donde sus hombres estaban acampados esperando su regreso.
Aureus dirigió una última y desesperada mirada a Quintus antes de aferrarse con fuerza a la cintura de su nuevo amo.
Cabalgaron deteniéndose tan solo brevemente para que Epona pudiese beber en un arroyo que cruzaron.
A esas alturas, Aureus luchaba desesperadamente contra el sueño y el agotamiento que lo acosaban. A duras penas conseguía mantener los ojos abiertos y sujetarse a su amo para no caer, pero estaba seguro de que en cualquier momento perdería esa batalla y se ganaría la primera paliza de las que, estaba seguro, le daría el general.
Cuando su cabeza cayó por enésima vez contra la fuerte espalda del general este optó por detener su cabalgadura y hacer algo que sorprendió al chico.
-Acabarás por caerte si te duermes – dijo el hombre mientras, girándose, lo tomaba por el brazo y lo hizo deslizar hasta tenerlo sentado delante de él -. Ahora puedes dormir.
-Lo siento amo – musitó avergonzado -. No volverá a suceder.
-Duerme niño – dijo el hombre secamente.
Casi sin terminar de creer la amabilidad que el hombre le estaba demostrando, Aureus trató de permanecer despierto, pero fue tarea inútil. Apenas cinco minutos después si cabeza descansaba en el amplio pecho del hombre y él dormía profundamente.
(…)
Y por un instante Severus se sintió travieso y decidió prolongar el dulce suplicio al que estaba sometiendo al recatado y temeroso esclavo. Con toda deliberación hizo que sus movimientos fuesen más lentos y profundos, suaves y poderosos a la vez, cambiando de intensidad, mientras mordisqueaba y besaba el punto donde el cuello se unía al delicado hombro de Aureus, deslizando su mano bajo el cuerpo de este, buscando la ahora completa erección y masturbando a su esclavo al compás de sus propios embistes.
Hasta que Aureus no pudo soportarlo más y se liberó con un ahogado gemido mientras mordía con fuerza su labio hasta hacerlo sangrar. Solo entonces, cuando comprobó que el chico había perdido completamente su batalla por mantener el control de las reacciones de su propio cuerpo, Severus se dejó llevar por las suyas propias y con dos poderosas embestidas finales se liberó dentro del cuerpo que tanto placer le había proporcionado. Derrumbándose sobre él mientras aún depositaba dispersos besos por el cuello y los hombros. Hasta que al fin comprendió que si no se quitaba de encima del chico terminaría por dañarlo con su peso.
Pero tan solo hizo eso, girarse para retirar su peso del chico. Luego lo agarró posesivamente por la cintura y hundió la cara en su cuello, donde respiró un par de veces antes de suspirar y quedarse dormido nuevamente.
Sin embargo Aureus no durmió. Permaneció despierto, entre los brazos de aquel general que había probado ser el más extraño de todos los amos que había tenido.
Estaba claro que el hombre no lo deseaba como esclavo. No había querido llevarlo con él y sin embargo se mostraba amable, lo alimentaba mejor de lo que lo había hecho ninguno de sus otros amos, le había permitido dormir en su propia cama y cuando lo había poseído había mostrado tanta preocupación por el placer de su esclavo como por el suyo propio.
Aureus movió la cabeza sin comprender.
Había oído hablar del famoso general. Era temible en la batalla, pero justo con sus enemigos vencidos. Nunca había perdido una batalla, sin embargo luego se mostraba compasivo con aquellos a quienes había derrotado. A diferencia de otros generales, no permitía que sus hombres violasen a las mujeres y no masacraba inocentes. Jamás había oído ni una sola palabra negativa de ese hombre. Y sin embargo era temido en todo el imperio por ser el azote de los rebeldes, los traidores y cualquiera que intentase socavar el poder de Roma. Aureus juraría que incluso el mismísimo Calígula temía al general.
(…)-¡General!
Al escuchar el estentóreo saludo de un soldado, Aureus salió apresuradamente de la tienda, justo a tiempo de ver a Severus bajando de su caballo. Corrió al encuentro del hombre con la felicidad iluminando su rostro y lo abrazó con ímpetu.
-¡Amo! ¡Habéis vuelto! – Exclamó mientras tomaba las riendas de la mano del sorprendido hombre.
-Pareces ansioso porque volviese – revolvió cariñosamente el rebelde pelo del joven -. Supongo que habrás hecho todo lo que te ordenasen y no habrás creado problemas ¿verdad?
Negó con la cabeza.
-Ha sido todo un ejemplo de devoción. El chico languidecía mientras estabas fuera – se escuchó la voz de Calpurnio que se acercaba por la dirección en la que estaba su tienda.
-No hagas caso Aureus – dijo Dracius -. Ha sido todo un ejemplo – añadió dirigiéndose al general -. Pero hay una cosa que me gustaría saber ¿qué es lo que haces para provocar tanta devoción en un esclavo?
Severus enarcó una ceja sin comprender.
>>En algo si tiene razón Cal. El chico se mostraba ansioso por tu regreso. Cuando ayer no volviste, estuvo a punto de correr a Roma en tu busca.
-¿Es eso cierto? – preguntó mirando al esclavo -. ¿Pensabas que no iba a volver?
Avergonzado Aureus agachó la cabeza.
-No amo – musitó con voz apenas audible -. Tuve un mal presentimiento.
(…)
Los suaves labios del joven se posaron en los del general, con timidez, pero con más audacia de la que nadie habría supuesto.
>>No Aureus. No hagas esto – pidió Severus.
-¡Amo! – gimió el joven esclavo con sus labios aún rozando los del otro hombre -. ¡Por favor amo! – besando con alguna torpeza, pero sin detenerse.
Estaba sentado en el regazo del hombre, donde había terminado cuando se arrojó a su cuello, y podía notar como la excitación de este crecía contra su cuerpo.
>>Amo... por favor amo... por favor – las palabras salían inconexas mientras sus labios se dedicaban a tareas más agradables.
Como podía ser la de besar toda porción de piel expuesta y a su alcance.
Y Severus dejó de lado su inicial negativa y comenzó a devolver caricia por caricia y beso por beso. De forma más hábil que la del joven esclavo. Tenía que recordarse a si mismo que el chico solo había conocido las caricias dispensadas en un burdel, o peor aún, las de Calígula. Así que tomó la iniciativa.
Tan pronto como Aureus sintió que el general sucumbía a la pasión del momento se sometió a las caricias del otro hombre. Deseoso de conocer el sabor de la pasión no impuesta, de las caricias dadas y ofrecidas entre dos personas con total libertad. Porque aunque él era un esclavo, en ese momento no se sentía como tal. En ese momento era libre para ofrecerse al hombre al que había deseado ofrecerse inconscientemente desde la primera vez que lo vio.
Gimió al sentir las manos de Severus deslizarse bajo su trasero y alzarlo para colocarlo a horcajadas sobre el regazo del hombre. Onduló contra la dureza del otro y besó con ansias la boca que se le ofrecía. No opuso resistencia cuando las duras manos lo liberaron de la túnica que lo cubría y él mismo intentó a su vez quitar las molestas prendas que aún llevaba el general.
Estaba tan ansioso que casi no notó cuando el hombre se separó de él y lo detuvo.
-No – jadeó Severus.
Aureus dejó escapar un gemido de frustración y negó con la cabeza.
>>No Aureus. Aquí no – repitió el hombre y se levantó llevando con él al chico.
Con Aureus aún aferrado a su cuerpo, las piernas de este enroscándose en su cintura, caminó hacia el lugar que hacía las veces de dormitorio y depositó al joven sobre la cama, cubriéndolo a continuación con su cuerpo.
Los besos se volvieron desesperados y las caricias parecían abrasar cada milímetro de piel, hasta que llegó un momento en que ninguno de los dos pudo soportarlo más y Severus elevó las caderas de Aureus, haciéndolo accesible, dejándolo expuesto para lo que desease hacer con él.
Y lo que deseaba hacer con ese delicioso cuerpo que se agitaba y estremecía bajo el suyo lo tenía bien claro.
Con inusitada lentitud se colocó en la entrada del cuerpo y empujó, deslizándose en el cálido pasaje con suavidad, arrancando gemidos al hacerlo.
*~*~*~
Con un ahogado grito Harry despertó en su cama, en el dormitorio que compartía con sus compañeros en Hogwarts.
-¿Harry?
La voz preocupada de Ron le llegó desde la otra cama.
>>¿Te encuentras bien? ¿Otra pesadilla?
-¿Quieres que avisemos a McGonagall? – preguntó Seamus desde la suya.
Al parecer había despertado a todos en la habitación, pues también los demás lo miraban con evidente preocupación.
-No – su voz le sonó anómalamente ronca -. No hace falta. Estoy bien. No fue una pesadilla...
Vio las miradas extrañadas de los otros chicos, pero no podía explicarles lo que había estado soñando. Buscó una excusa con rapidez.
>>Bueno, sí fue una pesadilla, pero no con quien suponéis. Ha sido... ha sido con Snape – al menos eso era cierto.
Escuchó la risa aliviada de Ron.
-Bueno compañero, el cretino grasiento puede provocar terribles pesadillas, de eso no hay ninguna duda
-¿Qué era Harry? – preguntó Neville con más miedo que curiosidad.
El moreno dudó unos instantes antes de responder.
-No lo recuerdo... y creo que prefiero no recordarlo – musitó esto ultimo más para si mismo que para los demás.
-Bueno, pues si no lo recuerdas y no era con quien-tú-ya-sabes, lo mejor que podemos hacer es seguir durmiendo un ratito más – dijo Ron.
Y sin más se quedó dormido. Si había algo que Harry envidiaba de su amigo sobre todas las cosas era precisamente eso, su increíble capacidad para volver a quedarse dormido después de cualquier cosa. Ya se podía caer el techo del colegio que Ron volvería a dormir tan pronto hubiese encontrado otra cama donde hacerlo.
Pero él no podía. Harry se veía incapaz de volver a dormir. ¿Cómo podía hacerlo? No quería ni pensar en dormir. ¿Y si el sueño volvía a repetirse?
¡No!
Quedaba totalmente descartado el volver a dormir. Además... había algo entre sus piernas que le impediría hacerlo. ¿Cómo era posible que se hubiese excitado soñando con... soñando con... SNAPE? ¡Dios! ¡Había soñado con Snape! Y lo peor es que no le había disgustado en lo más mínimo. Había disfrutado todos y cada uno de los segundos del maldito sueño.
Negó abatido y comprobó aliviado que todos parecían haber vuelto a dormir. Así que decidió que lo mejor que podía hacer era darse una ducha que acabase con la excitación que en esos momentos sentía.
No quería ni pensar en la clase de pociones con Snape.
En una habitación de las mazmorras un hombre moreno y de ojos negros hacía exactamente lo mismo que Harry en esos precisos instantes.
Tomaba una ducha bien fría.
¿Cómo era posible que hubiese soñado eso? ¡ESO!
Y con Potter de todas las personas del mundo... ¡CON POTTER!
Eso no era posible. Algo debía de estar mal en su cabeza. A él no le atraía Potter. Era tan solo un mocoso ansioso de fama. Un niño consentido que se divertía quebrantando las normas... un... un...
Bufó furioso.
Lo peor de todo era que había encontrado un placer indescriptible en hacer las cosas que le hacía a Potter. Y es que había sido real... demasiado real como para ser tan solo un sueño.
No quería ni pensar en la clase de pociones con Potter.
e) Razones por las que recuerdan ese fragmento en especial. Es genial!!!!! en si esta autora tiene buenos fics, pero este me encanto, es bueno y tiene tres capítulos, es como que recuerdan su vida anterior en sueños. Me parece que iba a ser varios fics así, pero este fue el único que hay T.T pero aun así es genial