La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Un mes para el recuerdo... por gabrielle62, 10 de mayo.

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gabrielle62

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MensajeTema: Un mes para el recuerdo... por gabrielle62, 10 de mayo.   Un mes para el recuerdo... por gabrielle62, 10 de mayo. I_icon_minitimeVie Mayo 10, 2013 2:21 pm

Título: Servir y proteger

Autor: Livia

link de la historia: http://www.slasheaven.com/viewstory.php?sid=36370&warning=5

¿Por qué elegí este párrafo? Porque me gusta mucho como la autora cuenta esta escena en particular, perfectamente narrada a mi modo de ver, y porque aún dentro de lo terrible que es la puñetera serpiente, Harry y Severus están desnudos mientras todo sucede y eso me parece de lo más... Ejem...¡



OoOoOoOoO


Con una sonrisa maliciosa, el Director entró en el cuarto de baño. La erección matutina de Harry le había excitado sobremanera. Hacía tiempo que no se sentía tan enérgico por las mañanas. Abrió el grifo del agua caliente y buscó toallas limpias en el armario. Las dejó perfectamente dobladas en la argolla que había junto a la ducha, al alcance de la mano. Comprobó que el agua ya salía hirviendo, así que abrió el grifo del agua fría para conseguir la temperatura ideal. ¡Y Harry sin dar señales de vida! No había sido tan perezoso cuando dormía en el sofá... Dispuesto a sacarlo de la cama aunque fuera a rastras, Severus volvió al dormitorio. Sin embargo, toda su determinación se fue por el desagüe, quedándose congelada en el umbral de la puerta.

Harry todavía seguía en la cama. Aparentemente había vuelto a dormirse. Su cuerpo descansaba en una postura relajada, boca arriba, con los brazos semi extendidos. Tenía la cabeza inclinada a un lado, dejando su blanco cuello expuesto e indefenso ante los colmillos de la krait que se había enroscado justo bajo su brazo, a la altura del pecho. Severus estaba seguro de que la sangre había dejado de circular por sus venas. No se atrevió a moverse. Ni a despertar a Harry, por temor a que el más ligero movimiento del auror incitara a la serpiente a atacarle. Durante unos segundos sus piernas parecieron a punto de vencerse y su mente se quedó en blanco de pura desesperación. Que no se mueva, Merlín bendito, que no se mueva, era lo único capaz de pensar. Había pasado por muchas situaciones difíciles en su vida; pero no conseguía rememorar ninguna semejante a esa. Dirigió la mirada hacia su varita, que había dejado en la mesilla de noche, como siempre. Demasiado lejos para alcanzarla. La de Harry estaba en la otra, todavía más lejos.

En ese momento, la krait volvió la cabeza hacia el Director. Sus pupilas redondas y amarillas se clavaron en él, frías y amenazadoras. Severus tuvo la extraña sensación de que le estaba retando. De que le incitaba a intentar alcanzar su varita y así poder lanzarse sin contemplaciones sobre el auror. Si no fuera porque sabía que era imposible, el Director habría jurado que la maldita serpiente sonreía. Desnudo, sin una varita en la mano, el mago se sintió ridículo e indefenso. La serpiente siguió mirándole unos instantes más, hasta que el movimiento del cálido cuerpo junto al que se había enroscado llamó su atención. Un largo y amenazante siseo acompañó el desplazamiento de la cabeza de la krait.

-¡No te muevas!

Harry parpadeó confuso e hizo la intención de incorporarse cuando su mano chocó con algo frío y escamoso.

-¡No te muevas, Harry! -gritó de nuevo Severus, más aterrorizado de lo que se había sentido jamás en su vida.

El siseo se hizo más intenso y, aún sin sus gafas, Harry fue capaz de ver la aplanada cabeza de la krait oscilado amenazante ante su rostro. Conteniendo la respiración, dejó caer despacio su cabeza otra vez sobre la almohada, gesto que pareció complacer al reptil, que se apartó un poco de él para volver a fijar sus pupilas en Severus.

-No te muevas, Harry, por lo que más quieras -suplicó el Director, tentando un par de pasos hacia la cama.

La serpiente siseó de nuevo y Severus se detuvo en seco. A modo de amenaza, la krait movió la cabeza peligrosamente hacia el cuello de Harry. Tan cerca que el auror pudo sentir la bífida lengua rozándole la piel. Severus maldijo en silencio. Pequeñas gotas de sudor empezaron a resbalar por su frente a pesar del frío ambiente de la habitación. Esa asquerosa serpiente no iba a arrebatarle a Harry, se juró. Intentó tranquilizarse y pensar. Poniéndose en lo peor, si al final la krait mordía a su amante, tenía el antídoto en la sala, justo al otro lado de la puerta. Alcanzaría su varita, mataría a la serpiente y convocaría el frasco. Bien, se dijo, ese era el plan B. El plan A era evitar a toda costa que Harry fuera mordido.

-Aunque me muerdas, no escaparás -murmuró la voz de Harry.

La serpiente siseó con más fuerza ante las palabras del auror.

-Ayer no regresé solo -siguió hablando Harry-. Los aurores han tomado el castillo en previsión de conseguir esta mañana la última prueba para detenerte.

La cabeza de la krait osciló amenazadoramente junto al cuello del joven.

-El Jefe de Aurores se presentará aquí con la orden de detención en cuanto acaben con la autopista de la verdadera Leesa Hayes. Extraer los recuerdos de su tía, a pesar de haberle borrado la memoria, es sólo cuestión de tiempo. Quién sabe si lo han hecho ya...

Severus miró a Harry con el ceño ligeramente fruncido. ¿Cuándo había pensado el maldito héroe contarle las últimas noticias? Por otro lado, de las palabras del auror se desprendía también que la krait era la forma animaga de alguien. El Director estaba completamente estupefacto. Jamás había oído hablar de un animago que adoptara la forma de una serpiente. Ni siquiera Salathar Slytherin o el mismísimo Voldemort. Es más, no había constancia de que hubieran sido animagos ninguno de los dos. Aquello explicaba muchas cosas, sin lugar a dudas. La suplantadora de Leesa Hayes sólo había tenido que escupir su propio veneno en su forma animaga, para deslizarlo en su plato, ya en su forma humana, la noche de Halloween. Tampoco la serpiente había abandonado nunca Hogwarts, a pesar de todos los expertos que la habían buscado; y habían acabado llegando a la conclusión de que sí lo había hecho. Había estado siempre allí, imposible de detectar dado que era una persona, inmune a los hechizos que habían colocado, puesto que sólo podían afectarla en su forma animaga. Ahora Severus se preguntaba si Pomona había muerto porque la había descubierto o simplemente había tenido mala suerte. Cómo había logrado colarse en su habitación esa mañana era todavía un misterio, ya que los hechizos anti-serpiente seguían activos en todo el castillo.

-Puede que me mates -siguió hablando Harry, con voz extremadamente tranquila-. Pero Severus te matará a ti en cuanto me muerdas...

Horrorizado, Severus fue más consciente que nunca de que Harry no tendría ninguna oportunidad. Fuera quien fuera esa impostora, claramente había bebido los vientos por su amante. Völund le había contado que les había sorprendido en plena faena... Harry moriría porque la había rechazado y, sobre todo, porque se había convertido en alguien preciado para él. Seguramente, matando al auror contaba con causar un daño mucho más profundo que si le mataba a él. ¡Pero tengo el antídoto! -se recordó- ¡Maldita sea, lo tengo!

-A estas alturas ya deben saber quién eres... -seguía hablando el auror-Aunque hoy logres salir de aquí, no podrás escapar por mucho tiempo...

Los ojos de Harry se desviaron por primera vez hacia Severus. Y éste pudo leer en ellos que el auror también era consciente de que no iba a salir con bien de aquel trance. Ante cualquier cosa que intentaran, la krait sería mucho más rápida. Harry cerró los ojos y tragó saliva.

-Sinceramente, esperaba que esto hubiera durado un poco más... -dijo-. Mi hijo... -titubeó-... ¿le darás un abrazo de mi parte?

Aprovechando que la krait parecía pendiente de las palabras de Harry, Severus había llegado tan cerca de la mesilla de noche que casi podía tocar su varita con la punta de los dedos. Y entonces todo sucedió tan rápido que, paradójicamente, el Director lo vivió como si sucediera a cámara lenta. Las fauces de la krait se abrieron, dejando al descubierto los colmillos goteantes de veneno. Severus alcanzó su varita cuando la serpiente se lanzaba a la garganta de Harry y éste trataba de evitarla girando rápidamente sobre sí mismo. Severus tomó por fin su varita y lanzó un petrificus totalus que alcanzó la krait junto con un immobilus, un flipendo y varios hechizos más que cayeron sobre ella casi al mismo tiempo. La maléfica criatura se congeló en aire unos segundos para caer después pesadamente sobre la cama.

-¡Harry!

Severus se lanzó hacia la cama al mismo tiempo que Robards y los cuatro aurores que habían entrado en la habitación, olvidándose de que iba desnudo. Harry se había caído de la cama con el brusco movimiento que había hecho para escapar de la serpiente. Un compañero le estaba ayudando a levantarse. Alguien puso una túnica sobre los hombros del Director, mientras él tiraba frenéticamente de la sábana para cubrir la desnudez de su amante.

-¿Estás bien? -preguntó, sin importarle la ansiedad que revelaba su voz.

Durante unos breves segundos Severus creyó que la krait no había conseguido su objetivo. Harry se había sentado en la cama, respirando agitadamente. Fue entonces cuando el Director reparó en la señal profunda y sangrante de dos colmillos en su hombro. Y una segunda mordida, ésta más superficial pero igualmente venenosa un poco más abajo, en el omoplato.

-¿Harry?

El auror levantó un poco la cabeza y le miró. Sus facciones, anormalmente tensas, le dijeron a Severus que definitivamente iba a ser el plan B. Robards, que también se había dado cuenta de las mordidas, le estaba gritando a uno de sus hombres que llamara a una unidad de emergencias de San Mungo. Los pies de Severus volaron hacia el armario de la sala, donde guardaba sus pociones particulares. Cuando regresó con un pequeño frasco en la mano, habían acostado a Harry en la cama, quien empezaba a respirar con cierta dificultad.

-¡Ábrale la boca! -ordenó el Director al hombre que estaba a su lado- Hay que dársela antes de que la disfagia no le deje tragar.

Robards obedeció, introduciendo sus dedos en la boca de Harry sin perder tiempo, y tiró de sus mandíbulas, abriéndolas. Observó con preocupación cómo el Director de Hogwarts deslizaba el contenido del frasco que tenía en la mano directamente en la garganta de su auror. Potter tendría que darle muchas explicaciones si salía de esa.
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