La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Der Freund, die Freundin Capítulo 1

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Magistra Nocte
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Magistra Nocte


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MensajeTema: Der Freund, die Freundin Capítulo 1   Der Freund, die Freundin Capítulo 1 I_icon_minitimeMar Oct 23, 2012 3:03 pm

Título: Der Freund, die Freundin.

Autora: Magistra Nocte.

Categorías: Romance, Angst, Drama, AU.

Resumen: La pareja Neumann parece bastante normal y cumple con todas las condiciones de una buena familia nazi. O eso parece.

Advertencias: Slash, FemSlash, Lime. Alguna mención het.

PoV: Rolanda Hooch.

Personajes principales: Alphonse Neumann (Severus Snape), Hannelore Neumann (Rolanda Hooch), Rudolf Bauman (Harry Potter), Waltraud Kirchner (Minerva McGonagall)

Fiction Rated M (+16)

.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.: Situación histórica :.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.

Berlín, 1941. Los nazis bajo el mando de Hitler están en plena lucha contra las fuerzas aliadas. Dentro de las ciudades pertenecientes al Reich, y más concretamente en Berlín, la discriminación es increíblemente fuerte y muchas personas se han visto obligadas a ir a campos de concentración y de exterminio. Esto incluye a los homosexuales, tanto hombres como mujeres, que ocupan las posiciones más bajas entre los presos de los campos y reciben presión no solamente por parte de las tropas alemanas, sino también por parte de los reclusos. (Link de interés: http://es.wikipedia.org/wiki/Sistema_de_marcado_en_los_campos_de_concentraci%C3%B3n_nazis )

Los homosexuales que siguen vivos y libres viven sus relaciones amorosas de una forma totalmente clandestina y siempre preocupados por mantenerlas ocultas.

.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.: Situación de los personajes :.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.

Como en prácticamente todo el mundo, la homosexualidad es perseguida durante la primera mitad del siglo XX. De esta represión no escapa el mundo mágico, que es especialmente homófobo, llegando a castigar a gays y lesbianas con la muerte. Ante una situación tan dura, muchos magos deciden abandonar el mundo mágico en busca de lugares donde poder luchar por sus derechos.

Este es el caso de magos como Albus Dumbledore, uno de los magos más poderosos, que al intentar huir, fue descubierto y condenado. Otros, sin embargo, como Rolanda Hooch o Severus Snape consiguieron huir y fueron a Berlín, donde aun a pesar de la represión, había un mayor nivel de tolerancia, existiendo incluso revistas con temática homosexual. Desgraciadamente, durante la huida, perdieron algunas maletas. Una de ellas portaba sus varitas, por lo que han perdido su poder e intentan aprender a utilizar magia sin instrumento alguno.

Con la llegada de Hitler al poder, todo el progreso que el país había logrado con respecto a ese tema se desvaneció por completo. Ante la situación, algunas personas como Rolanda y Severus (que ahora vivían en Alemania con un nombre falso) decidieron casarse para evitar sospechas y para que la primera pudiera tener estabilidad económica dado que las mujeres no podían ocupar cargos importantes y sus sueldos eran bajos.

Capítulo 1. La llegada de la joven promesa.

Yo llevaba cerca de seis años trabajando en la redacción de uno de los periódicos más importantes del Reich. No tenía un puesto alto, pero me permitía saber todo lo que se cocía por el ambiente cercano al mismísimo Führer. Severus trabajaba en la policía y tenía un cargo alto. Fue transferido a las SS el año siguiente, lo que nos trajo mucha información extra, y muchos más problemas. La vigilancia era constante.

Trabajábamos como espías para los aliados. Habíamos visto los horrores que ha traído esa guerra y los que ha tenido que vivir el pueblo alemán a causa de la locura de un tirano. Solo esperábamos que nuestra ayuda sirviera de algo. Y que ayudara a cambiar el punto de vista que la gente tenía de gente como nosotros.

Particularmente, yo miro a las mujeres con ojos de hombre. Esto fue lo que me hizo ir a Alemania en el año 28. Severus también era homosexual. Así que un pequeño grupo de quince personas abandonamos nuestro hogar por una vida muggle en Berlín. Sirius, Remus, Nynphadora, Minerva... todos conseguimos identidades falsas y nos marchamos. Como en su día quiso hacer el viejo, que en paz descanse, porque se lo merece. Para evitar problemas, decidimos guardar todas las varitas en una misma maleta. Por desgracia, mientras que pasábamos la noche en una taberna, tuvimos que huir a toda prisa dado que corríamos el riesgo de ser descubiertos y la maleta se quedó allí. Seguramente supieron quienes éramos después del olvido, pero no nos retuvieron. Quizá nos buscaron, pero eso es algo que nunca he sabido. Y que, francamente, tampoco tengo el más mínimo interés en saber. Solo serviría para volver a abrir la herida...

Cuando llegamos a Berlín, nos encontramos con una situación opuesta a la que había en el mundo mágico. Es cierto que la homofobia existía, y que los homosexuales éramos considerados enfermos mentales. Pero aun a pesar de todo, había revistas dedicadas a nosotros. Y había locales de ambiente. Y, mientras que no tuviéramos muestras de cariño en público, no teníamos por qué tener problemas. Aun con todo, fueron buenos tiempos. Minerva y yo llevábamos saliendo cerca de tres años. Poco tiempo, a decir verdad, pero nos queríamos con todo nuestro corazón. Jamás encontré a una mujer tan perfecta como ella. Supongo que los otros tampoco encontraron otra pareja mejor que la que tenían por aquel entonces. Y Severus... bueno, Severus estaba solo. Tuvo varias parejas a lo largo del año 28, pero no eran más que relaciones temporales, más sexuales que románticas. Nunca lo ha reconocido, pero estoy segura que teme que le vuelvan a hacer daño. Él ha sufrido mucho a causa de la homofobia y su gran amor lo abandonó por miedo a que la relación fuera descubierta y se metieran en problemas. Aquel joven aspiraba a un cargo político importante, aunque acabó condenado de todos modos por un “one-night stand” con un soldado. Sin embargo, al ser un hombre de familia adinerada, solo estuvo condenado a siete años de prisión. Y claro, no llegó a nada en el mundo político.

La homofobia del mundo mágico nace de nuestra escasez. Es decir, somos muy pocos y necesitamos “reproducirnos” para mantener nuestro número o aumentarlo. Los magos creen que los homosexuales somos el fin de la raza mágica. O al menos, esa es la explicación que procuran dar... aunque de formas menos diplomáticas.

-¡Hannelore, querida!

La señora Müller me saludó y se acercó a mí. Era una mujer de unos cincuenta años, siempre bien vestida y arreglada. Era gordita, tenía los ojos azules y, a decir verdad, no era especialmente agraciada. Era la esposa de un general del ejército nazi y le había dado cuatro hijos sanos y de raza aria que tenían un importante futuro en el mismo ámbito que su padre. La familia perfecta, y que criticaba a la mía por la carencia de hijos.
-Buenos días, señora Müller ¿cómo está su familia?

-Bien, bien, como siempre. Mi marido tiene una cena esta noche con altos rangos del ejército.-Dijo, con un tono desinteresado pero que pretendía provocarme envidia.- Dicen que es posible que el Führer se pase por ahí... y los niños están con su entrenamiento.-Sonrió y me miró de arriba a abajo, cotilleando.- ¿Y qué lleva ahí?

Señaló un paquete que llevaba entre las manos. Lo miré y le respondí.

-Es un regalo para Waltraud, hoy es su cumpleaños.

-¡Oh, qué gran persona es usted, mi querida Hannelore!¡Le hace regalos al servicio!

Tuve que sonreír, aunque me molestó aquel comentario tan horriblemente clasista. Y, evidentemente, no iba a decirle que esa mujer a la que llamaba “el servicio” era mi mujer. Bueno, mi pareja... pero nos gusta tratarnos de mujer y mujer, como si estuviéramos casadas. Minerva y yo, de hecho, llevamos un colgante como alianza.

-¿Y cómo está su marido?

-Alphonse está bien, ahora parece que va a ser ascendido. Esperemos que así sea, mi marido se esfuerza como el que más en su puesto.

-Oh, sí, no me cabe duda...-Dijo, para ir al tema que de verdad le interesaba y con el que ella creía que podía hundirme.-¿Y qué hay de los hijos?¿no son bendecidos con un bebé?

No, no lo éramos. Y evidentemente, ni lo intentábamos. De hecho, cuando decidimos casarnos, nos casamos él y yo porque yo soy estéril. Si no, posiblemente se hubiera casado con Minerva, pero no queríamos exponernos al riesgo de ser descubiertos todos al no tener hijos aun a pesar de su salud. Así, decidimos que Minerva sería el servicio, para que estuviera con nosotros. En el edificio de en frente vivían Remus y Nynphadora, casados y con un hijo y también estaban Sirius y Rita, otra periodista. Todos ellos también homosexuales, pero casados los unos con los otros para formar otra tapadera.

-No, señora Müller, desgraciadamente no.-Intenté poner un tono apenado y un rostro afligido.- Aunque el médico me indicó que no puedo tener hijos, no dude que lo intentamos por si acaso lo conseguimos.

Y es cierto, yo lo intentaba con muchas ganas. Solo que intentaba quedarme embarazada de Minerva.

Me despedí en cuanto consideré que la cosa se alargaba, tenía mucha prisa por ver a mi amada. Vivíamos en un cuarto piso. Subir las escaleras era algo bastante desagradable, sobre todo cuando cargaba las cosas de la compra. Llamé a la puerta y me abrió ella. Nos saludamos formalmente y cuando entré y cerramos la puerta, se colgó de mi cuello y me llenó de besos por toda la cara.

-¡Me alegra que ya estés en casa!-Me dijo, sonriente.

Severus llegó también a recibirme, tan serio como siempre. Sostenía un sobre en su mano derecha y cuando vió que reparé en él, me lo extendió. Minerva se soltó de mi cuello y me dió un último beso en los labios. La carta ya estaba abierta.

-Nos traen a alguien más.-Dijo Severus.

-¿Cómo que “nos traen”?

-Encontraron en el mundo mágico a un joven mago muy prometedor, pero que peca de sodomita. No lo han condenado a muerte precisamente por su potencial, así que nos lo envían para que trabaje con nosotros. Dicen que nos será útil.

-Eso son buenas noticias, supongo. ¿Qué edad tiene el chaval?

-Diecisiete-Me respondió Minerva.- Es un jovencito de diecisiete años. Se llama Harry Potter, aunque viene bajo el seudónimo de Rufolf Baumann. Su biografía será la de un familiar lejano tuyo, que ha llegado a Berlín interesado en el trabajo de tu marido. Severus lo tomará como aprendiz, por así decirlo.

-Francamente – Severus se unió.- preferiría que se lo hubieran llevado a cualquiera de los otros. No me apetece tener que cuidar de un niñato de hormonas desquiciadas. Solo espero que no pierda el culo por el primer hombrecito apuesto que vea, no quiero acabar dando explicaciones inútiles a un oficial de Buchenwald.

-Seguro que será un chico tranquilo- Intenté calmarle.- Estará un poco austado por toda esta situación, así que sé... “agradable” con él.

Severus resopló y se dio la vuelta en dirección al salón. Al salir, le entregué el paquete a Minerva. Ella sonrió emocionada.

-No creerías que me había olvidado de ti ¿verdad?

Y se volvió a abrazar a mí.



*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

A la mañana siguiente, Severus y yo nos levantamos temprano y nos vestimos. Teníamos que ir a buscar al joven a la estación de tren de Zoologischer Garten. Saverus parecía inquiento, aunque lo ocultaba bastante bien. Nunca dejaba ver lo que sentía, pero después de tanto tiempo todos juntos, los tres nos conocemos muy bien y sabemos lo que pasa por la cabeza de otro con solo mirarnos.

Cerramos la puerta cuidadosamente para no despertar a Minerva y al salir del portal, me agarré a su brazo dando la aperiencia de un matrimonio feliz, aun a pesar de la expresión amarga de mi “maridito”.

La mañana estaba gris. La ciudad era gris. La guerra, por mucho que nos vendieran por la radio, había acabado con la vitalidad del pueblo, que prefería refugiarse en casa o ir corriendo de un lado para otro a fin de estar a cubierto enseguida. Éramos los únicos que paseaban por la mitad de la calle, con la mirada perdida en el cielo triste, callados. Apenados, quizá. Esta no era la vida que queríamos ni de lejos. Aceptábamos que era la que nos había tocado vivir. Pero no podíamos evitar hablar de nuestro mundo soñado algunas noches de sábado tras haber consumido algo de alcohol. Bueno, en realidad solo hablábamos Minerva y yo de eso. Severus nos escuchaba atento, pero nunca decía nada. Lo que es mejor, el prefiere ahorrarse las ensoñaciones dolorosas... o peor, puesto que su procesión va por dentro.
A medida que íbamos llegando a la estación, el movimiento en las calles aumentaba y, sorprendentemente, el sentimiento de soledad que teníamos aumentaba. Nadie de los que estaban a nuestro alrededor nos podían entender. Aunque no perdíamos la esperanza pensando en que alguno lo haría.

La llegada del tren se retrasó un poco. Lo normal, por otro lado, dado los tiempos que corrían. Por fortuna, el primero en bajar fue nuestro nuevo compañero de piso. Era un joven bastante guapo, la verdad. Era delgado, de estatura media, aunque tenía una musculatura fuerte. Su pelo era negro como la noche y estaba totalmente despeinado, como si el viento jugara con él constantemente. Pero lo que era más llamativo de aquel chico, eran sus ojos. Fascinantes, verdes. Brillantes. Comunicativos. Unos ojos que solamente pueden pertenecer a una buena persona. Después de mirarnos un poco, se acercó a nosotros con un tono alegre y una amplia sonrisa.

-¡Tía Hannelore!-Se acercó y me abrazó. Se había aprendido bien el papel. Luego se giró y miró a Severus.-¡Tío Alphonse!

Recuerdo todo el esfuerzo sobrehumano que tuve que hacer para no partirme de risa al ver al chico abrazando a Severus que permanecía totalmente quieto, como si fuera un árbol. Su rostro permanecía impasible, pero en sus ojos brillaba la chispa de la incomprensión. Evidentemente, no se lo esperaba.

-Cariño ¡sé un poco efusivo!-Le dije, algo irónica.-¡El pobre Rudolf lleva muchísimo tiempo sin vernos!

Y se me escapó una risilla al ver que Severus le dió dos palmaditas rápidas en la espalda por toda efusividad. Pero el chico no se soltó de sus brazos, pero apartó su cabeza para mirarlo a la cara. A los ojos. Los dos se miraron a los ojos. Yo no dije nada, evidentemente, pero era consciente que había nacido una conexión especial. Y la verdad es que me alegró bastante. Llegó un momento en que apartaron la mirada hacia un lado. El chico estaba colorado y juraría que Severus también lo estaba un poco.

-Debes de estar cansado.-Dijo, serio, Severus.- Será mejor que vayamos a casa para que descanses.

El joven y él cogieron las maletas y nos marchamos. El chico me había causado muy buena impresión. Y estaba deseando contarle a Minerva lo que creía que se podría cocer entre esos dos.
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Araleh Snape

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MensajeTema: Re: Der Freund, die Freundin Capítulo 1   Der Freund, die Freundin Capítulo 1 I_icon_minitimeMar Oct 23, 2012 8:28 pm


Que buen comienzo! ha sido interesante toda esa forma de vida que tuvieron que adaptar para poder vivir juntos sin peligro. M e encantó el flechazo instantaneo entre Sev y Harry, ahí puede nacer una gran historia.
Me quedo pendiente de la continuación.

Besitos
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Danvers
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MensajeTema: Re: Der Freund, die Freundin Capítulo 1   Der Freund, die Freundin Capítulo 1 I_icon_minitimeMiér Oct 24, 2012 5:16 am

Oh dios, me encanta la historia, y especialmente la segunda guerra mundial. Lo que planteas es apasionante, y seguramente (dejando de lado la magia) hubieron algunos casos así. Me ha encantado Rolanda y sobre todo sus nombres alemanes ^^Espero por más!!!
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calisto




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MensajeTema: Re: Der Freund, die Freundin Capítulo 1   Der Freund, die Freundin Capítulo 1 I_icon_minitimeMiér Oct 24, 2012 12:42 pm

Interesante el concepto de situarla en la época de Hitler, espero con ansias la continuación.

Saludos.
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MensajeTema: Re: Der Freund, die Freundin Capítulo 1   Der Freund, die Freundin Capítulo 1 I_icon_minitimeVie Dic 07, 2012 2:10 pm

Waaaaaa continualo, no puedes dejarlo así a la deriva ya quiero ver como pone Harry a sev en su lugar *u* harry sev
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MensajeTema: Re: Der Freund, die Freundin Capítulo 1   Der Freund, die Freundin Capítulo 1 I_icon_minitime

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