La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Mágica navidad con el Cascanueces (OneShots)

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MensajeTema: Mágica navidad con el Cascanueces (OneShots)   Mágica navidad con el Cascanueces (OneShots) I_icon_minitimeDom Ene 01, 2012 4:24 pm

Reto 3: Navidad en un universo alterno.
Condición: Universo alterno.
Palabras: 4515(2000 mínimas)

Advertencias: AU, Chan y Contenido hetero.
Disclaimers: Todos los personajes y ambientes son propiedad de J. K. Rowling y E. T. A. Hoffman, yo los tomo prestado para jugar un ratito sin fines de lucro o robo.

Resumen: Una navidad que se imaginaba molesta y aburrida es cambiada radicalmente por un extraño suceso que lleva a Harry a un mundo de ensueños. ¿Quieres saber que es lo que le espera allí? Entra y averígualo.

Basado parcialmente en “Barbie en el cascanueces”
Besos y que disfruten.

Respuesta al 3er reto de la Mazmorra del Snarry


Mágica navidad con el Cascanueces

Érase hace mucho tiempo, en un bello y próspero reino. Habitado por hermosas e increíbles criaturas mágicas que convivían, en paz y armonía, con los magos y hechiceras que en el residían. Ese reino era gobernado con justicia y sabiduría por el amado rey Albus y su esposa, la dulce y benévola reina Eileen. Juntos eran padres del pequeño y tierno príncipe Severus, el heredero al trono.

Nuestra historia tiene como prólogo la terrible muerte de la Reina y el Rey, envenenados por el malvado Voldemort para hacerse con el poder y gobernar el reino. Pero aun habiendo matado a los reyes, el temible ser desafió al príncipe a un duelo por la corona; sin embargo grande fue su sorpresa, cuando el joven de 21 años (que había vivido hasta entonces como quería, malcriado y mimado) huyó del palacio para no tener que cargar con la responsabilidad de ser el gobernante del reino.

Irritado y molesto por el desplante del atrevido y cobarde príncipe, Voldemort lo castigó convirtiéndolo en un cascanueces para que fuera incapaz de volver y derrocarlo.

***

A mucha distancia de allí, en un mundo completamente diferente, un jovencito se quedaba huérfano. Su nombre era Harry Potter, un chico de 17 años con un corazón dulce y justo. Los padres de Harry habían sido invitados a una cena con la familia Black y la familia Malfoy, para concretar el compromiso matrimonial de Harry y Draco, y la hermana menor de Draco con el hijo mayor del duque Sirius Black. Pero desgraciadamente el clima de Londres, que por esos días de diciembre era espantoso; ocasionó que la densa niebla no dejara ver bien el camino al señor Potter por lo que chocó contra otro auto que venía a contra mano. La muerte fue instantánea, el matrimonio Potter voló por los aires, hecho que logro que la señora Malfoy se desmayara de la impresión. Obviamente este desafortunado incidente, rompió la posibilidad de matrimonio alguno, algo que en el fondo Harry agradecía ya que no estaba enamorado de su prometido.

Así fue como el joven fue a parar a manos de su padrino, el Duque. Soportando que el hijo mayor de este celebrara el que no se casara con Draco, para que su hermana menor (Hermione Black) ocupara su lugar. Ese era Neville, un chico molesto y orgulloso que gustaba de Luna Malfoy y quería hacer lo que se le diera en gana, como Draco mismo.

Ese era el panorama en el que estaba metido el joven Potter. Solo, en una familia que no le gustaba mucho; pero por suerte el esposo del duque, Remus, si era alguien a quien si le importaba y quería.

Ya había pasado un año del accidente, en unos días más sería Navidad y estaban arreglando la casa para la fiesta que darían para la ocasión.

- ¡Pts! – le chistó Remus a su sobrino. – Tengo algo para ti. – le dijo una vez que el otro llegara a su lado.

- Pero todavía no es hora de regalos, Rem…- le recordó el joven.

- Lo sé, pero no quiero que Sirius te lo quite….- rodó los ojos, ya que el duque no consentía en regalos que no fueran prácticos.

- ¿Qué es esta vez?

- Ábrelo y averígualo. – Y le entregó un bello paquete con moño.

Harry emocionado tomó el paquete y lo abrió. El regalo que encontró le encantó, era el cascanueces que vio en aquella tienda del bajo Londres. Tenía el cabello, negro carbón, largo hasta por debajo de las orejas; la nariz era aguileña, los labios delgados y rosados, el trajecito consistía en una bella y magnifica capa negra al igual que sus ojos, que tenia detalles en plateado, el saco que estaba debajo era negro también y el pantalón de un lindo color verde oscuro que casi no se distinguía de las botas negras. El diseño destilaba elegancia y finura, los ojos del muñeco parecían seguirle dando la sensación de algo vivo. Por eso le gusto tanto, sus ojos le hipnotizaban.

- ¡Es hermoso! Gracias, amigo. – y le dio un fuerte abrazo. Al soltarse fue a su cuarto a resguardarlo de las garras de su padrino… y de los hijos de este, quienes se burlarían de él.


Harry subió a su cuarto y dejó al muñeco en su cama antes de bajar de nuevo a la sala de banquetes, que ya estaba empezando a llenarse. Esa velada fue para el joven, tediosa y aburrida pues nunca le gustaron las personas que allí se encontraban, eran falsos y se creían los reyes de todo. Por eso aprovechó a escaparse cuando, después de la cena, todos se levantaron para ir al salón de baile sin que nadie lo notase.

Subió a su cuarto, tomo su regalo y fue a la pequeña sala de estar, que era para uso familiar. Una vez dentro, se acomodó en el sillón frente a la chimenea, se tapó con una manta y abrazó a su Cascanueces.

- ¿Te cuento algo triste, mi amigo? – le habló al muñeco. – Hoy, hace exactamente un año, mis padres murieron. Tengo ganas de ir a sus tumbas y saludarlos, pero a nadie parece importarle como me siento. Incluso el esposo de mi padrino, que es muy bueno conmigo, no imagina lo que me duele saber que estoy solo. ¡Cómo me gustaría estar en algún otro lugar donde no tenga que fingir nada! – exclamó molesto.


El joven de hermosas esmeraldas por ojos pronto se quedó dormido. Fue entonces que la magia despertó dentro del reloj cucú cuando la majestuosa lechuza blanca, que reposaba sobre él, despertó de su sueño y se volteó a hablarle al cascanueces.

- Ya son las 23:55 horas. Si no te das prisa, te quedarás en este mundo para siempre.

- Lo sé. – se escuchó la voz fría, calculadora y suavemente aterradora. Era el
Cascanueces. – No sé por qué este mocoso tiene que apretarme tanto… - comenta con fastidio y de a poco, se va zafando del agarre de Harry. Lo que le permite bajar del sillón y caer al suelo.

Una vez libre, corre al reloj para subir por la cuerda que el ave puso a su disposición.

Pero justo cuando esta por tomarla, una flecha lo evita. El cascanueces rápidamente toma su varita y se dispone a atacar, cuando se escucha la voz del enemigo.

- ¿Con que aquí te has escondido, he? – dice el malvado Voldemort. – Guardias ¡a él! – sisea furioso.

- ¡Maldición! – Cascanueces ve sorprendido como los ratones bajan a su encuentro dispuesto a enfrentarlo. Sin perder más tiempo, lanza su primer hechizo. - ¡Desmaius!

Los dos primeros ratones, caen al instante. Sin embargo, aún son muchos. Así que lanza otros más, que atinan a sus víctimas.

Pero el Cascanueces estaba tan metido en la lucha que no se da cuenta que la luz y el ruido están despertando al joven que descansaba en el sillón.

Harry se restriega los ojos sin poder creer lo que ve: ¡su Cascanueces está peleando con ratones vestidos de guardias! “Definitivamente estoy soñando. Esto es imposible…” pero no, los ratones están ahí. Al igual que su muñeco. Se incorpora de donde está y ve como los ratones caen tras ser chocados por la luz que desprende del brazo del cascanueces.

Entonces, molesto y enfadado con su suerte, Voldemort se dispone a enfrentar al de ojos negros.

- Aún como cascanueces eres un dolor de cabeza para mi, muchacho. – su gélida y serpenteante voz retumba en el silencioso lugar.

- Y lo seguiré siendo… - alza la varita y dispara. - ¡Expeliarmus!

- Protego. – se resguarda del otro.

El hechizo del Cascanueces rebota contra él, logrando lastimarle el brazo izquierdo.

Harry, preocupado por él, se levanta y va hacia el ratón con la corona.

- Ratón malo, no lastimes a mi Cascanueces. – le dice al tiempo de que intenta pisarlo.

- ¡¿Quién te crees que eres tú para decirme a mí lo que tengo que hacer?! - sisea furioso Voldemort. Blande su varita y apunta al joven. – Humano entrometido, qué alto estas, ahora mi varita: pequeño te hará. – recita el conjuro.

- ¡Cuidado, niño! – le advierte el Cascanueces. Pero es muy tarde…
-
Una luz amarilla sale del objeto y cubre al chico que, como en cámara lenta, se va encogiendo hasta quedar del tamaño de los otros dos.

- Esto es malo. – dice temeroso.

- Ahora no eres tan valiente, ¿o si….? – se acerca el rey Ratón al joven.

- Pues si lo soy… - Harry voltea para encontrar algo con lo que defenderse.

En eso el cascanueces sale de la nada subido a un auto de juguete, arrolla a Voldemort y toma al ahora diminuto adolescente y se dirigen a la soga que cuelga del reloj.

- No lo lograremos…

- Claro que sí. – lo desafía el ojinegro. Se impulsa hacia delante y salta logrando tomar la cuerda y llevando consigo al anonadado Harry.

- ¡Sujétense que los subo! – les sugiere la lechuza.

- ¡Hedwig, el collar! – le pide el Cascanueces.

Entonces, antes de mandarlos por el tobogán que se adentraba en el reloj, el ave saca de una cajita un lindo collar con forma de león. Se lo tira al hombre, que consigue atraparlo antes de caer con Harry por la ranura.

Furioso de que sus presas se hubieran escapado, Voldemort desaparece a sus guardias y a él mismo con un pase de varita. La lechuza contenta de ayudar a su amigo, vuelve a posarse en el reloj para descansar.

**********

Harry se sentía como si lo hubiera pisado un elefante, con todos los huesos aplastados y adoloridos.

- ¿Qué demonios pasó? – trató de enfocar su vista, pero lo único que veía era una manta negra.
- Atravesamos la barrera mágica que divide tu mundo del mío. – le respondió una voz profunda y misteriosa.

- ¿Cascanueces? – preguntó inseguro.

- No, el fantasma de las navidades pasadas. – el sarcasmo se mezcló con la arrogancia. - ¿Esperabas a alguien más, o crees que soy una especie de Cenicienta que a las 12 se convierte de nuevo en sirvienta?

- ¡Increíble! -Refunfuño. - ¿Eres insoportable de nacimiento o es que tienes algo en tu trasero que te molesta? – le respondió dolido.

- Lo primero… y porque no me agradas, Potter. – le contestó directo y mordaz.

- Y dejando de lado esta agradable conversación… - cambio de tema Harry. – ¿Me dirás dónde estamos?

- De camino a Hogwarts, el reino donde nací.

Entonces el hombre de ojos negros se levantó y el muchacho pudo ver su alrededor. Era un lindo bosque en pleno invierno, con nieve por todos lados y flores congeladas. A pesar de que hacía frío, el ambiente era cálido y Harry se sintió feliz como las navidades en que las pasaba con sus padres.

- Si ya dejaste de soñar despierto, muchacho. Ponte de pie, tenemos que emprender una búsqueda. – le dijo cortante el Cascanueces.

- ¿Qué buscamos?

- Al Príncipe Mestizo, es el único con el poder suficiente para deshacer el maleficio de Voldemort. Y él que me ayudará a derrocarlo para salvar el reino.

- ¿Voldemort se hizo con el poder del trono sin que sea el legítimo heredero?

- Exactamente. El auténtico heredero, el hijo del rey Albus y la reina Eileen, no fue lo suficientemente valiente como para enfrentarse al malvado ratón. El pueblo se enfureció tanto, que si llegasen a encontrarlo lo desterrarían por traición.

- Eso es muy fuerte, a lo mejor el Príncipe no estaba en condiciones para hacerlo.

El cascanueces se detiene y voltea a ver al joven asombrado y ¿agradecido? Harry no estaba seguro de que emoción es, por lo que continúa caminando sin darle importancia.
El adulto, recuperando de nuevo el dominio de sí mismo, lo sigue sin decir palabra alguna.

Pero lo que ellos no sabían era que un espía del rey Voldemort, acababa de enterarse de sus planes y desaparecía para ir a contarle a su amo.

El espía, que hasta hacia poco estaba en el bosque, apareció en el Gran Salón del castillo del reino de Hogwarts y reverenció al malvado Rey, esperando que este se desocupara para atenderlo.

Voldemort planeaba una emboscada contra los que se le revelaban, junto al ventanal, mirando el amplio mapa de su reino en la enorme mesa donde se hallaba él, mientras acariciaba a la serpiente que tenia por mascota.

- ¿Y bien? ¿Qué noticias me traes, Pettigrew?

- Mmmm…. No lo sé…estoy hambriento, muy débil para recordar algo… - fingió la retorcida rata. - ¿Tal vez si su Excelencia pudiera obsequiarme unos pocos alimentos…? Así quizás logre no desmayarme…

Molesto con la insolente rata, pero a sabiendas de que no encontraría otro espía (había convertido a los que precedieron a Petter en piedras, por su estupidez e inutilidad ya que lo que le traían no era importante) por que las personas y criaturas le temían y ya no había quien se ofreciera para el trabajo, le dio la comida que le sobró.

- Gracias, solidaria Majestad... – y acto seguido, se comió todo en menos de cinco minutos. Una vez que tragó y bebió un poco de agua, se dispuso a contarle a su amo. – Mi generoso gobernante, mi señor Voldemort: el Cascanueces ha regresado al reino, pero esta vez viene acompañado de un jovencito de no más de dieciocho años y con la intención de encontrar a un tal Príncipe Mestizo.

- ¡¿Qué demonios dices?! – siseó furioso el ratón. - ¿Qué Príncipe Mestizo es ese? Nunca lo he escuchado nombrar…- el Rey Ratón se levantó de su silla de oro y fue hasta Peter, la rata espía.

- Bueno, mi señor…eso es lo que piensa él. Y parece ser que ese hombre es el único que tiene el poder para derrotarlo, mi Señor.

- ¡Imposible! – volvió a sisear. - ¡Minerva, bruja de la sabiduría: tráeme el registro real!
- – le grito a una vieja mujer que se encontraba a un lado de la mesa. - ¡Y tu Moody, viejo zorro; tráeme al Cascanueces! – le ordenó al jefe del ejercito.

Ambos bajo la maldición Imperius, obedecieron de inmediato sin poder negarse al malvado ser.

*****

Mientras tanto, el susodicho y Harry, después de tanto andar, por fin encontraron un pueblito para refrescarse. Sin embargo, el lugar no parecía ser habitado por nadie y todo estaba tristemente desordenado y fantasmal.

- Es la aldea de Hogsmeade. – recordó el Cascanueces. – De pequeño solía venir, aunque te puedo asegurar que años antes era un bello lugar para comprar dulces y golosinas. Hoy día, con el mandato del Ratón todo pierde calidez y hermosura.

- Lo cual es terrible.

Un ruido los lleva hasta el establo que se encontraba apartado de los negocios. Un bello hipogrifo de pelaje gris y mirada astuta y feroz, con un collar que rezaba Buckbeak y unas riendas que conectaban al carruaje atrás suyo; es lo que encontraron.

Harry y el Cascanueces se acercaron y reverenciaron al animal, antes de acercarse y acariciarlo.

- Me pregunto si estará solo… - pensó en voz alta el chico.

De la nada, en ese momento, una bola de nieve impacta contra el sombrero del cascanueces. Asustados y pensando que era una emboscada, ambos morochos se esconden detrás del carruaje. Una risa infantil se deja escuchar, cuando el adulto pierde el sombrero en un nuevo ataque.

- Falsa alarma, son niños. – sonríe juguetón Harry, mientras que él otro lo mira de mala gana pero secretamente encantado por la hermosura del joven.

- Si, lo noté. – le contesta. Harry lo ayuda a levantarse y, después de tomar el sombrero, van al encuentro de los chicos.

- No ataquen, somos aliados. – levanta sus manos el ojiverde, para que los niños no le temieran. Justo entonces encuentra tirada una muñeca y la recoge. - ¿Acaso esto es tuyo?

Ese acontecimiento provoco que a Harry y el Cascanueces se les unieran Ron y Ginny, los hermanos que estaban solos, y se dispusieran a usar al animal para encontrar algún campamento donde dejar a salvo a los niños. Pero cuando llevaban unas horas buscando Moody y los soldados los interceptaron. El enfrentamiento entre estos y el Cascanueces fue muy fuerte, y por ello el grupo se vio en el deber de huir de los agresores. Cuando estaban por ser atrapados, un grupo de aldeanos los salvó. Los escondieron con ellos, en las casas de los árboles, del bosque por el que andaban.

Allí el cascanueces y Harry conocieron al mayor Sweet-Flitwick y al mejor amigo del príncipe Severus, el capitán Kingsley Strawberry. Les hablaron sobre como el chico terminó en ese lugar y el propósito de encontrar al Príncipe Mestizo. Entonces entre los cuatro acordaron ir a buscarlo, atravesando el Lago Negro para ir a la Isla de Godric donde, el Cascanueces pensaba, que este vivía.

- ¿Ustedes saben que paso con el príncipe Severus? – les preguntó un muy preocupado Capitán.

- Lo último que supe fue que Voldemort lo había matado. – le susurró apenado y entristecido el ojinegro.

Esa noche, Harry se reunió con el Cascanueces para charlar, pues no lograba dormirse.

Lo encontró mirando ensimismado, el hermoso firmamento estrellado.

- ¿No duermes? – le sonrío amablemente.

- Soy de madera, es obvio que no. – le respondió mordaz y lacónicamente.

- Ambos sabemos que eres mucho más que eso… príncipe Severus. – le respondió.

- ¡¿Cómo lo sabes?! – susurro escandalizado.

- ¿Después de todas las pistas que me diste indirectamente? – Le cuestionó audaz.- ¿Y cómo te pusiste con la pregunta del capitán Strawberry? – le dijo como si fuera lo más obvio del mundo, encogiéndose de brazos. – Seré joven pero no tonto, sé sumar dos más dos. – Y con un sonoro bostezo, se despidió de él con un beso en la mejilla.

Severus lo vio marcharse, pensando en lo excepcional que era el joven además de valiente y hermoso. Secretamente deseó que el bello muchacho se quedara con él, una
vez recuperado su reino.

*****

A mucha distancia de allí, en el palacio, el Rey Voldemort reprendía a sus soldados que fallaron a su causa. Despiadado y cruel, convirtió a Moody y a Hagrid en sujeta libros. Molesto sin poder hallar una buena descripción del tal Príncipe Mestizo, rompió y quemó unos cuantos libros.

Así que ya sin poder tener más datos, aprovechó para destruir al Cascanueces antes de que pueda hallarlo. Convirtió al hermano menor de Hagrid en un gigante de roca, para que redujera a simples astillas el cuerpo del hombre de ojos negros.

*****

A la mañana siguiente los cuatro aventureros dejaron atrás las tierras del Bosque Negro y la aldea de Hogsmeade, para atravesar unos campos abiertos. Para la tarde, los cuatro hombres los habían recorrido todos hasta llegar al Puente de Helga que llevaba al Valle de Gryffindor y al pueblo de Hufflepuff.

El primero en cruzar fue el mayor Sweet-Flitwick y, siguiéndolo, estaba el capitán Kingsley. Pero desafortunadamente, el puente de roca era muy viejo, por lo que sus piedras se balanceaban amenazando con romperse. El Mayor, quien no se percató de esto y creyendo que nada malo podía pasarles siendo magos, fue el primero en tropezar. Sin embargo no se cayó, sino que usando la pierna de Strawberry consiguió estabilizarse. Pero el otro no tuvo la misma suerte, pues de no haberse sostenido de un extremo de la roca, habría caído al vacío. Severus que lo vio todo, usó su varita y su brazo para salvar al que fuera su mejor amigo.

- Eso fue conmovedor ¿tal vez deberías decirle? – lo incentivó el ojinegro, aprovechando que los otros dos comenzaban a discutir.

-¿Decirles que soy el Príncipe? – preguntó dudoso y con gran temor.
- Exactamente. – le sonrió. – Yo creo que a pesar de todo, ahora eres un gran hombre: ¡Estas arriesgando todo para compensar tu error! - le dijo admirado y encariñado. – Eso demuestra tu honor y valía.

- Y lo que me dices demuestra que eres humilde y dulce. – le dijo agradecido. – Pero si cuando fui príncipe no quería serlo, ahora no lo merezco.

Harry estaba por responderle, cuando un rugido se hace escuchar. Detrás de ellos, un gigante de roca se dirigía a ellos con aire de destruirlos. Severus sacó su varita y tomando la muñeca del chico, lo puso a su espalda. Los otros dos le imitaron y comenzó el enfrentamiento para derrumbarlo.

La pequeña batalla terminó cuando el Cascanueces lo congeló y con otro hechizo, lo hizo pedacitos de cubitos. Apurados de salir de la vista de cualquiera, se desaparecieron para aparecer al otro lado del continente. Justo donde comenzaba el Lago Negro…Y descansaba Buckbeak con su carruaje.

Apresurados y temerosos, subieron y emprendieron el camino por las congeladas aguas, para escapar de algún otro monstruo que les pudiera haber mandado Voldemort.

El recorrido fue largo e incomodo, a medida que avanzaban la niebla dificultaba la vista y el clima se volvía más frío. No fue hasta el mediodía del segundo día, que encontraron tierra firme con el clima despejado y la vista sin niebla alguna.

Bajaron del carruaje y desataron al animal para que descansara del viaje y se refrescara.

Caminaron por la serena playa hasta descubrir una colina, por la que subieron. Al llegar a la cima, encontraron un camino que llevaba a un hermoso castillo.

- Es el castillo de Godric Gryffindor, uno de los cuatro reyes que tuvo Hogwarts los primeros años tras la independencia, hace millones de años. – les relató Sweet-Flitwick.

- Cuando era niño solía creer que el castillo de Salazar también estaba aquí, tenía la impresión de que el león y Slytherin habían sido amantes. – les contó Kingsley divertido.

- Pero no lo fueron. – terminó tajante Severus, a lo que el otro le sonó familiar. - ¡Andando, terminemos con esto de una buena vez! – apremió con su susurrarte y fría voz.

Pero lo que no se esperaban, era que cayeran en la trampa del malvado Rey Ratón. Peter el espía había oído donde era que estaba el personaje del que su amo buscaba información, así que inmediatamente después de espiarlos le fue con el chisme.

Voldemort decidió emboscarlos haciendo que creyeran que habían encontrado el palacio del Príncipe.

Harry se escondió a tiempo, pues se había quedado rezagado retomando el aliento por la caminata y vio asustado como se los llevaban encarcelados.

Peter la rata no le pareció importante encontrar al niño, pues sabía que este carecía de magia y que no era del lugar, por lo que no le contaría a nadie, ya que no conocía a nadie.

Pero aunque el muchacho no era mago, tenia al hipogrifo de su lado y gracias a unas pocas indicaciones, se marchó a rescatarlos. Cuando vio el castillo, decidió que el animal lo dejara en la torre más alta. Tras despedirse de Buckbeak, se marchó a buscar a los otros.

Corrió por muchos pasillos y revisó muchas celdas, hasta que dio con las mazmorras donde finalmente, encontró a sus amigos. Pero Harry no contaba que los guardias se encontraran vigilándola.

- ¡Ooohhh! Estaban aquí…El Rey quiere que se presenten al patio. – dijo astutamente. –
Y que si no van los va a convertir en rábanos…¿¿o dijo tápanos??

Los guardias asustados, se fueron corriendo. Harry contuvo la risa y abrió la puerta. La celda estaba aparentemente vacía, pero Harry intuyó que si la magia te tele transportaba, fácilmente te puede hacer invisible. Por lo que intentó encontrar con sus manos, las siluetas de los hombres. Se sorprendió cuando descubrió que era una pared invisible lo que allí se encontraba. Por eso tomó una antorcha apagada y la estrello contra el vidrio.

Al romperse descubrió a los tres hombres sonriéndole y aplaudiendo su astucia. Entonces los cuatro fueron al encuentro de Voldemort y al llegar, vieron sorprendidos a todos los aldeanos.

- Ahora, mis súbditos. Serán testigos de mi gran poder. – siseó amenazante el rey Ratón.

- Esto no es forma de regir un reino, Voldemort. – saltó Severus escandalizado.

- ¡Aaahhh! Llegas justo a tiempo para tu funeral. – y con su varita prendió fuego a la fogata.

-Ser Rey es mucho más que tener una corona. – comenzó Severus, saltando y colocándose enfrente del ratón.

- Jajaja…De pronto te has vuelto un experto en el tema, muchacho… - le dijo burlón.

- Jamás ganaras su respeto con amenazas. Ni su cariño con la represión.

-No quiero ninguna de esas cosas. – y tras esto, con un acto de pura maldad convirtió a todos en piedras.

- ¡¡¡¡¡NOOOO!!!!!! – gritó lloroso Harry.


Entonces, Severus se lanzó al combate. La feroz batalla duró un largo rato hasta que el malvado ratón se hartó y, en un acto cobarde, quiso atacar a Severus de espalda. Harry le gritó y por suerte lo logro esquivar.
Harry corrió para ver el estado de su adorado Severus, asustado de que estuviera herido. Cuando vio que estaba sin rasguños, se enfrentó a Voldemort.

- No eres más que un cobarde escondido detrás de una varita. – le rugió furioso.

- Parece que no te he encogido lo suficiente, tu lengua sigue igual de larga. – siseó molesto y enojado. Y con un último hechizo, lo lanzó al joven.

Pero Severus, incapaz de permitir que su amado ojiverde sufriera, colocó la hoja de la espada como protección. Entonces el conjuro rebotó y pegó en el pecho del malvado soberano, destruyendo su varita y matándolo.

Harry feliz por el fin de todo, se lanzó a los brazos del ojinegro y lo besó. Al instante, la magia cobró vida y la gente, el palacio, los pueblos y todo el reino recobró su antiguo y resplandor aspecto, volviendo a la vida tras el horrible reinado de Voldemort. Lo que sorprendió a todos es que, después de ello, el cascanueces retomó su aspecto original.

Y para sorpresa, del ahora apuesto y humano Severus, Harry mismo brillo y cambio de aspecto. Convirtiéndose en el Príncipe Mestizo.

La celebración no esperó mucho después de eso, el reino retomó sus actividades y Severus fue coronado Rey, mientras que Harry tomó su lugar como el Rey Consorte esposo de Severus.
Y así vivieron, felices por siempre.


** EL FIN **


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