Reto 1: Una frase navideña.
Beta: Malfoyzitha
Frase: Navidad es una buena excusa para poder abrazar a quien queramos.
Palabras: 2245 (2000 mínimas)
Advertencias: Contenido hetero, chan=Harry20 y Severus40 (?) y un poco de OoC en Severus.
Disclaimer: Todos los personajes son propiedad de J.K.Rowling, yo los tomo prestado para jugar un ratito sin fines de lucro o robo.
Resumen: Severus esta triste pues no tiene a su lado nadie que lo quiera, pero un joven de ojos verdes le hara saber que esta equivocado...Pues sí hay alguien, él lo ama.
Una frase navideña
Algo húmedo, así era como se veía el exótico paisaje por el que caminaba sin prisa, aquel solitario y frío hombre. Casi tan frío como el clima de ese día de diciembre, en la bella y blanca ciudad de Londres.
El viento silbaba fuerte y sin piedad, arrastrando consigo papeles y letreros de todas partes, para acabar en algún otro sombrío lugar. La nieve complicaba el andar del peatón y, ni hablar, de los conductores de autos; quienes apenas con suerte no chocaban los unos contra los otros.
- Como me gustaría en esta época, tener una buena excusa para ir a casa pronto. –suspiró triste al viento, el hombre de ojos negros cual noche. – Refugiarme entre los cálidos brazos de alguien que me ame…- un nuevo suspiro, pero de frustración. - ¡Maldición! ¡¿Es que no merezco una pizca de cariño después de todo lo que hice?! – exclamo, asustando a unos niños con sus padres. Quienes emprendieron la marcha, alejándose del adulto ex profesor.
Severus Snape, era él. Quien puso su vida en peligro por la causa correcta, para ayudar a derrotar a Voldemort y lo único que esperaba como mínimo era respeto. Pero lo que obtuvo a raíz de todo fue que lo repudiaran y eso lo llevó a aislarse de todos…O más bien todos se alejaban de él, como si de peste se tratase. Lo cual en otra etapa de su vida habría agradecido, pero ahora… todo era diferente.
Severus empezaba a pensar que moriría solo, que jamás nadie lo recordaría con cariño…
En eso estaba pensando, cuando se chocó con un joven ataviado con un saco de color esmeralda oscuro.
- Disculpe… - se adelantó el muchacho, mas al ver con quien choco, una hermosa y radiante sonrisa le saludó al anonado ex mortíago. – ¡¡Severus!! ¡Cuánto gusto me da verte! – le besa la mejilla, mientras que el otro apenas reacciona. Embobado con la radiante mirada del hombre de ojos verdes. - ¿Por qué no respondes mis cartas? ¿Ni mis invitaciones? Sabes que puedes venir a verme cuando quieras, no te hace bien aislarte…
- No me reproche, Potter. – le responde volviendo a la realidad. – No soy ningún niño, además no quiero incomodar a su novia con mi presencia… - susurra fríamente.
- Ja ja ja ja….- se ríe el chico de 20 años, logrando que el otro se maraville de la melodía de su risa. – Ginny y yo cortamos, lo sabrías si leyeras tu correspondencia. Además, tú no incomodas para nada. Me gusta mucho conversar contigo e intercambiar opiniones….Tienes las puertas de mi casa abiertas, solo tienes que decidirte a entrar…
- Espero que solo tengas abiertas las puertas… - susurro malicioso.
- Eeehhh… - Harry lo miro sin entender. – Severus, habla claro: ¿Qué significa eso? – dijo entrecerrando los ojos con sospecha.
- Nada en absoluto. – Severus rodó los ojos dando por finalizado el tema.
- Mmmm….
Entonces se despidieron para seguir con sus actividades y regresar a sus casas pronto. Sin embargo, el joven estaba por tener su mejor regalo de navidad de la vida por adelanto.
*****
Era el día 15 de diciembre, aun faltaba para la navidad. Pero como este año Harry había invitado a todos a su casa en Newquay * (en la parte norte de Cornwall, frente al océano Atlántico), que había comprado al vender la casa de los Black y el terreno de la casa del Valle de Godric, tenia que correr para tener todo en orden y que no se le escapara nada. Por suerte contaba con Kreacher y Winky, la novia de su elfo.
Estaba terminando de colocar las guirnaldas en forma de arbolitos multicolores, cuando el timbre sonó desestabilizándolo. Al intentar no caer de la silla, ya que no llegaba al marco de la alta ventana del salón comedor, se agarro de la perilla y la rompió.
- ¡Carajo! ¿Quién será que viene tan de repente? – maldice. Mira a su elfo, mientras que la elfina regresaba de abrir la puesta, y le dice. – No tengo ganas de ver a nadie de…
- ¿Eso me incluye? – cuestiona el pocionista.
- ¡Severus! – salta feliz. Corriendo a su encuentro, se lanza a sus brazos y besa su mejilla. – ¡¡Claro que no!! ¡¡Tú eres bienvenido siempre aquí!! Lo decía por los Weasley….- puso cara de fastidio. – Desde que deje a Ginny (porque me di cuenta de que me gustan más los hombres) quieren juntarme con Charlie… ¡Y él ya tiene pareja!
- ¿Entonces por que los quieren juntar? – pregunto sin entender.
- Por que Daniel, el novio de Charlie, es primo de Nott. Y tiene fama de ser un casanova, esos hombres que se acuestan con cualquiera sin importarles nada…
- Pero que este no es el caso.
- Exacto.
- Bien, dejemos ese tema por la paz, ¿si?
- Perfecto. – apuntó la varita mágica a la perilla rota y la arreglo con solo un movimiento. - ¿Té con pastelitos de canela y naranja? – lo tentó.
- ¡Claro!
Los hombres salieron al patio trasero, en donde los esperaba el servicio de té al lado de la enorme pileta que estaba enfrente de la parrilla cubierta, que el Salvador del Mundo Mágico se dio el lujo de tener.
Severus miró todo el lugar maravillado, pues a pesar de ser todo de gran calidad y destilar riqueza, el ambiente era sencillo y humilde. Además el mismo dueño de todo era, a pesar de las apariencias, sencillo y humilde. Severus sabía ahora, que si Harry tenía todo esto era para compartirlo con sus amigos y, en un futuro, con su propia familia. Harry era dulce, amable y desinteresado; Severus lo sabía gracias a los casi nueve meses que paso a su lado en San Mungo, tras el ataque de Nagini, solo para agradecerle y velar por su recuperación. A partir de ese tiempo compartido (que al principio se negaba, pues se sentía forzado a ello y no toleraba al chico) se fueron conociendo a fondo, ocasionado que Harry lo tomara como amigo y con gran cariño… pero él sentía muy distinto, pues al conocer la verdadera personalidad del ojiverde su corazón cayó enamorado sin remedio. Harry era su pequeño, tierno y dulce ángel; capaz de curar su alma y corazón, y de paso darle paz y luz a su vida.
- ¿Qué pasa que estas calladito, Sev? – le sonrío amoroso, dándole su taza y un pastelito. Severus se derritió internamente.
- Pensaba… En como cambio mi forma de verte… - le dijo mirándolo a los ojos y viendo emocionado la felicidad en ellos.
- Eso me hace quererte mucho, el que ahora seas capas de abrirte mas y dejar que otros te conozcan… ¡Me hace feliz! – dijo emocionado, el joven ni cuenta se daba que el corazón del pocionista se aceleraba con sus palabras y sonrisas.
- Harry…
- ¿Si?
- ¿Estas en pareja ya?
- No…te lo dije en la carta. Termine con Ginny y he estado pensando en pasearme por algún bar gay…pero no me entusiasma mucho conocer a alguien… - de pronto la tristeza se instala en sus ojos.
- Harry, no te pongas así. – le dice apretando su mano. – No me gusta verte así…
- Severus…eres muy dulce conmigo… ¡¿Por qué no puedo encontrar a alguien así?! – dijo frustrado.
- ¿Por qué no me dejas enamorarte? – se lanzó sin darse cuenta. – Y-yo…lo que…
Pero no pudo seguir, unos labios ajenos besaron demandantes los suyos. Severus correspondió sintiéndose afortunado y cada vez más excitado, el joven lo estaba devorando. Se sentía en las nubes, jamás nadie le hizo sentir como Harry en ese momento.
El joven de ojos verdes se sentía igual de emocionado y feliz. Desde que conociera realmente a su ex profesor, no pudo evitar enamorarse. ¡SEVERUS ERA TODO LO QUE EL BUSCABA! Pero él creía que el hombre era enteramente heterosexual, por haber estado enamorado de su madre. ¡Que feliz era ahora que le correspondía!
El beso fue cortado en ese momento por la falta de aire en los pulmones de los dos hombres. Sin embargo seguían igual de cerca, tanto que sus frentes chocaron entre si. Se los veía muy satisfechos, con los ojos brillando de felicidad.
- Severus…. – susurro meloso el león.
- ¿Si?... – le respondió la serpiente.
- ¿Te quedarías conmigo por el resto del día...?
- Hasta por el resto de mi vida…
El ex Gryffindor lo abrazó efusivamente, consiguiendo que ambos cayeran de sus asientos al suelo riendo a carcajadas. Harry empezó a hacerle cosquillas al ex jefe de Slytherin, Severus no lograba zafarse del joven por lo que cada vez reía más alto. Ambos envueltos en una atmosfera de completa dicha, sin ver que Ron y Hermione contemplaban el momento con enormes sonrisas cómplices.
- ¿Sabes una cosa? – le dijo el pelirrojo a la castaña.
- ¿No, que?
- Me alegra que al fin sea feliz…aunque sea con el murciélago grasiento…
- ¡Ronald! – lo reprendió con un golpecito en el hombro.
- ¡Auch! – se quejo. – Es difícil dejar la manía...
- Pero realmente el señor Snape es una persona buena.
- Si… Me alegro por ellos, solo espero que no le haga sufrir.
- ¡Míralos! Dudo que eso pase.
La pareja dio una última mirada a los tortolitos, que estaban acurrucados en la hamaca paraguaya dándose besos y mimos, para después marcharse tan silenciosamente como habían llegado.
Harry tenia su cabeza apoyada en el amplio y protector pecho del hombre de ojos negros cual noche. Descansaba cómodamente, mientras Severus tarareaba una canción de navidad como prenda por no haber logrado hacerle cosquillas.
- Me gusta esta vida de tranquilidad y relajación…
- Mmm...…- interrumpió su tarareo, más no la tarea de acariciarle el pelo. – Y a mi también… Te amo, ángel mío.
- Y yo a ti, mi Príncipe.
*****
Ya era noche buena y su casa estaba repleta de gente. Los Weasley estaban al completo, además de Fleur, Audrey y Angelina, esposa y novias de los tres hermanos mayores. También estaba Daniel, con Charlie, y Hermione y sus padres con Ron. Los Lovegood y los Longbottom se hallaban dispersos, disfrutando de la pista de baile. Minerva, Kingsley y Andrómeda estaban charlando amigablemente con el jefe de aurors del Ministerio, mientras comían y bebían.
Harry se encontraba charlando con Luna y Daniel, mientras le hacia caras graciosas al pequeño Teddy Lupin.
- Realmente estas feliz. – afirmo la joven de ojos claros.
- No te das una idea, Lunita… ¡Severus es maravilloso! Me siento afortunado de tenerlo a mi lado… - suspiro enamorado.
- Y seguro que él piensa lo mismo… - sentenció el moreno de ojos negros.
- ¡¡¡Aaahhh!!! – salto Harry al sentir como Teddy derramaba su leche caliente en sus piernas.
- ja ja ja ja ja ja ja ja. – se rieron a coro Daniel y Luna.
- Yo me encargo de Teddy, Harry. – Ginny tomo al niño y se fue con Neville para que lo conociera.
Así que el Salvador del Mundo Mágico, tuvo que ir a la cocina para limpiar el desastre. Justo cuando pasaba por la entrada, el timbre sonó.
- ¿Quién es? – preguntó antes de abrir.
- Draco Malfoy y familia. – le respondió una voz cargada de arrogancia.
- Lo cual significa que lo bueno termino ya… - le reta al abrirle la puerta.
- Cara rajada, siempre tan amable… - se mofa el rubio de ojos grises.
- Y tú tan humilde, rubio desteñido y oxigenado… - se ríe en su cara.
Una risa general los hace voltear, todos los presentes miraban embobados al pequeño Teddy que bailaba con Ginny.
- Creo que iré a saludar a mi novia. – y acto seguido, Draco sale en dirección de la pequeña pelirroja.
- Potter… ¿Dónde esta Severus? – pregunta Lucius, mientras los conduce al salón.
- Eso quisiera saber yo. – y cae en la cuenta de la mancha en sus pantalones. Con un pase de varita, esta desaparece. – No se donde se a…
- ¿Me buscas a mi? – le susurra seductor al oído, el recién llegado pocionista.
- Si, don… - pero no sigue pues lo que ve lo deja sin respiración.
Severus Snape llevaba puesto un hermoso traje color verde oscuro veteado en plateado y por sobre este una bellísima capa negra. Sumándose a todo eso, el pelo semi-mojado estaba atado con un listón plateado dejando unos mechones libres a cada lado del rostro del hombre. En resumen, el ojinegro lucia hermoso.
- Severus… - dijo embobado su pareja.
- Harry, deja de babear o inundaras la sala. – le dijo sonriendo de lado, contento con la reacción del otro.
- Es tu culpa, mi vida. ¡¿Cómo te vistes así y pretendes que me quede tranquilo?! Estas hermoso, mi príncipe. ¿Y si mandamos a todos al demonio y nos vamos al cuarto? – se le acercó sugerente, acariciando su pecho.
- Seria descortés, tenemos toda la vida. No apresuremos las cosas. – Severus estaba tratando de no ceder ante al atractivo y apetitoso joven.
- Bien. – y en eso lo abraza. – Te quiero, amor.
- Y yo a ti…pero ¿a que viene el abrazo? – le cuestiono curioso, devolviendo el gesto.
- A que la
navidad es una buena excusa para poder abrazar a quien queramos. – le dijo amoroso.
***FIN***
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