alisevv
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| Tema: Death Eater takes a Holiday. Capítulo 58-I. Revelaciones familiares Parte I Vie Jul 08, 2011 5:30 pm | |
| Death eater takes a holiday Capítulo 58-I Revelaciones familiares Parte I Severus Snape apenas levantó la vista de su investigación cuando un tímido elfo doméstico se acercó a su escritorio con una bandeja con comida.
—Profesor Snape, señor, el profesor Dumbledore le pidió a Tizzy que le trajera su cena —dijo el pequeño ser apenas tartamudeando. Los elfos domésticos se sentían más confiados cuando entraban bajo la autoridad del Director—. ¿El profesor Snape quiere que le deje la bandeja aquí, junto a fuego, señor?
—Ahí está bien —contestó el hombre distraídamente, mientras bajaba sus notas.
Una hora más tarde, Severus apartó su trabajo, cerrando el cajón del escritorio. Cuando levantó la gran tapa que cubría sus alimentos, notó que se sentía fría bajo su mano izquierda pero caliente bajo la derecha. La fruta y ensalada estaban frescas, el resto caliente. Todos sus platos favoritos se encontraban ahí. Tenía la sensación de que Albus había metido mano en el menú de esa noche. No le importaba en absoluto no cenar en el Gran Comedor, pero nunca hacía daño tener a Albus sintiéndose culpable para con él.
Afortunadamente para él, Harry y Dudley no eran los únicos con los que Severus había evitado encontrarse inadvertidamente.
Neville Longbottom esperaba ansioso en el Vestíbulo Principal para reunirse con su cita. Se había sentido casi feliz por la distracción que representó un Colin Creevey bombardeándole con preguntas. El haber estado cerca del gran Harry Potter por siete años significaba de Neville era objeto de la ‘inquisición Creveey´cada vez que lograba arrinconarle. Sintiéndose agobiado, con una sonrisa tirante contestaba cortésmente que sí, había visto a Harry en la casa Weasley durante el verano, y no, no había estado en la casa de Harry. Habitualmente, el joven evitaba tomar parte en la insana obsesión de Colin, pero para ser sincero, en ese momento le ayudaba a apartar su mente de previas preocupaciones, como si estaba vestido lo bastante elegante para su cita. Cuando Harry, Dudley y Ron entraron por las grandes puertas de roble, sonrió con alivio. Rápidamente, Colin Creevey giró su atención hacia la entrada. Por fortuna para Harry y Ron, apenas segundos después de un exaltado ‘Hola, Harry’ apareció una llamativa señorita Weasley.
Ante la vista de su hermana pequeña, Ron jadeó y se cayó su mandíbula. Neville y Harry ofrecieron a la chica grandes sonrisas.
Neville le hizo un cumplido por su apariencia y partieron a su cena. Salieron rápidamente, evitando que Ron cuestionara las intenciones de su amigo y sus planes para esa noche. Al sentir un codazo en el costado, el pelirrojo cerró la boca. Seguía estupefacto ante el pensamiento de su hermanita con senos. Sabía que ella los tenía, pero no recordaba que los tuviera tan altos. Hermione tenía uno de esos sujetadores que levantaban el busto, pero ciertamente su hermanita NO tendría uno, a pesar de que sólo era once meses más joven que Hermione. La idea de que su hermana fuera una mujer con intereses sexuales NO era algo en lo que quisiera pensar.
Harry arrastró a Ron hacia el Gran Comedor para cenar. La comida siempre era una buena distracción para su amigo, y para cualquier adolescente en realidad. Colin estaba muy entusiasmado ante la idea de quedarse en Hogwarts, a pesar del fin de semana en Hogsmeade, si a cambio podía cenar en el Gran Comedor con Harry Potter.
Dudley se sobresaltó al ver el techo encantado sobre su cabeza. Se sentaron cerca de la puerta, llamando poco la atención. La cena ya había comenzado, lo cual ahorró al muggle el impacto de ver la comida apareciendo mágicamente sobre la mesa. Harry estaba contando los minutos para que su primo se fuera. El y Ron pusieron los ojos en blanco ante la actitud de Colin; el joven fan de Harry estaba positivamente mareado, y saltó ante la oportunidad de conversar con Dudley.
Dudley, por su parte, despreció al chico de séptimo ante la variedad de alimentos frente a él, asombrado ante el hecho de que parecía no acabar nunca. Harry vertió en su copa las últimas gotas de jugo de calabaza, ignorando el ceño de disgusto que le lanzaba su primo, quien pensaba que no había sido cortés al ofrecer a los demás el resto del jugo.
—¿Me puedes pasar el jugo, Harry? —pidió Colin educadamente.
—Está vacío… —comenzó Dudley, pero se calló cuando su primo pasó lo que parecía una jarra completamente llena.
Harry bufó. El año anterior, Ron y él habían notado que Colin usaba cualquier excusa para entablar conversación con él. ‘Por coincidencia’, siempre necesitaba que le pasara algo. Ron puso los ojos en blanco, aunque no estaba seguro si el bufido de su amigo se debía a la devoción de Colin o al enojo de Dudley.
Para bromear a Harry, Ron se dedicó a pedirle todo lo que pudiera alcanzar. En cinco minutos, no había nada que el joven de ojos verdes no le hubiera pasado, con excepción de una botella solitaria. El moreno rió entre dientes al darse cuenta de que se trataba de un condimento que casi nunca se encontraba en las mesas de Hogwarts.
La comida continuó en un relativo silencio, al menos hasta que Harry y Ron terminaron. Dudley continuó comiendo mientras Colin le amenizaba con historias de momentos emocionantes de Los Años de Harry en Hogwarts: una historia. Era el posible título para su más reciente biografía no autorizada, actualmente en progreso, completada con una completa composición fotográfica.
—¿Las fotos en su casa muggle se mueven? —Colin esperó tanto la respuesta de Dudley como la de Harry.
—Sí, se mueven cada vez que mi mama les quita el polvo —contestó Dudley.
—Me refiero a las fotos de Harry; ¿son mágicas con movimiento o estáticas? —Colin recargaba su cámara al tiempo que hablaba.
—¿Por qué tomaríamos fotos de él? —el comentario de Dudley fue tomado como un chiste y estallaron las carcajadas.
—Sólo fotos muggles —interrumpió Harry rápidamente—. No se puede hacer magia en verano, así que no había nadie que las hechizara para que no se movieran cuando llegaba algún visitante —esperó que esa explicación fuera suficiente pero, desafortunadamente, Colin estaba siendo tan empecinado como siempre y estaba comenzando a molestar a todos. Harry pudo ver que Dudley cerraba las manos en puños.
—Gran juego el de hoy, ¿viste el doble giro de Ginny? —preguntó Ron a Colin, dirigiendo la conversación en una nueva dirección. Esto funcionó por unos minutos, pero cuando los tiempos de quidditch de Harry entraron en juego, el joven decidió hacer algo.
—Me gustaría saber cuándo juega Slytherin contra Gryffindor; ¿crees que McGonagall lo sepa? —preguntó a nadie en particular, pero obtuvo el resultado deseado. Harry se giró hacia Dudley luego que Colin marchó a preguntar a su Jefa de Casa sobre el programa de juegos—. Sé que él es fastidioso pero es un buen chico, y tú estás casi fuera de aquí —verificó su reloj; las manecillas parecían moverse con más lentitud de lo habitual.
—Si tengo que volver a escuchar una palabra sobre ti y de cómo todos ellos piensan que eres una especie de dios, voy a darle un puñetazo en la boca —amenazó Dudley.
Los labios de Harry formaron una apretada línea.
—No te aconsejaría hacer eso —advirtió.
Afortunadamente, cuando Colin regreso la cena estaba terminando. Remus Lupin se acercó a la mesa.
—Hola, Harry, Ron —saludó, asintiendo amistosamente en dirección a Colin—. Dudley, me dirijo a recoger a tu madre. Harry, ¿podrías llevar a Dudley a la oficina de Albus para cuando yo regrese?
El aludido sacudió la cabeza.
—¿No le vas a llevar contigo? —preguntó, mientras señalaba a su primo.
—No. Apenas me costará cinco minutos caminar hasta la entrada y Aparecerme en San Mungo. Viajar con un muggle me tomaría cuarenta minutos adicionales. El Ministerio todavía está tratando de arreglar su error y aprobó un traslador para el viaje de regreso de San Mungo. No tardaré —agregó, echando un vistazo a su reloj.
Harry quería quejarse, pero apreciaba todo lo que Remus hacía por él. Dándose cuenta de lo cerca que había estado de tener que pasar varias horas en un tren con su primo y tía, se sentía agradecido de tener que aguantar a Dudley menos de una hora más.
—Te acompañaremos afuera —ofreció, en su modo de agradecer profundamente a Remus por toda su ayuda. Apenas podía creer que sólo habían pasado tres días del asesinato de Vernon; parecía como si hubieran transcurrido semanas. Harry estaba demasiado contento de tener una excusa para salir del Gran Comedor. Remus movió la mano diciéndole que no era necesario, pero el joven le convenció de que deseaba la oportunidad de dar una vuelta bajo el aire nocturno—. No hay jardín frente a mi casa —bromeó, recordando la tienda de antigüedades sobre la que vivía. Mientras acompañaban a Remus a las puertas, Harry y Ron hablaron sobre el servicio fúnebre planeado. Ninguno notó el cambio de Dudley, que les seguía desmayadamente.
Todo había sucedido demasiado rápido. Al quedarse con Harry, rodeado de fenómenos y esas cosas, los últimos días habían sido como una nebulosa para él. Era como una realidad alternativa y no se había permitido pensar en el hecho de que su padre estaba muerto, y sólo se había permitido ser abrumado por la aflicción una vez, mientras se duchaba. Se había recuperado rápidamente, no queriendo mostrar tal vulnerabilidad frente a su primo. Su padre siempre decía ‘los hombres de verdad no lloran y continúan’. Recordaba que Vernon frecuentemente lo decía cuando Harry se había quejado por ser golpeado. El sofá encantado fue la mejor manera de que no siguiera pensando en su pérdida. Luego de captar algunas palabras de la conversación que se estaba efectuando delante de él, Dudley supo que estaban hablando del funeral.
Sus padres siempre habían sentido que el pobre Dudley era demasiado joven para soportar la experiencia de un funeral y le habían permitido permanecer en casa cuando el tío abuelo Félix había fallecido. Al parecer, observar a su padre abusar de un fenómeno no era demasiado perturbador para él, y eso en una base regular. Fue sacado de sus pensamientos por unos molestos ruidos que no cesaban.
—¿Te enseñaron el campo de quidditch? Gryffindor ganó el partido de hoy y el próximo será contra Slytherin; ése debería ser un buen juego. Por supuesto, el jugador que reemplaza a Harry no es ni de cerca tan bueno como él, pero Slytherin también empieza con un nuevo buscador. Apenas podía esperar para ver un verdadero partido de quidditch luego de mi primer juego aquí. Mamá piensa que son demasiado violentos. Es malo que Harry no esté jugando para Inglaterra, estoy seguro que en este momento estaría volando camino a la Copa Mundial. ¿Tienes en casa un estante de trofeos donde Harry guarda sus…?
Harry se despidió de Remus y se giró justo a tiempo de ver a Dudley agitando su carnoso puño ante el rostro de Colin Creevey. Al parecer, el chico estaba acostumbrado a enojar a la gente hasta el punto de la violencia y se agachó, esquivando el puñetazo.
Al instante, Harry aferró la mano de Dudley, evitando que un segundo puñetazo golpeara su objetivo. Con un giro de muñeca y la cantidad correcta de presión, tuvo a su primo de rodillas en un parpadeo.
—¿Qué demonios pasa contigo? —gritó, liberando a Dudley y retrocediendo un paso.
—¡Tus fenómenos son mi problema! —chilló. Le había sorprendido el repentino dolor, pero le enfurecía aún más el que Harry se hubiera atrevido a tocarle. Se abalanzó hacia él para alcanzarle con su otra mano. Con un ágil movimiento a un lado, el moreno evito fácilmente el golpe. Atrapando la gruesa mano, aplicó un nuevo giro de muñeca, obligando a Dudley a arrodillarse nuevamente; luego, giró el brazo con rapidez y se movió hacia atrás, dejando que su primo cayera cara al piso por su propio peso. A ese punto, sostenía el brazo de su primo por detrás, con la muñeca torcida en un ángulo agudo, inmovilizándole con efectividad.
—¡No puedes andar golpeando a la gente que te molesta! —exigió Harry, sin ver el asombro abrumador en la cara de Creevey, al ser salvado por su ídolo en persona. Sin embargo, si notó la atención que estaban obteniendo de un pequeño grupo que en ese momento regresaba de Hogsmeade—. Ven aquí —gruñó, aflojando su agarre y dando vuelta a Dudley, para luego levantarle en una maniobra sorprendentemente rápida y empujarle atrás de la choza de Hagrid para conseguir privacidad—. ¿Ron? —llamó, solicitando la ayuda de su amigo.
—Estoy en eso —fue todo lo que Ron tuvo que decir y Harry supo que su mejor amigo mantendría controlados a los espectadores —. Vamos, Colin, puedes ayudar —ofreció el pelirrojo, sabiendo que era mejor dar al chico una tarea de apoyo a Harry que intentar evitar que interfiriera en un asunto de ‘familia’. Le enseñó un rápido hechizo de desinterés, evitando que más estudiantes les prestaran atención. Los pocos que habían visto la escaramuza perdieron el interés.
Harry empujó a Dudley detrás de la choza de Hagrid, haciendo que cayera sobre una enorme calabaza.
—¿Qué demonios pasa contigo? —repitió la pregunta—. ¡Hubieras tenido que quedarte aquí todo el tiempo si no te hubiera llevado conmigo! ¿Crees que puedes venir a mi mundo, actuar como un asno, y yo voy a aguantar tu mierda? —retrocedió un paso con el corazón latiendo precipitadamente. Detestaba el hecho de que Dudley estuviera allí. Ahí vivía Hagrid, un lugar donde Harry habitualmente se sentía seguro y bienvenido, y ahora estaba mancillado por causa de su primo muggle.
—¡Todo esto es tu culpa! —gritó Dudley—. ¡Si no tuvieras magos psicóticos tratando de asesinarte nunca hubieran venido a mi casa! —la saliva brotaba de su boca al tiempo que rugía—. ¡Deberías haber muerto el día que te sacaron de la casa! ¡Deberían haberte dejado solo y papá todavía viviría! —se lanzó a golpear a Harry—. ¡Él está muerto y es tu culpa, maldito fenómeno! ¡Tú deberías haber muerto, no él!
—¡No fue porque él no lo intentara! —Harry bloqueó el golpe, mientras daba un puñetazo a su primo en el estómago—. ¿Yo soy un fenómeno? ¿Crees que es normal estar viviendo con la mierda de gente con la que vives? ¡Necesitas un jodido consejero! Tu padre era un monstruo que recibió lo que merecía —rugió.
—No importa lo que tu pienses; murió porque esos tipos con máscaras querían herirte a través de tu familia. ¡Pero tu familia ‘real’ está muerta, como deberías estar tú!
—Le hicieron un favor al mundo al deshacerse de Vernon —espetó Harry.
Ambos se revolcaron, peleando en el campo de calabazas, pero ninguno conseguía un buen golpe. Dudley no tenía chance. Harry estaba entrenado en combate, y el otro, quien era como una gran foca que había ganado sus trofeos escolares más gracias a su tamaño para dominar a su oponente que a una real habilidad para la lucha y el boxeo, no era un oponente para él. Por su parte, Harry no quería utilizar movimientos que ocasionaran daño a Dudley que pudiera hacer que su primo tuviera que quedarse más tiempo para tratar sus heridas. Mantenía el control. Estaba enojado, pero no estaba tomando la ofensiva para agredir a su primo. No se comportaría como sus parientes. En lugar de eso, usaba muchas de las técnicas pasivas que le habían enseñado Kieran y Severus para someter a un atacante. El ser sometido con lo que parecía ser una leve sujeción estaba enfureciendo a Dudley. Harry continuó esquivando puñetazos y respondiendo sin herir. Le sorprendía la profundidad de la ira irracional —y aparente estupidez— de Dudley. Estaba consciente de la contención que estaba utilizando para limitarse a redireccionar la propia fuerza de su atacante, y sintió alivio cuando Dudley se detuvo; sin embargo, su primo parecía incapaz de aceptar el cambio de circunstancias, y cada vez que Harry esperaba que el otro desistiera luego de una pausa, empezaba a atacar nuevamente. Dudley no había entrado en contacto con el suelo tantas veces en toda su vida. El jardín estaba comenzando a lucir como un enorme campo de batalla color naranja. Abruptamente, el chico muggle se dio cuenta que estaba siendo elevado, aunque Harry no estaba tocándole. Temió que fuera magia, pero sintió el apretón de una mano enorme sobre su hombro. Vio quién estaba sujetándole y se congeló de terror.
—¿Qué está pasando aquí, Harry? —indagó Hagrid.
—Nada que no pueda controlar —contestó con suficiencia, cosa que irritó a Dudley, quien forcejeó pero no pudo liberarse del agarre del semi gigante.
—Este gamberro trató de golpear al pobre Colin —explicó Ron, que momentos antes había llegado por un recodo. Harry casi se echó a reír, al escuchar la defensa de su amigo. Nunca, en todos esos años, Ron había dicho una palabra a favor de Colin. Ni tampoco él, a decir verdad. De cualquier forma, era divertido.
—Nosotros no aceptamos esta clase de comportamiento en Hogwarts, señor Dursley —Hagrid le bajó al suelo, pero mantuvo su hombro aferrado—. Deberemos ir a hablar con el Director sobre esto.
Albus sorbía su té mientras Severus argumentaba su punto.
—¿Cómo pudiste aceptar esos términos? Con sólo dos magos del servicio, Harry difícilmente podría protegerse ante un ataque a gran escala, si ello ocurriera. La hora y fecha de los servicios fúnebres son información pública.
—Dame algo de crédito, Severus —el anciano sonrió, un brillo en sus ojos—. Le di mi palabra a la señora Dursley de que Harry tendría sólo dos personas mágicas para su protección durante el funeral. Ciertamente, Harry esperaría viajar como muggle; dado que no tiene una licencia de conducir válida, requerirá un chofer. Creo que Ronald Weasley está familiarizado con los automóviles.
Disfrutó la reacción de Severus. Recordarle las viejas ‘hazañas’ de Harry siempre cabreaba al profesor de Pociones.
—Eso son tres —gruñó Severus.
—Cualquier doliente proveniente del lugar de trabajo de Vernon, posiblemente no sería contado como los dos de Harry. Y dudo seriamente que su esposa conozca a todos los empleados de Grunnings.
Esto tranquilizó a Severus. Podían colocar cualquier número de personas haciéndose pasar por compañeros de trabajo, y eso sin incluir aquellos que podían pasar como trabajadores de la funeraria. Lo único que restaba era averiguar dónde él, Severus, se colocaría a sí mismo.
>>Si estás más tranquilo, me temo que tengo unos visitantes inesperados —Albus hizo un gesto hacia la chimenea. Antes que el anciano hubiera terminado de pronunciar las palabras, Severus pudo sentir la magia de Harry, quien atravesaba la gárgola junto a los demás.
—Pensaba que nos habíamos deshecho de él —comentó Severus, refiriéndose a Dudley Dursley. Albus ojeó un artilugio sobre su escritorio que le debió dar algún tipo de referencia sobre la hora.
—Remus debe regresar dentro de poco, y tanto madre como hijo serán retornados al mundo muggle —el tono de Albus denotaba que eso parecía no llegar lo bastante pronto.
Severus asintió y entró en las llamas, regresando a sus aposentos.
>>Adelante… —
Albus tranquilizó a un enojado Hagrid y sirvió té y galletas. Feliz, Harry se sirvió té, sabiendo muy bien que estaría contaminado con una droga calmante y que eso podría ayudar. Ron se paró tras la silla de su mejor amigo, con Colin entre él y Hagrid. Albus sonrió cálidamente a Dudley, tendiéndole un pequeño plato de galletas. Harry rió entre dientes, consciente de que su primo iba a obtener una gran dosis de ‘calmante’ si comía las galletas con su glotonería habitual.
>>¿Cuál parece ser el problema?
De inmediato, Hagrid comenzó una diatriba, explicando cómo encontró a Harry y Dudley arruinando su campo de calabazas. Ron se unió a la refriega, explicando cómo Dudley, de improviso, había tratado de golpear a Colin. Harry sorbió más té, pensando que no podría beber el suficiente como para calmarse. Chequeaba su reloj cada minuto, esperando que Remus regresara y acabara con la desagradable escena. Colin permanecía en silencio, pero lucía como un espectador en un partido de tenis, mientras Ron, Hagrid y Dudley hablaban todos a la vez.
—El único camino que tú conoces es el de la violencia —gritó Ron—. No me extraña que pasaras tantas horas en ese sofá. De tal padre, tal hijo —esto último lo musitó en voz baja.
—¡Desearía estar todavía en ese sofá! ¡Es lo mejor que me ha pasado el fin de semana! —replicó Dudley con petulancia.
—Usted no puede ir por ahí golpeando a la gente, no es correcto —interpuso Hagrid. No tenía idea de qué se trataba lo del sofá.
—Qué importaba que yo le golpeara —declaró desdeñoso, señalando a Colin—. Él es un fenómeno, se hubiera curado igual que Harry lo hacía.
Todos quedaron repentinamente quietos.
—Dime, ¿cómo es que Harry se curaba en forma diferente a ti o a mí? —indagó Albus.
—No yo, no soy un fenómeno. Ustedes pueden curarse solos. No soy estúpido, sé que pueden hacerlo con magia —Dudley entrecerró los ojos al ver a Harry, quien parecía estar impactado.
—¿Presenciaste alguna curación este fin de semana? —Albus estaba preocupado pues no estaba seguro de qué iba todo aquello.
—No. Fue antes, cuando él vivía en mi casa.
—Ronald —el anciano habló sin inflexión, captando la atención del pelirrojo—. ¿Podrías entregar un mensaje? Es en las cocinas. Quizás el señor Creevey apreciaría si le mostraras cómo entrar —musitó Albus.
Colin levantó la vista, excitado. Sólo unos cuantos alumnos de las clases superiores habían logrado llevar comida a los dormitorios. Recordaba cuán populares habían sido los gemelos cuando llegaban con un festín a algunas de las celebraciones. Y Harry y Ron también solían hacerlo. ¡Eso le daría algo en común con Harry Potter!
—Sí, señor —Ron sabía que estaba siendo despachado, o al menos se le estaba dando el trabajo de deshacerse de Colin de lo que se estaba convirtiendo en una reunión privada. Hagrid, más inteligente de lo que la gente suponía, preguntó si se requería su presencia por más tiempo. Era mejor preguntar si se quedaba que ser enviado para realizar alguna tarea fútil en lugar de ser echado. Harry sonrió al semi gigante, indicándole que estaba bien y podía marchar tranquilo, y prometiéndole que ayudaría a limpiar el campo de calabazas.
—¿Dices que Harry se sanaba a sí mismo mientras vivió en Privet Drive? —preguntó Albus, a modo de conversación. Dudley miró al anciano con sospecha—. ¿De qué clase de enfermedades o heridas tenía que sanarse? —sorbió un poco de té como si la respuesta no tuviera mayor importancia.
—Sé lo que está tratando de hacer. Piensa que voy a decirle que fue herido, y luego usted me culpará por ello.
—En lo absoluto, señor Dursley —replicó, mientras entregaba a Harry una nueva taza de té. El joven no estaba seguro del porqué le estaba dando una nueva taza, pero vio que las hojas en su recipiente comenzaban a formar las palabras Sigue el Juego.
Harry asintió ligeramente, preguntándose qué juego era el que debía seguir.
>>Según las leyes mágicas, usted era demasiado joven en la época en que Harry habitó en su casa para ser responsable de sus acciones —mintió Albus—. Lo que me gustaría saber es lo que hacía el señor Potter, y si él usó su varita en algún momento para curarse. Estoy seguro que recuerda el incidente con su tía Marge. El Ministerio prohíbe que los magos menores de edad ejecuten magia fuera de la escuela.
Dudley, aunque todavía precavido, lució encantado de poder tener la oportunidad de meter a Harry en problemas. Sabía que con las leyes muggles él no tendría muchos problemas, aunque sus padres sí los hubieran tenido. En memoria de su padre, haría lo posible para probar que su primo había hecho magia a través de los años.
—Él no usaba varita. Mi padre mantenía sus cosas guardadas la mayor parte del tiempo.
—Ya veo; esto parece grave —desaprobó Albus, sacudiendo la cabeza hacia Harry con una expresión de desaprobación. El joven mantuvo la vista fija en sus zapatos, mordiéndose el labio para evitar sonreír. El anciano estaba mostrando la misma expresión que había puesto cuando Harry había insistido en que tratara de probar nuevamente una gragea de Bertie Bott y le había tocado una de coles de Bruselas.
>>¿Cuándo descubriste que se curaba a sí mismo? —continuó interrogando Albus, y Dudley le ilustró sobre las diversas heridas que había tenido su primo a lo largo de los años.
—… estoy seguro que su hueso estaba roto, y papa dijo que tendría que llevarle al hospital, pero cuando despertó, Harry estaba bien. Quizás no bien, pero ya no tenía fractura.
—Pienso que yo recordaría si me hubiera curado un hueso roto —se quejó el aludido—. Si me sanaba a mí mismo, ¿por qué tenía que ocultar los moretones para evitar que los vieran los vecinos?
Dudley explicó que su primo sólo se curaba de las heridas realmente grandes, y que lo hacía mientras dormía. Harry argumentó que ni siquiera sabía de esas grandes heridas que Dudley estaba describiendo, pero el muggle explicó que siempre desaparecían mientras estaba durmiendo, o más frecuentemente, inconsciente.
—Solíamos creer que estaba desmayado, pero a la mañana siguiente se había recuperado y sabíamos que él lo había hecho. En ocasiones, estaba inconsciente durante días. Pienso que a veces lo hacía para faltar a la escuela más tiempo de lo que en verdad necesitaba.
—¿Entonces, esto comenzó antes de que Harry comenzara en Hogwarts y continuó después? ¿Cómo explicaba tu madre sus faltas a la escuela?
—Les decía que tenía fiebre y debía quedarse en cama.
Harry comenzó a reflexionar sobre las veces que había faltado a la escuela u otros sitios a causa de una mala fiebre. Siempre había pensado que era verdad. Aunque en realidad no recordaba haberlas tenido, su tía le había dicho que sí. Dado que su familia tendía a dejarle solo cuando tenía fiebre, nunca se lo cuestionó en realidad. Ahora, ello tenía sentido, pues no se enfermaba con tanta frecuencia luego de empezar Hogwarts, y casi nunca se enfermaba durante el periodo escolar.
—¿Si tengo esa habilidad para curar algunas grandes heridas, por qué no puedo sanar las pequeñas?
—Mamá decía que solías mostrar las marcas cuando limpiabas el jardín, pues sabías que los vecinos lo verían y llamarían nuevamente a Servicios Infantiles.
Albus se sentía muy triste al escuchar las cosas que Harry había tenido que sufrir a lo largo de los años, y al parecer el propio joven no era consciente de la mayoría de las heridas más severas. El anciano, al ser un mago tan poderoso, era capaz de sentir la magia de Harry. Pensaba que si fuera un sanador, lo habría sabido años atrás. Algo no estaba bien.
Sabía cuándo una persona mentía. Aparentemente, Dudley creía sinceramente que su primo se había curado de un buen número de heridas conocidas y unas cuantas cuya extensión de daño era desconocido. Dudley sólo era capaz de explicar los síntomas, tales como el sangrado de una oreja o el sonido de gorgoteo en su respiración luego que el propio Dudley cayera sobre él y escuchara el crujido de sus huesos, posiblemente perforando su pulmón.
Harry se sentó, mirando con incredulidad a su primo mientras escuchaba sus declaraciones.
—Espera —le interrumpió—. ¿La vez de ese sonido de gorgoteo fue cuando caí sobre la herramienta de jardín?
Dudley se estremeció ante el recuerdo pero asintió. Su madre había hecho que él arrancara la ofensiva herramienta de la espalda de su primo. Harry recordó el incidente que había dejado la extraña cicatriz en la zona baja de su espalda. Siempre había pensado que el crujido que había escuchado era de la herramienta y no de sus costillas. Se había desmayado y se había despertado varios días más tarde.
Cuando la conversación cambió para enfocarse en Vernon, el humor de Dudley cambió. Era la primera vez que Harry notaba en su primo señales de sentir la pérdida de su padre. Agradeció que la llegada de Remus con Petunia le salvara de la situación.
Fueron discutidos los planes finales para el servicio religioso. Muchos de los preparativos fueron organizados por el Ministerio con el consentimiento de Petunia, pero aunque ella no estaba totalmente empapada del asunto, en ese momento estaba discutiendo sobre la planificación final. Parecía más bien que simplemente discutía para complicar las cosas. Al final, se notó que se sentía aliviada de no tener que resolver en persona algunos de los detalles.
Harry encontraba muy divertido que Vernon, quien odiaba todas las cosas mágicas, fuera embalsamado y preparado mágicamente antes que su cuerpo fuera enviado a una funeraria local en Surrey. Tuvo un vistazo de la descripción de los servicios. Se había hecho un extenso trabajo para lograr que Vernon luciera presentable sin usar hechizos de glamour o algo similar. Esto hizo que se preguntara cómo había sido la última hora de vida de Vernon con los Mortífagos. Puede que Severus planeara salvar la vida del torturador de Harry, pero eso no quería decir que no estuviera dispuesto a hacerle pagar por sus crímenes. No podía lograr sentirse mal por el deceso de su tío. Sólo quería que todo acabara de una vez, y se sintió agradecido cuando vio que los Dursley sobrevivientes se marchaban al fin. Hubo una ligera conmoción con una pelea de pies. Pensó que posiblemente Dudley había tratado de lanzarle un último golpe, pero no le prestó atención, rehusándose a darle la satisfacción de una reacción. Petunia no se despidió, y Harry no se molestó en levantar la vista cuando partieron.
Harry hizo a un lado el plato con los caramelos de limón y, apoyando los codos sobre el escritorio, apoyó el rostro en sus palmas. Albus cerró la red flu en cuanto el último invitado partiera y sirvió nuevas tazas de té. El joven ni siquiera tuvo que abrir los ojos para saber que había una taza de té posada entre sus codos.
—¿Albus? —Harry sonaba muy cansado.
—¿Sí?
—Si me quedo así, aspirando los vapores del té calmante, ¿tendrá el mismo efecto o debo beberlo?
—Debes beberlo para el completo efecto, pero imagino que el vapor debe tener algunas secuelas residuales —contestó, divertido.
—Solía pensar que sí yo aceptaba el té para que dejaras de ofrecérmelo, pero no lo bebía, llevaría el control del juego. Ahora sé porqué Sev siempre rehúsa —musitó.
—Sabes perfectamente que a ustedes dos les ofrezco bebidas normales. Esta noche, pensé que a todos nos sentaría bien algo que nos relajara.
Harry no tuvo que levantar la vista para saber que el anciano sonreía con tristeza.
—¿Quieres decirme de qué se trató todo esto? ¿Cuál era el objetivo de tener a Dudley narrando todas estas cosas sobre mi pasado? ¿Estaba él mintiendo sobre todo ese asunto de la sanación? —indago, sabiendo que Albus hubiera sabido si él estaba mintiendo o si realmente no recordaba algunas de las graves heridas que su primo había descrito.
—Él estaba diciendo la verdad —contestó el mayor con un suspiro—. Después que me contaste la realidad de tu vida familiar, no podía entender cómo habías pasado todos esos años sin más accidentes mágicos
Harry levantó la cara de sus palmas, interrogante.
>>¿Recuerdas las veces en las que hiciste magia sin intención cuando eras niño?
—¿Quieres decir cómo la vez que terminé en la azotea de la escuela porque Dudley y su pandilla me estaban persiguiendo? Sí, lo recuerdo. Pasó porque estaba verdaderamente asustado de resultar herido, o me sentía muy cabreado.
—Supuse que puesto que no se presentaron más reportes de episodios semejantes, estabas a salvo en esa casa. El que tuvieras la habilidad de curarte a ti mismo explica muchas cosas. Desafortunadamente, ello evitó que descubriéramos la verdad temprano.
—Vale, eso explica los hechos del pasado, pero, ¿qué significa justo ahora? ¿Si puedo curarme a mí mismo, por qué casi muero luego del ataque a Privet Drive, o en un puñado de otras ocasiones, si a eso vamos? En muchas ocasiones algo como esto me hubiera venido de perlas.
—Me temo que no tengo la respuesta, o al menos, no sé cómo se aplica en tu caso. Hay varias posibilidades que podríamos analizar. Tenemos que hablar con alguien que pueda saber. Empezaremos con Poppy, y veremos a partir de ahí.
Harry asintió, pero continuó inclinado contra sus palmas. Albus le ofreció un pitillo para que pudiera deprimirse y sorber su té al mismo tiempo. El joven no levantó la cabeza, pero sus hombros se movieron, como si estuviera riendo por la broma.
>>No luzcas tan deprimido, esto podría ser algo bueno —el anciano movió su mano, haciendo que uno de los codos del chico cayera del escritorio. Harry, que apenas pudo evitar terminar con la cara sobre el té, se sentó bien y prestó atención. Feliz, Albus le explicó que sí, la situación se agregaba a la lista de cosas que le hacían diferente, pero sin todas esas cosas extrañas, él, Albus, no habría logrado que Harry fuera una parte especial de su vida en lugar de uno más de los muchos estudiantes que habían pasado por Hogwarts.
—¿Ya terminaste con el discurso motivacional? —preguntó Harry, rotundo, pero no ocultó su sonrisa.
—Sólo si tú ya terminaste de compadecerte. Todavía es temprano y tenemos tiempo para ir a hablar con Poppy —replicó feliz, lanzando un hechizo que hizo desaparecer el servicio de té de su escritorio.
Capítulo 58-II .
Última edición por alisevv el Dom Ago 05, 2018 3:47 pm, editado 2 veces | |
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