alisevv
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| Tema: Death Eater takes a Holiday. Capítulo 58-II. Revelaciones familiares Parte II Vie Jul 08, 2011 5:34 pm | |
| Death eater takes a holiday Capítulo 58-II Revelaciones familiares Parte II Las puertas de la enfermería se abrieron cuando ellos se acercaron a la oficina de madam Pomfrey. Harry pudo escuchar una voz que conocía y amaba.
—Dale la poción dos veces al día, bajando la cantidad diariamente. Cuando llegue al punto en que tome la mitad de la dosis actual, házmelo saber y te traeré la siguiente poción. Si funciona según el plan, las funciones de su hígado y riñones se normalizarán en tres meses.
—¿Puedes curar la enfermedad? —Harry no pudo evitar interrumpir.
—¿Yo? No. Madam Pomfrey cura las enfermedades. Yo preparo las pociones para asegurar que el cuerpo no entre en un estado de shock por los cambios drásticos. Creo resultados temporales gradualmente; voy a un paso en el que el cuerpo lo acepte cómodamente. Cuando las series de pociones se completen, madam Pomfrey trabajará con su propia magia —explicó Severus, antes de detenerse para mirar a Harry, cuyas ropas aún estaban desordenadas por la pelea con Dudley—. ¿Qué sucedió? ¿Estás herido?
—¿Qué clase de entrenador de defensa serías si yo hubiera permitido que alguien parecido a una foca me hiriera? —rió el joven.
—Apenas puedo decir lo feliz que me hace ver que ustedes dos conservaron la amistad después de terminar las vacaciones. Hubiera sido una pena que no lo hicieran —Poppy les sonrió y luego chasqueó la lengua en desaprobación ante la apariencia de Harry—. ¿Qué puedo hacer por usted? —indagó, recuperando su tono profesional.
Albus explicó la conversación con Dudley. Mantuvo la charla centrada en las aparentes habilidades de sanación del joven, pero todo tenía que ser dicho, y la extensión de las heridas que Harry había soportado a lo largo de los años había hecho que los oyentes abrieran los ojos con espanto.
Poppy tomó el asunto como algo personal, dado que no había detectado señales de trauma mayor. La máscara de indiferencia de Severus estaba firmemente colocada en su lugar. En su opinión, el placer ante el recuerdo del dolor y sufrimiento de Vernon Dursley no era suficiente. Deseaba que la alimaña hubiera vivido, para que Harry no hubiera tenido que cargar con eso los últimos días. Por eso, y porque la oportunidad de futuros castigos habría quedado abierta.
Acostado en una cama sin otra cosa que una bata de enfermo, Harry deseaba poder pensar lo bastante rápido como para tontear con Severus de alguna manera, pero su mente estaba demasiado ocupada con el último fiasco en su vida. Aunque no encontró manera de bromear con su pareja, se vio premiado cuando Poppy comentó sobre cuán aliviada se sentía al ver que la F roja había desaparecido del abdomen de Harry. Había pasado un tiempo desde la última vez que ella lo había visto y el joven se preguntó si estaría bromeando con él como un modo de aclarar la situación. Poco podía saber la sanadora que no era Harry quien estaba ocultando su vergüenza. Albus se paró en silencio al lado de Severus, pero el brillo en sus ojos era fácil de ver. El viejo tonto realmente lo estaba disfrutando.
—Espero que cuando tenga tu edad, pueda disfrutar la mitad de lo que tú lo haces —comentó Harry al anciano.
—En todo caso deberías esperar lograr vivir tanto —declaró Severus, inexpresivo.
Poppy frunció el ceño, escandalizada con la broma. Harry rió, sobresaltándola y haciendo que tuviera que volver a comenzar el hechizo.
—Mi contrato establece que debo curar y mantener el buen estado de salud de estudiantes, profesores y personal. Usted, señor Potter, no entra en ninguna de esas categorías. Quédese quieto o tundrá que encontrar algún carnicero de San Mungo para que le ayude —declaró con firmeza. Albus y Severus se aquietaron de inmediato, pero ella tuvo que esperar un poco más hasta que Harry dejara de reír—. El morderse el labio sólo hace que tenga más cosas que sanar. Saque amablemente las risas de su sistema y tranquilícese —tono firme o no, Harry pudo ver que las esquinas de los labios de la bruja se curvaban.
Poppy no era una sanadora completa. Aunque tenía algunas habilidades de curación, era más bien alguien que tenía los conocimientos sobre hechizos y pociones para sanar el cuerpo. La mayoría de los doctores y enfermeras tenían algunas habilidades de sanación, pero pocas; usualmente, ésa era la razón por la que se limitaban a un área. Aún así, era posible para un sanador sentir la firma mágica de otro sanador, aunque sólo ligeramente. Usando su talento natural, ella efectuó unas pruebas preliminares, infructuosamente.
—Nada. Para ser sincera, tampoco esperaba encontrar nada. Hay pocos cuerpos humanos con los que esté tan familiarizada como con el de Harry. Si hubiera tenido esa habilidad, yo lo hubiera percibido, en los últimos años al menos —declaró confiada.
Pronto, Harry se encontró de regreso en la oficina de Albus, con una taza nueva de té. Esta vez, Severus se unió a ellos, y el té no fue contaminado.
—¿Y ahora qué? —preguntó Harry sobre su taza de té—. En realidad, ¿qué importancia tiene esto? ¿No será simplemente alguna clase de accidente mágico?
—Mirándolo desde el lado simple, sí. La razón de que sea importante es un poco más complicada. Si tienes una habilidad natural para sanar, puede que quieras entrenarte para ser un experto, como Kieran, el amigo de Severus.
—Pero madam Pomfrey dijo que no lo cree —a Harry no le atraía la idea de lidiar con gente enferma como un trabajo a tiempo completo.
—Quizás no lo seas. Habitualmente, tiendo a inclinarme en la dirección de Poppy. Confío en sus habilidades e instintos. Ahora, el asunto es… si te has sanado de manera inconsciente, ¿cuánta magia has drenado para hacer tal cosa? —reflexionó Albus.
—Quizás almacenó reservas mágicas como un mecanismo de defensa —sugirió Severus.
—Eso es exactamente lo que quiero averiguar —Albus parecía excitado ante el reto de resolver el acertijo—. Harry, ¿cuándo tienes que reunirte nuevamente con Kieran?
Y así continuó la conversación. Tendrían una reunión con Kieran para conseguir su opinión profesional y examinar a Harry, en un esfuerzo por detectar lo que el joven había hecho, comparado con el cuidado que había recibido de Poppy. —Nunca tuve un traje en mi vida. Me siento ridículo —se quejó Harry.
—Tonterías, te ves estupendo. Tiene un buen corte —Hermione jaló la parte de atrás de la chaqueta negra de Harry, corriendo sus manos por sus hombros.
—¿Esto es lo que los muggles llevan en reuniones formales? —Ron estaba tirado sobre la cama de su mejor amigo, hojeando una revista de quidditch.
—No, lo formal sería un smoking. Éste es un traje de chaqueta, usualmente se utiliza para reuniones de trabajo, o una cena fuera. El negro es el color preferido para los servicios fúnebres —explicó Hermione—. ¿Nunca tuviste ocasión de utilizar un traje? ¿Y en vacaciones, cuando ibas a la iglesia por Navidad? ¿En alguna boda o funerales? —agregó, recibiendo como respuesta sucesivas negativas con la cabeza.
—Cuando era muy joven, creo que me llevaban a la iglesia, pero después de un tiempo todas las prendas que tenía eran demasiado grandes como para lucir algo más que desaliñado. Había algunos viejos jerséis que me ajustaban, pero tenían dibujos de patos y ositos de cuando Dudley era pequeño —rió al recordar cuán ridículo se veía cuando habían tratado de probárselos. Afortunadamente, sus parientes no habían deseado que les avergonzara por ser visto con él más que lo que él deseaba ser visto—. Ellos cesaron de pedir que les acompañara en cuanto tuve la suficiente edad como para tomar el desayuno en la mesa para cuando ellos regresaran. Una vez fueron invitados a una boda. Pasé ese día con la señora Figg’s.
—Oh, Harry —comenzó Hermione, lamentándose.
—¡OH, détente! —le interrumpió, molesto—. ¿Cuántos chicos has conocido que durante su adolescencia hayan asistido a cualquiera de esas cosas, en primer lugar? Dudley lo odiaba y yo me despedía desde la ventana mientras el auto se alejaba. Eso le enloquecía —rió ante el recuerdo—. Además, después de unos años, Dudley hacía tal berrinche que dejaron de ir a la iglesia juntos. Podré asistir a tu boda… ¡si es que algún día se lo pides! —Harry lanzó una almohada a Ron.
—No lo sé… —el pelirrojo hizo una floritura con la mano—. Quiero casarme con una bruja inteligente, y Mione sólo consiguió el cien por ciento en su último examen —bromeó. Hermione puso mala cara y se quejó por haber perdido la pregunta de bonificación.
—No empieces —bufó la chica—. La universidad es mucho más dura que Hogwarts—dijo mientras ejecutaba un hechizo para pulir calzado—. Harry, desearía poder estar allí para brindarte apoyo moral.
—Estás aquí ahora, y es lo que más importa —la abrazó con fuerza—. Ahora, ¿qué me puedes contar sobre los funerales muggles?
—Fui a uno, pero no era un servicio local, así que las cosas pueden ser diferentes en éste —explicó ella—. Después de la iglesia, pondrán el ataúd en una carroza fúnebre, y los deudos seguirán el séquito en sus autos hasta el cementerio. Allí un sacerdote dirá algunas palabras y algunas personas hablarán. Luego, la mayoría rezarán algunas oraciones y colocarán flores sobre la tapa del féretro mientras las personas siguen allí. Mamá dice que no en todos los lugares bajan el ataúd con los dolientes presentes. Es muy emotivo observar a quien se ama ser bajado a la fosa.
—¿Sería una falta de respeto preguntar cuánto tiempo dura todo eso? —preguntó Harry con cierto nerviosismo. No quería que su amiga pensara que no apreciaba que le comentara sus propias experiencias.
Hermione se encogió de hombros.
—Supongo que depende de si la familia y amigos asistentes tengan oportunidad de hablar en la iglesia o no, o si vayan a hacerlo en el cementerio, o incluso en ambos sitios. De lo que conozco, excepto el ministro o sacerdote, algunas veces sólo hablan los familiares cercanos. En todo caso, supongo que será entre quince minutos y una hora.
—Espero que esté más cerca de los quince minutos —suspiró Harry, cepillándose el cabello.
—Mamá armó una pataleta por no poder asistir, ya sabes cómo es —Ron estaba ansiando conducir nuevamente. Había recibido unas cuantas lecciones en el trabajo para asegurarse de que todo fuera sin problemas—. Los servicios fúnebres marcarán el fin de mi trabajo para ti —comentó con tristeza—. Yo regresaré a mi trabajo real y te dejaré libre otra vez.
—¿Qué quieres? ¿Un sobresueldo? —preguntó Harry, lanzándole un knut mientras soltaba una risita.
Ron levantó la moneda, mirándola por ambos lados antes de meterla en su bolsillo.
—Puede servirme muy bien como ahorro para un anillo —comentó, asintiendo con la cabeza, conviniendo consigo mismo. Hermione salió de la habitación mirando el techo. Ambos chicos le escucharon murmurar ‘gilipollas’ mientras partía.
—Buena esa, compañero —elogió Harry—. Malditamente gracioso. Puede que ella no te hable el resto del día, pero es malditamente gracioso —declaró, riendo.
Harry se echó a reír cuando Ron abrió la puerta del auto negro ante él. Su amigo estaba luciendo un traje completo de chofer, con sombrero incluido. Estaba a punto de subir cuando alguien se acercó.
—¿Puedo presentarle a su compañero de viaje, señor? —preguntó Ron con tono formal, recibiendo una mirada de furia de dicho acompañante.
—¿Cómo lo estás llevando, Harry?
—¡Charlie! ¿Qué estás haciendo aquí? —Harry estrechó su mano y le dio un rápido beso en la mejilla.
—Pensaba que era obvio. Voy a asistir a los servicios fúnebres por la partida de Vernon.
—Gracias. Albus no me dijo que estaría una segunda persona. ¿Él va a reunirse con nosotros allí, cierto?
—Correcto —Charlie hizo un gesto hacia la puerta del automóvil y ambos entraron.
Harry pensó que el pelirrojo sonaba más formal de lo habitual, pero imaginó que dada la situación eso tenía sentido. Su amigo no estaría haciendo bromas. Ron no actuaba como si algo estuviera mal, así que ignoró todo el asunto.
—¿Todo bien allí, Ron? —preguntó, al escuchar que una corneta resonaba.
—Sí. Sólo olvidé que las señales para detenerse no se apagan como las luces rojas —contestó el joven, avergonzado.
Harry se dio la vuelta, fijando su atención en la persona a su lado.
—Es bueno verte, Charlie. No te veo desde la fiesta.
—No, Albus me ha mantenido bastante ocupado con la Orden. El Valle de Godric ha sido peinado buscando el hechizo que fue lanzado allí. Ahora que saben que hubo un disparador que anunció cuando llegaste, Albus tendrá que decidir qué acciones tomar. No lo han retirado; puede resultar de utilidad más adelante —explicó con rigidez.
—Relájate, Charlie —Harry pudo ver cómo sus hombros se asentaban ante sus palabras—. Nunca viví una situación como ésta antes. Todavía no me había recuperado del coma cuando enterraron a Sirius —dijo con tristeza—. Tú sabes de estas cosas; necesitaré que me digas si se supone que yo debo hacer algo —comentó, más animado.
—Me alegra poder estar aquí para ti —aseguró Charlie con una cálida sonrisa—. ¿Cómo van tus cosas con Severus? Debe ser duro que en momentos como éste no puedan estar juntos.
—Estamos bien —la feliz sonrisa de Harry confirmó sus palabras—. ¿Qué te hace pensar que no estamos juntos? —preguntó con gesto cómico—. Te garantizo que él estará allí. Le conozco, e incluso si no va a poder estar sosteniendo mi mano, estará cerca —declaró confiado, pero se veía un tanto triste al mismo tiempo—. ¿Viste a Albus esta mañana? —indagó, cambiando de tema—. No me dijo qué se iba a poner; nunca antes le he visto con ropas muggles.
—No va a llevar ropa muggle —aclaró el otro de modo simple—. Va a utilizar un encantamiento que le permitirá aparentar que viste prendas muggles. Usualmente, sería muy capaz de ponerse algo estrafalario, pero sabe que habrá prensa sacando fotografías.
Cuando el auto se detuvo, Harry pudo ver toda la gente que salía de sus vehículos.
—Supongo que allá vamos —musitó con resignación. Pero antes que pudiera bajar del auto, una fuerte mano aferró la suya, ofreciéndole consuelo.
—Estarás bien. Vamos a estar aquí para ti, y todo terminará enseguida —las tranquilizadoras palabras parecieron cubrir a Harry como una manta caliente. Cuando se levantó, de inmediato divisó una mujer entre la multitud. Los ojos de ella se abrieron mucho, pero rápidamente recuperó su expresión tranquila. Harry había divisado a su primera reportera.
—Me quedaré aquí con el auto, listo para partir, ¿vale? —Ron también había escudriñado entre la multitud—. Mujer rubia, vestido azul estilo marinero —la última parte la dijo casi mecánicamente.
—Ya la vi. Creo que es una de las reporteras de Bruja Semanal, todas son unas sanguijuelas —la última parte fue una cita textual de lo dicho por Ron pocos días antes, ganándose una risita del pelirrojo—. ¿Charlie no parece algo raro hoy? —preguntó Harry, nuevamente serio. No podía imaginar porqué Ron se veía tan complacido.
—Un poco, pero está bien, lo prometo —le tranquilizó Ron de forma ambigua.
Cuando Harry se volvió de nuevo, Charlie estaba hablando con Albus.
—Así que así es como luces de negro —Harry pensaba que el mago se parecía mucho a un sacerdote. Un sacerdote muy viejo—. Ni siquiera necesitas un hechizo para disimular. Aunque, un rosario completaría el atuendo —el joven casi se atragantó cuando Albus sacó de su bolsillo un hilo con cuentas negras. El anciano sostuvo el rosario con respeto.
Harry se paró a un lado, algo apartado de sus parientes. Su tía Petunia frunció el ceño al verle, pero regresó a consentir a Dudley, quien estaba a su lado. Dudley, por su parte, estaba relativamente tranquilo. Sus ojos estaban bordeados de rojo e hinchados. Por suerte, su atención estaba fija en el ataúd. Desafortunadamente, nadie necesitaba ver para saber que la tía Marge se encontraba allí; su llanto podía ser escuchado en el pueblo próximo. Vociferaba por el hermano perdido. Harry tuvo el presentimiento de que ésta sería una de esas ocasiones en las que la gente iba a hablar. Marge lucía como si tuviera un montón de cosas que decir.
El joven observó el grupo, tratando de descifrar quienes eran las personas que estaban allí para presentar sus respetos y quiénes no. Ya había divisado tres reporteros y dos camarógrafos ingeniosamente ocultos. Pero quien era más fascinante de observar era Albus. Mientras estaba allí parado con aire benigno, estaba ocupado con las cuentas en sus manos. Se podría pensar que estaba recitando el rosario mentalmente. El agudo ojo de Harry no había perdido el hecho de que cada vez que Albus giraba cierta cuenta, un doliente diferente cambiaba de posición. Su guardián estaba coordinando subrepticiamente toda la operación, identificando cualquier bruja o mago que pudiera suponer una amenaza o causar disturbios en los servicios y moviendo a los miembros de la Orden en el lugar.
Harry se sentía extrañamente fuera de lugar, sin saber ninguna de las oraciones que el sacerdote había dirigido. No quería lucir irrespetuoso, pero pensaba que se vería tonto moviendo los labios durante las oraciones, como notó que algunas personas habían hecho. Charlie y Albus también permanecían en silencio, haciéndole sentir más cómodo.
Cuando le llegó su turno de hablar, Marge Dursley dio un largo discurso lleno con su adoración por su amable hermano de gran corazón. Harry la ignoró casi todo el tiempo. Pero no pudo evitar prestar atención cuando Charlie se tensó a su lado.
—…la paciencia de un santo, tenía —arengaba ella—. ¡Y Vernon era generoso ante las faltas, se los puedo asegurar! —Harry casi sonrió ante su respiración alcoholica, aún en la distancia. Se sentía agradecido de que ella no le hubiera reconocido todavía—Tan generoso era que recogió el abandonado hijo bastardo de unos parientes lejanos, ofreciéndole un mejor lugar para vivir para el pobre desafortunado, aunque no demasiado agradecido —espetó, rociando un arreglo de flores con su saliva.
—¿Lejanos? ¿La hermana de la esposa es un pariente lejano? —susurró Harry con incredulidad antes de volver a ignorar a la bestia, pensando en que en ese momento la distancia entre su verdadera familia y Vernon era la distancia entre el cielo y el infierno. Regresando su atención al resto del grupo, se fijó nuevamente en Dudley. Estaba parado estoicamente al lado de su madre, las lágrimas bajando por sus mejillas. Una mujer que recordaba vagamente como una prima de Vernon estaba consolando a Petunia.
En su mente, Harry imaginaba que los rostros eran más familiares. Se preguntaba qué habría dicho Remus como tributo a su padrino. No imaginaba que Sirius tuviera un ataúd grande y brillante como el de Vernon. ¿Quizás algo más sutil, como caoba? Era más cercano a la naturaleza, como los días en que él y Remus corrían libres por el bosque durante la luna llena. Extrañaba a su querido padrino. Se preguntaba si los padres de Cedric habrían mantenido una relativa calma durante los servicios fúnebres, o habrían caído deshechos por la pena. Después de muchas sesiones con la doctora Erin ya no se culpaba por todas las personas asesinadas por Voldemort y sus Mortífagos, pero eso no significaba que no lo sintiera por ellos y sus familiares sobrevivientes.
Charlie había estado observando atentamente a Harry, y descansó la mano sobre su hombro al ver cómo caían sus lágrimas. Antes de que se dieran cuenta de lo que estaba sucediendo, el grupo comenzó a moverse. Harry casi se sobresaltó cuando un empleado de la funeraria puso una flor en su mano. Ya no tuvo más opción que adelantarse y dejar caer la flor sobre la tapa del ataúd con las demás. Asintió con respeto ante Petunia y Dudley. Sólo su tía lo notó, pero no dijo una palabra. En lugar de eso, frunció los labios y se giró a hablar con uno de los asistentes que llamaba su atención para presentarle sus condolencias.
Habiendo sido momentáneamente separado de Albus y Charlie, no estaba seguro de qué hacer. La gente no estaba partiendo, sino que se arremolinaban alrededor, despidiéndose amablemente y prometiendo futuras visitas que esperaban hacer antes del próximo funeral o boda.
Pensó que alguien habló con él por un momento, pero entonces Charlie volvió a captar su atención.
—¿Todo bien? —preguntó, antes de abrazarle, maniobrando para alejarle de forma efectiva del reportero que había empezado a entrevistar a Harry.
—Gracias. No sé qué demonios estoy haciendo —las palabras de Harry se vieron atenuadas en el ancho hombro de Charlie.
—Lo hiciste bien. Ron tiene el auto listo para partir —le animó el pelirrojo.
Harry pudo sentir la calidez de otra mano en su espalda. Su guardián, Albus, le ofreció su brazo como si fuera Harry quien lo estuviera escoltando hasta el automóvil y no al revés. El joven salió del abrazo de Charlie con una sonrisa de agradecimiento.
—¿Ubicaste a los reporteros?
—Sí, conté tres visibles y señales de otros —contestó el joven.
—¿Y miembros de la Orden? —preguntó el pelirrojo, incitándole para que contestara.
—Creo que divisé a todos.
Estaba bastante seguro. Charlie sonrió y le dio otro apretón. Pudieron escuchar el click de las cámaras aunque no estaban visibles.
—Ya me lo puedo imaginar: Charlie Weasley será señalado como el más reciente amante de Harry Potter —bromeó, su brazo todavía rodeando los hombros del moreno.
—No puedes estar seguro, podría ser yo —comentó Albus con tono casual. Harry volvió a enterrar el rostro en el hombro de Charlie para poder reír sin ser visto. El otro le abrazó estrechamente, conduciéndole hacia el vehículo.
Una vez ambos estuvieron seguros en el auto, Albus se inclinó sobre la ventanilla.
—Como conversamos, no todos los que te cuidan conocen tu pasado con Vernon —comenzó el anciano. Harry asintió—. Para evitar problemas de seguridad en tu casa, Molly, amablemente, ofreció su hogar para recibir a los amigos que deseen manifestar sus condolencias. Esto no es lo que parece, Harry —siguió, al ver la frustración del muchacho—. La mayor parte del tiempo es similar a cualquier otra reunión, sólo que más solemne. No te preocupes —se despidió saludando con la mano. Antes que Ron pusiera el auto en marcha, el anciano había desaparecido.
—¿Todo bien, Harry? —se interesó Ron.
—Feliz de que terminara —contestó con un suspiro. El otro asintió y cerró la ventanilla entre el conductor y los pasajeros, despertando la curiosidad de su amigo. Miró por la ventana, tratando se saber porqué no se estaban moviendo.
—Oh, Merlín, el último en entrar es el último en salir. Estaremos aquí eternamente —gimió.
—Así dispondrás de más tiempo antes de tener que lidiar con los simpatizantes que te presentarán sus condolencias —razonó Charlie, atrayendo a Harry.
—Gracias por todo —musitó el joven, con un suspiro de alivio—. Me alegra que pudieras venir —pudo sentir un hum de aceptación contra su cabello.
—¿Dónde más podría estar? —preguntó suavemente, frotando la nariz contra la oreja de Harry y comenzando a dejar pequeños besos en su cuello. Harry se congeló y rápidamente puso entre ellos tanto espacio como le fue posible.
—No —la única palabra era tanto una declaración como una manifestación de desconcertada inseguridad. Cuando una mano se extendió hacia él, se presionó contra la puerta, alejándose aún más—. Charlie, no —repitió, su tono sonaba claramente herido y confundido.
—¿Charlie? —dijo el otro con incredulidad—. ¿Todavía piensas que soy Charlie? ¿No te pregunté si habías divisado a todos los miembros de la Orden? —recibió un asentimiento de Harry—. ¿Y acaso no dijiste que sí? —insistió, y observó cómo la comprensión reptaba hasta las facciones de Harry.
—Lo primero que dije cuando salimos del auto fue que Charlie actuaba de una forma extraña. Ron estuvo de acuerdo, pero me prometió que todo estaba bien —se defendió, elevando la voz—. ¡Ron casi nunca hace promesas! —de repente se sobresaltó—. Era Ron, ¿verdad?
—No fue mi intención disgustarte —musitó Severus con calma—. No esperé que todavía creyeras que era Charlie —suspiró, observando su reloj—. Harry… Fawkes —agregó, esperando que el apodo le tranquilizara—, dame un par de minutos más; la hora está por terminar.
Harry asintió, los ojos mirando por la ventanilla. Agradecía el cristal polarizado, que mantenía su privacidad
—Nadie actuó de manera normal hoy —levantó la vista para ver si el cambio de la poción Multijugos había comenzado—. Hermione estaba nerviosa; Ron… bien, Ron es Ron, pero su actuación como chofer fue muy profesional, algo muy maduro para él. Y Charlie no suele ser afectuoso en público. Y tampoco tú —agregó.
—Ven aquí.
Aunque Harry no había notado los largos dedos que se extendían hacia él, sí que escuchó la ‘voz’. Permitió ser acercado al otro cuerpo, pero permaneció rígido.
>>Siempre estoy poniéndote a prueba. Usualmente, nos divertimos con eso, pero quizás hoy debí haber sido más franco —Severus besó su coronilla—. Renunciaremos a ulteriores pruebas de alerta durante el día de hoy —añadió.
—¿Quiere decir que hoy no tendré que lanzar un detector de hechizos a mi comida? —preguntó Harry con sarcasmo.
—No hoy —Severus hubiera querido que lo dicho sonara más cáustico y sarcástico pero de alguna forma su voz sonó gentil y tranquilizadora.
Harry se acurrucó más cerca, feliz del retraso en el tráfico.
Capítulo 59 .
Última edición por alisevv el Dom Ago 05, 2018 4:47 pm, editado 3 veces | |
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