alisevv
Cantidad de envíos : 6728 Fecha de nacimiento : 15/01/1930 Edad : 94 Galeones Snarry : 241687 Fecha de inscripción : 08/01/2009
| Tema: Death Eater takes a Holiday. Capítulo 40/41 - I. Recuerdos y revelaciones I Dom Ene 24, 2010 6:17 pm | |
| Death eater takes a holiday Capítulo 40/41 - IRecuerdos y revelaciones I Harry suspiró con satisfacción, mientras sentía la pared presionando contra su espalda. Una presión constante del otro cuerpo le empuja contra la pared, manteniéndole equilibrado, mientras Severus reclamaba su boca. Jadeó para respirar y gimió cuando la fuerte lengua que había dominado el beso, dirigió su atención hacia su cuello. Mientras besaba el suave cuello, Severus habló. Al principio, Harry disfrutó escuchando el sonido de su voz entre lamidas y mordiscos, pero luego se dio cuenta que el hombre había estado comentando sobre su falta de habilidad para ser discreto. Vagamente, escuchó algo acerca de un adolescente cachondo con una sola cosa en mente.
—¿Tenías una pregunta sobre el entrenamiento? ¡Y una mierda! —dijo Severus, mientras le apretaba el culo. Harry gimió y empujó sus caderas hacia las de Sev, deseando que ambos tuvieran mucha menos ropa.
—Para que te enteres, sí tengo una interrogante —replicó, empezando a mordisquear su cuello—. Debería haberte preguntado antes, pero no quería preocupar a los Weasley —informó, arrepintiéndose de sus palabras en cuanto dejaron su boca. Severus retrocedió un pequeño paso, permitiéndose una mejor vista del rostro de Harry, y aguardó, pero el joven tenía algo más en mente en ese momento—. Eso puede esperar, vamos, más besos y menos preguntas —se inclinó más cerca del Slytherin, tratando de capturar sus labios una vez más. El intento fue inútil; el profesor quería saber qué era lo que podría preocupar a sus amigos, y quería saberlo ya. El muchacho se dio por vencido, sorprendiéndole con la siguiente pregunta—. ¿Confías en el hombre de la tienda de Pociones?
—Sí —contestó sin dudar.
—¿Esa confianza incluye al dependiente rarito?
—El señor Jiggers no tiene ningún dependiente.
—Oh.
Ahora, Severus tenía muchas preguntas. Los ojos de Harry recorrieron la habitación mientras trataba de recordar todos los detalles de su visita a la tienda, y las características del dependiente. Sus dedos se movían, como si constatara los detalles en su mente. Cuando el mago mayor no pudo seguir esperando a que el otro terminara de explicar lo que tenía en mente, insistió en conocer los detalles. El muchacho explicó cómo el vendedor les había seguido por toda la tienda, molestándoles al preguntarles continuamente si necesitaban su ayuda, y luego mostró a Severus el vial con la poción que se suponía era para curar el dolor de cabeza, con su etiqueta en rojo.
Severus explicó que Jiggers usaba un color diferente que el de él, pero, sin embargo, estaba familiarizado con dicho color. Levantó el vial contra la luz, revisando el color y viscosidad. Movió la varita sobre el frasco y recitó un hechizo que Harry nunca había escuchado.
—El vial está hechizado para alertar a alguien si se rompe la tapa. Quienquiera que te lo haya dado, quería saber el momento exacto en que tomarías la poción.
—Traté de mantenerme tan alerta como fue posible, como me aconsejaste, pero es difícil decir si el señor Jiggers está actuando de manera normal o no. Últimamente, se ha comportado de forma bastante extraña con Ron y conmigo.
—Los tiene vigilados porque intentaron comprar una droga contra el dolor de manera ilegal —explicó, refiriéndose a la vez que intentaron reemplazar la poción que habían usado durante el sexo.
—Así que, cuando la gente compra mucha poción contra el dolor, ¿Jiggers piensa que son adictos? ¿O, tal vez, que están teniendo mucho sexo? —comentó, riendo. Severus le lanzó una mirada feroz y el joven rió aún más—. Tengo que preparar más poción contra el dolor, quizás necesite algo extra —finalizó, guiñando un ojo.
—No, no necesitarás. Aunque lo hiciéramos… y no será esta noche —señaló, ganándose una molesta mirada de Harry—, no usaríamos poción contra el dolor. Si se está adecuadamente preparado, la poción contra el dolor es innecesaria y peligrosa. Una persona podría resultar herida y no darse cuenta hasta que pasara el efecto de la poción —Severus estaba prácticamente dando una conferencia, pero agregó seductoramente—: Sin la sensación de entumecimiento, cada una de las terminaciones nerviosas son estimuladas.
—Te odio —Harry ahora estaba más que duro, y sabía que Severus no iba a tener sexo con él, no esa noche.
—Me amas —replicó con una sonrisa—. Ahora, déjame averiguar qué es esto —sostuvo el vial en una mano e hizo un agujero en el vidrio del fondo, vertiendo el líquido en un vial limpio que vio en el fregadero. Luego, explicó—: El hechizo del recipiente fue colocado únicamente en el sello de cera, y no en el vidrio. Después de examinar el líquido y utilizar un hechizo revelador, deduje que la poción es, de hecho, para curar el dolor de cabeza, pero también tiene mezclado un fuerte tranquilizante. Su ingestión no te haría daño, pero bajo la influencia de esa poción estarías susceptible a cualquier ataque.
—¿Por qué elegir algo tan… no sé, tan impredecible? Por lo que ellos saben, esa cosa pudo estar guardada en mi despensa por largo tiempo.
—¿Cuán difícil sería provocarte un dolor de cabeza? —preguntó.
Harry se dio cuenta que no mucho, obviamente.
—¿Piensas que van a hacer algo pronto? —preguntó, observando la expresión de Severus, pero el rostro del hombre no le dio ningún indicio.
—No lo sé. El Señor Oscuro ha estado trabajando en varias cosas, pero no creo que tenga lista ninguna de ellas. Puede ser que estén probando las aguas, por así decirlo —sacó un saquito del fondo de un bolsillo del interior de su túnica y rellenó el vial con una poción para el dolor mezclada con un estimulante parecido a la Poción Pimentónica. Eso quitaría el dolor, y mantendría a Harry tan alerta como fuera posible—. Lleva esto contigo. He lanzado un hechizo que me alertará al mismo tiempo que a quienquiera que haya sellado el vial, cuando sea abierto.
—¿Para qué abrirlo? ¿No sería una invitación a que me atacaran?
—No. Si estás en un lugar público, y de repente tienes un dolor de cabeza que no puedes explicar, sería una advertencia de que podría suceder un ataque inminente, ya fuera que tomaras la poción o no. Al menos con la poción, estarás libre de dolor, y alerta para contrarrestar lo que sea que tengan planeado —explicó. Harry asintió, comprendiendo—. Recuerda algo; vives cerca de Hogwarts. Si estás huyendo, no vengas aquí, donde no hay nadie que pueda ayudarte. Ve a Hogwarts. Una vez dentro estarás protegido, y las protecciones alertarán a Albus y a los profesores si hay Mortífagos usando magia oscura en los alrededores. Y si fuera necesario, ellos podrían contactar con el Ministerio para pedir ayuda —Severus observó que el joven se ensimismaba más cada vez. No deseaba aterrarle, pero necesitaba estar preparado.
En un intento por aligerar su estado de ánimo, el hombre preguntó:
>>¿Por qué compraste una simple poción contra el dolor de cabeza cuando sé que puedes prepararla con facilidad? Tienes una relación con un maestro de Pociones, por todos lo cielos. Es una vergüenza.
Harry observó mientras los labios de Sev se curvaban.
—¿Una relación? ¿Eso es lo que es esto? —preguntó con humor—. Se parece más a una clase de Pociones con pausas para besuqueos. Por favor, dime que hay algo más en una relación.
Algo así como sexo., era el mensaje implícito.
—Espero que no estés esperando agarraditas de mano en el parque —comentó Sev, divertido.
—¿Eso quiere decir que no? —replicó, fingiéndose ofendido—. ¿Ni picnic en el césped? ¿Ni paseos tomados de la mano?
—Si mal no recuerdo, la última vez que fuiste a un parque, terminaste siendo atacado por dementores.
—Buen punto —contestó Harry.
Deseaba pasar un poco más de tiempo de intimidad con el hombre, pero tenía una poción que preparar. Severus, por su parte, parecía estar revisando el nuevo equipo para pociones del joven. Paseaba alrededor de la cocina, chequeando los suministros que había comprado ese día. Sus dedos juguetearon con el nuevo caldero, haciéndole sonar. Sabía, por la fecha, que Harry debía hacer una nueva poción para el dolor. Ya era tarde, y la preparación era larga. Sacando otro saquito del bolsillo de su túnica, comentó:
—Puedo ayudarte en la elaboración de la poción, pero… —dio vueltas a un vial azul entre sus dedos—… también podría darte una poción que ya tengo preparada, y así podrías gastar tu tiempo en decirme porqué estás tan desesperado por evitar que Kieran vea la pelea que tuviste con el señor Nott y sus colegas.
Harry palideció. Severus agitó su varita para intentar localizar algo con alcohol, pero se sintió decepcionado al ver que ésta sólo señalaba el refrigerador, con varias botellas de cerveza de mantequilla en su interior.
—Lo siento, hay muchas compras que no he hecho aún —se disculpó el joven. Antes de lo que esperaba, ambos estaban en el sofá, con una cerveza de mantequilla en la mano—. Hace tiempo que la doctora Erin me instó a hablar contigo sobre esto —explicó Harry con un suspiro. El mayor alzó una ceja—. La doctora Erin Kirklans, es mi… —comenzó a explicar, pero fue interrumpido.
—Conozco a Erin —declaró, y Harry se preguntó si la habría visto como paciente. Sev continuo—: La muerte de su esposo fue un duro golpe para la Orden —pensó por un momento en lo que el joven había dicho; Erin le había sugerido hablar con él. ¿Cuánto sabría ella?. El Slytherin sabía que la bruja era de confianza, pero él era un hombre discreto—. ¿Ella te aconsejó que hablaras conmigo? ¿Sabe sobre nuestra relación? —preguntó con aire tranquilo.
—No todo —contestó, encogiéndose de hombros—. No sé porqué ella piensa que debemos tener esta conversación. Yo cedí en contarles a Ron y a Hermione lo que sucedió durante la pelea. Hablamos un buen rato, y la doctora Erin y yo profundizamos más de lo que yo esperaba —explicó, poniendo los ojos en blanco—. No acostumbro perder el control. ¿Por qué pensará que tengo que hacer esto contigo?
—Puede que estés manejando esto muy bien, pero aunque tus amigos sean unos oídos comprensivos, no van a hacer nada físico que pueda traer malos recuerdos para ti —Severus dio un trago a su cerveza de mantequilla, deseando que fuera una bebida de verdad. Esperaba que Harry entendiera completamente a qué se estaba refiriendo. Fue absolutamente obvio cuando la comprensión llegó al joven.
—Porque cuando ellos me tocan no es tan personal como cuando tú… —levantó la vista, asombrado—. Ya lo sabías —su respiración se aceleró ligeramente. Ni siquiera sabía cómo le había costado tanto; todo el tiempo había estado hablando como si lo supiera todo—. ¿Hace cuánto lo sabes? ¿Es por eso que tú no… nosotros no…?
—Tranquilízate, Harry —musitó en un tono calmante, y al girarse en el sofá para enfrentarle, encontró una angulosa caja presionando incómodamente contra su muslo. La ignoró de momento, y se dedico a tratar de serenar al disgustado hombre sentado a su lado—. Le pregunté al señor Nott sobre el ataque. No creo que él hubiera planeado contármelo, pero… —su voz se volvió baja y calmada, pero amenazante—… puedo ser muy persuasivo —Harry se estremeció—. Creo que quedó convencido de que sería muy poco inteligente discutir esa noche en particular con alguien más. Sus detenciones fueron… diremos que nostálgicas, para Argus Filch.
Harry recordó que Filch siempre hablaba sobre lo buenos que eran los viejos días, cuando los castigos eran un disuasivo apropiado para los infractores de reglas. Extraño los gritos, le había escuchado decir unas cuantas veces durante sus años en la escuela. Ciertamente, Ron y él habían tenido suficientes detenciones como para escuchar las divagaciones del conserje. Ahora comprendía que Severus se había asegurado de que Nott fuera adecuadamente castigado por su crimen. Era casi divertido, pero no de momento.
>>¿Quieres hablarme sobre eso? —preguntó el maestro de Pociones, suavemente.
Harry respiró profundamente, liberando el aire con un suspiro.
—En realidad, no hay mucho que contar —hizo una pausa, notando que Severus estaba apretando su mano. Eso era más reconfortante de lo que hubiera esperado—. Luchamos por un rato. Él estaba prácticamente trastornado para el tiempo en que los otros dos se fueron —mientras hablaba, Severus no estaba seguro de lo que quería decir con eso de que los otros se habían ido, pero no quiso interrumpir—. Yo estaba siendo retenido por Nott y unos hechizos de atadura, cuando él comenzó a gritar sobre su padre, y que yo no era tan malditamente especial como ‘El Salvador’ debía ser. No sé si todo eso era sobre el hecho de que su padre fuera enviado a Azkaban, o de que yo sólo era un mago promedio que no merecía toda la fama que tenía. Estaba determinado a demostrarme que era un inútil, y que podía hacer conmigo lo que deseara —explicó con bastante calma.
—¿Qué era lo que quería hacer? —gentilmente, el mayor le animó a continuar.
—Creo que ni siquiera él sabía lo que quería hacer. Sólo me tocó torpemente, y pareció inseguro acerca de cómo seguir. Yo sólo deseaba gritar —clavó su mirada en los ojos negros—. En ningún momento recordé a Nott mientras me tocabas. Sé que ésa es la razón de que la doctora Erin pensó que debería decírtelo, pero tus movimientos siempre son sinuosos y cuidadosos, nada como los de él —suspiró, mientras Severus ponía un mechón de cabello tras su oreja, acariciando su rostro.
Con su mano todavía acariciando el rostro del joven, lo atrajo más cerca. Con las mejillas pegadas, se abrazaron uno al otro. Harry se inclinó ante el toque, y se estremeció al escuchar esa voz susurrando a su oído. La cálida respiración le bañó, pero no escuchó las palabras, sólo la tranquilizante voz que le enviaba hacia el dulce olvido. Siguió sin darse cuenta de lo que el hombre decía, hasta que creyó escuchar una risita y unas palabras acerca de perder puntos para su Casa.
Severus sacó la cajita que había estado presionando contra su pierna, sorprendiéndose al ver que se trataba de un pensadero. No creía que Harry hubiera tenido una visión desde que se mudara allí, Albus lo hubiera mencionado. La caja estaba etiquetada ‘Mortífagos Atacan Jugadores de Quidditch’. Al mirar el rostro de Harry, supo lo que había en ese pensadero, pero quiso confirmarlo.
—¿Es lo de Nott? —preguntó. Harry asintió—. Si el ataque ya no te perturba, ¿por qué está en un pensadero? —indagó, preocupado al pensar que Harry pudiera estar ocultándole algo. Sabía que algunos doctores hacían que sus pacientes utilizaran pensaderos para deshacerse de algunos recuerdos inquietantes.
Harry deseaba desesperadamente que Sev supiera que no estaba tan afectado como la caja sugería.
—Está ahí para que yo pueda verlo, manteniendo el recuerdo tal como fue, para así evitar que distorsione los hechos en mi mente. No es porque desee ocultarlo. Supongo que lo miraré eventualmente, sólo que aún no he tenido tiempo —habló muy rápido, antes de respirar profundamente—. Ella dijo que probablemente me sorprenda al ver cómo Ron y yo luchamos contra esos tres. Supongo que tiene razón.
—Me he estado preguntando lo mismo, cómo es que ustedes dos se las arreglaron ese día. No había notado que eras tan eficiente sin una varita —comentó Sev, impresionado.
—Mi primo era campeón de boxeo en su escuela.
—¿Entrenaban juntos con frecuencia? —preguntó, pero le sorprendió el repentino bufido de risa de Harry. “Pregunta estúpida”, pensó.
—¿Entrenar? —se echo a reír—. No. Habitualmente, era capaz de escapar del bastardo, pero luego de que ya no fue seguro para mí abandonar la casa con tanta frecuencia, era difícil esquivarle. Entonces, Sirius nos enseñó a luchar, a Ron y a mí —Harry levantó la ‘caja de cerebro’—. Pensé en Sirius, mientras peleábamos ese día en los vestuarios. Pensé que él estaría orgulloso si les pateábamos los traseros, aunque estuvieran armados —declaró con una sonrisa. Miró a Sev, y luego a la caja una vez más—. ¿Quieres verlo? —preguntó, pensativamente, sosteniendo la caja en su mano abierta.
Severus miró la caja y luego los ojos verdes. Quería verlo, pero nunca hubiera pedido mirar algo tan personal. ¿Harry realmente deseaba que lo viera? ¿Tal vez para mostrarle lo bien que había peleado, o para enseñarle lo que Nott había hecho y superarlo?
—¿Estás seguro? —preguntó tentativamente.
—Creo que sí. No necesitamos más cosas entre nosotros, haciendo todo más difícil —dijo con voz cansada. Había sido un largo día. Había ofrecido a Severus verlo sin reflexionar; ahora, era demasiado tarde. El hombre propuso agrandar el área de visión, para que pudieran observarlo juntos, pero el Gryffindor declinó. Podría verlo otra noche. Sev se puso más cómodo, mientras Harry tocaba el círculo de la caja con su varita.
—Bola de mierda.
El maestro de Pociones prefirió no hacer comentarios acerca de la elección de contraseña, o del hecho de que ahora Harry estaba cómodamente acostado en el sofá, con la cabeza en su regazo.
—¿Cómodo?
Vale, escueto comentario.
—Humm. Cuando todo termine, de verdad que me gustaría dejarlo atrás. Es decir, al menos que tengas alguna pregunta después que lo veas, preferiría no volver a discutirlo.
Severus comprendió. Bajando la vista, pudo observar una bronceada mano sobre su muslo, al lado del rostro de Harry. En ese momento, se sintió increíblemente protector, y frotó el hombro del joven mientras observaba girar el brillante líquido, comenzando a formar una imagen. Ocasionalmente, Harry casi podía decir qué parte estaba viendo el profesor, porque se detenía la mano que frotaba su brazo. En un punto, la caricia se convirtió en un suave apretón, que se hizo cada vez más fuerte. Un somnoliento gemido alertó a Severus de la fuerza de su agarre, y le soltó. Le llevó un buen rato ver toda la pelea y el final en la oficina de Dumbledore. Sev podía asegurar que Harry se había quedado dormido, o hubiera tenido que notar cuan tenso estaba al final del recuerdo. Ahora, no estaba seguro de que el castigo de Nott hubiera sido suficiente. Ver a alguien tocando a Harry de ese modo le puso furioso. En su furia, no se dio cuenta que el líquido no se ponía negro de nuevo, como había esperado; una nueva imagen se estaba formando. Había otro recuerdo en la caja.
Ciertamente, Harry conocía el contenido de ese pensadero, y si no hubiera querido que viera ese recuerdo, lo hubiera mencionado. Pasó una mano por el cabello del joven dormido antes de volver a bajar la vista hacia la caja. Quizás ese recuerdo estuviera relacionado con el ataque.
Se encontró a sí mismo en una zona verde; era un parque con niños jugando. Buscó a Harry, sabiendo que tenía que estar en el recuerdo, pero no le veía por ninguna parte. Una mujer sentada en una banca, observaba a dos niños jugar en una caja de arena. Uno tenía el cabello rubio; el otro, marrón oscuro. El niño rubio parecía unos años mayor. Un tercer niño pronto se les unió, mientras las madres intercambiaban cumplidos.
—Este pequeño ángel es mi Dudley —dijo la mujer, palmeando con cariño la cabecita del rubio—. Cumplirá cinco el mes que viene.
Severus sabía que había oído a Harry mencionar el nombre de Dudley, y se dio cuenta a quién estaba viendo cuando el otro pequeño sacudió un montón de arena de su cabello, mostrando una cicatriz con forma de rayo. Era Harry de niño. Era muy pequeño y tranquilo, ni siquiera había emitido un sonido cuando su primo había lanzado arena sobre su cabeza.
>>Oh, ése en mi sobrino, también tiene cinco. Ahora, Didums, juega con tu nuevo amigo. ¿Quieres un poco de jugo, dulzura? —preguntó la señora Dursley, empujando un pequeño pitillo en un envase de jugo.
—Tengo uno extra si su sobrino quiere —ofreció la mujer, al ver que Petunia no le había dado al otro niño. Harry sonrió a la mujer y extendió su manita.
—No, gracias —dijo Petunia con tono agradable—. Es diabético —agregó rápidamente como explicación. Harry retiró su mano al notar el ceño fruncido de su tía—. Recuerda dónde está el agua —dijo, señalando el bebedero público a la distancia.
Harry abandonó la caja de arena y caminó hasta el bebedero. Le llevó un rato, ya que se detuvo a observar varias cosas por el camino. Para cuando llegó, sus pequeñas manos estaban llenas de piedras, bellotas y esas cosas. Después de varios intentos de presionar el botón del surtidor con su manita llena de piedras, notó con alivio que una mano le ayudaba. Una mano mugrienta cubría la suya, presionando el botón. Harry agradeció al hombre y bebió. El hombre continuo sosteniendo su mano una vez hubo terminado.
—¿Ése es tu hermano? —preguntó el sujeto, que se veía mugriento. Harry sacudió la cabeza, negando, y miró hacia su primo y tía, esperando que ella le llamara. No le agradaba que ese extraño siguiera sosteniendo su mano, pero no sabía qué hacer sobre eso—. Él no estaba siendo muy agradable contigo; yo no sería malo contigo —Harry no sabía qué contestar. Observó mientras el hombre se arrodillaba a su lado. Tenía unos pantalones cortos muy grandes, que le permitieron mostrarse fácilmente—. ¿Quieres tocar? —Harry permaneció en silencio, pero negó vigorosamente con la cabeza. Sus pequeños ojos se abrieron de par en par mientras el hombre siguió sosteniendo su mano, y acariciándose con la otra—. Está bien, no tienes que tocar, basta con que observes.
Harry observó al hombre con incertidumbre. Odió que sus propios shorts fueran tan grandes, cuando el hombre sugirió que también se mostrara y le ofreció ayudarle a quitárselos. No sabía lo que iba a hacer si ese sujeto trataba de tocarle. Bajó nuevamente su preocupada mirada hacia sus enormes pantalones, pero, repentinamente, el hombre dejó de tocarse y le soltó, cuando un hombre grande y robusto se acercó a ellos. El tío Vernon había llegado al parque para recogerles.
—Vete al carro, niño —bufó, mirando con desagrado al asqueroso hombre. Mientras Harry se reunía rápidamente con su primo y tía, el líquido plateado giró y la imagen salió de foco.
Severus selló la caja de recuerdos con su varita y la colocó en la mesa, haciendo hasta lo imposible para no perturbar al joven acostado en su regazo. Era todo lo que podía hacer para no lanzar el pensadero a la otra punta de la habitación. Estaba furioso. Lo mínimo que deseaba era agarrar el cuello del hombre y estrangularle con sus propias manos. Bajó la vista hacia Harry, deseando sostenerle por siempre entre sus brazos, protegerle del dolor. Era tarde. Se levantó, perturbando al joven lo menos posible, y comenzó a quitarle las medias, dejándolas en el piso junto a los tenis. Levantó al dormido Harry y le llevó hasta la habitación. El muchacho suspiró, acurrucándose contra Sev, contento. Fue vagamente consciente de que sus ropas eran transformadas en ropa de dormir.
—Duerme bien, amor. Me quedaré contigo por siempre, si eso significa que puedo protegerte de los demonios de nuestras vidas —susurró mientras le arropaba. Harry giró y abrió ligeramente los ojos.
—Hmmm… te escuché, ¿que decías? —dijo una voz somnolienta con palabras enredadas.
—No es nada, vuelve a dormir.
—No me quitarás puntos de nuevo, ¿verdad? —preguntó, divertido, y apenas un poquito más despierto.
Sev no contestó, pero Harry estuvo seguro de haber sentido una oleada de magia pasar sobre él. Al llegar la mañana, descubriría que Sev le había hecho dormir con unos pijamas de Slytherin. Estaban a mitad de la sesión de entrenamiento cuando Albus arribó al edificio, como Severus había mencionado que haría. Se sentó en una silla, que había transformado a partir de una paca de heno, mientras Harry enfrentaba a su pareja. Kieran transformó una pajita en un palo liso y la lanzó al hombre desarmado.
—Atrápala, Snape. Harry, él tiene una varita, quítasela —fueron las instrucciones gritadas por Kieran desde un costado.
El maestro de Pociones atrapó la falsa varita y de inmediato fue derribado a tierra. Albus observaba, encantado. Kieran miraba a los otros dos con interés. Harry estaba haciendo un trabajo limpio, pero lo que llamó la atención a su instructor, fue el hecho de que el joven no se entretenía como hacían los otros. Muchos de los aprendices que había entrenado antes, también habían tenido a Snape como profesor; sin embargo, no habían tenido tanta prisa en lanzarse contra él. Habían contado con algunas excepciones que tenían algunos conocimientos de lucha, pero esto era diferente. Kieran tenía buen ojo, y quería descifrar esta nueva incógnita.
Cuando fue claro que Harry no arrebataría la varita a Severus ese día, Albus conjuró una bandeja de emparedados para los hombres, y todos tomaron un respiro. El más joven de los presentes miró la comida con recelo, y no la probó hasta que Sev le aseguró que era seguro comer. Albus habló con él sobre sus amigos, y de lo entusiasmado que estaba Ron pues pronto empezaría su entrenamiento como Auror. Harry mencionó una actividad que jugaban en el Ministerio para que los futuros aurores se familiarizaran unos con otros. Se rió, comentando que era fútil, y que se alegraba que Kieran y Severus no hicieran ese tipo de cosas. El brillo en los ojos de Albus fue la primera indicación de que había metido la pata. Se encogió sobre si mismo cuando Severus le lanzó una furibunda mirada.
—Pienso que es una maravillosa idea, Harry —comentó Albus, alegremente—. Aquí tienen papel y plumas. Creo recordar de qué va el juego. Todos tienen que escribir cosas que quisieran preguntar, y colocarlas frente a la persona a quien quieren preguntarle. Cuando sea su turno, levantarán una pregunta de su montón y la contestarán con honestidad. Los demás deben tratar de suponer si es su pregunta solamente con esa respuesta. ¿Todos entendieron?
Kieran esbozó una sonrisa malvada y empezó a escribir preguntas.
—Esto va a ser divertido, Snape.
Poco después, Kieran y Severus habían puesto varias preguntas en frente del otro, cada una más vergonzosa que la anterior. Ocasionalmente, recordaban escribir una pregunta o dos para Harry. Divertido, Albus observó cómo los últimos papeles eran colocados en un montón.
—Me temo que tengo una reunión a la que asistir, no puedo quedarme —comentó el anciano. Su silla volvió a ser una paca de heno, mientras se preparaba para partir—. Antes de irme, pienso que esas preguntas pueden mezclarse un poco —con un movimiento de varita, los papeles colocados frente a los tres hombres giraron en el aire, mezclándose y flotando hasta formar un sólo montón—. Que tengan buen día, caballeros —movió la mano, alegre, y desapareció con un chasquido.
Ahora, los tres miraban la pila de papeles, conscientes de que habían preparado las preguntas para personas específicas.
—Tú primero, Harry —dijo Kieran, mientras Severus murmuraba algo sobre vejestorios manipuladores.
El joven levantó el primer papel.
—Mi cicatriz —contestó. Severus entrecerró los ojos pero no hizo comentarios.
—Esa fue mi pregunta a Snape: ‘¿Cuál es tu rasgo más prominente?’, ¿verdad? —indagó Kieran.
Harre negó con la cabeza y miró la tarjeta.
—¿Qué rasgo cambiarías con hechizos de ocultación? —leyó, empujando el cabello detrás de su oreja mientras tocaba brevemente la cicatriz de su cuello, como si comprobara que no estaba escondida.
—Creo que todos sabemos la respuesta a ambas preguntas en mi caso —intervino Severus, frotando su pulgar contra la punta de su nariz. Harry no pudo evitar reírse entre dientes—. Creo que es tu turno, Kieran.
El hombre se echó a reír y, en lugar de contestar, leyó en voz alta el papel que le tocó.
—¿Por qué aquella bruja te golpeó con su bolso la semana pasada?
Severus sonrió y se acomodó, esperando la respuesta. Harry, divertido, también aguardó.
>>Me golpeó porque yo –te recuerdo que ese día estaba bebido – ofrecí curarle su garganta irritada. ¿Cómo iba a saber que ella siempre hablaba así? He escuchado mejores sonidos de los reptiles —levantó el siguiente papel y se lo tendió a Severus—. Tu turno, Snape.
El Slytherin rió.
—Callos —contestó.
Kieran lució decepcionado por no haber conseguido una buena pregunta para su amigo.
—Demonios, ésa fue mi pregunta para Harry: ¿Qué comida odias más?
Harry murmuró la palabra ‘espinacas’, mientras leía la siguiente tarjeta. Hizo una pausa antes de contestar la inesperada pregunta.
—Quirrell.
—¿Tu profesor mas odiado? —saltaron Kieran y Severus a un tiempo, antes de echarse a reír por haberle hecho la misma pregunta
Harry sacudió la cabeza débilmente, negando.
—¿Quién fue tu primer muerto? —declaró llanamente.
—Esa pregunta no era para ti —musitó Severus en tono suave—. Kieran y yo teníamos doce años y estábamos intentando matar chinches, cuando él maldijo por accidente a su mascota, una rana —explicó.
Harry les miró con incredulidad.
—Oh, es cierto, lloré por una hora, lo hice —recordó Kieran—. Herman era una buena rana. El sonido cuando croaba era mejor que el de la vieja arpía de la semana pasada en el pub —declaró, mientras los otros reían.
Los tres estuvieron de acuerdo en que ya habían sido suficientes preguntas y regresaron al entrenamiento. Continuaron por un rato hasta que terminaron agotados; luego se dedicaron a discutir sobre los hechizos que querían que Harry aprendiera.
El joven aprendió muchos hechizos, encantamientos y maldiciones nuevos durante las siguientes semanas: entre estudiar para el entrenamiento y sus clases sobre Cultura y Tradiciones Mágicas, había estado muy ocupado. Ron había comenzado su entrenamiento como Auror y Hermione pasaba mucho tiempo con su familia, antes de empezar sus nuevos estudios. Harry pasaba tiempo con Severus, pero eso se había convertido en un tema doloroso para él, agravado por el hecho de que no tenía nadie con quien conversarlo.
Parecía que siempre que estaba con él, Severus tenía un límite de tiempo. O tenía una reunión con Albus, o una poción que preparar en el castillo; por una razón u otra, nunca pasaban mucho tiempo juntos. Apenas el suficiente para un rápido encuentro, donde a veces uno de ellos, o ambos, se liberaría, pero casi nunca en una cama. Estaba seguro que Severus estaba haciendo todo lo posible para evitar que avanzaran hasta llegar demasiado cerca del sexo. Harry estaba desesperado. Una parte de él deseaba decirle a Sev que sabía lo que estaba haciendo y que, por favor, simplemente se quedara cerca, que él no le presionaría; pero otras veces, sólo deseaba gritar: ¡Fóllame Ya!
| |
|