La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Death Eater takes a Holiday. Capítulo 57-I. Espontaneidad y consecuencias-Parte I

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alisevv

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MensajeTema: Death Eater takes a Holiday. Capítulo 57-I. Espontaneidad y consecuencias-Parte I   Death Eater takes a Holiday. Capítulo 57-I. Espontaneidad y consecuencias-Parte I I_icon_minitimeVie Jul 08, 2011 5:19 pm

Death Eater takes a Holiday. Capítulo 57-I. Espontaneidad y consecuencias-Parte I Blufire Death Eater takes a Holiday. Capítulo 57-I. Espontaneidad y consecuencias-Parte I Blufire Death Eater takes a Holiday. Capítulo 57-I. Espontaneidad y consecuencias-Parte I Blufire Death Eater takes a Holiday. Capítulo 57-I. Espontaneidad y consecuencias-Parte I Blufire
Death eater takes a holiday
Capítulo 57-I

Espontaneidad y consecuencias -Parte I
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—Ey, ven Sev. Sé que quieres —Harry yacía desnudo sobre la cama, esperando engatusar a su amante. Severus enderezó el cuello, manteniendo sus ojos apartados. Se sentía muy tentado.

—Estoy vestido y hay cosas que debo atender antes del desayuno, además de una reunión con Albus —declaró con firmeza—. Deberías haber pensado despertarme un poco antes; hubiera estado feliz de complacerte.

Harry puso los ojos en blanco.

—Un rapidín. Te juro que no demoraré en absoluto —suplicó mientras frotaba lentamente su polla, separando las piernas lascivamente.

Severus se acercó al guardarropa a buscar un gran recipiente que Harry no reconoció, aunque esperaba que fuera lubricante. El hombre empapó sus dedos con el líquido viscoso antes de regresar el recipiente a su lugar. Harry se lamió los labios con anticipación.

El maestro sonrió, frotando sus manos mientras su pareja observaba cada uno de sus movimientos. Trató de no reír ante la completa decepción de Harry cuando aplicó el producto a su oscuro cabello, haciéndole menos atractivo de lo que había sido un momento antes.

—Vale —se enfurruñó el joven—. Lo atenderé yo mismo —hizo un puchero, sonando como un niño al que le habían negado un dulce.

Severus rió ante esto. En lo que a él respectaba, Harry era justo eso, y él era el dulce.

El joven caminó hacia el hombre, presionando su desnudez contra sus túnicas de maestro.

>>Cretino grasiento —le besó con fuerza antes de girar en redondo, alejándose. Severus uso toda su fuerza de voluntad para evitar lanzar a su chico sobre la cama y follarlo contra el colchón—. Voy a tomar una ducha y hacerme una paja —anunció—. ¡Y voy a estar pensando en alguien más! —agregó antes de cerrar la puerta del baño de un portazo.

Si alguno de ellos hubiera podido ver a través de la puerta, hubiera visto a su pareja riendo. Severus sacudió la cabeza ante las travesuras de su amante y salió hacia su oficina.

—Regresaré, tengo algunas pociones de repuesto para ti —informó.

—Bien —contestó, sacando la cabeza del baño con un cepillo de dientes en la boca—. Si no voy a conseguir follar, al menos puedo usarte para obtener pociones.

—De hecho —la sonrisa de Severus se apagó ligeramente al darse cuenta de que era su cepillo de dientes el que Harry estaba usando.


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La sonrisa complacida que había reaparecido en el rostro de Severus mientras almacenaba una caja de pociones para Harry, fue instantáneamente reemplazada por una máscara de indiferencia cuando escuchó que tocaban en la puerta de su oficina.

—Adelante —concedió, luego de lanzar un rápido hechizo para cerrar y proteger la puerta que comunicaba con sus aposentos privados.

—¿Profesor?

—Sí, señor Flynn —su aversión por el estudiante era evidente. Era un Ravenclaw, pero en su opinión debería haber sido Slytherin.

Los ojos del muchacho se clavaron en la caja que estaba sobre el escritorio. Severus la cerró rápidamente, reprendiendo a Flynn por no meterse en sus propios asuntos. Dado que las pociones contra el dolor y los relajantes musculares eran tan comunes, cualquier estudiante de Pociones de los niveles altos podría reconocerlas con facilidad.

—Señor, he pensado que debería ser excusado de mis clases del lunes próximo. Estuve analizando el programa de este trimestre y vi que se van a elaborar pociones para la memoria. Dado que soy alérgico a las plumas de Jobberknoll…

—Esa poción en particular se acostumbra hacer en parejas. Seguramente, su compañero podría manejar los ingredientes —su sonrisa malvada estaba en su lugar; estaba disfrutando mucho esto. Era un hermoso fin de semana, y los estudiantes encontrarían especialmente brutal la clase de Pociones del lunes en la mañana luego de su paseo a Hogsmeade—. Pero, considerando su alergia natural, puedo ver que usted considere eso apropiado, señor Flynn. Ciertamente, la seguridad y salud de un estudiante es de primerísima importancia.

El chico sonrió, alegre de haber conseguido su objetivo.

—Gracias, Señor. Me aseguraré de conseguir la tarea que asigne para estar apropiadamente preparado para la clase del miércoles —sacando un pergamino de su bolsillo, agregó—: terminé mi asignación para el lunes, ¿le gustaría recibirla ahora? —preguntó con entusiasmo.

Severus sonrió, lanzando un vistazo superficial al pergamino. Levantó una pluma y la sumergió en la boca de la serpiente de metal que fungía como tintero. Corrigió un error y volvió a enrollar el ensayo.

—Cinco puntos para Ravenclaw, por anticiparse.

La sonrisa del chico se amplió.

>>Le esperaré quince minutos antes de la clase del lunes, para poder lanzarle una esfera de contención que le protegerá de los efectos nocivos de los ingredientes del día.

La sonrisa de Flynn murió.

—Sí, señor —sus hombres se hundieron en derrota.

—Tome —Severus le devolvió el pergamino—. No hay necesidad de que pierda puntos por un error en una tarea que no tiene que entregar hasta el lunes —dijo con voz sedosa.

El chico se escabulló de la oficina. No sólo no había conseguido escaquearse de la clase, sino que ahora tenía que presentarse más temprano y encima corregir su tarea. Después de todo, si el Profesor era capaz de encontrar un error de ortografía con sólo un vistazo, era seguro que todo el ensayo debía ser nuevamente revisado.

“Si tengo que estar aquí el lunes temprano, lo haré” , pensó Severus.
Se sentó ante su escritorio, observando la pila de trabajos que no había terminado de corregir la noche anterior. Con un suspiro derrotado, levantó el primer pergamino. Tres líneas, no pudo leer otra palabra de las estupideces que su alumno de segundo año había entregado como tarea. Tendría todo el domingo para corregir, ya que Harry estaría ocupado.

“¿Qué demonios estoy haciendo aquí cuando tengo un ardiente y desnudo chico de dieciocho años en mi ducha?”

Abriendo rápidamente la puerta interna, regresó a sus aposentos privados. Un fluido movimiento más tarde, varios hechizos habían sido lanzados, entre ellos uno de silencio.

Harry estaba reclinado contra la pared de la ducha, complaciéndose a sí mismo. Con un sobresalto, gritó y arqueó la espalda, sintiendo cómo el hechizo de preparación distendía sus músculos. Su respiración se hizo más difícil ante la sensación de hormigueo provocada por el hechizo. Se corrió en el sitio.

Severus estaba parado en el umbral de la entrada, con la varita en la mano. Gruñó, lamiéndose los labios ante la vista de la reacción de Harry al hechizo, observando su clímax. El joven se giró para ver a su amante; gimió al observar que Sev se deshacía de su ropa con un hechizo y se acercaba a él como relámpago.

—¡Lubricante! —gritó el maestro de Pociones, bajando su varita antes de saltar dentro de la ducha. Harry jadeó, sintiendo su trasero repentinamente resbaladizo a causa de la preparación mágica. Severus tomó ventaja, saqueando su boca abierta. Después de largo rato, dejó ir la jadeante boca a favor de mordisquear la línea del suave cuello, antes de darle la vuelta abruptamente.

—¡Oh, Dios mío! —jadeó Harry sin aliento, sintiendo cada pulgada de Severus entrar profundamente en su interior—. Sí —gimió, alentándole. Su polla, presionada contra la pared, pulsaba con renovado interés mientras era embestido sin piedad.

Severus apoyó un codo en la pared al lado de su pareja mientras su otro brazo rodeaba su cintura, atrayendo su ansioso cuerpo contra él con cada embestida. Harry gritó y tembló de placer cuando Sev mordió su hombro con fuerza al mismo tiempo que conseguía rozar su próstata.

Sintiendo que estaba cerca del fin, el hombre alcanzó la polla de Harry, solo para ser apartado. El muchacho quería hacerlo por sí mismo, permitiendo que Severus se concentrara exclusivamente en embestir, follándole con todo lo que tenía.

—Más duro —jadeó, su frente presionada contra la pared.

Al escuchar la súplica de su amante, o más bien su exigencia, Sev le complació con vigor. Abandonándose completamente a las sensaciones, gruñó con cada fiera embestida. Harry estaba perdido en su éxtasis, sintiendo cómo su pareja se dejaba ir. Los sonidos guturales eran cada vez más frecuentes. Todo lo que podía hacer era acariciarse en el pequeño espació que quedaba entre él y la pared.

—Quiero que te corras —ordenó Severus.

Un ‘sí’ jadeado fue todo lo que el otro logró pronunciar. Gritó mientras su cabeza se inclinaba de lado ante el jalón en su cabello, dejando expuesto su cuello para que Sev pudiera chupar el punto sensible detrás de su oreja; el pequeño resto de cicatriz que Harry había dejado justo con ese propósito. El paso cambió de las largas y fieras embestidas a un ritmo más corto y rápido mientras ambos alcanzaban el explosivo clímax.

Harry continuó jadeando, presionando contra la losa fría de la pared de la ducha. Su cuerpo continuaba convulsionando al tiempo que regresaba de lo que había sido realmente, en su opinión, el sexo más fenomenal que había tenido jamás. Comenzó a deslizarse hacia el suelo, pero fue sostenido en alto y girado. Permitió ser movido y manipulado; se sentía feliz de estar apoyado en los fuertes brazos de Sev, inclinado contra su pecho, sintiendo el latido de su corazón a través de su mejilla. El agua de la ducha salpicaba un lado de su cara, pero no le importaba lo más mínimo.

—Puede que nunca vuelva a caminar —musitó feliz contra el pecho de Sev.

Su suspiro complacido fue interrumpido por un hechizo sin varita que le limpió de más maneras de las que le preocupaba pensar. Inicialmente, quiso quejarse, pero al enfocarlo de otra manera, pensó que lo que era bueno para el pavo era bueno para la pava. Con montones de champú y dedos masajeando, dejó el cabello de Severus libre de pegotes. Presionó sus labios contra los del hombre y le empujó para que el agua enjuagara su cabello, llevándose ese horrible producto y las burbujas de champú. El maestro dijo algo, pero sus palabras eran confusas. Harry continuó besándole bajo la cascada de agua sobre sus cabezas.

—¿En quién estabas pensando antes de que yo llegara? —ronroneó Severus, sus brazos cerrados alrededor del joven cuerpo.

—Estaba pensando en mis propias manos —contestó, impasible. El Slyterin alzó una ceja interrogante.

—Creí haberte oído decir que pensarías en alguien más —bromeó, azuzando a su pareja para que le dijera.

—Hmm, lo pensé, y también había planeado gemir el nombre de alguien más, pero cuando me di cuenta de que realmente no te ibas a reunir conmigo, decidí pensar en mí mismo —dejó escapar una risita—. Estaba imaginando que me hacía una paja frente a tu escritorio y me corría sobre los ensayos que estabas corrigiendo.

Severus pudo sentir la risa contra su pecho.

—Menos mal que no lo hiciste, esta mañana vino un estudiante. Sugiero que mantengas tus pociones bien ocultas hasta que regreses a casa —no se molestó en dar más explicaciones, sabía que Harry confiaría en él sobre ese asunto.

Teniendo muy poco tiempo para la reunión con Albus, Severus se seco y vistió con rapidez. Harry regresó a su habitación por la red flu para rescatar sus zapatos.

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Después de echar un vistazo en su salita de estar, Harry pudo ver a Dudley desde la chimenea. Seguía durmiendo en el suelo, en el mismo lugar en el que le habían dejado. No se escuchaba más sonido que los ronquidos de su primo, por lo que decidió que no tenía sentido ir demasiado temprano a su casa. Cerró la red flu y se fue a conseguir algo de comer.

—Buenos días —saludó a Albus, radiante, mientras atravesaba su oficina para ir a desayunar. La sonrisa del anciano se amplió; era bueno ver a Harry luciendo tan contento.

—Buenos días para ti, mi muchacho —contestó—. ¿Te quedas a desayunar? ¿Pongo un lugar para ti en la mesa principal?

—Estoy hambriento —introdujo la mano en el recipiente que el Director tenía sobre su escritorio, metiéndose cuatro caramelos de limón en la boca—. Hmm, gracias por la oferta, pero voy a ver si Ginny anda por ahí. Es demasiado extraño sentarme en la mesa principal. La última vez que lo hice, pensaron que iba a ser el próximo profesor de Defensa —bufó de risa ante el pensamiento—. Te veré en el desayuno.

Luego de cerrar la puerta tras él, dio un paso para montarse en la escalera de caracol cuando se dio cuenta que iba por la ruta equivocada. Severus estaba en medio de su camino.

—Vaya, ¡mira que encontrarte aquí! —canturreó con un guiño. Antes que el hombre pudiera replicar, le atrajo para besarle—. Eres asombroso —susurró a su oído.

—Claro que piensas que lo soy, no tienes nadie con quien compararme —sonrió Severus, consciente de que había sido el único que había tenido el placer de las atenciones del héroe del mundo mágico.

—¿Estás sugiriendo que debería explorar mis opciones? ¡Que no podría estar verdaderamente seguro de cuán grande eres sin follar con unos cuantos tíos, para poder comparar apropiadamente? —bromeó descaradamente—. Ya sabes… creo que Colin Creevey me podría ayudar. Siempre andaba siguiéndome —puso expresión de estar considerándolo.

Habiendo alcanzado el tope de las escaleras, Severus continuó caminando, obligando a Harry a marchar detrás. Observó cómo el joven se esforzaba por mantener el equilibrio cuando le empujó hacia atrás, presionándole contra la puerta de la oficina de Albus.

—Tus opciones no son tan amplias como piensas —gruñó posesivamente—. Primera: puedes continuar conociendo únicamente mis caricias, y confiar en que estás en las manos más capaces, o… —sonrió malvadamente—… segunda: puedes pensar en otros hombres mientras vivas encadenado a mi cama por el resto de tus días.

—Ésa no es una elección fácil. A su manera, ambas son atrayentes. ¿Podríamos volver a hablar sobre eso? —acentuó cada oración con besos a lo largo de la mandíbula de Severus.

—Infórmame de tu decisión —replicó secamente.

—Ya sabes, pareces tener cierta atracción hacia el exhibicionismo, o como sea que lo llames, cuando haces cosas en frente de la gente sin que ellos lo noten. Conmigo encadenado a tu cama, perderías tus oportunidades para eso. Aunque, ahora que lo pienso, ha pasado un buen tiempo desde que no haces nada como eso —comentó, rodeando con sus brazos la cintura de Severus.

—Yo no estaría tan seguro —el hombre le besó suavemente—. Sospecho que Albus puede ver a través de la puerta.

Severus se permitió reír sonoramente cuando Harry abrió los ojos como platos y giró sobre sus talones para mirar la puerta, como si esperara ver a Albus parado detrás de él, antes de bajar las escaleras apresuradamente.


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Harry llegó al comedor en menos que canta un gallo. Había hecho una buena marca mientras intentaba dejar de pensar en su guardián observando cómo besaba a Severus. Sacudió la cabeza, desechando el pensamiento de Albus mirándoles con interés. Con un estremecimiento, se calmó para echar un vistazo por el Gran Comedor.

Ginny todavía no había bajado a desayunar. Allí estaba la simpática chiquilla de primer año, Jessica, pero no podía imaginar conversar con ella mientras en su mente estaba la imagen de sí mismo encadenado a la cama de Severus. Una caminata hasta la torre Gryffindor seguro le haría bien.

Al llegar a la entrada de la sala común, saludó a la Dama Gorda con cortesía. No le preocupaba demasiado la contraseña; pronto alguien saldría para ir a desayunar. Como era previsible, el retrato se abrió, revelando —de entre todas las personas posibles— a Colin Creevey. Harry mantuvo el rostro serio, dándole los buenos días al chico de séptimo año. Colin sonrió ampliamente con un muy feliz ¡Hola, Harry! Era evidente que deseaba desesperadamente seguirle al interior de la sala común, pero no fue lo bastante rápido como para pensar una buena excusa para regresar a la torre.

Harry se reclinó contra el espaldar de un sillón, aguardando a que Ginny bajara de su dormitorio. Cuando llegó, venía acompañada de otra chica, conversando sobre diversas cosas.

—Hola, Harry —saludó, feliz, antes de recordar que el joven había terminado la escuela y ya no vivía allí. Se tapó la boca con la mano, avergonzada, antes de echarse a reír de sí misma y darle un gran abrazo.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Buscando una cita para desayunar. Todavía no he tenido suerte. ¿Qué estás haciendo tú? —bromeó.

Ginny soltó una risita y se volvió bruscamente, sintiendo que su amiga le daba un discreto pellizco.

—Oh, perdona, Harry; ésta es mi amiga Maggie. Maggie, Harry —les presentó, y ambos se inclinaron con cortesía, mientras las mejillas de la chica se coloreaban.

Los tres se dirigieron a desayunar, hablando de cosas diversas. A mitad de camino, las escaleras en que estaban comenzaron a moverse. Convenientemente, fueron a donde ellos necesitaban. Antes que se detuvieran, Harry notó que un chico les estaba esperando. Era alto y lucía su cabello marrón bastante corto; era muy atractivo, en su opinión. El joven se veía nervioso, sus ojos pasando de Harry a las dos muchachas, evaluándolos. Harry continuó hablando con las chicas como si no hubiera notado al joven. Trató de evitar el contacto visual. Odiaba que su relación con Sev fuera un secreto. Le dejaba sin excusas cuando la gente se le acercaba. Si la expresión en el rostro del muchacho era una pista, llevaba algún tiempo nervioso para cuando las escaleras llegaron.

—Hmm, ah, hola —saludó con una sonrisa, como si esas tres cortas palabras hicieran una oración.

—Hola, Carl —contestó una alegre Ginny, con una sonrisa más grande de la que Harry le había visto en mucho tiempo.

—Hola, Gin, Maggie, umm… —su voz se apagó mientras su mirada seguía yendo de una persona a otra con nerviosismo.

—Carl, éste es mi amigo, Harry —continuó Ginny, feliz. El joven de ojos verdes agradecía que ella nunca usara su apellido al presentarle a alguien. Todos le reconocían, pero el no escucharlo ayudaba en cierta forma.

Carl estrechó su mano y enrojeció. Ginny le sonrió y asintió para animarle. Harry captó el gesto. Sabía que su amiga no entendía su atracción por Severus, pero aún así…

El joven mago aspiró profundamente a través de su nariz. Aunque sus labios estaban cerrados, Harry pudo notar por los músculos de su mandíbula que estaba apretando los dientes. Allí iba.

—Maggie, tú… ¿querrías acompañarme a Hogmeade hoy? Pensaba que podría invitarte a almorzar —Carl exhalo, sintiéndose aliviado de que las palabras hubieran salido como había esperado, o casi.

—¿Por qué no conversan sobre los detalles, mientras nosotros vamos a guardarles un puesto en la mesa del desayuno? —sugirió Ginny antes que Maggie tuviera oportunidad de contestar. Jalando a su amigo, la pelirroja pasó su brazo alrededor de su cintura para poder hablarle quedamente—. Merlín, no tienes idea de cuánto le ha costado decidirse a invitarla. Se acobardó las tres primeras veces —continuó su perorata acerca del condenado romance de sus amigos mientras Harry se pateaba mentalmente. La voz en su cabeza sonaba sospechosamente similar a la de Severus.

A pesar de lo que usted pueda creer, el mundo no gira a su alrededor, señor Potter.

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Severus estaba sentado frente al escritorio de Albus, esperando para saber si su escena fuera de la puerta sería mencionada.

—Gracias por venir, Severus. Necesito que hagas una misión para mí.

El hombre asintió, esperando para ver qué necesitaba.

>>Iré directo al punto, en la esperanza de que puedas regresar antes que termine el desayuno. Remus está detenido en el Ministerio de Magia; necesito que pagues su multa y le traigas.

Severus se pellizcó el puente de la nariz.

—¿Y tú piensas que yo soy el indicado para ir a buscarle porque…?

—No fui yo. Le dije que enviaría a Minerva, pero él pidió que fueras tú —Albus sonrió.

—Claro que lo hizo —replicó a través de sus dientes apretados.

“Las buenas obras nunca quedan impunes. ¡No vuelvo a hacerle un favor a nadie!”

—Él necesitará esto —Albus le entregó una bolsa con una muda de ropa. Severus se preguntó que si tiraba los caramelos de limón y los pisoteaba hasta convertirlos en un polvo amarillo, disminuiría el brillo de los ojos del anciano. Probablemente no.

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Severus se detuvo ante la celda ubicada en las profundidades del edificio del Ministerio de Magia. Remus se veía miserable, sentado en un muy incómodo catre sobre el que al parecer había pasado la noche.

—Albus te envió esto —dijo el maestro de Pociones sin inflexión—. Cámbiate rápido, no quiero perderme el desayuno.

Severus sacó su varita; Remus se apresuró a cambiarse.

—¡No te atrevas a lanzarme ese hechizo otra vez! —gritó—. ¡Nunca! —todavía estaba furioso por haber sido desvestido mágicamente por Severus.

—¿Qué demonios hiciste? Te di unas simples instrucciones que cualquier tonto pudo haber seguido.

—Lo hice —protestó el licántropo—. Fue después cuando tuve el problema con… —procedió a explicar que había ofrecido acompañar a Will de regreso al bar donde había dejado su escoba. Pero al llegar lo habían encontrado cerrado, por lo que le ofreció hacer una Aparición conjunta.

—¿Te Apareciste borracho y pegado a él? —comentó Severus, sonriendo—. ¿Fuiste con Will? ¿No estaba Basil? Lástima, Basil se excita mucho cuando escucha el nombre Seth —agregó, hablando más para sí mismo que para Remus. La vergüenza que cruzó el rosto del lobo le indicó que debería analizar mejor eso cuando tuviera más tiempo, y no estuviera hambriento.

Remus gruñó, resentido.

—Soy perfectamente capaz. A tu amigo, Will, se le olvidó mencionar que estaba viajando en escoba porque su licencia de Aparición había sido revocada después que se había Aparecido borracho en la casa equivocada para luego quedarse dormido —metió sus pertenencias en la bolsa y esperó a ser liberado.

En cuanto su varita le fue regresada, ambos se dispusieron para partir.

—¿Remmy? —llamó Will cuando pasaron frente a su celda—. No sabía que te iba a meter en problemas —suplicó su perdón—. ¡Severus! —trató de tocar el pecho de Snape, pero los barrotes de la celda se lo impidieron—. En todo el tiempo que llevo conociéndote, nunca enviaste a nadie. Ahora, cuando lo haces por primera vez, yo lo estropeo —luciendo avergonzado, cambió abruptamente de tema—. ¡Oh, casi lo olvido! ¿Carl ganó la apuesta? —preguntó, asombrado, aparentemente olvidando el asunto previo—. Remus fue muy vago y apenas me contó nada. Sé que hay una diferencia de edad, pero no cuánta. ¿Es más joven que Troy?

Severus sonrió. Will abrió los ojos como platos.

—¡Ja! ¡Entonces también me debes un galeón! —deslizó los hombros, consiguiendo que su rostro se adelantara tanto como la celda permitía—. Troy cumplirá treinta el mes que viene, y tú aseguraste que nunca tendrías una follada estable con nadie en sus veintes. Demasiado joven e inexperto para tu sangre, o alguna tontería como esa. Págame —sonrió ampliamente.

—No te debo nada —Severus no ofreció mayor información.

—Quizás ahora no, pero tendrás que pagar cuando él cumpla los veinte —terció Remus, feliz, guiñándole un ojo a Will.

Severus le lanzó una mirada feroz, pero era evidente que estaba disfrutando al ver la mandíbula de Will golpear el piso de la celda. Cuando los otros estaban casi saliendo del pasillo, el detenido se recuperó y gritó:

—¿Sin rencores, Remus? ¡Regresa al bar y Basil y yo volveremos a hacer ese sándwich!

Avergonzado, Remus bajó los ojos hacia el piso hasta que alcanzaron la salida del edificio.

—¿Sándwich?No se puede simplemente probar las aguas del lobo, hay que saltar en ellas!.Quizás valió la pena pasar la noche aquí —hizo un gesto hacia las celdas que les rodeaban.

Su suave voz apenas se escuchaba, pero sabía que los oídos del lobo no perdían una sílaba. Se Aparecieron y continuaron caminando en silencio hasta los bordes de las protecciones de Hogwarts. La sonrisa no abandonó en ningún momento la cara de Severus.

Cuando entraron juntos al Gran Comedor diez minutos después de empezado el desayuno, cierto estudiante de Ravenclaw notó que su profesor de Pociones lucía particularmente engreído, y que su cabello no se veía ni de cerca tan grasiento como había lucido esa mañana temprano.

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—¡Buenos días! —gritó Harry luego de Aparecerse en la salita, sonriendo de forma maniaca al ver a Dudley gritando del susto.

Su primo había estado sentado en el piso frente al televisor. Sobresaltado, se echó hacia atrás, aterrizando sobre el sofá, del cual saltó como si estuviera al rojo vivo.

—Buenas —contestó Dudley, eventualmente. Harry decidió que tendría que dar las gracias a Remus la próxima vez que le viera.

—Hola, Harry —saludó Hermione desde la cocina; estaba revisando los gabinetes, buscando platos y demás artículos para el desayuno.

—Epa, compañero —agregó Ron, pero no se movió de su lugar, abrazado a Hermione, mientras la chica intentaba moverse por la cocina. A ella no parecía importarle.

—¿Tuvieron una buena noche? —les preguntó, sacando cuatro tazas de un aparador. Ron contestó con sonidos satisfechos mientras apartaba un montón de cabello y enterraba su cara en la nuca de Hermione.

—Detente. ¿Cómo se supone que prepare el desayuno contigo haciendo eso? —soltó una risita.

Harry insistió en que se sentaran y le permitieran preparar el desayuno en agradecimiento por haber hecho de niñeros de Dudley. Ellos aceptaron, pero Hermione continuó sirviendo la mesa, utilizando su varita dado que estaba siendo firmemente sostenida en el regazo de Ron. Harry puso la tocineta a freír y abrió la puerta de uno de los gabinetes. Sacó varios artículos, cerró nuevamente la puerta y empezó a preparar el café. Mientras se movía con eficiencia alrededor de su cocina, abrió la misma puerta una vez más.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Hermione, observándole.

—Cocinando. ¿Qué estás haciendo tú? —indagó, elevando una ceja. Un tenedor había caído abruptamente en la mesa al tiempo que ella jadeaba. Harry asumió que las manos de Ron la estaban distrayendo. Les entregó el café y comenzó a cascar huevos.

—¿Hmm? —el sonido de placer de Ron que surgió desde detrás de su taza era una mezcla de deleite y sorpresa—. Éste no es tu café —insistió el pelirrojo.

Hermione se desenredó de su novio y caminó hasta donde Harry estaba parado, inclinándose hacia él con una sonrisa.

—¿Qué estás escondiendo aquí? —preguntó cómicamente mientras abría el gabinete para verificar por sí misma—. ¿Es una receta para hacer café? —preguntó muy divertida, al ver un papel con anotaciones pegado en la cara interior de la puerta.

—Mmm —canturreó Ron—. Yo le pedí que te enseñara a hacer café. Cada vez me gusta más, compañero —murmuró sus palabras a través de su taza, y cuando terminó la tendió para que le sirviera más—. Ey, no hagas ese puchero, unas pocas veces que lo repitas y conseguirás que sea tan bueno como el suyo —el comentario sólo logró que el fingido puchero se transformara en un fingido ceño fruncido—. Guau. ¿También te enseñó a hacer eso? —rió Ron, viendo el ceño fruncido.

—Conseguirás unos huevos estrellados por ese comentario. Aquí no hay derecho de insultar al cocinero —replicó Harry brevemente. Su forma de cocinar también se volvió más ruidosa. El sonido de las cacerolas se duplicó para mostrar que estaba ofendido. Continuó rodando por la cocina, consciente que su actitud tenía poco efecto. Todos sabían que a Ron le gustaban los huevos estrellados. Hermione declaró que se comportaban como niños y se fue a hacer la cama.

—¿Puedes ver la ventana del baño desde ahí? —preguntó Harry, sirviéndole a Ron otra taza de café—. ¿Está abierta?

—Sólo un poco.

—Mejor ábrela del todo; voy a sacar la tocineta.

Ron abrió la ventana, y apenas se había sentado de nuevo, preguntándose si Harry estaba pensando ahumarles, cuando una gran lechuza blanca planeó sobre su cabeza y fue a aterrizar encima del refrigerador, esperando por la tocineta.

>>¿Necesito decir más?

Ron estaba contento de ver a su amigo tan feliz. Había estado preocupado, pensando en la conversación que tenía pendiente con Severus. Al parecer, las cosas habían ido bien.

—¿Todo está bien con ustedes dos? —preguntó, rodeando con su mano la caliente taza roja con el escudo de Gryffindor. Era su favorita.

—Las cosas están muy bien —contestó Harry con una sonrisa traviesa. Ron estaba esbozando su propia sonrisa cómplice.

—Entonces, ¿fuiste dominante? ¿Qué utilizaste de lubricante? —Ron inclinó la cabeza con una sonrisa curiosa—. ¿Qué? —se defendió ante la enfurruñada mirada de Hermione, quien estaba en el umbral—. Tú me dijiste que debería ser de mente más amplia. Sólo estoy haciendo lo que me sugeriste —dijo con aire inocente, consciente de que la estaba enojando. Dirigiéndose nuevamente a Harry, continuó—: Hermione tiene razón, debo mostrar más interés y mantener una mente abierta e imparcial —comentó a la ligera—. ¿Dominaste? —repitió.

—Lo hice anoche —contestó Harry.

Había descubierto hacía poco a este Ron más receptivo y había empezado a contestar preguntas personales, y a veces embarazosas. No siempre contestaba con la verdad, pero se sentía bien el poder hacer que las orejas de su amigo se pusieran rojas. Se sentó un minuto e hizo una mueca de dolor. Podía manejar el dolor sin ser percibido, pero este gesto tuvo el efecto deseado. Los ojos de Ron se abrieron de par en par en señal de comprensión, torciendo la cara.

—Pero… pero dijiste que fuiste dominante —tartamudeó el pelirrojo.

—Sí, anoche. No preguntaste sobre esta mañana —con aire indiferente continuó untando las tostadas con mantequilla.

—Eso es lo que consigues —le regañó Hermione, entregando a su novio un paño para limpiar el café caliente que había escupido en su mano. Harry esperaba que eso curaría a su amigo de su lasciva curiosidad recientemente adquirida.

—Oh, y eso me recuerda, desayuné con Ginny y quiere vernos en su juego de hoy. ¿Se animan?

—Puedes apostarlo. Será la primera vez que tú y yo estemos sentados juntos en las gradas para ver un juego de Gryffindor —señaló Ron—. ¿Cómo es que, um, eso… —ya sabes, el ser dominante— te recuerda el quidditch?

—Te lo explicaré después —Harry sonrió, pensando en Sev y él teniendo sexo sobre su escoba.

Ron no estaba seguro de si era mayor su curiosidad o su temor.

—¿Harry? —llamó Dudley, entrando en la cocina, vacilante—. El Director de tu escuela está en el fuego. Quiero decir que está en la chimenea preguntando por ti —tartamudeó.

—¿Quieres que yo termine? —ofreció Hermione, tomando la pala de servir de su mano.

—Sí, gracias, Herm. Casi está listo. Dudley, porqué no te sientas y comes mientras voy a hablar con Albus.


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Death Eater takes a Holiday. Capítulo 57-I. Espontaneidad y consecuencias-Parte I Empty
MensajeTema: Re: Death Eater takes a Holiday. Capítulo 57-I. Espontaneidad y consecuencias-Parte I   Death Eater takes a Holiday. Capítulo 57-I. Espontaneidad y consecuencias-Parte I I_icon_minitimeDom Dic 18, 2016 6:27 pm

Mira Severus si que te hiciste del rogar jajajjaja me encanto que cediste al final ojala todos los capitulos fueran tan apasionantes
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Death Eater takes a Holiday. Capítulo 57-I. Espontaneidad y consecuencias-Parte I
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