alisevv
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| Tema: Death Eater takes a Holiday. Capítulo 54-I. Adivina quién viene a cenar- Parte I Vie Ene 14, 2011 8:32 pm | |
| Death eater takes a holiday Capítulo 54-IAdivina quién viene a cenar-I En una habitación destinada al personal, Arthur Weasley y su amigo psiquiatra esperaban el dictamen de una autoridad más alta para saber qué hacer con los Dursley.
—Te lo digo, Arthur, nunca he conocido una persona más desagradable en mi vida. Mira que ya es decir que yo, un doctor, desee maldecir a una mujer desarmada.
Arthur asintió, sorbiendo su té.
—Algunos de los chicos y yo recogimos a Harry de esa casa hace unos tres o cuatro años —sacudió la cabeza al recordar el estallido de la chimenea cerrada de los Dursley—. No fue muy bien —agregó.
—No me sorprende, con la aversión que tiene a la magia.
La puerta se abrió repentinamente con gran fuerza. Arthur reconoció a la especialista en Relaciones Muggles, quien mostraba una expresión de pánico.
—¡Tenemos un problema! —gritó, antes incluso de que la puesta se abriera completamente.
No tomó mucho tiempo descubrir a qué se refería. La voz de Dudley pudo escucharse vociferando por todo el lugar.
—Fenómenos, ¿qué le hicieron a mi mamá? —bramaba con suficiente fuerza como para hacer sentir orgulloso a Vernon.
Petunia estaba retorciéndose en el piso. De una esquina de su boca manaba una espuma azul que bajaba por un lado de su cara. Rápidamente, al medimago le entregaron un registro médico.
—¿Qué utilizaron para verificar su habilidad mágica? —preguntó al asistente que le había administrado las pociones calmantes y el suero de la verdad.
—La señora Dursley llenó todos los formularios y comprobé que declaró que ella y su hijo eran muggles. Antes de darle la poción hice una comprobación rápida de su firma mágica, y no encontré nada.
—Ella es una squib —declaró una voz detrás de ellos; Albus había llegado momentos antes—. Si le hubiera hecho una simple prueba de Hengist lo hubiera detectado.
El asistente palideció al darse cuenta que le había dado a Petunia Dursley una poción especialmente formulada para muggles, ocasionándole una reacción severa. De inmediato, le dieron las pociones necesarias para contrarrestar la reacción previa, antes de enviarla a San Mungo para adicional tratamiento y observación.
—¿Hengist? —preguntó el joven asistente—. Sé que he escuchado antes ese nombre… —murmuró, buscando en su memoria.
—Su nombre se encuentra en una tarjeta mágica —le ayudó Albus. El rostro del asistente se iluminó ante el repentino recuerdo.
Albus sacó de su bolsillo un caramelo de limón envuelto y pasó su varita sobre él, pero, aparentemente, el movimiento no tuvo efecto.
>>Dime, Dudley —preguntó en un tono que llevaba consigo un poco de magia y tranquilizó considerablemente al chico—, ¿qué ves en mi mano?
Dudley miró alrededor suyo, notando que todos le estaban observando, y luego parpadeó varias veces y contestó:
—Un viejo papel de caramelo.
Las personas presentes reconocieron lo que había hecho. Todos podían ver el caramelo, pero Dudley, quien no era mago, sólo pudo ver lo que Albus quiso que viera. Era el mismo hechizo que hacía que Hogwarts luciera como una ruina para cualquier muggle.
Harry acababa de terminar de firmar lo que parecía una miríada de formularios y documentos cuando Albus se reunió con él. Pronto se encontró siendo conducido directo a la habitación de seguridad en la que había hablado con Remus. Ahora, Remus, Albus y él estaban esperando en silencio que el empleado que les había escoltado abandonara el recinto. Harry no perdió tiempo en preguntar sobre los nuevos acontecimientos.
—Remus dijo que cuando terminara todos esos formularios, te esperaríamos para regresar a mi casa. ¿Podemos irnos ahora? —estaba desesperado por salir de allí; no le importó que mientras hablaba sonara como un chiquillo impaciente.
—Ha sucedido algo que debemos discutir —comenzó Albus lentamente. Harry reconoció el tono serio y la expresión de disculpas en el rostro del anciano—. Tu tía se enfermó y tuvimos que llevarla a San Mungo. Estará bien en unos días.
—Y… —Harry sabía que había un ‘y’ o Albus no se mostraría tan serio.
—Tu primo no puede regresar solo a casa luego de perder a un progenitor y tener al otro en unas instalaciones mágicas desconocidas.
—No —replicó suavemente, pero con firmeza—. No volveré a poner un pie en esa casa —le dolía que Albus siquiera hubiera insinuado tal cosa.
—Ni yo te pediría eso, Harry —“ni Severus lo permitiría”, pensó el anciano—. Estoy seguro que pasará la mayor parte del tiempo con su madre, pero no se puede quedar allí durante la noche. Con excepción de unos pocos privilegiados, la mayoría de las personas cree que los Dursley son tu amada familia, y asumen que tú cuidarás de tu primo este tiempo. Yo sólo quería que supieras que le pediré a Minerva que se encargue de llevarle a San Mungo a ver a su madre, y que le deje quedarse con ella por los próximos dos días
Harry sacudió su cabeza negándose antes de expresarlo en voz alta, necesitando algo de control sobre la situación. Estaban en periodo escolar, lo que quería decir que Minerva estaba en Hogwarts.
—¿Puedo argumentar algo sobre eso?
—Por supuesto —aseguró Albus con sinceridad.
—Puede quedarse conmigo —ofreció Harry, apenas expresando emoción.
—Harry, no quiero que pienses que te estoy manipulando con esto para hacer algo que no deseas hacer. Ambos sabemos la presión que acarreará todo esto, y no quiero colocarte en una posición en la que no te sientas cómodo. Sólo te mencioné este asunto porque sé cómo te sientes respecto a tu familia y cómo puede afectarte.
—No me siento cómodo con esto, pero… —se mordió el labio para contenerse de pronunciar el adjetivo que venía a su mente para describir a su primo—. No quiero que se quede en Hogwarts —“en mi casa”
Hogwarts era el primer hogar real que podía recordar. El lugar al que podía acudir cuando necesitaba sentirse seguro. Trataba de tipificar su confusión. El nuevo apartamento era también su casa, pero no se sentía igual. Y aunque Dudley se quedaría con Minerva en una sección diferente del castillo, todavía se sentiría demasiado cerca.
Albus comprendió, sabiendo muy bien que Harry aceptaría a su primo, pero había necesitado permitir que el joven tomara la decisión por sí mismo.
Harry se sintió agradecido cuando, mientras preparaba el regreso a su apartamento con su primo, Remus ofreció acompañarles. Una tercera persona ayudaría a mantener la paz. No estaba seguro si a Dudley le habían dado una poción o le habían hechizado para calmarle. O quizás era que continuaba en estado de shock. Él mismo todavía estaba actuando en una especie de piloto automático.
Remus, Harry y Dudley llegaron al frente de la Tienda de Antigüedades de Jennings; Harry suspiró sólo de pensar en su primo invadiendo su espacio.
—¿Qué estamos haciendo aquí? —preguntó Dudley.
—Aquí vivo.
Harry estaba a punto de guiarles hacia atrás, donde estaban las escaleras, cuando Dudley presionó su rostro contra el cristal de la vidriera para echar un vistazo al interior.
—¿En una tienda? —gruñó con incredulidad. Harry estaba seguro de haberle escuchado murmurar ‘fenómeno’.
—No —replicó en un tono incluso más plano—. Vivo sobre la tienda. Mira, Dudley, sé que éste está siendo —con mucho— tu peor día, y me aseguraré que estés a salvo, pero… —hizo una pausa para asegurarse de mirar a su primo a los ojos antes de continuar con un tono severo— mientras estés en mi casa, me respetarás a mí y a mis amigos.
Harry había madurado mucho desde la última vez que Dudley le viera. No estaba acostumbrado a este Harry sereno, con un tono de voz firme. Las únicas personas que le habían hablado así eran sus profesores de Smeltings. Ellos le preocupaban tanto como el ‘fenómeno’ de su primo. Gruñó y gimió a lo largo de todo el tramo de escaleras hasta que alcanzaron lo alto y se detuvieron de nuevo. Observó exasperado cómo la mano de Harry se posaba en un picaporte.
>>Serás cortés y respetuoso, o estarás… dormido —Harry se contuvo de decir lo que realmente quería. Antes que Dudley pudiera replicar, levantó una mano para silenciarle—. ¿Escuchaste algo? —la pregunta susurrada fue dirigida a Remus.
—Albus abrió tu red flu a Molly —explicó el hombre.
Al abrir la puerta, Harry encontró muy acogedor su regreso a casa, al encontrar el aire impregnado con el aroma a pan recién hecho. Era reconfortante ver que sus amigos habían venido, cocinado, y limpiado. Él no tenía experiencia con esta clase de cosas, pero había leído algo sobre ello en su clase de Cultura Mágica; pero un libro nunca podría explicar realmente algunas cosas.
Habían estado en el Ministerio por mucho tiempo y ni una sola vez había pensado en la comida, pero ahora que se encontraba en casa, repentinamente rodeado de amigos acogedores y aromas deliciosos, su apetito regresó multiplicado por diez.
Cuando finalmente alcanzó la cocina en medio de su aturdimiento, recordando apenas qué había dicho a quién, Molly le rodeó con sus brazos. Después de apretarle fuertemente le soltó, sólo para mirarle con aire crítico.
—Harry, luces absolutamente agotado —exclamó.
Sintiéndose igual que como se veía, Harry se dejó caer en una silla de la cocina, aceptando con alegría un gran vaso de jugo de calabaza. Luego de unas rápidas presentaciones, Molly sentó a Dudley frente a un enorme plato de comida. Harry se preguntó si ella habría tratado a su primo con tanta amabilidad si no hubiera acabado de perder a su padre. Probablemente no. Después de explicarle a Dudley que no había refrescos en la casa, y que el jugo anaranjado era seguro, el chico se sentó y atacó su comida.
Una vez repleto, y sin ser hechizado, Dudley se sintió más cómodo con lo que le rodeaba.
—¿Así que aquí vives? —miró alrededor con desdén—. ¿Es verdad lo que dice mamá? ¿Que no tienes trabajo?
Cansado, y sin estar de humor, a Harry no le apeteció explicar a su primo sobre su entrenamiento y la construcción de su casa. En lugar de eso, tomó un sorbo de su jugo de calabaza, mirando Dudley con una expresión de desagrado. Podía señalarle que él tampoco trabajaba, porque todavía asistía a la escuela pues había tenido que repetir el último año. Pero no, era demasiado maduro para empezar una pelea verbal con su primo, a quien ello le quedaba grande, aunque era demasiado ignorante para darse cuenta.
>>Quizás si tuvieras trabajo, no tendrías que vivir en un basurero como éste.
El hechizo le golpeó antes que la expresión satisfecha asomara a su rostro. La resonancia del inmenso cuerpo al chocar contra el piso atrajo rápidamente la atención de todos los que estaban en la otra habitación.
—¿Qué maldita cosa fue eso? —gritó Fred mientras entraba corriendo a la habitación.
Su madre continuó lavando los platos como si nada hubiera pasado. Si alguien hubiera observado de cerca su pacífico rostro, habría visto una pequeña sonrisa curvando sus labios. Harry se acercó a la inmensa masa sobre su piso y salió de la cocina. Cuando escuchó que Molly pedía a los gemelos que levitaran al muggle dormido a otra habitación, Harry gritó:
—A cualquier sitio menos a mi cama —y con un suspiro se hundió en el sofá, preguntándose a dónde habría ido Ron.
Como si hubiera sido una señal, Ron y Hermione llegaron por la red flu, entrando en la habitación. Harry se levantó para saludarles, casi cayéndose cuando Hermione la abrazó fieramente en cuanto entró.
—Lo siento tanto —escuchó que ella decía suavemente—. ¿Lo estás llevando bien?
El joven moreno se encogió de hombros.
—Es agradable llegar a casa y encontrarla llena de rostros amistosos. Yo sólo quería relajarme, pero no sería fácil con mi primo aquí. Me alegra tener gente alrededor que me ayude a mantenerme sereno.
—¿Dudley? ¿Aquí? —tartamudeó la chica. Ron se veía igual de impactado.
—Sí. Al parecer, mi tía estuvo guardando su propio sucio secreto todos estos años. Sufrió una violenta reacción a las pociones que son elaboradas especialmente para muggles —sonrió mientras observaba a Hermione procesar la nueva información—. Ella es una squib —agregó para aclararlo.
—Nos estás tomando el pelo —dijo Ron, divertido—. Es gracioso; pensar que ella siempre te llamó fenómeno —rió francamente.
—Pasará unos días en San Mungo en tanto mejora. Mientras tanto, me gané al ‘querido’ Dudley —explicó con sarcasmo.
Los gemelos se acercaron provenientes del lugar donde habían estado hablando con Remus momentos antes.
—Harry, Remus nos contó lo que sucedió en el Ministerio —comenzó Fred.
—Hubiéramos estado devastados si algo le hubiera sucedido al pequeño Ronnie. Nos alegra que tuvieras el consuelo de tu amante —musitó George.
Harry les miró con curiosidad en tanto Fred alzaba el periódico que ocultaba a su espalda.
Hermione observó cómo Harry y Ron leían los titulares y la reseña debajo de la foto en la que ambos se daban un emotivo abrazo.
—¿Qué? —suplicó la chica, deseando saber lo que decía en el periódico—. Ron, ¿te sientes bien? —preguntó, al ver que sus orejas se habían puesto rojas y el periódico comenzaba a temblar en sus manos.
—¡Maldición! —Ron arrugó el papel y lo lanzó hacia las llamas, pero éste regresó a la habitación dejando un rastro de hollín en el piso, cuando el señor Weasley arribó repentinamente por la red flu. De inmediato, Hermione lo aferró para leerlo, soltando una risita a pesar de sí misma—. ¡Deberíamos atrapar al bastardo! —despotricó el pelirrojo refiriéndose al fotógrafo que había tomado la imagen—. Nadie de fuera podía entrar allí, así que tiene que haber sido un empleado para conseguir un galeón extra.
Continuó su perorata sobre los comentarios que tendría que soportar cuando regresara a trabajar, mientras los gemelos reían tan fuerte que estaban inclinados uno sobre el otro para darse apoyo.
Hermione aprovechó la oportunidad para sentarse junto a Harry.
—Parece que van a venir un par de días difíciles —comentó suavemente.
—Sí —Harry suspiró—. Se van a necesitar al menos tres días para que Ron se calme, y los gemelos serán implacables —respondió con tono casual.
Hermione frunció el ceño.
—Sabes que no me estaba refiriendo a Ron —le regañó—. ¿Cómo lo estás llevando?
—Me siento como si todo esto fuera una película, nada real —contestó con franqueza—. Todavía no puedo asimilar que Vernon esté muerto. Me sentí tan devastado cuando pensé que había sido Ron. Después de eso, el alivio fue tan grave que apenas pude sentir nada más. Además, estaba tan furioso con Vernon por haber sido el causante de la muerte de Ron que ahora difícilmente me puedo sentir mal por él.
Deseaba ver a Severus, pero no iba a decirlo. Notó que el nombre de su pareja no había salido a colación y no quería plantear esa conversación. Le había prometido a Severus que no saltaría a conclusiones antes de hablar con él. No quería repetir lo sucedido cuando pensó que había violado a Ron. Una voz insistente repetía en su cabeza que, sin importar lo que Severus dijera, Vernon seguía muerto. Todavía no estaba seguro de cómo se sentía acerca de eso. Mientras Harry reflexionaba sobre su pareja, Hermione estaba pensando en lo que su amigo había dicho sobre tener al pegote de Dudley.
—¿Dónde está?
—¿Quién, Sev?
—No, tu primo. ¿Está aquí?
El chico asintió.
—No estoy seguro de dónde lo pusieron —lanzó un vistazo a los gemelos, que corrían escapando de un furioso Ron—. Supongo que debería ir a ver —le hizo un gesto para que le siguiera mientras entraba en su habitación—. Ahí está —señaló a Dudley, a quién había encontrado fácilmente. Seguía dormido, y estaba apoyado contra una pared en una esquina de la habitación—. Hermione, te presento a Dudley Dursley —Harry observó divertido lo que habían hecho los gemelos; lucía como si le hubieran lanzado un Petrificus Totalus para luego dejarle a un lado como si fuera una escoba vieja.
Agradeció que ella no tuviera que conocer a su primo despierto, todavía. Hermione frunció el ceño ante la vista de quien había torturado a Harry por tanto tiempo.
—Supongo que yo tampoco hubiera querido que él estuviera en mi cama —comentó la joven, refiriéndose a su posición—. ¿Puedo preguntar por qué fue hechizado?
—No fue un hechizo, sólo umm… una especie de sueño —Sonrió—. Se estaba comportando como un imbécil —declaró, sin ofrecer mayor explicación.
Hermione alzó una mano al ver que él estaba levantando su varita.
—Probablemente estará asustado, y tú tendrás que ayudarle cuando pierda el balance y caiga, sin mencionar que seguramente rompería algo, considerando lo grande que es —razonó.
Harry estaba a punto de protestar argumentando que no había objetos cerca que pudiera romper, pero se dio cuenta que ella se debía estar refiriendo al propio Dudley.
—Vale, pero no sobre mi cama —replicó con firmeza.
Mientras Harry lidiaba con su primo dormido, a muchas millas de allí, Severus estaba a punto de abandonar la central de los Mortífagos.
—Severus —le llamó una voz sedosa que no podía pertenecer a otro que Malfoy—. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que visitaste la Mansión Malfoy y Narcissa ha estado preguntando por ti. Ven a tomarte algo; recientemente adquirí una cosecha especial que estoy seguro disfrutarás.
Severus no quería nada más que caer en su cama y dormir por una semana.
—Lucius, has estado aquí tanto tiempo como yo —miró su reloj—. En este momento, yo deseo ser sociable tanto como tú deseas ser entretenido. Llámame mañana.
Se dio la vuelta para alejarse pero no llegó lejos antes que el hombre rubio volviera a insistir en que le acompañara a tomar algo. Había una expresión afligida en los ojos grises que le sorprendió y le confirmó que esa conversación debía ser continuada en un lugar más privado. Con un suspiro de resignación, siguió a Lucius hasta la Mansión Malfoy.
Dos horas más tarde, un agotado Severus vaciaba su tercer vaso.
—Haré esto por ti, Lucius, pero cuando llegue el momento de regresarme el favor, lo harás sin dudar —declaró categórico. El otro asintió, aceptando, y le acompañó a la puerta.
Era muy tarde, y a pesar de que estaba seguro que Harry estaría durmiendo, Severus tuvo la necesidad de ir a ver a su pareja. Si no por otra cosa, para admitir la situación con la promesa de que se sentarían a hablar en cuanto hubieran descansado adecuadamente. Pensando en la foto del periódico, no pudo evitar reconocer que Harry se estaba aferrando a su amigo con desesperación. De la misma manera que le abrazaba a él cuando regresaba de una reunión de Mortífagos. Le abrazaba estrechamente para asegurarse que estaba ahí, como si dejarle ir significara perderle. Confiaba en Harry lo suficiente como para no preocuparse, pero no podía evitar la punzada de celos por no ser él quien consolara a su amante.
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| Tema: Re: Death Eater takes a Holiday. Capítulo 54-I. Adivina quién viene a cenar- Parte I Vie Dic 16, 2016 2:09 pm | |
| Jajajaja Severus celoso me encanta que sea así.
Pero mira Molfoy luciendo como perro apaleado jajjajaja que querrá de Sev
A Dunky dunky lo hubieran dejado asi mira que desagradable es como se a comportado con Harry y habla para preguntar puras estupideces, que bueno que Molly le callo por un rato, me encanta que Harry muy enfático pida que no este en su cama así se dice Harry.
Anda Petunia mira que te lo tenias bien guardadito tu oscuro secreto jajajja ahora entiendo tanto osio asi Harry que es un extraordinario mago. | |
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