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| Un halcón para Año Nuevo | Intercambio navideño para Mireya | |
| | Autor | Mensaje |
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PoAkS
Cantidad de envíos : 28 Fecha de nacimiento : 16/03/1985 Edad : 39 Galeones Snarry : 15651 Fecha de inscripción : 26/08/2010
| Tema: Un halcón para Año Nuevo | Intercambio navideño para Mireya Sáb Dic 25, 2010 7:29 pm | |
| Feliz Navidad a todos!!!
Esta es mi contribución al Intercambio navideño, en concreto mi regalito para Mireya
Siento muchi, muchisimo que lo hayas tenido la ultima y tardisimo, de verdad que llevo todo el dia desquiciada perdida para subirlo.
Espero que se vea bien y que lo disfrutes mucho, aunque sea tan tardisimo.
Te pido perdon de antemano por las faltas de ortografia o gramatica que pueda haber.
UN HALCÓN PARA AÑO NUEVO
La fría brisa otoñal se colaba por todas partes. Los arboles teñidos de ocres y dorados. Las hojas caídas se arremolinaban por doquier. Pero el sol lo reinaba todo, su luz trémula se filtraba entre el follaje, daba volumen al canto de los pájaros y reforzaba el ánimo de los transeúntes. Una pareja joven corre a buen paso. A lo lejos se divisa a un hombre de andar brioso. El cuello de la gabardina alzado, se adivinan unos finos guantes de piel en el bolsillo derecho. No lleva sobrero y su media melena pelea con el viento. Algo lo distrae y desvía su mirada hacia la izquierda, sus pasos la siguen, sacude la cabeza y vuelve a su objetivo. El banco ya está ocupado. Mocasines y pantalones de pinza negros, un gran periódico. Toma asiento despreocupadamente, cruzando la pierna derecha sobre la izquierda. -¿Por qué aquí?- La pregunta sale con aire casual, su tono de voz es neutro, pero sus ojos gris tormenta no pueden eludir la curiosidad, hecho que no pasa desapercibido al hombre a su derecha. -Por qué no. -Está bien. Prefieres hablar aquí o vamos a tomar algo caliente… hace un frio de mil dementores.- Cuando ya tenía el trasero levantado del frio banco de madera, un seco carraspeo le saca de su fallido intento y vuelve a sentarse, volviendo a su postura original. –Podemos quedarnos un rato más aquí si quieres. En ese instante un dos señoras avanzan charlando y empujando sendos carritos de bebe. Se oye un ruido de papel y se descubre el jersey de cuello cisne negro y cortina de pelo azabache que no logra esconder la prominente nariz. Sin previo aviso se levanta, se abotona la levita y con paso decidido y el periódico bajo el brazo, pone rumbo hacia donde solo Merlín sabe.
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Mientras esperan el café con leche y el té negro, los ojos negro clavados en la mesa, los grises escrudiñan todo el lugar. Mesas de tablero con un solo pie central de hierro forjado, imitaciones de paisajes famosos colgados en las paredes y columnas color crema, dos camareros detrás de la barra de mármol blanco. Una madre lleva a su hija de la mano hacia la puerta del baño, una pareja de ancianos miran a través de la ventana comentando algo. Una joven con gafas y coleta lee un libro, de cuando en cuando anota algo en una libreta. El ambiente es relajado, se vuelve hacia su compañero de mesa, murmura algo entre dientes y siente un leve zumbido que penetra en sus oídos, al cabo de unos fugaces segundos la calma es total. -Es una cafetería muggle, podrías haberte ahorrado el hechizo. Aquí nadie nos conoce. -No es la primera vez que tomo una taza de té aquí. -Supongo que hay costumbres que nunca se pierden. Solo entonces se encuentran sus miradas. Inquietud, ¿puede ser posible que Severus este inquieto por algo? Juraría que es eso. Una manga blanca se cruza y el intercambio se acaba. El olor del café lo inunda todo, con manos nerviosas vacía el sobrecillo de azúcar en la bebida, coge la cucharilla y remueve. Él es el seguro, el racional, el que aconseja. Qué le voy a decir. Tengo que decir algo, tenemos que empezar una conversación y tengo que empezar yo. -Dices que has venido más veces, puedo preguntar con quien. -He venido un par de veces con Draco. Y en otra ocasión vine con Remus. -¿Al Londres muggle? -Así es. -¿Con Remus? -Contesto lo mismo. Levanto la mirada y esta con esa sonrisa de medio lado, pero los ojos siguen inquietos. -La verdad Sirius, no entiendo porque siempre que quedamos te pones así de nervioso, no voy a volver a maldecirte y a hechizarte, ni a intentar envenenarte más veces. -Ya, bueno. Nunca se sabe.- Esta vez fue su sonrisa la que floreció.- Bueno suéltalo ya… qué es lo que te hace estar inquiero Severus. Si es un poco de todo empieza por Hogwarts, hablar del trabajo siempre es más fácil. -Sí, el trabajo me estresa, pero el problema es Albus. -A qué te refieres. -Está repitiendo lo mismo a cada momento, es insufrible. Parece como si pudiera utilizar magia todavía, los hechizos de silencio y aturdidores no funcionan con él, por no hablar de que es imposible moverlo de ahí. Cree que puede jugar a ser mi conciencia y no. Tendría que atenerse a dar consejos solo de ámbito profesional. -Estamos hablando del cuadro de Albus Dumbledore, ¿no? En ese caso es poco acertado por tu parte esperar eso. Lo importante es lo que te dice, textualmente hablando. -“Déjalo ya muchacho. Tienes que seguir con la mirada hacia el futuro. Si te gusta, es un hecho. Ahora tienes que pensar solo en ti, qué haría un Slytherin. Pues eso, ¡piensa!” -¿Qué? -Eso es lo que dice Si, se me olvidaba lo pragmático que es. Un momento, “si te gusta, es un hecho” no seré yo… vaya papeleta. -No pongas esa cara de queso avinagrado, no eres tú. Por Merlín, tu cara es un libro abierto. -Y entonces quién es. -Es complicado. Todavía no sé si me gusta, es solo que últimamente me he sentido atraído físicamente hacia él. Pero me gusta su persona también. Por otro lado repito que la situación es complicada, con lo cual es mejor dejarlo así, con lo cual no tiene importancia. Sí, definitivamente Albus me tiene frito. -Vale, ha quedado claro que aun no te sientes cómodo con la idea de decirme su nombre. Vayamos por lo tanto a la situación. Dices que es complicada, ¿Por qué? -Por la diferencia de edad, porque no sería apropiado. Estuvo involucrado sentimentalmente con un conocido mío, además no hay ninguna posibilidad de que yo le guste. -A mi me gustaste. Todos somos los ex de alguien, y no puede haber tanta diferencia, si es el ex de algún amigo tuyo que tenga la misma edad y en ellos se veía apropiado por qué no contigo. -Es un buen punto. Pero yo no soy tan infantil ni tan atractivo. -Si es alguno de mis ex tienes suerte, por ninguno de ellos iras a Azkaban pero no te recomiendo a ninguno, por algo son mis ex. -Yo soy uno de tus ex, como dices tú, tampoco me recomendarías a nadie, por algo soy tu ex, ¿no? La ceja izquierda permaneció alzada unos instantes mientras volvía la media sonrisa. Sirius se removió en el asiento. Le había tomado el pelo, de nuevo, ya estaba acostumbrado a eso, pero los intentos de Severus por eludir el tema no iban a dar frutos. Con el director de Hogwarts siempre pasaba lo mismo. Estrujo el pergamino que llevaba en el bolsillo del pantalón. -Esta vez no te vas a ir sin decirme quien es, primero por carta y luego por flu, pero en persona no Snape, no te vas a escapar esta vez. No delante de tantos muggles, porque por eso me has traído aquí, sabrías que no tendrías escapatoria y que tendrías que ceder y decírmelo. Pues hazlo, no lo pospongas más. -Potter -¿James?! -Está muerto, Sirius. -Potter, que Potter? -Harry. -Ohm, entiendo. Ya lo sabía -Cómo que ya lo sabías. -Te conozco, después del concierto benéfico del fin de semana pasado, le miraste. -Miro muchas veces, a mucha gente. -No así. -Así, cómo. Sirius practico un rato su mirada predadora con Snape. Pocos eran los hombres que se resistían a sus pupilas dilatadas coronadas con un gris intenso dentro de unos parpados ligeramente caídos y una ceja ligeramente alzada. El mentón alzado y un poco ladeado. Los labios con el comienzo de un beso al aire y listo. Joder es sexy el cabrón, por qué lo dejamos, ahm si, porque intento matarme después de lo de Albus. Si es verdad que yo mire así a Harry es demasiado evidente que me atrae, ¿se habrá dado cuenta alguien más? A partir de ahora tengo que controlarme, que Remus también me conoce bastante bien, aunque no sé si sabe algo sobre eso de mirar “así”. Sexy… Severus cogió su taza con ambas manos y dio un largo sorbo. El liquido caliente paso rápidamente y se asentó en su estomago, sosegando si nerviosismo y calentado su espíritu. Al menos ya lo he dicho. Un momento si ya lo sabía, ¿por qué me ha hecho pasar este mal rato? Sexy, si, pero cabrón más. -Es cuestión de valor, porque para conquistar a Harry vas a necesitar mucho valor. No sé si le gustas, pero os lleváis bastante bien ¿no? Puedes empezar por ahí. -Black, no intentes atrapar la snitch antes de subirte a la escoba. Aun no he decidido si me gusta o no, por lo tanto no se si tengo que hacer algo al respecto. Y ni mucho menos he decido que lo que tenga que hacer es acercarme a él o intentar conquistarlo. Dentro de la hipótesis de que realmente me gustase podría decidir no hacer nada al respecto, una retirada a tiempo es siempre una victoria. -Cobarde. Te ha costado casi una semana y tres conversaciones parecidas a esta decirme el nombre y todo porque es la ex pareja de Remus. -No lo banalices todo. Desde que Remus volvió al cuerpo docente nos hemos acercado más, digamos que somos amigos. -¿Amigos como tú y yo? -Tú y yo no somos amigos -Ah, ¿no? -No -¿Y qué somos? -Un idiota y un estúpido. Me pilla siempre. Siempre fue el más ingenioso de la clase. Y el más rápido, aunque no en todo… por suerte. -Y que mejor para un estúpido y un idiota que pasar su tiempo libre haciendo que el estúpido conquiste a un necio león. -Yo no tengo tiempo libre. -Ya pero yo sí. -Pero yo no. -Hemos llegado a un callejón sin salida. -No, creo que seguimos en una cafetería de Londres Muggle y que la puerta a la calle sigue abierta. -Pues decidido, tienes que hablar con Remus y tienes que hacerlo cuanto antes. Las navidades están a la vuelta de la esquina y son una época perfecta para la consta, regalos, muérdago, fiestas, alcohol. -Te estás tomando esto demasiado bien, es tu ahijado Sirius. -¿Alcohol?- Un momento, un momento, un momento. ¿Acabas de sugerir que emborrache a Harry para conquistarle? -No de ninguna manera. Tendrás que emborracharte tú para decirle algo, o incluso para besarlo bajo un manojo de muérdago, ¿Qué me dices? -Repito, esta actitud despreocupada me resulta extraña. ¿Acaso sabes algo que yo no sé? -No. -Entonces no lo entiendo, deberías estar disgustado, es un ahijado. Yo soy tu ex… -Bueno ex, ex, ex… -Es igual, además está loco por Remus, que es lo que más me molesta. -¿Por qué te molesta que este loco por Remus? Eso ya lo sabías. -El comportamiento de Remus hacia Harry es inaceptable. Solo lo usa para divertirse. Tiene a muchos revoloteándolo y desaprovecha la oportunidad de estar con alguien como Harry. -Bueno eso es algo entre ellos, no podemos hacer nada al respecto… a no ser que consideres que contigo seria más feliz… En ese caso tenemos que hacer algo, ¿no? Harry se merece ser feliz. -Eso es de lo que no estoy seguro. -¿De si podrías hacerle feliz? -Exacto.- Bajo su mirada hacia el reloj de bolsillo.- Black, tengo que irme, en media hora servirán la cena, tengo que estar presente. -Esta conversación no se ha terminado, lo sabes ¿verdad? -Buenas tardes Black.- Solo me llama Black cuando está nervioso… igual es peor de lo que pensaba. Sirus fue al baño, pago las bebidas y salió. Caía una llovizna en diagonal. Parecía no calar pero cuando se dio cuenta finas gotas caían por su pelo y cara. Giro a la derecha y protegido por la oscuridad de un callejón se desapareció.
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El gran comedor estaba caldeado, los alumnos solo podían pensar en la semana que les separaban de las ansiadas vacaciones de Navidad, pero Severus no los oía. No oía a nadie. Tanto era así que Minerva tuvo que zarandearlo para que le prestase atención. -Severus, esta mañana te he pasado la lista de Gryffindors que permanecerán en el castillo por Navidad. Son muy pocos, pero deberíamos organizar una comida especial para Navidad y podríamos hacer una pequeña fiesta para despedir el año. ¿Qué te parece? -Los elfos se encargaran de eso, Minerva. -Sí pero tienes que comunicárselo, y sería un detalle que les dijeses cuantos seremos. Supongo que habrás recibido las listas de los demás jefes de casa. -Por supuesto. Ahora si me disculpas tengo asuntos que atender. Sin apenas haber comido Severus se levanto de la silla y con un revuelo de tela salió del comedor por la puerta lateral. Paso como una exhalación por la estancia anexa y se dirigió como una flecha hacia su despacho. -Severus, mi muchacho. ¿Qué tal la cena? -¿Qué cena? -¿No vienes del gran comedor? -Sí. -Comprendo. Si decir más volvió a salir del despacho. Maldito Albus “comprendo” dice. Pues no, no entiendes nada. Viejo metiche, qué sabrás tú de nada. No sabes nada. No sientes esto dentro ¡no sabes nada! Maldita sea. Maldito Potter. Maldito Potter mil veces. -Severus. Y como no, maldito Lupin. -Remus. -¿Te gustaría una partida de Backgammon? -Ahora no Remus.- Demasiado brusco.- Tengo que ir a por unos ingredientes para hacer una poción. Podemos dejarlo para mañana si quieres.- Disimula estúpido, no queremos que se entere de que pasa algo y te acribille a preguntas para las que no tienes respuestas. Bueno si las tengo, pero no quiero dárselas. Para el caso es lo mismo. Ya.- ¿Te parece? -Sí, claro. Podrías venir a mi habitación después de la cena. -De acuerdo. Discúlpame Remus, tengo prisa. -Por supuesto Severus. Buenas noches. -Buenas noches. Te has librado por los pelos, ¿en qué demonios estabas pensando? En Potter… tu qué crees. Es que es ver al maldito licántropo y no puedo evitar pensar en el jodido Potter. Las habitaciones de las mazmorras ya no tenían dueño pero aun conservaba objetos personales allí. Como director de Hogwarts su sitio era el despacho en la torre, pero las mazmorras eran su santuario, siguen siéndolo. Bendita paz. Cómo echo de menos el frío. Se acerco al armario, cogió varias raíces, semillas, partes de especímenes y los levito hasta su mesa de trabajo. Convoco tres litros de agua, encendió el fuego, se remango y todas las preocupaciones se fueron disipando. Ciento ochenta y cinco minutos después bajo el fuego cogió pergamino tinta y pluma, se acomodo en un sillón orejero y comenzó a anotar los progresos obtenidos en la nueva variante de la poción matalobos. Maldito Lupin. Porque experimentar con tu poción me produce satisfacción, si no te la iba a hacer la bruja verrugosa de “Pociones tradicionales. Fiables cien por cien”. La vela se consumió y la suave respiración de Snape aun se podía oír en la sala. Lejos, en el cielo, un gran halcón de ojos claros trazaba círculos alrededor del castillo.
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Ronald Weasley tenía envidia. Envidia de su amigo del colegio. De la relación tan estupenda y despreocupada que tenia. De las juergas y el sexo sin compromiso. De su piso de soltero y de su trabajo como buscador. Pero sobre todas esas cosas estaba el secreto. El secreto mejor guardado de Harry Potter. Un secreto que no podía desvelar a nadie y que aun así podía ver todo el mundo. La libertad en estado puro. El frio viento en la cara, la inmensidad del cielo rodeándolo, la velocidad, el vértigo. Ronald Weasley tiene envidia, pero sana. Ama a su mujer. Ama a sus hijos. Le gusta su casa de dos plantas y gran jardín. Su trabajo le realiza y no le exige mucho. Tiene una divertida y gran familia. Pero no tiene un secreto. -Ronald Weasley, como no te encargues de Harriet ahora mismo ¡te maldeciré en esta vida y en las tres siguientes! Ronald Weasley vive con Hermione Granger, dos gemelos de catorce años, una niña preciosa de ocho y un bebe berreante e incansable. -Sssssssssssssshhhhhhhhhhhhhhhh… calma Harriet… en un momento mama viene y te da de comer ¿sí? Yo también estoy hambriento pero mama no puede con todo. -Bilius y Hugo Weasley, como no os estéis quietos y pongáis la mesa en este mismo instante os arrepentiréis de no haber aprendido bien a realizar hechizos escudo en segundo porque os lo hare pasar mal, pero lentamente. -¿Has oído Harriet? Mama está que trina, así que nosotros tenemos que hacerlo muy bien, que si no, nos quedaremos sin cenar. La pequeña Harriet hizo un pequeño puchero y cuando parecía que volvería a su hábito de berrear hasta que se quedaba prácticamente afónica, algo sucedió y en vez de un llanto terrible broto de su pequeña garganta una carcajada feliz. -¿Has visto, pequeña? El tío Harry nunca aprenderá a utilizar la red flu como es debido, ¿verdad que es gracioso? Veintitrés años usándola y como si fuera la primera ¿verdad, compañero? -Ya sabes que se me da mejor volar. -De eso no hay duda.- Se te da de lujo. -¿Cómo esta mi pequeña Harriet? ¿Cómo está la niñita más guapa del planeta? -Pues igual que su padre, muerta de hambre. La residencia Weasley-Granger no era lo que se dice un hogar tranquilo. Desde que los gemelos habían encontrado en La Madriguera el cuaderno de Bitácora de Fred y George, Bilius y Hugo estaba más revoltosos que nunca. Harry cogió a la pequeña en brazos y la acomodó en su regazo mientras sentía unas palmaditas en la espalda. -Harry amigo no tienes buen aspecto. -ayer fue una noche muy larga. Remus y yo volvimos a discutir. -¿Por qué fue esta vez? - Por lo de siempre, Ron. -Pensé que después de la aventura con Michael se calmaría un poco. No me puedo creer que ya este con otro.- como sigas así Remus, lo vas a perder. Harry está al límite ya.- Bueno compañero no te preocupes. Si el te quiere a ti, siempre vuelve. -Ya… -¡Hola Harry! Una espesa cabellera rizada apareció por el marco de la puesta. Hermione Grainger le saludaba con una radiante sonrisa y salpicaduras de una salsa verdosa por toda la cara. –Ron, tus hijos están maniatados en el porche de la cocina, haz el favor de ayudar a Rose a poner la mesa mientras termino la cena.- Rápida como el rayo se acerco a Harry y le planto un beso en la mejilla izquierda, seguidamente acaricio con cuidado la cabecita de su bebe y volvió a la cocina con gesto airado.-Comemos gnocchis con pesto en 5 minutos. Harry por favor, deja un momento a Harriet en su parquecito. Harriet, que no estaba nada de acuerdo con la idea hizo un puchero y empezó a protestar enérgicamente. Mientras que todos sus hermanos eran pelirrojos como la tradición Weasley manda, Harriet era castaña. Una pelusilla marrón cubría su cabeza de ricitos, pero tenía los ojos azules de su padre. -Hola tío Harry. Rose se acerco a saludar al moreno que instantáneamente se agacho para dar un caluroso achuchón a la viva imagen de Ginny. -sabes tío Harry, ¡el otro día por fin monte un ratito en la escoba de papa! ¿A que es genial volar? -Claro que si pequeña. -Algún día seré una gran buscadora como tú. -Y como tu tía. -Sí, y como tía Ginny, ¿hoy me contaras más cosas sobre tía Ginny? -Pues claro pequeña. Podría contarte como… -Podría contarte como revoloteaba a su alrededor con ojitos llorosos y sonrisa bobalicona marca “Weasley in Love”. -Vamos Hermione, seguro que la pequeña Rose no quiere saber nada de eso. Además su tía era una fantástica buscadora. ¿Sabías que en nuestro quinto año en Hogwarts ella fue la buscadora del equipo de Gry? -Yo pensé que tú fuiste el buscador de gry desde el primer año hasta que s fuisteis. -Menos en quinto. Tuvimos una profesora más mala que los dementores y me echo del equipo así que Ginny ocupo mi lugar, era igual de buena tanto si jugaba como cazadora o como buscadora. -Pero tío Harry, tu aun eres el mejor buscador que ha tenido Gryffindor hasta ahora. Bill, Hugo y Ron aparecieron por el hueco de la puerta. Todo parecería normal si los gemelos no hubiesen tenido el pelo lleno de nieve y algunas briznillas de césped. La matriarca apareció con una gran fuente llena de bolitas de patata, una gran salsera llena de un líquido verde dos ensaladeras y medio pastel de carne. Lo levito todo hasta la mesa. Todos tomaron asiento y se sumergieron en una cena distendida. Las bromas las charlas y la comida fluyo naturalmente, como en familia. Yo quiero esto para mí, quiero unos preciosos niños castaños, poderosos, graciosos y con los ojos verdes o dorados. Quiero una familia Lupin-Potter. Quiero un comedor impregnado de olor a comida y felicidad. Quiero risas, gritos y llantos de bebe. Quiero un hogar, un marido que me quiera y unos niños que me adoren y a los que mimar. Harry se sumió en sus deseos y pensamientos hasta que el aroma del te inundo sus fosas nasales. -Me encanta el té negro Hermione, muchas gracias. -No quiero que sufras una desparticion volviendo a casa. -Decidle buenas noches al tío Harry y a la cama. -¡Pero mama! -Nada de peros, Bill, Hugo y Rose Weasley, he dicho que a la cama. -¿Harry, no te recuerda a mi madre cuando se pone así? Una grave mirada fulmino a Ron y este se puso colorado como siempre que su mujer le reprendía. La prole Weasley desfilo hasta Harry deseándole buenas noches y pusieron rumbo escaleras arriba. El silencio se instalo en el comedor mientras la castaña terminaba de recoger la mesa, dejando solo el servicio de té y un platillo con pastas de manteca y almendras. -Mañana es Nochebuena Harry, ¿vendrás a L a Madriguera, verdad? -No creo Ron. Supongo que cenare con Remus en Hogwarts. Siempre me ha gustado despertarme en el castillo el día de Navidad. -Mama se llevara un disgusto terrible. Una lechuza parda picoteo la ventana, un poco de nieve se había asentado en la cabeza del animal. Hermione la dejo entrar y el ave dio un impetuoso salto hasta posarse en el respaldo de la silla que había a la izquierda del moreno. Levanto una pata y espero a que el destinatario abriese la misiva.
Buenas noches Harry, Creo que no podre cenar mañana contigo, me han surgido otros planes. Espero que no te importe que tampoco podamos pasar la noche juntos, estaré fuera del país hasta por lo menos el día veintisiete. Además, puedes pasar la Navidad en La Madriguera, seguro que Molly estará encantada.
Un beso, Remus J. Lupin
Doblo el pergamino cuidadosamente y lo tiro a la chimenea. Apretó fuerte los parpados para que no se le escaparan las lagrimas, sacudió la cabeza ligeramente, recompuso su mejor sonrisa y volvió a enfrentar las miradas de sus amigos con ojos brillantes. -Puede que al final cene en La Madriguera. -Oh! ¡Harry!
Sus amigos se levantaron precipitadamente para abrazarlo y no pudo contenerse más. Toda la angustia de estos meses salió a flote, todos los reproches, las peleas, los celos, todo se le acumulo en la garganta, el nudo del estomago se estrecho y a punto estuvo de vomitar toda la cena. Cuando estuvo más tranquilo y con la firme decisión de no volver nunca más con el licántropo se despidió de sus amigos, salió al porche, ando por el jardín hasta que sintió las barreras anti-aparición y corrió. Corrió hasta que sus rodillas pulsaban, las plantas de sus pies ardían y el corazón parecía salírsele por la boca y salto. El mar estaba cada vez estaba más cerca de su cuerpo, los oídos le zumbaron por el cambio de presión y la cima del acantilado cada vez estaba más lejos, giro varias veces mas y alzo el vuelo. Ir en contra del viento siempre le revolvía las plumas pero le hacía sentir vivo.
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Tenía el cuerpo cubierto de una película de sudor frio, el pelo se le enredaba en el cuello y la camisa del pijama le daba varias vueltas alrededor del torso. Cuando la consciencia volvió a él noto las mejillas humedecidas y una opresión en el pecho. Su respiración superficial y agitada, el pulso acelerado. Hacia más de 15 años que no lloraba delante de nadie, pero en el último mes se había despertado llorando varias veces. Sus pies descalzos tocaron la suave alfombra de pelo largo, se coloco bien la camisa, se recogió el pelo con una cinta a la altura de la nuca. Lentamente y dando un bostezo se calzo las babuchas y se levanto de la cama. Con pasos tambaleantes llego al baño, abrió el grifo del agua fría y se refresco la cara, la nuca las muñecas y los codos. No se encontraba demasiado bien, tenía el estomago revuelto y la cabeza embotada. Un paseo hasta las cocinas me vendrá bien, puedo pedir que me hagan una tila y un emparedado ligero. Paso sigilosamente por el despacho para no despertar a los ocupantes de los cuadros. Cuando la puerta que da a las escaleras se cerro Albus Dumbledore suspiro y negó lentamente. Mi pobre muchacho. ¿Cómo podría convencerle de que pelee por lo que desea? ¿Cómo hacerle ver que ya es tiempo de mirar hacia el futuro y luchar por su felicidad? Harry es un gran muchacho, podrían ser muy felices juntos.
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Parecía que no iba a ser capaz de retener la infusión y el emparedado de pavo y manzana que le habían ofrecido los elfos domésticos en las cocinas, así que decidió dar un paseo por los oscuros pasillos a la luz de su varita. Todo estaba en orden. Solo permanecían veintiún alumnos en el castillo durante las vacaciones de navidad y no habían dado ningún problema. Los preparativos para la cena de mañana estaban listos. Sus pies les llevaron inconscientemente a su santuario, pero al pasar por el patio oyó un leve gemido, como un gorjeo lastimero. Será un alumno revoltoso o melancólico que ha decidido que morir congelado es el mejor para sus ocupados padres snobs. Debería hacer un decreto obligando a todos los alumnos a abandonar la escuela sistemáticamente todas las vacaciones, que se ocupen sus padres por una vez. Recompuso su ánimo y volvió al modo director implacable, para imponer algo de disciplina incluso usando su ropa de dormir y una gruesa bata negra de terciopelo. Un aspecto lamentable para un profesor que va a quitar 20 puntos a un alumno en navidades… Patético. Cuál fue su sorpresa cuando en vez de encontrar a un alumno tembloroso un gran halcón con el ala derecha en una posición extraña. Cuando Severus se acerco lentamente el animal le miro, unos enormes ojos verdes se clavaron en los suyos. Este halcón debe ser una hembra, es enorme. Llego hasta donde estaba el animal que retrocedió un par de pasitos y se desplomo en el banco de fría piedra. Los tres metros que los separaban Severus los cruzo de dos largas zancadas. Recogió al gran ave que pareció volver en si durante un instante. Una gran lagrima se formo en su gran ojo derecho, verde. Severus corrió sin destino pensado. Donde la llevo, donde, donde donde. Tenía que ser Grubby-Plank, la única que abandone Hogwarts por navidad… Podría ir a ver a Remus, seguro que puede ayudarte pequeña. Giro bruscamente en medio del pasillo y prácticamente corriendo llego a la gran escalera. Subió los peldaños de dos en dos y llego a la puerta de las habitaciones del profesor de DCAO en menos de diez minutos. Por más que aporreo la puerta no obtuvo respuesta alguna. Demonios, este Lupin duerme como un oso. Pateo la puerta con los pies descalzos y nada, el castillo parecía temblar pero nada. El halcón despertó e intento zafarse de los fuertes brazos que lo sujetaban. Severus aflojo el agarre pero no permitió que el ave se moviese más de lo necesario -Cálmate estúpido pajarraco, tienes el ala hecha un cuatro, así no podrías volar hasta el nido de ninguna manera.- es curioso, esta ave huele a perfume… no a campo y ratones… seguro que es el ave de algún brujo pretencioso. Pero no lleva ninguna anilla distintiva de cautiverio… En vista de que el Remus no iba a presentarse al menos hasta la mañana siguiente y de que el enfado de Severus iba en aumento se llevo al ave al único lugar donde los dos podrían pasar la noche sin más sobresaltos. Cuando entraron en las habitaciones de la mazmorra el lugar estaba frio. Palpo el bolsillo de la bata y no encontró nada -¡Winky! La elfa apareció con un suave pop en mitad de la salita de estar. -Necesito que caldees el ambiente. Enciende la chimenea de la salita y del dormitorio. Ve a la enfermería y trae un desinfectante, pinzas, algodón, una poción solda-huesos y unas vendas. -Si director Snape. La criatura se acerco a la chimenea y chasqueo los dedos. Un gran fogonazo surgió de la chimenea y una ráfaga de aire caliente llego hasta los pulmones de Severus. He dicho caldear no quemar… estos elfos domésticos no tienen medida… Cuando se disponía a reprender a Winky esta ya había desaparecido del dormitorio rumbo a la enfermería. Pasados unos minutos Winky volvió con una cestilla de mimbre y todos los útiles que el director había ordenado. -Winky, por último, ve a la torre y tráeme mi varita. Varita ya en mano inmovilizo al ave que seguía inconsciente y temblaba. -Solo es por si acaso, necesito que te mantengas lo mas quieta posible. Se enfundo las manos en unos guantes de látex y comenzó a inspeccionar el ala. No parecía tener ninguna herida externa, solo una grave dislocación en la extremidad derecha. No sé como volver a colocarla bien, podría hacerle la lesión más grave aún. -Maldito pájaro, con la de lechuzas y búhos que hay por esta zona… podrían haberte comido si te hubieran visto así, indefensa y herida.- sus manos recorrían las plumas lentamente, parecían intentar tranquilizarla, pero era más el fracaso estrepitoso de eludir la falta de conocimientos hacia algo del director. –Podría intentar con… ¡Cornu Reparo! El ala del ave volvió a su posición original con un crujido espantoso y los ojos del ave se abrieron desmesuradamente y comenzó a mover el pico intentando gritar de agonía. -¡por todos los inferi! ¿Qué clase de animal eres tú? ¡Desmaius! Cogió el vial de la poción solda-huesos y vertió dos gotas dentro del pico del ave. Mientras vendaba el ala al cuerpo para que no pudiera moverla en unos días no pudo evitar sentirse tentado de acariciar el suave plumaje del pecho y el vientre. Cuando su mano libre acaricio la cabeza noto como justo encima de los ojos tenía una pequeña señal. -Alguien te dio un buen picotazo aquí. Pareces un ave bastante temeraria. Será mejor que descansemos unas horas más. Ha sido una noche muy larga y mañana será un día bastante ajetreado, al menos para mí. Mientras iba al dormitorio Severus pensó que estaba empezando a chochear. ¿Desde cuándo hablo con animales e intento razonar con ellos? Maldito Albus, cada día me parezco más a él. Convoco una preciosa pecha para el animal que coloco junto a su cama, al otro lado del camino al baño. Entre el armario y la pared. Deslizo la bata por lo hombros y la colgó en la percha de la puerta del baño. Se lavo los dientes, la cara y se deshizo de la cinta que sujetaba su cabello, dormir con el pelo recogido le producía graves jaquecas. Tendría que tomar una poción para dormir sin soñar pero tendré que estar pendiente por si acaso. Es un precioso ejemplar, podría quedármelo y darle una lección a su negligente dueño. Volvió al dormitorio y se encontró al ave plácidamente durmiendo con la cabeza debajo del ala izquierda que permanecía libre del vendaje. No recuerdo haber levantado el demaius. Creo que estoy tan cansado que ya no sé ni lo que hago. Lo años no perdonan, ni siquiera para ti, Snape. ¿Cuándo he perdido una de mis babuchas? ¡Accio babucha! Coloco las zapatillas perfectamente alineadas en la espesa alfombra y se deslizo entre las sabanas.
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Cuando Harry Potter se despertó tenía todo el cuerpo entumecido. En la habitación hacía calor pero al estar completamente desnudo su piel se erizo. La penumbra no bañaba todo solo una tenue luz adivino, proveniente de la chimenea, le daba alguna referencia, sin gafas y totalmente desorientado intento ponerse en pie. ¿Por qué demonios tengo el brazo derecho pegado al cuerpo? ¡Diffindo! Las vendas cayeron al suelo blandito y cuando dio un paso topo con una cama. Bien descansare un poco y ya veremos mañana que es todo esto. ¡Un momento! Esto es Hogwarts. En ese caso no hay problema seguro que me he metido en la primera habitación con cama que he visto y me habré caído. ¡Qué cosas! Mmmmhhhhh… que sueñito tengo. Jur jur, camita calentita, que bien. Necesito descansar solo un ratito. Se metió furtivamente entre las sabanas y se acurruco. ¡Accio omnes baculum! Su varita, ropa y gafas se amontonaron a los pies de la cama y en dos minutos estaba profundamente dormido.
Soñó con un dolor intenso en el hombro derecho, una mirada negra profunda intensa. [… pareces un ave bastante temeraria…] unas manos suaves, un sabor amargo en la garganta y calorcito, mucho calorcito. Un corazón fuerte que latía sereno y alto contra su oído. Una brisa caliente, ligera intermitente contra la parte más alta de su cabeza, un pecho fuerte contra su mejilla que sube y baja. Una mano de palma ancha y largos dedos en su espalda, animándole a acercarse más. Un olor suave de vetiver, bayas rojas y tintes de bergamota se filtran a través de su nariz. El tacto de la seda recorre su brazo y su pierna en un abrazo, como un arroyo. Este perfume nuevo que usa Remus es muy bueno. El resto de la noche durmió sin más sueños. La sensación de bienestar, de protección le condujo hacia un descanso reparador. Horas después, con la cabeza aun embotada se apoyo sobre su brazo e intento ubicarse. La habitación seguía a oscuras, ya ni las brasas de la chimenea daban referencia. Con voz pastosa convoco sus gafas y la varita. ¡Lumus! La cama era grande con cuatro postes de ébano y un gran cabecero de hierro forjado. A la izquierda un armario de tres cuerpos y una bonita percha para aves. En la pared opuesta al cabecero el huevo de una puerta, una cómoda con ocho grandes cajones y tiradores de cobre. A la derecha una mesilla de noche y una puerta cerrada. Toda la estancia estaba cubierta por una suave moqueta verde clorofila. Se vistió rápidamente intentando recordar como había llegado hasta allí. Salió por lo que parecía la puerta para tomarse con un amplio despacho. Todas las paredes forradas de libros desde el suelo hasta el techo. Un escritorio rectangular de wengue con una lámpara de aceite presidiendo la estancia. Dos cómodos orejeros y una mesa camilla con algunos pergaminos y utensilios de escritura. Parecía que este despacho no había estado en uso desde algún tipo. Sin embargo se sentía cómodo. Ya no había duda alguna de que se encontraba en Hogwarts. Repentinamente las campanas del catillo sonaron indicando que ya había pasado la hora del almuerzo. Harry consulto su reloj y efectivamente eran las cinco de la tarde del veinticuatro de Diciembre.
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Severus no podía mantener las manos quietas ni un segundo. Recorría con pasos nerviosos su despacho de la torre, escaleras arriba y abajo. Todos los cachivaches del antiguo director parecían seguirle, poniéndolo más nervioso aun. El armario donde se encontraba el pensadero estaba abierto y una imagen remolineaba entre vetas doradas. A intervalos Severus se asomaba, sin decidirse a inmiscuirse en sus propios recuerdos. Maldito Potter, ¿Cómo iba yo a saber que podía transformarse en un halcón? Un suave pop saco al director de sus cavilaciones. -Seños director, el joven Potter ya ha despertado -Winky, dígale al Sr. Potter que se presente aquí lo antes posible. -Así lo hare, Señor director, Señor. La espera se hizo interminable. Pasaban los minutos, lenta e inexorablemente y Potter no aparecía. Severus nos sabía si estaba nervioso por verlo despierto, por la reacción del joven o por la sensación extraña de poder que había adquirido hacia el joven por conocer algo, que en principio no parece saber ni su pareja. Si fueras un buen Slytherin lo aprovecharías, le chantajearías y al menos obtendría un poco de sexo a cambio de tu silencio, viejo. Es una buena idea. Podría hacerlo. Le sudan las manos y no sabe por qué. Su estomago esta encogiéndose y no sabe la razón. Sus sienes palpitan y un tenue dolor de cabeza se ha instalado justo detrás de su frente, aun así no deja de pasear por el despacho y los viejos artilugios del ex director parecen perseguirle. Después de quince minutos ya no aguanta más y Severus Snape abandona su propio despacho para ir en busca del joven. Cuál es su sorpresa cuando lo encuentra sentado en el suelo al lado de la puerta que da acceso a sus habitaciones. -Señor Potter, creía haberle hecho llegar un mensaje. Le estoy esperando desde hace más de treinta minutos. -¡Hola Severus! Y yo creía que ya nos tuteábamos.- Respondió el moreno mientras le tendía la mano en un gesto amistoso. –Además, he olvidado la contraseña y sabía que saldrías a buscarme, por eso me he quedado aquí. Parece que este delicioso joven te conoce bastante bien ehhh... Lo que no sabe es que me ha puesto de los nervios. Claro que lo sabe, te ha chocado la mano y la tienes sudorosa, además aun no le has contestado. -De acuerdo, Sr. Po... -¡Harry! -De acuerdo Harry, pasa al despacho. Tengo que hablar contigo de algo que sucedió anoche. -¿Anoche, que sucedió anoche?- El cuerpo del joven se tenso. No es posible. No es posible. No es posible. -Preferiría que los discutiremos dentro, si no te importa. -Eh, si claro, claro. Entremos. Ambos subieron las escaleras en el más absoluto silencio. Entraron y tomaron asiento, cada uno a un lado de la mesa del despacho. El silencio se apodero de todo y el ambiente estaba tan tenso que podría cortarse con un cuchillo romo. Ninguno de los dos se atrevía a comenzar la conversación, Severus miraba fijamente a un punto detrás del menor, parecía atravesar el grueso muro de piedra con la mirada. Por el contrario Harry encontró muy interesante una pequeña peca en su mano derecha. No obstante, la valentía gryffindor salió a flote. -Creo que querías comentarme algo sucedido anoche, Severus. -Si. Como creo has sido capaz de adivinar por ti mismo has pasado la noche en el castillo, concretamente en mi antiguas habitaciones de las mazmorras.- Severus estaba intentando mantener la calma a toda costa.- El caso es que me fui a la cama con un halcón y esta mañana me he despertado contigo en la cama. ¿Se puede saber en qué diablos estabas pensando? Remus es colega mío, por no mencionar que trabajamos juntos. ¿Cómo voy a explicarle que hemos dormido juntos? -Severus, tranquilízate. Si soy un animago no registrado. Sí, mi forma animaga es un halcón. Y si, hemos pasado la noche juntos pero eso no es asunto de Remus, además, no recuerdo mucho pero no ha pasado nada entre nosotros, ¿verdad? -Cierto, pero explícame por que te metiste en mi cama sin mi consentimiento. -Porque me desperté en el suelo, hacia frio y no sabía que era tu cama. -¿Cómo no ibas a saber que era mi cama? -Nunca antes había estado en ella. -Pero tienes ojos en la cara, ¿no? -Si, los tengo, pero por si no lo recuerdas llevo lentes y no veía tres trols en un thestral. Te repito Severus que no tenía ni idea de que era tu habitación y tampoco sabía que tú estabas dentro. -¡Te abrazaste a mí! -Tenía frio. -Esa no es excusa. -No es una buena excusa, pero es la que hay. No tenias por qué haberme llevado a tu habitación. -Te lleve porque pensé que eras un ave herida. Si no de ninguna manera te habría llevado siquiera a mi estudio. -¿Herida, como que herida? -Si. Cuando te encontré en el patio tenias el ala rota. -Claro, de ahí el vendaje.- entonces me curo él. No fue un sueño. Me trato con cuidado y me protegió. Se preocupo por mi e incluso me llevo a su habitación para tenerme observado. -Exacto. -Bueno en ese caso, tengo que agradecerte tus cuidados... y tengo que pedirte por favor Severs que no le digas a nadie sobre esto. -Sobre que exactamente. Sobre que puedes convertirte en halcón o sobre que hemos compartido la cama sin mi consentimiento. -Sobre mi forma animaga. Nadie lo sabe, y me gustaría que siguiera así. Pero de ninguna manera me voy a disculpar por haberme metido en tu cama sin saberlo, así que puedes ahorrarte el sarcasmo. -En ese caso puedes ahorrarte tus peticiones, llevo meses detrás de una partida de unos ingredientes muy raros que son bastante caros. Creo que invitare a tomar el té un día de estos a mi vieja amiga Rita Skeeter. -Severus por favor, es lo único que tengo mío. Lo único que todavía me hace feliz. Indaga maldito slytherin, como es eso de que es lo único que le hace feliz, que pasa con Remus. Vale que no le trate muy allá y que tenga sus affaires pero ¿Potter parecía feliz a pesar de todo no? Vamos pregunta ¡por Merlín! -No suelo inmiscuirme en los asuntos ajenos, pero tu relación con Remus... -Mi relación con Remus es una total farsa, hace meses que no funciona. Solo soy un juguete para el... -Siento interrumpir Señor director, Señor. En media hora serviremos la cena de Nochebuena en el gran comedor. He venido a avisarle director, señor.- y sin esperar respuesta alguna, el elfo domestico desapareció igual que había aparecido, pero esta vez sí escucharon el pop. Severus saco el reloj del bolsillo del chaleco y Harry giro su muñeca. Ambos confirmaron que se había hecho tarde y tenían que arreglarse para sus respectivas cenas, cuando levantaron las miradas el mundo pareció dejar de girar y unos golpes suaves se oyeron, provenían de la puerta que se abrió lentamente si esperar invitación. -Severus, soy yo. Espero no llegar demasiado tarde, había pensado que podríamos continuar la tan interesante charla que dejamos el otro día a medias en la cafetería.- Sirius, estaba impresionante. Vestía un traje gris marengo de tres piezas a juego con sus ojos. Una fina camisa de seda azul cielo y una graciosa corbata de cuadros Vichy a juego con el pañuelo que se asomaba por el bolsillo de la chaqueta. Cuando vio a Harry allí sentado no pudo ocultar la sorpresa. -Harry Potter, que bien, pensé que te habrías olvidado de nosotros. Ya veo que te llego la invitación que te mando Remus para que te unieras a nosotros en la cena. Qué bien, que bien, que bien, ¡cenaremos todos juntos! Por cierto, ¿Dónde está Moony? Hace días que no sé nada de él. -Bueno es que el...- Harry se puso rojo, pero no fue nada comparado al impacto que sufrió su pecho cuando vio como su padrino se sentó en el regazo de Severus- El no va a pasar la noche aquí, le han surgido, otros planes. Volverá el veintisiete o así. -Bueno no pasa nada en ese caso cenaras con nosotros aquí, en Hogwarts. Pero tendrás que cambiar de ropa... tienes un aspecto lamentable.- Sirius se levanto del regazo del directos y camino hasta Harry. La planto sendos besos en las mejillas y acto seguido arrugo la nariz.- Harry, hueles a rayos... que es ese olor, hueles a mar podrido o algo así... -Si... eeeh... bueno... es quee... – Se levanto abruptamente medio arroyando a su padrino en el proceso.- Tengo que irme... a la madriguera, me esperan allí para cenar... Sirius no iba a desaprovechar esta oportunidad y corto por lo sano. -No, de ninguna manera, tú te quedas con notros a cenar. Que hace tres meses que no nos vemos, jovencito, no se te ocurra desobedecer a tu padrino. Además si Remus no está queda un asiento libre en la mesa y que desperdicio de comida. No, tú cenas aquí y es mi última palabra. Compuso su mejor sonrisa y vio como la expresión en el rostro de su ahijado reflejaba la derrota. Soy un genio, esta noche me voy a dedicar a agasajar a Severus y el pequeño Harry se morirá de envidia. En Nochevieja estos dos están juntos como que me llamo Sirius Black, solo necesito que el testarudo de Snape me siga el juego. Conversación mental ya Severus… Por más que intento cazar la mirada de azabache no consiguió iniciar esa tan requerida conversación telepática, sin embargo se le ocurrió una mejor idea. -Harry, coge un puñado de polvos y llama a la madriguera para avisar de que no iras. Mientras tanto, Severus, ve a adecentarte un poco, tú también luces horrible. ¡Winky! La elfa apareció en decimas de segundo con una manga pastelera en la mano y una cucharilla de café en la otra. -El señor Black llama, ¿que desea el Señor Black, Señor? -Necesito que traigas algo de ropa elegante para Harry, esta noche cenara en el Gran Comedor con nosotros. Si, pon también un servicio en la mesa para él. -Como diga el Señor Black, Señor.- Pop. -Severus, ¿acaso no te he dicho que vayas a cambiarte? Por la sabiduría de Merlín, vaya par… ¡Vamos! ¡En marcha!- Acompaño su orden moviendo la cabeza bruscamente hacia la escalera que daba al dormitorio del director. Parecía un extraño tic, pero Severus obedeció de buena gana. Este Black esta jugándomela. Como se le ocurra decirle algo al crio se las verá conmigo. Sé que prometí no volver a maldecirlo, pero puedo hacer una excepción. -Y no se te ocurra ponerte una de tus túnicas negras. Si, esas túnicas negras espantosas que llevas más de quince años usando a diario. Ves yo me he puesto guapo para ti, no espero menos. Y a ti Harry también te hace falta una ducha puedes ir por la red flui interna hasta las antiguas habitaciones de Severus en las mazmorras allí puedes asearte. Mandare a Winky allí con tu ropa. -Eeh… creo que no es una buena idea Sirius… -Tonterías, claro que si, si hace años que no las usa para nada, pero siempre tiene a un elfo domestico pendiente de que estén limpias y con todo lo necesario. -Pero… -No hay peros que valgan. Ve, no querrás llegar tarde a la cena… Harry no parecía reaccionar y menos cuando vio que su padrino se encaminaba hacia el dormitorio de Severus. ¿Pero estos dos están juntos otra vez? Si Canuto dijo que jamás de los jamases volvería con esa piedra emocional… que no había forma de aguantarlo. Que todo eran conversaciones de monosílabos y horas interminables en el laboratorio de pociones, con olores del inframundo y vapores que estropean el pelo… ¿Por qué razón empezarían a salir? Bueno no tengo más remedio que quedarme aquí, ya es muy tarde para ir a La Madriguera. Cogió un puñado de polvos, se introdujo en la chimenea y claramente dijo estudio de Severus Snape, las Mazmorras, Hogwarts.
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El agua corría por su espalda, desdibujada por el cristal opaco de la mampara de la ducha. Sirius entro como si tal cosa, como los cientos de veces que lo había hecho anteriormente, pero esta vez no se desnudo para juguetear bajo el agua con Severus. No esta vez se milito a inclinarse sobre el lavabo a esperar hasta que Snape terminase para comentarle ciertas cosas. Cuando ceso el ruido del agua y oyó como la mampara se abría, cogió aire exageradamente y comenzó su diatriba. -Esto funciona así, Severus. Vamos a pasarnos toda la noche tonteando y vamos a hacer que Harry se desoriente. Nuestra mejor baza es que sienta curiosidad hacia el hecho de que “hayamos vuelto” porque después de todas las cosas que le conté de ti cuando terminamos, ten por seguro que no lo va a entender. Y se acercara, porque tendrá curiosidad y ahí ya es todo tuyo… Si, es un plan perfecto. Te lo digo yo Severus, que antes de que termine el año está comiendo de tus manos y bebiendo de tus labios. -No te he interrumpido porque me parece de mala educación. Además con tantas tonterías mi cerebro ha pasado a asuntos más interesantes. -¿Cómo cuales? -Me preguntaba… ¡Qué diablos estás haciendo en mi baño mientras me estoy duchando! -Pues contarte nuestro plan. Que obtuso eres a veces Snape. -Entérate, perro sarnoso, no tenemos ningún plan, porque Remus y… -Remus y Harry no están juntos, Severus. Hace meses que Remus sale con otros hombres y Harry está destrozado… no hace más que salir por ahí a hacer temeridades para llamar la atención de Moony. Desde que espías para nadie te pierdes detalles que son visibles para cualquier niño… -Sí, cosas que tú te inventas igual que todos los niños, por favor Sirius, si esta es otra de tus jugarretas, estoy cansado ya. Lo nuestro no funcionaba, había demasiada historia detrás, supéralo Sirius, madura. -Esto no tiene nada que ver quejicus. Es que creo que lo vuestro podría funcionar… -Esto huele a podrido Black. -Vale, vale… es que Moony es mi espinita. -¿Tu espinita? -¿No tuviste un amor de joven que nunca conseguiste y que aun a día de hoy cuando lo ves te acelera el corazón, hace que te suden las manos y como dicen los muggles hace que las mariposas de tu estomago revolotean sin cesar? -Sí, supongo que sí. -Ahm… ¿Y quién es? -Black… -Mmmmh cuando siseas así mi apellido aun me calientas. -Eres incorregible. Sal del cuarto voy a vestirme. -Como si no te hubiera visto nunca desnudo. -No desde hace mucho tiempo, además estas revolucionado. Por cierto, si quieres meterte en los pantalones del licántropo no me pongas a mí en medio, sabes que odio que me manipulen. -No te estoy manipulando, solo esperaba que pudiéramos llegar a un acuerdo. Tú me ayudas a quitar a Harry de en medio y yo me encargo del resto, ¿si? -Déjame vestirme Sirius, en ocho minutos tengo que estar presidiendo la mesa en el gran comedor y contigo revoloteando por aquí no voy a ser capaz. -Está bien, iré a ver cómo le va a Harry. Piénsalo Severus, dos pichones del mismo hechizo.
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| | | PoAkS
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| Tema: Segunda parte... que es un poco laargo Sáb Dic 25, 2010 7:32 pm | |
| Salió de la chimenea sacudiéndose un poco de ceniza del traje. Comprobó mientras escuchaba el agua de la ducha correr que el esmoquin descansaba en la cama adoselada. -Harry, ¿te queda mucho? Tienes solo 5 minutos para presentarte en el comedor. Si no te das prisa no podrá hacer nada con tu pelo. En ese momento oyó como la llave de la ducha chirriaba, la piel desnuda rozaba el suelo y la voz amortiguada de su ahijado le decía que en un minuto saldría a vestirse. -Me quedare para ayudarte con el fajín, dudo que sepas como se pone uno. -¿Un fajín?- La puerta se abrió lentamente revelando a un Harry goteante, vistiendo una toalla alrededor de su cintura. Vaya, si que ha crecido bien el muchacho, no me extraña que Remus quiera divertirse con el de vez en cuando. Severus, siempre tuviste buen gusto.- ¿Qué demonios es un fajín? -Es una de las piezas de tu traje. Creo que prescindiremos del chaleco, para que no parezca tan formal. Le dije a Winky que te trajera este aunque sea muggle, así no parecerás un viejo como yo, je je. -Sirus, te has olvidado de pedirle algo de ropa interior.- El menor se ruborizo fuertemente, no quería de ninguna manera ponerse el traje sin calzoncillos. -No te preocupes por eso, podemos cogerle unos a Severus. Además todos son negros, te irán perfectos. -¿Cómo sabes que me quedaran bien? -He tocado el trasero de Snape cien veces, te digo que te quedaran bien. Sirius se acerco a la cómoda, abrió el segundo cajón y saco unos calzoncillos corte bóxer negros. Se los lanzo a Harry que los cogió al vuelo, lo que provoco que la toalla se deslizara sin ninguna piedad hacia el suelo. Con los calzoncillos fuertemente agarrados se giro bruscamente para que su padrino no viese su completa desnudez. Sirius al notar la vergüenza del menor se giro y comenzó a pasear despreocupadamente por la habitación contigua murmurando banalidades que Harry no alcanzaba a oír. Solo podía pensar en que esa misma tarde, hacia escasamente una hora, había despertado en esa misma habitación, completamente desnudo, desorientado pero reconfortado. No había rastros de la percha para aves ni de la venda que dejo olvidada en el suelo. Se vistió apresuradamente, tanto que cuando se presento frente a su padrino con el trozo de tela verde hoja, Sirius haciendo acopio de toda su paciencia, le desabrocho toda la camisa, que él había abotonado coja. -Harry, hay un dicho muggle que dice: “Vísteme despacio que tengo prisa”. Sabía que este esmoquin te quedaría perfecto. Mantén esta parte sujeta, así es. Da una vuelta despacio. Bien. Ya tienes el fajín puesto. Quédate aquí, voy a por la chaqueta.- Se la deslizo suavemente por los brazos y se la ajusto desde la espalda. –Creo que dejaremos el pelo así, con un aire desenfrenado. Lo rodeo hasta que quedaron enfrentados. Harry estaba impresionante. Se acerco y desabrocho un par de botones de la camisa. -Perfecto. Démonos prisa o Severus nos matara por llegar tarde.
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Cuando Sirius y Harry cruzaron las puertas del comedor Severus se quedo sin respiración. Su corazón latía desbocado y en su ingle se instalo un constante hormigueo que no sabía si definir como molesto, inquietante o satisfactorio. No podía dejar de mirar a Harry, de imaginar su joven y torneado cuerpo debajo de toda esa ropa elegante. Su esbelto cuello asomando entre el cuello de la camisa, su pelo rebelde y sus preciosos ojos verdes. Camina con aire resuelto comentando algo ligero con Sirius, ajeno al poder que ejerce sobre el mayor. Murmura una disculpa por hacerlos esperar y toma asiento. Justo enfrente de Sirius, que se sienta al lado de Severus. -¿Has pensado el lo que te he propuesto antes, Severus?- susurra Sirius al oído del director, el gesto cómplice no pasa desapercibido en Harry, que tuerce el gesto. Pensando que una acción vale más que mil palabras en respuesta Severus coloca un mechón de pelo ondulado detrás de la oreja de Sirius al que no le falta nada más para saber que su plan está en marcha. -Creo que va siendo hora de dar comienzo al banquete, Severus. -Sí, claro claro. Comienza la diatriba. Es un discurso mucho más corto y menos profundo que los que solía hacer Albus, más que nada porque no cree mucho en estas cosas, estas fechas le fastidian, tiene hambre y no cree que sea capaz de mantener la atención en algo más que en Harry y su picazón inguinal. Solo los entretiene escasos tres minutos y comienzan a comer. Sirius se muestra más cariñoso de que lo a Severus le gustaría, pero le deja hacer al notar el malestar en Harry, no sabe donde conducirá esto, incluso puede que le traiga más problemas que ventajas, pero reconoce que nunca se le ha dado bien el arte de la seducción y que por el contrario su ex pareja controla bastante. Después de lo que le parece una eternidad llegan los postres, los invitados están más relajados pero Severus no puede evitar sentirse cada vez más preocupado por la actitud de Harry, casi no ha probado la cena, solo ha contestado a preguntas directas y sus ojos han permanecido fijos en ningún lugar. -Bueno, profesores, alumnos y amigos, ha llegado el momento de que nos retiremos.- Con esta frase Severus dio por finalizada la cena de Nochebuena. Todos se levantaron de sus respectivos asientos y Harry parecía tener más prisa que ninguno sin embargo Sirius fue más rápido y lo retuvo del brazo. Le invitó cortésmente a compartir una copa antes de irse. Harry pensó en declinar la invitación, no tenia estomago para aguantar más las “sutiles” muestras de cariño entre su padrino y el director. -Vamos Harry, así se te quitara esa cara avinagrada que tienes. No tienes nada mejor que hacer, ¿no? Harry derrotado y cabizbajo se dejo guiar hasta una sala del castillo en la que nunca había estado, parecía un salón de juegos. Podía ver un billar, una diana, una mesa con tapiz en la que había barajas, dados y fichas, un mueble bar, dos sofás y algunos sillones más. Era bastante amplia con una luz tenue. Vio como Severus se acercaba al mueble bar y disponía vasos con hielos para todos. Sin consultar saco una botella sin etiqueta llena de un líquido ambarino y sirvió tres generosas copas. Mientras, Sirius se recostaba lánguidamente en uno de los sillones. Menos mal que es uno de los individuales, porque si no ya estaría sentado encima de Severus. Maldito Canuto. Severus por el contrario eligió el sofá, lo que obligo a Harry a tomar asiento a su lado. Tomaron la primera copa en silencio, pero la segunda soltó la lengua de Sirius, que comenzó a hablar sin parar de quiddich. Para cuando Harry tuvo la tercera copa en la mano ya era demasiado tarde. Se sentía aletargado, con un calor placentero alojado en sus mejillas y un suave hormigueo en manos y pies. -Como tu padrino siga así, no tendré más remedio que lanzarle un hechizo para que cierre el pico. ¿Tú qué dices, Harry? No sabía si era un efecto del alcohol, pero el aliento caliente contra su oreja, el intenso olor y el roce del pelo de Severus hicieron que el cosquilleo se extendiera también por la zona de sus muslos y entrepierna. La rojez de sus mejillas se acentuó y solo pudo contestar con una tímida sonrisa. La mirada de Severus se encontró con la suya, borrosa, difuminada. Estoy muy borracho. Tanto que podría tirarme encima de Snape ahora mismo. Creo que es mejor que me vaya. Pero cuando bajo la mirada hacia su vaso lo encontró lleno. ¿Cuántas copas me he tomado ya? No sé, pero esta es la última. Dio un largo trago y dejo el vaso por la mitad. Sirius seguí hablando pero muy bajito, o al menos eso le parecía y Severus… Severus lo observaba sin ningún pudor, escaneándolo. Deteniéndose en sus labios, que no sabía tenía entreabiertos, y Harry pensó que se le besaría. Casi podía sentir los finos labios de su ex profesor sobre los suyos, fundiéndose en suave y húmedo beso profundo. Su boca se lleno de saliva y trago a tiempo. Harry Potter, estas oficial e inexorablemente borracho. ¿En qué momento Canuto se ha dormido? ¿Cuánto tiempo llevamos aquí? ¿Por qué Severus sigue mirándome así? Tengo que salir de aquí ya. -¿Efta shimena tien la redflu ctiva? Severus ladeo la cabeza y lo miro como si tuviera tres cabezas. Harry miro a su alrededor por si tenía algo gracioso detrás pero no encontró nada. -Harry, estas borracho. -Nah. -Yo creo que sí. -No tantho comel. -Sí, Sirius cuando esta ebrio se duerme. No tengo más remedio en insistir en que pases la noche en el castillo. -Nah, nah. Pueeedo iiirmee por reed fluuu. En la cara de Severus se dibujó una sonrisa amplia, o lo que para Severus es una sonrisa amplia. -Contestando a tu primera pregunta, no. Esta chimenea solo tiene conectada la red flu interna. Insisto en que pases la noche aquí, Harry. Puedes dormir en mis habitaciones de las mazmorras, creo que ya estas familiarizado con ellas. Harry sacudió la cabeza lentamente, intentado hacer saber a Severus que no volvería a pasar otra noche allí, que quería irse a su casa y dormir en su cama. Así que se restregó los ojos con el dorso de las manos y lentamente se puso en pie. -Creo que m’apareceré diretamnte. -Tengo que explicarte que nadie puede aparecerse desde Hogwarts… lo que tuvo que sufrir la Sta. Granger con vosotros. -Ya seee que no pueo, ero lpasheo m’shentarah ben. Severus también se puso en pie y espero hasta que Harry se puso en movimiento. El recorrido hasta las puertas del castillo fue lento pero Severus se divirtió bastante viendo como Harry caminaba con una postura que él pensaba era el intento de dignidad mas bochornoso del mundo. Tampoco desaprovecho las ocasiones que el más joven le brindo para sujetarle fuertemente antes de que chocase con armaduras, antorchas o cuadros, por no hablar del suelo directamente. Ocasiones en las que aspiraba su olor, rodeaba su cintura o posaba sus labios despreocupadamente en la cabeza de Harry, que cada vez estaba más despejado y alterado. Cuando salieron a la fría noche los ojos verdes se abrieron desmesuradamente y la consciencia volvió al aletargado cerebro. Su paso se hizo más brioso y decidido, en menos de diez minutos atravesaban la puerta de los cerdos alados. -Muchas gracias por acompañarme Severus. Creo que deberías volver al castillo y atender a mi padrino. Sirius es muy celoso con sus amantes. Severus acorto la distancia que los separaba y levanto la cara de Harry para examinarla. Las pupilas dilatadas, las mejillas enrojecidas y los labios pálidos e hinchados. Está claramente ebrio. -¿Dónde está tu casa Harry Potter? -En El Valle de Godric. -Muy bien. Severus de abrazo fuertemente y juntos se aparecieron en el umbral de la residencia Potter. Harry alzo la cabeza, la pregunta reflejada sin dudas en su rostro. -No podía dejar que te aparecieras ebrio.- La excusa de Severus se vio cortada por el recorrido de la mirada de Harry. Un gran ramillete de muérdago crecía salvaje por todo el umbral de hierro que hacía de puerta a la entrada del jardín. Alzándose sobre los dedos de sus pies Harry beso a Severus, el cual dejo que una de sus manos abandonara la cintura del más joven para enredarse en su cabello desordenado. Harry notaba como la nariz de Severus se rozaba con su mejilla, como el sabor del licor se juntaba con su saliva. Los dedos largos acunaban su cabeza mientras el pulgar paseaba por su nunca y la mano en su cintura se ebria para abarcar toda la zona lumbar, estrechandolos mas. Por Merlín, que bien besa. No me extraña se Sirius haya vuelto con él. Maldito Sirius. Cuando Severus puso fin al beso no fue porque no hubiera sido satisfactorio, sino porque la situación iba a tomar un rumbo indecoroso, pero su ego creció notablemente al notar, más que escuchar, el jadeo de sorpresa y desilusión proveniente de Harry. Sin soltarlo todavía examino su cara una vez más y sobre sus labios le deseo una feliz navidad. Retrocedió y se desapareció, dejando a Harry con la peor sensación de frio y abandono que jamás había sentido.
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La semana entre el día de Navidad y la víspera de año nuevo Harry se mantuvo todo lo ocupado que pudo. Visitando a sus amigos y entrenando duramente para la nueva temporada de quiddich, pero hiciera lo que hiciera sus dedos volvían inconscientemente a sus labios. No podía dejar de pensar en el beso que había compartido con su ex profesor. Se puede echar de menos algo que nunca has tenido. Soy una mala persona por desear algo que no me pertenece, que pertenece a una persona a la que quieres. Tan fácil es olvidarse de una persona a la que se supone que amo, solo por un beso. Es cierto que Remus me ha hecho daño, pero yo le quiero, o no. Severus es la pareja de Sirius, pero me devolvió el beso. Seguro que fue solo por el muérdago… pero vaya beso. Solo tengo que dejar que pase un tiempo prudencial hasta volver a verlo, y siempre con alguien más. Una lechuza marrón, vulgar, como tantas otras, picoteó el cristal de la ventana. Harry se levanto del sofá y dejo la pizarra en la que había estado dibujando estrategias sobre la mesa de centro. Dejo entrar a la lechuza que espero respetuosa a que Harry desprendiera el mensaje que traía.
Hogwarts, 29 de Diciembre. Estimado Harry,
Por la presente, le invito a la fiesta de Fin de Año que se celebrara la noche del próximo 31 de Diciembre.
Atentamente, Severus Snape Director de Hogwarts Colegio de Magia y Hechicería.
P.S.: Sirius insiste en que vengas.
Harry le dio una chuchería a la lechuza distraídamente mientras releía una y otra vez las cuarenta y seis palabras que formaban la misiva. Bueno es una fiesta, habrá mucha gente. Solo tendré que saludarlo y hacer como si nada hubiera pasado. Además con no beber seré capaz de controlarme y si no voy Sirius es capaz de presentarse aquí para obligarme a ir, o pero aun, indagar para averiguar por qué no quiero ir, y será mucho peor. Se acerco hasta su escritorio y en el mismo pergamino escribió una escueta respuesta afirmativa y preguntar pertinentes como si la fiesta exigía etiqueta, la hora y si tenía que ayudar en algo. Volvió hasta donde estaba la paciente lechuza y anudo la hoja. Cogió otra chuchería y abrió la ventana para que el ave volase hasta Hogwarts con su respuesta.
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La tarde del treinta y uno de Diciembre Severus estuvo a punto de romper la promesa que hizo algún día con respecto a maldecir, envenenar o hechizar a Sirius. Los ojos grises no hacían más que evaluar su más que aceptable aspecto, recolocaba la americana, se agachaba a estirar los pantalones y sacudía el polvo inexistente de sus zapatos. Severus ya está harto de verdad. Bastante tenía él con controlar los nervios acumulados en su estómago como para tener que aguantar las tonterías de Sirius. Menos mal que no había decido en el atuendo, solo había permitido que el ojigris le colocase esa estúpida americana, que pensaba dejar olvidada en algún momento de la fiesta dentro de la chimenea o algo parecido. -Son las diez menos veinte Severus, repasemos la estrategia. Habrá mucha gente, amigos de Harry entre ellos, esperemos que Remus no aparezca porque si no será todo más complicado, no sabemos en qué punto están. Tú solo tienes que pasearte con tu cara de mal humor de siempre hasta que lo veas acercarse a las puertas, seguro que momento antes de medianoche desaparece para no tener que aguantar la presión de no tener pareja, ahí actúas tú. Confió en tu poder de observación, pero no te vaya a echar atrás, Snape que te conozco. De ofrecerle bebida me encargo yo. Esta noche no podemos estar muy cariñosos, los lamento, pero es por el bien del plan. No queremos que Harry piense que estamos locamente enamorados, porque conociendo al pequeño león no se entrometería en nuestra “relación”… bueno de eso me encargo yo también, tu solo obsérvale hasta que intente escaquearse fuera y le sigues, ¿entendido? -Sirius… -Confía en mi Severus, ¿o acaso no recuerdas que te conquiste a ti? -Sí, pero… Sirius se acerco rápidamente al hombre con la pose más amenazadora que tenia. -Severus Snape, vamos a seguir con el plan y esta noche vas a hacer que mi ahijado tengo una gran noche. Que empiece el año bien. Pero sobre todo vas a hacer que se quite de mi camino, porque pienso beneficiarme a Remus tantas veces que se le quitaran las ganas de mirar a ningún otro jovencito en lo que le resta de vida licántropa. ¿Me he explicado con claridad? El director de Hogwarts no es una persona a la que se intimide con facilidad pero, en ese momento el coctel de nervios y el tono autoritario de su ex pareja fueron suficiente para dejarlo con cara de asombro y sin una palabra para replicar. -Pues eso. A granes zancadas llego hasta la puerta y espero a que el estupefacto Severus reaccionase y se uniese a él. Bajaron las escaleras de caracol y atravesaron la puerta flanqueada por la gárgola y pusieron rumbo al gran comedor.
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Harry vestía unos vaqueros oscuros camisa verde y botas de piel de Colacuerno Húngaro. El pelo revuelto y había hecho el esfuerzo de ponerse lentes de contacto, aunque guardaba sus gafas en el bolsillo de su túnica por si a mitad de la noche no aguantaba más las lentillas. -¡Harry! ¡Estas guapísimo! Hermione Granger se acerco a él y lo estrecho en un gran abrazo. -Hola Hermione, ¿Dónde has dejado a tu marido y a los niños? -Ron esta por allí, hablando son Neville. Los niños se han quedado con Arthur y Molly, han organizado una fiesta para todos los nietos, para que pudiéramos venir todos a la fiesta. Es maravilloso ¿verdad? No esperaba que el profesor Snape organizase una fiesta de Fin de Año. -Director, Sta. Granger, si no le importa. Severus estaba bastante aceptable, teniendo en cuenta. Pantalones de pinza grises, jersey de cuello alto negro y por una vez su cabello lucia brillante y parecía tener un tacto sedoso. Hermione se giro abruptamente y murmuro una escueta disculpa asombrada por el aspecto tan normal y mundano que ofrecía su ex profesor. Harry por el contrario no pensaba que Severus tuviese un aspecto nada normal. Toda la intimidación que antes ejercía sobre el gry se había convertido en atracción. -Espero que disfruten de la celebración, les veré en otro momento tengo que seguir recibiendo a los demás invitados. Si me disculpan. No se le nota incomodo conmigo. Supongo que le he dado más importancia al beso de la otra noche de la que en realidad tiene. Entonces, ¿Por qué no puedo dejar de mirarle el culo? ¿Por qué, si cierro los ojos puedo sentir sus manos tocándome y acercándome a él delicada pero fuertemente? Venir a esta fiesta ha sido decididamente un error.
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Ni siquiera me ha mirado. ¿En que estabas pensando Severus? ¿Acaso pensabas que un joven como Potter podría fijarse en ti? Seguro que el beso del otro día no significo nada para él, otro de tantos. Tengo que buscar a Sirius para decirle que estoy harto de esta tontería de su plan. Pero el animago no estaba por ninguna parte. No estaba ocupándose de emborrachar a su ahijado ni estaba revoloteándole, para que Harry se pusiera celoso. Ni siquiera estaba revoloteando a otro. ¿Dónde demonios se ha metido el patán de Black? La media noche estaba cada vez más cerca y aunque quisiera no podía apartar los ojos del ojiverde, eso sí con mucha discreción. Sin desobedecer sus obligaciones como buen anfitrión. No se le escapo que el joven tomo varias copas de ponche, y otras tantas de combinados y algún que otro coctel. Ahora mismo, a quince minutos del cambio de año lucia totalmente arrebolado y desinhibido. Riendo cualquier chiste que sus amigos hicieran, aceptando el descarado coqueteo del Sr. Wood e incluso dando muestras de afecto a sus más allegados abiertamente. En medio del gran comedor alguien grito a viva voz que ya solo quedaban cinco minutos para la cuenta atrás y todo el mundo comenzó a ponerse nervioso. Los grupos que se habían formado comenzaron a disgregarse para formarse otros compuestos por amigos más íntimos, familias o parejas. Severus diviso a Harry entre unas cuantas cabezas pelirrojas, el enmarañado pelo de Hermione, una par de cabelleras rubias. Seguro que una de ellas es Fleur. El Sr. Wood es bastante molesto, ¿no se da cuenta de que Harry solo está siendo cortes? Pero un momento… Con una maniobra digna del mejor escapista muggle Harry se alejo paulatinamente de su grupo. Se acerco a la mesa más cercana a la puerta como si quisiera volver a llenar su vaso, pero lo dejo sobre el tablero y en un parpadeo había desaparecido del gran comedor. Severus tardo algo más de lo previsto en llegar a la puerta. Todos parecían querer felicitarle por su gran fiesta justo en ese momento. Me importan una mierda vuestras felicitaciones… solo quiero salir de aquí. El último obstáculo fue Minerva. -Tengo que salir un momento, Minerva, he olvidado algo importante que no puedo hacer más tarde. -Severus, ¿Pociones incluso la víspera de Año nuevo? -Que bien me conoces. Y sin más a grandes zancadas salió en pos de Harry, pero cuando atravesó el umbral el muchacho ya había desaparecido… aguzo el oído y giro inmediatamente hacia la izquierda, tres pisos más arriba las escaleras se movían con un Harry, aferrado a la barandilla fuertemente. Lo siguió todo lo rápido que pudo y sus pies fueron a dar con una puerta cerrada con magia poderosa, en una de las torres en desuso del castillo. Aunque deshizo todos los conjuros y hechizos no pudo levantar los pies del suelo. Harry caminaba precariamente por las almenas, arriba y abajo hasta que se detuvo. Severus no sabía si acercarse corriendo o quedarse quieto para no asustar al hombre. Un paso en falso y Harry descendería en picado más de quinientos metros en caída libre. Se decidió por hablar despacio y bajito. -¿Harry? -Márchate. -No hasta que hayas bajado de ahí. -No me va a pasar nada, soy un halcón, ¿recuerdas? -Sí, Harry, puedes convertirte en halcón. Pero dudo mucho que durante una caída como esta y con el grado del alcohol que tiene en sangre ahora mismo puedas controlar tu transformación. -Claro que puedo. -Prefiero no averiguarlo. Al menos hoy no. -Márchate Severus. -¿Qué ocurre Harry? -Si quieres saber que ocurre puedes echar un vistazo a ese mapa. ¿Conoces la sala de los menesteres? Pues búscala. No fue difícil encontrarla ya que el mapa del merodeador estaba abierto justo por esa parte del castillo. Todas las salas estaban vacías excepto la antes mencionada por Harry. Dos nombres permanecían estáticos dentro de esa habitación. Por eso no podía encontrar a Sirius. -Siento que te hayas enterado de que Sirius te es infiel así. -Harry, es imposible que Sirius se me infiel. El y yo no somos pareja. -Pero… -¿Acaso en algún momento nos has escuchado decir algo parecido? Baja de las almenas en este instante Potter o te bajare a la fuerza. Harry que permanecía de espaldas al director sintió un fuerte agarre en su camisa y cayó estrepitosamente al suelo. Otro agarre más fuerte y menos condescendiente, pero esta vez del frontal lo izo del suelo hasta que sus pues solo rozaban el suelo. -Pequeño egoísta estúpido. ¿En qué demonios estabas pensando? Hay cientos de personas en el comedor que en los próximos años nuevos de sus vidas solo podrían pensar en que ese fuel el día en que vieron el cadáver del salvador del mundo mágico hecho papilla en los terrenos de Hogwarts. Me importa una mierda lo que hagan Sirius y Remus, pero tú no me vas a joder la fiesta, por que no. La cara de Harry estaba pálida, los ojos de obsidiana se clavaban en los suyos implacables. La vergüenza se acumulo en sus lagrimales y sus ojos se empañaron. Dos gruesas lágrimas corrieron por sus mejillas. Su boca balbuceaba como la del pez fuera del agua, incapaz de decir nada coherente. En su mente solo había cabida para las fuertes manos de Severus agarrando su pechera, con los nudillos blancos. Su aliento acariciando sus labios y sus miradas conectadas. A Harry le daba igual que en esta ocasión no hubiese muérdago, se acerco bruscamente y clavo sus labios contra la boca del director al que pillo completamente desprevenido. Rápidamente Severus tomo el control y profundizo el beso hasta que se cercioro de que el menor no se apartaría si movía sus manos del agarre que ejercía sobre la camisa verde. Lo estrecho entre sus brazos sintiendo como Harry acariciaba su mentón y cuello con sus dedos callosos. Sus respiraciones se hicieron profundas y sonoras. Las lenguas se acariciaban y exploraban, danzando empapadas en saliva. Severus jalo un poco el cabello del ojiverde para exponer su cuello, el que lamio con deleite hasta acariciar con la punta húmeda el lóbulo de la oreja. Harry solo podía gemir de placer. Su cuerpo hecho gelatina entre el cuerpo caliente de Severus y la fría piedra de la pared. Sin ningún miramiento, con un brusco tirón desgarro la camisa para exponer el torso del Harry. Los pezones incitándolo, erectos a causa del frio. Harry tironeo del jersey hacia arriba y ambos se abrazaron fuertemente, disfrutando el contacto. -Merlín Severuss… Harry jadeaba sin pudor mientras Severus descendía por todo su pecho y abdomen hasta quedar arrodillado con el rostro frente a su pulsante miembro. Con gran destreza el ojinegro desabrocho el botón y la cremallera de los jeans del menor. El falo de Harry se dibujaba apretado contra sus bóxers. Severus abrió la boca y expiro todo el aire caliente de sus pulmones, Harry se estremeció de anticipación. Quítate la ropa ya, Snape. La cabeza de Severus se agito al sentir como toda su ropa desaparecía. Desde su posición y siseando sugerentemente pregunto. -Sr. Potter, desde cuando hace magia sin varita y no verbal. -Ahora decididamente no es el momento. -Estoy de acuerdo. DE un fuerte tirón hizo que los calzoncillos se unieran a los pantalones a la altura de las rodillas. La punta del pene brillaba, palpitante y rosada. Lamio, chupo y succiono a placer. Solo se despego de su apetitoso dulce para amablemente pedirle a Harry que se deshiciera también de lo que le quedaba de su ropa. Dicho y hecho. Al verse liberado de sus propios pantalones Harry separo mas las piernas, circunstancia que Severus aprovecho para introducir un dedo por el estrecho canal del ojiverde. Lo preparo rápidamente con su propia saliva. Tres dedos largos entraban y salían lentamente abriéndolo, relajándolo. Sentía que no podía más, quería más mucho más y así lo hizo saber. Severus en vez de subir a su encuentro forzó a Harry a que sentara en su regazo. Lentamente se fue empalando en el largo y ancho pene de Severus. Cuando estuvo completamente enterrado se fundieron en un obsceno beso hasta que Harry empezó a moverse. Severus no lo podía creer. El rostro de Harry era lo más excitante que había sobre la faz de la tierra. Sus labios entreabiertos, la punta de la rosada lengua asomando, descarada, provocativa. Sus ojos cerrados, sus pestañas temblando, exponiendo su exquisita nuez. Estaban tan pegados que la simple fricción hacia que Harry no necesitase ningún estimulo en su hinchada y rebosante polla. Después de algunos movimientos más Harry tembló, tembló tanto que tuvo que aferrarse fuertemente, clavando las uñas, a la espalda de Severus que mordiendo la unión del cuello y los hombros de Harry le entrego su caliente y blanca semilla mientras notaba como su torso era regado por el semen del otro. -Feliz Año nuevo Harry Potter.- Sirius Black, he hecho lo que me pediste, Harry Potter ha empezado el año de la mejor manera posible, como no mantengas al lobo bien atado os matare a los dos… -Feliz años Severus. -Supongo que abras notado que no había muérdago sobre nosotros. Harry rio con ganas y Severus supo que ya era suyo. Misión cumplida, bien hecho slytherin.
FIN
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| | | Yuki Fer As de oclumancia
Cantidad de envíos : 1504 Fecha de nacimiento : 07/04/1992 Edad : 32 Galeones Snarry : 108296 Fecha de inscripción : 30/07/2011
| Tema: Re: Un halcón para Año Nuevo | Intercambio navideño para Mireya Vie Dic 09, 2011 6:25 pm | |
| bien hecho severus....ke mejor manera de recibir el año nuevo.........XD ajajajjaj good me gusto muy bonito..n_n | |
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