Corazones enlazados (One Shot)

Corazones enlazados
Si bien la rosa pierde al mediodía la hermosura que tenía en el alba, la belleza que irradiaba entonces era algo real. Nada en el mundo es permanente, y somos necios cuando pedimos que algo perdure. Y somos más necios si no lo disfrutamos mientras lo tenemos.
- Somerset Maugham


Disclaimer: Los personajes pertenecen a JK Rowling, yo no gano absolutamente nada con esto, solo satisfacción y el comentario de uno que otro lector agradecido. La trama es lo único que me pertenece.

Parejas: Severus Snape/Harry Potter.

Resumen: Harry tiene un maravilloso regalo de navidad para Severus mientras que el pocionista no sabe que obsequiarle, así que acude con la única persona que puede darle una idea, ¿quién dará el mejor regalo?

Notas de Autora: Pues después de muchas ideas, cambios de opinión y grandes cantidades de estrés, logré conseguir que mi muso quisiera escribir algo navideño. La idea terminó gustándome y espero que a mi amiguita de intercambio también le guste. Todo tuyo, Yatta. ¡Feliz navidad a todos! Gracias por leer a mis fieles lectores. Como no gano ni medio partido por la mitad con esto, SOLO CRITICAS CONSTRUCTIVAS.


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Severus miraba con desagrado el examen de un chico de Hufflepuff de segundo curso, no había ninguna respuesta que le hiciera merecedor del Troll que estaba a punto de darle, se sentía convencido que esos brutos gigantes tenían mucho más sentido común que su estudiante.

Estaba por escribir la calificación cuando escuchó un extraño sonido; pies arrastrándose en el piso muy cerca de donde se encontraba. Frunció el ceño y volvió la concentración a los exámenes antes de hablarle a la nada.

—Potter, la capa podrá hacerte invisible pero aún sigo escuchándote —Severus levantó la mirada para encontrar a Harry quitándose la capa con una gesto de disgusto por haber sido descubierto—; ¿me dirás por qué intentas ocultarte de mí?

El Gryffindor fijó la vista en el montículo de exámenes reprobados y respondió sin mucha sinceridad.

—No me escondo, sólo quería salir —aunque Harry parecía tranquilo con su mentira Severus intuía que ni el mismo ojiverde podía creer haber dicho algo tan estúpido como eso.

—¿En dirección contraria a la puerta? —preguntó Severus en forma retorica y pronto al notar cierta palidez en el chico de ojos verdes—. Harry, si quieres puedes seguir mintiendo pero lo sabré y debes tener en cuenta que esto no es una cárcel si deseabas salir sólo tenías que dar unos pasos y abrir la puerta; no te lo impediré.

Después de esas palabras, el Gryffindor pareció verdaderamente apenado por su mentira, se acercó rápidamente y usó el escritorio para apoyarse mientras hablaba pero fue tan rápido y sorpresivo que casi terminan dándose un buen golpe; afortunadamente, los reflejos de Severus lograron evitar el roce entre ellos.

—Lo siento, Severus; no quería engañarte —aseguró Harry bajando la mirada y Severus tuvo la certeza de que estaba verdaderamente arrepentido—; se trata de un regalo, no quiero que lo veas hasta la noche, en la cena de navidad con los Weasley.

Severus dejó caer la pluma evidenciando su sorpresa, ¿cenarían con los Weasley, recompuso el rostro pero ya era demasiado tarde porque Harry se había percatado de su ignorancia sobre la cena.

—¿El profesor Dumbledore no te lo había dicho? —cuestionó el joven con voz suave y Severus pudo notar que había cierto desanimo ante el descubrimiento.

—Lo siento, Harry; creo que el director olvidó informarme —dijo el hombre de ojos negros controlando su propia molestia por semejante descuido del anciano.

En el rostro del Gryffindor se podía leer la tristeza, pero al parecer logró controlar su voz, porque se escuchó tranquilo al volver a hablarle.

—No importa, cenar en el colegio estará bien —Harry se echó para atrás y dio unos pasos hacia la puerta pero antes de que pudiera atravesarla Severus le detuvo.

—¡Harry! —El chico de ojos verdes dio la vuelta sin esperanzas y Severus volvió a tomar su pluma mientras le decía—: Puedes ir con los Weasley y regresar mañana, cenaré con el personal del castillo.

Harry mostró entusiasmo y confusión por las palabras de Severus, así que con la misma efusividad de antes se acercó un poco para preguntarle con voz de perrito apaleado:

—¿No vendrás conmigo? —desde el momento que las palabras salieron de la boca del Gryffindor, Severus sabía que estaba irremediablemente perdido, iría hasta el fin del mundo con tal de complacerlo.

Con el poco de dignidad que tenía, alzó una ceja en señal de incredulidad y le preguntó:

—¿Quieres que te haga compañía? —no mentía al sentirse asombrado, había esperado que todo este tiempo Harry sólo estuviera preocupado por no poder pasar las navidades con sus amigos.

—Por supuesto, he comprado un regalo para ti y es fantástico, Severus, el mejor regalo que pude haber conseguido, no obtendrás uno igual —confesó orgullosamente el Gryffindor.

Severus le miró fijamente. Por un instante aún intentaba comprender como Harry podía ser un libro abierto de emociones que le permitía ver tan fácilmente cuando era completamente sincero.

—Entonces, estaré allí a la hora de la cena —fue una promesa que le hizo a Harry. Aunque no lo hubiera dicho con esas exactas palabras, quiso creer que el Gryffindor comprendió bien porque corrió hasta detrás del escritorio y le abrazó por la espalda dejando un beso muy cerca de sus labios.

—Gracias, Severus. Será nuestra primera navidad juntos. —En ese momento fue cuando Severus comprendió la magnitud de la noche que le esperaba junto a los Weasley, se pateó por no tener en cuenta que los gryffindor, estaban hechos de una madera muy distinta a las serpientes y lo que Severus consideraba una tontería para Harry tenía mucho significado.

El chico de ojos verdes se condujo con una sonrisa hasta la habitación y Severus pudo respirar profundo; estaba impactado con las acciones del muchacho. Jamás hubiera imaginado que la primera navidad juntos podía ser trascendental en la vida de Harry, ya que después de todo, ellos estaban unidos sólo por obligación. Después de la muerte del padrino de Harry y el posterior asesinato de sus tíos, el muchacho había quedado indefenso y Severus se ofreció para salvaguardarlo de las garras del Ministerio, así que Dumbledore tuvo la brillante idea que el matrimonio era una buena solución.

Al principio pensó que Harry odiaría la idea, pero éste se mostró calmado cuando Albus sugirió una posible unión entre ellos; en ese momento parecía un prisionero al que conducen a recibir el beso del dementor. El muchacho había aceptado su destino.

Después pensó que Harry no aceptaría una verdadera relación entre ellos; la responsabilidad, la honestidad, las confesiones y la intimidad se presentaban ante el propio Severus como un reto demasiado grande para el héroe del mundo mágico, pero de nuevo el Gryffindor le sorprendió aceptando todas y cada unas de las implicaciones de un matrimonio sin protestas ni recriminaciones; en cada una de sus obligaciones se entregaba como si entre ellos existiera el amor.

Y ahora esto. De un modo simple y sentimentalista, Harry deseaba que Severus demostrara que era capaz de sacrificarse por él, Como si realmente estuvieran enamorados. No podía comprenderlo…

Pero no lo defraudaría.

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No estaba convencido si debía tocar a la puerta, porque pedirle ayuda al director era caer demasiado bajo; no sólo estaría aceptando las ideas de un viejo a quien, a pesar de tener una gran cantidad de años encima, le parecía correcto ingerir exorbitantes cantidades de caramelos de limón sino también de un hombre que consideraba de buen gusto usar túnica de color morado.

Sí, definitivamente iba a humillarse.

Tocó tres veces y esperó que el anciano le permitiera la entrada. Una vez dentro se arrepintió inmediatamente porque Dumbledore estaba en medio de sus dos grandes males: comer camelos de limón y hablar consigo mismo. Afortunadamente, se detuvo para saludarle.

—Buenos días, Severus; ¿qué te trae por aquí? —cuestionó el anciano mientras tomaba asiento en el escritorio.

—Harry acaba de informarme que voy a cenar con los Weasley —dijo sin rodeos esperando que el anciano se mostrara avergonzado de su olvido.

El hombre de barba blanca sí mostró arrepentimiento; mirándole a los ojos y llevando una mano a su cabeza le confesó:

—Lo olvide por completo; lo siento, Severus. —El hombre mayor respiró antes de explicarle su descuido—. Los Weasley enviaron a mi despacho una invitación a la cena de navidad para ustedes y pidieron que te hiciera entrega de ella, pero como Harry estaba haciéndome una visita supo de qué se trataba la carta. Prometí que yo trataría el tema contigo pero se borró de mi mente; los años no pasan en vano.

Severus quedó complacido con la disculpa del anciano; después de todo un hombre tan brillante como Dumbledore no admitía todos los días que los años le hacían perder habilidades.

—Fue una sorpresa para mí cuando Harry me habló de la cena hace unas horas; al parecer, también debo obsequiarle algo —señaló Severus intentando introducir el tema pero Albus respondió de forma bastante simple:

—Es navidad, la gente espera regalos —el anciano tomó otro caramelo de limón y Severus tuvo que fingir una sonrisa para que no viera el disgusto que realmente sentía.

—Lo sé, Albus —en realidad jamás hubiera pensado que la gente esperaba algún obsequio de Severus Snape—; pero Harry no quiere sólo un regalo sino lo mejor que pueda darle porque me ha dicho que tiene un obsequio sorprendente para mí y creo que mi obligación es devolverle algo que tenga el mismo valor.

El anciano pareció comprender el verdadero motivo de su visita porque sonrió enigmáticamente y mirándole directamente a los ojos le respondió:

—Lo mejor que puedes darle es algo que salga de tu corazón, sin importar el valor que tenga. —Severus dejó de respirar un segundo ante esas palabras y se dio cuenta que a pesar de estar frente a un anciano excéntrico era un representante de la casa de los leones y probablemente por eso debía escucharle.


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Severus regresó a sus habitaciones sin muchas ilusiones de encontrar un obsequio que fuera apropiado para el Gryffindor. Jamás había estado en semejante posición; estaba sintiéndose indefenso ante una simple cena y era incapaz de tener una idea brillante.

Abrió la puerta del cuarto con la intención de hojear alguna revista de Quidditch y comprar algún implemento para la saeta de fuego de Harry. Sabía que era una salida fácil pero no conseguía pensar en algo mejor.

Se quedo de piedra al ver a Harry contemplar con cierta adoración un puñado de vidrios rotos que estaban en su baúl, al principio se alarmó y pensó que tal vez el Gryffindor estaba mal herido pero no tardó en darse cuenta que estaba equivocado, porque el ojiverde en vez de huir al tacto de los bordes irregulares donde fue fragmentado los delineaba como si deseara que con su toque pudieran unirse nuevamente.

—¿Estás bien? —Severus se atrevió a preguntar deseando no ser indiscreto.

—Sí, fue un obsequio de Sirius, en las navidades pasadas; él me dijo que lo mantuviera siempre conmigo pero se rompió —la voz de Harry tembló considerablemente al decir esta última palabra—; he intentado repararlo pero ha sido en vano, los pedazos no se vuelven a unir.

Severus llegó hasta el sitio donde Harry estaba agachado observando los vidrios esparcidos en su baúl.

—Creo que a Black le importabas mucho, Harry; estoy convencido que en el infierno donde debe estar encontró la paz al saber que tú estás a salvo —Harry le dio una especie de sonrisa por el intento de animarlo.

El Gryffindor sacó de la desordenada maleta un pequeño obsequio envuelto y cerró la tapa antes de volver a prestar atención a Severus.

—Sé que debe estar en paz, en el cielo —Harry le miro significativamente al decir estas palabras—; pero hubiera deseado conservar este pedazo de él.

Severus se tragó su orgullo Slytherin y acariciando el rostro del Gryffindor con delicadeza, le aconsejo:

—Sólo debes atesorar su memoria, es la única forma en que puedes rendirle tributo; hazle sentir muy orgulloso —Harry asintió y cerró los ojos en espera de un beso que no tardó en recibir. El ojinegro se sintió satisfecho al ver que la tristeza había desaparecido de la mirada de Harry después de ese contacto.

—Voy a la madriguera, ¿vendrás? —preguntó Harry para asegurarse.

—Estaré allí dentro de una hora; no te metas en problemas hasta entonces —pidió Severus sin muchas esperanzas.

—No me meto en problemas, ellos me buscan a mi —aclaró Harry saliendo de la habitación rumbo a la madriguera.

Severus se quedó atesorando el silenció por largo rato hasta que una brillante idea surgió de la nada.

Fijo su vista en el baúl del Gryffindor; aunque el espejo había pertenecido al pulgoso ahora era un obsequio que Harry atesoraba y si lograba devolvérselo estaría feliz.

Y deseaba hacerlo feliz.

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Apenas Severus apareció en la chimenea de los Weasley se dio cuenta del ambiente festivo que rodeaba al hogar, todos los pelirrojos estaban reunidos cerca del gran árbol de navidad y se entregaban unos a otros algunos presentes. Severus distinguió que Harry usaba un nuevo suéter hecho por Molly.

Se acercó a él y Harry pronto notó su presencia así que se apresuró en llegar a su lado y susurrarle:

—Viniste —había sorpresa y gozó en la voz de Harry; lo segundo le brindó bienestar y alegría.

—¡Feliz navidad, Harry! —deseó Severus entregándole el obsequio y esperando haber tomado la decisión correcta.

Harry abrió el regalo emocionado y contuvo la respiración al encontrarse con el espejo que Sirius le había obsequiado y que tanto atesoraba, nuevamente intacto. Vio su reflejo por largo rato intentando juntar las palabras correctas para agradecer a Severus.

—Gracias, esto es… gracias —Severus sonrió al ver que el Gryffindor se había quedado sin palabras.

La familia Weasley permanecía en silenció admirando el gesto poco común de Snape y más tratándose de algo tan importante para Harry quien pareció salir del trance en que le había dejado recibir el obsequio y, tomando su propio regalo del árbol de los Weasley, se lo entregó a Severus.

—¡Feliz navidad, Sev! —Severus le sonrió al recibirlo y empezó a abrir lo que había prometido ser un gran regalo.

Los dos amigos de Harry y los Weasley prestaban atención a sus movimientos, esperando ansiosos por ver cuál era el presente.

—Rompa el papel, profesor Snape —dijo Hermione y al ver que sus otros dos amigos le miraban extrañados, ella explicó—; dicen que trae buena suerte.

Una vez que logró quitar el papel de regalo, Severus levantó la vista hacia Harry esperando una explicación; en medio de tanta envoltura había un portarretrato que estaba decorado con cientos de calderitos humeantes.

—Al verlo supe que era para ti, ¿viste los calderos? —preguntó Harry demostrando su emoción al tocarlos y bordearlos—. Hay tantos como en tu laboratorio privado.

No sabía que decir, el regalo era poco apropiado para un hombre como él y a la vez un gesto muy infantil por parte de Harry, pero a pesar de todo eso, le gustaba.

En ese momento comprendió que sus sentimientos por Harry iban mucho más allá del aprecio por su entrega y madurez ante las dificultades o del compromiso que había asumido al aceptarle como su esposo. Lo que había en su corazón era más fuerte y menos compresible pero también lo más poderoso que había sentido hasta ahora; era amor.

—Harry no creo que eso sea un buen regalo… —comenzó a decir Ron antes de que la chica de cabello castaño le pisara con saña para que guardara silencio.

Harry miró preocupado a sus amigos y luego a Severus; no tardó en preguntarle con notable decepción:

—¿No te gusta? Pensé que era un regalo fantástico —se notaba que Harry empezaba a tener muchas dudas respecto a su obsequio.

—Me encanta —respondió Severus con tal seguridad que asombró a todos los que estaban en la sala; no se demoró en encerrar a Harry en un abrazo y agradecerle—, es un gran regalo, Harry.

—No me mientas, es pésimo; debí comprarte unos guantes de piel de dragón —admitió Harry una vez que se vio libre del agarre, aceptando que se había equivocado.

Severus levantó la barbilla de Harry y besó suavemente sus labios antes de asegurarle.

—No podría poner en unos guantes de dragón la foto de nuestra primera navidad juntos—Severus miró al portarretrato antes de confesarle—; eres mi familia y lo más importante que tengo, este obsequio me hará recordarlo todos los días. Es muy significativo.

Harry sonrió y esa sonrisa devolvió el calor a su alma, siendo mucho más poderosa que cualquier otra magia. Ese día, al ver esa sonrisa, descubrió que era un hombre feliz y nadie podría arrebatarle ese momento y si lo intentaban, siempre quedaría ese feo portarretrato para recordárselo.

Fin




Notas de autora:

No tenía pensado escribir algo así tan poco dramático pero al final ha salido la inspiración de la nada y terminó gustándome la idea a pesar de que mi muso quiere escribir cosas menos felices.

Espero que esto cumpla con tus expectativas querida amiguita de intercambio: Yatta, lo hice con mucho cariño y traté de hacer mi mayor esfuerzo por complacerte.

Que tengas una Feliz Navidad; ojalá puedas disfrutar estos días junto a tus seres queridos compartiendo lo mejor que tiene la navidad, ya saben bonitas canciones, excelente comida y la unidad familiar.

Un abrazo grande para ti, Yatta.

Gracias por leer.
Valethsnape.

de verdad me encanto el fic
me dio mucha ternura el regalo de harry..........su feo portaretrato jejejeje

me encanto.....simplemente hermoso.....sigue escribiendo así

ohhh tan lindoo........n_n lo importante no es k tan caro sea sino k biene de corazon..en mi caso si yo lo regalaria seria pork soy coda... ...XD jajaj
pero muyy lindo el fic...n_n