Resumen: En los sueños se revelan muchas cosas de si mismos, en las pesadillas viven nuestros miedos. El protagonista le sucede aquello, sin existir motivo para que el temor se anide en su corazón.
Personajes: Harry Potter, Severus Snape
Género: Romántico
Advertencias: Chan
Categoría: Todos los publicos
Disclaimer: Aunque es obvio, los personajes le pertenecen a Rowling
SI NOS QUEDARA POCO TIEMPO
Despierto asustado. Nada en la habitación ha cambiado, nada en ella da señales de ser la causa de mi abrupto despertar. Sin embargo, algo en mi pecho permanece incomodándome, reconozco que es temor pero no alcanzo a identificar el motivo de él. Hace siete años que Lord Voldemort dejó de existir, hace siete años que deje de ser espía de la Orden, hace siete años que mi vida fue rescatada en el umbral de la muerte, hace siete años que he continuado dictando la clase de pociones en Hogwart, hace siete años que nada, absolutamente nada perturba mi vida para hacerme sentir este incomprensible temor.
Me levanto como cada día y me doy mi habitual ducha antes de salir de mi dormitorio y enfrentar un nuevo y rutinario día. La tibieza del agua me cubre y cierro los ojos, en mi ser persiste un profundo dolor que me lastima, entonces las imágenes de un horrible sueño pasan por mi mente. Trato de tranquilizarme pensando que tan solo fue una pesadilla. Termino de prepararme para ir al gran comedor y desayunar junto con el resto de los profesores y los insufribles mocosos, como cualquier otro día.
Al llegar no puedo evitar mirar al hombre que salvó mi vida, el profesor de Defensa contra las Artes Oscuras, como siempre me sonríe pero su mirada parece sombría, triste. Como siempre prefiero ignorarlo y decir un “Buenos días“ a los presentes. Me siento a comer mis alimentos favoritos al desayuno, sin embargo, mi estomago parece revelarse contra mí y no tenga ganas de probar bocado alguno. La causa es la desazón que me produjo aquella sonrisa triste. Siento que he perdido la capacidad de respirar con naturalidad y mi pecho se agita al faltarme el aire, pero me doy cuenta que aun respiro. Mi corazón golpea con fuerza las paredes de mi pecho y en aquel instante se apodera de mí el temor de morir, en aquel preciso instante, ante la mirada de los profesores y los estudiantes. El pánico se apodera de mí y me levanto de la silla tirándola con estrepito, las miradas están sobre mí.
- Severus, ¿estás bien? – me pregunta la profesora Mc Gonagall. Pero no soy capaz de articular palabra – Hagrid llévalo a la enfermería – le escuchó que ordena, el semigigante me toma en sus brazos, antes de salir del comedor cargado por el guardabosques, puedo ver los verdes ojos de mi salvador en los cuales veo asombro y temor, y que rápidamente se dispone a seguirnos antes de perder conciencia de mi entorno.
Al recobrar el sentido, veo el techo de la enfermería, miro a mi alrededor y me doy cuenta que estoy solo. Nadie ha cuidado mi sueño, a nadie le interesa mi salud, ni quien me salvo de la muerte está a mi lado, me remuevo en la cama ocultando mi rostro en la almohada y dejo que salga el llanto. Mientras mis pensamientos giran en torno a un terrorífico sueño donde el muchacho que derrotó a Voldemort moría en mis brazos producto de un ataque de antiguos seguidores del Lord y siento que el pecho se me oprime pensando en la vida sin la presencia de Harry Potter. Luego mi mente me señalaba que si hubiera muerto nadie ni siquiera él lamentaría mi ausencia. Sin embargo, me salvó. Pero no es lo que él sienta lo que me atormenta, son mis propios sentimientos los que me abruman, y no puedo morir sin antes haberlos expresado. ¡Aunque me rechacé!
- Severus – es la voz de Pomfrey, yo me volteo sin esconder que he llorado, me mira de una manera que solo puedo traducir como lastima – está bien que te desahogues, has sufrido una crisis de pánico.
- ¿Crisis de pánico? – no puedo creer que solo haya sido eso.
- Si, descansa, mandare a traer tu cena – dijo la enfermera saliendo de la habitación.
- ¿Por qué lloraba, profesor? – escucho pero no veo a nadie.
- ¿Potter? – reconozco la voz pero aparentemente pareciera que no está.
- Si, madame Pomfrey no me ha permitido quedarme por lo que he traído mi capa de invisibilidad ¿Por qué lloraba? – me contesta el joven hombre. Yo soy incapaz de responder a su pregunta.
- No es algo que le interese, Potter – le contesto con mi habitual tono de molestia.
- Hágale caso a Madame Pomfrey, desahóguese – me molesta que se crea con el derecho de aconsejarme, aunque luego me arrepiento pensando que lo único que deseo en ese momento es en lanzarme sobre el hombre ante mí y abrazarlo con todas mis fuerzas.
- No – le digo obstinado, pues un simple sueño no puede abatirme de esta manera y permitirle a Potter que se ría en mi cara, aunque literalmente no la vea - ¡deje de hacerse el héroe, Potter! ¡No necesito su ayuda! ¡No le he pedido su ayuda! – solo quiero que se vaya, pues a pesar de necesitar su presencia me duele sentir que solo me compadece.
- Lo dejare descansar, pero volveré – me pregunto ¿a que viene esa preocupación?, escucho unos pasos que se alejan y deduzco que se trata de él. Me doy media vuelta y me siento demasiado triste como para pensar en algo más.
- Severus – reconozco la voz de Mc Gonagall, pero no me volteo para mirarla – Poppy me dijo que habías despertado, ¿estás bien?
- Si, Minerva – le respondo sin animo – solo estoy un poco cansado.
- Bien, mañana hablaremos – le escuchó decir.
- Severus – ahora es Pomfrey – te traje la cena.
- Gracias pero no tengo apetito, quiero dormir – la mujer suspira y se marcha. Yo cierro los ojos, mientras trato de relajar mi cuerpo y vaciar mi mente.
Un dolor agudo en mi antebrazo me despierta, la marca que me hiciera el Señor Tenebroso se retuerce con furia en mi piel. Más que él dolor es el pánico el que me paraliza, aquello solo puede significar que Lord Voldemort está con vida. Pero no es posible, Potter se encargo de destruirlo, ¡no puede estar con vida! El dolor persiste, el Lord me llama y debo acudir, a pesar de que ello signifique el fin de mi vida. Me levantó con rapidez y salgo del castillo en medio de la noche y el silencio hasta el punto fuera de los terrenos de Hogwart para desaparecerme e ir a la mansión Riddle.
A pesar de ir con paso seguro, siento temor, al entrar en el salón principal encuentro a Lord Voldemort y antes de dar un paso más me postro ante él.
- Mi Lord – y así espero sus palabras.
- Creo que estamos mutuamente sorprendidos – me dice con su voz silbante – tú y yo estamos vivos. Tú por misericordia del chico Potter y yo… por la lealtad de mis siervos – el ruido de su túnica contra la piedra pulida de la habitación me indica que se acerca – quienes encontraron un extraño hechizo egipcio, pero eso no importa, Severus – siento su mano sobre mi hombro – ponte de pie y mírame – yo obedezco sin cuestionarme – pues bien, necesito que estés conmigo y veas cómo el mundo mágico se postrara a mis pies – ríe de manera siniestra – pero ven, acompáñame quiero mostrarte a mi invitado – veo una silla vacía en un rincón del salón, sin embargo, su mano se aferra a algo y lo jala dejando al descubierto a Harry Potter atado y amordazado, al levantar sus ojos se clavan en mí en una mezcla de terror y tristeza – Como veras, Severus, esta vez todo está a mi favor – mi corazón galopa con furia y mi mente busca un plan para sacar a Potter con vida.
- Mi Lord, se lo suplico, deje a Potter libre, no hay razón para terminar con la vida del joven, la profecía no tiene ningún valor ahora –le digo tratando de que mi voz no suene con desespero.
- Ya veo, Severus, aun te ata el amor que sentías por su madre, todos los años que luche por volver a la vida y tu le cuidabas las espaldas a su hijo… me engañaste, te infiltraste entre mis mortifagos para proteger al mocoso – su voz se vuelve intensa, puedo sentir la ira que lo va llenando – ¡Crucio! – el dolor me invade, cada célula de mi ser es torturado y de mi voz se me escapan gritos desesperados. El dolor cesa, me incorporo y miro a Potter de cuyos ojos brotan lagrimas - ¡Mira Severus! Llora… llora por ti – el hombre que me acaba de torturar se ríe a carcajadas – pero por qué te salvó, si tú asesinaste a Dumbledore, si fuiste tú quien me guió hasta sus padres, ¡responde, Severus!
- No lo sé, mi Lord – le respondo esperando que no torture al hombre que permanece atado.
- ¿A quién eres leal, a mi o a ese? – indicando a Potter, yo no sé que responder mi mente trabaja a toda velocidad si digo que soy leal al Señor Tenebroso se desharía del chico sin ningún miramiento; si le respondo que a Potter es mi vida la que corre peligro y muerto no soy de gran utilidad – ¿No lo sabes? – bajo la mirada para ocultar mis dudas y el miedo - ¡Avada kadavra! – le escuchó decir al levantar la vista veo el cuerpo inerte de Potter tirado en el suelo, sin importarme nada me abalanzo hacia el chico y lo levanto comprobando que no respira, que no hay reacción en su cuerpo.
- ¡¡NOOOOO!! – gritó sintiendo mi cuerpo dividirse por el dolor, mis ojos se anegan de lagrimas y acuno en mi pecho al joven fallecido - ¡¡Harry, nooo!!.... ¡¡¡Nooooo!!!
- Profesor, profesor – siento que alguien me remece, una voz conocida, me niego a abrir los ojos – profesor, despierte – aquellas palabras me hacen abrir los ojos súbitamente y me incorporo en la cama donde estoy tendido, miró la habitación y me doy cuenta que permanezco en la enfermería y la persona que me ha despertado es justamente Harry Potter – Tenía una pesadilla – me dice, en cierto modo me divierte que lo diga pero recuerdo la sensación de haber visto a aquel joven hombre muerto y me siento angustiado, al mirar a los ojos verdes de Harry no puedo evitar llorar pensando que tan solo fue un mal sueño. El profesor de DCAO se me acerca y me acaricia el cabello – ya se acabó – me dice como si fuera un niño, y reacciono como uno escondiendo mi rostro en su hombro para llorar amargamente, él me abraza y me mece logrando que me tranquilice un poco.
- Potter … - le digo apartándome de él – Harry, mírame – le pido igual a la vez que me salvo la vida; su mirada clara me observa pero puedo ver que persiste una sombra de tristeza. Una de mis manos se dirige a una de sus mejillas para acariciarla y me decido a hablar – Harry… he tenido unas horribles pesadillas, ellas despertaron el miedo, sabes que no soy un cobarde pero he sentido miedo…
- Pero a qué podría temerle el profesor Severus Snape – le tomo las manos y le miro a los ojos.
- Mis pesadillas me hicieron pensar en que haría si nos quedara poco tiempo de vida, si por alguna circunstancia no vuelvo a verte… y me ha paralizado el miedo – respiro profundo – Harry… yo te amo, estoy completamente enamorado de ti, no podría vivir si algo te sucediera… me moriría de tristeza.
- ¿Habla en serio, profesor? – el formalismo con que me trata me irrita como nunca, pienso que de su boca saldrán palabras de rechazo pero en cierta manera me siento aliviado - ¿me ama? – yo solo asiento con la cabeza, se me acerca y me abraza. Su abrazo seguro y fuerte me conforta y me devuelve la calma.
- No sé qué sucedería si algo te llegara a suceder – le digo sintiendo mi pecho oprimido ante aquella idea – aunque no me hubieras salvado, yo hubiera muerto feliz, moriría feliz por defenderte – escucho que suspira y luego se aleja de mi para mirarme.
- Aquella noche que escuche su conversación con Voldemort, noté en su voz algo distinto, la insistencia con que pedía ir a mi encuentro no tenía relación con llevarme ante él, sino con protegerme… antes pensé solo cosas horribles de… ti – cambia su trato con timidez – pero aquella noche dude de mis pensamientos, logre salvar tu vida y no me arrepiento, menos al haber visto tus recuerdos… - hace una pausa y noto que lo que quiere decir le resulta doloroso – en estos siete años he creído que siempre lo hiciste pensando en mi madre, mientras yo iba conociéndote y me enamoraba de ti… - aquellas palabras hicieron reaccionar mi corazón.
- ¿Harry Potter enamorado de Severus Snape? – pregunto con ironía, se aparta y clava sus verdes ojos en los míos, antes que pueda responderme tomo su rostro con mis manos y beso sus jóvenes labios – Por Merlín, Harry, te amo, te amo, te amo – susurro sobre sus labios feliz.
- Profesor Snape, lo amo – dice y ríe, sus ojos muy cerca de los míos se cierran por un momento – Te amo, Severus, te amo – dice mirándome seriamente y simplemente no puedo evitar tomar aquellos labios reclamándolos como míos, para siempre y sintiendo que su el abrazo con que comienza a rodearme me reclaman como suyo. El miedo desaparece y me siento feliz por haber terminado con las pesadillas.
FIN