La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Amortentia adulterada (One shot)

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Danvers
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Danvers


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Amortentia adulterada (One shot) Empty
MensajeTema: Amortentia adulterada (One shot)   Amortentia adulterada (One shot) I_icon_minitimeDom Feb 14, 2010 12:32 pm

[url=https://lamazmorradelsnarry.activoforo.com/javascript:if(confirm('Si deseas leer esta historia, deberás INICIAR SESION, e indicar en “Tu cuenta” que eres mayor de 17')) location = 'viewstory.php?sid=33693&warning=5']Amortentia adulterada[/url] por Danvers
Resumen: Los Weasley mantienen una guerra abierta con Zonko. El auror Potter y el intendente de pociones Snape se ven atrapados en medio. Y no les importa en absoluto...
Categorías: Harry Potter Personajes: Harry Potter, Severus Snape
Géneros: Romance
Advertencias: AU=Universos Alternos
Desafíos: Yo te amo
Desafíos: Yo te amo
Series: Ninguno
Capítulos: 1 Completo: Sí Palabras: 4687 Lecturas: 1 Publicado: 14/02/10 Actualizado: 14/02/10

Notas de la historia:
Respuesta al reto de la Mazmorra: Yo te amo

Oneshot por Danvers
Notas del autor:

NdA: No está beteado, así que disculpad cualquier error, pero no quería llegar tarde al reto...
Disclaimer: Nada mío, bla, Rowling bla, bla.



Harry Potter entró en Sortilegios Weasley a primera hora del catorce de febrero, apenas unos minutos antes de su apertura, enfundado en su imponente uniforme de auror.
Ron le esperaba ansioso tras la puerta, que cerró inmediatamente después de su entrada. Sin decir una sola palabra, le llevó a la parte trasera de la tienda, donde estaba George, a la entrada del pequeño almacén.
-Les tenemos, Harry -comentó Ron, entusiasmado-. Esta vez les tenemos.
-¿Estáis seguros de que han sido ellos? Me ha costado mucho que Shacklebolt me asignara el caso. Una irregularidad más y...
-¿Quién más podría haber sido? No nos han quitado nada, lo que descarta el robo -afirmó George, exaltado.
-Y sólo han destruido las pociones de amor, lo que nos hubiera arruinado el negocio en un día como hoy -añadió Ron, hablando más de la cuenta, como siempre. George sacudió la cabeza, resignado...
-¿Cómo que hubiera? ¿No has dicho que las han destrozado todas? -inquirió Harry, advirtiendo con su olfato de auror que algo no cuadraba en aquella frase. Eso y los años que hacía que conocía a los gemelos. Puede que ahora Fred no estuviese, pero Ron se había acoplado perfectamente al pensamiento bipolar de su hermano. Bueno, en todo menos en el control de su boca, si Fred hubiera estado en su lugar seguramente no se le habría escapado nada...
-No creerás que íbamos a dejar que nos arruinasen sin tener una varita de recambio en la manga -reivindicó George, sin una pizca de arrepentimiento-. Tan sólo hemos llenado las botellas del almacén con una poción adulterada. La partida que realmente lleva amortentia la guardamos en La Madriguera. Por eso nos hemos dado cuenta antes de abrir, porque hemos venido más pronto para hacer el cambiazo.
-Chicos -les regañó el auror, frotándose los ojos. Llevaba toda la noche de guardia, y estaba agotado-, os avisé. Si contraatacáis no podré hacer nada para acusarles. Y eso si encuentro pruebas para hacerlo.
-Lo sabemos perfectamente, Harry -repuso Ron-. Hace seis meses que no les hemos devuelto ninguna jugada, y mira que me ha costado retener a George. -Su hermano le sonrió, admitiendo que había sido duro contenerse-. Pero tenemos claro que necesitamos un caso cerrado para denunciarles.
-¿Y cómo voy a cerrar el caso si hay irregularidades? -Ante la suplicante mirada de los dos Weasley, Harry suspiró-. Queréis que mienta en mi informe -comentó sin sorprenderse ni enfadarse. Ya lo había hecho alguna vez, era lo que no les había permito denunciar anteriormente, la inconsistencia del caso-. Lo haría, si pudiera. Pero sabéis que yo no me ocupo del análisis de pruebas, de eso se ocupa el equipo de forenses del Laboratorio de Alquimistas del Ministerio.
-Casi, Potter. Es el Laboratorio Alquimista, pero sus integrantes somos pocionistas.
Severus Snape irrumpió en la tienda sin ningún aviso previo, provocando que dos de los tres sorprendidos por su presencia temieran que hubiese escuchado algo que desbaratara sus planes.
Harry, que después de tantos meses de trabajo conjunto podía leer su rostro perfectamente, supo que el hombre no había oído nada comprometedor.
-Como tú digas, Snape, pero no puedes quejarte. Con lo poco que se habla de vuestro trabajo, cualquiera diría que sois inefables -le contestó, siguiéndole el juego.
Ése había sido su modo de superar el tormentoso pasado que les unía. Los insultos y quejas de profesor y alumno se habían convertido en bromas entre colegas. Y flirteos mal disimulados.
-Me sorprende verte aquí, Potter -comentó Snape iniciando uno de sus preparados ataques al auror.
Harry mordió en anzuelo con conocimiento de dónde se estaba metiendo-: Pues no sé por qué, Snape, siempre nos acaban emparejando. Nuestros jefes deben de estar castigándonos con ello... -atacó, sabiendo que ahora le tocaría lanzar la pulla a su compañero.
-Oh, simplemente pensaba que hoy habrías cogido el día libre. El Elegido debe de tener un día muy ocupado, satisfaciendo a todas sus citas...
-Ya me conoces, puedo con todo. Después de una noche de trabajo, aún tendré tiempo para descansar hasta media tarde y prepararme luego para una noche loca. Si voy rápido, tendré tiempo de sobras para satisfacer a todos mis admiradores.
-Cough, cough... -tosió Ron, para detener aquella vergonzosa situación. Como realmente estaba completamente ruborizado, apenas se notó la maniobra. Y es que parecía que esos dos sólo se prestaban atención el uno al otro-. ¿Cómo ha entrado aquí, profesor? -inquirió amigablemente, recordando que necesitaban la colaboración del grasiento bastardo.
-Hace años que ya no soy profesor, Weasley. Puede llamarme... intendente. Y he entrado por la puerta, por supuesto. Ésta ha sido declarada zona acotada de un caso, y como analizador autorizado tengo carta blanca para circular por ella.
Cortando a su hermano, Ron se apresuró a disculparse-: Por supuesto, yo solo lo decía por...
-Hay clientes en la puerta, señor Weasley -le comentó Snape, ignorando su explicación-, le aconsejo que abra su negocio y nos deje hacer el trabajo a los profesionales.
Tras el discurso, miró a su compañero con su mirada inquisidora. Conociendo su lenguaje corporal a la perfección, Harry le indicó con un gesto la entrada del almacén que había que inspeccionar, por el que desapareció con su uniforme oscuro, seguido fijamente por la mirada del auror.
-Por Merlín, Harry... -gimió Ron, tapándose el rostro con una mano.
-¿Qué?
-¿Tienes que seguirle siempre las bromas? El gilipollas al final se lo va a tomar en serio y te verás en un serio problema...
-No le llames así -le advirtió Harry, decidido.
Hacía mucho tiempo que ya no pensaba en Snape como aquel gilipollas grasiento que les hacía la vida imposible. Y desde luego no estaba jugando para nada, más bien intentaba buscar ese serio problema, aunque su compañero nunca había dado ningún paso además del sutil flirteo, y aún temía que realmente el hombre únicamente estuviese jugando con él. Claro que no le iba a contar nada de eso a Ron. Ya le había costado suficiente superar lo de que no serían cuñados a menos que se casase con uno de sus hermanos...
-Harry... -le llamó George, reclamando su atención. Él sí había sabido leer en la cara del auror lo que realmente sentía por el pocionista, y en esa situación era algo a tener en cuenta-, ya que tienes esa relación tan estrecha con el antiguo gilipollas... digo, profesor; ¿No podrías convencerle de que cambiara él el informe? -ante las miradas que le dirigieron, se defendió-: Venga, es un Slytherin, no puede costar tanto que haga algo ilegal. Con una buena compensación...
-¡George! ¡Cómo puedes siquiera proponer eso! Es como si Harry tuviera que... ¡prostituirse! -exclamó Ron indignado.
El auror agradeció los hechizos de silencio que el pocionista siempre lanzaba en el lugar de los hechos, para poder concentrarse. -No conocéis a Snape. En su trabajo es implacable, nunca se deja una pista por investigar, ni permite que nada ni nadie contamine un escenario antes de analizarlo. No, no podría convencerle ni proponiéndole... nada. Aunque podría sugestionarle para que incluyera la adulteración en el asalto, como si además de romper las botellas hubieran estropeado su contenido.
-Eso no nos valdrá en un juicio, Harry. Acabarían demostrando que ellos sólo habían lanzado un reducto, o lo que hayan utilizado en las cajas, y con esa irregularidad, como tú la llamas, habríamos perdido el caso. Como no le lances un imperio... ¡Eh! Que era broma, tío...
**********


El almacén no era precisamente pequeño, pero estaba tan abarrotado que lo parecía. Cajas y cajas de productos, amontonadas peligrosamente unas sobre otras, aguantándose tan sólo por los hechizos que las mantenían en precario equilibrio. Aquí y allá se oían ruidos que surgían de algunas de ellas, y otras se movían sospechosamente.
Debía confesar que admiraba el pequeño imperio que habían creado los Weasley. Sin dinero apenas para montar un negocio (suponía que financiado por las ventas ilegales de sus productos en el colegio, que conocía perfectamente), habían logrado crear una sólida compañía, forjándose un nombre por la calidad de sus productos. De la que se sentía en parte promotor, pues él les había enseñado a esos dos intrigantes todo lo que sabían sobre pociones. No se refería al menor, por supuesto, seguro que ése se dedicaba exclusivamente a atender a los clientes...
Lástima que tanto potencial se estuviera viendo amenazado por la competencia.
Efectivamente, cuando encontró los desperfectos, se atrevió a aventurar sin ninguna duda que era un nuevo ataque de los Zonko. No era el primero que veía, aunque hacía aproximadamente medio año también había presenciado alguno perpetrado por los dueños de la tienda que precisamente acababan de asaltar.
La guerra comercial había empezado cuando hacía dos años los Zonko habían decidido que la reapertura de su negocio no sería en Hogsmeade, donde habían tenido que cerrar durante la guerra, sino en el callejón Diagon. Desde el principio habían surgido diferencias entre los dueños de ambos comercios, aunque nunca se supo quién pasó de las amenazas a los hechos. Los Weasley aducían que era competencia desleal crear una tienda que ofreciera los mismos productos tan cerca de otra ya establecida. Los Zonko se aferraron a la antigüedad de su establecimiento, sin tener en cuenta que dichos derechos, discutibles por otra parte, habían sido adquiridos en otro lugar. Desgraciadamente para ellos tampoco habían tenido en cuenta la fama que Sortilegios Weasley había desarrollado esos años, y la novedad y calidad de sus productos. Seguramente la pérdida de clientes fue lo que les empujaría a atacar la primera vez, si Potter tenía razón y no habían sido los Weasley los que dieron el primer paso en esa guerra comercial.
Potter...
Se levantó de la posición que había mantenido, arrodillado en el suelo, apartándose por un momento de su trabajo. Ese maldito auror era lo único que lograba distraerle cuando estaba concentrado en una escena. Y cuando hacía cualquier otra cosa. Sus colegas se guardaban muy mucho de irrumpir en su oficina cuando estaba redactando un informe, incluso su superior sabía eso. Todo el maldito mundo mágico lo sabía, todos menos El Elegido, que llegaba como si fuera su jodida casa, se sentaba sobre su mesa sin una pizca de respeto, se inclinaba sobre él y osaba sugerirle lo que debía incluir o no en su redacción, ¡incluso osaba sorber de su propia taza de té sin siquiera tener la decencia de ruborizarse por su falta de decoro!
Todos en el departamento pensaban que si su superior le emparejaba siempre con Potter, era porque era el único que soportaba al grasiento gilipollas. Ah, sí, sabía perfectamente cómo le llamaba todo el mundo, a pesar de no llevar ya la protección que su pelo necesitaba por los vapores del laboratorio. La fama era difícil de erradicar, sobre todo la mala, y la mayoría de sus compañeros de trabajo habían sido alumnos suyos. Incluido Potter. Pero claro, El Elegido era suficientemente valiente como para superar el pasado, perdonar e incluso ignorar los acontecimientos que habían marcado todas y cada una de sus relaciones laborales. Excepto la que tenía con su jefe. Perkins se había convertido de hecho en su único amigo, en aquellos tiempos. Claro que no había sido su alumno, ni por edad (ya que era mayor que él), ni por nacionalidad, ya que asistió a Durmstrang. Quizás su dureza de carácter había sido otra de las razones por las que había cuajado su amistad.
Ésa, y Harry Potter.
Al contrario de lo que creían todos, la iniciativa de emparejarle con El Elegido no había salido de su jefe, sino que era una petición propia. Al principio había sido para evitar que sus compañeros llegaran pavoneándose después de cada misión que habían compartido con el Chico Que Vivió. Era obvio para él, en aquellos tiempos, que la gente estaba cegada por su fama. Después de un tiempo de acaparar todos los casos de Potter, empezó a poner en duda sus propias ideas respecto al joven. Era válido en su trabajo; atento, espabilado, sabía tratar a los implicados en el caso y sacar el mayor beneficio de su popularidad, aunque luego rodara sus iris y le guiñara un ojo, con total sinceridad. Eso fue lo que más le sorprendió del Elegido. Lo fácil que parecía haber superado su antigua enemistad. Desde el primer momento se mostró cordial y correcto, hasta el punto de que las bromas se hicieron parte de su relación, cosa que no se había permitido desde que había trabajado con Minerva. Ah, pero Potter también era Gryffindor, y sabía contraatacar perfectamente a sus sarcasmos, sin molestarse por ellos. Incluso habían incluido en su relación una especie de flirteo que le estaba desquiciando. Todo había empezado un día en que había comentado con ironía una noticia del Profeta. Una noticia que ilustraba en primera página las preferencias sexuales del Elegido, que había sido descubierto con un atractivo tipo en el callejón Knockturn. Potter no lo negó, simplemente comentó más serio de lo normal-: Es una foto antigua.
Desde entonces, cuando los aurores solicitaban un forense para algún caso que llevara Potter, nadie dudaba de a quién le iba a ser transferido. Severus no había dejado de increparle con su horda de admiradores, y Harry no había dejado de seguirle la broma ni una sola vez, sin confirmar ni desmentir ninguna de ellas. Y eso estaba desquiciando a Snape, que lo hacía expresamente para sonsacarle información.
-Yo no le conozco personalmente, Severus, pero no me parece el tipo de persona que tontearía sin tener un interés. Sabes que tendrás que acabar confesándole lo que sientes, no contestará a tus indirectas si cree que simplemente estás bromeando -le aconsejaba su jefe cuando se quedaban discutiendo algún caso hasta tarde, bebiendo en su oficina. Indefectiblemente, acababan hablando de Potter.
-No puedo, sencillamente no puedo hacer eso. Si resulta que al final sólo estaba bromeando...
-Créeme, Severus, he presenciado muchos flirteos, y si Potter no te está coqueteando, realmente no sé lo que está haciendo. No le he visto comportarse así con nadie más...
-Porque con nadie más tiene el pasado que ha tenido conmigo.
-Y a pesar de ello no se ha quejado nunca de tu compañía, al revés, aquel día en que te asigné primero a otro caso y envié a Grey en su lugar, hasta me llamó personalmente para interesarse por ti.
Pero Snape no quería creer las palabras de su amigo. Porque tenía miedo al rechazo, tenía miedo a perder la confortable relación que se había creado entre ellos. A pesar de que ansiara mucho más que bromear con El Elegido. Tan sólo Perkins conocía su secreto, confesado entre copas a altas horas de la madrugada, en un despacho solitario. Tan sólo su jefe sabía que si Severus le permitía a Harry Potter tomarse semejantes confianzas en su inviolable oficina, era porque no le podía negar nada. Si le permitía sentarse sobre su mesa, era porque la imagen de su firme culo sobre su escritorio le proporcionaba múltiple material de autosatisfacción. Si le permitía opinar sobre su trabajo, era porque cuando se inclinaba sobre él para ojearlo podía aspirar su aroma, que incluso se quedaba a veces impregnado sobre su ropa. Y si le permitía tomarse la confianza de compartir su taza de té, era porque poner sus labios donde habían estado antes los suyos, le producía un delicioso placer furtivo.
La intensidad de sus pensamientos le sorprendió a él mismo, encontrando una violenta erección entre sus piernas. Ah, la amortentia, seguro. Habían suficientes envases rotos como para que sus efluvios le hubieran nublado la razón. Lanzó los hechizos de rigor que conocía a la perfección, separando la poción que debía analizar en la materia prima utilizada para realizarla. Solo que esta vez tuvo que realizar el procedimiento, inseguro de su resultado. Al obtener la misma conclusión, comprendió que su excitación se debía únicamente a su deseo tanto tiempo contenido. La poción no le podía haber afectado en absoluto, porque había sido adulterada, seguramente por los Zonko, que habrían querido evitar que los Weasley aprovecharan alguna botella que hubiese sobrevivido al desastre.
Un momento.
Potter aún no tenía conocimiento de eso.
Un súbito calor se extendió por su estómago, proveniente seguramente de un lugar situado algo más al sur de su anatomía. En esas pociones de amor faltaban los ingredientes más caros de la mezcla, sin los que sus ojos estarían llorosos e irritados por el contenido de todas esas botellas rotas. Sin ellos seguramente no sería dueño de sus actos. Podría dejarse llevar por una vez, cumplir todos sus más recónditos secretos, y no sufrir después consecuencia alguna, escudado en los efectos secundarios de la amortentia. Si la poción estuviera completa, que no lo estaba. Pero...
Potter aún no tenía conocimiento de eso.
De pronto escuchó la puerta del almacén, acortando su tiempo para plantear todos los pros y los contras de tan descabellado plan. Pero eso no le haría perder tan extraordinaria oportunidad. Con un hechizo provocó que sus ojos lagrimearan, y se agachó de nuevo, colocándose bien cerca de las cajas por las que rezumaba la poción.
-Menudo desastre, suerte que guardaban otra partida fuera del almacén... -disimuló Harry, seguro de que a Snape no se le pasaría el detalle de que acababan de llenar las estanterías de la entrada de nuevas pociones de amor.
De pronto se vio empujado contra una hilera de cajas, que retrocedió peligrosamente hasta contrarrestar la fuerza de su empuje y avanzar hasta seguir equilibrándose a duras penas a su espalda.
-¿Snape? ¿Qué ocurre? -le preguntó mirándole a los ojos, que por cierto tenía muy rojos y llorosos. De hecho parecían extrañamente fijos en los suyos, como si estuviera hechizado. ¿Qué demonios le había pasado? ¡Si las pociones de amor eran un fraude!
De pronto cualquier pensamiento sobre la guerra comercial de Weasley contra Zonko cayó en algún lugar de su cerebro donde ahora mismo no tenía su completa atención. Porque por primera vez estaba besando a Severus Snape, y eso tenía que grabarlo en su mente, porque era un momento memorable. Más bien Snape le estaba besando a él, brusca e intensamente, pero no se quejaba en absoluto. Joder que no, lo había deseado demasiado como para ahora quejarse de un poco que violencia. Su cuerpo se relajó y su boca se abrió solícita, dispuesta a recibir a lo que quisiese entrar en ella. Joder, a todo lo que Snape quisiera.
Encantado con la aquiescencia, la lengua de Severus se adentró en esa anhelada cavidad. Cuántas veces la había observado con disimulo, imaginando cómo sabrían sus labios. Cuántas veces había lamido con furtiva vergüenza el borde de su propia taza, sabiendo exactamente dónde se había posado su boca. Y ahora la estaba poseyendo por fin con la suya, tan impetuosamente como para no dejarle reaccionar, en caso de que se planteara rechazarle. En su desasosiego no se percató de que el auror le estaba respondiendo, hasta que escuchó un insolente gemido lanzado contra su boca.
-Mmm... Joder Snape, cuánto deseaba esto...
Entonces Perkins había tenido razón. Potter había estado flirteando con él todos esos meses. Maldición, tantas noches emparejado con su mano derecha cuando había podido pasarlas en mejor compañía...
Completamente desatado, olvidó que debía de actuar con la fijación de un aturdido enamorado. Tomó el control de la situación, empezando a desabrochar aquel uniforme que tan caliente le había puesto durante meses.
-Mmm... -gimió Harry, aún disfrutando del ataque contra su boca-. No... Severus...
Merlín, que bien sonaba su nombre en esos labios. Pero no iba a permitir que la honradez Gryffindor se interpusiera entre los dos, no cuando ya le tenía entre sus brazos, y podía tocar su cálida piel a través de la brecha que había abierto a través de chaqueta y camisa.
-¡No! ¡No así! -insistió el auror, apartándole bruscamente de él.
Mierda, ahora le lanzaría un hechizo de sobriedad y tendría que fingirse desconcertado.
Pero Harry no había parado porque no quisiera aprovecharse de un intoxicado Snape. Le había detenido porque quería aprovecharse en otra situación más adecuada, en un lugar más cómodo y apropiado. Y porque sabía perfectamente que el pocionista había intentado mentirle, y no quería empezar una relación en esas condiciones. Oh, lo que se iba a divertir desenmascarándole...
Para sorpresa de Snape, en lugar de lanzarle un hechizo desintoxicante o una poción limpiadora, Potter avanzó hacia él y le echó los brazos al cuello, besándo perezosamente esa suave piel mientras le susurraba en el oído-: No llevo esperando meses para que acabes follándome en el almacén de Sortilegios Weasley, excusándote en los efectos de una poción que ni siquiera está acabada.
Esta vez fue Snape el que se apartó bruscamente. Lo sabía. Potter sabía que la amortentia no había surgido efecto. Y aún así se había dejado besar por él. Aún más, ¿no acababa de decir que llevaba meses esperando que le follase?
-Lo sabes -comentó, el único axioma en el que su mente se pudo concentrar. Harry asintió con la cabeza, con esa media sonrisa con que contestaba siempre a sus chanzas-. Si tú lo sabes, los gemelos... ¡Han sido ellos!
-Puede que sí, puede que no -comentó Harry, avanzando hacia él. Ahora sí tenía algo con lo que negociar la falsificación de ese informe. Exactamente lo que se apretó contra su muslo al colocar su pierna entre las del pocionista-. Aunque yo creo que no, que las pociones estaban en perfecto estado cuando los intrusos las destruyeron.
-¿Está intentando sobornarme, auror Potter? -preguntó Snape realmente indignado. Lástima que su voz sonó demasiado sofocada como para que Harry tomara en serio su indignación.
-Mmm... pues sí, eso parece -contentó descaradamente, ahora anclando sus manos a las caderas del pocionista y apretando más sus cuerpos.
-¿Realmente me estás pidiendo que mienta en un informe? ¿A cambio de sexo? -volvió a preguntar, ahora logrando un tono más cercano a la incredulidad que a la indignación. Después de todo se trataba del Elegido, el honrado Gryffindor, el...
Su línea de pensamientos se vio interrumpida por un ataque oral. Más bien bucal. Fue empujado esta vez contra las cajas del otro lado del pasillo, que volvieron a balancearse sin provocar en realidad ningún desastre.
-Ssssí... Todo el sexo que quieras... No ahora, claro, ya te he dicho que éste no era sitio para nuestra primera vez. Pero si quieres... esta noche... podría cancelar tooodos mis compromisos y dedicarte a ti toda la velada. ¿Sí? ¿Querrás?
Snape estudió ese rostro cuyas expresiones conocía tan bien. Potter estaba realmente ansioso, y si había llegado a conocerle algo durante aquellos meses de estrecha relación, podía asegurar sin equivocarse que no lo estaba por aquel informe falsificado. ¿Estaría pasando por la misma ansiedad que había experimentado él mismo al besarle antes por primera vez, fingiéndose intoxicado? ¿Realmente le interesaba tanto pasar una noche con su antiguo profesor, ahora compañero? Antes había dicho que llevaba meses esperando, deseándole...
-No sé si una cita con El Elegido es suficiente para arriesgar mi empleo -comentó, intentando conseguir más de un encuentro. Si iba a correr semejante riesgo, quería que valiera la pena después. Aunque estaba seguro de que una sola noche con Potter valía cualquier puesto de trabajo que pudiera perder...
Desgraciadamente (o no), Harry lo tomó por otra banda. No un arreglo posterior, sino un adelanto anterior.
-Oh, verás como vale la pena.
Y se puso de rodillas.
Snape tuvo que hacer un gran esfuerzo para mantener las suyas sin doblarse, de lo que le temblaban. ¿Qué demonios pretendía Potter? Vale, estaba muy claro lo que pretendía, arrodillado y desabrochando sus pantalones. Pero ¿por qué? ¿No había dicho que no quería que fuera así, en ese lugar?
En cuanto Harry puso su lengua en la tarea de demostrarle lo mucho que valía la pena, cualquier cuestión fue relegada a un segundo plano. Hacía demasiado que no sentía nada igual, si es que alguna vez lo había sentido. Oh, le habían hecho felaciones, montones de ellas, y todas muy satisfactorias. Pero es que ésa se la estaba haciendo Potter. ¡Y cómo la estaba haciendo! Completamente dedicado, entregado como si estuviera en su examen de pociones, y tan nervioso como entonces. Elevaba los ojos cada pocos segundos, buscando en sus reacciones una aprobación que nunca en clase le había importado. Y lo mejor era que parecía adorar lo que estaba haciendo, adorándole a él. No esforzándose por cumplir un soborno para ayudar a un amigo, sino disfrutando de cada roce de su lengua, de cada succión. Cuando no elevaba la mirada para observarle, la dejaba fija contra su erección, admirándola de arriba abajo, delineando cada vena, lamiendo la base tanto como la cabeza, poniendo detalle en cada acción, como si quisiera memorizarla. Una más de esas ansiosas miradas buscando la suya fue su perdición. A pesar del aviso, Potter no se apartó de él, al contrario, redobló sus esfuerzos de succión, como si quisiera ayudarle a extraer su semilla y depositarla en su boca. Cosa que Snape hizo gustoso.
Por Salazar, qué corrida fue esa.
Apoyado contra las tambaleantes pero seguras cajas, se dejó limpiar y enfundar, mientras su cuerpo se recuperaba de la laxitud en la que había caído.
Y cuando lo hizo, no permitió que Potter se alejara, como parecía pretender. Apretó su cuerpo contra él, notando que había disfrutado tanto teniéndole en su boca como había parecido.
-Podría obviar el hecho de que la poción no era apta para la venta, después de todo sólo se trata de una omisión -comentó irónicamente.
Potter sonrió complacido, pero no totalmente aliviado. No, no era eso todo lo que estaba buscando el auror. Bien. De momento empezaría por "aliviarle". Coló la mano entre sus cuerpos, logrando deslizarse dentro de los pantalones del uniforme, que ni se molestó en desabrochar. De todos modos, el bulto que había en su interior le ayudaba combando la cinturilla y abriendo brecha de ese modo para llegar a él. Potter gimió al sentirse oprimido.
-¿Me recibirás a mí esta noche, a mí solo? ¿Anularás todas las citas para complacerme sólo a mí? ¿Cederás a todos mis caprichos, los que he estado guardando todos estos meses? -Los dos gimieron en este punto-. ¿Me dejarás follarte, Harry?
Mientras le interrogaba con su profunda voz, Severus le acariciaba firme y constantemente, provocando que Harry le contestara-: ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sssssí! -a cada una de sus preguntas, confundiéndose la respuesta final con el alarido con que liberó su orgasmo.
Luego Snape le mantuvo entre sus brazos, permitiéndole recuperarse mientras le besaba con un cariño impropio de los juegos en los que habían estado participando.
-Severus... -escuchó el hombre, susurrado contra su cuello.
-¿Mmm?
-Sabes que todo es mentira, ¿verdad? -confesó sin atreverse a elevar la mirada y enfrentarse a aquellos ojos oscuros-. No tengo ninguna cita, hace meses que no tengo ninguna. Y no importa si no quieres mentir en el informe. Sigo queriendo que vengas a mi casa, esta noche... o cuando quieras.
Como respuesta, Snape apretó fuertemente su abrazo, empujándole tan fuerte contra él como si quisiera fundirle consigo mismo. Eso era mucho más de lo que había esperado. Relajando un poco el agarre cuando se hizo necesario para llenar los pulmones, le acarició el rostro y lo elevó hacia él.
-Si no acabamos con esta guerra, los demás comercios sufrirán las consecuencias al final. De todos modos los Weasley hace meses que no contraatacan. Y ellos te importan, ¿verdad?
-Oh, se podría decir que son mi única familia. Pero me importa más mi inversión -bromeó -. ¿Sabes que le di los mil galeones de premio del Torneo de los Tres Magos a los gemelos para que empezaran el negocio?
-Ahora entiendo la efusividad con que me has...
-Severus. No más bromas.
-No más bromas. ¿Me lo cuentas esta noche?
-Mmm...
Después del beso con que Harry le había contestado, Severus palmeó su trasero y señaló la tienda, donde ya se oía el ajetreo de los clientes.
-Vamos, tengo un informe que falsear...
Efectivamente, la tienda estaba ya repleta a esas horas, llena de la risita de algunos adolescentes y los murmullos apagados de varios adultos.
Cuando lograron encontrar a los Weasley, Harry se sonrojó tanto que Ron tuvo que irse con la excusa de atender a un cliente, temiendo estropear "el trabajo" de su amigo si se le escapaba algo de lo que estaba pensando. George, por el contrario, le guiñó un ojo al auror, con una sonrisa de oreja a... no oreja.
-¿Todo bien, entonces?
-Perfecto, George, ya os enviaremos el informe.
-Genial. Toma Harry, regalo de la casa -ofreció, tendiéndole una caja roja en forma de corazón-. Cupidos de chocolate, por las molestias.
-No puedo, George, sabes que llevando el caso...
-Yo me lo quedaré, entonces -comentó Snape, cogiendo el corazón y dejándoles a los dos pasmados-. Me será muy útil, ¡esta noche tengo una cita!
FIN


Importante: Todos los personajes reconocidos públicamente son propiedad de sus respectivos autores. Los personajes originales e historias son propiedad de cada autor. No se genera ningún beneficio económico por este trabajo, ni se pretende violar los derechos de autor.
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MensajeTema: Re: Amortentia adulterada (One shot)   Amortentia adulterada (One shot) I_icon_minitimeJue Jun 26, 2014 7:04 am

jajajaj ese sev no desaprovecha ninguna oportunidad..XD hahahahaha si yo hubiera estado en el lugar de ron....me hubiera encantado decir unas cuantas cosas para hacer sonrojar a harry luego de que salieran del almacen...>.< haha aunque luego terminara con un crucio de sev..T_T haahahhaah
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MensajeTema: Re: Amortentia adulterada (One shot)   Amortentia adulterada (One shot) I_icon_minitimeMar Ago 05, 2014 1:46 pm

Adoro a esta pareja.
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MensajeTema: Re: Amortentia adulterada (One shot)   Amortentia adulterada (One shot) I_icon_minitimeVie Feb 13, 2015 3:19 pm

¡Esta noche tengo una cita!. Esa frase final me ha matado... y me da pena que Sev haya sido tan inseguro, pero por lo menos las cosas le salieron bien al final y muy bien. Sly tenía que ser, siempre repta por el lado que le conviene
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MensajeTema: Re: Amortentia adulterada (One shot)   Amortentia adulterada (One shot) I_icon_minitimeJue Feb 26, 2015 8:22 pm

Sev trató de sacar provecho de la situación, como todo buen slythering no podía desperdiciar ninguna oportunidad para tener a Harry solo para el, aunque al final estaba algo inseguro.
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MensajeTema: Re: Amortentia adulterada (One shot)   Amortentia adulterada (One shot) I_icon_minitime

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Amortentia adulterada (One shot)
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