La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Death Eater takes a Holiday. Capítulo 26. Matar o no matar

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alisevv

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Death Eater takes a Holiday. Capítulo 26. Matar o no matar Empty
MensajeTema: Death Eater takes a Holiday. Capítulo 26. Matar o no matar   Death Eater takes a Holiday. Capítulo 26. Matar o no matar I_icon_minitimeDom Dic 06, 2009 3:03 pm

Death Eater takes a Holiday. Capítulo 26. Matar o no matar Blufire Death Eater takes a Holiday. Capítulo 26. Matar o no matar Blufire Death Eater takes a Holiday. Capítulo 26. Matar o no matar Blufire Death Eater takes a Holiday. Capítulo 26. Matar o no matar Blufire
Death eater takes a holiday
Capítulo 26

Matar o no matar
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Ron atravesó corriendo el vestíbulo principal y siguió hasta llegar a la gárgola que protegía la oficina de la Dirección. Sabía que Harry estaría allí, pero no estaba seguro si Dumbledore y McGonagall ya habrían llegado. Aguardó unos momentos, pero no podía seguir allí parado, sin saber. Su mente estaba rebobinando lo que acababa de pasar. Ni siquiera observó las miradas que estaba recibiendo de los que pasaban por el pasillo. Si se hubiera detenido, se habría derrumbado. Paseó unos momentos más antes de tomar una decisión. Para ser sincero, sólo había pasado tres minutos en el lugar, pero le parecieron una eternidad. No tuvo paciencia y se largó. Ignorando los jadeos y susurros de los estudiantes que le rodeaban, continuó su trayecto, pensando en la manera en que funcionaba la piedra. Sabía que Harry no estaría solo, pero no era suficiente. Necesitaba asegurarse de que estaba haciendo todo lo posible. No dejaría que Harry se deprimiera nuevamente.

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Severus estaba parado con las piernas separadas. Una elegante mano sostenía un cucharón, dando vueltas con lentitud al contenido de un caldero, mientras la otra sostenía su varita, ajustando la llama bajo él. Sus movimientos eran precisos, mientras la poción burbujeaba, tomando un color amarillo fuerte. Severus colocó su varita en la mesa de trabajo, y muy lentamente agregó el próximo ingrediente, observando la reacción mientras continuaba agitándola. El golpe en la puerta de su laboratorio fue ignorando mientras seguía revolviendo su poción, que estaba en un punto muy delicado. Cuando los golpes no pudieron seguir siendo ignorados, ajustó la llama una vez más y apuntó la varita en dirección a la puerta, sin apartar los ojos de la sustancia burbujeante.

—Sea quien sea, váyase. Estoy ocupado y no tengo tiempo para pequeñas chiquilladas —ladró, esperando que eso alejara a la persona.

—Señor, es Harry —dijo Ron, sin aliento, intentando permanecer en pie.

Severus dudó por un breve segundo, e instantáneamente la poción pasó de un fluido amarillo a una pastosa sustancia de color marrón. Lanzó una imprecación y frunció el ceño, levantando la vista por primera vez desde que Ron entrara al laboratorio.

—¿Qué sucedió? —habló bruscamente, notando la apariencia del recién llegado.

Su túnica no estaba correctamente abotonada y había sido dejada abierta en la parte superior, evidenciando que el pelirrojo no vestía nada debajo. Sev podía ver las contusiones y el ojo ennegrecido, junto a alguna mancha de sangre ocasional. Rápidamente, observó que no había manchas de sangre en la ropa del chico. El primer pensamiento en la mente del maestro de Pociones debería haber sido ‘qué había pasado y si Harry estaba herido’, pero por un segundo, no pudo evitar pensar ‘porqué estaba Ron desvestido a mitad de día de un fin de semana y con su Harry.

>>¿Qué sucedió? —repitió, mientras Ron recuperaba el aliento.

El Gryffindor le contó que habían sido atacados. De repente, Snape estaba en la puerta del laboratorio; ya se estaban movilizando a toda velocidad por el pasillo mientras Ron le explicaba que había enviado a Harry a la habitación junto a la oficina de Dumbledore, usando la piedra. No entró en detalles, pues era todo lo que podía hacer para mantener el ritmo de las largas y rápidas zancadas de su profesor. Tropezó varias veces, y Severus se dio cuenta que difícilmente podía mantenerse de pie, mucho menos subir las escaleras ante ellos. Murmurando algunas palabras, le tomó por un codo como apoyo y le guió adelante. Ron estaba impactado, pero agradecido por la ayuda. Se preguntaba si Snape se estaría quejando o murmurando algún hechizo ya que, de repente, sintió que caminaba con más facilidad. Mientras los estudiantes les veían atravesar el pasillo, Ron recibió miradas de lástima, pues parecía que estaba siendo llevado porque se había metido en problemas.

Severus fue sacado de sus reflexiones cuando su reloj de bolsillo sonó en señal de alarma. Sacó el reloj de oro y vio que una de las manecillas estaba en el lado equivocado de la esfera. Nott-peligro mortal, se leía en la diminuta manecilla verde. Ron abrió los ojos.

—¿Qué es eso? —era distinto a cualquier reloj mágico que hubiera visto antes.

—A diferencia de los relojes mágicos comunes, éste no dice la ubicación, sino si un estudiante Slytherin está en peligro mortal. No le diga a nadie del reloj —ordenó en clara advertencia. Luego continuó su camino, acelerando el paso.


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Mientras tanto…


Harry podía sentir el pulso latiendo bajo su mano, mientras su apretón sobre la garganta de Nott permanecía firme. Apenas registraba las palabras de su tutor, mientras Albus hacía todo posible por hablarle, para convencerle de que permitiera que Nott continuara con vida. No se atrevía a tocar a Harry en ese estado. El chico continuaba librando su solitaria batalla interna, mientras consideraba las posibles consecuencias de sus elecciones. Las palabras de Albus continuaban perdidas para él; sólo podía sentir las rápidas pulsaciones de Nott a través de sus manos, latiendo como un gran y ruidoso tambor en su cabeza. Deseaba detener eso. Pero debía detenerse a sí mismo.

Después de cinco minutos, Albus dejó escapar un suspiro de derrota y, lentamente, se acercó a ambos. No podía seguir aguardando por la decisión de Harry. No estaba convencido de que hiciera la elección correcta. Harry miraba directamente a Nott, a sus ojos, pero no le estaba viendo realmente. Albus se movió de tal manera que pareció como si se deslizara por la habitación sin dar un paso. Antes que el joven pudiera darse cuenta de lo que estaba pasando, el anciano puso la punta de su varita en la sien del Slytherin, haciendo que cayera inconsciente. Harry no escuchó el hechizo, ni sintió la túnica siendo colocada sobre él. Para ese momento, Severus ya había llegado, pero sólo podía observar a través de una ventana en la puerta hasta que Albus abriera, o Minerva llegara.

Sev había quedado impactado ante la vista de Nott, congelado de miedo, bajo un iracundo Gryffindor. Nunca había visto al joven de ojos verdes en ese estado de ánimo, y en ese instante se dio cuenta de qué era lo que Albus había visto todo ese tiempo. Éste era el muchacho que algún día derrotaría a Voldemort y le liberaría a él en el proceso. Ron se sentó en una silla frente al escritorio del Director mirando a Snape; vio como el enojo de su profesor aumentaba por minutos mientras continuaba observando la escena desplegada ante él. Harry había sido golpeado y maldecido. Había marcas que profundizaban su color incluso en ese momento. Severus apretó los puños, clavando las uñas en las palmas de sus manos, cuando divisó las marcas de sangre de unos dedos alrededor de la garganta del Gryffindor. Ahí no había mucha sangre, así que las huellas de los dedos se arrastraban hacia abajo sin ninguna indicación hacia dónde se habían dirigido.

¿Que habría llevado a Harry a caer en ese estado?

Los ojos de Harry se volvieron vidriosos al darse cuenta que la decisión ya no estaba en sus manos. Albus le había salvado de sí mismo. Permitió que su tutor le convenciera para que se moviera de la posición en que se encontraba, a horcajadas sobre un inconsciente Nott. Harry no recordaría el momento en que se paró, pero si la sensación de frío en las palmas de sus manos cuando dejó de obstruir el suministro de aire del Slytherin. Albus sostuvo su brazo como apoyo, ayudándole a terminar de levantarse. Minerva había llegado finalmente, abriendo la puerta, con Severus justo detrás de ella. La bruja jadeó ante la vista de su golpeado estudiante, y enrojeció con fuerza al notar que la túnica, que sólo estaba echada sobre sus hombros, le dejaba completamente expuesto ante ella.

—¡Oh, Dios! ¿Albus, qué sucedió? —preguntó, apartando los ojos. Severus frunció el ceño, aventajó a Jefe de Casa rival, y cerró la túnica de Harry. Cuando los ojos verdes comenzaron a enfocarse nuevamente y sus pensamientos regresaron al momento actual, se encontró sentado junto a Ron frente al escritorio de Dumbledore, aceptando una taza de té. Tomando un sorbo de la bebida caliente, Harry se preguntó si el Director le habría agregado alguna poción tranquilizante, al notar que estaba mucho más lúcido que antes.

“Sí, esto fue ‘fortalecido’”, pensó.

Permaneció sentado en silencio mientras Ron explicaba lo que había ocurrido en los vestuarios de Gryffindor.

Severus estaba impresionado de cómo Harry y Ron habían logrado defenderse. Considerando que habían sido tres magos armados contra dos desarmados, era notable. Pero era Potter, después de todo, y Harry no dejaba de asombrarle. Se preguntaba dónde habrían aprendido a pelear tan bien sin usar magia. Teniendo cinco hermanos mayores, no era extraño que Ron estuviera entrenado; pero aun así…

Observó a Harry mientras escuchaba a su amigo relatar la historia. Podía notar las reveladoras señales del efecto del té tranquilizante, a medida que el joven se relajaba en la silla. Su túnica seguía rodeando su cintura apretadamente, pero se había abierto a la altura de su pecho, revelando su delgada figura. Severus se regañó mentalmente por mirarle de ese modo cuando estaba así. Su furia era infinita al verle en tan deplorable estado. Quería llevarle a un baño y lavar la inmundicia y el dolor de su Harry.

Cuando Ron terminó de narrar la historia hasta el momento en que había sido desmayado, Harry fue interrogado para que continuara a partir de allí. Sus respuestas fueron vagas, y era obvio que les estaba ocultando algo. Había estado demasiado atribulado para que su reacción hubiera sido provocada por una pelea de patio de recreo, aunque los otros hubieran estado vestidos como Mortífagos.

“No dijo Ron que Harry había sabido que no eran Mortífagos desde el principio”

—Harry, ¿cómo supiste que no eran Mortífagos? —preguntó Severus con curiosidad.

El joven sonrió ante el uso de su nombre de pila. La sonrisa pronto fue borrada de su rostro, en el momento que escuchó hablar a Minerva.

—Sí, yo me estaba preguntando lo mismo. ¿Cómo lo supiste? —interrogó. Harry giró la cabeza para verla por primera vez.

—¡Ey! —gritó al ver que su Jefa de Casa estaba allí. Cerró su túnica apretadamente en un intento por cubrirse, derramando el té en su precipitación. En un intentó por limpiar sus piernas del té, miró alrededor buscando fervorosamente su varita. ¿Cuándo la había tomado Albus?, se preguntó, antes de darse cuenta que la varita que él había llevado era la de Nott.

—Mi varita —exclamó, frustrado. Se sentía extremadamente vulnerable de nuevo, sin ropa y sin varita. En realidad no estaba sin ropa; estaba vistiendo… lo que sea que eso fuera.

“Esto luce terriblemente parecido a los manteles que he visto aquí, durante las cenas privadas con Albus” , se dijo Harry. Ron puso su varita en su mano. En ese momento, toda la escena le pareció bastante ridícula al chico de ojos verdes. Ahora tenía su varita, lo que le hizo sentir una oleada de alivio; pero seguía desnudo, excepto porque estaba cubierto por un mantel, o un mantel transformado en túnica. Su Jefa de Casa estaba más roja que el cabello de Ron, compartiendo su vergüenza. Era lo único en lo que podía pensar. Se echó a reír. Era eso o sollozar.

Ron miró nervioso a su mejor amigo, quien parecía estar abstraído. Albus se levantó y Severus le imitó.

—Creo que será mejor que reanudemos esta conversación después que Madam Pomfrey los revise —dijo el anciano, guiándoles fuera de su oficina.

—¿Quiere decir que no me ha mirado suficiente cantidad de gente esta noche? —preguntó Harry burlonamente mientras caminaba hacia las escaleras, su voz cada vez más distante—. ¿Qué tal usted, profesor Snape? —ofreció.

—¿Señor? —musitó Ron, temeroso por el comportamiento de Harry, observándole mientras bajaba por las escaleras de espiral, conducido por Severus.

Albus le ofreció una sonrisa tranquilizadora.

—Harry estará bien, Ronald. Simplemente está reaccionando a la descarga de adrenalina que ha contenido todo este tiempo.

Ron se sintió algo mejor, pero no mucho. Minerva le condujo hasta la enfermería, explicándole que Harry estaba experimentando una liberación emocional, algo perfectamente normal luego de los duros acontecimientos. Ron comprendió lo que ella estaba diciendo, sólo que él mismo no estaba pasando lo que su amigo parecía estar experimentando.

Luego que Harry salió para ser atendido por Poppy, el Director tendió al inconsciente Slytherin en el suelo, con una lista de preguntas reunidas en su cabeza.


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Cuando Harry y Severus entraron en los dominios de Poppy, ella pareció desalentada al ver al muchacho de regreso tan pronto.

—Sabía que me extrañaría, así que regresé —comentó el Gryffindor, con una sonrisa torcida debido a su labio hinchado. Severus sintió que se ponía rígido al ver a los dos estudiantes Hufflepuff en camas paralelas. El hombre lanzó a la medibruja una mirada interrogante. Ella le explicó que la profesora Sprout los había encontrado detrás del invernadero número tres. Poppy miró a ambos con escepticismo.

—Afirmaron que habían estado peleando uno contra el otro —informó, despectiva. Uno de los chicos era bastante más grande que el otro, y aún así era el que estaba peor de los dos. Severus bufó.

—El señor Weasley viene en camino. Creo que él puede decir una o dos cosas en oposición a esa afirmación. Quizás sería mejor correr las cortinas —sugirió. Poppy obedeció a la petición de privacidad sin una pregunta. Había visto suficientes batallas en su enfermería, y no le apetecía una ese día.

Chichones, contusiones y ojos morados eran cosas fáciles de sanar. Poppy logró que todos permanecieran tranquilos alrededor de una hora antes de permitir que se fueran Ron y los dos Hufflepuff. Harry era una historia diferente. Obviamente, había estado un poco impactado, y dada su reciente concusión no le dejó salir todavía. Le hubiera gustado darle algo de Poción para Dormir sin Sueños, para darle oportunidad de dormir un poco y tranquilizarse, pero no podía darle esa poción habiendo pasado tan poco tiempo desde de su concusión. Así, Harry permaneció acostado con sólo una droga para calmar sus nervios.

El profesor Dumbledore había regresado para hablar con él, ahora que era el único paciente en la enfermería. Acompañado por Severus, habían pasado la última hora hablando con Alex Nott antes de traerle para que madam Pomfrey le revisara. Luego de dejar ir a Nott con la promesa de ‘hablaremos después’ de parte de su Jefe de Casa, Severus fue con Albus, que se estaba acercando a Harry. Éste estaba ya cómodamente acostado en una cama, con un pijama abotonado hasta el cuello y las cobijas casi hasta la misma altura.

¿Era un intento del joven para protegerse del dolor, o Poppy haciendo un esfuerzo para consolarle?


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—Quiero que le expulses, Albus —exigió Severus.

—Ya, ya, Severus. Creo que el castigo será decidido después que escuchemos más sobre lo que sucedió —comentó el anciano. Luego se giró a mirar a Harry—. ¿Dirías que fue correcta la explicación del señor Weasley sobre los acontecimientos de esta tarde?

Harry asintió.

—Bastante. Creo que Ron lo hizo sonar un poco más ‘unilateral’ de lo que fue en realidad. Hubo varias oportunidades en las que no estuve seguro de poder ganarles —admitió. Albus sonrió y asintió para que continuara—. No creo que ellos lo hayan planeado mucho. Que fuéramos blancos fáciles, solos y desarmados, parece que fue en lo único que pensaron. Nott dijo que era por su padre —Harry frotó su estómago, pensando en los puñetazos que le había dado. Severus observó cada movimiento, sin perder nada—. No va a expulsarles, ¿verdad?

Severus entrecerró los ojos.

Albus le miró con curiosidad, preguntando:

—Ellos les atacaron pretendiendo ser Mortífagos. Rompieron muchas reglas hoy. Dime, Harry, ¿por qué no quieres que les expulse?

Harry se mostró algo nervioso ante la pregunta. Sabía que si había una expulsión, el Ministerio y el Consejo Superior se verían involucrados para verificar si tal acción legal era necesaria. El inevitable par de días de chismorreo alrededor de la escuela crecería mucho más si hubiera una investigación involucrada. No creía que Nott dijera nada; había esperado a que sus amigos se fueran antes de tocarle. Pero una investigación podría cambiar eso.

—¿Por qué no expulsó a Sirius después de lo que le hizo al profesor Snape? —preguntó. Establecido un plan, habló con más confianza. La mascara de Severus cayó apenas un segundo antes de cubrir su expresión de asombro y enojo.

—Las circunstancias involucradas con ese incidente en particular fueron muy complicadas. No te preocupes, Harry; todavía no decido si les expulsaré o no.

—¿Fueron tan complicadas como la vez que Draco y sus tontos se presentaron en el campo de quidditch vestidos de Dementores? Creo que esa fue una estúpida broma que casi me mató. Igual que la broma de Sirius —suplicó Harry—. Fue sólo una pelea entre estudiantes. No veo porqué debería ser tratada en forma diferente.

—Cuando un estudiante se hace pasar por Mortífago, las cosas cambian —gruñó Severus. Harry bufó en un amague de risa y el maestro alzo una ceja—. ¿Puedes decirnos qué tiene de divertido? Y ya que estamos en ello, ¿cómo estabas tan seguro de que no eran ‘verdaderos’?

—Uno de ellos resopló cuando hablamos sobre ganar el próximo juego. Así fue como me di cuenta que estaban allí. Y luego me dieron mucho tiempo para acercarme a Ron. Caminaban en silencio y muy lentamente, como si se esforzaran en aterrarnos con su presencia —mencionó, casi con sarcasmo—. Como si los ‘verdaderos’ tuvieran que tratar de ser aterradores. Y el más alto llevaba zapatos de deporte —se echó a reír—. Lo único que asustaba de ellos era que eran tres contra dos. Eso, y que nosotros estábamos en cueros y desarmados —terminó tranquilamente

Jaló la manta más arriba y miró a Dumbledore, suplicante.

>>Por favor, señor. Si les castiga, involucrará al Ministerio y a los padres, y yo también terminaré castigado. Quiero dejar esto así. Además, botar a Nott lo único que conseguirá es que la marca a su brazo llegue más rápido.

Albus suspiró y le sonrió, colocando una mano sobre su brazo.

—Comprendo, Harry. Tendré esos aspectos en consideración al tomar mi decisión.

—Gracias, señor.

El anciano apretó su brazo y luego partió.

Severus no se levantó. Harry le observó extrañado, preguntándose porqué no había marchado con Dumbledore.

—¿Por qué está aquí? —le preguntó, sin malicia en la voz. El hombre alzó una ceja interrogante—. Quiero decir, ¿por qué continúa aquí?

—Preferirías que no estuviera.

Harry reflexionó sobre la pregunta. Le quería ahí, pero no mientras todavía no supiera si Sev iba a dejar caer una bomba sobre él al decirle que le odiaba demasiado para querer considerar una relación. Se encogió de hombros.

>>No creo que nadie me cuestione por estar aquí. Después de todo, tuviste una pelea con uno de mis estudiantes. Eso, y que quiero conversar contigo de algunas cosas mientras sigues bajo los efectos de tranquilizantes —Harry le miró, sobresaltado. No había pensado sobre eso—. Me atrevo a decir que, entre la poción de madam Pomfrey y el té de Albus, estás listo para contestar mis preguntas —comentó, sonriendo ante la espantada expresión del rostro del joven—. ¿Fuiste capaz de liberarte de un hechizo de atadura? Eso es una verdadera hazaña —Severus parecía ligeramente impresionado.

—Dos hechizos de atadura — replicó con arrogancia. El maestro le miró con sagacidad—. Aunque no es realmente una proeza, por dos razones. Primero, Nott no es un mago muy poderoso. Es absolutamente sorprendente que sea un Slytherin, lo que explicaría la elección de sus amigos. Segundo, el Hufflepuff, cuyo nombre ni siquiera sé, es un débil mental. Aun cuando fuera un mago poderoso, su falta de convicción hizo que su hechizo no fuera lo bastante fuerte como para resultar efectivo. No es un Hufflepuff por nada. ¿Por qué cree que los Puffers* son tan leales? Apenas tienen otra cosa que ofrecer. Todos los empleados de George y Fred son Hufflepuff.

Severus casi se echo a reír. Harry había estado balbuceando, y ni cuenta se dio que estaba diciendo la verdad. Esa combinación era mejor que el Veritaserum.

—Ahora, me gustaría que me contaras lo que no le dijiste a Albus.

Los ojos de Harry se ensancharon.

—¿Qué quiere decir? No le mentí.

—Mentir no, quizás ‘omitir’ sea la palabra correcta. Estabas en tal estado que Weasley consideró necesario utilizar la piedra. Has estado en situaciones de riesgo antes; hubieron ocasiones en que me asombró que no la utilizaras.

Le observó para ver su reacción. Deseaba que admitiera que Nott había hecho más, para que pudiera sacarlo de su sistema y comenzar a sanar. Además, le irritaba no saber todo lo que había sucedido. Mirar el rostro de Harry le había enfurecido. Le recordó cómo se veía cuando le sacó de la casa de los Dursley el fatídico día que Sirius muriera. Había lucido alicaído, deprimido y listo para derrumbarse. Pero esto era diferente. Hoy se había mostrado angustiado.

>>¿Qué te puso en ese estado, Harry? ¿Cuál fue el detonador?

El joven le miró con aprensión, como si intentara determinar lo que podía decir, lo que estaba dispuesto a decir.

—¿Sólo entre nosotros? —Severus asintió—. ¿No le dirá a Albus?

—Sabes que puedes confiar en mí, Harry ¿De qué se trata para que pienses que no puedes contarle a Albus? —inquirió, alentándole.

—Se decepcionaría de mí. Sé que lo haría —levantó la mirada y la clavó en los ojos de obsidiana por largo rato, buscando consuelo—. Yo, umm, creo que usted podría entender, y quizás no piense menos de mi… No mucho —balbuceó, molesto consigo mismo por parecer tan débil. Severus asintió de forma lenta y tranquilizadora, instándole a continuar.

>>Nott, él um, él… —la respiración de Harry comenzó a acelerarse y se volvió errática. Severus le dio un vaso con agua que estaba en la mesilla y el joven se sintió agradecido. El profesor de Pociones hundió la vista profundamente en los ojos verdes, tomando una gran bocanada de aire. Harry le imitó, calmándose nuevamente.

>>Sólo un cobarde ataca a una persona que está bajo un hechizo de atadura —comentó el Gryffindor con firmeza—. Si hubiera sido inteligente, me hubiera maldecido con algo doloroso además del de atadura, de forma que yo no pudiera concentrarme en romperlo —agregó retrospectivamente.

Severus no pudo ocultar la sorpresa y le sonrió. Era muy Slytherin esa forma de pensar. Había escuchado por años que el Sombrero Seleccionador había dudado, cuando él no podía entender como alguien podía considerar a Harry otra cosa que Gryffindor. Pero estaba empezando a entenderle más cada vez más. El muchacho tomó otro sorbo de agua.

>>Cuando Nott estaba, umm, cuando él… — apretó los dientes—. Cuando logró enfurecerme mucho, rompí el hechizo. Quise arrebatarle la vida —sus ojos relampaguearon de furia—. Deseaba hacerle pagar.

—Él les ataco a ti y a tu amigo. Es perfectamente normal la reacción de quererle herir también.

—No —Harry sacudió la cabeza—. No deseaba herirle. Quería tomar su vida. Podía sentir el latido de su corazón bajo mi mano, y deseaba apretar más fuerte hasta que ya no pudiera sentirlo más —cubrió sus rostro con las manos—. Yo no soy malvado como ÉL. Rehúso tener más cosas en común con ese bastardo —a Severus se le ocurrió que no estaba hablando sobre Alex Nott—. Este último año, cuando Albus se convirtió en mi guardián, estaba emocionado por poder permanecer aquí, donde estaba seguro. Un día me di cuenta que justo esa era otra cosa que tenía en común con Voldemort. Me juré que sería la última —habló con convicción, pero su tembloroso cuerpo era revelador. Severus le pasó nuevamente el vaso con agua.

>>Cuando sostuve mi varita sobre él, con mi mano aferrando su garganta, pude sentir poder; poder sobre él, y poder creciendo en mí. Quería sentir más. Deseaba que muriera. Él ya no era una amenaza para Ron o para mí. Incluso mientras estaba en la habitación de Albus, donde sabía que obtendría ayuda, todavía deseaba hacerlo, sentirlo. Albus debe estar muy decepcionado de mí. Él me detuvo; no creyó que yo podría hacerlo.

—¿Podrías? ¿Podrías haberte detenido? —preguntó Sev.

Harry asintió.

—Sí, hubiera podido. De hecho, ya había decidido que no iba a matarle.

—Entonces, si estabas lo bastante controlado como para hacer lo correcto, ¿por qué, realmente, estás tan disgustado?

—No me detuve porque fuera bueno, me detuve porque pensé que no valía la pena ante las consecuencias que tendría. Pero todavía deseaba sentirlo… Sentir el poder de detenerle —llevó las manos a su cabeza, ocultando su rostro.

—Harry, ¿sinceramente piensas que somos completamente buenos o completamente malos? Eres demasiado inteligente y demasiado maduro para creer eso. Sí, hay magos malvados como Voldemort, y lo contrario podría decirse de gente como Albus, pero la mayoría de nosotros nos ubicamos en algún lugar entre los extremos. La vida se trata de hacer elecciones y aprender a vivir con ellas. No siempre haremos las elecciones correctas, pero no por eso somos malvados. Si tú hicieras una mala elección y no la corrigieras o aprendieras de ella, entonces Albus estaría decepcionado. ¿Comprendes?

Harry asintió, pero no se veía muy convencido. Madam Pomfrey interrumpió el silencio para revisar a su paciente.

—Pareces un tanto molesto, Harry, ¿quieres un poco más de droga tranquilizante? —preguntó ella, sosteniendo el vaso que se encontraba en la mesilla. Los ojos del joven se abrieron de par en par. Había estado bebiendo varias veces de ese vaso—. Oh, veo que ya has tomado algo —sonrió, observando el vaso medio lleno. Harry supuso que, dado que no lucía disgustada, no le haría daño haber tomado tanto. Se preguntó si Severus sabría lo que le había estado dando a beber. Lo importante era que estuviera tranquilo, su salud era lo de menos.

Cuando Poppy echó a Severus, éste pensó ‘da lo mismo’. Tenía que hablar con cierto Slytherin.

“Todavía hay algo que hizo Nott que Harry no está contando”

Regresaría más tarde a ver cómo seguía Harry.

Poppy alborotó un poco más sobre el Gryffindor, pero a él no le importó. La bruja le explicó que tendrían que volver a vigilarle por la concusión, aunque estaba bastante segura de que se encontraba bien. Se disculpó de antemano por tener que despertarle varias veces durante la noche. Ron y Hermione habían llegado poco después de que Severus se fuera. El pelirrojo se ofreció voluntario para despertar a Harry cada dos horas. Poppy aceptó, siempre y cuando tuviera un despertador. Debería hacerle preguntas sencillas, cómo su nombre o que año era, para asegurarse que el chico de ojos verdes estuviera bien. Ella no podía usar un hechizo como había hecho antes, pues todavía estaban dentro de las dos semanas acordadas para buscar síntomas de inestabilidad mental. En este punto, era básicamente una formalidad, pues ninguno de los que le habían observado reportaron nada extraño. Su estado de tensión y ansiedad no era otra cosa que normal, dadas las circunstancias. Poppy confiaba que podría darle un billete limpio de salida en la mañana.


Death Eater takes a Holiday. Capítulo 26. Matar o no matar Blufire Death Eater takes a Holiday. Capítulo 26. Matar o no matar Blufire Death Eater takes a Holiday. Capítulo 26. Matar o no matar Blufire Death Eater takes a Holiday. Capítulo 26. Matar o no matar Blufire

Severus estaba de mejor humor; había tenido una interesante conversación con Nott, con la promesa de volver a hablar muy pronto. Cuando regresó, encontró a Harry leyendo un libro que Hermione le había dejado, y a Ron durmiendo en la cama de al lado.

—Si te extraña tanto en apenas una noche, ¿quién sabe cuánto lo hará cuando terminen la escuela? —comentó Severus, deliberadamente inexpresivo

Harry levantó lentamente la vista de su libro.

—Al menos sé lo que él siente —replicó, sorprendido ante lo que había dicho. El tranquilizante le estaba permitiendo expresarse libremente—. Si tienes alguna otra pregunta sobre la pelea, hazla. En caso contrario, vete. Te presentas aquí como si te importara. Es cruel que estés jodiendo con mi cabeza mientras estoy aquí —terminó, señalando la enfermería.

—Aborrezco las exhibiciones públicas. Hubiera pensado que mis acciones durante mi primera visita a este lugar habían puesto en claro mis sentimientos.

—¿Cómo pude haber confundido tus acciones? —replicó con sarcasmo—. Debería haber sabido que cuando desvaneciste unos cuantos howler, y me gritaste estúpido por no conseguir mi poción, para luego irte con Malfoy mientras yo estaba vomitando, estabas diciendo claramente ‘no te odio’.

El corazón de Severus se hundió. Harry no sabía. Todo ese tiempo no había sabido que él no le odiaba.

Harry estaba seguro de que había arruinado su oportunidad con Snape, pero el hombre no había hecho otra cosa que fruncirle el ceño durante toda la semana. ¿Qué oportunidad tenía de todas formas?

>>No sé por qué me preocupé de hacer el tonto toda la semana, intentando pretender que era más maduro de lo soy en realidad, para lo que me sirvió. ¿Qué logré con eso? Te lo dire. Cada vez que tuve posibilidad de mirar en tu dirección, encontraba miradas asesinas, como si me odiaras más de lo que lo habías hecho antes de las vacaciones —levantó la vista, sobresaltado; de repente se había dado cuenta que estaba siendo incoherente, nunca había tenido intención de decir todo eso.

>>Maldita poción tranquilizante, me estoy comportando como un tonto. Creo que deberías irte ahora —dijo, molesto consigo mismo, y tomó un sorbo de agua.

Pudo escuchar cómo el hombre hacía un ruido, casi como una risa sofocada. Levantó la cabeza para ver que Severus sonreía, y se dio cuenta que, inadvertidamente, había tomado más droga tranquilizante.

>>Oh, mierda —exclamó con una risa derrotada. Severus levantó una silla y la acercó a la cama.

—Harry, esta semana he lucido molesto con frecuencia por lo que pensaba que estaba viendo —alzó una mano para detener la protesta del joven—. Estaba muy enojado porque hubieras sido herido tan miserablemente, enojado porque –ocasionalmente- hubieras sentido dolor a causa de los crucios que yo recibí, y enojado por haber estado demasiado absorto en mis problemas como para reconocer tu dolor todos estos años. Esta última semana, he estado observándote, para encontrar posibles síntomas originados por la prolongada exposición a la maldición. Te he visto en clases, ignorando los acosos de Malfoy. Te he visto ignorar a tu pudín favorito. Cada vez que te he observado, actuabas de forma distinta a la normal, y estaba enojado porque pudieras estar mostrando signos de inestabilidad mental —Severus casi se echó a reír—. Me gustaría que nos conociéramos mejor, no que fingieras ser alguien que no eres —hizo una pausa—. ¿Cómo sé si estás actuando o no? Aún ahora podrías estar mostrando señales.

—Ron ha estado conmigo todo el tiempo. Sabía lo que yo estaba haciendo; Hermione no estaba feliz, pero también lo sabía. Ni ellos, ni otros profesores que han estado vigilando, has reportado nada extraño.

Severus sonrió, pero tenía que asegurarse.

—¿Qué me dices de hace dos días, cuando no te comiste el desayuno?

—Ron y yo nos atragantamos como cerdos la noche anterior y fui incapaz de comer —explicó con una sonrisa, pensando que con eso había terminado con la preocupación de Severus por su estado mental. De repente, frunció el ceño—. ¿Por eso no me dijiste si me odiabas o no, porqué querías comprobar que no me volvería loco en unos pocos años? —Harry no pudo evitar apartar la mirada. Sintió como se hundía su colchón cuando Severus se sentó en la cama, tomando su mano.

—Por supuesto que no. Con los riesgos que yo debo tomar, ni siquiera puedo garantizar mi propia salud mental en unos años. El día que recibiste los howler del sector imbécil de la sociedad mágica, no fue la primera vez que vine a verte. Estuve aquí mientras tuviste el dolor. Te di la poción; esa que tenía que haber reemplazado hace tiempo. Lo lamento, Harry.

—¿Estuviste en la enfermería esa noche? —preguntó el joven, pensando en su sueño; Sev sosteniéndole, consolándole.

—Sí, estuve aquí para ti. Creí que lo sabías —sonaba arrepentido.

—Pensaba que había sido un sueño —explicó con una débil sonrisa—. Suelo soñar mucho contigo, y no estaba seguro de si había sucedido o no —suspiró—. ¿No me odias? —más que pregunta era casi una declaración, pero necesitaba escuchar la respuesta.

—No, no te odio —Sev se sentía muy aliviado de que Harry estuviera bien. Su corazón todavía golpeaba con fuerza. Se sentaron en un cómodo silencio por algún tiempo, pero cuando el silencio fue roto, Severus se preguntó si estaría lamentando la poción tranquilizante.

—Así que estabas vigilándome, ¿cierto? —preguntó con coquetería.

—Sólo para observar los síntomas, te lo aseguro —contestó Sev a la defensiva.

—¿Y eso explicaría el porqué sabes cuál es mi pudín favorito?

—Mocoso.

La sonrisa de Harry se amplió.

—Hablando de pudín, tengo hambre. ¿Y tú?

—No, gracias. Descubrirás que el barril sin fondo que tienes por estómago es una aflicción adolescente que yo ya no poseo.

—Dios, amo tu voz —comentó Harry, con una expresión hambrienta en los ojos. Antes que Sev pudiera responder, fue interrumpido por la repentina aparición de Dobby.

—¿Harry Potter necesitaba algo de Dobby? —preguntó el elfo alegremente, parado sobre la cama.

Severus no mostró sobresalto, estaba demasiado disciplinado para eso, pero retiró su mano de la de Harry. Ni siquiera se había dado cuenta que todavía la estaba sosteniendo.

—Me encantaría algo de comer —contestó—. ¿Qué podría…? —reflexionó. De repente, en su rostro apareció una mirada maliciosa que no inspiró confianza a Severus.

—Tomará sopa —contestó por Harry. La sonrisa no abandonó el rostro del Gryffindor mientras asentía a Dobby, quien desapareció con un estallido—. No me fío de sus elecciones, señor Potter

—Entonces, ¿crees que sopa fue una elección segura? —Harry sabía que había escogido eso pensando que él no podría comer sopa seductoramente.

—De hecho.

Cuando la sopa llegó, el chico agradeció a Dobby y empezó a comer. Severus le observó, esperando que mostrara el porqué de esa sonrisa maliciosa, pero el otro no hizo nada de eso. Comió su sopa con la misma educación que mostraría si estuviera almorzando con la Reina. Ni una seductora lamida a la cuchara. Severus decidió que lo mejor era conseguir un nuevo tema de conversación. No le gustaba la inapropiada dirección por la que estaba yendo su mente.

—¿Qué está haciendo aquí Weasley? —tema seguro, supuso.

—Está para despertarme cada dos horas —Harry miró el reloj; era más tarde de lo que imaginaba—. Aparentemente, tiene que chequear una concusión que no tengo —explicó, poniendo los ojos en blanco. Severus observó el reloj sobre la cabeza del pelirrojo, números luminosos flotando justo encima de él. Los números estaban descontando a partir de dos horas. En ese momento, en el reloj se leía una hora con veinte minutos y bajando. Harry movió su varita y los números regresaron a dos horas. Severus bufó—. No veo objeto en dejar la alarma dado que estoy despierto. A propósito, ¿cuánto tiempo dura esa cosa? El que fabricamos en clase duraba una hora o algo así —comentó con indiferencia.

—Resistencia profesional, durará hasta mañana.

—Oh. He notado que varias de las pociones que suministra madam Pomfrey tienen distinta calidad que las que elaboramos en clase.

—Muy perceptivo. Era imaginable que con la cantidad de tiempo que has pasado aquí en los últimos siete años, serías un experto en características de las pociones. No que tus calificaciones reflejen tal habilidad —comentó Sev con una sonrisa.

Harry se limitó a sonreír ante el ambiguo cumplido.

—Vale, ya que estamos en el tema, y que tú eres un maestro, ¿por qué es tan difícil para un estudiante comprar pociones para el dolor, cuando cualquiera puede venir aquí con un dolor de cabeza y conseguir la poción sin problema?

—Las pociones que se compran en la tienda son más baratas que las preparadas, y tienen efectos secundarios muy similares a las elaboradas por muggles. Poppy consigue las pociones de mí. Utilizo los mejores ingredientes, y los efectos secundarios adictivos se compensan agregando bilis de armadillo. Toma el doble del tiempo prepararla, y tiene una vida útil más corta, pero en mi opinión vale la pena el esfuerzo.

—Debería aprender a elaborarla para cuando termine la escuela. Necesitaré tener un suministro a mano, así como un relajante muscular, pero éste ya lo conozco.

—En mi opinión, tu habilidad para elaborar el relajante carece de algo. No lo digo por criticar, sino para que estés consciente de que no es suficiente para tus necesidades.

—En realidad, Hermione está totalmente de acuerdo contigo, y por eso entré en tu clase Ravenclaw/Hufflepuff para observar nuevamente cómo se prepara. Pude observar a esa chica rubia que se sienta adelante, ella realmente sabía lo que estaba haciendo. La preparé de nuevo al día siguiente y la comparé con la que tenía en mi cajón y salió bien —esperó a ver la reacción de Severus a su confesión de que se había colado en su clase.

—Usando por una vez la capa de tu padre para hacer algo bueno en lugar de una travesura —bromeó Sev.

La cara del joven se tiñó de rosa; se sintió aliviado por la reacción del profesor a la última de lo que parecían ser demasiadas confesiones.

—Fue divertido ver que eres igual en las clases que no incluyen Slytherin —comentó, y tomó su último sorbo de sopa.

Harry alcanzó nuevamente el vaso, pero se detuvo.

>>No esta vez —murmuró, y el elfo apareció de nuevo—. Dobby, ¿podrías traerme un poco de jugo de calabaza que no haya sido drogado? ¿Te gustaría algo? —preguntó a Severus. Éste levantó una mano desdeñosa y sacudió la cabeza.

—Lo siento mucho, Harry, olvidé traer el pan —se disculpó Dobby.

Severus se preguntó cómo el Gryffindor había conseguido llamar al elfo, cuando no le había convocado. Mientras se debatía entre preguntar o no, observó que en la canasta se veían largas piezas de pan suave, perfecto para mojar en la sopa. Harry sonrió, casi lamiéndose los labios. Severus pudo notar esa mirada en sus ojos, recordando las palabras que el joven había dicho más temprano. Entonces, ¿crees que sopa fue una elección segura? Las palabras sonaban en sus oídos como si el joven acabara de pronunciarlas, mientras recordaba la sonrisa maliciosa que había acompañado al comentario. Esa sonrisa estaba de vuelta. Harry agradeció al elfo por el pan, pero lo rechazó porque ya había terminado. Severus no estaba seguro de si se sentía aliviado o decepcionado.





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Death Eater takes a Holiday. Capítulo 26. Matar o no matar Empty
MensajeTema: Re: Death Eater takes a Holiday. Capítulo 26. Matar o no matar   Death Eater takes a Holiday. Capítulo 26. Matar o no matar I_icon_minitimeVie Oct 09, 2015 11:51 am

Pobre Ron también se llevo una buena paliza, no como los tejones pero si le dieron bastante feo, lo bueno es que Sev le ayudo, un poco. lo del Reloj de los Slytherin me encanta jajajja (yo quiero uno así).

lloro1 lloro1 lloro1 lloro1 lloro1 Me siento muy mal por Harry yo también hubiera querido que le diera cuello a Nott, se lo merecia, pero como bien pensó Harry no valía la pena. cabreo cabreo cabreo cabreo

Por lo menos algo bueno salio de todo esto Severus ya se sincero con Harry y aunque todavia tienen mucho con lo que lidiar ahora, ya pueden tener esperanza de un futuro juntos

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Death Eater takes a Holiday. Capítulo 26. Matar o no matar
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