alisevv
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| Tema: Death Eater takes a Holiday. Capítulo 25. Sintomas y Estrategia Dom Dic 06, 2009 2:55 pm | |
| Death eater takes a holiday Capítulo 25Síntomas y Estrategia El sábado en la tarde hacía un clima perfecto para el partido entre Slytherin y Hufflepuff. Harry fue liberado de la enfermería. El trío de oro se sentó entre sus amigos en la grada de Gryffindor, aguardando a que Hooch soltase la quaffle, cotorreaban sobre las estadísticas y cuánto tiempo tardaría Hufflepuff en conseguir su primer punto, o sobre cuánto demoraría Slytherin en hacer su primera falta. Hermione intervenía ocasionalmente, pero no estaba demasiado interesada en el quidditch y comentaba sobre otros temas de vez en cuando.
—Pareces estar bien, Harry. Ron estaba preocupado de que hubieras tenido pesadillas dado que te habías visto obligado a dormir tanto tiempo. Pero supongo que todo está bien; luces genial. Apuesto que estás hambriento luego de dormir todo el día de ayer —comentó Hermione, entregándole una rana de chocolate. Harry mordió la cabeza de la rana, mientras trataba de saltar. Le encantaba la mirada que siempre conseguía de ella cuando hacía eso—. Veo que tu apetito no ha cambiado, eres un guarro —bromeó la chica, mientras él se lamía los dedos. Poppy se había asegurado que almorzara antes de salir de la enfermería, pero el apetito adolescente era algo muy poderoso.
—Bien, ése será un síntoma menos del que tengamos que preocuparnos, Harry. Todavía comes como un niño de cinco años en una fiesta —comentó Ron, palmeando la espalda de su amigo. Esto le ganó un codazo en las costillas. Ron continuó mostrando su propia madurez, empezando a comer una rana de chocolate por las patas, para que Hermione pudiera ver la cara del animalito de dulce. No notaron realmente la falta de conversación de la chica, dada la gran cantidad de faltas que estaba cometiendo el equipo verde. Harry observó a Severus en las graderías Slytherin, aplaudiendo con entusiasmo cuando Malfoy atrapó la snitch.
Mientras los días pasaban, Ron observó a Harry, buscando posibles cambios. Dijo a los demás que Poppy le había reclutado para esa tarea. McGonagall no había reportado ningún cambio en la habilidad mágica de Harry, y no vio problemas en clase. Madam Hooch no había visto problemas en su vuelo. Todavía tomaba la misma cantidad de riesgos como antes de la noche que sufriera indirectamente la imperdonable, y su tiempo de reacción era normal.
Si alguien había estado actuando diferente, ése era Ron. No podía evitar la expresión de culpabilidad que lucía con bastante frecuencia. Harry lo notó, y sabía que tendría que confrontarle muy pronto. Además, le preocupaba lo que su amigo había dicho, que él comía como un niño, aunque Hermione no había estado de acuerdo. Pero Harry era inflexible. Había llegado a la conclusión que si iba a conquistar a Sev, tendría que demostrarle cuan maduro podía ser.
Mientras los observadores oficiales reportaban que Harry continuaba actuando normalmente, Severus estaba viendo algo diferente. Luego de descubrir lo de la concusión, había esperado que el joven estuviera bien y no sufriera ningún daño permanente a causa de esa maldición. Pero ahora estaba viendo cambios sutiles en él; cambios que podían indicar un futuro desequilibrio mental. Estaba muy tranquilo en sus clases. Todavía hablaba con sus amigos, pero nunca picaba el cebo que le ponía Malfoy. Y ni siquiera se había acercado a él. Había pensado que Harry aprovecharía la oportunidad ante el hecho de que le consolara cuando tuvo el dolor, pero no. Ni siquiera aparentaba saber sobre ‘Dulces Sueños’, y eso también le preocupaba. Estaba empezando a sentirse culpable por haber tomado ventaja sobre él mientras dormía.
Era la hora de la cena. Sev observaba a Harry discretamente. El chico ni siquiera comía con su gusto habitual. Actuaba extrañamente. Extraño, como la primera vez que había estado sentado al lado de Albus en la cena especial; había estado muy atento a sus actitudes. ¿No tenía hambre? ¿Había estado durmiendo bien? Severus odiaba no saber. Incluso se encontró dándole vuelta al anillo de forma inconsciente, mientras deseaba aferrar al muchacho y cuestionarle. Parecía como si Harry ya nunca tropezara con él. Se regañó a sí mismo; debería estar alegre porque el Gryffindor estuviera siendo discreto y no derribara su puerta. Había esperado que, después de haberle consolado, hubiera dicho o hecho algo. Pero, por otro lado, él le había gritado por su estupidez, y no le había hablado desde entonces, a menos que se tomara en cuenta lo que le había dicho cuando estaba dormido. Harry y Ron estaban en el campo, recolectando las bludger y las demás pelotas de quidditch, mientras el equipo había ido a las duchas. Era su tiempo de hablar sobre cómo había ido la práctica y en qué áreas necesitaba practicar el equipo. Harry se había convertido en capitán el mismo año que Ron se había unido al equipo como golpeador. Ron había asumido todo el trabajo mientras Harry estuvo incapacitado luego del ataque a Privet Drive. Cuando estuvo lo suficientemente bien como para jugar quidditch de nuevo, habían compartido la posición, no deseando tomar la jefatura en solitario luego del buen trabajo que su amigo había realizado en su ausencia.
—Harry —comentó Ron, tentativamente—. Err… debo hacerte una confesión.
—Me estaba preguntando cuándo te rendirías.
—¿Tú sabes? —cuestionó, luciendo sobresaltado. Harry se echo a reír.
—Te conozco, y sé que llevas un tiempo dándole vueltas a algo.
Ron le habló sobre ‘Dulces Sueños’. Mientras le contaba la historia, recordó la reacción de Madam Pomfrey, que adquiría mucho sentido ahora que conocía los efectos que tendría. En general, Harry pensó que todo el asunto era chistoso. Le hizo gracia que Ron pensara que él soñaría con caramelos. Se aseguró de conseguir algo de revancha diciéndole que ya había estado teniendo sueños similares toda la semana, pero que ése había sido particularmente caliente. El rostro de su amigo enrojeció y no pudo confesar todo. Le contaría sobre Severus más tarde. Quizás cuando se ducharan y Harry no estuviera armado.
—¿Crees que los demás terminaron de ducharse?
En la temporada anterior, uno de los jugadores había descubierto que Harry era gay. Él había terminado la escuela el año pasado, pero Ron y Harry habían continuado con el hábito de las reuniones en el campo después de la práctica, para que el moreno no tuviera que ducharse con el resto del equipo. Dándole crédito a Ron, éste siempre había pensado que era ridículo que hiciera eso. Al fin y al cabo, siempre se duchaba con los demás en el dormitorio de su Casa sin ningún problema. No es como si se fuera a lanzar sobre alguien allí. Pero Harry insistía en que no le importaba y no quería que nadie se sintiera incómodo. Y así fue como ellos mismos se metieron en problemas.
Harry se despojó de su túnica de quidditch, tirándola en un montón. Se quitó la correa de cuero con que sostenía su varita en el brazo; nunca iba sin ella, ni siquiera durante el juego. Con su varita segura junto a sus ropas, entró bajo la vaporosa regadera. Era el cielo para sus adoloridos músculos.
—Ah, necesitaba esto. Vaya práctica —gimió desde su lado de las duchas.
—No tienes permitido quejarte; eres el capitán, ¿por qué haces nuestro trabajo tan duro? —bromeó Ron.
—Co-capitán —le corrigió—. Tienes la mitad de la culpa de esto —protestó, y sus palabras sonaron como un gorgoteo mientras hablaba a través del vapor de agua que pulsaba contra su cara.
—Tenemos que ganar la próxima semana —declaró el pelirrojo con confianza.
Ambos levantaron las cabezas cuando alguien bufó ante su comentario. Ron abrió la boca pero las palabras no llegaron. Sus ojos brotaron ante la vista de tres personas vestidas con túnicas negras y máscaras blancas, parados ante las duchas. Los ojos de Harry se lanzaron alrededor, mientras evaluaba rápidamente la situación. La salida estaba cerrada, y su varita estaba en el lado equivocado de la barrera que formaban las tres figuras encapuchadas. Pudo escuchar que la respiración de Ron se aceleraba en pequeños jadeos. Harry dio un paso hacia su amigo, mientras los otros tres se movían con agonizante lentitud, aparentemente, para causar impresión. Estaba funcionando; al menos Ron nunca antes se había enfrentado contra un Mortífago.
—No entres en pánico, no son Mortífagos. Slytherin quizás, pero no Mortífagos —susurró Harry en voz baja. A primera vista, había pensado lo extraño que era que ninguno hubiera hablado en absoluto cuando los habían divisado, y notó que el más pequeño de los tres llevaba zapatillas de deporte. En todas las veces que había tenido el desagrado de ver Mortífagos, nunca habían llevado zapatos de correr, ni bufaban ante el tema del quidditch.
Se agachó, esquivando el primer hechizo, y se lanzó hacia ellos, derribando a uno al piso. Mientras luchaba, Ron tenía sus propios problemas. Había conseguido desviar una maldición, pero la segunda le había atinado en el estómago, pues era demasiado alto para agacharse y salir de su camino. Harry le vio caer cuando escuchó el grito de Impedimenta, deteniendo a Ron en el sitio.
—¡Lucha, Ron! —chilló. Habían estado practicando lucha sin hechizos desde el Torneo de los Tres Magos.
Con Ron temporalmente controlado, el tercer atacante fue a apartar a Harry del sujeto con el que estaba luchando. El Gryffindor arrancó la mascara al que rodaba en el piso con él.
—¡Nott! —gritó al reconocer al hijo del hombre que había sido encontrado culpable y enviado a Azkaban la última semana—. Alexander, escoria; ¡Suéltame! —lanzó una rápida mirada a Ron, el pelirrojo estaba recibiendo una paliza en ese momento, pero por la intensa expresión de su rostro, Harry podría asegurar que rompería la Maldición Impedimenta muy pronto, y empezaría a luchar de nuevo. No había forma en que le pudiera ayudar de momento, ya que el compinche de Alexander, un fornido chico con manos del tamaño de las de Dudley, estaba jalando sus brazos detrás de su espalda, poniendo la rodilla sobre su muñeca, de forma que no era capaz de usar la mano de su varita.
—No —ordenó el joven Nott, mientras el otro chico levantaba su varita en dirección de Harry—. Déjale luchar. Él puede combatir el Imperio. De esta forma, lo disfrutaré más —enfatizó sus palabras dando un puñetazo en el vientre de Harry—. ¡Esto es por mi padre! —exclamó, dando otro puñetazo.
—Eso lo consiguió por servir a Voldemort —replicó Harry, ganándose un golpe en la cara, y el gusto metálico de sangre en sus labios. Mientras luchaba por liberar sus brazos, consiguió liberar una enjabonada mano y dar un buen golpe, antes de ser atacado con un hechizo de atadura. En el otro lado de las duchas, Ron estaba librando su propia batalla. Ahora libre del Impedimenta, había conseguido varios buenos golpes, e intentaba agarrar la varita del otro sin ser maldecido en el proceso. En la lucha, su peso resultó una ventaja. No había conseguido apoderarse de la varita, pero había conseguido que su atacante la soltara, dejándoles en igualdad de condiciones.
Ron se sentía extremadamente vulnerable luchando sin ropa, pero se dio cuenta que se podía aferrar a la túnica del contrario para usarlo como palanca, y en cambio él estaba húmedo y resultaba difícil de apresar. Agarrando con firmeza la túnica de Mortífago, atrajo al otro hacia él, dándole un fuerte rodillazo en el estómago. El aspirante a Mortífago cayó al suelo, jadeando para conseguir aire.
Antes que Ron supiera lo que le había golpeado, también estaba en el suelo retorciéndose de dolor, a causa del maleficio enviado con total fuerza por el muchacho más alto. Gritó cuando la sensación de puñales calientes enterrándose en su carne asumió el control.
El chico robusto, que Harry reconoció como un Hufflepuff de séptimo, ayudó a su amigo mientras Ron yacía en el frío suelo; el dolor estaba empezando a decaer. Harry lo observó y luchó contra el hechizo de atadura, sabiendo que si podía dominar un Imperio, que era una Imperdonable, ciertamente podría superar eso. Nott junior, luego de decidir que su amigo tenía la idea correcta, atacó a Harry con el mismo maleficio, sumergiéndole en un profundo dolor. Le observó, disfrutando de la vista del tembloroso cuerpo, sin notar que Ron se estaba recuperando. El pelirrojo había fingido un dolor mayor del que le había provocado realmente la maldición, lo que le dio oportunidad de golpear al chico robusto a la altura de las rodillas, enviándole al suelo con un ruido sordo. Nott los miró, sorprendiéndose al observar cómo Ron le arrebataba la varita al otro. Era una visión bastante impresionante; Ron alto, delgado y desnudo, encima del bruto Hufflepuff, maldiciéndole con su propia varita.
—¿Creen que pueden con nosotros? —gritó Ron—. No eres un Mortífago, maldición; ni siquiera un Slytherin —bufó, y le dio un puñetazo antes de lanzarle un desagradable maleficio.
—¡No te quedes embobado y ayuda a ese idiota! —ladró Nott al más bajito, que parecía estar aturdido.
Aunque con el hechizo de atadura ido, Harry todavía sentía los efectos de abrasadoras cuchillas sobre su cuerpo, pero había manejado el dolor con anterioridad y no estaba realmente herido o acuchillado, era sólo una sensación psicológica. Nott se encontró recibiendo el gancho izquierdo de Harry antes que supiera qué le había golpeado. Lucharon mientras el Gryffindor aferraba la muñeca de su contrincante, tratando de golpearla contra el azulejo para lograr que liberara la varita. Nott estaba bajo él, tratando de apuntar su varita al tiempo que el otro intentaba quitársela. En ese momento, Harry se dio cuenta que Ron y él estaban haciéndolo bastante bien, dadas las circunstancias.
Sirius estaría orgulloso. Él sabía la importancia de la autodefensa, con esos años de esconderse, y sin una varita durante casi todo el primer año. Pero no podía permitir que el recuerdo de Sirius enseñándole a pelear le distrajera. Nott gritó unas cuantas maldiciones, pero Harry todavía aferraba su muñeca, lo que hizo que las errara. El Slytherin sacudió su cabeza para aclararla, luego que el chico de ojos verdes le diera un fuerte cabezazo. Harry casi pudo sentir la maldición rasguñándole mientras pasaba sobre su hombro. Pudo ver cómo Ron y el enorme chico bajo él, eran golpeados con el Desmaius que había sido destinado a él. Incluso el saber que Ron sólo estaba desmayado, no evitó que tuviera la espeluznante sensación que sintió al verle. Ron había caído lejos del otro muchacho, y permaneció inmóvil en el suelo mojado.
Harry se regañó en silencio por haberse distraído con la vista de Ron, pues ahora uno de ellos le retenía contra el piso mientras el otro se montaba a horcajadas sobre sus piernas. Los tres atacantes no parecían haber tenido un plan una vez que le atraparan, y él no podía descifrar si lo estaban haciendo sólo por castigarle por el envío del señor Nott a prisión, o tenían algún disparatado esquema para impresionar al Señor Oscuro con su intento de vengar al Mortífago. De momento, parecían estar contentos con golpearle. Alex Nott se dedicó a las agresiones físicas, mientras los otros dos le lanzaban dolorosas maldiciones. Harry intentaba torcer su cuerpo para deshacerse de Nott, tratando se sacarle de balance.
—¡Deja de retorcerte, Potter, marica! —chilló Nott. Continuó despotricando, enfatizando cada sentencia con un nuevo puñetazo—. Creo que creciste escuchando historias sobre lo grandioso que eras —siseó—. El gran Harry Potter destruyó al Señor Oscuro siendo un bebé. Luego, todas esas historias acerca de cómo le superaste siguieron aquí, en la escuela. Pensar que yo creía que eras un mago poderoso, y no eres nada más que un jodido marica.
—A… Alex —tartamudeó el chico más bajo—. Esto está durando más de lo que dijiste.
—¿Y?
—Y, q… quizás deberíamos sacarlo… antes que venga alguien —sugirió, señalando al chico inconsciente cerca de Ron.
Harry vio su oportunidad. Mientras señalaba, el muchacho había quitado una mano de su hombro. El Gryffindor se retorció con fuerza, golpeándoles, pero fue infructuoso, pues Nott le volvió a atacar con un hechizo de atadura. El tartamudo le lanzó un hechizo similar, sólo por si acaso.
Harry permaneció en el suelo frío. Pudo ver como el chico enorme era levitado y sacado de los vestuarios. Ahora estaba seguro que no tenían un plan a partir de este punto.
“Genial”, pensó. “Un no-tan-astuto Slytherin y dos eternamente-leales Hufflepuff y ni un cerebro entre todos”
La voz de Alex estaba ahora en su oreja.
—Ahora no eres poderoso, Potter. Podría matarte en este instante. Y puedo hacerte lo que quiera —habló con lentitud, su mano aferrando la garganta de Harry, para luego deslizarse por su pecho. Si el Gryffindor hubiera podido hablar, hubiera gritado. Nott estaba hablando nuevamente, pero Harry no podía escucharle por los gritos en su cabeza, mientras su mano acariciaba su flácido pene. El Slytherin debió ver la intensidad de los ojos verdes que le miraban con furia. Empujó su cabeza a un lado, para que pudiera verle mientras continuaba explorando sus genitales. En su nueva posición, Harry pudo ver a Ron. Había sido desmayado y seguía tirado allí, sin poder luchar contra la maldición. Tenía golpes y moretones. Su rostro estaba hinchado y rojo. Un pequeño hilillo de sangre salía de su boca y caía en el agua, ahora teñida de rosado.
Ver a Ron así, y la insoportable sensación de ser tocado por ese cretino, dieron a Harry la energía que necesitaba. Podía sentir la magia irradiando de él. Siendo un mago muy poderoso, de repente rompió los hechizos de atadura, lanzando a un sobresaltado Nott hacia atrás y aferrando su varita. El terrible brillo de los ojos verdes paralizó al agresor. Harry levantó la varita. Podía sentir la magia fluyendo a través de él. Su mano temblaba de temor ante sí mismo. No confiaba en no hacer algo de lo que pudiera arrepentirse después. Ahora fuera de peligro, sabía que debía asegurarse.
—Enervate
Ron despertó para ver a Harry sosteniendo la varita de Nott con una mano, y con la otra aferrando firmemente su garganta. El pelirrojo se sintió agradecido de no haber recibido nunca esa mirada que su amigo estaba lanzando ahora. El Gryffindor estaba a punto de estallar. La corriente mágica en el aire hizo que los pelos de sus brazos se erizaran.
—¿Harry? —se arrastró con cautela, avanzando—. ¿Estás bien, compañero? —su amigo no contestó. El agarre en el cuello de Nott se apretó. Ron le había visto en ese estado sólo unas pocas y aterradoras veces—. Contente, Harry, no hagas nada —se levantó lentamente y caminó hacia las duchas. Hurgó en los bolsillos del moreno, sacando una piedra. Lucía como una piedra ordinaria, como las que se podían encontrar en la orilla del lago. Dumbledore, como medida de seguridad, la había hechizado para Harry. No funcionaría con nadie excepto con él. Cuando regresó con la piedra, su amigo seguía en la misma posición. Nott empezaba a lucir como si fuera a desmayarse, pero todavía podía respirar, apenas. Harry no confiaba en sí mismo para detenerse antes de matarle, y esa había sido la razón para que despertara a Ron antes de nada.
—¡Harry! —gritó el pelirrojo, atrayendo su atención—. Atrápala.
Agarró la piedra por instinto, y Ron observó como, instantáneamente, se desvanecía junto al otro chico, quien estaba rezando por su vida. Enseguida, se puso su túnica, tomó su varita y la de Harry, y corrió hacia el castillo.
Harry había atrapado la piedra sin pensarlo. El tirón en su ombligo fue instantáneo. Tal como se suponía que haría, la piedra lo llevó directamente a una pequeña habitación sellada, anexa a la oficina de Dumbledore. Sonó una alarma y el Director llegó como un relámpago, y McGonagall, la Subdirectora, se puso en camino. Los dos chicos aterrizaron en la misma posición que estaban. Albus se había asegurado de eso cuando hizo el traslador, en caso que su alumno lo usara estando seriamente herido.
Con un movimiento de varita, Albus pudo ver a través de la puerta hacia sala mágicamente sellada. Se acercó con cautela, reconociendo de inmediato el estilo de la túnica que vestía Alex Nott. Volvió a sellar la habitación, de manera que sólo Minerva pudiera entrar cuando llegara. Notó las magulladuras de Harry y la sangre en su rostro; un ojo estaba completamente cerrado a causa de la hinchazón. Había varias áreas que comenzaban a oscurecerse mientras la sangre llenaba los puntos que pronto estarían tan negros como su ojo.
—Harry —musitó Dumbledore suavemente—. Todavía no se lo que ha pasado esta tarde, pero parece que, en este momento, estás conteniéndote con un gran esfuerzo —el joven no contestó. No sabía qué hacer. Sabía que todo había terminado; que pronto debería rendirse y, quizás, dejar que Nott respirara nuevamente. Pero todavía luchaba una batalla interna entre lo que sabía que debía hacer y la urgencia de arrebatar la vida a la escoria que estaba debajo de él. Se dijo a sí mismo que luchar contra Nott no había sido diferente a sus pasadas peleas contra Malfoy, pero nunca antes se había sentido tan vulnerable. Ser atacado mientras estaba desarmado… ser tocado de esa manera. Tembló, pero apretó el agarre sobre la garganta del otro.
—Voy a tener que pedirte que sueltes al señor Nott. Sé que no deseas herirle más —le calmó Albus.
“Oh, pero yo sí deseo… Sin embargo, necesito detenerme… “
Harry continuó su lucha consigo mismo. | |
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