Personajes: Harry Potter/Severus Snape
Disclaimer: Los personajes pertenecen a J.K. Rowling, no percibo beneficio económico por esto. El secreto del ángel
1
Cuando Harry despertó le agradó ver a Severus a su lado. Era eso justamente lo que necesitaba para darse valor, saber que su esposo estaba ahí para él, que lo amaba y que juntos lucharían por recuperar a su bebé. Con toda aquella vorágine de información Harry apenas había tenido tiempo de pensar detenidamente en todo lo sucedido. No podía evitar sentir tristeza al pensar en todas aquellas cosas que no había disfrutado con su hijo. Ángel ya tenía un año y dos meses, y él no había oído sus primeros balbuceos, tal vez a esas alturas ya había dicho sus primeras palabras. Ya tendría sus primeros dientes, y de seguro ya había comenzado a dar los primeros pasos.
Eran miles de cosas que él ya no podría vivir con su hijo, porque eras sucesos irrepetibles. No pudo evitar derramar lágrimas por ello. Ahora que tenía la certeza de quien se había llevado a su hijo se preguntaba si lo trataría bien, si le daría amor y cuidados. Él tenía un mes más de edad que su pequeño, cuando sus padres habían muerto y había sido llevado a casa de sus tíos, naturalmente que no tenía recuerdos de aquello, pero se preguntaba si su bebé estaría viviendo con la misma falta de cuidado y amor que vivió él cuando el director lo dejó en casa de sus odiosos parientes muggles.
Tenía modo de reparar aquello, ese tiempo que no había tenido con su hijo no podría regresar aunque recuperara al bebé, pero aún tenían oportunidad de cambiar el futuro. Le horrorizaba la idea de que su hijo debiera crecer como lo había hecho él, con personas que lo odiaban. Ángel volvería a su lado y él compensaría con creces aquel año de separación. Severus y él vivirían sólo para amarlo cada segundo de la vida que tuvieran por delante, todo su amor y devoción sería para Ángel, no existiría en el mundo un bebé más amado que el suyo.
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Severus había sentido moverse a Harry a su lado y buscar su brazo para que le rodeara la cintura. Él prefirió fingirse dormido, temía enfrentar la mirada del muchacho, aunque ya no era una mirada de odio como antes, le resultaba igualmente difícil afrontarla. Harry buscaba en sus ojos una respuesta, la afirmación del mayor deseo de su corazón, en definitiva buscaba una esperanza, la confianza de que todo saldría bien y que podrían volver a tener a Ángel con ellos. Y él deseaba con todo su corazón darle la certeza de que así sucedería, pero lo cierto era que tenía tanto miedo como Harry, ya había experimentado el dolor de la pérdida y no creía tener la fuerza de afrontarla por segunda vez si es que algo salía mal.
Todos sus años de experiencia en la vida le habían preparado para muchas cosas, para afrontar sin miedo miles de peligros, pero no le habían preparado para todo lo que sentía ahora. Una mezcla de esperanza y zozobra, su corazón no quería aferrarse a falsas esperanzas, pero tampoco podía dejar de anhelar recuperar en parte esa felicidad que había perdido tras la desaparición de su pequeño hijo. Sin duda aquella sería una larga noche, pero confiaba en Albus Dumbledore, la seguridad del director le daba algo de tranquilidad, esperaba que con los métodos de éste pronto pudiese tener una respuesta a la pregunta que más le aterraba ¿vivía su pequeño Ángel? Cerró los ojos aunque sabía que dormiría sólo a intervalos, aquella noche sería la más larga de su vida.
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Aún no amanecía del todo cuando una pesadilla lo despertó bruscamente. Miró con preocupación a un costado, afortunadamente Harry gracias a la poción dormía tranquilamente. Esas últimas horas transcurridas desde que había estado junto a Dumbledore en la mansión Malfoy no habían conseguido otra cosa que ponerlo más tenso. Había momentos en los que sólo deseaba ir a esa casa y entrar para buscar a su pequeño, sin embargo también sentía un miedo terrible de que al final todo eso no fuese más que una vana ilusión, de que su hijo no estuviera en ese sitio. La incertidumbre se hacía por momentos insoportable, no podía seguir de ese modo, tenía que hablar con Dumbledore otra vez.
Se levantó sigiloso para no despertar a Harry. Se vistió con premura antes que de que su esposo pudiera despertarse y dejó la habitación. Llamó a Dobby cuando se encontró en la sala, el elfo acudió presto a su llamado, sólo le explicó que iría a Hogwarts y que por nada del mundo debía dejar solo a Harry, luego de eso entró a la chimenea y desapareció entre las llamas.
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El director no se sorprendió esta vez al ver salir a Severus a una hora tan temprana de la chimenea de su despacho, comprendía perfectamente la urgencia del hombre de ojos negros.
——Buenos días Dumbledore.
——Ah Severus… Imaginé que vendrías temprano, ¿cómo está Harry?
——Aún dormía cuando salí de la casa. Ha pensado en alguna forma de entrar a ese lugar.
——Regresaremos esta noche para vigilar.
——¿Sólo para eso? Dumbledore necesito saber si en realidad tiene a mi hijo ahí.
——Te lo dije anoche Severus, no debemos actuar en forma precipitada, si el niño está ahí en ese lugar lo pondríamos en riesgo.
——Nada asegura que esté ahí… ¿Por qué iba a quedarse con un bebé que no era nada suyo? Es probable que se lo entregara a cualquiera, mi hijo podría estar en este momento en cualquier parte de este mundo.
——Yo presiento que tú hijo está en esa casa Severus, acabo de enviar a Fawkes… A través de el podremos saber cuantas personas con poderes mágicos habitan esa casa.
Severus sin esperar una invitación de parte del director ocupó la silla que estaba delante del escritorio, por el momento lo único que podía hacer era esperar, por el bien de su familia debía tener paciencia.
2
La situación se le volvía cada vez más insoportable. Otra vez era despertado por el llanto de ese mocoso, todas las mañanas era igual. Cuando había decidido robarles el bebé a esos dos no había pensado en esos detalles, a medida que habían pasado los meses y el mocoso crecía se volvía más molesto, ya tenía poco más de un año y casi todo el día estaba haciendo ruidos molestos.
——¡Gigli! ——gritó el rubio.
Un elfo bastante viejo apareció al instante.
——¿Me llamó amo?
——¡Maldita sea! Te dije que no quería ser despertado por el llanto de ese mocoso… Eres un elfo inútil… Te juro que si lo escuchó llorar una vez más… Te daré toda la ropa vieja que está en mi armario.
El elfo miró con espanto a su amo y negó con la cabeza.
——¡Lárgate!... Hoy viene mi madre, así que por tu bien espero que todo esté en orden.
El elfo asintió asustado y desapareció. Luego de un instante Draco dejó de oír el llanto del bebé, se relajó otra vez y metió la cabeza bajo la almohada para seguir durmiendo.
Unas cuantas horas más tarde el rubio despertó y se dirigió hacia el tocador, todo estaba preparado, la bañera al tope con agua caliente y espuma tal como le gustaba. Aquellos pequeños placeres que aún podía permitirse le hacían sentir como antes, como el antiguo Draco, heredero de Lucius Malfoy. Pero claro que aunque seguía atado a esa mansión por las comodidades y lujos a los que jamás pudo renunciar, había momentos en los que deseaba libertad.
Ojala pudiera recuperar su fortuna perdida tras la guerra. Pero aquello era imposible, sólo tenía esa mansión, su cuenta en Gringotts había sido saqueada por el Ministerio, supuestamente para compensar a las victimas de la guerra. Por desgracia su padre no había previsto al momento de idear su muerte para protegerlo dejarle oro del que pudiera disponer para irse a vivir a cualquier lugar del mundo. No había pensado en que su muerte se produciría inclusive antes de la caída del Señor Tenebroso.
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Salió del baño una hora más tarde sintiéndose genial, vistió la túnica que su elfo había dejado sobre su cama. Ahora que vería a su madre tendría que fingir el papel de padre preocupado. Su madre ignoraba que ese bebé al que tanto adoraba no era hijo suyo. Era una suerte que él supiera como hacer aquellos hechizos que le permitían cambiar la apariencia del bebé. El mocoso tenía los mismos ojos que el padre, verdes y el cabello negro como la noche, a veces cuando le oía llorar tenía ganas de lanzarle una maldición y que todo acabara. Pero que explicación le daría a su madre si el bebé moría, ella estaba demasiado encariñada con el hijo de ese traidor; sin embargo él no podía hacer nada, su madre nunca podría enterarse de que Snape había sido amante de su padre y que le había dejado por ese cretino de Harry Potter.
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Cuando Narcisa hizo su entrada al salón antes de la hora del almuerzo encontró al pequeño Andrew sentado en su silla chupándose los deditos. El corazón se le derretía de amor por ese bebé. Sentía que era muy injusto que debiera vivir encerrado en esa mansión tan lúgubre sin siquiera poder ver la luz del sol. Ella venía decidida a cambiar eso, iba a proponerle a su hijo que le entregara al bebé, ella lo llevaría a Italia que era el lugar donde estaba viviendo ahora, el pequeño merecía vivir una vida normal. Tal vez convenciera a su hijo de que dejara de vivir en esa mansión, ella no encontraba razón alguna para que Draco siguiera atado a ese lugar.
Cuando Draco llegó al salón encontró a su madre con el bebé en sus brazos, la miró con algo de disgusto, ella ni se imaginaba que ese bebé era hijo de los que les había arruinado la vida, Harry Potter y Severus Snape.
——Madre por fin estás aquí ——dijo el muchacho rubio mientras besaba a la mujer.
——Me moría de ganas de ver a esta preciosidad ——respondió Narcisa mirando al bebé con profundo amor.
——Sí claro, se me figura que vienes aquí sólo por él.
——No digas eso Draco, los dos son muy importantes para mí, después de todo Andrew en mi nieto.
El muchacho rubio se dejó caer con aire aburrido en el sofá.
——¿Draco, cuándo te mostrarás más cariñoso con tu hijo? Me disgusta que seas tan indiferente.
——Madre, te lo he dicho una y mil veces, no tengo afinidad con los bebés eso es todo.
——Eso puedo entenderlo, pero no creo que eso deba incluir a tu hijo, él bebé necesita del cariño de su padre.
Draco hizo un gesto de fastidio, pero estaba dispuesto a complacer a su madre con tal de que lo dejase en paz.
——Esta bien madre, tienes razón, dámelo para cargarlo un rato.
Narcisa sonrió y le entregó al bebé, pero el pequeño que no estaba acostumbrado a los brazos del rubio, pues éste jamás se le acercaba, enseguida comenzó a llorar desconsoladamente.
——¡Maldición! Por eso jamás lo cargó enseguida empieza a llorar ——dijo el rubio mientras le devolvía el bebé a su madre que al sentirse en brazos más seguros de inmediato se calló.
——Ves madre, es un bebé malcriado.
——No hables así de tu hijo, es un bebé maravilloso.
——Sí claro ——dijo el muchacho con ironía.
——Draco nunca serás un buen padre si no lo intentas cariño.
——Madre hago lo que puedo.
——Hijo quería proponerte algo ——dijo la mujer mientras devolvía a Andrew a su silla y le daba un sonajero para entretenerlo ——, ¿Por qué no dejas esta casa de una vez por todas? Has estado aquí por casi un año.
——Esta es mi casa madre.
——Lo sé hijo, pero no puedes seguir viviendo oculto, me asusta pensar que cualquier día alguien podría darse cuenta de que estás aquí , qué pasara si un día te descubren y eres enviado a Azkaban ¿Qué sería de tu hijo? No volverías a verlo.
Draco le dio una mirada seria al pequeño.
——Sí sería muy triste para el bebé ser apartado del lado de su padre ——dijo Draco con un tono que Narcisa sintió extraño.
——Por supuesto que sería muy triste, los hijos deben estar con sus padres.
——Tal vez deberías llevártelo a Italia, madre.
Narcisa sonrió feliz.
——Nada me haría más feliz Draco, me sentiré feliz cuando dejes esta casa. No hay razón para que continúes aquí hijo, tu padre está muerto y tu fuiste afortunado de haber escapado antes de que eso sucediera, tu padre quiso protegerte y tú sólo has estado arriesgándote al venir a Inglaterra y permanecer en esta mansión.
——Esta bien madre, tienes razón ya no hay motivo para seguir en este lugar, después de todo cumplí con la promesa que le hice a mi padre ——dijo Draco.
——¿De qué promesa estás hablando hijo?
——Le jure a mi padre que me vengaría del traidor y lo hice.
——No te entiendo Draco, ¿a quién te refieres?
——Hablo de Snape madre.
——Ese hombre al que tu padre consideraba su mejor amigo ——respondió Narcisa con tono despectivo.
——Ese mismo madre, ese que se fingía su amigo, mientras ayudaba a Dumbledore y protegía al “Elegido”.
——No puedo creer que a pesar de los años transcurridos ocupes tu tiempo odiando a ese hombre, Draco. Dices que te vengaste ya de él, ¿cuándo lo hiciste y cómo?
——Es una historia larga madre ——dijo Draco mientras posaba la vista en Andrew que acababa de lanzar su sonajero al suelo y ahora lo miraba con ojos asombrados ——. Algún día te lo contaré.
Narcisa desvió la vista desde su hijo al bebé y se apresuró a recoger el sonajero antes de que el pequeño volviese a llorar.