Resumen: Lucius Malfoy y Severus Snape son una pareja de vampiros que viven en el mundo mágico. Los mortífagos y los vampiros son grandes enemigos y ahora Dumbledore le pedirá un favor a Severus, cuidar de Harry Potter, protegerlo de Voldemort y su ejército. Snape se dará cuenta que su lado humano aún vive dentro de su cuerpo inmortal.
Las traiciones y el amor harán que Snape luche contra cualquier enemigo que se interponga en su camino.
Disclamer: Los personajes le pertenecer a J.K Rowling, a mi solo mis ideas.
Clasificación: NC- 17
Advertencias : Violencia, Drama, sexo explícito (en algunos capitulos)
Pareja: Severus Snape & Harry Potter. (la mejor)
Nota:**Cursiva: Son los pensamientos de los personajes** Mi fanfic que esperaba subir en el reto Halloween de la mazmorra de Snarry pero no lo termine a tiempo y decidí que no seria un One-Shot, asi que lo reescribí.
Adoro los vampiros de Anne Rice y este fic esta basado en esos seres inmortales que estan rodeados de un misterio encantador. Espero les guste.
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http://www.slasheaven.com/viewstory.php?sid=32837 MI ÁNGEL INMORTAL
Primer Capitulo : Amando inesperadamente.
Había sentido frio toda la noche, aún así se sorprendió de aquel sentimiento, un vampiro con un rastro de humanidad tan insignificante. Pero en el fondo intuía que aquello solo podía ser una mala señal de que algo maligno rondaba el mundo mágico. Sus instintos de mago se lo confirmaban. Voldemort y sus mortífagos planeaban un ataque. El señor tenebroso había vuelto.
Salió de su ataúd porque un mensaje urgente había llegado hasta su mansión y si no se leía en 2 minutos ardería en llamas. Solo segundos después Severus apagó el pergamino hasta quedarse con las cenizas entre sus dedos.
Dumbledore requería de su presencia en Hogwarts, desde que había terminado de estudiar jamás volvió al colegio de magia, porque inmediatamente después había sido reclutado en la orden de los mortífagos. Aún recordaba el rostro de Voldemort, y su dolor al ser marcado para siempre con una serpiente en su brazo. No le dolía mas la marca desde que lo habían convertido en vampiro, pero prevalecía la cicatriz en su antebrazo, casi desvanecida pero ahí estaba, siempre presente.
No sabía para que lo hubiera citado el mago más poderoso que él conocía. Parecía ser urgente, seguramente tenía algo que ver con el presentimiento que instantes atrás lo había dejado preocupado. Decidió ir a Hogwarts, a enterarse de qué se trataba todo ese misterioso asunto.
Tenía que apresurarse porque no debía descubrirlo Lucius Malfoy, su creador, el que lo había transformado en un inmortal justo después de que Snape obedeciera órdenes en el ejército del señor tenebroso. Lucius le arrebató a Voldemort a su fiel sirviente con descaro, pero cuando el rubio demonio veía una presa que le interesara seria suya cual fuera el precio y ese fue enfrentarse a Voldemort y a sus aliados. A partir de ese momento los vampiros y los mortífagos se habían convertido en los peores enemigos. Lucius jamás se imaginó iniciar una guerra por un simple capricho, y así había sido al principio un “capricho” que se había convertido en su amante, en su eterno compañero y al que amaba incondicionalmente, con un sentimiento enfermizo. Se sentía su dueño por obsequiarle el don oscuro. Algunas veces cuando discutían, Severus le reclamaba el porqué le había condenado para siempre, lo convirtió contra su voluntad, y cuando se lo restregaba en la cara ni las lagrimas de sangre de Lucius lograban ablandar el corazón de Snape.
11:30 pm. Día sábado. Hogwarts. Severus fue guiado hasta la oficina del director del colegio. Se maravilló de cada rincón del castillo, no recordaba tan detalladamente el lugar en donde había estudiado por más de 5 años. Ahí estaba en el que alguna vez fue su “hogar”. Ahora con sus sentidos vampíricos podía admirar cada detalle o aborrecer algún aroma a humedad que le asqueaba.
Entró después de ser anunciado al despacho de Albus Dumbledore y este lo recibió con una enorme sonrisa, una que Snape pensó haber olvidado. Solo él podía sonreír de esa manera.
-Severus.- El mago le estrechaba la mano para después abrazarlo de improviso.- Me da gusto verte, toma asiento. ¿Gustas algo de tomar?
-No, gracias. Sabes que no es muy común que pruebe otro alimento que no sea…
-Lo sé, pero a veces puedes disfrutar de una buena copa de vino ¿no?
-Tienes razón, puedo romper las reglas, si no es el sol no creo que otra cosa pueda matarme. Me da gusto verte pero en realidad me gustaría saber el motivo de tu carta. No sé que puede ser tan urgente.
-Necesito tu ayuda.- Murmuró el anciano al tiempo que con su magia servía dos vasos de Coñac.
-¿Mi ayuda?- El vampiro frunció el ceño sin comprender.- ¿En que podría ayudarte? Sigo siendo mago pero a no ser que quieras que asesine a alguien succionándole la sangre, no sé en qué te pueda yo servir, no he practicado magia hace algún tiempo.
-Lo sé.- Respondió el director, y continúo bebiendo un poco de su bebida.
-¿Como que lo sabes? ¿Has estado espiándome?.- Gruñó molesto.
- Tranquilo Severus, tenía que hacerlo para saber si podía confiar en ti. Lo que te voy a pedir es muy importante para todos, tanto para magos como vampiros, para cada criatura del mundo mágico y del muggle. No podía solo pedirte un favor sin saber a quién se lo estaba encomendando.
-¿Qué tipo de favor?.- Indagó más sereno. Tomó un sorbo de aquel liquido brillante y lo saboreó en su boca, sintió ese ardor adormecer su lengua, disfrutó un instante de ese coñac que no estaba acostumbrado a beber pero que le encantaba.
Debo hacerlo más seguido, es exquisito. -Me gustaría que fueras el maestro de pociones, quiero que enseñes esa asignatura aquí en Hogwarts.- Explicó el anciano.
No podía estar más sorprendido, el no se inquietaba por cualquier cosa, había aprendido a ser mas frio que Lucius, a no demostrar ningún sentimiento humano y eso incluía la confusión y era exactamente lo que sentía en ese momento.
-Por la seguridad con que lo dices no creo que estés bromeando. Lo que me intriga es porque piensas que seré un buen profesor. Si me investigaste sabes perfectamente que el empleo no lo necesito. El dinero me sobra. Y en realidad no creo que estés consiente de que yo, un vampiro, puedo ser peligroso para tus alumnos.
-Se todo eso, y también se que tu jamás lastimarías a alguno de mis estudiantes, confió en ti Severus, por eso tengo que decirte el porqué de esta decisión y porque debes mantenerlo en secreto, no puedes decírselo a Lucius Malfoy. Al menos no toda la verdad.
-¿Aun falta más?
-Así es, el verdadero motivo de tu nombramiento como profesor de pociones, además de que eres excelente en esa materia, también es porque quiero que cuides de alguien, que lo vigiles.
-¿No será un estudiante , verdad?. Porque no pienso ser la niñera de ningún mocoso impertinente.
-No es un estudiante cualquiera y no creo que te cause muchos problemas, es buen muchacho.
-¡Pero has perdido la razón!.- Gritó enardecido.
Severus siempre conservaba esa palidez en el rostro pero cuando se enojaba, un rubor lo teñía de rojo.
-Cálmate y siéntate. Es muy importante, como te dije está en riesgo la seguridad de todos. Incluso la tuya.
-Estas enloqueciendo, Albus. Como pretendes que cuide a un niño, que me dedique a vigilarlo y ¿que gano yo con eso? Muchos problemas, eso seguro, cuidándome de que no descubran mi condición, porque sabes que los niños son muy observadores e inquietos y quieren averiguar todo. ¿Estas dispuesto tu, a arriesgar tu puesto como director si descubren que tu profesor de pociones puede chupar la sangre de los adolescentes?. Te enviarían a Azkaban y a mí me dejarían expuesto al sol hasta consumirme.
-No exageres, Severus. Como te comenté, sé que no harás nada tan drástico.
-Sí, tu y yo lo sabemos pero los padres de familia no y ni el ministerio lo entendería. ¿Quién puede ser tan importante para que me estés pidiendo esta locura?
-Harry Potter.
-¿Harry Potter? ¿El hijo de James Potter y de Lily? ¿El mismo que derrotó al señor tenebroso?.- Preguntó el vampiro, acomodándose de nuevo en el respaldo del sofá.
-El mismo.- Suspiró un tanto abatido el anciano.- Voldemort volvió, hace unas semanas, asesinó a un estudiante durante el torneo de los tres magos, y Harry estuvo ahí, lo vio resurgir de su propia sangre.
-Es verdad, hace días que percibo un dolor extraño en mi brazo y en el ambiente. Hace años que no me molestaba la marca, pero hoy fue diferente, antes de recibir tu mensaje mi cicatriz palpitó un instante.
-Es raro pero comprensible, aún tienes esa ligera conexión con él, por eso mismo debes entender a Harry, la cicatriz que Voldemort le hizo de niño, es esa conexión entre ellos. El muchacho sufre todas las noches por las pesadillas, aunque no lo quiera aceptar.
-Es un arrogante entonces, como su padre.- Replicó irónicamente.
-No lo es, y no lo juzgues tan precipitadamente, el no lo acepta porque no quiere causar lastima, ha tenido una vida muy difícil…
-Como todos…
Dumbledore levantó la mano para que el vampiro le permitiera continuar.
-Pero él no es tan fuerte, todavía no. Su supuesta familia, los que lo debían amar y cuidar incondicionalmente lo hicieron inseguro, es solitario a pesar de tener algunos buenos amigos. Cometí tal vez un error en dejarlo en esa casa, pero ahora que está de regreso me di cuenta que fue lo mejor, estuvo bien resguardado de las garras de Voldemort y sus seguidores. Por eso te pido que aceptes mi propuesta. Además debes unirte a la orden del fénix.
-¿Orden del fénix? ¿Aún existe tu grupo privado?.- Sonrió sarcásticamente.
-Si, esa es precisamente la nueva orden del fénix, para estar preparados cuando Voldemort quiera atacar. El cuartel está ubicado en la casa de los Black.
-Es un chiste ¿Verdad? Porque si piensas que voy a poner un pie en esa casa estas muy equivocado. Solo falta que me digas que el líder es Sirius Black.
El profesor busco en uno de sus cajones del escritorio un dulce de limón y le ofreció a su amigo. Severus comenzó a sentir que brotaba la ira en su interior, porque sabía que cuando Albus Dumbledore ofrecía uno de sus preciados caramelos era porque trataba de suavizar la situación.
-¡Estas demente si crees que yo voy a recibir órdenes de ese bastardo!.- Estalló el vampiro.- Lo de ser profesor me parecía absurdo pero esto supera cualquier cosa. Me voy.
Albus se ubicó enfrente de Snape, impidiéndole el paso y hablo:
-Severus, deja a un lado ese rencor estudiantil. Esto es más importante que viejas rencillas. Te lo suplico.
Tres palabras que jamás pensó escuchar, nunca imaginó que algún día viviría para escuchar suplicar al que a su parecer era el mejor mago de todos los tiempos, al que a él tanto respetaba y admiraba a pesar de nunca demostrárselo, se sintió basura al ser el responsable de ver a Dumbledore rogando por su ayuda. No lo resistía, era doloroso.
-Muy bien, Albus. Lo hare.- Respondió tajante.- ¿Cuando quieres que empiece como profesor?
El anciano no refutó, la determinación de Snape, esa voz sincera y decisiva lo hicieron darse cuenta que no había cometido un error al elegirlo.
Albus preparó todos los detalles para recibir al nuevo miembro del profesorado. El nuevo año escolar comenzaría. Sería perfecto para presentar al nuevo integrante del colegio. Adaptó las mazmorras para que Snape pudiera impartir su clase de pociones cómodamente. Sus aposentos estaban ocultos en las entrañas del castillo, donde no llegaba la luz del sol. Contaría con sus propios elfos en caso de que necesitara algo importante a la luz del día. De todo se había encargado el director. Confiaba plenamente en Snape, además de que era un mago muy poderoso, sabía como se movía Voldemort y sus mortífagos, y tenía un extraordinario poder vampírico, era el ideal para esa importante tarea.
Esa noche recibieron a los estudiantes de primer año y a los demás. Harry entraba al 5to año de su educación mágica. Todos estaban reunidos en el gran comedor. Antes de que el sombrero seleccionador enviara a los estudiantes a sus respectivas casas, el director silenció todos los murmullos parándose enfrente de las 4 mesas, que rebozaban de alumnos.
-Antes de seleccionar a los alumnos de primer año, quiero presentarles al nuevo profesor de pociones.-Los murmullos no se hicieron esperar y Albus los apagó con una seña.- Severus Snape es un nuevo integrante de esta institución, es un excelente mago y uno de los mejores pocionistas del mundo. Démosle un fuerte aplauso.
Snape gruñó molesto en su asiento y se levantó un segundo para que lo vieran. Después se acomodó de nuevo en su silla para lograr pasar desapercibido. Cuando los aplausos cesaron siguió aquella ceremonia que a Severus le parecía muy aburrida, esperaba que terminara pronto. Debía abandonar de todas formas el salón antes de que sirvieran la cena, estar entre los aromas de diversos alimentos le podían ocasionar un repentino ataque de nauseas, en el mejor de los casos, porque con su sentido vampírico demasiado agudizado tal vez no resistiría la repulsión y podría provocar alguna situación de caos en los presentes, al ver cuando se le desorbitaran los ojos o se llenaran de sangre, demasiado monstruoso de observar para seres tan inocentes.
Optó por salir disimuladamente de ahí, por la portezuela de madera por donde entraban los profesores.
Era una noche tranquila, salió a respirar el aire fresco y reconfortante, a absorber cada partícula de la naturaleza que rodeaba el castillo, un sentimiento tan humano, pero que a veces lo ansiaba demasiado sin poder controlarlo.
Las pequeñas cosas de la vida que te hacen sentir que estás vivo. El sabia que esa frase no iba con su vida, no le concernían a un vampiro, dentro de él lo único mortal eran sus recuerdos, al menos eso pensaba. Se equivoco.
Lo comprendió minutos más tarde cuando algo lo distrajo de su tarea de observar las diminutas estrellas iluminar el cielo.
Escuchó unas pisadas en la hierba, como si estuvieran cerca de él, su oído lo alertó ante una presencia que se hallaba bastante lejos pero que el percibió con un sentido del que ningún mortal gozaba.
Aguardó pacientemente a que la persona que caminaba hacia él se detuviera a su lado. Lo sintió al fin llegar y pararse detrás de él. Escuchó sus pensamientos, no tenia que voltear, casi podía ver su rostro acongojado.
Demonios, estoy en problemas, es el nuevo profesor y si me descubre aquí…creo que no se ha dado cuenta de que estoy a su lado… Severus soltó una breve risita apenas perceptible, esos pensamientos tan ingenuos le parecían un tanto divertidos. Oyó de nuevo las pisadas, el alumno iba a emprender la retirada cuando Snape lo hizo detenerse con su voz.
-¿Que hace afuera del castillo a estas horas…?- Se giró para mirar al astuto jovencito que había interrumpido su plática con las estrellas.
Pretendía intimidar y tal vez burlarse del temeroso estudiante, pero el destino fue el que se rió en su cara, con una risa irónica.
Lo que vieron esos ojos negros fue lo más hermoso que había visto jamás, algo que le pareció imposible. Se quedó petrificado ante tal visión. Sintió sus ojos empañarse con lagrimas, lagrimas de sangre, pero solo era una sensación. De nuevo surgía en él esa parte humana que le dolía, que no podía contener. Ante él se encontraba un joven de cabello azabache y unos ojos verdes que parecían brillar más que la luna. Resplandecían bajo esas gafas, pensó que era una crueldad esconder esas esmeraldas bajo unos anteojos tan simples, pero en realidad el jovencito hacia lucir ese objeto, bello. El color de su piel un tanto bronceada le enloqueció. Admiró lo que a él le pareció un segundo, todo ese cuerpo que no se movía. Sus ojos persistían sobre él, se veía reflejado en ellos.
Sintió que su cuerpo no le pertenecía mas, aborreció tener esa parte humana, aunque también se sintió afortunado de poder sentir como lo hacía, percibir el latido del corazón de muchacho, lo escuchaba bombeando de prisa.
-Profesor…- Musitó el joven. Estaba sumamente nervioso, permaneció inmóvil y el ver al hombre mayor sin parpadear no le ayudaba. El profesor lo estaba escudriñando, cada detalle de su persona y eso le incomodaba, pero la mirada penetrante del mago parecía ordenarle que se quedara junto a él.
Qué hermoso es…parece un ángel… ¿quién eres pequeño?, ¿quien fue tan cruel para castigarme así? Para poner en mí camino a un inocente y exquisito joven… -¿Cómo te llamas?.- Al fin rompió el silencio y la fantasía en la que se había sumergido unos minutos atrás.
-Soy…Harry…Harry Potter…
La ruina había llegado a él. Si, definitivamente deseaba emprender el vuelo y alejarse de ahí, y podía volar, pero no lo haría enfrente de un estudiante por muy mago que fuera. Cuando volaba cerca de mortales parecían enloquecer sin razón, pero era tan aterrador ver desplazarse a un vampiro, con movimientos monstruosos que traumatizaban a los humanos.
Pero no podía volar por otra razón más poderosa, no deseaba dejar a ese muchacho, a pesar de saber de quién se trataba, el niño que tenía la culpa que él estuviera ahí, el vencedor de la antigua batalla con Voldemort, al que había odiado antes de conocerlo. Se sintió como un títere, quería ponerse a sus pies, ser su esclavo, ser todo suyo. Deseaba pertenecer a esa personita que lo miraba con inquietud, que en cada parpadeo irradiaba un verde e intenso
brillo que lo cegaba.
Escuchaba su palpitante corazón a través de su cuerpo, debajo de la piel, de sus venas, rodeado de sangre.
Sangre…La olfateaba, tan etérea. Quería beber hasta la última gota de esa sangre tan inocente, plagada de pureza. Esa esencia que el anhelaba sentir en su boca, llenarlo por completo. Apartó esos pensamientos, no podía y no debía desear sangre, no quería lastimar a ningún estudiante, y menos a él, a su ángel.
Actuaba como un estúpido mortal, pero el tener tan cerca a un ser tan precioso lo hacía enmudecer. Su aroma embriagaba sus sentidos, se alejo de ahí, llevando en su mente la imagen más perfecta y hermosa que había conocido.
Se refugió en sus aposentos, en esa oscuridad solamente alumbrada por unas cuantas velas. Se recostó en su cama, estaba un tanto fastidiado de su ataúd pero aún así lo había llevado consigo al castillo.
En su soledad recordó la discusión que había tenido con Lucius antes de irse a Hogwarts. Al rubio no le agradó la idea de que su amado compañero se alejara de él y terminaron con una violenta pelea. Sabía que tarde o temprano Lucius lo visitaría, era muy orgulloso y arrogante pero cuando Snape desaparecía por más de cinco días lo buscaba y lo hallaba sonriente esperándolo en algún solitario callejón mientras se alimentaba de algún vagabundo o una deliciosa victima que se encontraba en el lugar y momento equivocado.
La relación entre Malfoy y Snape era extraña, Lucius era demasiado posesivo con su amante y Severus nada cariñoso con el rubio, pero tal vez la costumbre lo había orillado a quedarse como su pareja. Aunque él no lo amaba, pero era su creador y a le debía su vida, la que fuera.
Pero en ese instante sus pensamientos pertenecían a alguien más.
Harry Potter…No podía dormir, aún siendo un vampiro debía descansar y tenia sueños, nada parecidos a los que tenia siendo mortal, sus sueños ahora eran más reales, tangibles. Podía percibir cada detalle y recordarlo vívidamente.
Esa noche y parte de la mañana soñó con él, con Harry Potter.
Sus preciosos ojos que lo miraban fijamente con ingenuidad, su hermoso rostro teñido por un rubor encantador, tomaba esos labios seductores que después devoraba a mordiscos, acariciaba sus mejillas con ternura haciendo que el muchacho se estremeciera. Lo estrechó entre sus brazos y lo poseyó. Lo hizo suyo y bebió el elixir de la vida, hasta que se la arrebató, lo dejó en el piso cerca de su propio ataúd, aquel joven que lo había hechizado yacía en sus aposentos, sin vida. Él lo había matado.
Se despertó sudando, las gotas rojas rodaban por su frente y las dispersó con la yema de sus dedos. Sus pesadillas casi siempre eran una premonición, en ocasiones tenía ese horrible don de ver el futuro, esperaba que esa no fuera una de ellas.
Por fortuna estaba más tranquilo, y en un par de horas impartiría su primera clase a los de segundo año. Era de día pero Albus había elegido el lugar perfecto para él, las mazmorras, tan oscuras, ni un rayo de sol se filtraba en el salón.
La última clase que daría seria a los de 5to año, deseaba poder verle ahí, pero sentía temor de poder cometer una estupidez al tenerlo tan cerca. Ese sueño no lo dejaba en paz. Su alma lo traicionaba, su razón estaba perdida. Odiaba ser lo que era, el culpable, Lucius Malfoy lo había condenado para siempre. Pero más odiaba amar a ese joven, al que amó en cuanto sus ojos se posaron en el.
Continuara...
N/A:Snape puede estar un poco OoC, pero es por su sentido vampírico, es como los vampiros de Anne Rice, podría parecerse más a Louis pero en realidad siente mas como Armand o el mismo Lestat, porque para los que no han leído las crónicas vampíricas, los vampiros de la señora Rice son más románticos.
Igual espero que les guste un Severus que siente diferentes cosas.