Mi único amor. Capítulo VIII. Temores

Tema: Mi único amor. Capítulo VIII. Temores Miér Nov 18, 2009 3:13 pm

Título: “Mi Único Amor”

Personajes: Harry Potter/Severus Snape

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de propiedad de J.K. Rowling, sólo los tomo prestados para divertirme con ellos, no percibo ningún beneficio económico.

Advertencia: Este es un Universo Alterno, los personajes se escaparon del Potterverso y aceptaron ser protagonistas de esta historia en un mundo sin magia.

Adaptación de la novela de Barbara Cartland

Capítulo 8. Temores

No era en absoluto racional, pero durante varios minutos le fue imposible levantarse del suelo y marcharse. En ese sitio era donde había visto a Harry por última vez, porque era conciente de que en cuanto se levantara estaría admitiendo que el chico de ojos esmeraldas había sido secuestrado de verdad, que estaba sucediendo algo terrible, algo que requería la intervención de la policía. Lo invadía un miedo estúpido arropado por una ilusión desesperada, que aquello no fuera verdad, transcurrieron varios minutos antes de sentirse capaz de levantarse y marchar de una vez.

Lo que bullía dentro de Severus cuando por fin logró salir de aquella parálisis y levantarse era una electrizante descarga de puro miedo. En apenas unos segundos ya había tomado la decisión de recurrir a la policía, no había otro camino. El caos que por un instante le había rodeado con automóviles tocando la bocina y conductores gritándole frases poco amables a ese sujeto loco que había permanecido por un par de minutos en medio de la calle impidiendo la circulación poco a poco terminó, para aquella muchedumbre anónima que llenaba la noche, todo estaba bien, no tenían motivos de preocupación, podían ser felices.

Lucius aceptó sin cuestionar la decisión de Severus, comprendía la gravedad de la situación, ese asunto no era casual, el sujeto que se había llevado a Harry debía saber quien era Severus, para todo eso no podía existir otro móvil que no fuera el dinero. Por lo mismo sugirió que antes de ir a la policía fueran al apartamento, quizá hubiese algún mensaje del secuestrador en relación al cobro del rescate. El trayecto en taxi fue para los dos hombres demasiado largo, pero finalmente llegaron al apartamento. En cuanto Severus cruzó la puerta la ausencia de Harry se le hizo más dolorosa que nunca, se preguntaba como era posible que le hubiese fallado de ese modo al chico que se suponía era su responsabilidad y a quien debía proteger.

—Esto es insoportable… nunca me lo perdonaré… ¿cómo pude permitir que se llevaran a Harry? —decía Severus, mientras se tomaba la cabeza con aire desesperado.

—No fue tu culpa… como imaginarnos que alguien secuestraría a Harry… imposible pensar en ello —dijo Lucius.

—Pero sucedió… ¡Dios mío! ¿Y si le hacen daño? —dijo Severus —. Debemos dar aviso a la policía de inmediato.

—Pero tal vez eso no sea lo más sensato… podríamos poner a Harry en más peligro, si esos sujetos que lo secuestraron quieren dinero, de seguro llamaran y exigirán que no intervenga la policía —razonó Lucius.

—Es terrible esto —dijo Severus mientras se levantaba del sillón y comenzaba a dar vueltas por la sala.

Para Severus era terrible que así de repente le hubieran apartado de Harry, sentía un dolor en el pecho al pensar en lo asuntado que debía encontrarse el chico que durante siete años había vivido resguardado dentro de las paredes de una escuela. Ahora se encontraba en poder de un desconocido que tal vez quisiera hacerle daño. El comprender que amaba a Harry no había servido de mucho, no había cumplido con su deber de protegerlo. Su cerebro intentaba encontrar una salida, algo que le dijese que debía hacer, pero no daba con ninguna idea que fuera acertada, quedarse ahí y simplemente esperar lo volvería loco, tener que simplemente dejar al chico a su suerte y a la voluntad de quienes lo habían secuestrado, por más que lo pensaba no sabía que hacer, no sabía donde buscar ayuda.

—Severus me parece que no queda más alternativa que ir a la policía… y debe ser ahora mismo.

Severus asintió con la cabeza, no veía otra salida no se sentía capaz de lidiar con aquella situación de crisis el solo, no sabía como hacerlo. De pronto en medio de esa desesperación una idea súbita pareció iluminarlo.

—¡Charly!

Lucius arrugó el ceño y lo miró con extrañeza.

—¿Charly? ¿Qué sucede con Charly?

—Soy un idiota… cómo no lo recordé antes… el padre de Charly trabaja en Scotland Yard.

—¡Es cierto! Debes llamarlo enseguida.

Severus buscó su móvil y marcó el número de Charly, sólo unos segundos debió esperar para que el muchacho pelirrojo le respondiera. Brevemente le puso al tanto de la situación, no fue necesario explicar más.

—¿Qué dijo?

—Viene para acá… y traerá a su padre.

Lucius asintió en silencio, mientras Severus reanudó su paseo, la inquietud y la zozobra que había en su corazón eran tantas que estaba seguro que muy pronto darían paso a la desesperación, hizo un esfuerzo por dominarse, perdiendo la cabeza no ayudaría a Harry, al contrario, sólo esperaba que el padre de Charly pudiera ayudarlo de alguna forma.

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A pesar de ser muy tarde, aún Remus se encontraba en su oficina intentando poner al día su trabajo que el último mes había descuidado bastante y era una parte importante de su vida. Con todo ese asunto de ir tras los pasos de Harry, le había dejado demasiados encargos a su secretaria y aunque Hermione Granger no se quejaba en lo absoluto, todo lo contrario, siempre estaba deseosa de ayudarlo al máximo, esta noche la había enviado temprano a casa. Hacia dos años que la chica trabajaba con él y era una pieza fundamental en el mantenimiento de la oficina. A veces pensaba que Hermione se sacrificaba mucho más que él para mantener abierta la oficina, la clientela que recibía no era gente de muchos recursos económicos, la mayoría de los conflictos que atendía eran cosas que se relacionaban con peleas de arrendatarios, asuntos de bienes de baja cuantía. Tenía muy claro que de esa forma nunca se haría rico, su caso no era el de esos abogados que usaban su profesión como una herramienta para amasar grandes fortunas.

Naturalmente que deseaba una mejor vida, sin tanta estrechez económica, pero tampoco era de aquellos dispuestos a todo para enriquecerse, si alguna vez la fortuna golpeaba su puerta no la rechazaría, pero lo cierto era que tenía pocas esperanzas, ya tenía treinta y ocho años y ese golpe de suerte aún no llegaba, lo único bueno que le había sucedido era que Sirius estaba libre y junto a él. Los amigos que había forjado en el internado habían sido la única familia que tuvo, Sirius, James y también Peter, fueron para él como hermanos, aunque en el caso de Peter resultara ser un miserable, aunque también él podía comprender que parte de aquellos sentimientos obsesivos que había tenido por James lo habían llevado a perder el juicio.

Remus estaba seguro que muy pronto tendría noticias de Peter. Por instantes pensaba sino era mejor buscar a Harry y decirle la verdad, advertirle que tal vez se encontraba en peligro por causa de una herencia de la que nada sabía. Quizá ese dinero sólo le traería problemas al chico, era una herencia que James no había deseado, aunque en realidad lo sucedido a él y Lily no tenía relación directa con ese dinero. Aunque también sería injusto que Peter se hiciera dueño de esa herencia, el dinero no compraba la felicidad, pero el miserable aquél podía vivir como un rey, no lo merecía en absoluto, no luego de asesinar a dos personas y dejar que un inocente pagara por ello.

Sirius había decidido acompañar a Hermione hasta su casa, se había hecho tarde y no era conveniente que una muchacha joven y atractiva anduviese sola. Remus rió al recordar la felicidad de Hermione ante la insistencia de Sirius de acompañarla hasta su casa, a pesar de la prisión y su amargura; Sirius conservaba ese toque especial que solía tener con las mujeres, él deseaba que su amigo intentara ser feliz, hasta podía suceder que él mismo encontrara a quien amar, había tenido tres parejas en su vida y con ninguno de ellos había concretado nada, no comprendía por que, estaba seguro de haberlo entregado todo cuando se enamoraba, pero nunca había sido correspondido en la misma medida, tal vez en eso radicaba su mayor error, dar demasiado y no exigir nada para sí mismo.

Finalmente se levantó se su escritorio, Hermione antes de irse le había preparado café, decidió beber un poco, sólo de esa forma permanecería despierto hasta que Sirius regresara. Fue a sentarse en un sillón, se quitó los zapatos y se dispuso a beber, una vez más recordó lo amable que había sido Harry durante aquel encuentro en el supermercado. Sin quererlo y casi sin darse cuenta se encontró recordando a ese hombre rubio que estaba junto a Harry la segunda vez que lo había visto, se preguntó si era posible que fuera pareja de Snape, era poco probable pues todos sabían que la pareja del hombre era un pelirrojo; tal vez sólo era un amigo, con cierta desazón recordó al hombre tan elegante y refinado, nunca nadie con semejante atractivo se fijaría en él, era sólo un abogado más, nada extraordinario, no era de los que salían en televisión y en periódicos. Si era totalmente honesto consigo mismo debía reconocer que era un tanto aburrido, seguramente por eso su relación más duradera había terminado hacía casi dos años; unos cuantos meses antes de que Sirius saliera de la prisión, en el edificio en que vivían, todos creían que Sirius era su nueva pareja, nada podía ser más imposible que eso, Sirius era como un hermano para él aunque no siempre había sido de ese modo.

Recordó como cuando era adolescente se había enamorado de Sirius, o en realidad había creído estarlo, pero Sirius bahía sido totalmente honesto, diciendo que lo quería mucho, pero sólo como un amigo, casi como hermano y que jamás podría sentir por él de otra forma, aquella fue la primera desilusión amorosa de su vida, sin embargo logró reponerse y olvidar ese sentimiento. Sirius era su amigo del alma, a quien deseaba ver feliz otra vez y tenía esperanza de que llegar a algo serio con Hermione. Lo último en lo que pensó Remus antes de quedarse dormido a pesar del café que había tomado fue en ese rubio que había visto junto a Harry, no comprendía porque su mente se empeñaba en pensar en alguien que había visto apenas un vez y sólo por escasos minutos, tal vez se debía a esa tendencia suya a soñar con cosas imposibles.

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Los minutos se habían hecho eternos mientras Severus y Lucius esperaban a que llegara Charly. Severus había caminado de un lado a otro sin parar, en cambio Lucius había permanecido inmóvil en el mismo sitio, hacía menos de una hora que el rubio escuchaba las inquietudes de Harry con respecto a Severus mientras bailaban, pensó que era mejor que su amigo por el momento ignorase aquella conversación, seguramente si llegaba a saber algo en relación a los sentimientos de Harry la angustia crecería y la culpa haría estragos en él.

Severus acababa de sentarse cuando el sonido de la campanilla lo hizo levantarse de golpe otra vez, se precipitó hacia la puerta totalmente ansioso y la abrió, el rostro con verdaderamente preocupado de Charly fue lo primero que vio.

—¡Severus! ¿Qué sucedió con Harry? —preguntó el muchacho pelirrojo antes que cualquier otra cosa.

—Un sujeto lo secuestró —fue la respuesta lacónica de Severus.

—¿Vio usted a ese hombre?

La pregunta la hizo el padre de Charly. Severus recién se percató de que aún no se presentaban de forma apropiada.

—No señor, no lo vi —dijo Severus al mismo tiempo que extendía su mano al hombre mayor —. Severus Snape, señor para servirle, le agradezco que se haya tomado la molestia de venir a estas horas.

—Es un placer —respondió Arthur Weasley, aceptando la mano de Severus —. No se preocupe por el horario, estoy deseoso de poder ayudar en todo lo que sea posible.

—Muchas gracias —dijo Severus y volviéndose hacia Lucius que se había levantado —. Mi amigo Lucius Malfoy.

Lucius aceptó la mano del hombre y luego de eso a una indicación de Severus todos se sentaron.

—Dice que no vio al hombre que se llevó al muchacho —dijo Arthur queriendo establecer como base un hecho concreto.

—No la verdad no logré verlo y Lucius lo divisó apenas cuando metía a Harry en un automóvil.

Arthur asintió con la cabeza mientras sacaba una libreta de entre sus ropas disponiéndose a tomar nota de cada cosa que pudiera a su juicio servir.

—El móvil más recurrente de este tipo de cosas es el dinero, un secuestro no es hecho al azar es muy planificado. Dice que Harry fue subido a un automóvil, recuerda el modelo, color.

—No señor, era un automóvil oscuro, pero no podría especificar el color exacto.

—Bien… dice que no vio al hombre, pero quizá recuerde alguna característica.

Severus guardó silencio tratando de recordar.

—Yo recuerdo algo —intervino Lucius —. Era un hombre alto, de un metro ochenta más menos y… creo que tenía el cabello oscuro, al menos eso me pareció.

—Entiendo… bueno al menos podemos deducir que hay más de un implicado en esto, el que manejaba el vehículo. Los sujetos que secuestraron al muchacho quieren dinero, seguramente llamaran dentro de poco para pedirlo, debemos coordinar todo de modo que los atrapemos sin que Harry corra peligro.

—No quiero poner a Harry en peligro… estoy dispuesto a pagar lo que pidan…

—Por supuesto que la prioridad es que el chico no corra peligro, pero debemos hacer todo lo posible por atrapar a esos sujetos —dijo Arthur.

—Lo único que me importa es que Harry regrese a mi lado… me da igual si esos sujetos escapan.

—No puede pensar de ese modo, sujetos como esos deben estar tras las rejas y haremos todo lo posible por atraparlos y rescatar al chico —dijo Arthur.

—No deseo que intervenga nadie más en esto, puede ser que estén vigilando la casa y si saben que está la policía en esto pueden lastimar a Harry y jamás me lo perdonaría.

—Papá creo que Severus tiene razón, lo más importante es rescatar a Harry… su seguridad es lo principal —dijo Charly interviniendo en la conversación.

—Naturalmente que es así. Bueno hasta que esos sujetos no llamen y pidan dinero no queda más opción que sólo esperar ya que no tenemos ni una sola pista… porque en los últimos días no sucedió nada fuera de lo común… generalmente estas cosas son muy bien planeadas por los…

—¡Espere!… no estoy seguro pero podría significar algo —dijo Severus como si recién recordara algo importante —, ahora que lo menciona sí sucedió algo extraño, pero no sé podría no ser nada.

—¿Qué fue eso? —preguntó Arthur.

—Hace unos días Harry fue de compras al supermercado y cuando regresó lo hizo acompañado por un sujeto que nunca antes habíamos visto, a mí no me dio mucha confianza, no sé, me pareció que miraba a Harry con mucho interés —dijo Severus.

—¿Por qué motivo llegó con ese hombre hasta aquí? —preguntó Arthur.

—Harry se lo encontró en la salida del supermercado, el tipo se ofreció para ayudarle con la compra… dijo que buscaba un apartamento por el barrio, inclusive yo le di una tarjeta de la corredora que me consiguió este apartamento.

—Esa es una pista muy importante… si viera a ese hombre otra vez cree que podría reconocerlo —preguntó Arthur.

—Sí lo haría… se presentó y me dio su nombre… lo recuerdo porque es un nombre que me pareció poco común… dijo que se llamaba Remus Lupin… además tuve la sensación de que ya lo había visto antes y Harry me comentó que el también había tenido la misma sensación.

—Esto es una pista más que importante… aunque es probable que el nombre que le dio sea falso… buscaré en los archivos de la policía si tiene antecedentes lo encontraremos… ¿aquella fue la única vez que lo vio? ¿no regresó otra vez?

—No, no volvimos a verlo.

—¿Hace cuánto tiempo sucedió esto?

—Hace una semana más menos.

—Es muy probable que esta sea la pista que necesitamos… llamaré de inmediato para que busquen en los archivos… si ese sujeto no existe en realidad significa que mintió y es quien está detrás de la desaparición del muchacho —dijo Arthur con total convicción.

Tema: Re: Mi único amor. Capítulo VIII. Temores Miér Nov 18, 2009 3:14 pm

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Tenía una sensación extraña en el cuerpo, era como si hubiese dormido días enteros, pero en una fracción de segundo su cerebro conectó con la realidad, no había sido un sueño, realmente había sucedido todo eso, aquel sujeto le había enterrado una pistola en las costillas y lo había obligado a caminar hacia un automóvil que esperaba con el motor encendido, casi enseguida el hombre le había encajado un trapo con un olor nauseabundo en la cara y luego de eso todo se oscureció para él. Ahora estaba en una cama de fierro y tenía una de sus muñecas atadas por un par de esposas a uno de los postes de la cabecera, instintivamente tiró de la esposa aunque sabía que era inútil. En sólo un par de segundos el miedo se hizo más intenso, no sabía donde estaba ni con quien, sólo sabía que ya no estaba junto a Severus, volvió a tirar con desesperación de la esposa que se cerraba en torno a su muñeca.

—No hagas eso… o acabarás lastimándote la mano.
Harry no pudo ver a nadie, la voz que había pronunciado aquella frase sonaba algo chillona, instintivamente se replegó contra el respaldo de la cama, mientras vio emerger una figura desde la oscuridad de ese cuarto. Sin embargo la figura que vio no le pareció tan amenazante, era un hombre de baja estatura, con escaso cabello, de facciones pálidas, ojos oscuros y estrechos, nariz puntiaguda, dientes grandes y bigote; facciones que a Harry se le asimilaron a las de una rata. El hombre sin embargo no se acercaba a él, sólo le miraba de forma extraña, casi con emoción.

—Hola… Harry…

El chico se quedó medio perplejo de oír su nombre dicho con tanta familiaridad.

—¿Cómo sabe mi nombre? ¿Quién es usted?

—Me llamo Peter… te conocí cuando eras apenas un bebé Harry… muchas veces te tuve en mis brazos… eras un bebé encantador… es increíble verte ahora convertido en todo un hombre… y además tan atractivo, eres igual a tu padre… eres el vivo retrato de James.

Harry pese a ignorar por completo todo sobre ese hombre y la situación en la que se encontraba, no pudo evitar temblar de miedo por el tono en que ese horrible sujeto había dicho que era atractivo e igual a su padre, él no sabía nada de su padre, nunca había conocido a alguien que pudiera hablarle de James, la hermana de su madre siempre había dicho que su padre era un <em>“don nadie”</em> y Severus lo había tratado escasamente pues nunca habían simpatizado.

—¿Usted conoció a mí padre? —preguntó Harry con algo de timidez.

—Sí claro que sí, James era mi amigo… mi mejor amigo… yo lo quise mucho.

—¿Y si era amigo de mi padre por qué me tiene aquí? ¿Por qué quiere hacerme daño?

—Oh no… no Harry no quiero hacerte daño… te lo juro.

—Entonces déjeme ir… déjeme ir con Severus.

—Lo siento no puedo dejarte ir… planeé esto por mucho tiempo.

—¿Qué es lo que desea? ¿A caso piensa pedir dinero por mí?

—¿Hablas de un rescate? la verdad no, aunque sé que tu tutor es un tipo muy rico, pero no, no ese mi objetivo.

—¿Entonces que es lo que desea?

—Pronto lo sabrás Harry James Potter —dijo el hombre con una sonrisa maliciosa.

Harry fue sacudido por un estremecimiento, la forma en que sonó su nombre en la boca de ese sujeto tan extraño le causó un gran temor. Prefirió no decir nada, sólo se agazapó en un extremo de la cama deseando que el hombre saliera del cuarto de una vez.

Tom Riddley, era el abogado que había manejado todo el asunto legal de la herencia a la que tenía derecho Harry. Había sido él quien había contactado por primera vez hacia veinte años a James Potter para entregarle la herencia que había dejado para él ese padre que nunca había conocido. Era él quien había sido contratado por el padre de James Potter para buscar al hijo ilegitimo de una humilde muchacha a la que él había engañado, el hombre al final de su vida sintió arrepentimiento por haber abandonado a esa joven que le había amado de corazón, para complacer a su familia casándose con una rica heredera que jamás pudo darle hijos y que murió tempranamente. Después de un año de infatigable trabajo él finalmente pudo dar con el hijo de aquella mujer, James Potter, había crecido en un orfanato pues su madre había muerto al nacer él.

Lo más extraño de todo fue que no sintió ninguna emoción al saber que recibiría una herencia cuantiosa. Aquella indiferencia de James Potter por la herencia fue lo que despertó su ambición, su mandatario ya estaba muerto y ese muchacho idiota no quería el dinero; no fue tan difícil poner a uno de los más íntimos amigos del heredero de su parte, Peter Petigrew, era un muchacho idiota que adoraba a James Potter y deseaba que aceptara esa herencia así como lo deseaban el resto de los amigos de Potter.

Sobretodo ese que a él siempre le miraba con desconfianza, aún recordaba el nombre pues siempre le había parecido extraño, Black, Sirius Black. El idiota que se había pasado años en prisión por causa de la muerte de su mejor amigo y la esposa, aquella locura de Peter al final le había resultado de lo más beneficiosa. Y naturalmente le seguiría sacando partido hasta donde fuera posible, sería él quien se quedaría con la herencia del mocoso, pero antes debía aceptarla, así se pondría fin al fideicomiso de Peter. A él le daba igual lo que ese loco quisiera hacer con el mocoso, sólo le interesaba el dinero.

Peter entró a la oscura y pequeña cocina y encontró a Tom sentado con los pies sobre la mesa, lo miró con disgusto pero se abstuvo de decir algo al respecto.

—¿Ya despertó el mocoso?

—No le digas así… se llama Harry.

—Ah si… disculpa… ¿Ya despertó Harry?

—Sí… está muy asustado.

—Es una pena… pobrecito… pero dentro de cuatro días podrá volver donde el tal Snape, sólo deberá firmar el papel en que nos ceda la herencia, no creo que le cueste mucho trabajo.

—Eso no sucederá —dijo Peter sentándose en la mesa.

Al oírlo Tom arrugó el ceño, aquel cambio de planes no le agradaba.

—¿De qué estás hablando? No me vengas con estupideces Peter… sabes que estoy en esto por el dinero… he arriesgado mucho por esto.

—Eso lo sé y no estoy hablando del dinero… nos lo dividiremos a la mitad como acordamos… me refería a Harry… no lo dejaré regresar con ese hombre.

Tom parpadeó medio confuso, pero luego una idea lo iluminó y sonrió de forma maliciosa.

—Ah creo que ya comprendo… quieres quedarte con el muchacho, te recuerda al padre ¿No es cierto?

Tom dio con el puño en la mesa cosa que sobresalto a Peter, pero luego de ver reír a su compañero se relajó un poco.

—¡No puedo creerlo! Además de marica… eres patético… te recordó al padre cierto… y ahora lo quieres para ti, ya que no pudiste tener a James Potter, tendrás al hijo… Peter eres un sentimental sin remedio… después de tantos años sigues enamorado de James.

—Eso no te importa… te daré tu parte del dinero… lo que haga con Harry luego no es tu asunto.

—Es cierto… no me interesa lo que hagas con ese muchacho. Pero dime y solo pregunto por curiosidad… ¿Qué pretendes, volverlo marica para que se enamore de ti? Si el padre no te quiso porque lo haría el hijo… no eres nada atractivo Peter y lamento tener que ser tan sincero —terminó diciendo Tom mientras miraba burlón a su compañero.

Peter no respondió a la burla de Tom, no le agradaba que se burlara de él de esa forma, pero afortunadamente ya tenía a Harry, pronto el asunto entre ellos llegaría a su fin, era cosas de días, pronto se libraría de Tom y seguiría su camino, pero no sólo, era cierto con sólo ver al chico había tomado la decisión, no lo dejaría ir, no podía, sería como resignarse a perder a James por segunda vez, no lo haría por nada del mundo.

» Mi único amor. Capítulo X. Sentimientos
» Mi único amor. Capítulo V. Acercándonos
» Mi único amor. Capítulo VI. Celos
» Mi único amor. Capítulo VII. Dudas
» Mi único amor. Capítulo IX. Verdades