Título: Ciudad de tinieblas
Autora: Naeh
Resumen:Un solo error puede cambiar el destino de una persona para siempre.
Clasificición: R
Disclaimer: Todo lo que reconozcáis es de Rowling, el resto mío.
Temática del reto escogida: romance y horror
2. Un mundo extraño
Harry Potter pasó dos semanas enteras encerrado en aquella habitación antes siquiera de plantearse levantarse de la cama. Sabía todo lo humanamente posible sobre su nueva condición, pero asimilarlo era un concepto para el cual no estaba preparado.
Pero eso daba igual, quedaban 9 días para que, asimilado o no, la realidad se hiciese presente.
Con una resolución salida de la frustración se levantó de un salto para comenzar a guardar todas sus cosas en una mochila.
Ropa tirada por el suelo, y cosas desordenadas fue lo único que encontraron sus amigos cuando fueron a buscarle como cada mañana.
Simplemente desapareció sin dejar rastro.
Y los meses fueron pasando, pero las cosas seguían sin cambiar.
Un golpe seco y al suelo. No tardó ni dos segundos en levantarse y continuar la desesperada carrera a ningún lugar.
Faltaban apenas unos minutos para el amanecer y el cobrizo del cielo comenzaba a robar espacio a la oscuridad que hasta hace poco dominaba el lugar. Pero la aparente calma se veía interrumpida por unos pasos apresurados que rompían el silencio mientras avanzaban a todo correr por la espesura, abriéndose camino entre las ramas y la maleza, pisando un terreno que hacía tiempo perdiera el rastro de un antiguo camino.
Rastros de sangre seca teñían sus ropas, y los arañazos ya no podían contarse en sus brazos desnudos. El pelo recogido dejaba escapar mechones perdidos que en ocasiones se le cruzaban en la cara para apartárselos rápidamente de un manotazo.
Su respiración agitada confirmaba que la carrera hacía mucho que había empezado, tomando amplias bocanadas de aire intentando no detenerse por ningún motivo.
No lo vio venir, y de nuevo estaba en el suelo, pero esta vez no se vio con fuerzas para seguir con aquella absurda huída.
Miró a su alrededor, se encontraba en un pequeño claro, y el boscaje que antes la rodeaba parecía abrirse en aquel momento para dejar una tregua al sol que se empeñaba en iluminar aquel lugar.
- …me caigo donde menos probable era…- murmuró para sí misma mientras una risa entre tonta y frustrada la embargaba.
Hacía metros y metros que sabía que aquello no servía de nada y sin embargo correr hasta quedar exhausta fue lo único que consiguió calmarla un poco. Un ruido a escasos metros de ella la hizo voltear inmediatamente mientras, sin perder un segundo, se ponía alerta y con la varita en alto.
Oteó a su alrededor, nada se movía, pero estaba segura que hacía un segundo había escuchado una rama quebrarse. De nuevo, a su izquierda, una sombra pasó con rapidez. Sin perderla de vista siguió el curso de la que imaginaba sería su trayectoria, girando sobre su propio eje.
Notó su propio cansancio, fue plenamente consciente de que no podría mantener un duelo decente si su adversario demostraba tener un mínimo de soltura. No pudo evitar recriminarse por su estupidez al exponerse de esa manera en los tiempos que corrían. Pero como ese no era el mejor momento para cabrearse consigo misma decidió sacar su lado más práctico. Y si algo le había enseñado la vida es que la mejor defensa es un buen ataque.
- Nada con lo que no puedas- se susurró para armarse de valor, de todos modos sobrevivir se había convertido en el pan de cada día- DESMAIUS- gritó a la maleza donde de nuevo un movimiento enturbiaba la paz.
Entonces, en tan solo un momento, una sucesión rápida de muchas cosas ocurrieron.
Desde luego dio en el blanco que cayó al suelo como un peso muerto, lo que no se esperaba fue el grito tras ella y los brazos surgidos de la nada que de pronto la tenían atrapada.
Empezó a patalear intentando zafarse. Dientes, uñas, manos… cualquier cosa con la que pudiera golpear era bienvenida si con ello no se dejaba apresar. Merlín sabía que daría guerra hasta el último de sus alientos.
Hasta que esa voz se coló en su cabeza.
Tras el pánico inicial notó que los brazos que la sujetaban la sostenían con firmeza pero con exquisito cuidado, y que ya no había gritos sino palabras de sosiego que no dejaban de repetir su nombre.
Cuando alzó los ojos hacia el supuesto agresor se encontró con unos ojos azules que la miraban con intensidad.
- Hermione- fue apenas un murmullo cargado de angustia y preocupación, pero sobre todas las cosas alivio por verla a salvo.
No le importó refugiarse en su pecho, agarrándose con fuerza, rompiendo a llorar sin importarle que ésta vez todos pudieran ver lo asustada que estaba. Ni siquiera se dio cuenta cuando Ron con un gesto de cabeza les dijo a todos los que le acompañaban que se marcharan. Apenas prestó atención a las miradas de reojo y pena mal disimulada.
Los dedos del pelirrojo recorrieron con suavidad su espalda, intentando calmarla, intentando calmarse a sí mismo. Los ojos del chico analizaron rápidamente cada detalle de su cuerpo, deseando con todo su ser que esa sangre que ahora también le manchaba a él, solo procediera de los cortes superficiales que parecía tener por todas partes. Respiró profundo unas cuantas veces intentando recuperar el control que se le estaba escapando.
Hermione no acostumbraba a salir en las misiones de reconocimiento, eso se lo solían dejar a otros miembros de la orden, pero en esta ocasión nadie había conseguido persuadirla de quedarse en la casa. Contra los deseos de más de uno había dejado el lugar días antes con los de la expedición para firmar un tratado mágico que les aseguraría el apoyo de otras comunidades mágicas del extranjero en aquella nueva forma de vida.
De alguna manera todo se les había ido de las manos, y una mera reunión sin complicaciones provocó dos bajas y un plan de huída desesperado por parte de la única superviviente.
- El lugar estaba tomado- los sollozos habían cesado para dar paso a una voz rota, que con tan solo cuatro palabras resumía el infierno por el que había pasado en las anteriores horas.
La resistencia no había sido fácil. Desde la batalla final no dejaban de moverse: los restos de la orden, del ejército de Dumbledore, antiguos alumnos, nacidos de muggles o todos aquellos que no tenían a donde ir.
Pero poco a poco estaban siendo cazados. Algunas veces tenían suerte, otras la suerte era para los otros.
- No pude hacer nada- fue un susurro contestado con una expresión de incomprensión por parte del chico- no debimos dejar que fueran, aún no estaban preparados.
El sentimiento de culpa era algo que arrastraban todos y cada uno de los que todavía luchaban. Por sobrevivir cuando otros morían, por no poder hacer más, por desear rendirse cuando estaban desbordados, por arrastrar a muchos a una lucha que no veía final.
- Ya nadie está preparado Herms.
El número de refugiados jamás se mantenía fijo. Algunas veces eran los muertos los que rompían la balanza, otras los que preferían huir y dejar de luchar, a veces los más jóvenes se unían pensando que podrían cambiar el destino de todos. Fuera como fuera la estabilidad era algo con lo que ya no soñaban.
- Maldita sea Ron -su voz sonaba más frustrada que enojada- todo estaba arrasado- un ligero temblor se apoderó de su cuerpo ahora que lo peor había pasado.
- No podías hacer nada- buscaba los ojos castaños para intentar transmitirle la veracidad de sus palabras, pero el gesto de derrota en la mirada de la chica fue más duro que un golpe directo a la mandíbula.
- Siempre se puede hacer algo
Los brazos del chico reforzaron su agarre entorno a la cintura, consiguiendo inmediatamente la respuesta que esperaba. Hermione se recostó contra su pecho intentando recuperar una calma que ambos sabían estaba perdiendo.
- Estamos jodidos
Y tal franca afirmación causó la risa del chico que resonó en todo el lugar, sin importar ganarse por ello un breve golpe directo al brazo. No le importó ya que a pesar de todo obtuvo una suave risa como respuesta.
- Sí, estoy bastante de acuerdo, aunque siempre resulta curioso que seas tú la que lo diga de una manera tan descriptiva
- No seas idiota Ron
- Vamos, deja que lo disfrute un rato… la perfecta y sabia Hermione Granger empleando el verbo… -otro golpe calló lo que iba a decir- vamos nena el mundo se viene abajo ya es hora de que dejes salir esa vena rebelde que todos sabemos que escondes en algún lugar
- Deja de burlarte de mí
- Jamás me atrevería a semejante cosa
- Ron- y ahí estaba ese tono entre reproche y media sonrisa que tanto le atraía
- Mujer, estamos solos en medio de un bosque, la noche cayendo y a ti se te ocurre sacar a relucir el que estamos jodidos, jodidos no lo sé, pero jod…
- ¡Ronald Weasley!- se desembarazó de sus brazos completamente abochornada- como se te ocurra acabar esa frase te aseguro que dormirás solo durante una buena temporada.
Tras recibir una mueca divertida como respuesta se dio medio vuelta mientras farfullaba algo sobre pelirrojos inoportunos. En cuanto se giró, se perdió la transformación en el rostro del chico, la sombra burlona desapareció para dejar paso a una demasiado seria y preocupada. Se obligó a borrar esa expresión antes de que ella se girara nuevamente para esperarle.
- Tenemos que hablar con Remus- anunció más segura y calmada. Pasara lo que pasara sabía que siempre podría contar con él para traerla de regreso cuando se hundía.
Con una sonrisa triste se tomaron de la mano antes de volver con paso firme, tenían mucho que hablar con el licántropo, y Ron pensaba asegurarse de una visita rápida a madame Pomfrey.
Desde hacía unos meses se quedaban en un pequeño pueblo abandonado durante la guerra, un fidelio se aseguraba de protegerlos y tenía como guardián al último de los merodeadores.
No era una protección fiable, y todos lo sabían. A pesar de todos los cuidados que se tomaban antes de permitir la entrada a nadie, era mucha la gente que solicitaba asilo. Y ellos jamás abandonaban a nadie a su suerte si estaba en su mano.
Como bien previó el pelirrojo, Hermione pasó olímpicamente de la mirada preocupada de todos los que allí vivían con ellos, dejó atrás la enfermería sin siquiera detenerse y se dirigió directamente a la casa del final de la calle. Las puertas se abrieron para ella sin tocarlas y cuando estaba por entrar al salón principal un muy preocupado Remus salió a su encuentro envolviéndola en un abrazo al más puro estilo Molly Weasley.
- Hermione- la castaña no pudo dejar de notar la ironía de que su nombre era lo primero que decían todos nada más verla.
- Estoy cansada Remus- fue un murmullo ahogado que no respondía seguro a ninguna de las preguntas que todos se hacían.
No supo como se vio arrastrada al interior del salón, pero de pronto estaba en un sillón con una taza de té entre las manos. Subió las piernas y se las abrazó contra el pecho mientras bebía el contenido intentando poner en orden todo lo acontecido. Fingió no darse cuenta de las miradas que se cruzaban los otros dos, no necesitaba angustiarse más de lo que estaba.
Terminó la bebida, se puso de pie para dejarla sobre la mesa frente la ventana y observando el exterior habló.
- Aquello era un hervidero de criaturas - se giró nuevamente hacia ellos- cada vez tiene más aliados, y estamos muy lejos de conseguir algo con nuestros pobres intentos de control.
- No digas eso- susurró el hombre más mayor.
Puede que no tuvieran mucho, pero aún se mantenían con vida, y eso valía más que nada en aquellos tiempos. No se había dejado vencer en una guerra donde perdió más de lo que nunca llegó a imaginar, y no iba a dejar que ésta acabara con los que todavía amaba.
- ¿Podrías explicarme que ha pasado?- pidió tras encontrarse con sus ojos y detener los pensamientos que sabía rondaban a la castaña.
- Estaba todo arrasado- su voz se quebró un segundo- …todo… mandé a los chicos a comprobar la zona mientras yo me dirigía al punto de encuentro.
El silencio se había apoderado del lugar, tan solo ellos dos escucharían lo que tenía que decir.
- Estaban todos muertos, y los que no… se puede decir que los han obligado a cambiar de bando - un suspiro rápido y proseguir con lo más difícil- ¿sabéis ese momento exacto en que notas que una corriente de magia acaba de aparecer? Poco se puede hacer después de eso, intenté desaparecerme pero sobra decir que no sirvió de nada.
Era una sensación que muy pocos afortunados podían describir. Si la zona se ataba mágicamente nadie podía escapar por medio de la desaparición, era un método que les encantaba utilizar a sus nuevos adversarios, para así poder ir cazándolos de uno en uno.
- Escuché un grito, supe que algo iba mal y comencé a correr hacia donde estaba el resto. Teníamos que salir de allí, pero… ¡merlín!... todo estaba confuso, ni siquiera sé hacia donde estaba yendo.
- ¿qué pasó entonces?- la voz del licántropo guiaba sus palabras en busca de toda la información posible.
- Por favor, aún no sé como salí de allí- se llevó las manos al rostro intentando borrar una imagen que no se iría.
Sus pies habían empezado a guiarla de un lado a otro de la salita bajo la atenta mirada de los otros. Ron se acercó suavemente para detener su vaivén, la retuvo contra sus brazos y aunque notó que se relajaba contra él sus ojos estaban muy lejos de allí.
- Me alcanzaron, no recuerdo ni siquiera cuantos hechizos me dieron, solo sé que no podía respirar. Uno de los nuevos intentó ayudarme pero…- su silencio lo dijo todo, buscó fuerzas para terminar con orgullo por su compañero caído- me consiguió tiempo para echar a correr mientras invocaba el escudo más potente del que fui capaz.
Ron agradeció a Merlín que el joven refugiado hubiera defendido la vida de la chica, cuando seguramente podría haber intentado salvar el propio pellejo. No era algo a lo que estuvieran desacostumbrados con los nuevos.
- No entiendo por qué decidieron atacar ahora ese lugar- Remus se quedó pensativo sopesando todas las posibilidades- nadie sabía que nos iban a prestar ayuda.
Por unos minutos cada uno pareció sumergirse en sus propios pensamientos. El más mayor sopesando todos las posibles vías para que esa información llegase hasta filas enemigas para darse cuenta que ninguna de sus conclusiones le gustaba lo más mínimo.
Su mirada se dirigió a la joven pareja que se abrazaba a pocos metros de él. Los conocía desde que tenían trece años, los vio convertirse en adultos frente a sus ojos, asumiendo responsabilidades que nadie debería soportar, perdiendo amigos y añorando con todas sus fuerzas la oportunidad de volver a formar el trío que les llevó a donde estaban ahora mismo.
De pronto se sintió más mayor y más cansado que nunca.
- Merlín- la voz de la chica resonó nuevamente en la sala- ni siquiera era una misión peligrosa, me pillaron desprevenida, casi dejo que me maten en vete a saber dónde por no tener un poco más de cuidado o de… - se interrumpió como intentando comprender lo absurdo.
Su risa rebotó contra los muros del lugar, se alejó del pelirrojo y contra una de las paredes se dejó escurrir hasta sentarse en el suelo mientras seguía negando sin parar.
-Es hora de actuar Remus- le miró fijamente- pronto no habrá nada que salvar- un ligero toque de desesperación que antes no estaba ahí se afincó en su ser- echo de menos a Harry
Ron cruzó una mirada con Remus antes de acercarse a ella y arrodillarse a su lado. Susurró unas palabras en su oído y consiguió que se levantara solícita para caminar a su lado bajo su brazo protector hasta una de las habitaciones del piso de arriba.
Pocos minutos después la puerta del baño se cerró ante los ojos del chico dejando a una castaña sola por primera vez desde que la encontrara en aquel claro.
Cuando el agua caliente resbalaba por su cuerpo llevándose todo rastro de las horas pasadas, no pudo evitar que una angustia creciese en su pecho dejándola casi sin respiración, se dejó caer al suelo, intentando que el aire llegase a sus pulmones. Estando allí tirada se sintió más miserable que nunca, rodeada de agua teñida de sangre, y de imágenes que la atormentaban.
El sol brillaba en el cielo cuando a muchos kilómetros de aquel lugar un joven encapuchado caminaba con paso lento pero seguro. Serpenteó por un antiguo camino rodeado de tierra mojada y hierba crecida antes de detenerse ante lo que parecía un enorme paraje desolado. Observó en silencio el lugar un segundo antes de continuar y atravesar lo que se sintió como una poderosa barrera mágica.
Ante sus ojos se irguió una antigua casa de piedra rodeada de hermosos jardines. Con un vistazo apenas de indiferencia, y ocultando la respiración contenida por un momento se dirigió con la misma pose hasta la puerta. Unos fuertes golpes y el timbre fueron lo único que denotaron su impaciencia por terminar cuanto antes.
Fue una varita en su cuello lo que sintió primero antes de girarse muy despacio hacía su dueño. Un rostro tan familiar para él que si no hubiera sido por la capucha habría revelado más en su expresión que lo que realmente deseaba.
-¿Quién eres?- apenas un susurro, bajo y peligroso. Había olvidado lo intimidante que era ese hombre.
Con contenidos movimientos alzó sus manos hasta alcanzar los bordes de lo que tapaba su rostro para dejarlo caer hacia su espalda.
- Hola Severus- su voz desprovista de toda emoción chocó de frente con la expresividad de la única palabra que el otro dejó escapar.
- Potter
El silencio los envolvió un segundo antes de que el moreno deslizara uno de sus dedos hasta la varita del otro para apuntarla hacia el suelo
- Antes solías llamarme Harry
continuará...