Autor: nekoi_snarry
Pareja: Severus/Harry
Género: Romántico, songfic
Disclaimer: Los personajes le pertenecen a JK Rowling, pero si fueran mios el septimo libro hubiera sido muuy diferente.
Hay llamas que ni con el mar
Londres. Una vez más.
Había creído que jamás volvería a ver este lugar y sin embargo aquí estaba, enfrentándose a toda esa maraña de recuerdos que tanto miedo le habían causado durante los últimos seis años.
Francia sin duda había sido un lugar maravilloso para vivir, había admirado su arte, su gente, sus paisajes, había disfrutado con la vida turbulenta de sus ciudades, se había regocijado con la tranquila rutina de sus pueblos. Viajero incansable, realizo todas sus travesías al estilo muggle, relatando siempre sus aventuras a sus amigos en cartas alegres que evitaban que se preocuparan por el, siempre insistiéndole a Hermione que su único deseo era conocer el mundo y disfrutar de ya no ser quien tenga la responsabilidad de salvarlo.
Pero en el fondo ambos sabían que no era así, por más que intentara negarlo viajar había sido la única forma de huir, de enmascarar el dolor que sentía. Ahora sabía que fue inútil, que lo llevó consigo en todo momento, que con él vio el mar, las montañas, el cielo nocturno plagado de estrellas. Volver a Londres había sido su prueba de fuego, más que ver a sus amigos otra vez, más que los asuntos de negocios que tenia que atender como socio mayoritario de Sortilegios Weasley, lo que lo había hecho regresar era la necesidad de probarse a si mismo que podía vivir sin él. Pero se equivoco, porque Severus nunca se fue, aun con todo lo que había pasado entre ellos, nunca pudo dejar de amarle.
Parece mentira
que después de tanto tiempo
rotos nuestros lazos
sigamos manteniendo la ilusión
en nuestro aniversario.
St. Jame's Park siempre le traía recuerdos. Harry corriendo entusiasmado para ver los cisnes. Harry tirándose a su lado en la hierba y abrazándole con dulzura. Harry, siempre Harry. habían pasado seis años desde que se fue, pero necesito mucho menos tiempo para darse cuenta de que se había equivocado con el, si tan solo no se hubiera dejado dominar por el miedo, si tan solo no lo hubiera alejado. Pero era tan joven, tan hermoso, tan lleno de vida que sintió no merecerlo, ¿Cómo podía alguien tan maravilloso como él amarlo?, algún día se aburriría de su seriedad, de estar al lado de un hombre que fácilmente le dobla la edad, lo dejaría tirado como un simple trapo. No, prefirió lastimar antes de ser lastimado, le dijo que solo era un juego para el, que en realidad nunca lo había querido. Aun recordaba la mirada suplicante y dolida que el ojiverde le había lanzado la última vez que lo vio, debió haberse dado cuenta del gran error que estaba cometiendo entonces, pero no, para cuando lo hizo Harry ya había dejado el país.
Fue entonces que Severus cometió su segundo gran error: decidió no buscarlo. Simplemente se quedo, extrañándolo día con día, paseando de vez en cuando por los lugares a donde solían ir juntos, siempre tratando de convencerse de que así estaban mejor.
La misma mesita
que nos ha visto amarrar
las manos por debajo
cuida que el rincón de siempre
permanezca reservado.
Esa noche decidió cenar fuera, había pasado la última semana en casa de Ron y Hermione, disfrutaba mucho de su compañía pero ya era tiempo de darles su espacio. Además aun no decidía si salir de viaje de nuevo, volver a Inglaterra había sido como darse cuenta de lo agotadora que había resultado su odisea. Solo quería estar en un lugar que sintiera como suyo y descansar, así que se instalo en Grimauld Place indefinidamente, se dedicaría un poco más a los negocios y pensaría que hacer con el resto de su vida, pero ya lo haría después, esa noche saldría a cenar y a distraerse un momento.
Caminó sin rumbo fijo durante una hora, esperando toparse en algún momento con un lugar que le llamase la atención, era como un autómata, no oía ni veía nada, solo caminaba, esquivando a las otras personas por inercia.
En ese momento un sonido familiar llamó su atención. Una voz dulce, femenina y lejana lo atrajo como la miel a una abeja, fue siguiendo la triste melodía hasta que pudo ver el lugar donde provenía. Era un restaurante pequeño, algo escondido pero muy hermoso, delicadas enredaderas cubrían el arco de la entrada, adentro podían verse varias parejas acariciándose a media luz, sumidos en el encanto de aquella canción.
- ¿Tiene una reservación señor?
Harry se sobresalto, no se dio cuenta del momento en el que entró en el restaurante, iba a contestarle al hombre de la entrada cuando se dio cuenta de dos cosas.
La primera era que ya conocía ese lugar. Él le había llevado ahí la primera noche que salieron juntos.
La segunda era que Severus lo estaba observando desde una de las mesas.
Y aunque la historia se acabó
hay algo vivo en ese amor
que aunque empeñados en soplar
hay llamas que ni con el mar.
Había ido a cenar a ese pequeño restaurante como cada año, le gustaba estar ahí, escuchar la música y disfrutar de una copa de vino tinto. Era uno de los pocos lugares en donde podía dejarse arrullar por los recuerdos sin sentir dolor o culpa.
Jamás se imagino que esa noche seria diferente, apenas había terminado con su primera copa de la noche, sin duda la cantante que habían contratado en esta ocasión era maravillosa, como le hubiera gustado a Harry si la hubiera oído.
Una voz masculina lo hizo voltear hacia la entrada, haciendo que por poco tirara su copa.
Ahí en la entrada, más hermoso que nunca, estaba Harry, viéndolo con una mezcla de sorpresa, dolor y miedo. Unir sus miradas fue magia pura en si, podía sentir el corazón colmado de sentimientos contradictorios.
Al ver que el joven salía del lugar se apresuro a dejar algo de dinero en la mesa y corrió tras el. Esta vez no volvería a equivocarse.
- ¡Harry, espera!- grito con todas sus fuerzas.
Harry se detuvo, y dio media vuelta enfrentándosele.
- ¡¿Qué quieres Severus?! La última vez fuiste muy claro ¿no? ¡dijiste que no querías verme nunca más! ¿o es esto otro de tus juegos?
- No, tu no entiendes- el ojinegro tomo aire- aquella vez yo... estaba equivocado
Las flores de mayo
poco a poco cederán
a las patas de gallo
y nos buscaremos con los ojos
por si queda algo.
- Repite eso- murmuro lentamente el ojiverde
- Harry yo...
- Shh... solo... repítelo- insistió
- Me equivoque. Nunca quise que te fueras de mi lado, tenia miedo ¿sabes? Tenia un estúpido miedo de perderte- Severus suspiró- Mira, se que suena estúpido, pero tu eras, eres increíble, joven, hermoso, tan alegre, tan dulce. Podrías tener a quien tu quisieras y yo soy tan solo un viejo amargado que se ha equivocado mucho.
Harry no podía dar crédito a lo que oía, ¡¿Cómo había podido pensar semejantes estupideces?! Tanto tiempo separados, tanto dolor y todo había sido por su maldita inseguridad. Sus preciosos ojos se fueron llenando poco a poco de lágrimas, las que no había derramado en sus noches de soledad ni en su regreso a Londres.
El siete de septiembre
es nuestro aniversario
y no sabremos si besarnos
en la cara o en los labios
Severus vio la primera lágrima caer y sintió desmoronarse ¿Cómo podía esperar que Harry le perdonase? Había sido egoísta al lastimarlo y estaba siéndolo otra vez al esperar que con una simple disculpa lo trajera de regreso.
Dio media vuelta, no podía seguir viéndolo, seguir hiriéndolo de esta forma, tendría que resignarse a haberlo perdido y bien merecido se lo tenía.
- Mentiroso- la voz del ojiverde lo hizo detenerse- Dijiste que yo podía haber tenido a quien quisiera.
- Harry...
- No, ahora escúchame tú. La única persona que quería era a ti.
Mientras hablaba Harry se había acercado al pocionista, levantó una mano para acariciar su cara mirándolo con un bello y extraño brillo en los ojos.
- Aun eres la única persona a la que quiero
Él no contesto, sabia que no era necesario. Acercarse un poco más, tomar el rostro de su amado entre sus manos, acariciarle y maravillarse una vez más con la suavidad de su piel, sentir su calido aliento y dejarse embriagar por el. Redescubrir el sabor a miel que creyó no volver a probar en sus labios.
Era mejor no hablar, las palabras son insuficientes para un alma colmada de felicidad.
.
Y aunque la historia se acabó
hay algo vivo en ese amor
que aunque empeñados en soplar
hay llamas que ni con el mar.
El siete de septiembre
es nuestro aniversario.