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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Enfermo de amor. Capítulo 25 *Dos Vidas*

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Araleh Snape

Araleh Snape


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MensajeTema: Enfermo de amor. Capítulo 25 *Dos Vidas*   Enfermo de amor. Capítulo 25 *Dos Vidas* I_icon_minitimeJue Abr 09, 2009 1:50 pm

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Dos vidas





Severus estaba sentado junto a la cama de Ángelo, el Veela sonreía feliz mientras veía como una luz dorada emergía de su vientre con suaves destellos, cada vez que eso sucedía, apretaba la mano de Severus a su lado, no por dolor, no tenía ninguno, pero sí de la emoción de saber que pronto su hija vendría al mundo para terminar de unirlo al hombre que amaba.


- ¿Severus? –habló una voz a sus espaldas, y ambos profesores voltearon hacia la puerta sonriendo al ver a Albus-. ¿Puedes venir un momento, por favor?

- ¿No puede esperar, Albus? –preguntó Ángelo emocionado-. Mi hija no tardará en nacer, quiero que Severus vea, es algo que no puede perderse… ¡será asombroso, se los juro! Incluso puedes quedarte también, Albus, supongo que jamás habrás visto un parto Veela, es un evento que muchos pagarían por ver.

- No lo dudo, Ángelo, pero esto es importante.


Severus frunció sus cejas ante la seriedad de su amigo, y disculpándose con Abbatelli salió con el Director al pasillo.


- ¿Es Harry?... ¿Está bien? –preguntó temeroso.

- Creo que sí. Pero acaban de trasladarlo a San Mungo, también ha entrado en labor de parto, amigo.

- ¡¿Qué?!... ¡Pero aún no es tiempo!

- No te preocupes, parece que no hay problema. Sólo quería que lo supieras, yo iré con él mientras tú te quedas con Ángelo.

- ¡Claro que no! ¡Yo iré con Harry!

- Pero, Severus…

- Escucha, Albus, necesito que cuides de Abbatelli y me avises de cualquier cosa, pero ahora mismo me reuniré con Harry… no puedo dejarlo solo.

- Sé que lo amas, pero la hija de Ángelo también es tuya y no tardará en nacer. Es probable que Harry tarde un poco más, puedes ir después.

- ¡Que no! –negó fervientemente-. Yo espero que mi hija me perdone, pero he estado demasiado tiempo separado de Harry, dejándolo casi vivir solo el embarazo, no pienso abandonarlo ahora que más me necesita. Cuida de Abbatelli y dime dónde puedo encontrar a Harry.


Albus sonrió asintiendo y luego de decirle hacia donde dirigirse, Severus salió corriendo hacia otro de los pabellones. Al verlo, Harry sonrió a pesar del dolor intenso que sentía. Severus se aproximó hasta su lado, asustado de encontrarlo sobre una dura cama metálica, no pudo evitar hacer comparaciones, Abbatelli estaba sobre su mullido lecho del cuarto, todo limpio y perfecto, con cojines y encajes blancos, un ambiente cálido y optimista. Con Harry, era todo lo contrario, su cuerpo cubierto con una horrible bata de hospital, el rostro sudoroso, con el cabello pegándosele a la frente. Colocado en una incómoda posición que además debía resultar muy inquietante. Su corazón se estrujó al verlo así, no quería que sufriera, suavemente le dio un beso en la frente sin importarle el sudor.


- Severus… -dijo Harry jadeando fatigado-… viniste, otra vez no me has fallado.

- Este es mi lugar, nadie me apartará de tu lado. ¿Cómo te sientes?

- No tengo idea. –respondió sonriéndole-. Pero creo que feliz… ¿y Ángelo, está bien?

- Sí… no te preocupes, concéntrate en ti mismo, en nosotros.


Harry asintió, iba a decir algo más pero otro dolor se apoderó de él haciendo que estrujara fuertemente la mano de Severus, un gemido escapó de su garganta pero no se quejó. Una enfermera a su lado le indicó como respirar para relajarse y Harry le obedeció pero gruesas gotas de sudor caían por su cuello empapando la bata que llevaba puesta.


- ¿Porqué no le ayudan con el dolor? –reclamó Severus angustiado-. ¿Qué no se dan cuenta que está sufriendo mucho?

- El joven Potter no aceptó. –respondió la enfermera.

- ¡Pero, Harry!

- Estoy bien, Severus… he aguantado cosas peores, y aunque me digas loco, quiero sentir cuando mi hijo venga al mundo, quiero sentir todo, aunque sea el dolor que lo acompaña.

- Eres un mártir obstinado. –le susurró Severus al oído sonriéndole cariñoso.

- Sí, no puedo negarlo. –se rió-. ¿Falta mucho, enfermera?

- Un par de horas más.


Severus abrió los ojos angustiado ante esa respuesta, y más cuando Harry volvió a tensarse por un nuevo dolor, no quería que Harry sufriera ni un segundo más, dos horas le parecían una eternidad. De pronto, por una puerta contigua escucharon las voces de dos enfermeras que sonaban emocionadas.


- ¿Habías presenciado un parto Veela? –preguntó una de ellas.

- ¡Nunca!... ha sido de lo más asombroso. Todo mundo nos va a envidiar cuanto sepan que nos permitieron estar presentes… ha sido una experiencia única en la vida, en la escuela de enfermería ni siquiera lo mencionaban.

-Cierto… esos Veela sí que saben como llamar la atención.

- ¿Y viste a la niña?

- ¡Es un ángel!... Seguro tendrán que cuidarla mucho, nunca había visto un bebé tan hermoso de recién nacido, y de inmediato se nota que lleva la sangre Veela, su encanto se sentía por todo el pabellón.
- Claro, por eso hay tanta gente arremolinada afuera de la habitación. Afortunadamente el Director de Hogwarts ha sabido mantener el orden.


Las dos enfermeras se marcharon sin dejar de hablar maravillas sobre lo sucedido. Harry alcanzó a escuchar algo de auras doradas y magia desbordándose a raudales. Durante unos segundos reinó el silencio, no se atrevía ni a mirar a Severus, temeroso de ver en él la desilusión por haberse perdido el nacimiento de su hija. Una nueva contracción, más fuerte aún que las anteriores, le hizo arquearse mordiéndose los labios.


- Harry, resiste, pequeño… pronto todo habrá pasado. –aseguró Severus aferrando su cabeza contra su pecho.

- Ve con tu hija, Severus. –dijo intentando sonreír cuando el dolor aminoró un poco-. Ella te necesita ahora… creo que no debiste perderte su nacimiento, aquí las cosas son más feas.

- Fingiré no haber escuchado eso, Potter. –respondió en un falso gruñido-. No voy a permitir perderme esto, me privaron del recuerdo de su concepción… no renunciaré a su nacimiento, ni un solo segundo me moveré de tu lado.

- ¿Aún cuando aquí no haya más que sangre, sudor, olores no muy gratos, dolor, imágenes grotescas?

- ¿Pero qué dices? –preguntó sonriéndole-. Si aquí no hay nada grotesco, y ningún encanto Veela es mayor que el amor que nos tenemos… lo siento por aquellos que no son capaces de sentirlo, pero yo lo siento invadiendo todo el aire, y es dulce, es suave, es cálido, y muy bello.

- ¡Te amo! –exclamó sin poder contener lágrimas de emoción por sus palabras.


Severus rozó los labios de Harry con los suyos, no hubo oportunidad de profundizar el beso, otra contracción llegó y el chico se aferró a Severus con todas sus fuerzas ante la magnitud del dolor, ya no pudo contener un grito y Severus gimió angustiado, ansiando poder hacer algo por ser él quien tuviera que pasar por tanto sufrimiento y no su Harry.


- ¡Ni un hijo más, Harry, ni uno más! –exclamó desesperado.

- ¿Qué? –preguntó Harry intentando respirar con mayor normalidad-. ¿No quieres otro hijo conmigo?

- Lo que no quiero es volver a verte sufrir de esta manera.

- Sé que no es nada grato, Severus… pero yo sí quiero tener más hijos, ¡por favor!

- Pues será sobre mi cadáver… ¡ni uno más!

- Me parece que no es momento de hablar de esas cosas. –dijo una voz desconocida a sus espaldas.

- ¿Usted es…

- El médico que atenderá al joven Potter. –respondió un hombre de mediana edad que sonreía amablemente-. Poppy me ha dicho que ha llevado un buen embarazo, así que supongo que el parto no será difícil.

- ¡¿Pero de qué demonios habla?! –gritó Severus furioso-. ¡Mírelo y diga de nuevo que no es difícil y entonces le parto la cara, imbécil!

- No se ofusque, profesor Snape. –respondió el médico sin dejar de sonreír-. El dolor es parte del proceso, la pelvis de Harry se está amoldando para formar el canal de parto, no es como si fuera una mujer, pero su magia le ayudará a que cuando llegue el momento pueda ser un nacimiento normal, claro que tenemos la opción de la cesárea, se disminuirán las molestias pero no hay ninguna indicación para realizarla a menos que la soliciten.

- ¿Hay algún riesgo para mi bebé si no la elijo? –preguntó Harry.

- Ninguno, puedo asegurártelo.

- Entonces sigamos intentando hasta el último momento, Doctor. –aceptó Harry ante el asombro de Severus.

- ¿Pero porqué esperar? –cuestionó Severus intentando estar calmado-. ¿Es que no puede hacer nada para adelantarlo?

- Ya se hizo, de otro modo Harry podría haber estado en labor hasta ocho horas. –respondió satisfecho.


Severus casi se desmaya de saber que el sufrimiento de Harry pudo haber sido tanto, confirmó una vez más que no quería otros hijos. El chico fue ayudado a pasarse a otra cama donde podía estar más cómodo, pero su colchón plastificado contrastaba con el caro lecho de Abbatelli, a Severus le dolía demasiado ser testigo de eso, Harry merecía más, merecía lo mejor y odiaba no poder hacer nada para cambiar lo que sucedía. Durante los siguientes minutos, Severus permaneció al lado de Harry, sirviéndole de almohadilla para morder, o de un sitio a donde aferrarse cuando el dolor se volvía casi insoportable. Las uñas de Harry se enterraban con frecuencia en sus brazos, en su espalda, en cualquier lado donde pudiera alcanzarlo, pero ni un quejido salió de la garganta de Severus, y en ningún momento hizo el mínimo intento de evitar ser lastimado… eso no era nada comparado con el dolor que tenía que estar pasando Harry, y si su amante no se quejaba, él con mucho menos razón lo haría.


Llegado el momento, el médico volvió a presentarse avisado por uno de sus practicantes. Harry fue colocado de nuevo en la plancha metálica, en una posición más pronunciada aún que la anterior, el agotamiento se desapareció ante el temor y la expectación que invadieron su corazón. Volvió a aferrarse a la mano de Severus gimiendo asustado.


- Perdóname por hacerte pasar por esto. –dijo el profesor besándole la frente-. Te juro que te lo compensaré con creces, amor, ¡te lo juro!

- Ya lo haces, contigo a mi lado sé que puedo conseguirlo… no te vayas a ir aunque te pidan que salgas, Severus, por favor.

- Ni con cruciatus me apartarán… ¡lo prometo!

- En realidad tenía pensado un Imperius. –comentó el médico bromeando ante la desesperación de Severus-. No tiene porqué mirarme así, profesor, no le echaré.

- ¡Pues más le vale, porque ni se imagina de lo que soy capaz si lo intenta!

- La verdad es que le tenía reservada una sorpresa.

- ¿A mí?

- ¿Le gustaría ocupar mi lugar?


Severus le miró convencido de haber escuchado mal… ¿qué se proponía ese papanatas que se hacía llamar médico?


- El parto de Harry no será complicado. –dijo el médico al notar la duda en los ojos negros del profesor-. Le aseguro que el bebé sabe hacer su trabajo, uno nada más tiene que guiarlo y ayudarlo a salir, eso es algo que cualquiera puede hacer.

- ¿Me está diciendo que atienda yo a Harry? –preguntó temeroso.

- Sí… ¿no le gustaría?. He hablado con el Profesor Dumbledore, me ha honrado con su amistad desde hace tiempo, me confesó lo que sucedía entre ustedes y me habló de ciertos conocimientos en medimagia que usted tiene, Profesor… así que se me ocurrió que solamente podía necesitar algo de ayuda.

- P-pero…

- Yo me quedaré a su lado por si surge algún problema, lo cual es muy remoto, y le iré diciendo todo lo que tiene que hacer… ¿qué dice, se anima a ayudar a su hijo a venir al mundo?





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Araleh Snape

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MensajeTema: Re: Enfermo de amor. Capítulo 25 *Dos Vidas*   Enfermo de amor. Capítulo 25 *Dos Vidas* I_icon_minitimeJue Abr 09, 2009 1:52 pm

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Severus miró a Harry en busca de consejo, el chico asintió sonriéndole y Severus sintió que el corazón le brincaba de emoción. Se volvió hacia el doctor para aceptar, pero no hubo necesidad de decir nada. La enfermera rápidamente le ayudó a colocarse la ropa quirúrgica y el cubrebocas. Cuando Severus volvió a tomar conciencia de lo que sucedía ya se encontraba entre las piernas de Harry, vestido totalmente de azul, con los guantes puestos y mirando como la enfermera aseaba al chico para prepararlo.


Harry sonreía, a pesar de los dolores que cada vez eran más frecuentes, le brindó una paz enorme ver los ojos negros de Severus sobresaliendo tras de su vestimenta. No dejaba de mirarlo, era una imagen que recordaría mientras viviera… el hombre que amaba estaba ahí, y sería el primero en recibir a su hijo, a pesar del nerviosismo que ambos tenían, era justo como todo tenía que ser.


Sus ojos se encontraron por un instante. Severus le besó una de sus rodillas tras el cubrebocas, sin dejar de mirarlo, Harry reafirmó su sonrisa… una nueva contracción rompió el contacto visual, todos se pusieron en alerta, una nueva vida venía ya en camino.


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Justo en esos momentos, Ángelo se limpiaba apresuradamente una lágrima cuando escuchó que la puerta de su habitación se abría. Sonrió al ver a Dumbledore frente a él y decidió continuar fingiendo que la alegría que sentía era plena.


- ¿Ya regresó Severus?

- Aún no… lo lamento, Ángelo, pero no tardará, era muy importante que acudiera a verificar esa pista sobre mortífagos, sabes que aún tiene algunos contactos entre ellos.

- Sí, pero, ya no son tan útiles y… -Ángelo decidió guardar silencio, había prometido no protestar y se esforzó en continuar sonriendo-… Bueno, no me hagas caso, seguiré esperándolo, es sólo que me hubiera gustado que viera el nacimiento de nuestra hija… ¿verdad que fue espectacular, Albus?

- Ha sido realmente maravilloso, Ángelo. Felicidades.

- Cuando haya la primera oportunidad le regalaremos a Severus nuestros recuerdos de este parto ¿me ayudarás, verdad?... ¿pondrás tu forma de mirarlo en un Pensadero?... sé que eso le agradará, tener a la mano los dos lados de la moneda.

- Lo haré con todo gusto, Sé que a Severus le emocionará mucho poder ver el nacimiento de su hija.


Ángelo sonrió emocionado, se acomodó en su cama soñando con miles de planes para hacer feliz a Severus, estaba convencido de que lamentaría haberse perdido el nacimiento de la bebé, pero afortunadamente tenían medios para remediarlo. Y lo más importante, eso fortalecería el lazo entre padre e hija.


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Severus contuvo la respiración cuando notó una cabellera negra asomarse por el canal que se había formado para traer a su hijo a su mundo. Y fue cuestión de segundos que apenas sí pudo asimilar hasta que por fin se encontraba sosteniendo a un cuerpecito contra su pecho, aferrándose a él con firmeza, temiendo que lo resbaladizo de su piel manchada de líquido amniótico y sangre le hiciera dejarlo caer al suelo.


- ¿Está bien? –cuestionó Harry angustiado de no saber lo que pasaba.

- Todo bien, Harry. –respondió el médico con seguridad.


Severus respiraba ahora agitado, su mano había quedado justo en el pecho de su hijo y podía sentir su corazoncito latiendo de prisa, no sabía si eso era normal pero le pareció divino y una sonrisa se dibujó tras de la mascarilla. Salió de su estupor cuando el obstetra le indicó cómo debía cortar el cordón ayudado por su propia varita, de esa manera la cicatrización sería inmediata y sin riesgos para el bebé.


Al ver a su hijo separado por completo de Harry, Severus sintió una fuerte emoción en el pecho, recordó sus propias palabras al definir a su bebé como un regalo de su pareja, y así era, Harry se desprendía de él para pasarlo a sus manos, y se prometió cuidarlo más que a su propia vida.


El ceño de Severus de frunció mientras estrechaba aún más a su hijo contra su pecho cuando el médico le pidió se lo entregara al pediatra para que lo revisara. Nadie le reprochó su actitud posesiva, pero el médico se apuró para sostener al bebé y llevarlo a una mesita cercana. Severus fue tras de él, no pensaba perderse nada, mientras tanto, el otro médico se encargaba de culminar el alumbramiento y ayudar a Harry.


El Gryffindor sonrió con dulzura al notar que Severus se olvidaba momentáneamente de él, no se sintió mal por eso, al contrario, era feliz sabiendo que su bebé tenía a alguien con quien contaría siempre.


- ¿Es niño… o niña? –preguntó Harry algo cansado pero emocionado a más no poder.


Severus se giró a mirarlo al escuchar su voz, y dando un último vistazo a su hijo observando como el pediatra succionaba toda secreción y limpiaba su cuerpecito, se dirigió hacia Harry quitándose el cubre bocas para besarle suavemente en los labios.


- Es un varón, amor… ¡gracias!


Harry asintió feliz, le fue imposible no verter una lágrima que representaba su dicha en aquel momento. Justo entonces escucharon el llanto, el primer grito de protesta de un exigente bebé que reclamaba un poco de atención de sus padres, como si supiera que aquel extraño que le aseaba no tuviera derecho de tocarlo.


- ¡Quiero verlo! –pidió Harry de inmediato.


Severus volvió a acercarse a la otra mesita con toda la intención de coger a su niño y llevarlo con su padre sin importarle la opinión de nadie. Pero no fue necesario liarse a golpes como iba decidido a hacer, el mismo pediatra fue quien le tendió a su hijo en brazos, ya cubierto con una manta blanca y totalmente limpio. De inmediato el niño dejó de llorar. Severus esbozó otra sonrisa, su hijo era hermoso, rollizo a pesar de haber nacido antes de tiempo, su tez era tan pálida como la de él y su cabello, abundante y oscuro, pero sus rasgos faciales eran muy parecidos a los de Harry.


- ¡Por Dios, es precioso! –exclamó Harry cuando Severus lo colocó en sus brazos.

- Es idéntico a ti. –susurró Severus inclinándose para besar a Harry en la frente.

- Es una mezcla de los dos… Gracias al cielo no tiene mi cabello.

- Ni mi nariz. –completó riéndose.

- Fuiste muy valiente, amor… yo no sé si hubiera podido hacer lo que hiciste.

- ¡Qué dices!... si hay un valiente en esta sala eres tú.

- Pasaremos a Harry a su habitación enseguida. –interrumpió el médico-. Tiene unos minutos para hacer lo que tenga que hacer, Profesor.


Harry y Severus se miraron un par de segundos recordando que el médico estaba enterado de la situación gracias al cotilla de Albus.. Severus no quería marcharse, pero Harry le sonrió comprensivo y sin decir nada, tan sólo rozando brevemente sus labios con los suyos, Severus salió de la habitación.


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Antes de entrar al cuarto de Abbatelli, Severus se mandó a sí mismo un hechizo de limpieza, y a pesar de que se resistía a borrar también las marcas de las uñas de Harry sobre sus manos, no le quedó más remedio que hacerlo, de otro modo no tendría ninguna explicación para tales heridas. Al entrar a la habitación, Severus no podía evitar sentirse doblemente culpable. Quería estar con Harry, pero también con su hija a la que todavía no conocía… No quería que su vida fuera siempre así, debía encontrar una solución pronto para no tener que renunciar a ninguno de sus dos amores, no podría soportarlo.


- ¡Severus, te lo perdiste! –exclamó Ángelo emocionado-. Fue maravilloso pero ya te lo platicaré después, ahora quiero que conozcas a nuestra Beth.

- ¿Beth?

- Elizabeth Ann Snape Abbatelli. –recalcó con orgullo-. Está en su cunita, acaban de darle de comer y se quedó dormida, ve por ella, amor y tráela conmigo, por favor.


Severus asintió y caminó hacia donde se encontraba una preciosa cuna con velos rosas y blancos. El corazón le retumbaba violentamente al momento en que corrió la tela y vio una bebé que superaba cualquier expectativa. Se quedó inmóvil mirándole, era hermosa… demasiado hermosa.


Beth era una niña pequeña, de apariencia delicada, con fino cabello rubio cubriendo su cabecita adornada con un lazo rosado. Su piel era… perfectamente blanca, parecía más tersa que la seda. Sus ojos cerrados estaban enmarcados por hileras de gruesas pestañas café dorado, su nariz, graciosa y pequeña se contraía tenuemente como si estuviera intentando alcanzar un aroma que le gustaba. La boca parecía haber sido dibujada por el pincel de un gran artista, los deditos de sus manos se movían con elegancia… Severus no se atrevía a tocarla, miró propias manos, jamás en su vida las había notado tan torpes para poder sostenerla, tal vez la rompería.


- ¿Qué pasa, Severus? –preguntó Ángelo preocupado-. ¿Le pasa algo a Beth?

- No… creo que no. Sigue dormida. –respondió mirando su pechito subir y bajar suavemente bajo el ropón blanco que la cubría.

- Entonces tráela… quiero tenerla conmigo.


Severus no quería confesar que moría de miedo por tanta perfección. Por esa aura que irradiaba su hija, por esa fragilidad que aparentaba… era como una muñeca de cristal. Respiró hondo armándose de valor e hizo a un lado las cobijitas. Sonrió tímidamente al ver a su hija vestida con un espeluznante ropaje de innumerables encajes con los mismos pálidos colores, y sin embargo, lucía maravillosa. Con algo de dificultad escarbó entre los pliegues hasta encontrar de dónde podría sostenerla.


La pequeña suspiró al sentirse sostenida por unos fuertes brazos, y a Severus casi le pareció ver una tenue sonrisa… pero los bebés no sonreían ¿o sí?. De todos modos, en cuanto la tuvo contra su pecho sentía que ya la amaba profundamente. Fue a sentarse con ella en la cama junto a Ángelo.


- ¿Seguro que es mi hija? –preguntó sin poder evitarlo.

- Lo es… ¿no lo sientes? –inquirió dolido por el atrevimiento de Severus.

- Perdón, no quise decir que dude de ti… Sé que es mi hija, puedo sentirlo, pero… ¡es demasiado hermosa, Abbatelli! –exclamó sonriéndole.

- Tú eres hermoso, Severus. –aseguró regresando el brillo de su mirada-. A mí me hubiera gustado que se pareciera un poquito más a ti, pero heredó todo de una Veela.

- Gracias, Abbatelli, gracias por esta hija tan bella.

- Me siento muy feliz, Severus, nuestra familia será siempre perfecta mientras estemos juntos, y como es seguro que será así, sólo falta una cosa… que me ames como te amo yo a ti, nada me haría más dichoso que Beth tenga unos padres que se amen a su lado. Eso, Severus, es lo único que Beth te pide, que le des una verdadera familia.


Severus no respondió, y Ángelo no exigió respuesta, solamente recargó su cabeza en el hombro de Severus para mirar los dos a la apacible Beth que dormía serenamente irradiando su encanto Veela aún sin control, quizá eso fue lo que hizo que Severus recibiera a Ángelo con un beso en la frente mientras sentía que nunca podría vivir si alguien arrebataba de sus brazos a ese pequeño querubín.




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MensajeTema: Re: Enfermo de amor. Capítulo 25 *Dos Vidas*   Enfermo de amor. Capítulo 25 *Dos Vidas* I_icon_minitimeJue Abr 09, 2009 5:39 pm

ese Ángelo es un caradura, como puede usar a su hija para querer manipular a Sev....
Falto el nombre del bebé de Sev y Harry, hermoso el momento del nacimiento y que Sev lo recibiera mucho mejor....

besos Very Happy
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Araleh Snape

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MensajeTema: Re: Enfermo de amor. Capítulo 25 *Dos Vidas*   Enfermo de amor. Capítulo 25 *Dos Vidas* I_icon_minitimeVie Abr 10, 2009 4:21 pm

El nombre del bebé de Harry viene en el capítulo de hoy.
A mí me gustó mucho más el nacimiento de este bebé que el de Beth, aunque la pobre niña no tiene la culpa del papá que se carga, jajaja.

Nos vemos pronto, muchos besitooos!!

flower
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MensajeTema: Re: Enfermo de amor. Capítulo 25 *Dos Vidas*   Enfermo de amor. Capítulo 25 *Dos Vidas* I_icon_minitimeMiér Jul 01, 2009 2:38 pm

pobre sev se encuentra dentro de un dilema, no puede perder a los seres que ama pero es seguro que angelo no dejara que sev vea a beth si se entera de harry y su bebe que triste
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Araleh Snape

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MensajeTema: Re: Enfermo de amor. Capítulo 25 *Dos Vidas*   Enfermo de amor. Capítulo 25 *Dos Vidas* I_icon_minitimeMiér Jul 01, 2009 5:41 pm

hola Kakarotta!!

bueno, pues sí, Ángelo sería capa de eso y mucho más, por eso Harry y Severus deberán actuar cuidadosamente, ya en los siguientes capítulos verás qué actitud toman XD
GRacias por tu comentario!! sunny
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MensajeTema: Re: Enfermo de amor. Capítulo 25 *Dos Vidas*   Enfermo de amor. Capítulo 25 *Dos Vidas* I_icon_minitime

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Enfermo de amor. Capítulo 25 *Dos Vidas*
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