alisevv
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| Tema: Death Eater takes a Holiday. Capítulo 63. Perder los estribos Dom Ago 05, 2018 5:11 pm | |
| Death eater takes a holiday Capítulo 63 Perder los estribos Harry estaba sentado a la mesa de su cocina, desayunando bajo la fría mirada de cierta lechuza blanca, en protesta por la falta de mayor cantidad de tocineta en su dieta.
—¿Yo me quejé anoche cuando despedazabas un ratón mientras yo trataba de dormir? —preguntó Harry, sin obtener respuesta—. El sonido al masticarlo fue perturbador, que sepas —agregó, pero ella no mostró remordimiento alguno. Al terminar sus huevos, el joven levantó pluma y una hoja de pergamino, garabateando una rápida nota—. Reconozco que te tengo muy consentida, así que al menos tendrás trabajo por eso—.
Ella levantó la patita, obediente, y él la dejó partir.
Mientras se duchaba y vestía para su reunión con Kieran, el Gran Comedor de Hogwarts era un hervidero de estudiantes. Severus había estado preocupado por el hecho de que varios estudiantes de séptimo habían tomado la Marca. Escudriñó entre sus alumnos, buscando pistas. Sabiendo que había llegado una nueva remesa de ingredientes a la botica, esperaba ser muy pronto convocado. Mantendría una estrecha vigilancia. Si la Marca era nueva, todavía dolería por un tiempo, y eventualmente picaría hasta que estuviera completamente curada. En estas circunstancias, sería casi imposible para un Mortífago joven ocultar las señales delatoras cuando la Marca Tenebrosa quemara. No que esperara que todos los nuevos reclutas fueras convocados a cada reunión.
—Parece que recibiste un correo —Severus habló suavemente, sabiendo que sólo Remus le escucharía. Hubo un tiempo en que pensaba que Albus le estaba castigando al sentarle junto al profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. Sin embargo, esto facilitaba que Remus abriera una carta y la colocara convenientemente sobre la mesa, de forma que Severus pudiera leer los mensajes de Harry.
>> ¿Qué es esto? ¿Un código? —preguntó, señalando el pie de la hoja. Remus se preocupó hasta notar que las esquinas de los apretados labios de Severus se curvaban hacia arriba mientras leía la breve nota.
Trabajará por comida
—He visto muggles vagabundos sosteniendo carteles con mensajes como ése —comentó Remus, mientras observaba como Severus, discretamente, empujaba una rebanada de tocineta fuera de su plato, murmurando algo sobre pájaros consentidos. Ésta fue rápidamente devorada.
En una gran edificación que una vez fuera un establo, Kieran estaba preparado, observando su reloj. Lanzó el hechizo segundos después que Harry Apareciera en la sala de entrenamiento. El hechizo debería haber formado una capa de hielo alrededor de su víctima, pero fue rebotado antes que pudiera lograr su objetivo. Tuvo que saltar a un lado para eludir su propia maldición.
—Buen movimiento, levantar un escudo antes de venir —elogió Kieran antes de lanzar otros tres ataques en forma consecutiva. Harry se movió, giró en redondo y devolvió el disparo, esquivando sólo dos de los tres. Lucharon por un tiempo, ambos lanzando buenos hechizos. Harry siempre había luchado de una forma impresionante, sosteniendo la cabeza en alto independientemente de cuán cansado o en desventaja se sintiera. Así que cuando se fue hacia atrás con un gemido, luchando por mantener el equilibrio y a punto de caer, Kieran quedó perplejo. Contuvo su siguiente hechizo cuando vio que el joven tropezaba. Se suponía que empezarían el tratamiento luego de ese día de entrenamiento, pero estaba empezando a reconsiderar la idea.
Apretándose el estómago, mientras se retorcía sobre el heno que cubría el suelo, Harry gritó:
—¡Expelliarmus! ¡Incarcerous! —.
La varita de Kieran voló hacia la mano extendida de Harry mientras las cuerdas mágicas ataban al escocés antes de que fuera arrojado contra una paca de heno ubicada en la lejana pared. Harry sonrió triunfal, disfrutando el momento en que vio el asombro en el desaliñado rostro cuando su oponente se dio cuenta que el joven le había logrado engañar. Habría disfrutado su victoria más tiempo, pero la sensación pronto disminuyó; Kieran no se había movido desde su colisión contra la paca de heno. Levantó con rapidez un escudo protector antes de acercarse, para asegurarse de no caer en su propia trampa.
Su entrenador estaba inconsciente. Con cuidado, paso su mano por la cabeza del hombre, encontrando un chichón. De inmediato, conjuró una bolsa de hielo para reducir el bulto, antes de musitar 'Enervate'. Observó y escuchó la respiración de Kieran para ver si podía reconocer señales de que estaba despertando. Para darle crédito, la respiración del hombre no se alteró, pero un diminuto movimiento en sus ojos le mostró que estaba consciente. Tuvo la certeza de que había despertado cuando vio que el cuerpo de Kieran saltaba para intentar tomar represalias, pero se lo impidieron las cuerdas mágicas que estaban presionándole.
—Maldición —gruñó el sanador.
—Dijiste que no debía ser predecible —Harry sonrió—. ¿Los Sanadores pueden curarse a sí mismos? —revisó una vez más la cabeza del herido, colocando con suavidad el paquete de hielo otra vez.
—La sanación te drena, así que no puedo curar nada demasiado grande en mí mismo. Eso no significa que no pueda utilizar hechizos como los de Madame Pomfrey —se movió, intentando liberarse—. Harry —musitó quedamente. El joven se inclinó más cerca para escuchar lo que su entrenador trataba de decir—. ¡Desátame, Malparido! —exigió, agregando unas cuantas palabras que aumentaron el creciente vocabulario grosero de Harry, que ahora se extendía a varios idiomas, algunos de los cuales el joven no identificó y Kieran no pensaba aclarar.
El Sanador le enseñó un hechizo para curarle el chichón de la cabeza. Harry había escuchado a Madame Pomfrey lanzarlo varias veces así que lo captó con facilidad.
Durante el almuerzo, Kieran señalo varias cicatrices en el cuerpo de Harry, preguntando la causa de cada una. No habían quedado muchas luego de que consiguiera su nueva piel, así que el hombre tuvo que revisar una lista que describía las diversas heridas que había recibido y esperaba que Harry las recordara por dicha descripción. Empezaron con una pequeña, y Kieran eligió heridas que no había provocado su familia para el primer día de tratamiento, algo que no sorprendió al joven.
En su mayor parte, Harry sintió la situación como otra prueba de resistencia al dolor y no notó mucha diferencia entre 'antes' y 'después' de la sanación, con una sola excepción. El año anterior, se había cortado el tobillo con un cubo de fregar y no quiso acudir con Madame Pomfrey, pues había pasado el toque de queda. Tampoco quería explicar qué había estado haciendo en el armario de las escobas con Stuart Ackerley. Después de la sanación, Kieran le había pedido que caminara un poco para ver cómo se sentía.
—Guau —exclamó Harry, moviendo su pie en varias direcciones—. Es como si algo que no sabía que me estuviera apretando se hubiera aflojado —se balanceó sobre los talones. Estaba comenzando a ver que conseguiría otros beneficios del tratamiento. Kieran le explicó sobre tejidos cicatrizados y adherencias, y cómo afectaban a los músculos y tendones.
Severus Snape caminaba a grandes zancadas por su clase, entregando trabajos al tiempo que examinaba las pociones que se estaban preparando en cada caldero. Los Hufflepuff eran fáciles de intimidar, sus clases no eran ni de cerca tan divertidas como las de Gryffindor/Slytherin. Según su creencia, si no escuchaba murmurar 'cretino grasiento' al menos una vez al día, todo había resultado demasiado fácil.
Curiosamente, los estudiantes de Hufflepuff trabajaban bastante bien cuando se les emparejaba con los diligentes Ravenclaw. Sin embargo, no todos los Ravenclaws estaban trabajando a su máximo potencial. Snape lanzó con un ruido seco un ensayo fallido, sobresaltando a unos pocos estudiantes nerviosos.
—Véame después de clase, señor Flynn —ordenó con el ceño fruncido. Los estudiantes contuvieron la respiración mientras él seguía paseando, revisando los calderos y quitando puntos. Cuando la clase terminó, se sentó ante su escritorio, ignorando el ruido de los estudiantes mientras luchaban por salir antes que quitaran más puntos a la Casa de Ravenclaw. El hombre pareció continuar leyendo el ensayo que sostenía en su mano mientras Flynn se sentaba en su pupitre, aguardando instrucciones.
—¿Señor? —después de cinco minutos, se acercó al escritorio del Profesor. Luego de cinco minutos más, Severus finalmente alzó la mirada.
—Pociones no es una materia obligatoria para los alumnos de séptimo año, señor Flynn. Los trabajos deficientes no le permitirán continuar en mi clase. Si no puede mejorar su desempeño, le sugiero que hable con su Jefe de Casa para que le transfieran a Adivinación o algo igual de práctico, como tejer cestas.
—¿Ya puedo retirarme? —el tono insolente de Flynn sólo sirvió para enfurecerle más.
—¡No! —bufó Severus, y se levantó abruptamente. "El maldito haría bien en flaquear", pensó, mirándole desde su altura—. Volverá a redactar el ensayo para que cubra mis estándares. Puede que consiga algo haciendo esos vergonzosos trabajos en otras materias, pero yo no soy tan indulgente—.
—Sí, señor —la elección de palabras del joven mejoró, pero no así su actitud ni su tono.
—Diez puntos menos para Ravenclaw por su tono impertinente. Puede irse —Severus le miró con furia cuando no se dio la vuelta y partió de inmediato.
—¿Disculpe, señor? —inclinó la cabeza como si no hubiera escuchado bien—. ¿Dijo impertinente? Por un momento pensé que le había escuchado decir impotente, pero eso no podría ser, ¿verdad? —comentó con una sonrisa maliciosa.
—¡FUERA! —gritó Severus a todo lo que daba su voz—. ¡Cincuenta puntos menos para Ravenclaw! —apuntó la puerta con su varita. Esta se abrió de golpe, impactando la pared con tal fuerza que hizo que la madera vibrara. Era evidente que el asistente de pociones, primo de Flynn, le había estado contando algunos detalles sobre su trabajo para el Señor Oscuro.
El no tener oportunidad de ver a Harry durante la siguiente semana tampoco mejoró su humor. Los rumores del mal humor del profesor Snape corrieron como pólvora. Por varios días, los estudiantes se mostraron excepcionalmente tranquilos y atentos en un intento por escapar de su ira.
Los Weasley tenían razones para celebrar. Ron era el primero de su generación en comprometerse. Parecía como si cada vez que Harry miraba alrededor, había familia reunida. Una noche era en casa de los Granger para cenar, la siguiente una gran reunión Weasley, con tíos, tías y primos incluidos.
Harry se sentía agradecido de ser considerado de la familia, y se había divertido mucho, pero estaba listo para una noche relajada, para variar. Con un chispeante fuego y un enorme recipiente de palomitas de maíz, encendió la televisión para pasar una noche de entretenimiento fútil. Dos programas más tarde, su botella de cerveza de mantequilla estaba vacía y apenas tenía unas cuantas semillas manchadas de mantequilla en el fondo del recipiente. No se había molestado en levantarse.
Una interesante propaganda comenzó. No tenía idea de qué producto anunciaba, pero un hombre medio desnudo atrajo su atención. En realidad, no escuchaba lo que se estaba diciendo, pero estaba seguro de haber oído su nombre.
—¡Harry! —llamó George desde la chimenea, captando finalmente su atención—. ¿Quieres algo de compañía? —con suerte convencería a su benefactor de que le permitiera montar un caldero.
—Es como un 'déjà vu' —murmuró Harry—. Me parece recordar el ser convertido en canario la última vez que hiciste una poción aquí—.
—Sin bromas, prometido —George mostró sus manos abiertas—. Teníamos algo que queríamos que probaras —comentó Fred con entusiasmo. George le dio un pisotón.
—No sé... —vaciló Harry—. Esta noche quería vegetar. No me apetece que se arme un desorden —explicó con cansancio.
—Sin desorden. Por favor —suplicó George—. Tenemos una orden que suplir, y en la Madriguera no hay una habitación con espacio para un caldero tan grande. No vamos a hacer ningún experimento, lo juro —aseguró. Harry suspiró y con la mano les indicó que entraran.
—¿Dónde está Fred? —preguntó, al ver a George solo.
—No podíamos transportar ese enorme caldero a través de la red flu. Fred se aparecerá con el caldero. Ése debe ser él —declaró con una enorme sonrisa al escuchar que tocaban la puerta. Harry observó al otro gemelo arrastrar un caldero tan grande que casi esperaba que le pidieran sangre para resucitar a un nuevo Señor Oscuro. Levantó la mano, acallando a los pelirrojos.
—Prepararán sólo la poción de la que hablan. Nada que no hayan elaborado con éxito varias veces —al ver que asentían en señal de aceptación, continuó—: Tampoco quiero encontrar ni rastro de todo esto mañana. Nada de bromas retrasadas—.
—Sólo te dejaremos esto, claramente identificado, así puedes probarlo en otro momento para jugar una broma a algún amigo —George hechizó una caja que acababa de sacar del caldero para que apareciera la palabra 'BROMA' en grandes letras rojas. Harry no pudo evitar lanzar una breve carcajada ante el modo en que su amigo le hablaba, suave y lentamente, como si estuviera frente a un animal salvaje listo para atacar.
—Hay cerveza de mantequilla en la cocina —les informó Harry al tiempo que regresaba hacia el sofá—. Yo tomaré una, ya que van a buscarlas —agregó. Fred se apresuró a buscarla y abrió la botella frente a él, para que su anfitrión no se preocupara de que agregaran algo en la bebida. Chismearon un poco antes que Harry se acostara en el sofá y alzara los pies.
—Huele a palomitas de maíz por aquí —Fred encendió el fuego bajo el inmenso caldero—. No por mucho tiempo —agregó, sabiendo que la poción no tenía buen olor.
—¿Les apetece? —ofreció Harry. Tomó un paquete pequeño de una caja que había sobre la mesita de centro. Los gemelos le miraron con curiosidad mientras el moreno quitaba la envoltura de celofán para mostrar una plana bolsa de papel.
—¿Qué es eso? —preguntó Fred, inseguro de que ese extraño empaque pudiera contener algo comestible.
—Palomitas para microondas. No tengo microondas aquí, pero esto funciona muy bien —apuntó su varita hacia la bolsa—. Percoquo —la bolsa empezó a mostrar pequeños estallidos, alcanzando su tamaño total en segundos. La abrió con cuidado, permitiendo que escapara el vapor—. Piénsenlo. Los muggles tienen que esperar de tres a cuatro minutos para esto —comentó con aire indiferente.
Observando a los mellizos, Harry pensaba que parecía que sabían lo que estaban haciendo. Trabajaban bien juntos, apenas hablando, y permitiendo que él viera sus programas en paz.
—Ésta es la orden más grande que hemos tenido que preparar —comentó George, feliz.
—No te preocupes, Harry, nos acordaremos de ti cuando seamos ricos y famosos —bromeó Fred.
—No me había dado cuenta de lo buenos que son en pociones —comentó Harry, al ver su trabajo—. Estoy acostumbrado a que hagan estallar sus preparaciones—.
—De eso se trata la experimentación. Nunca se sabe lo que no va a funcionar. Hemos preparado esto muchas veces, así que no tienes que preocuparte —Fred danzó alrededor del caldero cómicamente.
—Quizás, pero nunca habían hecho un lote tan grande —les miró, confundido—. ¿Ajustan los tiempos de calentamiento de acuerdo al tamaño del caldero?
—Naturalmente —George hinchó el pecho. Harry rió entre dientes y les ignoró de nuevo. Se limitó a lanzar un sencillo hechizo de escudo, por si acaso. Eventualmente, alrededor de una hora más tarde, se había quedado dormido en el sofá. Se despertó cuando salió una propaganda en un tono mucho más alto que el programa que él no estaba viendo. Sus lentes presionaban contra su nariz en un incómodo ángulo.
Levantó la vista hacia el caldero; todo parecía estar bajo control. Lanzó su escudo de protección una vez más y se acostó mejor. Gruñó acerca de la imposibilidad de ubicar su rostro sobre el brazo del sofá mientras llevaba puestos sus anteojos y los colocó sobre la mesita de centro. Frunció el ceño cuando golpearon el borde de la mesa y cayeron al suelo, bajo el sofá. Los lentes fueron rescatados con rapidez cuando otro hombre medio desnudo apareció en la televisión. No tenía idea de lo que estaba vendiendo, pero no le importó. Volvió a colocar los lentes sobre la mesita, esperando tener una mejor puntería esta vez.
En Hogwarts, Severus Snape atravesaba los terrenos rumbo a los invernaderos, en busca de una planta fresca que necesitaba. Notó que varios estudiantes merodeaban por el exterior. Algunos de los alumnos de séptimo acostumbraban relajarse por esa zona de los jardines en las noches. Nadie había visto nada extraño en ese hecho, puesto era conocido que varios estudiantes se escondían tras las estatuas para fumar.
Pero Severus conocía la verdadera razón. Recientemente, Voldemort había comenzado a marcar a los estudiantes en su último año en lugar de esperar a que terminaran la escuela. Si eran convocados, sería menos sospechoso Aparecerse rumbo a una reunión si ya estaban en el exterior, mostrando como si solamente estuvieran dando un paseo hacia los límites del castillo.
Como miembro del Círculo Interno del Señor Oscuro, y debido a su papel como maestro de Pociones, no siempre asistía a las reuniones con los nuevos reclutas. Sus objetivos primordiales eran elaborar pociones y espiar a Dumbledore, por lo que no se involucraba en cada pequeña faceta del régimen del Señor Oscuro, y estaba agradecido por ello.
Algunos de sus peores recuerdos involucraban a los nuevos seguidores. Voldemort se refería a ello como el proceso de moldear a las jóvenes mentes al estilo de los Mortífagos. Severus lo llamaba 'observa como jóvenes e inexpertos magos torturan y matan'. Los Mortífagos no nacían sabiendo cómo violar y saquear; debían ser enseñados.
Una vez que el Señor Oscuro comenzó a aceptar estudiantes, no fue seguro que Severus tomara parte en el proceso de 'moldear las jóvenes mentes'. Cualquier delación podía hacer caer su tapadera. Voldemort no podía arriesgarse a perder a su espía.
Mientras caminaba al lado de otro pequeño grupo, Severus se detuvo de repente. La varita en su manga le había enviado un pulso de magia. Inconscientemente, aferró la varita; hacía un tiempo que no sentía ese calor. Rápidamente, cambio de dirección y se dirigió al límite de Aparición. Algo sucedía en casa de Harry.
—Parece que tuvo un ardiente deseo de partir —sonrió un joven Mortífago, al ver a Severus aferrar su brazo. Asumió que era la Marca Oscura la que había ocasionado la presurosa desaparición del maestro de Pociones.
George dejó de agitar la mezcla luego de agregar otro ingrediente y colocó la cuchara a un lado. Pocos segundos más tarde, Fred preguntó:
—¿No deberíamos haber alargado el tiempo de mezcla? Después de todo, es mucha mezcla y la saliva de dragón que acabamos de agregar no reacciona bien con la base—.
George abrió los ojos de par en par en el momento que una imprevista explosión hizo que el ardiente líquido cubriera el techo, paredes, ventanas, y, por supuesto, a los dos pelirrojos.
Al instante, Harry se despertó, sobresaltado. La habitación estaba negra como boca de lobo, o eso pensó, antes de recordar que los gemelos estaban preparando una poción y él había colocado un escudo protector. El pringue se deslizaba por debajo del escudo mientras Harry veía como los gemelos recibían el embate de la explosión. De inmediato, retiro su escudo y lanzó un hechizo de enfriamiento en dirección de sus amigos, en caso de que no hubieran tomado precauciones, esperando que su puntería fuera buena. Le resultaba difícil retirar el pringue de los gemelos sin sus anteojos. Haciendo inventario de los daños, encontró que el sofá sobre el que había estado acostado, completamente limpio, resultaba una visión extraña en medio del resto del desastre.
—¡Tienen suerte de que exista una pared entre ustedes y el reloj que Albus me regalo! Aunque todavía puedo maldecirles por todo esto—.
Harry dudaba que siquiera le hubieran escuchado mientras se quitaban las ropas empapadas de la poción, todavía caliente, aunque no al punto de quemar. Suspiró, pasando la vista por el colosal desastre que habían creado. Aunque no tenía claro si deseaba verlo con más claridad, decidió que era mejor encontrar sus lentes. Apenas había dado un paso cuando tiró su taza. Afortunadamente, era irrompible, pero eso no evitó que Harry aterrizara de culo sobre la colorida poción, deslizándose sobre ella. La sustancia se había enfriado, pero aun así sintió una sensación desagradable cuando se coló a través de sus pantalones, la espalda de su camisa y su cabello. Al levantar la vista hacia el techo, distinguió una gran gota que se estaba formando, preparándose para caer sobre él.
Severus temía lo que se iba a encontrar al arribar al apartamento de Harry. Al Aparecer en la habitación no vio señales de problemas. Escuchó el agua correr y se apresuró a abrir la puerta del baño para encontrarse con Fred y George duchándose. Siguió el rastro de ropa a través de la cocina sólo para quedar impactado ante el estado de la salita de estar. Su corazón le cayó al piso al encontrar a Harry tumbado en el suelo, boca abajo, detrás del sofá.
Harry acababa de aferrar sus anteojos cuando escuchó que le llamaban en voz alta. Trató de darse la vuelta, pero notó que alguien lo estaba haciendo por él. Levantó la vista para ver quién le estaba girando con tanto cuidado. Nunca había visto a Severus tan asustado. Sabía que se había preocupado por él en otras ocasiones, pero nunca había estado consciente para observar la primera reacción de su pareja.
—¿Dónde estás herido? ¿Te quemaste? —Severus le estaba tocando, buscando con desesperación sus heridas.
—Severus —dijo finalmente, sin aliento—. Estoy bien, en serio—.
Suspiró cuando el hombre corrió sus manos por su cabello, respirando con fuerza, atrayéndole más cerca. Pudo sentir la mandíbula de Sev contra su sien, sus labios besando por todas partes. Quería decirle que había estado en el suelo buscando sus lentes, pero lo olvidó al sentir como su pareja le abrazaba mucho tiempo, y no deseaba hacer nada para que eso terminara. Jadeó cuando los fuertes brazos le alzaron.
>> No en el sofá —suplicó al darse cuenta de que allí iba a ser dejado. Demasiado tarde. Severus miró hacia el sofá limpio y su mugriento Harry—. Yo baje para encontrar mis gafas... No fui golpeado por la explosión —logró decir finalmente, tranquilizando en cierta forma a su pareja.
—¿Por qué esos dos payasos están en la ducha mientras tú estás aquí cubierto de mierda? —gruñó mientras le quitaba la camisa, buscando posibles quemaduras.
—¿Ambos están en la ducha? —indagó Harry, enarcando las cejas—. Quisiera ver eso. ¿Era sexy? —.
—Estaba demasiado preocupado por tu seguridad para notarlo —replicó, indignado—. Contesta mi pregunta—.
Harry se enderezó, mientras Severus seguía arrodillado a su lado, así que quedó al nivel de sus ojos.
—A mí no me golpeó la poción caliente como a ellos. Había convocado un escudo de hechizo para cubrirme cuando empezaron —replicó jactancioso, acercándole hacia sí. Disfrutó la expresión en la mirada de Severus... ¿era orgullo? ¿Alivio?
—Eso explica el sofá —el hombre presionó los labios de Harry con los propios, estrechándole con fuerza sin tener en cuenta la pegajosa sustancia entre ellos. Cuando se separaron, el joven recordó la razón por la que su amante pudo acudir en su ayuda.
—Ahora sabemos que la protección adicional que colocaste aquí sí funciona—.
Estaba a punto de buscar otro beso cuando Severus le sostuvo por los hombros, mirándole con incredulidad.
—¿Lo sabías? ¿Albus...? —enmudeció, sin creer que Dumbledore se lo hubiera mencionado cuando le había pedido que no lo hiciera.
—Él no tuvo que decírmelo. Yo pude sentirlo —Harry sonrió, divertido ante la impactada expresión de Severus.
—¿Por qué no lo mencionaste? —preguntó, y el otro se encogió de hombros.
—Las cosas estaban algo tirantes entre nosotros por aquel tiempo. Me gustaba sentir tu magia protegiéndome, me mostraba cuánto te preocupabas por mí, aunque te estabas comportando como un cretino —sonrió, ladeando la cabeza.
Severus observó los brillantes ojos verdes, preguntándose si dejaría de asombrarle alguna vez.
>> Si sigues mirándome así, sabiendo cuán feliz me estoy sintiendo justo ahora, Voldy va a convocar a alguien—.
Ignoró la incrédula mirada de Severus ante su uso del nombre de Voldy. Se inclinó, besándole suavemente, succionando su labio inferior. Le encantaba prolongar los besos. Luego de acariciar sus labios en todos los ángulos posibles, Harry deslizó su lengua para reunirse con la de Sev. Casi había olvidado la protección extra que el hombre había colocado en su casa. Se dio cuenta que el mago había hecho muchas cosas, grandes y pequeñas, para demostrarle cuánto le amaba. Cuando el beso terminó, tenía la sensación de estar luciendo esa 'sonrisa boba' que, según Severus le había dicho una vez, le quedaba después de un buen sexo.
>> Cada día te amo más. Y pensaba que finalmente había comprendido totalmente lo que era ser correspondido, pero tú me pruebas que estoy equivocado —esperaba que sus palabras expresaran lo que sentía su corazón sin sonar demasiado cliché.
—Llevo haciéndolo desde hace siete años —Severus sonrió.
—¿Amándome? —.
—Probando que estás equivocado —el intento de Severus de sonar jactancioso fue interrumpido cuando un ardiente dolor en su brazo le indicó que el Señor Oscuro le estaba llamando con urgencia. El recuerdo de Harry con su mano extendida llegó a su mente. La incertidumbre en los ojos verdes le regresó al momento actual—. Harry —comenzó, pero fue interrumpido.
—Tienes que irte —comentó, resignado—. Lo entiendo —Harry alejó la cabeza, mirando hacia el baño, donde podía escucharse a los gemelos discutiendo sobre las toallas.
—¿De veras? —Severus se levantó, alzando a Harry con brusquedad hasta ponerlo de pie—. ¿Comprendes lo que significas para mí? Has vuelto mi vida completamente patas arriba, y soy incapaz de demostrar cuán agradecido me siento por eso—.
Harry se sobresaltó inicialmente ante la intensidad de Sev, pero al escuchar sus palabras, pensó que muy bien podría derretirse en sus brazos.
>> ¿Sabes que los días en que los elfos domésticos sirven pastelillos de chocolate tengo que observar la mesa Gryffindor para mantener el ceño fruncido? De otra forma, podría sonreír accidentalmente al pensar en ti —recorrió con sus manos el cabello rebelde, sintiendo la suavidad entre sus dedos.
>> Hace dos días, estaba patrullando los pasillos en busca de estudiantes despiertos. Me dirigí a las puertas del castillo, y de allí al límite de las protecciones, y me Aparecí en tu habitación—.
—¿Lo hiciste? —Harry sonrió, deleitado e intrigado—. ¿Por qué no me despertaste? —.
—No tenía mucho tiempo. Sólo quería verte, observarte dormir —notó como el joven mordisqueaba su labio inferior—. Trata de mantenerte despierto durante un rato, no sé qué pasará esta noche —le besó apasionadamente antes de retroceder un paso, listo para Aparecerse rumbo a la reunión de Mortífagos.
Harry lucía como si pudiera caer de no ser porque Severus le estaba sosteniendo. Ya sentía la pérdida donde los dedos de Sev habían acariciado su rostro.
>> Eres lo más importante de mi vida, que lo sepas—.
Con un chasquido, el hombre desapareció.
—Vaya, esto es algo que no se ve todos los días —Fred y George habían entrado a tiempo para ver el impresionante beso. Estaban parados en el dintel de la puerta, limpios y con flamantes toallas blancas alrededor de sus cinturas.
>> También eres importante para nosotros, Harry, pero no esperes conseguir un beso como ése de nuestra parte —el comentario terminó con un silbido.
Harry dio la vuelta abruptamente, sonriendo con malicia.
—Creo recordar que ambos querían besarme; al mismo tiempo, debo agregar. ¿Les suena el nombre de Jo? —.
—No es justo que menciones eso. Aceptaste que no hablaríamos sobre 'Joanne' o 'Sev' —George no pudo mostrar demasiada indignación, considerando las circunstancias.
—Eso fue antes que ustedes dos 'redecoraran' —el regaño de Harry perdió el efecto deseado cuando se resbaló en el viscoso suelo y volvió a caerse de culo. Se dio cuenta que había caído en el mismo sitio que antes, y levantó la vista para ver como la gran gota del techo cedía por fin y caía, estrellándose contra su cara.
Severus todavía no terminaba de llegar a la puerta cuando pudo percibir la furia del Señor Oscuro. Ya podía escuchar sus gritos. Voldemort no era un psicópata feliz. Al tiempo que se arrodillaba ante el vociferante mago, esperaba ser golpeado por un Crucio en cualquier momento. Se asombró al ver que ello no pasaba, al menos de momento. Parecía que el Señor Oscuro estaba tan furioso con su sirviente personal qué éste apenas se mantenía con vida, y aún no había descargado todas sus frustraciones sobre su sufrido seguidor.
En momentos como éste, Voldemort extrañaba a Colagusano. La rata, antes de su muerte, podía estar siendo molido a crucios y aún así inclinarse, agacharse y suplicar el perdón.
Severus seguía siendo ignorado y permanecía postrado, aprovechando para escuchar y esperando no sufrir una imperdonable.
—Mi señor —escuchó una nueva voz en la habitación. Un vistazo de reojo le reveló un mago que llevaba la vestimenta completa de Mortífago, capucha incluida; arrastraba un muggle al interior del recinto. En cuanto le dejó caer en el piso, abandonó el lugar lo más rápido que pudo sin ser irrespetuoso, lo cual era una línea muy fina cuando tu vida dependía de ello.
A Severus empezaban a dolerle las rodillas, pero permaneció perfectamente rígido, escuchando cómo Voldemort torturaba al muggle hasta la muerte. Se sentía agradecido de que Harry estuviera despierto y no tuviera que sufrir aquello.
—Arriba, Snape —ordenó Voldemort—. Tu brazo —aferró con fuerza la muñeca de Severus, deslizando su varita para retirar la tela que cubría su antebrazo. El hechizo siseado aplicado sobre su vasallo reveló la Marca Oscura. Presionando su varita sobre dicha marca, convocó a otro seguidor.
Severus tuvo oportunidad de lanzar un breve vistazo al rostro de serpiente y los ojos rojos. En ese pequeño espacio de tiempo había reconocido una mezcla de emociones, antes que la expresión de Voldemort regresara a la furia. Sabía que aunque su maestro era muy poderoso, intentaba no mostrar ciertos sentimientos; eso podría ser tomado como una debilidad y explotado, incluso por un servidor leal. El maestro de Pociones estaba seguro de no haber dado ninguna señal de haber reconocido en el Señor Oscuro la angustia, mezclada con decepción y frustración, por sólo mencionar unas cuantas de las emociones que trataba de ocultar.
Siguiendo sus indicaciones, Severus se paró, en silencio, al lado de Voldemort. Era la posición que solía ocupar Lucius Malfoy. La puerta se abrió para mostrar al seguidor recientemente convocado, a quien se dio órdenes para que retirara dos cuerpos, el muggle muerto y al asistente que seguía quieto en el suelo.
—No te acostumbres a ese puesto, no estás reemplazando a Malfoy como mi mano derecha —los ojos de serpiente se entrecerraron, observando la reacción del impasible rostro de Snape. Dado que no se esperaba su respuesta, Severus permaneció impertérrito. Voldemort continuó estudiando su rostro. Parecía estar inmerso en una gran agitación interna. Después de varios y tediosos minutos, el Señor Oscuro le guió hasta un saloncito.
No era la primera vez que Severus bebía con el Señor Oscuro, pero en esos casos Lucius siempre había estado presente. Cuando los sirvientes se retiraron y luego de sisear un hechizo de silencio, Voldemort comenzó:
>> Me gustaría hablarte sobre Harry Potter —hizo una pausa, tomando un sorbo de su whisky—. Puedo sentirlo, ¿lo sabes? —.
—Había mencionado que su felicidad era causa de irritación para usted, mi Señor —contestó Severus, con aparente indiferencia.
—Sí, sí —movió la mano, restándole importancia—. ¿Sabes por qué decidí hablar contigo sobre esto? —.
—No, mi Señor. Estoy a tu servicio —Severus inclinó la cabeza, preguntándose cuándo el bastardo con aspecto de serpiente llegaría al meollo del asunto.
—Se porqué mis seguidores me son leales, Severusss. Todos necesitan algo, algún beneficio que obtendrían al servirme, o al menos eso creen, con unas pocas excepciones. Muy pocos son realmente leales a mi causa. Es una de las razones por las que voy compartir la información contigo esta noche —con una floritura de su varita, los vasos se llenaron nuevamente.
>> Después que la Maldición Mortal fallara al tratar de eliminar a Potter, encontraste la manera para que, un mago sin dinero como tú hiciera todas las pociones que él deseaba. Regresaste con el viejo tonto, quien te dio un lugar para vivir, comida en tu plato, y un laboratorio lleno de suministros. Una vez que recuperé mi poder, tus habilidades han resultado muy beneficiosas para mí. Lucius, sin embargo... —su voz se apagó, mientras giraba el líquido ambarino en su vaso.
>> Lucius Malfoy se dedicó a asegurarse una posición firme en el Ministerio y la Junta Escolar de Hogwarts. Está sediento de poder, y no soy lo bastante idiota como para ignorar que tomaría mi lugar si se le presentara la oportunidad. Tú, en cambio —Voldemort le observó por encima de su vaso. Sus ojos rojos parecían reflejar el fuego del mismísimo infierno.
—Siempre te seré leal, mi Señor —nuevamente Severus inclinó la cabeza ligeramente.
—Quizás... Sé que no estás contento con el asistente que te procuré. Pero también sé que te proveo del local y las necesidades que te permiten trabajar y experimentar en pociones que el Ministerio nunca aprobaría. Sin mi influencia, no podrías adquirir algunos de los ingredientes, no disponibles en su mayoría—.
—Agradezco la oportunidad que me has otorgado, mi Señor —Severus seguiría permitiéndole mantener esa creencia, aun sabiendo que él era muy capaz de conseguir materiales raros y controlados. Era cierto que había comenzado siendo pobre, pero después de años viviendo en Hogwarts, con muy pocos gastos, había logrado ahorrar e invertir una considerable suma de dinero.
>> Hice un pedido de ingredientes para elaborar la porción que ordenaste, pero todavía no han llegado. ¿Hay alguna otra poción con la que pueda servirte mientras tanto? —preguntó Severus, esperando que su amo llegara al punto mientras aún era joven.
—No. Aunque estoy consciente de tus progresos, no es de pociones sobre lo que quiero hablar. He llegado a la conclusión de que Potter puede sentir más que mis más fuertes emociones—.
Severus rezó a cualquier dios que le escuchara que no hubiera descubierto que Harry sufría cada vez que él lanzaba maldiciones.
—Descubrí un patrón. A veces, cuando he podido sentir fuertes sentimientos de Potter, te he convocado para que me ayudaras a preparar una poción que me permitiera lidiar con el mocoso, y noté que su felicidad terminaba poco después—.
"Oh, mierda"
>> Si Potter puede sentir mis llamados, puede ser castigado a través del mismo enlace. Al menos eso es lo que pensaba hasta hace poco —Voldemort frotó lentamente sus sienes, como si le doliera la cabeza—. Potter no ha mostrado signos de incomodidad durante mis últimas convocatorias—.
—Si me permite, mi Señor —Severus obtuvo un asentimiento como señal de que podía continuar—. ¿Son sólo fuertes emociones las que puedes sentir de Potter? —al demostrarle a Harry cuánto le amaba antes de dejarle tenía la esperanza de matar dos pájaros de un tiro, y al parecer había funcionado.
—Siento sólo las emociones fuertes, inesperadas. Sin embargo, si me concentro, puedo percibir lo que está sintiendo en un momento dado —cerró los ojos por unos segundos y Severus supo que estaba intentando captar las emociones de Harry. Casi dejó caer su vaso cuando Lord Voldemort soltó una risotada. Esa especie de bufido fue seguido de inmediato por una ira fiera. Severus aguanto su propia risa y se preguntó que sería con lo que Harry estaba disfrutando. Fue sacado de sus reflexiones cuando Voldemort depositó su vaso con un golpe sordo, todavía furioso por su momentánea falta de control.
>> Felicidad ocasional es esperada, pero no toleraré lo que tuve que soportar hace un rato. Si eso continúa, puedo enviar a alguien para que le ataque nuevamente. En realidad, me sorprende que no haya caído ya —esto último lo dijo más para sí mismo que para Severus.
—¿Cuál es el problema, si puedo preguntar? —.
—Potter está enamorado —la última palabra fue pronunciada como si se tratara de una blasfemia. Levantó su bebida de nuevo—. ¡Quiero que eso termine, y tú lo vas a terminar! —.
Severus tensó cada músculo de su cuerpo para permanecer controlado y no saltar a conclusiones precipitadas. Se limitó a asentir y dar un sorbo a su bebida.
>> Utiliza tu actual relación para tomar ventaja—.
—¿Mi Señor? —Severus trató de decir más, pero se había quedado sin palabras.
—Estás usando al lobo; utilízale para averiguar de quién está enamorado Potter y mátale, sea quien sea—.
—Dudo que Lupin confíe en mí lo suficiente como para darme esa información —levantó su vaso para encontrarse con que estaba vacío.
—Entonces, quizás deberías ¡DEJAR DE FOLLÁRTELO! —.
—¿Ron, qué sucede? —Hermione le sacudió, pero no consiguió una respuesta coherente. Ron había encendido la chimenea para llamar a Harry. Ella le había escuchado llamar a su amigo con un tono amistoso, saludo que fue inmediatamente seguido por un grito. Inicialmente, la joven pensó que se trataba del grito de una mujer y corrió a su habitación como una flecha para encontrarse a su pareja gesticulando con las manos y chillando en un intento por transmitir lo que había visto y tanto le había perturbado, pero no conseguía pronunciar palabra alguna.
Diez minutos antes...
Harry no se había arredrado cuando la gota de poción aterrizó sobre su nuca. Evitó estremecerse mientras bajaba por su espalda al elevar la vista hacia su ahora acuoso techo. El único sonido en la habitación era el ocasional chapoteo de la viscosa sustancia cuando salpicaba sobre el piso, desde el mantel o las lámparas.
El silencio fue roto por el bufido de risa de Fred. Ése simple sonido que salió por la nariz de Fred Weasley desató la guerra. Aunque algunos esperarían que una batalla entre magos se enfocaría en la magia, aquellos que habían crecido con hermanos en el mundo mágico lo veían de otra manera. Al pasar sus primeros diez años sin poder hacer magia, y sus posteriores años sólo en la escuela, los jóvenes magos y brujas rara vez pensaban en usar su varita cuando empezaban las batallas fraternales. Harry, que había pasado veranos y navidades en la Madriguera, no era una excepción.
Con la velocidad de un rayo, Harry levantó un puñado de la viscosa sustancia azul verdosa y la lanzó a Fred, estrellándola contra su pálido pecho. Al instante, George corrió y levantó la tapa del enorme caldero para usarla como escudo. Harry saltó tras el sofá mientras Fred utilizaba lo que quedaba del caldero como barrera.
—Ey, Harry, ¿aprendiste esos graciosos movimientos en tus sesiones de entrenamiento? ¿Kieran te enseña cómo resbalarte y caer de culo? —se mofó Fred desde su escondite. Harry lanzó algo de la sustancia al techo, sobre la cabeza del gemelo, y aguardó que goteara sobre su víctima. Pronto descubrió que no debía distraerse demasiado tiempo cuando fue golpeado en la cabeza por un buen disparo proveniente de George.
—Quizás fue Snape. Después de todo, el produce ese genial frufrú con su túnica —le provocó George, mientras bloqueaba con su escudo con efectividad. Harry logró agacharse a tiempo para evitar un ataque de Fred, y rió a carcajadas cuando el pegote que había lanzado al techo finalmente cayó, aterrizando encantadoramente sobre el cabello pelirrojo de Fred.
—Mierda —exclamó el pelirrojo, secando su frente antes que goteara por su cara—. Es evidente que Snape le ha estado enseñando algo más. Lo que me gustaría saber es... —se agachó antes de continuar —¿le quita puntos por una desastrosa ejecución? —.
Harry prefirió no defender su vida sexual; en lugar de eso, levantó dos puñados de masa antes de deslizarse hacia adelante por el piso. Al tiempo que se desviaba a un lado, apuntó a ambos. Desafortunadamente, George había logrado apartarse de su camino y protegerse de nuevo con el escudo. Deslizarse por el piso había dejado a Harry al descubierto, pero eso difícilmente importaba cuando el piso estaba tan embarrado como él.
Deteniéndose al lado del caldero, o lo que quedaba de él, Harry quedó justo al lado de Fred. Para entonces, ambos reían como histéricos. Casi al mismo instante, notaron cuán alarmantemente limpio había logrado mantenerse George. Tenía algunos manchones, pero en su mayor parte había logrado evadir a ambos.
Harry lanzó una sonrisa traviesa a Fred y en ese breve momento supo que así era como los gemelos debían comunicarse sin decir ni una sola palabra. Fred levantó tres dedos. Cuando el último dedo bajó, corrieron hacia el limpio George y le tumbaron.
Harry uso sus impresionantes habilidades para conseguir aprisionarle. Se sentó en el suelo tras su cabeza y usó sus piernas para aferrar sus brazos, dejando sus manos libres para hacer pegajosos rizos en el cabello pelirrojo.
—Precioso —rió Fred—. El pegote sobre el cabello rojo se vuelve púrpura. Te ves guapo, hermanito —comentó, olvidando que él también tenía la cabeza empapada. Aprovechó para torturar a su gemelo gota a gota. Cuando George empezó a lanzarle patadas, se sentó sobre sus rodillas, manteniéndole quieto.
A ese punto, Harry estaba seguro de que habían utilizado un hechizo para mantener las toallas en su lugar. Un hechizo que probablemente era necesario para vivir en la Madriguera.
Fred, a horcajadas sobre las rodillas de su hermano, comenzó a trazar siluetas en su pálido pecho, como si fuera pintura de guerra.
Fue en ese momento cuando, los tres con el pecho desnudo y la cabeza cubierta de pringue, un 'Hola, Harry' fue seguido por un agudo chillido proveniente de Ron, cuya cabeza acababa de aparecer en la chimenea.
—Vergonzoso —gruñó Fred.
—Dímelo a mí —replicó George—. Nuestro hermano grita como una chica—.
—Es sorprendente, ya que ahora su voz es más ronca que la nuestra. Ey, eso luce muy bien. No sabía que tuvieras talento para la peluquería —bromeó Fred, al ver la obra de Harry en el cabello de George.
—¿No lo sabías? A todos los gays se nos da bien hacer peinados —dijo Harry, petulante.
—Lástima que no tengas las mismas habilidades como decorador de interiores —se rió George.
Severus gruñía mientras preparaba pociones en el laboratorio de la guarida del Señor Oscuro. Había esperado que se le permitiera irse, pero en lugar de eso se le ordenó elaborar una poción antes de partir. No le gustaba trabajar en el laboratorio luego de haber bebido alcohol.
—¿Estamos de mal humor por aquí? —preguntó su asistente con arrogancia, entrando en la habitación con aire de superioridad—. Nuestro Maestro estaba complacido al escuchar que fuiste tan rápido al ordenar los ingredientes para elaborar la poción que necesita. Es extraño que me envíe a mí, un humilde asistente, a controlarte. A ti, que estás más alto en la jerarquía. No es un buen presagio sobre la confianza que tiene en ti—.
"Eso explica el porqué el Señor Oscuro dice conocer mis progresos", pensó Snape, aunque no se dignó a responder el comentario del joven cretino. Sabía dónde estaba parado y no necesitaba probar nada ante este irritante dolor en su trasero.
>> Parece que allá donde vas, las paredes tienen oídos... —.
La pedante sonrisa desapareció con el último comentario, al ser interrumpido por las fuertes manos de Severus en su garganta. El asistente luchó por mantener los pies sobre el piso.
—Si por oídos te refieres a Flynn, te sugeriría enfáticamente que llamaras al pequeño perro de tu primo. Mi paciencia tiene un límite muy delgado y él lo está alcanzando —mantuvo el control, dejando que su asistente absorbiera apenas el aire suficiente para mantener la consciencia.
>> El lobo puede aguantar el chantaje, pero no permitiré que dos pedazos de mierda abusen de mí en mis propias mazmorras. El Ministerio me despediría de una patada en el culo si lanzara alguna amenaza contra su vida, pero tú, sin embargo, puedes decírselo de mi parte. Si quiere vivir para cumplir los dieciocho años, dejará de provocarme —Severus enfatizó sus últimas palabras apretando su agarre, levantándole un poco más alto. Los pies del asistente dejaron el suelo mientras jadeaba tratando de respirar. Las fuertes manos en su garganta le liberaron abruptamente, dejándole caer.
Después de respirar con fuerza varias veces, el color regresó al rostro del asistente. Se levantó, tembloroso, consiguiendo estabilizarse antes de apuntar su varita hacia el maestro de Pociones. La atención de Snape había regresado al caldero, pero estaba totalmente consciente de cada movimiento en el pequeño recinto. No se había molestado en mirar a su asistente, que de repente estaba sosteniendo una varita hacia él. Sin siquiera girarse, clavó su varita contra la marca que sus dedos habían dejado en el huesudo cuello minutos antes.
—Ni siquiera lo pienses —advirtió Severus, lenta y llanamente, mientras seguía agitando la poción con su mano libre—. Y ya que estoy concentrado nuevamente en las pociones... —continuó, sin siquiera mirar si el asistente había guardado su varita —¿no recuerdas la petición de nuestro Amo sobre guardar discreción acerca de todas las pociones que se elaboran para él? —.
El ofendido asistente, argumentando la acusación de Snape, no había notado la sombra que oscureció el umbral de la entrada.
>> Ilumíname —comentó Snape con tranquilidad, agregando unos ojos de tritón, guardando discretamente su varita—. Uno de mis estudiantes, creo que primo tuyo, ha tenido la audacia de mencionar la necesidad que puedo tener de consumir una poción que preparaste por orden del Señor Oscuro. Y me preguntó: ¿dónde se supone que obtuvo dicha información? —.
El asistente palideció. Había mencionado distraídamente la condición del maestro de Pociones mientras charlaba divertido con su primo, pero nunca esperó que fuera lo bastante estúpido como para repetirlo.
Severus confirmó que lo dicho por su asistente era cierto, las paredes tenían oídos. En este caso, el umbral de la puerta, donde el Señor Oscuro se encontraba parado fuera de la vista.
Continuó elaborando su poción sin inmutarse cuando entró Lord Voldemort y reclamó a gritos a su asistente por patrocinar a un candidato lo bastante ignorante como para chantajear al jefe de la Casa Slytherin, quien además era un Mortífago de alto rango. Flynn podía compartir información cuando fuera apropiado, pero no podía bajo ningún concepto interferir con Snape o su misión, Lupin incluido.
El asistente pagaría las consecuencias por su indiscreción, y el joven candidato tendría que volver a probar su valía para ganarse los favores del Señor Oscuro. Después de una sesión de crucios, el tembloroso asistente partió para tener una 'pequeña charla' con su primo. Capítulo 64 . | |
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