La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Yo entré (mes del amor) 27 de febrero a las 21 h.

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gabrielle62

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MensajeTema: Yo entré (mes del amor) 27 de febrero a las 21 h.   Yo entré (mes del amor) 27 de febrero a las 21 h. I_icon_minitimeVie Feb 27, 2015 2:08 pm

Historia: Death Eater takes a Holiday
Autor: Lee Potter
Traductor: Alisevv
fragmento:




Severus asintió con una sonrisa. Ahora, Harry tenía mucha curiosidad, pero sus pensamientos se vieron frustrados por las acciones de Sev una vez más. El Gryffindor observó con interés como unos dedos largos y delgados levantaban la fresa más grande del plato. Mientras la colosal fruta entraba en la boca del Profesor, el joven pudo ver la lengua deslizarse hacia fuera para lamer la base justo antes de morderla; rojas gotas se deslizaron por su barbilla. Harry estaba seguro que vería la lengua de nuevo, lamiendo el jugo. Ciertamente, eso sería su perdición. Pero Severus nunca dejaría de sorprenderle, y, educadamente, frotó su pañuelo contra su barbilla para limpiar las ofensivas gotas rojas.

Al principio, Harry no notó que cuando Severus colocó la servilleta en su regazo, su mano no regresó a la mesa. En vez de eso, la mantuvo sobre su pierna, que ya estaba peligrosamente cerca de la de Harry. El joven estaba empezando a desear llevar pantalones bajo la túnica, para mantener las cosas bajo control, pero Hermione había insistido en que debía mantener las tradiciones y llevar la túnica mágica como se suponía que debía ser usada. Ella había leído que la ropa suelta permitía que la magia fluyera alrededor de la persona, permitiendo que fuera canalizada hacia donde se deseaba. Esa era la razón por la que los primeros atletas olímpicos iban desnudos, pero cuando la ropa fue introducida posteriormente, se decidió permitir que los muggles tomaran el control de los eventos.

Ni siquiera el recuerdo de los aburridos discursos de Hermione acerca de las tradiciones mágicas había evitado que la sangre bajara hacia su polla. La mano que Severus mantenía sobre su propia pierna se había movido, rozando ligeramente el muslo de Harry. El maestro de Pociones sonrió, no por el chiste que Filius estaba contando, sino por el estremecimiento que había provocado en el joven a su lado. Harry no pudo evitar que su tenedor temblara, así que dejó la fruta y se decidió por dar un sorbo a su bebida. Había estado tomando jugo de calabaza y estaba considerando probar el vino, pero temía que el licor le metiera en problemas. No confiaba en si mismo y en no hacer algo de lo que luego se arrepentiría, como bajar la lengua por el cuello de Sev en presencia del resto de los invitados.

Harry puso su mayor esfuerzo en continuar la conversación, pero la mano tan cerca de él se movió de nuevo. Un pícaro dedo rosado se estaba deslizando adelante y atrás sobre su muslo. Ya no pudo hacer más para contestar las preguntas de Arthur sobre… sobre lo que fuera que el hombre estaba preguntando. Pronto, Filius estaba contando otro chiste. Severus movió toda su mano hasta el muslo musculoso a su lado. El jadeo de Harry fue bien disimulado con la perfecta coordinación de los hombres riendo en respuesta al chiste. El Slytherin le elogió internamente por su pronta recuperación, mientras Harry serenaba su respiración. Severus apretó, sintiendo como los cuadriceps debajo de su mano se tensaban en respuesta. Los músculos del muslo de Harry estaban muy bien definidos; el mayor podía sentir cada músculo individual en el duro muslo que estaba explorando. Finalmente, el Gryffindor se relajó un poco, su pierna aflojándose ante el toque. Sev le recompensó con un tacto suave como pluma. Los dedos largos y delgados se estiraron y se volvieron a cerrar, acariciando la sensible piel a través de la túnica azul pizarra. Harry apretó su vaso con un poco más de fuerza de la necesaria mientras la mano se deslizaba con agonizante lentitud por su muslo interno. El joven tomó una de las últimas fresas en un intento por evitar girar sus ojos. Pero Sev era despiadado, y su sincronización impecable, como siempre. Mientras los perlados dientes del muchacho mordían la fruta, la mano traviesa encontró su destino. Harry gimió alrededor de la fresa. Impactado, al darse cuenta que el gemido había surgido de él, casi llevó una mano sobre su boca, pero pensando rápidamente, fingió que el jugo corriendo por su barbilla le había sorprendido. Luego de secar el jugo con el dorso de su mano, observó que los otros hombres reían entre dientes por su acción. Él recuperó sus buenos modales y tomó una servilleta.

Severus dejó quieta su mano mientras Harry recuperaba una compostura razonable, pero no le dio mucho tiempo antes de volver a acariciarle a través de la túnica. El miembro de Harry estaba ahora duro como piedra y se movía ante el toque. Una parte de su mente pensaba que necesitaría levantarse pronto si los invitados decidían partir, pero la otra parte estaba ida, perdida en la sensación de su antiguo profesor de Pociones acariciándole por debajo de la mesa. Hizo hasta lo imposible para no gemir y empujar en la mano del hombre. Severus había rodeado con sus pies el tobillo del Gryffindor, apartando ligeramente sus piernas, permitiéndose un mejor acceso. Hábilmente, abrió un botón, dejando apenas la abertura suficiente como para que Harry saltara libre de la capa de tela que le separaba del maravilloso contacto de piel contra piel. Estaba tan al límite que casi se corrió al sentir el contacto de la mano caliente de Sev rodeándole. No era la mano del chico de dieciocho años con el que había dormido durante las vacaciones. La mano de Severus era larga, y notablemente más habilidosa para la tarea. Una pequeña partecita de su cerebro le permitió estar lo suficientemente consciente como para pensar si tenía su servilleta bien colocada, aunque la mantelería de la mesa protegía perfectamente su regazo de la vista. El fuerte agarre que rodeaba su dureza continuo con paso lento, deslizando de vez en cuando un pulgar por la cabeza de la ahora goteante polla. La temblorosa mano de Harry llenó su copa nuevamente. Se preguntaba cómo demonios Severus lograba estar ahí entado, tranquilo y sereno, como si no le estuviera haciendo una paja al anfitrión en medio de sus compañeros de trabajo y el guardián del joven, quien además era su jefe.

Estaba ya muy cerca, y comenzó a moverse en su asiento. La urgencia de empujar sus caderas era casi insoportable. Ante la peculiar mirada que le estaba lanzando Arthur, se dio cuenta que había estado ausente de la conversación por demasiado tiempo. Sonrió débilmente y se esforzó por prestar atención a lo que Filius estaba diciendo. Era casi imposible siquiera comprender lo que estaba siendo dicho, pero había conseguido recuperarse lo suficiente como para saber que nunca lograría manejar un clímax discreto. Había tenido mucha práctica, viviendo en los dormitorios de Hogwarts, especialmente los tres años, o algo así, antes de que aprendiera un hechizo de silencio; pero mantener su rostro sin expresión era algo que no tenía deseo de intentar. Quizás delante de sus amigos, pero en frente de Albus, Filius y el señor Weasley era inadmisible.

Severus estaba siendo despiadado. En el momento que se dio cuenta en lo que Harry estaba pensando aceleró el paso, llevándole casi al límite. Harry derramó su bebida en la mesa, y se levantó rápidamente para evitar que el líquido goteara por el borde sobre las túnicas de todos. Afortunadamente, Severus jaló de la túnica del joven mientras se levantaba. Lo que hubiera sido muy vergonzoso estaba convenientemente oculto por la ropa. La atención de los hombres estaba enfocada en la bebida derramada, así que no notaron la fiera erección que su anfitrión estaba soportando.

—¿Por qué no van a la salita de estar y yo iré a traer algo de té? —sugirió Harry, nervioso.

—Adelántate, Harry, yo me encargaré de esto —ofreció Severus amablemente.

Esto le ganó miradas extrañadas de los dos hombres que no estaban acostumbrados a un Severus Snape amable; Albus era una excepción. El Director alejó a todos hacia la salita con un nuevo tema de conversación. La puerta de vaivén de la cocina había permanecido abierta, sostenida por una piedra. Entrando en el recinto, Sev golpeó dicha piedra de manera casual para sacarla del camino, permitiendo que la crujiente puerta oscilara hasta cerrarse detrás de él. Gruñó ligeramente cuando la madera golpeó en su trasero en el movimiento de regreso. La risita de Harry fue sofocada cuando un par de fuertes brazos le rodeó.

—¿Qué sucede, Harry, no pudiste terminar? —bromeó en su oído.

—Pensaba que ése era tu trabajo —replicó con una sonrisa antes de explicar—. Podía permanecer quieto, pero no mantener el rostro serio.

—Afortunadamente para mí, no eres hetero** —Sev succionó el lóbulo de su oreja—. Déjame ver cuán quieto puedes estar —alargó una mano a la todavía desabotonada túnica. Harry dejó escapar un suspiro y se recostó contra el mago más alto. Sin audiencia, el joven regresó al borde del clímax en poco tiempo. Severus continuó con el lóbulo de su oreja entre sus labios y dientes, apresurando el ritmo de sus caricias para emparejarlas con los jadeos de Harry. La ardiente respiración contra su cuello hizo que la mente del joven girara sin control. La voz profunda fue su perdición.

—Córrete para mí, Harry.

Lo hizo. Presionando su cabeza contra el pecho de Severus, convulsionó en un orgasmo silencioso.

Antes que pudiera recuperar completamente el sentido de orientación, Sev le había limpiado con una servilleta, lo había ‘acomodado’ y había cerrado los botones de su túnica. La puerta de la cocina hizo un crujido mientras era abierta. Un ulular pudo ser escuchado.

—Miren cómo Hedwig ha encontrado su nuevo hogar; trajo una carta para ti, Harry —informó Albus, entrando en la cocina. Harry se sobresaltó y volvió a revisar su aspecto. Lucía bien, y Severus estaba parado a varios pies de distancia.

“¿Cuándo llegó allí?”, se preguntó.

Él había sido limpiado muy rápido; apenas sabía cómo estaba de pie. Sus rodillas todavía temblaban ligeramente.

>>Ah, Severus, ¿estás probando los dulces que Harry va a servir antes que el resto de los invitados? —bromeó Albus, al ver que se chupaba un dedo. Severus asintió y ronroneó en confirmación alrededor del dedo cubierto.

—Mmm.

Los ojos de Harry casi brotaron de sus cuencas al ver al hombre chupándose el dedo, con Albus hablándole como si fuera un niño de siete años atrapado con la mano dentro del tarro de galletas. Miró fijamente, inmóvil, mientras el alto, oscuro y discreto hombre limpiaba sus manos en una servilleta. Harry seguía sin emitir sonido. Incluso todavía estaba intentando tranquilizar su respiración antes que su mente tomara conciencia de que Albus estaba en la habitación, y que apenas un momento antes él había estado sido impactado por una muralla de calor mientras se corría en la mano de Sev.

El profesor de Pociones estaba más fresco que una lechuga. Con un giro de su varita, el té estuvo listo. Otro giro y Harry se encontró sosteniendo una bandeja de galletas. El peso de su nevada lechuza sobre su hombro, trajo al joven de regreso a la realidad.

—Gracias —musitó suavemente.

Severus no estaba seguro de si se estaba refiriendo a la bandeja con galletas o no. Le hizo un guiño y siguió a Albus fuera de la cocina, dejando a Harry recuperarse del todo.
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