Tu recuerdo me mataAdvertencias: NC-17
Romance con algo de angst.
terminado: Sí
OoOoOoOoO
No le apetecía celebrar su cumpleaños, en tres días haría veintiséis años y seguía solo, porque era incapaz de tener una pareja, incapaz de amar a nadie que no fuera él y lo había intentado, había tratado de olvidarle por todos los medios… No le habían faltado oportunidades que estaban bien para un polvo rápido pero nada más, y sabía que la culpa era sólo suya, porque no lograba arrancárselo de la mente, su recuerdo le mataba, lo llevaba en el alma y no podía sacarlo de allí.
Lo que ellos habían tenido, lo que había sentido entre sus brazos jamás lo había vuelto a sentir con nadie ¿De verdad había ocurrido o había sido un mero espejismo de su mente? No, realmente había sucedido, cuando la guerra era más cruenta y las esperanzas de ganar muy pocas, Severus estaba siempre a su lado convertido casi en su sombra, protegiéndole y ayudándole. A veces era un auténtico incordio pues su carácter seguía siento el mismo de siempre, tan sarcástico e hiriente como de costumbre, pero algo había cambiado, Harry lo notaba, era como si lo que antaño fueron hirientes burlas y palabras que pretendían realmente herirle, ahora no fueran tales, sino chanzas entre amigos, porque eso es en lo que habían terminado por convertirse, en dos buenos amigos.
Sin él, Harry nunca lo habría logrado y lo sabía, pero aún dolía cada vez que se acordaba.
Se habían conocido obligatoriamente, a la fuerza, pues pasaron muchas horas juntos entrenando, practicando hechizos de defensa y todas las maldiciones oscuras que Severus conocía… Ahora que Dumbledore había muerto él había tomado las riendas de su preparación y Harry había aprendido más en esos meses junto a Severus que en todos sus años en Hogwarts. Se habían convertido en amigos aún a pesar suyo, al menos al principio, pero Harry no tardó en sentir algo mucho más fuerte por Severus, algo muy diferente a la camaradería, nunca podría explicar cómo había llegado hasta ahí, porque era un sentimiento muy nuevo para él, pero ahí estaba, instalado en su corazón y, al parecer, poco dispuesto a desaparecer. Era una inquietud que nunca antes había experimentado y que desde que todo pasó le producía un dolor profundo, sordo e íntimo que no había conseguido acallar a pesar de los años.
Acababa de amanecer y Harry jadeante, sudoroso y completamente satisfecho, a pesar de saber que en pocas horas se enfrentaría a Voldemort, se recostaba en el pecho de su amante después de un maratón de sexo que había durado toda la noche, intentando recuperar la calma. Sin embargo… inesperadamente, Severus le hizo a un lado levantándose bruscamente y comenzando a vestirse de espaldas a él. No parecía el mismo hombre que le había hecho el amor apasionadamente durante toda la noche, diciéndole tanto con sus caricias y sus besos.
—¿Qué pasa?...—había preguntado confuso como nunca, mientras su corazón palpitaba dolorosamente contra su pecho, temiendo lo peor.
—Ha sido un error Potter… esto nunca debió pasar—dijo con frialdad, sin dejar de vestirse, sin mirarle si quiera…
—¿Un error…? ¿Ahora soy Potter otra vez? ¿Hemos hecho el amor durante toda la noche y ahora me dices que ha sido un error?—logró preguntar mientras la ira crecía en su interior como la lava de un volcán en erupción, asolándolo todo, devastándole a él.
—Severus... por favor…—musitó, agarrándole del brazo y entonces el hombre de ojos negros se volvió a mirarle.
—Es la verdad Potter—dijo liberándose de su agarre— ha estado bien, ha sido un buen polvo pero esto se acaba aquí, nunca podría tener nada serio contigo, sólo eres un crio.
Harry no supo cómo logró llegar hasta él pero le dio un puñetazo con toda su rabia y con todas sus fuerzas. Le tiró al suelo y no se detuvo a mirar, ya no le importaba que lo viera llorar, le daba absolutamente igual y dolía demasiado… Se puso el pantalón vaquero a toda prisa y salió corriendo de la estancia antes que Snape se hubiese levantado siquiera del suelo.
—¡Te odio… maldito seas!—aulló antes de cerrar tras él con un portazo que hizo temblar los cimientos del castillo.Ahora sabía que fue esa rabia extra, esa ira que él le había provocado lo que consiguió que venciera a Voldemort como lo hizo, sin miedo, porque en esos momentos veía todo rojo y sólo podía sentir odio, porque en esos duros instantes le daba igual vivir o morir, y eso fue lo que marcó la diferencia. El odio le ayudó a vencer al Lord Oscuro, no el amor que tanto pregonaba Dumbledore. ¿Amor? Sólo era una palabra, algo que a él le estaba vetado, algo que creyó rozar con los dedos hacía apenas unas horas, pero como casi siempre le ocurría en su patética visa, sus sueños se habían quedado sólo en eso, en el anhelo de una felicidad que no era para él.
OoOoOoOoO
Habían pasado diez años desde entonces y con ninguno de sus amantes había conseguido rozar el cielo de nuevo. Estaban bien como desahogo pero nunca daba una segunda oportunidad, no quería ataduras, no quería sufrir ni crear vanas ilusiones a nadie, no quería prometer algo que sabía que no podía cumplir. Alguno de sus amantes ocasionales le había gritado que no tenía corazón. Tal vez tuviese razón.
Después de la guerra se había marchado de Inglaterra, sus mejores amigos eran pareja y él no quería ser el tercero en discordia. No sabía qué hacer con su vida, no le apetecía seguir jugando al quidditch y tampoco quería ser Auror, nada entonces tenía demasiado sentido. Decidió que conocer mundo y poner tierra por medio sería una buena terapia para su maltratado corazón. Nunca había salido de Londres y ya iba siendo hora… Al final se convirtió en destructor de Hechizos y Maldiciones de Magia Oscura, era un trabajo que le gustaba y que le permitía viajar por distintos países y no echar raíces en ninguno. Su fama le precedía y con razón, era el mejor en su trabajo así que le reclamaban de todas partes. Había estado en Italia, Francia, Alemania, Grecia, Rusia, Japón, la India y China y todos los países le habían fascinado. Sólo volvía a Londres cuando le apetecía y se alojaba en la casa de Ron y Hermione que ya tenían dos hijos, la dulce e inteligente Rose, su ahijada de ocho años, y el pequeño Hugo de cinco, que era idéntico a Ron en todo y su ojito derecho además. Ellos eran su familia.
OoOoOoOoO
—Potter está aquí, le he visto esta mañana en el Callejón Diagon con el matrimonio Weasley y sus dos vástagos.
Severus no dijo nada, permanecía de espaldas a él mirando por la ventana, fingiendo contemplar el paisaje de los terrenos de Hogwarts, aunque sin ver nada en realidad, para lo que le importaba… Hacía diez años que no le veía, no le había buscado después de vencer al Lord Oscuro, Harry le odiaba y tenía sobradas razones para hacerlo después de cómo le trató. Per era su deber, era lo que tenía que hacer y lo hizo, a pesar de que nunca antes, hacer lo que debía le había costado tanto. El amor de Lily había protegido a Harry hasta entonces, pero el chico necesitaba mucho más que amor para poder tener una mínima oportunidad de vencer al Lord. Harry tenía un enorme potencial, pero necesitaba todo su coraje, su arrojo y su valor. Necesitaba estar al límite, necesitaba ira y sentir auténtico odio para que su potencial mágico se manifestase en todo su poder, y Severus sabía eso… Era necesario provocar su odio y sólo podía hacerlo dándole donde más le dolía, sabía que Harry le amaba y él tenía que destruirle, para lograr que sobreviviese. Aunque eso significara sacrificar, también para siempre, su propia felicidad.
—Deberías hablar con él Severus, decirle la verdad… —Lucius era el único que sabía todo lo que pasó ese día, el único que sabía la verdad.
—No me creería… Es demasiado tarde, han pasado diez años Lucius y seguramente habrá rehecho su vida con alguien más y es normal que así sea.
—No finjas que no te importa, a mí no puedes engañarme Severus. Te conozco demasiado bien y sé cuánto le amas. Tienes que decírselo, tiene derecho a saber la verdad. Además… Draco dice que no tiene pareja, que sigue solo—comentó Lucius como quien no quiere la cosa contemplándose las uñas como si estas fueran, de pronto, lo más interesante del mundo.
Severus se volvió rápidamente a mirarlo sorprendido, un nuevo anhelo brillaba en los oscuros ojos del profesor.
—¿No tiene pareja…?—pregunto sin poder disimular la ansiedad en la voz. No podía entenderlo Harry era un magnífico partido para cualquiera y no sólo por ser quien era sino porque era realmente atractivo.
—No Severus, que a pesar de ser el soltero más codiciado de todo el Mundo Mágico, sigue sólo.
—¿Y Draco como sabe eso?—preguntó sin poder evitar el deje de esperanza que se reflejó en su voz.
—Se mueven en los mismos círculos Severus, mi hijo trabaja en el Ministerio, en el mismo departamento que Granger. Creo que hasta toman café juntos y todo—dijo haciendo una mueca de desagrado—sí, lo sé, parece increíble pero es cierto… Sabes lo que opino de los muggles y los de
sangre mezclada, no es que los odie, pero tampoco los quiero cerca. Desgraciadamente mi hijo y su esposa no parecen pensar lo mismo.
>>Son nuevos tiempos Severus, tiempo de cambios, tal vez ellos tengan razón y yo haya estado equivocado todo el tiempo. De cualquier forma, prefiero las cosas como están ahora aunque no sean como a mí me gustaría. Todos perdimos en esa cruel guerra y por nada del mundo quiero que algo así vuelva a suceder. Mi hijo no quiere saber nada de las tradiciones, las respeta, pero no las comparte, así que tendré que ser tolerante si no quiero perderle a él también—terminó diciendo amargura.
Severus le miraba un poco impresionado por lo que había dicho, pero tenía razón, había que ser más tolerante con los muggles, por mucho que algunas de sus ideas y actitudes les desesperaran. Cuando Lucios había confesado su miedo de perder también a Draco se acordaba, sin duda, de Narcisa su esposa, que había muerto poco después de la guerra a causa de una maldición del Lord. Nadie, ni siquiera él, había podido hacer nada por ayudarla. Lucius jamás había podido perdonárselo, todo había sido a causa de su ambición desmedida, por seguir los dictámenes de un Monstruo que cada día estaba más perturbado, había arrastrado a su querida esposa en su locura, la había perdido para siempre, y casi pierde también a su hijo. No, Lucius Malfoy no había vuelto a ser el que era, los años que estuvo preso en Azkaban habían hecho también un buen trabajo, y aunque aún conservaba el porte y elegancia que le caracterizaban, había perdido su arrogancia. Lucius había aprendido de la manera más dura, que las personas amadas eran mucho más importantes que el poder y la riqueza.
—Solo tienes una vida Severus, haz el favor de vivirla y deja de ser tan cobarde. Hazme caso y busca a Potter…
Si algo no soportaba Severus era que le llamasen cobarde, pero sí, tenía miedo, lo reconocía, miedo a que Harry le rechazase, algo que sería lo más lógico después de cómo le trató. Al menos tenía que explicarle porque hizo lo que hizo, Lucius tenía razón Harry merecía una explicación, aunque fuese después de tanto tiempo, aunque le arrease otro tremendo puñetazo como el de aquel día o peor aún le lanzase una maldición, era hora de contarle la verdad, se lo debía…
Al dia siguiente era su cumpleaños, si todo salía bien Harry accedería a hablar con él, y si lograba que le escuchase, tal vez… sólo tal vez, podría hablarle de sus verdaderos sentimientos hacia él.
OoOoOoOoO
Sus amigos le habían organizado una fabulosa fiesta de cumpleaños y no se había atrevido a decir que no le apetecía celebrarlo. La celebración era en el jardín de la casa de Ron y Hermione, habían puesto tanta ilusión que no podía decirle que no. No faltaba de nada, los músicos las guirnaldas, las pequeñas hadas revoloteando… y todos sus amigos, sin embargo… Era una bobada, era muy consciente de ello, pero cada vez que cumplía años inevitablemente se acordaba de Severus, de lo que pudo ser y no fue, y de que había pasado otro año más sin él.
Nadie sabía lo que había habido entre él y Severus y nadie iba a enterarse, si dependía de él, era mejor así. Draco Malfoy hizo su aparición junto a su encantadora esposa Astoria y las piernas de Harry parecieron volverse de gelatina cuando vio quien venía con ellos. El mundo parecía haberse detenido, durante unos instantes sólo se observaron mutuamente, Harry no sabía qué hacer ni cómo actuar, aquello era totalmente inesperado, pero no era el único Severus parecía haberse convertido en estatua de piedra y no dejaba de mirarlo de una forma... La tensión era de tal calibre que casi se podía mascar.
—¿Podemos hablar un momento Harry?... Por favor…—No supo si le conmocionó más el hecho de que le llamara por su nombre o que se lo pidiera por favor, definitivamente lo último, que su antiguo amante le pidiera algo por favor era totalmente inaudito. El Severus que él recordaba… exigía las cosas, era hiriente con sus palabras, gestos, acciones y sarcástico hasta el infinito, pero jamás lo habría imaginado suplicándole hablar con él. Asintió con la cabeza, más que nada, porque era incapaz de decir nada coherente en esos momentos. No sabía muy bien como se sentía en esos instantes, mil emociones se aturullaban en su pecho, sentía muchas cosas pero no ira, aunque estaba muy nervioso y le mataba la curiosidad de saber qué diablos estaba pasando.
Mientras se dirigían a un lugar apartado de los demás Harry oyó los cuchicheos y sintió la mirada de todos los asistentes a la fiesta clavada en ellos, seguramente tan sorprendidos como él mismo.
—Y bien… ¿Qué es eso tan importante que tiene que decirme?—le preguntó con impaciencia tratándole adrede de usted, marcando las distancias, Severus no pareció notarlo.
—Quiero que sepas la verdad de por qué actúe como lo hice Harry, tal vez no sirva de nada a estas alturas, ha pasado mucho tiempo pero necesitaba que supieras la verdad, te debo una explicación de por qué actué como lo hice. Todo fue una gran mentira, nada de lo que te dije lo sentía realmente pero era necesario, tenía que ponerte furioso, tenía que hacer que sintieras verdadero odio para que pudieras enfrentarte al Lord con todo tu potencial y combatirle con sus mismas armas.
Harry parpadeó varias veces mientras intentaba asimilar lo que Severus le estaba contando. La conocida ira inundó su pecho de nuevo y apretando la mandíbula dijo.
—Ahora ya no importa demasiado ¿no le parece profesor? Cuando todo pasó, cuando estuve más tranquilo me di cuenta de que algo no me cuadraba en todo aquello, que ni siquiera usted podía ser tan cabrón, pero ya no tiene importancia que le crea o no, ha pasado demasiado tiempo y ya no soy el crio crédulo y enamoradizo de entonces, lo único que sé es que en todos estos años no me buscó.
—Tienes razón Harry, creí que me odiabas que jamás me perdonarías pero era la única manera.
—¿Hundirme en la miseria era la única manera…? Entonces tengo que felicitarle por su gran trabajo, lo hizo a la perfección, aquello me marcó de tal modo, que no he logrado confiar en nadie lo suficiente durante todos estos años como para formar una pareja. Sigo solo y eso también se lo debo a usted.
—Lo siento yo…
—¡Deje de mentirme! Nunca le importé una mierda, esa es la única verdad, me utilizó igual que hizo Dumbledore, sólo que lo que usted me hizo fue infinitamente peor porque yo le amaba. Usted fue el primero al que me entregué y lo hice por amor, después de eso no he podido amar a nadie más. Le felicito y puede sentirse muy orgulloso Snape, la jugada le salió perfecta.
—¡Maldito mocoso desagradecido!— exclamó Severus fuera de sí cogiéndole por la pechera—¿Crees que eres el único que ha sufrido? ¡No tienes ni idea de cómo me he sentido durante todo este tiempo, no eres el único que tiene sentimientos. ¡Hice lo que debía pero no quería hacerlo…! Sacrifiqué mi felicidad pero estás vivo y eso era lo que más me importaba entonces y ahora…
Todos los presentes en la fiesta se habían ido acercando poco a poco para no perder detalle de lo que estaba ocurriendo, al principio, alarmados por lo que parecía una pelea, ahora, atónitos al oír las palabras de Snape.
El profesor le soltó con brusquedad y se dispuso a marcharse, sólo entonces Harry reaccionó, entendiendo. Severus le amaba y a pesar de ello había antepuesto la posibilidad de que sobreviviera aunque le odiase, se había arriesgado a perderlo, a ser infeliz para siempre Severus no era un hombre fácil, por decirlo suavemente, y además era Slytherin. A los de la casa de las serpientes les costaba enamorarse, no lo hacían con facilidad pero cuando lo hacían era para siempre y eso Harry lo sabía muy bien. Una sonrisa incrédula apareció en su rostro mientras negaba con la cabeza. ¡Era tan absurdo…! Llevaban diez años separados y ambos habían estado terriblemente equivocados, era demasiado el tiempo perdido y el sufrimiento. Era hora de poner fin a aquella locura. Harry lo hizo de la mejor manera que se lo ocurrió y también porque lo estaba deseando desde que lo vio aparecer en la fiesta, le agarró del brazo le obligó a darse la vuelta y capturó los finos labios que tanto había añorado en un demandante beso. Severus se paralizó, pero la sorpresa sólo le duro un segundo, el que tardó en responder a la caricia, envolviendo a Harry entre sus brazos, y tomando lo que por derecho le correspondía, lo que siempre había sido suyo por derecho propio, ya que le había sido negado durante mucho tiempo. Tampoco él estaba dispuesto a pasar ni un segundo más sin degustar a su Harry. No se enteraron de los aplausos y vítores que estallaron a su alrededor, demasiado ocupados en recuperar el sabor, el aroma y las, por tanto tiempo, añoradas caricias de su pareja.