La Mazmorra del Snarry
¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.

La Mazmorra del Snarry


 
ÍndicePortalÚltimas imágenesRegistrarseConectarseFacebook
La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Entre el cielo y el infierno. Capítulo 2: Severus

Ir abajo 
AutorMensaje
Invitado
Invitado




Entre el cielo y el infierno. Capítulo 2: Severus Empty
MensajeTema: Entre el cielo y el infierno. Capítulo 2: Severus   Entre el cielo y el infierno. Capítulo 2: Severus I_icon_minitimeVie Ene 20, 2012 7:47 pm

CAPÍTULO 2: SEVERUS.

El atardecer se contorsionaba sobre un horizonte pintado con los colores del infierno. “Ni siquiera aquí puedo escapar de él”, pensó, hastiado, al observar los tonos rojos y naranjas centelleando en la distancia. Los últimos rayos de sol se entrelazaban en el cielo como devastadoras lenguas de fuego, consumiendo la luz del día que, paulatinamente, abandonaba el cementerio de Kensal Green (1).

“El preludio de la oscuridad”.

Una sacudida de cabeza devolvió la vista de Severus a la tumba que se erguía frente a él. Las incipientes sombras ya mancillaban el mármol blanco con sus ennegrecidos dedos, y se dijo que, ciertamente, regresar allí era como volver al abismo. El nombre que rezaba el epitafio era puro veneno, un mantra que se repetía incansable y eterno dentro de su cabeza. Lejano, pero aún abrasador, inolvidable. Un recuerdo constante de lo que fue, pero sobre todo de lo que pudo haber sido.

—Lily —susurró.

Y de pronto, la sensación de frío se hizo más intensa sobre su piel. Sintió el peso de la noche en toda su magnitud cayendo a su alrededor y anidando en su pecho, mientras el invierno se aferraba definitivamente a sus huesos. Fue como si un acantilado se hubiera abierto ante él para engullirlo, desgarrando la tierra y las rocas que descansaban bajo sus pies. Un pozo oscuro y profundo lleno de nada, lleno de todo aquello que pudo haber sido.

Inspiró con fuerza, violentamente, resistiéndose a la abrumadora emoción que recorría su columna vertebral, y giró la cabeza para evitar que la imagen de aquella fosa y aquel nombre continuaran estrangulando sus entrañas. Apenas recordaba la última vez que había visitado ese lugar, la última vez que había sentido sobre su lengua esas cuatro letras candentes. Después de unos segundos, resopló con impaciencia. “Como demonio soy bastante patético”, pensó, mientras se preguntaba de nuevo qué cojones estaba haciendo allí. A modo de respuesta, la imagen de Harry se formó intempestivamente en su cabeza.

“Nadie debería ser condenado por no poder soportar la soledad”.

Las palabras retumbaron profundamente en su conciencia, con la brutalidad de los golpes de un martillo, esculpiendo profundas arrugas en su frente. Allí estaba de nuevo la santurrona declaración, la insustancial afirmación que llevaba semanas acosándole. Se pasó una mano por la cara. ¡Por Lucifer, ¿qué tenía que hacer para quitársela de encima?!

—Ese niñato… —farfulló, cabreado.

¿Por qué disculpar semejante falta? ¿Por qué la salvación para los suicidas? La gente estaba sola por elección, se dijo; por culpa de sus actos. Nadie mejor que él podía dar cuenta de ese hecho. Sin embargo, no podía dejar de darle vueltas, pensando que tal vez, las cosas podrían haber sido diferentes también para él. Aunque había pasado mucho tiempo, aún era capaz de reproducir con meridiana exactitud cada uno de los momentos cruciales, cada uno de los errores que habían ido tejiendo su condena. Habían sido muchos, demasiados, y cuando se quiso dar cuenta, Lily estaba muerta y a él se lo había tragado la culpabilidad y el dolor. “Nunca existió posibilidad de perdón”, reflexionó. “Sólo la cobardía de una botella de veneno.”

Ignorando el nudo de su estómago, fijó su vista en el paisaje que se extendía a su alrededor, en los álamos solitarios y en los grises cipreses que salpicaban el sempiterno silencio del cementerio. Parecía que la vida se había detenido, suspendida entre las sombras retorcidas del anochecer. “Me empiezo a parecer a Thanatos (2)”, pensó con sorna. Y el nudo volvió, esta vez, para ahogarle. Pero, de repente, un gélido viento se levantó, desterrando la agobiante calma que lo infectaba todo y permitiéndole respirar de nuevo. Con un rápido movimiento, atrapó al vuelo la gabardina, que ondeaba tras él sin control, y se la abrochó. Las fuertes ráfagas iban y venían en remolinos desordenados, extendiendo el rumor de las hojas secas que, impotentes, se abalanzaban desde las ramas contra el suelo: marchitas, amarillas, muertas.

Deseó que el aire también fuera capaz de arrancar de su cuerpo sus propios pensamientos.

En un gesto casi instintivo, Snape cerró los ojos, concentrándose en la sensación del viento helado pasando entre sus dedos. Concentrándose en desintegrarse. Durante un instante, pudo imaginar que era el tacto de una suave melena roja la que se enredaba en torno a ellos… Y sin previo aviso, los recuerdos se agolparon en su garganta.

—¿Por qué has aceptado su oferta? —le había preguntado Lily, molesta, mientras removía una taza de té que desde hacía rato se había quedado fría.

—¿Cómo que por qué? —La estupefacción de Severus apenas le permitía contestar. Se suponía que ella iba a alegrarse por él, por encontrar esa oportunidad—. ¡Es la farmacéutica más importante del país!

—¿Y qué necesidad tienes de irte con ellos?

—Es un gran oportunidad para mí —había replicado—. Allí podré demostrar por fin mi valía, deberías alegrarte por mí. —Y cauteloso, había añadido—: Además, estoy harto de James y de toda la tropa que se ha traído. Se han hecho dueños y señores del despacho.

—¡Pero nos ayudan mucho, Severus! —exclamó, sorprendida.

—¿Ayudar? Lo que James intenta es…—“ligar contigo”— llevarse la gloria.

—Estoy cansada de lidiar con vuestros egos. Esto no es una cuestión entre James y tú. ¿Vas a traicionar todos tus principios para estar allí? —Las aletas de la nariz se le estaban ensanchado y Severus supo que Lily empezaba a estar realmente enfadada—. Sabes que llevo años luchando contra esa corporación. Matan a gente y experimentan con todo tipo de medicamentos.

—Sí, claro, como si fueras a conseguir algo desde ese despacho de “abogaduchos” que has montado con esos palurdos —espetó. El rencor camuflándose bajo la arrogancia.

Fue entonces cuando Lily se levantó de la silla, furiosa. Las personas que estaban sentadas en la terraza del bar se habían girado para observarlos.

—Eso que tanto desprecias es mi vida y por lo que he luchado desde que me licencié en Derecho. —Severus, arrepentido, acercó su mano al brazo de la joven, para calmarla e instarla a que se sentara de nuevo, pero ella se zafó del agarre.

—Lily… —empezó, sin saber muy bien qué decir—. No era mi intención…

Ella negó rotundamente con la cabeza.

—He disculpado tu comportamiento en multitud de ocasiones, Severus. No hay más excusas. —Una frialdad tan dura como el acero se había instalado en su voz—. Estás con nosotros o contra nosotros.

Severus se mantuvo callado. Sabía que se volvería loco si seguía allí, con James. Su mente trabajó a toda velocidad para encontrar la respuesta adecuada, pero Lily se impacientó.

—No sé qué pretendes, Severus. Si piensas que obtener ese cargo va a curar alguna de tus heridas o tu ego, estás muy equivocado. Te arrepentirás de tu decisión; estoy convencida.

Abrió los ojos súbitamente y regresó a la oscura realidad, con los últimos ecos de la sentencia de Lily tronando en sus oídos. Conmocionado todavía, permaneció inmóvil, incapaz siquiera de dar un paso atrás para salir corriendo. Recordarlo había sido tan desgarrador como vivirlo de nuevo. Se sorprendió al notar el persistente bombeó de su corazón contra la tela negra; parecía increíble que, después de todo, pudiera seguir latiendo.

—Te he estado buscando —dijo, repentinamente, una voz a su espalda.

Severus despertó bruscamente de su embeleso. Había estado tan ensimismado que ni siquiera se había apercibido del aura tenebrosa que, ahora, impregnaba el ambiente. No necesitó girarse para saber quién había llegado.

“¿Y tenías que encontrarme en este preciso momento?”

—¿Y por qué no sigues haciéndolo? —refunfuñó, recuperando la voz perdida.

Escuchó el crujir de la hierba detrás de él, hasta que Lucius se colocó a su lado. De reojo, pudo ver cómo las extensas alas negras se retraían con un siseo.

—Yo también me alegro de verte —replicó, al tiempo que echaba una ojeada curiosa a su alrededor. El pelo rubio y revuelto por el viento se zarandeaba contra su cara—. Sinceramente, era el último lugar en el que esperaba encontrarte. Llevabas mucho tiempo sin perderte por aquí.

—Parece que no el suficiente —gruñó, mientras se pasaba un dedo por la boca. El regusto amargo del pasado todavía le picaba en los labios.

—¿Por qué vienes aquí? —La mirada del ángel oscuro se posó en la tumba blanca—. Es bastante lúgubre.

—¿Has venido a filosofar sobre la vida, Lucius? —le interrumpió.

—¿Quién es ella? —Señaló el nicho.

—Nadie que te importe.

Lucius torció el gesto, pero dejó pasar el tema.

—Se ha corrido la voz con lo de la chica. Fue una buena caza.

Algunas imágenes fragmentadas de Alice relampaguearon en su cabeza. El cuerpo pálido y solitario, las lágrimas negras manchando sus mejillas. Su rostro. El rojo y el blanco volvieron a revolotear en su cabeza. “Basta”, se dijo, intentando encontrar una entereza que no sentía.

—Una más, como tantas otras —mintió.

—Se la ganaste al favorito. Es todo un logro. —Tras la inflexión neutral, se podía intuir el sabor de la envidia—.Te vas a ganar unos cuantos favores.

—Es un novato descerebrado. No tuvo nada de meritorio.

—No es tan novato —replicó rápidamente Lucius—. Por lo que sé, conoce el negocio bastante bien. Al parecer, fue Potter el que pidió hace poco el traslado a este sector, para poder interactuar con la humanidad y todo eso; pero ya llevaba mucho tiempo en la división de…

Severus entornó los ojos. “Lo que me faltaba, que me recitasen el curriculum post mortem de Potter”. No podía aguantar la reverencia con la que hablaba del chaval.

—La verdad es que me importa una mierda de dónde venga y por qué motivo ha decidido confraternizar con los humanos —espetó—. ¿Qué es lo que quieres? No creo que hayas venido ex profeso a felicitarme, y dudo que tengas interés en visitar a ningún pariente: tú tienes el dudoso placer de verlos todos los días en nuestro paraíso. Así que, suelta de una vez lo que tengas que decir.

Ya había tenido suficiente dosis de Harry para toda su no-vida. No necesitaba que le contaran nada más. La tumba de Lily atrajo de nuevo su atención. Sólo quería olvidarlo y desaparecer. Tal vez en unas semanas todo habría vuelto a la normalidad y los remordimientos habrían desaparecido.

Lucius, desairado, se irguió en toda su dignidad antes de hablar.

—Tienes un nuevo encargo —informó. El tono dejaba muy clara su irritación.

—Saben que no puedo con un protegido más —respondió Severus—. Ya tengo muchos en mi lista. Llevo demasiados.

—Quieren que lo hagas tú. Son órdenes de arriba.

—Como si son del mismísimo Diablo. —La mención de Harry lo había cabreado—. Estoy harto de esto: de este maldito juego, de corretear detrás de los humanos. Lo único que hago es cotillear en las vidas de unos individuos que no me interesan, como una vulgar alcahueta. Siempre pendiente de ellos. ¿Se puede saber para qué vale?

Lucius suspiró con cansancio y, burlonamente, le explicó:

—El bien, el mal, el equilibrio… Nosotros somos la parte malvada y Potter y compañía los buenos. —Snape lo fulminó con la mirada—. ¡Vamos, Severus! Esto es así. ¿Acaso ahora, después de tanto tiempo, necesitas un porqué?

Durante un segundo, tuvo el irrefrenable instinto de escupirle. “Claro, ¿por qué iba a necesitarlo? Ya tengo amos que piensan por mí.”

—Además —continuó Lucius—, cuantas más almas consigamos para la causa, mayor será nuestra influencia. Es una cuestión de poder. —La ambición brillaba en sus ojos—. ¿Te imaginas lo que podríamos hacer?

“¿Seguir coleccionando almas?”, pensó con aborrecimiento.

—Estoy convencido de que, aunque no hiciéramos nada, esas almas que tanto ansías seguirían cayendo como moscas. —El desprecio de Severus se filtraba en cada sílaba—. Los humanos se creen muy especiales, únicos e irrepetibles, pero casi todos son réplicas exactas, clones con las mismas taras: los mismos errores, los mismos anhelos, los mismos miedos… Todos acaban sucumbiendo a la tentación. Y si no terminan todos en el puñetero averno es porque en última instancia, cuando el miedo les oprime el corazón, dicen arrepentirse de todos sus pecados. —Una punzada de dolor le atravesó el pecho. “Para ese tipo de cobardes sí hay perdón divino, ¿eh, Dios?—. Así es la naturaleza humana: débil, egoísta y ruin.

Severus detuvo su disertación de repente. Lucius lo miraba con una mezcla de curiosidad y expectación. Se dio cuenta de que había hablado demasiado. Los finos labios de Snape se apretaron brevemente, arrepentidos por su traición, y se maldijo internamente.

—Vaya, Severus, pensaba que no querías filosofar. —Una sonrisa socarrona nació en el rostro de su compañero—. Nunca te hubiera imaginado como un dedicado antropólogo (3).

La idea de borrarle la estúpida expresión de un bofetón se le hizo muy atractiva. Pero, con la voz cargada de desdén, simplemente contestó:

—Yo tampoco te imaginaba como un imbécil, Lucius, pero está visto que todos podemos equivocamos.

—¿Se puede saber qué te ocurre? —preguntó. Ya no parecía tan divertido con la conversación—. Estás más insoportable de lo habitual.

—Será porque estoy escuchando más estupideces de lo normal.

—Coño, Severus. ¿Por qué tienes que estar así de amargado? Tienes una vida eterna por delante y te dedicas a malgastarla haciendo mala leche…

Irritado, se masajeó el puente de la nariz mientras Lucius seguía con su inagotable cacareo como carabina. En su condición humana, soportar semejante perorata se hubiera traducido en una inminente jaqueca. “¿Por qué no se largará de una vez?” Tras varios intentos infructuosos de sugerirle que cerrara el pico, en forma de resoplidos y gruñidos, decidió poner fin al insufrible discurso del hombre dándole justamente lo que quería. Ya tenía suficiente con aguantarse a sí mismo.

—¿Quién es?

Lucius, molesto por la interrupción, buscó el rostro de Severus. Los ojos grises del hombre, oscurecidos por la penumbra, lo contemplaron fijamente, con una mezcla de confusión y rabia. “Por lo menos se ha callado”

—¿Acaso me estabas escuchando? —Ante el obstinado silencio de Severus, hizo un aspaviento de frustración y preguntó exasperado—: ¿Quién es quién?

—El encargo, joder. ¡Quién es el maldito encargo! Tendrá algún nombre, datos, expediente…

Snape, complacido, tuvo que reprimir una sonrisa cuando vio a su compañero inhalando una profunda bocanada de aire, conteniéndose, seguramente, para no mandarlo a la mierda. Sabía que lo estaba colocando al límite de su paciencia. Con el rostro todavía congestionado, Lucius hizo aparecer de la nada una pequeña carpeta amarilla.

—Toma —le dijo, secamente, estampándole el portafolios contra el pecho.

Lo recogió con estudiada indiferencia. Al abrirlo, descubrió el rostro de su nuevo protegido. La foto del muchacho presidía la primera hoja, aunque tuvo que forzar la vista para ver todos los detalles: se estaba haciendo de noche muy deprisa. Era un chico joven, de expresión adusta y mirada inteligente. Llevaba el cabello rubio muy corto, lo que le daba una apariencia aniñada, muy poco acorde con el marcado ceño que arraigaba en sus facciones.

—Se llama George, un cachorro de veinticuatro años con aires de triunfador. Acaba de terminar la carrera y busca desesperadamente reconocimiento. —Hizo una pequeña pausa antes de añadir con burla—: También está enamorado. Una chica de su facultad con la que pasa horas muertas, intentando que ella se fije en alguna de sus virtudes.

—¿Puntos débiles?

—Se cree muy listo y piensa que nadie valora su talento —contestó, mientras le dirigía una intensa mirada—. ¿Te suena de algo?

Severus eludió la indirecta.

—¿Está trabajando?

—Ha concertado una entrevista en el despacho de Allen & Overy (4)

—Muy original —soltó, mordaz.

Lucius profirió una risa estrangulada.

—Sí, todos los abogados novatos intentan ingresar allí, aunque lo cierto es que éste parece que tiene posibilidades de pasar los cortes de selección.

Snape alzó una ceja, escéptico; pero no comentó nada.

—Y de la mujer, ¿se sabe algo?

—Es del género buena chica. Ya sabes, generosa, simpática, amable, idealista... En una palabra: aburrida.

—Es decir, hay que quitársela de encima.

Lucius asintió y, a modo de despedida, dijo:

—Diviértete.

“Seguro que sí”, pensó con desganda, mientras el hombre se alejaba en la oscuridad.
Sin embargo, un presentimiento lo inquietó. Cerró apresuradamente el expediente de George.

—Lucius —llamó, antes de que pudiera desaparecer. El hombre se giró hacia él con las alas ya extendidas para marcharse—. ¿Por qué me querían a mí para este caso en concreto?

—Porque lo hiciste bien con la chica.

Una terrible corazonada comenzó a latir en sus sienes.

—¿Quién es mi contrario? —preguntó, con el aliento atrapado en sus pulmones.

—¿Te refieres al ángel? —Severus se limitó a asentir—. Pues Potter… Creí habértelo dicho antes.

Todo el cuerpo de Snape se tensó, mientras la losa de la sospecha caía sobre él convertida en una certeza. ¡No puede ser! Tuvo que hacer un esfuerzo para no dejar traslucir su espanto.

—¿Algún problema? —inquirió Lucius, extrañado, observando fijamente la carpeta que Severus estrujaba entre las manos.

“¿Alguno?” Estuvo a punto de echarse a reír. “El destino no se cansa de torturar siempre a los mismos.” Sin embargo, reuniendo todo su autocontrol, le contestó:

—Sí. Pero dejaré de tenerlo en cuanto te hayas marchado.

Lucius lo asesinó de un vistazo.

—Hazte un favor, y háznoslo a todos los demás: disfruta del cuerpo que te han dado y echa un polvo.

Y desapareció.

“Qué gilipollas”

Sin embargo, sus pensamientos se desviaron rápidamente a sus problemas más inmediatos. Tenía que enfrentarse otra vez a Potter y a sus intentos de salvar la humanidad. “Perfecto”, pensó con desaliento. “Justo lo que estaba necesitando.”

Cuando Severus se giró de nuevo hacia la tumba de Lily, el cielo ya se había vestido completamente de negro, oscuro como la boca de una bestia. En el horizonte sólo se distinguía una estría anaranjada, el último vestigio del ocaso. El hombre apoyó su mano sobre la lápida, en la que ya apenas se vislumbraban las líneas que formaban el nombre de su martirio, y la acarició con lentitud. Su cabeza y sus hombros se encorvaron, hundiéndose en un foso de desesperación. “¿Por qué me dejaste solo?”, pensó con amargura y, sin poder contenerse, se dejó caer de rodillas en la hierba húmeda, junto a ella.

Se quedó allí, quieto. Y cuando el sol abandonó finalmente el mundo, las sombras lo devoraron.

Notas finales:

(1) El cementerio existe y está en Londres. Dejo una imagen:
http://www.grannybuttons.com/.a/6a00d83451b11469e201538ded7582970b-pi

(2) Este pensamiento de Sev pretende jugar con la descripción del cementerio y con la simbología de la historia. Tánatos es el nombre por el que se conoce, en la mitología griega, al dios de la muerte, que era representado como un joven alado.
Cuando Severus piensa en Tánatos, lo hace observando el desolador paisaje que lo rodea: “Parecía que la vida se había detenido […]”. Y por eso establece la relación entre el dios (que significaba la muerte de la vida) y su propia situación.

Para más información de este dios, wikipedia al rescate:
http://es.wikipedia.org/wiki/T%C3%A1natos

(3) Persona dedicada a la antropología que, en palabras de la RAE, es:
a) El estudio de la realidad humana.
b) La ciencia que trata de los aspectos biológicos y sociales del hombre.

(4) Allen & Overy es una prestigiosa firma de abogados de Londres que pertenece al llamado “Magic Circle” (formado por los cinco bufetes de abogados más importantes del país).



Última edición por Silvara Severus el Dom Ene 22, 2012 6:29 pm, editado 1 vez (Razón : Corregir un par de cosillas ^^)
Volver arriba Ir abajo
NANNDYTA
Duelista
Duelista
NANNDYTA


Navidad 2015 Juego Yo entré-D.I.S 2015 Juego palabras hechizadas DIS 2015 Juego lechuza chismosa-D.I.S 2015 El muñeco de nieve-Navidad 2015 La magia del mundo Muggle-Navidad 2015 El pergamino Apolillado-Navidad 2015 Posteador del mes (Diciembre 2015)
Femenino Cantidad de envíos : 720
Fecha de nacimiento : 27/07/1991
Edad : 33
Galeones Snarry : 132566
Fecha de inscripción : 14/10/2012

Entre el cielo y el infierno. Capítulo 2: Severus Empty
MensajeTema: Re: Entre el cielo y el infierno. Capítulo 2: Severus   Entre el cielo y el infierno. Capítulo 2: Severus I_icon_minitimeSáb Feb 28, 2015 7:05 pm

Hola Silvana, he vuelto a pasar por aquí y aún no hay continuación, espero que sigas pues la historia está de lo más interesante.
Volver arriba Ir abajo
Invitado
Invitado




Entre el cielo y el infierno. Capítulo 2: Severus Empty
MensajeTema: Re: Entre el cielo y el infierno. Capítulo 2: Severus   Entre el cielo y el infierno. Capítulo 2: Severus I_icon_minitimeVie Mar 06, 2015 8:10 am

¡Hola, Nanndyta!

Me alegra saber que te gusta la historia ^^. La verdad es que todavía no hay continuación. El fic en sí ya está medio escrito, pero tengo que terminarlo y he estado un poco desaparecida del fandom de HP.

En cualquier caso, sé que lo acabaré en algún momento y que publicaré el final.

Besos
Volver arriba Ir abajo
Contenido patrocinado





Entre el cielo y el infierno. Capítulo 2: Severus Empty
MensajeTema: Re: Entre el cielo y el infierno. Capítulo 2: Severus   Entre el cielo y el infierno. Capítulo 2: Severus I_icon_minitime

Volver arriba Ir abajo
 
Entre el cielo y el infierno. Capítulo 2: Severus
Volver arriba 
Página 1 de 1.
 Temas similares
-
» Entre el cielo y el infierno. Capítulo 1: Alice por Silvara Severus.
» Entre el cielo y el infierno. Capítulo 1: Alice
» Un Cielo para Severus (One shot)
» Fic del reto especial: Un cielo para Severus de K Kinomoto
»  Y algún día, la felicidad. Capítulo 4. Atrapado en el infierno

Permisos de este foro:No puedes responder a temas en este foro.
La Mazmorra del Snarry :: Biblioteca de la Mazmorra :: Fanfics Snarry :: Fanfics de Silvara Severus-
Cambiar a: