La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Duelo... por Araleh Snape

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Araleh Snape

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MensajeTema: Duelo... por Araleh Snape   Duelo... por Araleh Snape I_icon_minitimeDom Oct 30, 2011 1:19 pm

Duelo... por Araleh Snape 910844 He aquí mi respuesta al reto del Día Internacional del Snarry Duelo... por Araleh Snape 442930

Resumen:
La vida de Harry al fin tenía tranquilidad que siempre le faltó e intentaba con todas sus fuerzas que nada perturbara ese gran logro. Pero él no contaba con que no solamente tus enemigos pueden complicarte la existencia.
Este es el link a SH: Duelo


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MensajeTema: Re: Duelo... por Araleh Snape   Duelo... por Araleh Snape I_icon_minitimeDom Oct 30, 2011 1:20 pm


Duelo








Era una tarde muy tranquila. Harry aprovechaba el clima cálido de la primavera para dormitar a la sombra de un árbol junto al lago. El sonido de las hojas moviéndose al viento era hipnótico, y las olas chocando con suavidad contra las rocas aumentaba su estado de relajación. A través de sus párpados cerrados percibía los rayos de sol filtrándose entre las ramas como si fueran pequeños diamantes… le recordaban algo, pero no sabía qué. Tal vez no estaba en condiciones de hacerlo, su mente se perdía en divagaciones en esa fase en que no sabes si ya estás dormido o aún no.


Algo había en ese lugar que le hacía sentirse como en casa, la relajación de los sonidos graves y suaves golpeando en su oído le provocaban tan deleite que sus labios se entreabrían dejando salir un ronco ronroneo.


— ¡Calla, Hermione, vas a despertarlo! —oyó que Ron susurraba muy cerca de ahí.


“Demasiado tarde” Pensó, no abrió los ojos esperando que Hermione siguiera el consejo de su amigo y le dejaran seguir disfrutando de ese inusual y tranquilo domingo.


— ¡No intentes evadir tu responsabilidad, Ronald, tienes que decirle!


“Ay no, ¿y ahora qué hiciste, amigo?”


— No intento evadir nada, pero míralo… —agregó Ronald con un falso tono de ternura—… el pobre duerme como angelito, tal vez no logró descansar anoche y tú quieres despertarlo por algo que puede esperar un poco más.

— ¡Eso no puede esperar, batracio! Si no eres capaz de hablar, yo le diré a Harry lo que escuchaste.


“¿Otro chisme?” Se preguntó Harry empezando a molestarse, ya estaba cansado de que la gente hablara de más. Ahora que la guerra había terminado no les faltaba tema de conversación, y si no, se lo inventaban. Lo peor del caso es que siempre le llevaban entre las patas, el protagonista de los rumores generalmente era él y la causa de la ruptura de su relación con Ginny.


¡Hasta Ginny ya se había superado la separación! Pero a sus compañeros del colegio les encantaba especular, y más ahora que la pelirroja reanudó su romance con Dean, el cual apenas intercambiaba palabra con Harry debido a algunos malos entendidos, que a su vez, provocaban otros.


— ¿Acabas de llamarme batracio?

— ¡No desvíes el tema!... Despierta a Harry ahora y dile ¿O prefieres que se moleste con nosotros por haberle ocultado una información como esa?

— Yo insisto en que es una tontería. —bufó Ronald—. Seguramente escuché mal.

— Y yo ya escuché demasiado. —intervino Harry resignado a que no podría dormir.


Tallando sus ojos Harry se incorporó sentándose junto al árbol. Hermione de inmediato se sentó a su lado sin tomar en cuenta el tono molesto de su amigo.


— Que bien que estés despierto, hay algo importante que tienes que saber.

— ¿Y ahora qué pasó?

— Ron escuchó algo, Harry, esto puede ser peligroso.

— ¿Peligroso?


Harry volteó a mirar a su pelirrojo amigo quien continuaba aún de pie y con los brazos cruzados, sin embargo, ante la insistencia no le quedó más remedio que sentarse y hablar.


— Escuché que Sirius y Snape van a batirse en un duelo el próximo fin de semana.

— ¡¿Qué?!... ¡Un duelo! ¿Pero porqué?

— No tengo idea, solo alcancé a escuchar como Snape prometió que pronto Sirius estaría comiendo croquetas en una nube.

— Tengo que hablar con Sirius, Snape sí es capaz de matarlo.


Harry abandonó a sus amigos para correr hacia el interior del Colegio. Sabía bien dónde encontrar a su padrino pues éste llevaba viviendo en el castillo desde el inicio del curso, su relación con Remus se formalizó después de haber sobrevivido a la caída por el velo. Hasta el momento, Sirius y Snape habían logrado mantenerse alejados, pero Harry siempre vivió con el temor de que se encontraran a solas en un pasillo, ambos seguían buscando cualquier pretexto para discutir o incluso pelear.


Lo que ahora sucedía era su mayor temor. Y mientras llegaba a las habitaciones de Remus, iba rogando en silencio para que realmente Ronald hubiese escuchado mal, ya no quería tener problemas con Snape.






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Remus volvió a preguntarse cómo es que se había enamorado del hombre más arrogante e infantil que había conocido. Desde su lugar en el piso después de haber sido derribado por tercera vez, veía como Sirius hacía ese ridículo baile de la victoria.


— Vamos, lobito, ponte de pie ¿o eso es todo lo que tienes para dar? —le desafió el animago sin dejar de revolotear por la estancia de su habitación, la cual acondicionaron para llevar a cabo esa peculiar práctica.

— No puedes imaginarte lo que se me antoja darte, Black. —gruñó el ojimiel intentando ponerse de pie—. ¿Quieres que me tome esto en serio?

— Bah, eso no es más que una pobre excusa. He derrotado al Profesor de Defensa, creo que Dumbledore debió darme el empleo a mí.

— Fanfarrón de pacotilla, lo único que podrías enseñar es ir a hacer sus necesidades en los árboles.


Sirius se rió a carcajadas sin darle importancia al comentario suponiendo que hablaba el orgullo herido del licántropo. El sonido de su risa aplacó la molestia de Remus. A pesar del carácter difícil de su amante, no podía escucharlo reír y no sentirse más enamorado.


Y quizá era eso lo que le impedía sentirse cómodo invocando hechizos contra Sirius. Por más contrariado que estuviese, no podría soportar lastimarle ni tan siquiera un poco.


— ¿Ya podemos continuar? —le apremió su pareja al verlo repuesto del último ataque.

— No, creo que esto ha sido más que suficiente para mí. Ni siquiera sé cómo es que accedí a convertirme en tu muñeco de práctica, es absurdo ese duelo que planeas, Black, tú mejor que nadie sabes que Snape conoce más maldiciones oscuras que tú y yo juntos.

— Pues por eso te elegí como instructor, Rem, eres quien más conoce de defensa pero parece que no le estás poniendo mucho entusiasmo… No estarás apostando a favor del grasiento ¿verdad?

— Lo haría, sí. —respondió sarcástico—. Claro, si hubiera alguien que apostara a tu favor.

— ¡¿Me estás diciendo que nadie confía en mí?!

— Hay que ser realistas, querido Sirius, has estado fuera de práctica de duelos, en cambio él no ha cesado de luchar día con día… y no solamente por el lado de la luz.

— ¡Pues no me importa! Aunque tenga que morir en el duelo, primero lo mato a él.


Remus no tuvo tiempo de mofarse de su ilógico razonamiento, la puerta cerrándose de golpe les hizo mirar hacia la entrada. Harry estaba ahí, mirándolos como si se hubieran vuelto locos.


— ¿Desde cuándo estás ahí? —preguntó Sirius intentando sonreírle despreocupado.

— El tiempo suficiente para saber que es cierto lo del duelo.


Ambos adultos respiraron profundamente. Sirius fue el primero en reaccionar, caminó hacia su ahijado pasando un brazo sobre sus hombros y llevándolo así hasta el sofá. El ojiverde obedeció en silencio, aún esperaba un razonamiento entendible que justificara lo que acababa de escuchar.


— Harry, no te preocupes por nada, ese duelo va a terminar pronto y podrás librarte de ese imbécil para siempre, eso debe darte gusto ¿no?

— ¡No! —respondió instintivamente más enseguida se esforzó por modular un poco su voz ante la mirada intrigada de su padrino—. Es decir, la guerra terminó, no es necesaria más violencia, tú y Snape jamás se han llevado bien pero creí que habían logrado poner una distancia saludable entre ustedes.

— Es imposible nada saludable entre él y yo, simplemente no cabemos en el mismo mundo.


Harry no comprendía tanto odio y realmente se preocupaba de no poder cambiar eso, daría lo que fuera por tener en sus manos la solución para que dos eternos enemigos se estrecharan las manos en son de paz. Pero hasta imaginarlo le parecía una escena demasiado irreal.


— ¿Qué fue lo que le dijiste para que te retara a un duelo? —preguntó, necesitaba saberlo y comprobar si no había otro medio de resolverlo.

— ¿Yo? ¡Él es el culpable, Harry, no sé porqué tu pregunta!

— Lo siento, es que eres más impulsivo. —se disculpó sonrojado por su prematura conclusión—. Entonces dime qué fue lo que pasó.

— Es algo privado, no te entrometas.


Sirius abandonó la estancia refugiándose en su recámara. Harry estuvo tentado a ir con él pensando que quizá le había ofendido demasiado con la duda, pero Remus le retuvo suavemente invitándolo a tomar asiento.


— Será mejor que sigas su consejo y no te entrometas. —le dijo cariñoso—. Es un pleito que ambos necesitan para desahogarse.

— Pero pueden salir heridos, Remus.

— Y ojalá eso les deje satisfechos.

— ¡Remus!

— Escucha, yo te prometo que tanto Sirius como Snape tienen más lengua que odio, puede ser que salgan con algunas magulladuras pero ninguno de los dos se atreverá a proferir lesiones graves.

— No me estás animando mucho. —siseó Harry asombrado por la calma de su Profesor.

— Voy a darte un consejo y espero que lo aceptes: no les des el gusto a ninguno de los dos de verte interesado en ese duelo.


Harry admitió que el consejo le parecía bueno, pero al mismo tiempo le incrementó la curiosidad por saber cuál había sido el motivo por el que se suscitara ese enfrentamiento. No le cabía duda de que ni Remus ni Sirius le dirían jamás, así que tendría que enterarse por otro modo.






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La recomendación de Remus aún sonaba en los oídos de Harry mientras éste tocaba a la puerta del despacho de su Profesor. No podía rendirse sin haber agotado todas las posibilidades. Y aunque las rodillas le temblaban sintiendo que estaba buscándose más problemas de los necesarios para sobrevivir, no se marchó de ahí.


Snape no se demoró mucho en abrirle mostrándose francamente sorprendido por la presencia de su alumno. Harry le miró a discreción notando que el Profesor disfrutaba de su día de descanso sin mostrar ningún indicio de estar angustiado o nervioso por el próximo duelo. Incluso iba vestido en mangas de camisa, algo que jamás le había visto hacer, y tenía en sus manos un vaso con una bebida ambarina que parecía whisky.


Rápidamente Severus se apresuró a esconder el vaso, nunca creyó que quien tocara a su puerta en un domingo fuese uno de los alumnos, mucho menos Harry Potter.


— ¿Qué hace usted aquí?

— Disculpe que le interrumpa en su día de descanso, pero necesito que hablemos ¿puede concederme unos minutos, por favor?


Snape ocultó muy bien su sorpresa ante la inusual formalidad del atrabancado joven. Y más sorprendido se sintió al verse a sí mismo apartándose de la puerta permitiéndole la entrada.


Harry había estado muchas veces en el despacho de Snape, ahí pasaba interminables horas de castigo, pero en esa ocasión parecía haber entrado a otro lugar. Aún continuaba el mobiliario áspero y los estantes llenos de frascos con sustancias raras pero se mantenían escondidas bajo las sombras pasando casi desapercibidos. En cambio, la iluminación se concentraba suavemente en una zona junto a la chimenea donde un amplio sillón de dos plazas suplantaba las incómodas sillas de madera que antes había visto en ese lugar.


El ambiente era muy íntimo y se sorprendió a sí mismo al pensar que también era sensual. El nervio que sentía en su estómago se incrementó irradiándose hacia su vientre. Se giró hacia Snape observando como el Profesor se le aproximaba con lentitud.


Casi se olvidó del motivo de su presencia, se sintió como si continuara bajo la sombra del árbol, sumido en un sopor sin saber si soñaba o no. Pero su mente iba un paso más adelante que él, trabajando por sí sola, e imaginándose ya envuelto en los fuertes brazos de su Profesor.


Pero cuando el Profesor pasó de largo, hasta la música de violines que empezaba a escuchar cesaron tan bruscamente como si un Diffindo hubiese partido sus cuerdas con crueldad.


Al recuperar la conciencia de donde estaba, Severus ya había iluminado mejor la habitación volviendo a darle ese ambiente tétrico y casi repugnante con todas esas cosas viscosas flotando en sus frascos.


— ¿Ya va a decirme qué es lo que se le ofrece, Potter?


Snape estaba sentado ya tras de su escritorio volviendo a asumir su rol de Profesor por lo que Harry se acercó al mueble sin saber a ciencia cierta cómo preguntar


— Me he enterado de lo del duelo y debo pedirle que se retracte.

— Ah, así que su rabioso padrino no ha podido mantener la boca cerrada. Pero no importa, nunca me he retractado de mis palabras, Potter, y las mantengo.

— ¿Entonces sí fue usted quien le provocó?... ¿Pero porqué?

— Él inició todo. —afirmó apretando los dientes, pero casi enseguida su expresión dio un inesperado giro y sus ojos brillaron maliciosos—. ¿Quiere ver cómo pasó?


Un grito en su interior le avisaba a Harry que debía negarse y salir de ahí, pero no pudo, ni siquiera recordando la advertencia de Remus. Su cabeza se movió afirmativamente ansiando saber qué era lo que había desatado ese conflicto.






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Última edición por Araleh Snape el Dom Oct 30, 2011 1:25 pm, editado 1 vez
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MensajeTema: Re: Duelo... por Araleh Snape   Duelo... por Araleh Snape I_icon_minitimeDom Oct 30, 2011 1:21 pm




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En el momento en que Snape le ofreció su mano para conducirlo por el Pensadero, Harry notó que su mirada era cada vez más maniática y supo que era su última oportunidad para alejarse, pero nuevamente le dio más voz a su curiosidad y se sujetó de esa mano procurando no temblar al hacerlo.


Cayeron sobre el aula de descanso de los Profesores, ahí estaba Snape leyendo tranquilamente uno de sus libros mientras bebía un poco de café. La puerta se abrió con rudeza dando paso al animago y al profesor de Defensa. Severus se ocultó más tras de su libro aunque sabía era difícil ignorar la ruidosa presencia.


— Ya quita esa cara, Sirius, que no es para tanto. —decía Remus casi con cansancio, era como si llevara varios minutos repitiendo esa frase.

— Debes dejarle más deberes a esos muchachitos, solamente así no tendrían tiempo de estar inventando estupideces.

— Pero si no pasó a mayores, tú mismo has dicho que escuchaste que ya no le dieron importancia al comentario de Ronald.


Harry se volteó a mirar a Severus, le sorprendía que su mejor amigo fuese mencionado en esa conversación.


— ¿Qué tiene que ver Ron?

— Escuche y verá. —respondió Snape sin dejar de mirar la escena.


El Severus que continuaba en el sillón pareció tener la misma duda que Harry, bajó su libro poniendo atención.


— Ya sé que nadie le tomó en serio, ese pelirrojo estúpido tiene que mejorar sus bromas, pero me molesta que los demás se hayan reído de su chiste.

— Ya lo has dicho, fue una broma ¡qué más da!


Lupin fue a servirse una taza de café y fue hasta entonces que Sirius pareció notar la presencia de Snape a unos pasos de ellos. Su rostro adquirió una sonrisa irónica que alertó a Remus. El licántropo logró sujetar a su pareja impidiéndole avanzar hacia el oscuro profesor.


— Basta, Sirius, él no tiene la culpa.

— Tienes razón, Remus. —respondió acentuando la burla en la mirada que dirigía a Snape—. No sé en qué pensaba ese Weasley, pero mi Harry jamás pondría sus ojos en un grasiento sin atractivo alguno.


Harry abrió desorbitadamente sus ojos ante esas palabras, cada segundo estaba más confundido. Volteó a mirar a Snape a su lado, hasta ese momento notó que seguía tomado de su mano y bruscamente se soltó. Severus continuó mirando la escena como si no hubiese notado la separación, Harry decidió callar y seguir observando a donde llevaba todo eso, pero mientras tanto se fue imaginando mil formas de desquitarse de Ronald.


— ¿Eso crees? —habló el Snape del recuerdo, se le veía tranquilo pero dispuesto a hacer callar a ese pulgoso.

— No solamente lo creo ¡lo afirmo! —respondió Sirius caminando hacia él, su sonrisa era desafiante por lo que Severus se puso en pie correspondiendo de la misma manera.

— Si yo quisiera, tu querido ahijado estaría postrado a mis pies.

— ¡Ja! Harry primero se casa con Dudley antes que salir contigo.

— Probablemente, y después de mí, seguirías tú.

— ¡Si no retiras tus palabras ahora mismo haré que te las tragues! —siseó Sirius encajando su varita en el cuello de Snape.


Sin embargo, y a pesar de la amenaza, Severus no se retractó y continuó mirando a su némesis como si fuese solo un molesto insecto. Remus decidió intervenir y fastidiado por la actitud de los dos hombres, les apartó firmemente.


— Ustedes dos son un caos, nunca van a arreglar nada si siguen con esa actitud y más vale que pongan un remedio definitivo si es que piensan seguir viviendo en el mismo lugar.


Las miradas de Sirius y Severus intercambiaron un complaciente deseo de salirse con la suya, era el momento de poder saciar las ganas de un enfrentamiento que debió suceder hacía muchos años.


Ambos llevaron su varita sosteniéndola en vertical frente a sus rostros.


— ¡No! —jadeó Remus exasperado.

— En una semana. —dijo Sirius sin hacer caso de su pareja.

— Al amanecer… no llegues tarde.


Severus salió del salón de descanso, y Harry sintió como él y el Severus de la actualidad regresaban al despacho de éste último. Al sentir sus pies en el piso firme, se dejó caer sobre la primera silla que encontró.


— Usted está demente. —susurró impactado—. ¿Cómo se le ocurre responder a la provocación de Sirius? ¿Es que no podía simplemente ignorar sus palabras y quedarse callado?

— Tanto su padrino como yo ya necesitábamos de un motivo y lo aprovechamos.

— O sea que yo solamente he sido el pretexto.

— ¿Qué pensaba? ¿Qué en verdad me interesa conquistarle?


Los ojos de Harry se entrecerraron ante la satírica pregunta de su Profesor. Admitía que las piernas le temblaron con solo imaginar la posibilidad de que Snape sintiera interés por él, pero no podía darlo a demostrar. Cambió su expresión por una de mayor seguridad, venció el miedo que tenía y caminó hacia su Profesor con tanta valentía que hasta se sorprendió al ver que el ojinegro retrocedió disimuladamente.


— Aunque quisiera hacerlo, Snape… —le susurró tocando el pecho de su Profesor con su dedo índice—… no podría. Antes de caer yo, usted perdería la razón por mí.





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Harry aún continuaba intentando comprender porqué se había atrevido a desafiar a Snape, él ya sentía perdida la batalla. Ahora ni siquiera recordaba cómo pudo salir de ese despacho sin morir de la vergüenza, o lo que era peor, sin delatar lo que realmente sentía por ese hombre tan odioso… tan insoportable… tan maléfico… tan… tan deliciosamente apetecible.


El ruido de la puerta le sacó de concentración justo cuando su mano vagaba por su cadera en un preámbulo de gratos minutos de autocomplacencia imaginando que era otra mano la que le acariciaba. Y al ver a Ron entrando al dormitorio toda su excitación se fue al carajo.


— ¡Tú, impertinente comadreja boca floja! —siseó señalando a su mejor amigo.


Al ver que la reacción de Harry, Ronald quiso escapar pero el ojiverde corrió hacia él impidiéndoselo. Ron logró alejarse corriendo a guarecerse detrás de su cama.


— ¿Q-qué hice? —preguntó saltando sobre el colchón para huir de Harry quien continuaba tras de él.

— ¡Arghhh, no te hagas el tonto, Weasley! ¡Me las vas a pagar!

— ¡Harry, yo te juro que no hice nada malo!

— ¡Sinvergüenza! ¡Ven acá!


Ron ya había saltado sobre la cama de Neville, Dean y Seamus sin que Harry le alcanzara, pero justo cuando estaba a punto de saltar sobre la de Harry y poder correr de regreso a la puerta, su amigo dio un brinco logrando atajarlo contra el colchón.


Harry le aprisionó sentándose a horcajadas sobre el estómago de su amigo, sacó su varita ante la sorprendida mirada del pelirrojo.


— ¡Dime qué dijiste sobre Snape y sobre mí! —demandó histérico.

— ¡Nada, yo no dije nada!

— ¡Mentiroso! —bramó acariciando amenazante su varita—. Si no me dices, te juro que te vas a arrepentir.

— No te atreverás. —respondió titubeante—. Somos amigos, ¿recuerdas?


Harry sonrió maldoso, y con un Accio hizo llegar a sus manos el afiche preferido de Ronald.


— Si no me dices, no volverás a verlo.

— No, Harry, eso es cruel. —sollozó intentando zafarse para recuperar su adorada imagen de la selección de Bulgaria.

— Tú tienes en tus manos el poder de recuperarlo, o… “incendius”

— ¡Nooo!... De acuerdo, te diré todo, pero aleja esa varita, que el pergamino es muy “informable”

— ¡Inflamable, tonto!

— Como sea, aléjala.


Harry obedeció, y Ronald pudo respirar más tranquilo cuando su afiche quedó fuera de peligro. Aún así, el ojiverde no se apartó, no confiaba en que su amigo no saliera corriendo en cuanto se viera libre.


— Ahora habla, ¿qué dijiste de mí y de Snape?

— Es que, alguien dijo que tú habías roto con mi hermana porque buscabas regresar con Cho, y yo respondí que ella ya había pasado a mejor vida, que antes que volver con ella, preferirías a Snape.

— ¿Y porqué andas diciendo algo así? —preguntó logrando apagar el rubor que ya sentía en su rostro.

— Fue algo que se me ocurrió al momento, a los chicos les hizo gracia y empezaron a bromear, dijeron que…

— ¿Qué? —apremió cuando Ron calló temeroso.

— Que, bueno, que a los dos les hacía falta sexo y lo mejor que alguien podía hacer era encerrarlos en una mazmorra y que el castillo no necesitaría hechizos de calefacción solo de insonorización y que…

— Ya no sigas.


Harry se apartó dejando libre a su amigo, bien, aquello era inmensamente vergonzoso pero podía tolerarlo, era mucho peor lo que acababa de hacer él, aún no sabía cómo iba a darle la cara a Snape durante las clases.


— ¿Estás molesto conmigo? —preguntó el pelirrojo sentándose a su lado—. Harry, te juro que yo solo quería ayudarte, además, nadie lo tomó en serio, puedes estar tranquilo, ¿cómo podría llegar a oídos de Snape?


Harry solo exhaló todo el aire de sus pulmones sin deseos de responder a esa pregunta, y a su lado, Ronald agradeció al cielo su buena suerte y haber sobrevivido.





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El martes durante la hora de clases de pociones, Harry intentó mantenerse siempre tras de la alta figura de Ronald, no quería otra cosa más que pasar desapercibido y que el tiempo pasara rápido. Incluso se esmeró todo lo posible para que la poción que preparaban saliera perfecta y no tener motivos de intercambiar palabra con el Profesor.


Estaba a punto de lograrlo, casi se enorgullecía del tono azulado tan brillante de la mezcla que hervía al fuego, ni Hermione obtuvo un color tan puro como el suyo. Sin embargo, cuando estaba a punto de apagar la llama, Ronald vertió un extraño líquido naranja.


— ¡No, Ron! —exclamó alarmado, pero era demasiado tarde.


Y casi como si adivinara lo que iba a pasar, el pelirrojo aventó a su amigo lejos del caldero que explotó provocando un horrible destrozo.


— ¡Potter! —gruñó Snape apresurándose a desaparecer los restos de la poción—. Parece que jamás logrará hacer nada bien, tiene detención al término de la clase.

— Pero, yo no…


Snape le miró, pero Harry supo que no podía delatar a su mejor amigo, así que guardó silencio bajando la mirada. Pero cuando Snape les dio la espalda, sus ojos verdes brillaron enfurecidos, Ronald solo le sonrió apenado mientras se encogía de hombros.





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Al término de la clase y siguiendo las indicaciones de Snape, Harry se dirigió al despacho para esperarle ahí. En cuanto puso un pie en la habitación, la chimenea se encendió por sí sola iluminando solo la estancia junto al fuego, era tal como la había visto la noche pasada. Pensó que lo mejor era sentarse en la silla junto al escritorio sin importar la penumbra, así que a tientas se dirigió hacia su derecha, pero se sobresaltó al sentir que sus manos tocaban algo, o mejor dicho, a alguien.


— ¿Esas son sus técnicas de seducción, Potter?


Harry bajó inmediatamente sus brazos, pero eso fue peor porque Snape le sujetó entonces del rostro con ambas manos. Sus rodillas temblaron inevitablemente pues con toda claridad percibió como Snape acercaba su rostro al suyo, podía respirar su aliento y por todos los cielos que ansiaba devorar esa boca.


— Snape… si se acerca más lo muerdo.

— Mmm, sí, se me antoja que me muerda. —siseó lujuriosamente.


Harry apretó sus labios para no jadear excitado, pero ya sentía que toda su sangre era como un torrente de lava. Sin soltarle, Snape le condujo suavemente hasta el sillón junto a la chimenea. La luz de las llamas le ayudó a ver que su Profesor se había quitado la túnica volviendo a usar solo su pantalón y camisa blanca. No pudo negar que le encantaba verlo tan informal, casi podía olvidarse que era un Profesor del colegio para mirarlo solo como un hombre que le alborotaba todas sus hormonas.


Severus le soltó el rostro pero buscó las manos de Harry sonriendo satisfecho al sentirlo temblar como un pollito recién nacido. Jugó con sus dedos llevándolos a sus labios para besarlos. Harry tan solo observaba sin poder reaccionar aún.


— Dijiste que yo caería más pronto que tú, pero no te veo intentando nada, Potter.

— Tal vez porque no me interesa. —logró decir sin que su voz sonara tan aguda como temió.

— Eso lo dudo… Dime ¿te han besado?

— Por supuesto, no soy un bebé.

— ¿Te han besado… así?


Sin ningún tipo de vacilación, Snape unió sus labios a los de Harry besándolo lenta pero apasionadamente. El chico correspondió de inmediato, cerró sus ojos cuando Snape acercó más su cuerpo al suyo, y sujetándolo de la nuca intensificó el beso. Harry le permitió la entrada de su lengua a su boca, y le escuchó gemir de placer. Él mismo se sentía a punto de estallar de excitación con solo percibir los graves jadeos de su profesor que parecía no querer dejar de besarlo nunca.


Y Harry tampoco quería que dejara de hacerlo. Realmente nadie le había besado de esa forma, todo era tan delicioso, los labios de su profesor tenían un saborcito a miel y canela, probablemente había estado degustando algún té especial, o quizá era su imaginación. No importaba, le bastaba con sentir su lengua enredada en la suya, o sus dientes mordisqueándole los labios, su excitante succión que parecía querer beberle el alma.


Finalmente rompió todas sus defensas y terminó jadeando tanto como Snape evidenciando que estaba disfrutando tanto el beso que no importaba el motivo de éste.


Al separarse, Severus deslizó sus labios al cuello de Harry, no dejaba de jadear ansioso, apretando más su cuerpo al del ojiverde.


— ¿Te gusta esto, Potter?

— Imposible negarlo, no soy de piedra… pero apuesto que alguien lo disfruta más que yo.


Severus se apartó y sonrió casi divertido al darse cuenta de la jugada de Harry.


— ¿Crees que me engañas, Potter? Te estoy sintiendo vibrar con mis besos y caricias, me temo que no eres un experto en fingir.

— Yo solo le dejo a usted el trabajo, sin hacer gran cosa le apuesto a que he conseguido que esta noche va a desear tenerme en su cama.

— Quédate conmigo y compruébalo por ti mismo.

— ¿Me lo suplicaría?


La sonrisa de Severus titubeó, casi estuvo a punto de responder que “Sí” pero se dio cuenta a tiempo. Harry fue entonces quien se inclinó volviendo a besarle, pero fue breve, tan solo una caricia tierna que supuso jamás nadie le había dado a Snape en su vida.


— Eres de cuidado, Potter. —susurró excitado, en verdad que ese dulce gesto le hizo estremecerse involuntariamente.

— Se lo advertí. Ahora debo irme ¿me invita mañana a charlar un poco?

— ¿Ya no huyes de mí?

— No, ahora sé que voy ganando.


Después de que Harry se marchó, Severus se sirvió un whisky que bebió de un solo trago.


“Sí. Vas ganando, mocoso mío”







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MensajeTema: Re: Duelo... por Araleh Snape   Duelo... por Araleh Snape I_icon_minitimeDom Oct 30, 2011 1:21 pm


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En los siguientes días Harry ya casi se había olvidado del duelo que aún seguía pendiente. Pasaba las noches en el despacho de Snape, permitía que el Profesor le besara cuanto quisiera y él le correspondía en la misma medida, pero jamás rebasaba los límites. Cuando creía que estaba a punto de rendirse, suavemente se separaba y con una sonrisa se acomodaba en el sillón e iniciaba una plática sobre cualquier tema.


Severus no le forzaba, permanecía a su lado escuchándole en silencio, temiendo que en cualquier momento ya no podría más, su fuerza de voluntad estaba flaqueando, y no por llevarlo a la cama, sino por decirle lo que Harry Potter estaba consiguiendo.


— La Profesora McGonagall asegura que puede enseñarme a ser un animago, dice que eso me serviría mucho como Auror… ¿Usted nunca intentó ser uno? Supongo que en sus labores como espía también hubiese sido útil.

— Aha. —respondió distraído imaginando una forma animaga de Harry, en todas y cada una de las opciones que tuvo pensó que sería magnífica.

— ¿Y, no lo intentó?

— ¿Qué cosa?

— Ser animago. —repitió Harry impaciente—. ¿No me está poniendo atención?

— Lo hago, y creo que podrías hacerlo sin ningún problema.

— ¿De verdad? Nunca me había dicho que fuera capaz de hacer algo.


Snape suspiró profundamente acomodándose mejor sobre el sillón, su expresión se volvió seria.


— Potter… si ganas ¿qué harías conmigo?


Harry también se puso serio, miró hacia la chimenea y a Snape incluso le pareció notar una sombra de tristeza en su cara.


— Aunque gane, perderé. —susurró melancólico—. Este es su juego, Profesor, no importa quien lleve a la cama a quién, después habrá terminado y no podré sentirme feliz por eso.

— Harry…

— Usted se esfuerza tanto por una apuesta, por probarle a Sirius que realmente fue capaz de seducirme, ni siquiera se preocupa por el duelo, ganarlo no le importa tanto como hacer rabiar a mi padrino.

— ¿Acaso estás aceptando que…?

— Diré lo que usted quiera, aceptaré lo que me pida, si a cambio no acude a ese duelo.

— Me estás pidiendo que olvide mi honor.

— Sí, eso es justo lo que pido a cambio… ¿es demasiado para usted?


Severus no supo cómo responder, sabía la respuesta pero temía estar confiando demasiado en Harry, era un chico hábil, inteligente, más seductor y engañoso que cualquier serpiente. Su mirada aparentemente dolida podría ser una máscara que ocultara la expresión de triunfo.


¡Maldita la hora en que se le ocurrió desafiarlo! Ambos eran orgullosos y mentirosos, ambos podrían reír por dentro aún cuando las lágrimas estuviesen fluyendo por sus mejillas.


Pero si aceptaba romper el duelo, entonces Harry tendría que reconocer su derrota. Y no lo permitiría. Ahora ya no tenía duda, el juego había terminado… y perdió.


— Sí, el duelo continúa.





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Era viernes por la noche, Harry se convenció de que no iba a poder conciliar el sueño esa noche así que salió a deambular por los jardines del colegio. Ayudado por la luz de la luna llegó hasta uno de los puentes donde podía divisar los grandes campos cubiertos de césped, el viento dibuja en sus hebras suaves olas que corrían hasta el lago.


Suspiró profundamente cuando sus ojos se toparon con una explanada muy cerca de la cabaña de Hagrid, ahí era donde se realizaría el duelo en cuanto el sol saliera por el horizonte.


Ya había vuelto a insistirle a Sirius para que no se llevara a cabo tan peligrosa afrenta, pero su Padrino solo le sonrió despreocupado asegurando que él sabía muy bien lo que hacía.


Ahora Harry estaba ahí, desanimado por no haber podido cancelar el duelo. Ni siquiera la mención de sus padres logró conmover a Sirius.


— ¿Tampoco puedes dormir?


Harry asintió sin volverse. Remus se apostó a su lado mirando también hacia la explanada.


— ¿Remus, no puedes hacer nada? No sé… digamos, encerrar a Sirius para que no llegue al duelo.

— Ellos lo reprogramarían. Harry, no estarán tranquilos hasta que no se desahoguen.

— Lo sé. Pero de verdad desearía que fueran amigos, o aunque sea, buenos conocidos.

— No te preocupes, el duelo solo es de honor, ninguno de los dos tiene pensado mancharse las manos, y Dumbledore jamás lo hubiera permitido.

— Pero nunca se está exento de que suceda un accidente.

— Dumbledore y yo estaremos presentes y nos aseguraremos de que no suceda.


Harry respiró profundamente, una carta de Dumbledore le prohibió estar presente en el duelo, pero ahora que había descubierto ese lugar desde donde podía ver sin que nadie le pillara no pensaba quedarse encerrado. Había pensado en confesar a Sirius sus sentimientos por Snape. Después de todo, ese era el pretexto que ellos usaran para retarse, pero estaba convencido de que su Padrino entonces cambiaría el duelo de honor por un duelo a muerte.





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Aún no eran ni las seis de la mañana cuando Harry vio que cuatro figuras aparecieron por las puertas de Hogwarts y caminaban hacia el sitio del duelo. Sus pulsaciones se aceleraron al identificar a Severus. Todos iban ataviados de negro y con grandes capas que volaban con la brisa matinal, pero solo la de su profesor de pociones parecía tener vida propia y ondeaba como las alas de un halcón.


Los siguientes minutos fueron los más largos de su vida, los vio prepararse, escuchar las indicaciones de Dumbledore, inspeccionar sus varitas, y tomar posición para empezar el duelo.


Harry se cubrió la boca ahogando un grito cuando el primer hechizo de Sirius pasó rozando la cabeza de Severus. Por un segundo le pasó por la mente irse de ahí y no mirar, la angustia era demasiada, pero no podía, ninguno de sus músculos lograba moverse de su lugar, su respiración era tan contenida como si hubiese olvidado cómo llevar aire a sus pulmones.


Una y otra vez fueron atacándose. No alcanzaba a oírlos pero veía las ráfagas azules, doradas y rojas de los hechizos, y también de una que otra maldición. Sirius había caído en un par de ocasiones, pero se levantaba de inmediato sorprendiendo a todos por su resistencia, lucía decidido a no dejarse vencer tan fácilmente.


Harry notó que la túnica de su padrino ya tenía algunas quemaduras. Snape lucía más entero pero eso no quería decir que la batalla le fuera fácil, casi estuvo a punto de ser desarmado pero logró detener la varita en mano antes de ser contra atacado.


“Ya, por favor, que termine” Suplicó Harry en silencio, aunque no sabía qué podía esperar al final, ningún resultado le satisfacía.


Un rayo naranja le obligó a dejar de respirar, Sirius era envuelto en un torbellino de tierra que le nubló la visión, Severus aprovechó el momento para transformar las olas de viento en fuertes sogas que apresaron al animago dando finalizado el duelo.


Harry jadeó perplejo, no sabía qué sentir, pero por lo menos ya todo había terminado. Respiró hondo intentando relajarse mientras veía a Remus ayudar a Sirius a desatarse. Muy cerca, Severus entregaba su varita a Dumbledore para que realizara los trámites de reconocimiento.


Los labios de Harry se curvaron un poco, aunque le dolía la derrota de Sirius, su corazón se sentía pequeñito ante tanta admiración por Severus que ya no cabía en él.


Apenas iba a agradecer al cielo que todo hubiese terminado sin grandes daños cuando vio que Sirius le quitaba la varita a Remus y sin importarle que el duelo había formalmente finalizado, atacó a su enemigo.


No supo qué clase de hechizo era, desde su lugar fue imposible escuchar, pero con solo ver como el Profesor caía sin sentido al suelo, toda la sangre se le fue a los pies. Y como un loco, bajó corriendo hacia la explanada sin importarle ser descubierto observándoles.





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Harry ni siquiera notó al llegar, que Sirius sonreía abiertamente mientras hablaba con Remus y Dumbledore, ellos le escuchan luciendo tan sorprendidos que les costaba trabajo cerrar la boca. Tan solo se atravesó en su camino empujándole.


— ¿Qué le hiciste? ¡Eres malo, Sirius!


Sin esperar respuesta, Harry se arrodilló junto a Severus que continuaba sin sentido en el pasto. Sus manos temblaban cuando se aproximó apartándole el cabello del rostro


— Severus… —le llamó preocupado, su voz no podía ocultar los profundos sentimientos que le unían al ojinegro—… por favor, despierta y dime que estás bien.


Un suave gemido indicando que el Profesor despertaba devolvió el alma al cuerpo de Harry quien se inclinó aún más, su rostro pegado al de Severus acariciándoselo con ternura.


— Eso es, Severus, tú puedes, amor. —le animó emocionado.

— ¿Harry? —susurró el profesor abriendo lentamente sus párpados, ver a Harry a su lado le provocó una cálida sensación en su pecho.

— Sí, soy yo… no te muevas mucho, aún no sé qué hechizo te lanzó Sirius, puedes lastimarte.

— ¿Dónde están todos?


Harry iba a responderle pero al voltear notó que ya no había nadie más que ellos. Eso le confundió pero por el momento no importaba mucho. Lo mismo parecía pensar el ojinegro pues volvió a poner atención a Harry y sonrió.


— ¿Soñé… o me llamaste “amor”?

— No lo soñaste. —respondió con una enamorada sonrisa—. Te amo, Severus, y ya necesitaba decírtelo. No importa si…


Los dedos de Severus sobre sus labios obligaron a Harry a no seguir hablando, el Profesor se incorporó como pudo, y después de sonreírle, lo besó.


Olvidándose de todo, Harry se dejó guiar por el beso y disfrutarlo, en él podía sentir sus sentimientos más que correspondidos. Nunca se sintió tan feliz en su vida, y por culpa de Sirius había estado a punto de perder a su futuro esposo.


Ni bien había terminado de tener tal pensamiento y Harry ya se reía de sí mismo. Severus no le preguntó nada, simplemente le abrazó con tanta ternura como era posible y sonrió divertido por la alegría del ojiverde sin imaginarse que muy pronto, los sueños de Harry serían una realidad que le transformaría la vida.





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Esa noche, una sombra se deslizó sigilosamente por uno de los corredores esperando que nadie le descubriese. Al dar vuelta por un recodo se encontró a alguien más esperándole mientras miraba por una de las ventanas.


— Ya era hora de que llegaras. —le dijo al recibirlo, pero su voz no se escuchaba enfadada.

— Para mí no es tan fácil como para ti, Sirius.

— Ni te creas, Remus no ha parado de hacerme mil preguntas, todavía le cuesta trabajo creer que todo fue un plan para juntar a esos dos.

— No puedo juzgarlo por desconfiar, y con más razón de ti. —rió divertido.

— Cierto. —aceptó riendo igual—. Hubieras visto las caras que tenían él y Dumbledore cuando les expliqué el porqué ataqué a Snape.

— Por lo menos te desquitaste de todas sus peleas.

— Lo sé, pero es un precio muy bajo para lo que él obtuvo, todavía me es difícil imaginar cómo es que Harry se enamoró de alguien como Snivellus.

— Algún día quizá nos lo digan.

— Es que si no fuera porque tú me convenciste de lo que sentía Harry, nunca me habría dado cuenta. Ahora solo espero tener una oportunidad de explicarle todo antes de que me hechice, creo que todo el día lo ha pasado con Snape y ahora no quiero ni imaginar lo que estarán haciendo.

— ¡Yo menos! —exclamó volviendo a reír, aunque con una mueca de náuseas, con imaginar los sueños que debía tener Harry cuando suspiraba el nombre de Snape era más que suficiente—. Bueno, ya es hora de irme a la cama, mañana va a ser un día extraño, quisiera ver cuando Harry sepa lo que hiciste.

— ¡Hicimos! —le aclaró de inmediato—. Y yo también ansío ver la expresión de Harry cuando sepa quién tuvo la idea.


La luz de luna ayudó a que Sirius se divirtiera aún más observando la expresión angustiada de su cómplice. Cuando éste se marchó, él volvió a mirar por la ventana sintiéndose satisfecho de sí mismo. Tal vez iba a ser complicado explicar lo que había hecho pero confiaba en que Harry terminara por disculparle haberlo engañado un poco.


Aún podía sonreír al recordar las expresiones de Dumbledore y Remus, así que las de Snape y Harry no podrían ser menos divertidas cuando hablara con ellos. Después de todo, él y su aliado eran las personas que más aversión sentían por el Profesor… pero también quienes más querían la felicidad de Harry.









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FIN

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MensajeTema: Re: Duelo... por Araleh Snape   Duelo... por Araleh Snape I_icon_minitimeMiér Nov 23, 2011 2:19 pm

Ains, qué dulce cuando Harry ve que Snape ha sido herido. Y cuando Snape piensa: “Sí. Vas ganando, mocoso mío” *__*
Y cómo me he reído cuando Hermione le llama a Ron batracio!!!! XD Y tiene razón!!! Le va que ni pintado XD
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MensajeTema: Re: Duelo... por Araleh Snape   Duelo... por Araleh Snape I_icon_minitime

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