Ocho Años Sin ti
Respuesta al reto de La Mazmorra del Snarry: “Ocho años sin ti”
Resumen:Harry y Severus llevan separados por 8 años, por culpa de los miedos de Severus. Pero al final se reencuentran
Pareja: Severus/Harry
Advertencias: Lemon
Disclaimer: Sev no es mío, Harry tampoco lo es… son de J.K Rowling
Harry(historia contada por el punto de vista de harry)
Severus(historia contada por el punto de vista de Severus )
Narrador (historia contada por el narrador)
OCHO AÑOS SIN TI
Harry
Ocho años… Ocho años desde el día en que te fuiste. Y aun no se el por qué. Simplemente desapareciste y me dejaste solo. Solo con my dolor y mi tristeza. ¿POR QUÉ? Siempre me lo pregunto. Dos palabras que formaron parte de mi vida hace ocho años. Dos palabras que las recuerdo cada día con tu partida. Quisiera saber por qué te fuiste. Pero nunca lo sabré. Porque aunque te busqué con desesperación durante 5 años, nunca apareciste, no pude encontrarte.
Todos los días me pongo a pensar la causa de tu partida, pero ninguna de las que he encontrado me basta. Se que hay alguien que lo sabe, pero jamás me lo dirá, es muy fiel a ti como para traicionarte se esa manera. ¿Por qué, Severus? ¿Por que me abandonaste? ¿Acaso ya no me amabas? ¿Qué hice para que desaparecieras? Te extraño tanto. Todos dicen que no vales la pena, que no me mereces, que me busque a otra persona. Pero es que mi corazón y me alma te pertenecen. Todo mi ser es tuyo. Por eso, te suplico, Severus, vuelve a estar a mi lado, vuelve a amarme como hiciste hace ocho años atrás, vuelve conmigo mi vida.
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Severus
Se que he sido un cobarde por huir de aquella manera. Y me siento patético al recordar cual fue el impulso para dejarlo todo, a dejarte, Harry. Hace ocho años que te abandoné y ni siquiera me atreví a decírtelo en la cara, simplemente me fui. Y ahora me doy cuenta de mi error.
Te preguntaras tantas cosas como: ¿Por qué te abandone de aquella manera? ¿Por qué me fui? Simple. Porque Soy un maldito miedoso que no se atrevió a decirte todo de frente, simplemente huí como un cobarde, dejándote solo cuando más necesitabas mi ayuda, mi compañía, mi amor. No debí dejarte, pero tenia tanto miedo de que algún día encontraras a alguien más atractivo, cariñoso y amable, y te olvidaras de mí. Y como no pensarlo, después de todo, te llevo casi 20 años y tampoco digamos que soy un Adonis, además soy amargado, egocéntrico, desconfiado. Las posibilidades de que te quedaras a mi lado eran muy pocas. Pero, otra vez me equivoque.
Draco, quién ha sido con el único que me he comunicado, hará cosa de un año que lo hice, me ha contado todo lo que ha pasado en mi ausencia. Tú búsqueda, tú desesperación, tú dolor, tú angustia, tú amor. Me duele tanto saber, que aunque te lastime de la peor manera, tú sigues amándome, tanto como lo hago yo. Porque, es cierto, ni un segundo he dejado de amarte. Por eso, todo este año me ha servido para agarrar el suficiente valor, para ir a tu vigésimo quinto* cumpleaños, para volver a tu lado después de mi ausencia. Para poder apagar esa llama de dolor que prendí en ti, y sustituirla por la llama de la pasión, la ternura y el amor. Solo espero, que puedas perdonar mi estupidez.
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Narrador
La mañana del 31 de Julio era de verdad hermosa. El cielo de un azul pastel teñido por algunas nubes, el sol se mostraba en todo su esplendor y los pájaros cantando avisando que un nuevo día había comenzado. Un paisaje digno de plasmarlo en una pintura.
Las calles del Callejón Diagon, a las ocho de la mañana, casi siempre se encontraba totalmente vacías. Por eso, a Harry Potter, le gustaba visitar el callejón a esas horas, ya que tenía la posibilidad de andar tranquilamente por las calles mirando los artículos que vendían las diferentes tiendas, sin las amenazas de los fans y reporteros.
Había ido a buscar material para dar sus clases, ya que no quería tener que hacerlo a última hora. Desde hacía 3 años que daba clases de Defensa Contra las Artes Oscuras en Hogwarts. Había aceptado de inmediato la propuesta de Dumbledore a ser el nuevo profesor de esa materia, ya que ser Auror, aunque había sido su sueño durante mucho tiempo, no le había gustado para nada. La vida como profesor, era realmente estupenda, aunque claro, como todo, tenía sus cosas buenas y sus cosas malas. Ahora entendía mucho porque el profesor de pociones se alteraba.
Aunque claro, las clases de defensa no eran tan difíciles como la de pociones. Pociones. Esa palabra le traía tantos recuerdos al chico de ojos verdes. Sonrío con tristeza. Incluso después de ocho años, le seguía amando locamente a ese hombre de ojos tan negros y profundos como la noche. Mejor se olvidaba de él, porque si no, iba a llorar en medio de la calle. Iba a girar para seguir caminando, pero chocó contra alguien, cayendo de inmediato al piso y llevándose a la otra persona con él
— Lo siento — se disculpó Harry, cerrando los ojos, robándose la cabeza mientras una sonrisa nerviosa se apoderaba en su rostro.
Si no hubiera cerrado los ojos y los hubiera mantenido abiertos, se hubiera percatado que con la persona que chocó era el hombre que le robaba los suspiros y le seguía en los sueños. El hombre de ojos negros si que se percató de quien era el muchacho y rápidamente se levantó y despareció. Harry al no recibir respuesta, abrió sus esmeraldas y se fijó que el sujeto se había marchado.
— ¡Vaya! Pero que maleducada es la gente ahora… ni siquiera se digno a quedarse…—gruñó harry , mientras se levantaba y se iba.
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Severus, después de decidir que ese año iba a volver, se contactó con su ahijado para avisarle que se iba a estar hospedando en el Caldero Chorreante mientras buscaba un lugar donde vivir, ya que la pequeña casa en la calle de la Hilandera, la había vendido. Draco, se había puesto muy feliz, aunque lo disimulo muy bien, de que su padrino volviera después de esa larga ausencia. Después de instalarse en la humilde habitación, se había encaminado hacia al Callejón. No se sorprendió que casi nada había cambiado, lo único era que había una nueva tienda, pero al ver que era de Quiditth, se retiro al instante. Siguió caminando por largo rato, para después quedarse en una tienda de libros, le llamo la atención uno con el titulo de “Pociones del antiguo Egipto” (es que nuestro sev no se cansa de las pociones? ¬¬). Se giro para voltearse e ir a el caldero chorreante a buscar algo de dinero, pero no pudo seguir ya que chocó contra alguien y cayo al piso.
— Lo Siento — dijo una voz muy conocida para el profesor de pociones, quién fijó su mirada en aquella carita que conocía de memoria. No lo dudo, se levantó rápidamente y desapareció.
Apareció en la habitación que había alquilado y se tumbó en la cama. Dios, acababa de toparse con Harry. “Por Merlín y los cuatro fundadores… ¡Esta guapísimo!” pensó Severus mientras veía el techo de la habitación. “Dioses… no ha cambiado nada… esta igual desde que me fui, aunque esta un poco más alto… sus rasgos han madurado… ¿Cómo es posible que no tenga pareja? Como que Draco me ha estado mintiendo sobre eso… pero y si de verdad aún sigue amándome…” Se había imaginado que se encontraría con Harry, pero no tan pronto. Además, ni siquiera pensaba que se iba a topar con él en el callejón Diagon. “Harry… Te voy a recuperar… No me importa lo que cueste… volveré a enamorarte…” Fue lo último que pensó snape antes de quedarse dormido.
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Al despertarse, lo primero que hizo fue bañarse y bajar a “desayunar”. Se encontraría con Draco para hacer la compra de su túnica para la fiesta de Harry. Por que de algo estaba seguro, le iban a hacer una fiesta. Su ahijado se lo había afirmado. Otra cosa que Draco le había afirmado, era que Harry le seguía amando. Eso le daba esperanza de poder recuperarlo, pero sabía que no sería fácil. Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de las llamas, indicio de que alguien quería entrar. Y no se equivoco, porque poco después apareció una rubia cabellera por la chimenea, dando pasó así a Draco Malfoy.
— ¡Padrino! — dijo draco, abrasando al hombre.
— Draco, cuanto tiempo — respondió el hombre, correspondiendo el abrazo
— Me alegra tanto que estés aquí, cara-rajada se pondrá muy feliz — dijo un draco entusiasmado
— ¿Aún se insultan ustedes dos? — preguntó un decepcionado Severus
— No, simplemente, nos seguimos llamando así — contestó Draco, mostrando una sonrisa marca Malfoy.
— Que bueno, ya pensaba yo que aún seguían con sus niñerías — dijo severus — Ven vamos a sentarnos
— Padrino, he venido a buscarte, lo mejor será que estes en los aposentos de Harry — dijo draco un poco serio
— ¿Aposentos? — preguntó un muy confundido Severus
— Harry es profesor de Defensa, padrino. Desde hace 3 años que lo es ¿No te lo dije? — preguntó el rubio
— No, no me lo dijiste — respondió. “Así que mi niño es profesor, me alegro tanto” pensó severus alegre.
— Bueno, anda, vamos de una vez — dijó el rubio, parandose y yendo hacia la chimenea
— Vale
Poco después se encontraban en los aposentos del Profesor Potter. (que guay suena ^^). Llegaron a una pequeña salita, decorada con puros tonos de marrones. El piso era de madera, y las paredes estaban pintadas con un color crema, dandole así un aire acogedor al lugar. Un mueble de cuero marrón, estaba puesto delante de la chimenea, y a los lados, una mesita de caoba, que tenía encima un jarrón y un portarretrato. En una de las paredes, había un escritorio de caoba, con varios pergaminos encima, al aldo de este, una biblioteca con el mismo material. Al otro lado del escritorio, había dos puertas contiguas, que dirigían hacia quien sabe donde. A unos metros frente de la chimenea, se podía ver un marco de puerta, que conducía a la cocina-comedor. Al otro lado de la salida, una puerta que era la salida hacia el pasillo de Hogwarts. Severus quedo sorprendido de que no hubiera ni una sola pizca de los colores rojo y dorado.
— Bien padrino, tú te metes en la habitación. — dijo draco como si nada — Tienes que ponerte guapo para Harry.
— ¿H-Habitación? Tú estás loco, es la habitación de Harry. — protestó severus, aunque por dentro se moría por entrar.
— Harry no llegará si no hasta la fiesta. Siempre se tarda horas en el callejón
— Vale, pero de todos modos me avisas si viene
— De acuerdo — dijo draco. Minutos después la chimenea se alteraba, y dos personas entraban a las habitaciones de Harry
— ¡Profesor Snape! — Gritó una sorprendida Hermione Granger
— ¿Cómo está, Srta. Granger? — preguntó cortésmente el hombre
— Muy profesor — Contestó la chica
— Ya no soy su profesor, Srta. Granger. Por favor llámeme Severus — dijo el hombre
— Entonces, llámeme Hermione, Severus — dijo sonriente la castaña
— Profesor, cuanto tiempo — dijó un muy maduro Ronald Weasley
— Como le dije a Hermione, llamemen Severus
— De acuerdo Severus, usted también me puede llamar por mi nombre.
— Draco, cuando me dijiste que traería a Severus, no me la creí. Pero verlo aquí me da esperanzas — dijo Hermione muy contenta
— ¿Esperanzas? — preguntó snape
— Si… Verá desde que usted se fue, Harry no ha sido el mismo. Sonríe y todo, pero siempre hay un rayito de tristeza en sus ojos — contestó ron
— Yo arreglaré mi error, si me fui, fue por cobarde — declaró severus, ante la mirada atónita de todos
— Jamás pensé que llegaría un día en que oiría a el prof… a Severus decir eso — dijo ron totalmente asombrado
— Yo también — dijo hermione
— Bien chicos, ustedes tienen que decorar este lugar, mientras, yo pongo atractivo a este señor que está aquí — dijo draco, mientras empujaba al pelinegro hacia las habitaciones de harry.
— Bien, asegúrate que este muy bien, queremos que sorprenda a Harry, hurón — Dijo Ron ya en la cocina
— ¡Claro, Comadreja! — respondió el rubio. Ya en la habitación, la cerro, y volteó y miro a severus, como quién mira a un trofeo — Bien, Hora de trabajar…
— D-Draco… — dijó un nervioso ojinegro, ver así a su ahijado no le gustaba nada
— No te preocupes, no haré nada….
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Horas más tardes, después de terminar su paseo por el Callejón Diagon, se fue a almorzar al Caldero Chorreante, aunque su estancia ahí fue un poco incomodo, ya que tenía la sensación de que alguien le miraba (Oh vaya quien podrá ser? ^^ y no es severus se los aseguro). Pero cada vez que volteaba no se encontraba con nadie. Después de ese extraño almuerzo se desapareció
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Después de ver como el muchacho de ojos verdes se marchaba del Caldero Chorreante, Sirius, se fue por La Red Flú hacía las habitaciones donde la fiesta sería dada. Al llegar, se encontró con todos. Ya todo estaba listo, la decoración, la comida, los regalos.
— Ya viene en camino — Dijó Sirius Black, mientras apagaba las luces de la habitación
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Apareció en los límites de Hogwarts. Hubiera podido utilizar La Red Flú, pero siempre le gustaba caminar ese pequeño trayecto hacia la puerta de entrada. Entrando en el castillo, casi calló en una de las cuantas bromas de Peeves, se encontró con Nick Casi Decapitado y se mantuvo hablando un buen rato. Momentos después, se encontraba entrando en sus aposentos, que estaban en penumbras. Al entrar, pegó un brinco por el susto que unos gritos.
— ¡SORPRESA!- gritaron unos
— ¡FELIZ CUMPLEAÑOS!- gritaron otros
— ¡FELCICIDADES!
Cuando las luces se encendieron, pudo ver quienes estaban allí. En la fiesta se encontraban los Weasley, Hermione, Minerva, Albus, Sirius, Remus, los Malfoy, Hagrid, Luna y Neville todos reunidos para celebrar el vigésimo cuarto cumpleaños de Harry Potter. Harry de por si, estaba súper contento, siempre le gustaban este tipo de fiesta donde todos sus amigos y seres queridos, se reunían a celebrar. Agradeció con un entusiasmado “Gracias”, y se unió a la fiesta. Estuvo un rato hablando con sus mejores amigos; Ron, Hermione y Draco. Después paso pasó un rato bailando con Ginny y Luna. Recibió abrazos de todos, incluido Lucius. (Vaya que me pase con eso). Estuvo hablando con cada uno de los invitados, hasta que llegó la hora de abrir los obsequios.
Se sentaron todos en círculo y fueron uno a uno entregando los presentes. Ron le regaló un nuevo uniforme de Quiditth, color negro. Hermione, como siempre un libro, titulado “Defensa Contra Las Artes Oscuras: ¿Cómo eran en el principio?”. Los Señores Weasley le regalaron una botella del mejor vino. Los gemelos Weasley, le dieron unos cuantos artículos de bromas nuevos. Charlie y Bill, una chaqueta de cuero. Ginny, una delicada cadena de plata. Dumbledore y Minerva, le regalaron un pensadero, más unos caramelos de limón cortesía de Albus. Hagrid, uno de sus pasteles hecho a mano. Draco, ropa de ultima moda, ya que decía que cara-rajada no se sabía vestir. Lucius y Narcissa, le regalaron una túnica de gala color verde esmeralda que combinaban muy bien con sus ojos. Sirius y Remus, le dieron un album de fotos, que habían encontrado, era de cuando los merodeadores y Lyly estaban en el colegio, el chico les abrazo fuertemente por el presente. Neville, le regaló una pequeña plantita, que tenía una hermosa flor blanca en la punta, y Luna le regalo unos extraños lentes, le dijo que con ellos podía ver cosas del otro mundo. Agradeció todos los presentes, pues le encantaban todos. Lo que no sabía Harry, es que todos le tenían una sorpresa muy especial.
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Severus estaba hecho un manojo de nervios. Caminaba de un lado a otro en la habitación de su niño. Pero ¿Qué más podía hacer? Tenía que esperar a que Draco lo busque, y así volver a estar frente a Harry. ¿Cómo reaccionaría? ¿Le abrazaría o le golpearía? ¿Lo aceptaría o lo rechazaría?. Quería ya salir de eso. Quería que los minutos que quedaban pasaran rápido, pero no, los minutos pasaban como si fueran horas. Fue sacado de sus reflexiones, cuando una cabellera rubia entró en la habitación.
— Es hora, padrino — dijo Draco con una sonrisa
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— Harry, te tenemos una sorpresa — dijo hermione, mirando a harry
— ¿Otra? — preguntó harry incredulo.
— Si, aunque, no sabemos como reacciones a esta — dijo un poco nervioso Ron.
— ¿Por qué? — preguntó un muy confundido Harry
— Ya veras — dijo la castaña, mientras, se acercaba a la puerta de las habitaciones de harru, y abría la puerta.
Harry no entendía todo el secreteo que tenían todos. Bueno, había alguien que estaba igual de confuso, Sirius. Pero toda confusión se esfumo, y en el rostro de Harry se dibujó una mueca de asombro en incredulidad. Frente a él, estaba Severus. Su Severus. Vestía una hermosa túnica verde slytherin (no se como se llamará ese verde), debajo de ella se podían ver unos pantalones de vestir negros, ceñidos, y una camisa blanca. Su pelo estaba totalmente liso, y relucía. Tan atontado estaba que no se dio cuenta cuando se acercó el pelinegro, agarró su barbilla y se acercó a su oído.
— Feliz Cumpleaños, Harry — susurró el hombre, para después besar la mejilla del muchacho. Las cuales se tiñeron de un tierno rosado. Las reacciones eran de esperarse. Dumbledore tenía una sonrisa de punta a punta. Hermione miraba maravillada a la pareja. Ron, lo veía todo con incredulidad. Los Weasley todos sonriendo. Los Malfoy simplemente observaban. Draco por su aprte, miraba picadamente a ambos. Luna y Neville, después del shock, sonreían. Remus sonreía ampliamente por Harry. En cambio…
— S-Snivellus… — susurró Sirius, viéndole con cara de pocos amigos. Remus, sabiendo lo que sucedería, lanzó un hechizo a Sirius, para que no hablará por el resto de la velada. Pero el perrito no se iba a dar por vencido, se dirigió hacia donde se encontraba su ahijado siendo “acosado” (entonces yo también quiero ser acosada!!!!) por Severus, pero Remus fue más rapido, y sujeto fuertemente de los brazos a sirius, quien intentaba liberarse de aquel agarre, mientras maldecía en silencio. Sirius, aunque sabía la relación que hubo entre esos dos, no le perdonaba que hubiera abandonado tan cruelmente a su cachorro.
— S-Sev… — fue lo único que pudo pronunciar Harry. Lágrimas de felicidad surcaban por sus mejillas, y Severus se encargaba de limpiarlas. Ambos estaban ensimismados en sus pensamientos, que no se dieron cuenta de que uno a uno, los invitados se fueron retirando para darles algo de privacidad. Harry fue el primero en percatarse — ¿D-Donde están los demas?
— No lo se… — Respondió Severus, mientras tomaba una de las manos de harry y lo sentaba en el sofá, seguido por él mismo.
— ¿Por qué? — La pregunta perfecta. La que explicaría todo. Severus maldijo interiormente. No pensaba que preguntará tan rápido.
— Porque… soy un cobarde — respondió severus sinceramente, de nada servía mentirle
— ¿Cobarde?
— Si Harry… Soy un cobarde que dudo, que dudo de lo que teníamos. Que simplemente, en vez de confiar en ti, desconfíe. En vez de preguntarte, callé — contestó severus cabizbajo
— Pero aún no entiendo… — dijo Harry confundido, tomando la mano de severus exigió — explícame… quiero entender…
— Pensé que tal vez, algún día, te aburrirías de mí, que encontrarías a otra persona más joven y mas guapo que yo, y me abandonarías… — explicó el ojinegro
— Pero ¿como es posible que pensarás eso?
— Harry, no soy el hombre más guapo del mundo. Soy gruñón, histérico, nada amigable… ¿Cómo no pensarlo? — dijo Severus, sin poder mirarlo a la cara
— Sev… mírame — pidió Harry, más Severus no le hizo caso — Sev… anda mírame — nada — Severus Tobias Snape Prince… — Severus sabía que cuando decía su nombre completo, era que ya no tenía paciencia, así que resistiéndose un poco, levanto la mirada, y unos ojos verdes lo recibieron. — Así está mejor — Dijo un sonriente Harry — No te odio severus…
— ¿Q-Que? — preguntó incrédulo el ojinegro. ¿No le odiaba? Después de todo lo que le hizo sufrir, después de lo que le hizo, ¿No le odiaba? — ¿Qué dijiste?
— Que no te odio, Severus… — contestó Harry con tranquilidad — Jamás podría odiarte
— Pero… — fue interrumpido
— Nada de pero. Se como te debes haber sentido. Nunca tuviste a alguien que te amara de verdad, siempre tuviste una coraza alrededor de ti todo el tiempo, para protegerte. Tu mismo me dijiste, que fui el único a quien te abriste totalmente, ni siquiera Albus conocía todo de ti, por eso no puedo estar enojado, no puedo. Aunque si debo decir que me sentí muy mal cuando desapareciste. — dijo harry mientras acariciaba incansablemente la mejilla del hombre de ojos negros.
— Harry, eres un ángel… — dijo Severus, mientras besaba los labios de Harry.
— Eso dicen de mí… — contestó de forma picara harry
— Mocoso impertinente… Siempre te crees el centro del mundo ¿no? — le regañó con falso enojo. No podía estar molesto, no después de lo que había dicho Harry.
— Pero soy tu mocoso impertinente — dijo harry besando la enorme nariz
— Si, eres mi mocoso — dijo severus mientras besaba a Harry con pasión.
Muy pronto, la temperatura empezó a subir, y la necesidad de más contacto se volvió presente. Severus fue recostando delicadamente a Harry en el sofá, mientras seguía explorando la tan ansiada cavidad, que durante años anheló. Con extremó cuidado, fue desabrochando la túnica roja que llevaba puesta su ángel. Después de terminar con la túnica, pasó a desabrochar la camisa de seda blanca que llevaba puesta. Mientras desabrochaba cada botón, iba besando cada centímetro de piel que iba descubriendo, haciendo que el joven soltara suspiros y jadeos. Al quitar delicadamente la camisa, atrapó uno de los pezones del chico, haciendo que jadeara fuertemente. Torturo por un buen rato el pezón, hasta sentirlo totalmente duro, dejó aquel bocadillo para pasar al otro. Al dejarlos igual, fue bajando por el pecho, besando y lamiendo todo lo que podía, al llegar al ombligo, hizo simulaciones de penetraciones con la lengua, haciendo que el chico de ojos verdes, gimiera sonoramente. Mientras seguía con aquellas lamidas, sus manos bajaron hacia el cinturón, que quitó fácilmente, bajó aquellos pantalones negros, dejando ver unas bronceadas piernas. Quitando los zapatos de Harry con sus pies, dejó salir el pantalón. Severus se alejó, pudo ver el escultural cuerpo que su Harry tenía, jadeó de solo verlo, era perfecto. De nuevo bajó su cara, pero esta vez, sobre el abultamiento que había entre sus piernas. Sopló sobre la erección de Harry, y este tembló de excitación. Con cuidado, Severus, agarro por los bordes el boxer y los fue bajando con cuidado. Al quedar totalmente desnudo volvió a mirarlo, y su vista se posó en el miembro que se erguía orgulloso.
— Eso no es justo — protestó Harry — yo estoy totalmente desnudo y tu ni siquiera te has quitado la túnica — harry se cruzo de brazos y bufo con enfado, haciendo un adorable puchero.
— Jajajajaja —rió abiertamente Severus — ya, ya, tranquilo — severus paso su varita por su cuerpo, y en un abrir y cerrar de ojos estaba totalmente desnudo. — ves, ya estoy igual que tu
— Eso es aún mas injusto, yo quería hacerlo, no es… — pero fue interrumpido por unos ansiosos labios.
Severus terminó el beso, y bajó hacia la hombría de Harry. Le dio una pequeña lamida en la punta, haciendo que harry se arqueara en busca de más contacto. Pero Severus no le complacería. La boca del pocionista dejó la erección para besar los muslos internos, las caderas, los testículos, la ingle, pero no tocó la erección de harry. Harry estaba que lloraba de frustración, Severus era realmente malo.
— Sev… Por favor… ya no aguanto — gimió el chico
Severus se compadeció del chico, y tomó el miembro del ojiverde entre sus manos. Harry gritó excitado. La mano de Severus empezó a masajear la palpitante erección, subiendo y bajando por toda la extensión. Harry simplemente, jadeaba y gemía de placer, aquellas suaves caricias le ponían a mil. Había deseado y extrañado tanto esas caricias. Severus por su parte, se deleitaba por los sonidos que había Harry, y los gestos que se formaban en su dulce rostro. Llevó una de sus manos a la boca de Harry, este captando la instrucción, comenzó a lamer uno a uno los dedos, degustándolos, ensalivándolos. Severus estaba que moría de placer, Harry sabía que hacer para hacerlo excitar. Solo esa simple caricia lo estaba matando. Tenía que apurarse, porque sabía que si seguía así, terminaría mucho antes que el chico. Sacando los dedos de la tibia boca, los llevó hasta la entrada del chico, metiendo un dedo en aquella cavidad.
— Argg… — gimió el chico de dolor
— ¿Te hice daño? — preguntó el hombre de ojos negros
— Un poco… Es que no lo hago desde… — el chico se ruborizo completamente
— Harry… ¿No lo has hecho desde…? — preguntó incredulo el pelinegro
— Correcto — contestó Harry a la pregunta inconclusa.
— Entonces… seré más cuidadoso
Severus comenzó a mover el dedo suavemente para no lastimar a su pequeño. Cuando supo que el chico se había acostumbrado, metió el segundo seguido por el tercero. Harry no cabía de gozo. Esos dedos jugueteando por todo su interior, la mano que bombeaba su erección, y aquella boca que lamía y besaba su cuello, se sentía en el séptimo cielo. Severus tenía que parar, porque se iba a correr pronto. El ojinegro como que le leyó la mente, porque paró definitivamente las caricias en su cuello y en su entrepierna. Los dedos fueron sacados de tan a gusto lugar, recibiendo una protesta por parte del chico. El hombre no le hizo esperar mucho, coloco su miembro en la entrada y comenzó a entrar. No pudo evitar soltar un grito. Era tan estrecho. Sentir como esas calidas paredes aprisionaban su adolorido miembro. Harry no se quedo atrás, también había gemido. Podía sentir como aquel pedazo de carne se abría paso en su interior. Con un movimiento de caderas, le aviso a su amante que podía empezar a moverse. Severus no se hizo de rogar, y comenzó a embestir. Cada vez aumentando el ritmo.
— Sev… más… más… duro — gemía Harry
— Lo… que… mmm.. ordenes…
Severus empezó a embestir más duro y más rápido, sabiendo que el final estaba cerca. Tomó el miembro olvidado del joven, y comenzó a masturbarlo al mismo ritmo de las embestidas. Muy pronto, Harry se corrió entre ambos, haciendo que sus paredes internas se contrajeran, y aplastaran placenteramente el miembro de Severus, quién se corrió dentro del chico. Jadeando, calló con cuidado encima del cuerpo del joven, tratando de recuperar el aire perdido. Instintivamente, Severus acercó a Harry a su pecho, y lo acuno con sus brazos, dejando así, que Morfeo se llevara a ambos.
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Los rayos del sol se filtraban por la pequeña ventana que había en los aposentos del profesor de defensa, anunciando un nuevo día. El primero en despertar fue Severus, quién al rememorar los sucesos que habían ocurrido la noche anterior, sonrió tontamente. ¿Pero como no hacerlo? Como no hacerlo si tenía a SU Harry, abrazado fuertemente a su pecho, mientras compartían el sofá, después de un caliente y satisfactorio reencuentro. Nada podía ser mejor. Pensando, se lamentó haberse ido hace ocho años, se perdió mucho de Harry, a la vez que le hizo sufrir sin necesidad, cuando él mismo se había prometido no hacerle sufrir ni llorar. ¡Vaya forma de hacerlo!. Pero eso era pasado, ahora, estaba abrazando a el chico, no, Hombre, que había robado su corazón hacía tanto tiempo. Se prometió a si mismo, que cuidaría a su Angelito. En silencio, selló su promesa, dándole un tierno beso en los labios a Harry. Sin darse cuenta, que su chico estaba despierto, observando cada movimiento de Su Severus.
— ¿Y eso? — preguntó el chico al finalizar el beso
— ¿Estabas despierto? — preguntó Severus, dándole otro beso
— Si todos los días me vas a despertar así, ya quiero que sea mañana — dijo Harry juguetón
— Mocoso, no me has respondido — le reprendió cariñoso.
— Si, pero solo cuando me besaste, ahora me vas a decir ¿Por qué me besaste? — preguntó harry mientras movía un dedo por el pecho del hombre
— Quería besarte…
— Ahhh… ¿y quién le ha dado permiso para besarme, Profesor Snape? — volvió a preguntar, mientras besaba el cuello
— Mmm… No sabía que necesitara permiso… ¿Me lo concede, Señor Potter?
— Claro que lo tienes, Severus…
— Harry… Sabes que te amo ¿cierto?
— Por supuesto, Yo también Te amo.
— ¿Perdonas a este viejo por hacerte llorar todos estos años?
— Claro que si Sev… y NO ERES VIEJO
— No, no soy viejo, simplemente tengo 44 años, a punto de cumplir 45 — dijo sarcásticamente Severus
— Para mi no eres viejo, Sev… — le dijo cariñosamente Harry — ¿Cuántas personas de tu edad, tienen este cuerpo eh? ¿Cuántas personas de tu edad hacen lo que hacemos ahora?
— Tengo que darte la razón, mocoso… — respondió severus besando a harry
— Te digo algo… este ha sido el mejor cumpleaños que he tenido
— ¿A si?
— Si, gracias sev, te amo…
— Yo también, mocoso…
FIN…