Uptown Boy
Resumen: Un importante y exitoso hombre de negocios encuentra el amor cuando menos lo esperaba y con quien menos imaginaria.
Disclaimer: HP no es mío, sigue siendo de JK; pero descuiden, mi plan para hacerme con los derechos va viento en popa, sólo necesito un hipno-sapo ¿Alguien tiene alguno que no necesite?
Advertencia: AU=Universos Alternos
Parejas: Severus/Harry (principal)
Autor: CManson
Beta: Dulce_Snape
Notas del autor: No he leído los libros, lo cual no importa ahora porque esto es un AU; las letras en cursiva son diálogos en pasado.
1
Primero el dinero, luego el poder, después las mujeres[i], o en su caso también los hombres. Había crecido escuchando esa frase; su difunto padre la repitió hasta el día de su muerte, siendo estas sus últimas palabras; no sin algo de trabajo había conseguido las dos primeras, demostrándole a los buitres corporativos que él se podía hacer cargo de la empresa familiar; lo hacía bastante bien y una vez logrado el dinero y el poder, las mujeres llegaron solas.
Siempre había sido consciente de que no contaba con un gran atractivo físico pero eso no le importaba a quienes querían meterse en su cama, y a él no le importaba que lo buscaran por su dinero si obtenía un poco de diversión y sus amantes de una noche se iban con la cola entre las piernas al no obtener algo de él. En esos momentos salía con la hija del dueño de una famosa cadena hotelera, una chica superficial, sin personalidad y por supuesto sin cerebro, todo lo que él odiaba, y sus amigos, los únicos que podía decir no buscaban de él algo más que compartir buenos momentos, le recriminaban por esa relación:
— Severus, sabes que no nos importa que sea una niña comparada contigo y tus casi cuarentaicinco años. – Habló un hombre de negros cabellos y ojos azules. – pero no vas a negar que ella es la encarnación de todo lo que aborreces, sin contar que casi nunca se ven y TODO el mundo sabe la clase de fiestitas que monta, y su infidelidad…
— Mira Black, que eso no te importe como a mí, esto es sólo un buen negocio acordado entre su padre, ella y yo; yo no le soy fiel, ni ella a mí, aunque yo sí soy discreto… sólo nos casamos y ella me da un heredero, ya sabes dinero sólo se casa… con más dinero, y así ella seguirá llevando una buena vida sin trabajar y sin matar a sus padres para heredar su fortuna.
— Y ¿Qué pasa si estando con ella es cuando descubres al amor de tu vida? – esta vez hablo un hombre castaño de ojos miel. – ¿no has pensado en ello?
¿Qué si no había pensado en ello? Claro que sí, pero ya se había resignado a no encontrar a alguien que lo amara por lo que era y no por lo que tenía. Intentó alejar esos pensamientos de su cabeza, ya bastante le dolía por causa de la reunión de emergencia; casi no se pasaba por la empresa dedicado como estaba a otros negocios, y su relevo era Sirius Black, pero este ahora se encontraba en su cuarta luna de miel con Remus Lupin, y por lo tanto debía soportar los errores de los ineptos que trabajan para él, “simios, trabajo con simios”. Y fue entonces cuando lo vio. Un joven de unos 25 años tal vez, con un sencillo pantalón de vestir gris y una camisa blanca, de piel tostada y cabello azabache totalmente revuelto, y unos enormes ojos verde esmeralda, salía del elevador con una gran cantidad de documentos en sus delgados brazos; ni bien había dado un par de pasos cuando tropezó tirando todo, aunque Severus había notado que no fue un accidente: uno de sus empleados más jóvenes le había dado una zancadilla y ahora observaba con satisfacción como el ojiverde casi a punto del llanto se apresuraba a recoger los papeles. Esa imagen del chico arrodillado con sus ojos anegados en lágrimas se le antojó simplemente hermosa, pero por el momento tenía prisa y no podía quedarse más tiempo admirando al chico; salió del edificio sonriendo con suficiencia, había encontrado a su siguiente conquista, no importaba si era hetero, con algo de dinero haría que le abriera las piernas, porque de algo estaba seguro, ese joven no se salvaba de caer en su cama.
2
Harry Potter nunca había tenido una vida fácil; desde pequeño se había resignado a casi no ver a su madre, ella trabajaba prácticamente todo el día, en una horrible fabrica donde la explotaban, algo que él no supo hasta que tuvo 15 años, pero ella, a pesar de su cansado día laboral siempre tenía una sonrisa para sus hijos cuando llegaba en las noches, y si su mísero sueldo se lo permitía les llevaba alguna golosina.
Harry se la pasaba en casa después de regresar de la escuela y le ayudaba a su hermana con los quehaceres de la casa y a preparar los alimentos, todo esto para facilitar la vida de su madre. Su padre, bueno, no sabía mucho de él, era un tema prohibido en su hogar; cuando le preguntaba a Elizabeth, su hermana mayor, sobre eso, simplemente contestaba:
— Eres afortunado de no recordar ese infierno. Él se fue cuando eras un bebe y es mejor así.
Alguna vez había escuchado a su madre llorar mientras hablaba con Lizzie, sobre que su padre había amenazado con llevárselos si no le daba el dinero que necesitaba para pagar deudas, y era una cantidad bastante grande.
— Mamá – el pequeño atrajo la atención de ambas mujeres – yo… ten – le ofreció su tesoro mas grande, una cajita de metal bastante oxidada; en ella guardaba los ahorros de toda su vida, no era mucho, 9, 10 dólares tal vez, era el dinero que le daban los vecino por regar las plantas, por ayudarles a llevar las compras o cuidar a sus mascotas. Entonces su madre y su hermana lo abrazaron con fuerza llorando aun más.
Tiempo después llegó la tragedia a su casa, cuando su madre murió junto con otros trabajadores de la fábrica, en un incendio. Su hermana en ese entonces tenía 21 años y el 17 por lo que quedó a su cargo y ella se negó cuando se ofreció a trabajar para ayudar con los gastos. Así que continuó estudiando mientras su hermana trabajaba de mesera; por fortuna era un lugar céntrico y con cierta popularidad, su sueldo era bajo pero las propinas ayudaban mucho. Harry estudiaba bachiller junto con una carrera técnica para terminar pronto y poder trabajar y ayudarle a Elizabeth; cuando concluyó los estudios su hermana seguía negándose a que trabajara, ya que él iría a la universidad, aunque tuvieran que apretarse el cinturón para eso.
— Hermana, sé que no te gusta la idea de que trabaje, pero no puedo depender de ti, la universidad me ha concedido una beca, pero el gasto sigue siendo mucho, así que voy a trabajar medio tiempo en la cafetería y los fines de semana como auxiliar en la biblioteca.
Costó mucho convencerla pero al final acabó aceptando, después de todo él ya era mayor de edad. El ojiverde supo que había hecho lo mejor cuando su hermana le informó que estaba esperando un bebe, unos meses después.
Ella era la felicidad hecha persona, y no podía esperar a tener a su niña en brazos. Ya llevaba 5 meses de gestación y no podía ser más feliz, su hermano la apoyaba en todo y ya le había comprado su primera ropita; su pareja no podía estar más feliz, o eso creía ella hasta que un día la dejó así, sin más explicación que un “no estoy listo para esto”. Una profunda depresión la invadió, ni su pequeña hija al patearla le devolvía la sonrisa, y eso complico las cosas[ii].
A los 7 meses entró en labor, y el parto fue bastante complicado, pero después de 25 horas en labor nació una pequeña nena con una pelusita roja coronando su cabecita, sus ojos tenían un tono gris azulado, que pronto cambiaria a verde: la viva imagen de su madre y su abuela; dos días después, Lizzie aún agonizaba en el hospital y con su último aliento nombró a Harry el tutor legal de su bebé, y no sólo eso, sino que quería que fuera su hija. Entonces el chico se vio obligado a crecer muy pronto, pero por ningún motivo renunciaría a su única familia: su pequeña hija Zyanya[iii]. Y Harry se aseguró de que la pequeña siempre supiera la verdad de su origen sin hacerle dudar que él realmente la amaba como si fuera su propia hija.
Así que con una carrera técnica y sólo dos semestres en la Universidad, tuvo que buscar un buen trabajo para hacerse cargo de la pequeña, pero no fue nada fácil, ya que el hecho de ser padre soltero le cerraba bastantes puertas y sólo conseguía mediocres empleos temporales, hasta que la suerte tocó a su puerta: encontró un oportuno anuncio que vio por casualidad en algún periódico olvidado en el parque, donde solicitaban un auxiliar contable ni más ni menos que en “Snape Corp”[iv]; no perdía nada con intentarlo, dejaría a su pequeña con la vecina mientras iba a la entrevista.
Las cosas no fueron fáciles; bastantes personas aspiraban a tener un cupo en la prestigiosa empresa, pero al final Albus Dumbledore, el gerente general, se compadeció de él y decidió ponerlo a prueba para ver si firmaba contrato; el chico puso todo su empeño y demostró ser bastante capaz y trabajador.
Pero no todo fue miel sobre hojuelas; muchos de los empleados no estaban contentos con su presencia, pues al ser tan trabajador temían que ascendiera rápidamente y se dedicaban a hacerle la vida imposible; inclusive, una secretaria lo había reportado diciendo que la había acosado sexualmente, y para evitar un despido, él confesó su homosexualidad, lo que le acarreó más problemas.
— No seas mojigato Harry, no veo porque no podemos pasar un rato agradable. – con un sensual movimiento acomodó un mechón de pelo tras su oreja.
— Mira, Zabini – intentó contar hasta 10 antes de decir algo de lo que pudiera arrepentirse. – Realmente me halaga que te fijaras en mí, pero no me atraes, no de esa forma.
Al moreno no le cayó bien el rechazo, y cada que podía lo retrasaba en sus trabajos como en ese momento; había puesto el pie para que se tropezara y el chico tirara todos sus documentos mientras él, en lugar de ayudarle como el caballero que se suponía que era, sólo se regocijó con la imagen de un lloroso ojiverde.
3
Ese día fue especialmente horrible, sobre todo las juntas con los “buitres corporativos” que sólo esperaban un paso en falso para lanzarse sobre él y arrebatarle su compañía; después se tuvo que ver con su “adorada” novia, quien primero lo dejó una hora esperando, y después de que se la pasara quejándose sobre sus “amigas”, decidió que quería ir al cine y todo el camino se la pasó observándose en el espejo y retocando su maquillaje; Severus simplemente no lo entendía, iban a encerrarse en una sala oscura donde nadie la vería ¿Para qué querer lucir como si desfilara en Milán?[v], Cho realmente lo exasperaba[vi]; ahora nuevamente había regresado a la empresa para arreglar los últimos detalles de un juego, apenas un prototipo pero le entusiasmaba la idea que inicialmente había sido por un pasatiempo y ahora podría convertirse en todo un éxito. Ya eran las 9:30 y casi no había nadie, eran realmente pocas las personas que hacían el turno nocturno; ya estaba dentro del ascensor cuando escucho una voz gritándole:
— ¡Espere! ¡Por favor!
El ojinegro detuvo la puerta impidiendo que cerrara, y un agitado moreno entró, estaba algo encorvado intentando recuperar el aliento, cuando lo hizo levantó una radiante sonrisa que a Severus lo dejó sin habla.
— Muchas gracias, la verdad que llevo prisa.
Severus no contestó y sólo fijó la vista al frente, aunque de reojo lo observaba; su ropa era bastante sencilla, no la que acostumbraban sus empleados, a su hombro había una mochila y no un maletín como era habitual, su cabello era un desastre, y sus ojos, ahora que lo veía de cerca notaba que eran más bellos de lo que creía, y esa boca… Harry notó el escrutinio al que era sometido y decidió entablar una conversación.
— ¿Eres nuevo? No te había visto por aquí antes.
De nuevo esa sonrisa, aunque lo que le sorprendió fue que no supiera quién era él, su rostro aparecía en revistas, periódicos, noticiarios, y la mayoría de sus empleados eran unos “trepadores” y… si quizás era eso, el chico quería seducirlo, pero ya vería que tan lejos quería llegar con su mentira.
— No, ya tengo tiempo en la empresa, sólo que no vengo muy seguido.
— Ya veo. – Sin saber que más decir, sólo observaba la puerta. Ya casi llegaba a su destino, la planta baja, y estar con ese hombre que parecía desvestirlo con la mirada le incomodaba. Al llegar al tercer piso, Snape presionó el botón que detenía el elevador y se giro hacia el chico que sonreía nervioso y a alternaba la vista entre el hombre de ojos negros y el botón. — ¿Se-señor?
— Tobías Prince.
— ¿Di-disculpe?
— Mi nombre – el ojiverde lo observaba como si le hubieran salido dos cabezas y se ponía más nervioso a cada momento, iba a volver a poner en función el ascensor nuevamente cuando una fuerte mano aferró su muñeca. — Es de mala educación no presentarse.
— Ha-harry P-potter – lo observaba con ojos suplicantes. – Por favor señor, tengo prisa.
— Pues tendrás que esperar. – soltó el agarre de su muñeca, pero sujetó la pequeña cintura y lo pegó a su cuerpo.
— ¡No! ¡Suélteme! ¡Viejo pervertido! – comenzó a forcejear, más de pronto se vio presa de un demandante beso; con algo de dificultad logró arrastrar al hombre cerca de la puerta y presionó el botón para abrirlo no sin antes morder a Severus en el labio y patearlo en la espinilla para que lo soltara. Salió corriendo lo más rápido que sus piernas le permitían, bajó las escaleras brincando cuantos escalones podía, sólo hasta subir en el autobús que lo llevaría a casa respiró con tranquilidad, y en un gesto inconsciente llevó su mano hacia sus labios.
4
Los días pasaban sin pena ni gloria; Harry se la pasaba trabajando como loco, haciendo bastantes horas extras pues pronto sería el cumpleaños de Zyanya y quería hacerle una gran fiesta; las veces pasadas casi había dependido todo de su vecina, quien amablemente los invitaba a comer y preparaba un pastel y los únicos invitados eran sus hijos. Pero ahora quería que fueran también los amigos de su hija.
Se encontraba en su pequeño cubículo haciendo cuentas; con lo que sacaba de ingresos extras sería más que suficiente para dar una gran fiesta y sobraba un dinerillo que podría ahorrar para las emergencias; estaba tan perdido en su mundo de globos, juegos inflables y dulces que no notó a alguien acercándose a él.
— ¿Harry Potter? – preguntó una voz claramente masculina, el joven observó a su interlocutor, no lo podía ver muy bien ya que estaba detrás de un gran arreglo floral.
— S-si –contestó algo aturdido.
— Es para usted – dijo colocándolo en un espacio del escritorio. – Firme aquí por favor – dijo pasándole una telxon. Aún algo confundido, firmó y el mensajero se retiró, Harry observaba con un brillo de ilusión el bello arreglo que tenía una gran variedad de flores como rosas, aves del paraíso y girasoles; al centro había un pequeño sobre color verde oscuro y con letras plateadas ponía su nombre, sacó la tarjetita que decía “Hoy debes estar cansado después de todo lo que hicimos en mis sueños anoche” rodó los ojos ante la falta total de romanticismo “nos vemos esta noche en el café MLK, a las 8:00pm sé puntual
Tobías Prince”. Guardó la tarjeta en la bolsa de su camisa.
— Prince… ¿de dónde me suena? –mientras intentaba hacer memoria escuchó el cuchicheo a su alrededor
— ¿Quién se lo habrá enviado?
— ¿Cómo es posible que alguien se fije en el?
— ¿Se las enviaría el solo pues?
— No creo, sólo hay que ver la ropa que usa para notar que en un arreglo así se le va el sueldo de todo el mes.
Y después las risas; Harry contenía las lagrimas ante los cometarios ¿Realmente era tan mal partido? Nunca le había importado el qué dirán, pero eso era cruel.
— ¿Por eso serán las horas extras? ¿Para qué se haga regalos el solo?
— Y ¿eso de que le serviría?
— Seguro quiere poner celoso a Blaise.
Ya no queriendo escuchar más se colocó los audífonos decidiendo ignorarlos.
Todo el día se la pasó entre las especulaciones y burlas de sus compañeros laborales, ya eran casi las 7 y Harry decidió que ese día no trabajaría más de la cuenta; tomando el pesado arreglo se encaminó a las escaleras, casi nadie las usaba y eso le evitaría un mal rato, aunque acabara realmente agotado ya que se encontraba en un decimoquinto piso; ya iba por la mitad cuando escuchó que lo llamaban de unos escalones más arriba; sólo le tomó unos segundos descubrir que se trataba de Blaise Zabini, le ignoró y continuó bajando pero su pesada carga le impedía correr como lo deseaba, quizás hubiera sido más inteligente dejarlo en su cubículo, pero quería llevárselo a Zyanya, a ella le fascinaban las flores y en su pequeño piso apenas si había unas cuantas macetas.
El moreno impidió su graciosa huida al plantarse frente a él. Pero no pudo esperar lo que siguió: sus preciosas flores siendo lanzadas por las escaleras.
— Mira Potter, no me gusta que jueguen conmigo, así que si lo que querías era mi atención pues ya la tienes.
— ¡Grandísimo imbécil!, me puedes explicar, ¿Quién demonios te metió esa idea en la cabeza?
— Vamos Harry, ¿enviarte flores al trabajo? Esas cosas las hacen las chicas en la preparatoria.
— No te des tanta importancia, ahora si me disculpas…
Comenzó a bajar nuevamente; con algo de dolor dejó sus flores atrás aunque lo que deseaba era recogerlas.
Salió del lugar aún con la ira corriendo en sus venas; debía calmarse, no quería que su hija lo viera así; comenzó a caminar por el centro, ya eran casi las ocho y recordó su “cita”, aunque seguía sin recordar quién era ese hombre. Llegó al MLK después de la hora acordada, 25 minutos para ser exactos; se asomó por la ventana para ver si reconocía algún rostro conocido, y palideció notablemente al notar que en una mesa apartada estaba el mismo hombre del ascensor; se veía bastante bien aunque se le notaba molesto y miraba su reloj constantemente. No se lo pensó dos veces y huyó de ahí.
5
No tenía ánimo de ir a trabajar; no creía poder soportar nuevamente a sus compañeros de trabajo y sus horribles comentarios sobre él, pero debía ir; ese trabajo, a pesar de “esas personas”, era lo mejor que había conseguido, y no iba a dejar que ellos lo afectaran; además todo sacrificio valía la pena por su pequeña hija, que casi cumplía 7 años y era una hermosa niñita idéntica a su hermana cuando tenía esa edad; era, además, muy educada e inteligente. Suspiró, ya era hora de levantarse, se vistió rápido, se arregló lo más posible y comenzó a preparar el desayuno. Para el sólo un poco de fruta y jugo, no tenía estómago para nada más. Para su hija, decidió que un cereal estaría bien, porque si en esos momentos cocinaba, seguro lo quemaría.
Fue en busca de su más grande alegría y orgullo y la encontró ya vestida con su uniforme escolar y batallando con su cabello.
— Deja te ayudo – le arrebató el cepillo y comenzó a peinarla. – dentro de unas semanas es tu cumpleaños, puedo ir sólo medio tiempo a trabajar hoy para que vayamos a escoger las invitaciones y ver algunos salones. – la niña no contestó al instante.
— Si claro. – dijo medio forzando una sonrisa, no le agradaba tener una enorme fiesta, pero no pensaba desaprovechar la oportunidad de pasar mas tiempo con su padre; últimamente lo veía muy poco.
— Bien, iré por ti al terminar la escuela, ahora a desayunar que se nos hace tarde. — Terminó diciendo mientras sujetaba una de las coletas con un moño.
A pesar de que comieron rápido las risas no faltaron y aún con algo de prisa salieron del departamento rumbo a la escuela de la niña; después de dejar a su hija en la escuela, sin notar como la pelirroja miraba con aprensión la entrada, tomó el autobús que lo dejaría a una cuadra del trabajo.
Cuando llegó, notó con alegría que aún faltaban 45 minutos para comenzar su turno, y decidió ir a una pequeña cafetería que había cerca; compraría algunas rosquillas, ya le empezaba a dar hambre. Pero una imponente figura le impidió el paso, era Tobías Prince.
— Me dejaste esperando. – Le reprochó.
— Lo siento. – dijo sin saber porque se disculpaba exactamente. – Tenía cosas que hacer y…
— Las personas educadas tienen la decencia de avisar si no pueden acudir a la cita.
— Pero yo… ¿y cómo diablos me iba a comunicar con usted si no tengo su número? Seguramente le iba a mandar una lechuza o señales de humo ¿No?
—Está bien, pero que no se vuelva a repetir, ahora vamos. – comenzó a jalarlo hacia un estacionamiento cercano. Y el ojiverde seguía sin decir nada, pero reaccionó antes de entrar al auto.
— ¿Qué? ¡NO! – Comenzó a protestar – yo tengo que ir al trabajo. – aunque no por las razones correctas.
— Ya te he disculpado con Albus, le dije que hoy no podías presentarte, descuida no te descontará el día.
No dijo más, sólo lo empujo dentro del vehículo, y puso en marcha su Mercedes Benz SL 65 AMG y comenzó a conducir a las afueras de la ciudad, al notarlo Harry pregunto:
— ¿A dónde vamos?
— Es una sorpresa.
Ya no hablaron más durante la casi hora que duró el viaje; en el camino el ojiverde notó que verdes prados se comenzaban a extender por dondequiera que observaran, haciéndole ver que dejaban atrás la ciudad. Cuando llegaron a su destino, un pequeño y pintoresco pueblito, Severus, galantemente, fue a abrir la puerta a Harry y lo ayudó a bajar, el joven no decía nada sólo observaba maravillado aquel lugar, pensó que sería un lugar ideal para hacer un día de campo con su hija. El ojinegro se colocó tras él y lo abrazó por la cintura, acercando sus cuerpos, inclinó un poco la cabeza y susurró en su oído:
— ¿Te gusta? Aquí suelo venir cuando quiero alejarme de todas las preocupaciones. Ven.
Sin soltarlo comenzaron a caminar hacía una hacienda; en la entrada se encontraba una mujer ya entrada en años, era delgada y su cabello estaba recogido en un apretado moño, vestía un sencillo vestido largo color gris, y en sus mejores tiempos debió ser bastante hermosa. La mujer corrió a abrazar a Snape.
— Se… — no pudo continuar, la negra mirada le indico que no dijera su nombre. – Mi niño, hace tanto que no te veía.
— Minerva, yo también te extrañé, mira te presento a Harry.
— Mucho gusto. –
— El gusto es mío, ¡oh vaya! eres un chico bastante guapo… pero que modales los míos, pasen, pasen, acabo de hace un asado que seguro les encanta, y de postre, el favorito de mi niño, pastel de chocolate.
Comieron tranquilamente, platicando de cosas sin importancia y en un momento que Harry fue al baño, Severus puso al tanto a Minerva de que Harry lo conocía como Tobías Prince, y los ojos de la anciana adquirieron el típico brillo de su esposo cuando quería entrometerse en algo.
— Harry, Tobías me decía que se conocen del trabajo.
— Bueno no exactamente, pero sí, quiero decir sólo habíamos cruzado palabras en una ocasión.
— ¡Oh! Eso es sorprendente.
— ¿Sorprendente? ¿Por qué?
— Bueno, Se-Tobías no acostumbra a traer visitas aquí, debes ser muy especial si te ha traído. – Dijo como que no quiere la cosa. Nadie dijo nada, mientras que Severus pensaba que era verdad; nadie aparte de Sirius y Remus conocían ese lugar, no entendía porque había llevado a ese chico a su lugar especial; Harry por su parte sentía un extraño calorcito en su pecho que lo llenaba de dicha. Decidieron salir a dar un paseo y Minerva decidió dejarlos solos, quizás con ese chico tan dulce Severus se olvidaría de ese absurdo que era la boda con la señorita Chang.
Llegaron a donde comenzaba un bosquecillo de sauces, y decidieron sentarse a la sombra de uno. Estuvieron en silencio un largo rato, de vez en vez se miraban y soltaban risillas tontas, eran sólo nervios, pero no podían evitarlo; con cuidado, Severus recostó al chico sobre la hierba, sus ojos se perdían en los verdes, ambos sabían lo que iba a pasar, ambos acortaron la distancia y se besaron con desesperación pero sin pretender algo más, y por ello cuando la ropa comenzó a desaparecer fue que Harry tuvo un pequeño rayo de conciencia; él no acostumbraba a actuar así; sin decir nada se separó, con algo de dificultad, del otro cuerpo y comenzó a vestirse, el ojinegro no creía lo que pasaba, había estado tan cerca.
— ¿Qué haces?
— ¿No es obvio? Me visto.
— Pero ¿Por qué? No parecía que esto te molestara. – Entrecerró los ojos – ¿eres hetero? ¿Por eso no fuiste a nuestra cita?
— ¿Qué? ¡No! Soy tan gay como tu, o eso creo. – suspiró intentando acomodar sus ideas, y observó su reloj, ya era tarde. –mira esto no debió pasar, y tengo cosas que hacer, ¿podrías llevarme o debo pedir un taxi?
— Yo te llevo. – dijo resignado, pero no se iba a dar por vencido.
El regreso fue algo tenso e iban en silencio, Severus lo dejó donde anteriormente lo había “secuestrado” pues el chico se negó a que lo dejara en su casa.
6
Harry llegó corriendo a la escuela, ya casi no había nadie, y sentada en la banca del autobús, balanceando sus piernitas estaba Zyanya; en cuanto lo vio corrió hacía él y se abrazó a sus piernas.
— Pensé que te habías olvidado de venir.
— Lo siento, surgió un contratiempo, pero ahora soy todo tuyo. – le sonrió. – ¿Qué te parece si ante vamos a comer?
— ¡Sí!
Ambos caminaron un par de cuadras hasta encontrar un buen lugar para comer; entraron en una pizzería y mientras esperaban a que su orden, una pizza clásica de peperoni y champiñones, estuviera lista, la niña le contaba acerca de su día y un incidente en la clase de arte donde se desató una guerra de pintura y hasta la maestra acabó participando. Se interrumpió cuando les llevaron su comida.
— Y, ¿Ya pensaste que te gustaría que hubiera en tu fiesta? He pensado que quizás al aire libre y podríamos llevar un poni ¿Te agrada?
La pelirroja no contestó; la verdad que la idea de una gran fiesta no le hacía ilusión; no se llevaba bien con sus compañeros de escuela, ellos se burlaban de ella porque no tenía mamá y con el festival del día de la madre en puerta, las burlas aumentaban; la maestra los regañaba, pero de nada servía. Lo único que hacía soportable su estancia en ese lugar era Lola, su mejor amiga.
— No quiero una fiesta. – contestó al fin.
— ¿No? ¿Y eso?
— Me gustaría pasar más tiempo contigo, casi no estas conmigo. – medio mintió. – Pero si quieres celebrar, podría invitar a Lola. – Harry la observó un momento, supo que había algo que molestaba a su hija, pero no la presionaría a hablar, cuando estuviera lista ella se lo diría.
— Bueno, si eso quieres, supongo que podríamos ir al circo y después ir a comer el delicioso pastel de la abuela Molly.
La chica gritó con entusiasmo; la verdad que su papá cocinaba muy rico pero los postres de su abuela eran lo máximo.
7
Los días pasaban y Harry apenas si podía concentrarse en su trabajo; Tobías se la pasaba enviándole regalos, para molestia de Blaise, y prácticamente se había convertido en su sombra, aunque sólo fuera de la oficina, pues nunca lo había visto en la empresa; además de aquel primer beso en el ascensor, era excitante sentirse así, aunque comenzaba a asustarse con esa obsesión por parte del pelinegro, que en una ocasión casi golpeaba a su mejor amigo porque lo vio abrazándolo; por suerte llegó la novia de éste y calmó las cosas. Después de eso se molestó con él, se negó a aceptar sus regalos y lo evitaba lo más posible.
8
Harry puso una cara de fastidio cuando vio a alguien ya bastante conocido, acercársele a pasos despreocupados. — Qué coincidencia verlo por aquí, Potter – el ojiverde bufó al oír eso, sólo bastaba ver que el costoso traje, valía más que la ropa de todas las personas en ese vecindario.
— Mejor dígame de una buena vez que busca por aquí, Prince; no creo que este barrio sea alguno de los que acostumbra frecuentar. – Severus chasqueó la lengua con diversión.
— ¿Directo, eh? Pues te lo diré, te quiero a ti y a tu perfecto culito en mi cama, o en el sofá o la alfombra, el lugar es lo de menos.
— Llega tarde para eso; mi época de acostarme con el primer idiota que se me cruzara ya pasó. – siguió caminando sin importar que el otro ya se hubiese detenido, y llegó a su destino: una humilde escuela pública; se detuvo a la entrada, el mayor lo observaba confundido -¿qué hacía en un lugar así?- Su confusión creció aún más, cuando una pequeña pelirroja salió corriendo a abrazarlo; comenzó a sentirse un intruso pero no podía evitar mirar y avanzó un par de pasos; la pequeña le enseñó una tarjeta que obviamente había hecho ella, y se la dio al joven que se había arrodillado junto a ella y también tenía una expresión interrogante.
— Ten, la hicimos en clase de arte, por el diez de Mayo. –Harry iba a protestar pero la niña lo impidió cuando pasó sus bracitos alrededor de su cuello y susurró: — Gracias por ser también la mejor mamá[vii].
Harry derramó un par de lágrimas al oírla, y Severus sólo pudo confirmar la sospecha que ya anidaba en su corazón: Harry Potter no era sólo un capricho más.
Zyanya también lloraba; ese día, como era de esperar, sus compañeros se burlaron de ella y le dijeron que no tenía derecho a ir al festival, pero ella, aunque le dolió, pensó que no necesitaba una mama, su padre le bastaba; aunque si un día decidía darle una mamá pues no se opondría, bueno, otro papá, porque sus tíos Fred y George le dijeron que su papi no podría darle una mami, pero quizás otro papi sí, aún no entendía bien eso, el mundo de los adultos era muy complejo.
Snape decidió que ahí sobraba, y comenzó a marcharse, ahora que había aclarado sus sentimientos tenía un compromiso que romper, después de todo, ahora que sabía lo que era el amor no pensaba dejarlo escapar y ya haría que su Harry lo amara también.
9
El cumpleaños de Zyanya llegó, y Harry, junto con todos los Weasley, la despertaron cantando el feliz cumpleaños, y dándole un gran desayuno; era viernes pero aún así Harry decidió que por un día que no fuera a la escuela no pasaba nada, sólo se había asegurado de que no hubieran exámenes o exposiciones que hacer. La pequeña se probaba un vestido que le había hecho Molly, todos estaban en la salita acomodando el resto de los obsequios que quedaban por abrir, y alguien llamó a la puerta.
— Yo voy. – Dijo el ojiverde y fue a abrir; al hacerlo se encontró con quien menos lo esperaba y, si era sincero consigo mismo, ya extrañaba. — ¿Qué haces aquí, Tobías? – intentó que su alegría no se notara en su voz pero fracasó, eso y que por primera vez lo llamaba por su nombre, o segundo nombre mejor dicho, le dio una luz de esperanza.
— Supe que es el cumpleaños de tu hija y le traje un regalo. Yo…
— ¿Un regalo? Ni siquiera deberías saber que tengo una hija, nadie en la empresa lo sabe, ¿me estás espiando o qué?
— Albus me lo dijo, cuando averigüe que hoy no irías al trabajo; yo tengo algo muy importante que decirte.
— Mira, ya me cansé de todo esto; ¿querías que me acostara contigo no?, vuelve mañana y lo hacemos, pero yo no estoy para esto, ¿entiendes? soy un padre soltero, no puedo darme el lujo de salir cada que a ti o cualquier otro le plazca y dejar a mi hija de lado.
— No es eso, yo quiero… dame una oportunidad de demostrare que no eres sólo un pasatiempo.
Harry de verdad quería creer, y bueno ahí estaba ese misterioso hombre que, aún sabiendo que tenía una hija, quería tener algo con él, no sólo una noche y ya, si no algo más profundo.
— Está bien, supongo que mañana después del trabajo…
— ¿Por qué no hoy? Si es por el cumpleaños de la niña no hay problema; los tres podemos ir a un parque de diversiones, a comer, a la luna si quieres, pero permíteme pasar este día a tu lado.
Con algo de duda, aceptó.
10
Después de despedirse de la familia de pelirrojos, Harry bajó al estacionamiento, donde sabía los esperaba.
Severus los esperaba recargado en un lujoso coche, que Harry no le había visto; al verlos llegar no pudo resistirse más y tomó la boca del chico con desespero. La niña miraba la escena con los ojos bien abiertos, si bien sus tíos le habían dicho que a su papi le gustaban los hombres era bastante desconcertante verlo besar a uno; ciertamente, las películas de Disney no la habían preparado para algo así; sin embargo, ese hombre le inspiraba confianza y respeto, ¿él sería su nuevo papá?; cuando se separaron no sabían dónde meterse por el espectáculo que habían dado a la pequeña. La niña sólo les dio una nerviosa sonrisa.
— Bonito auto. – dijo intentando aligerar el asunto. Severus abrió la puerta del copiloto y sacó un paquete de tamaño mediano envuelto en pape brillante.
— Esto es para ti.
Zyanya desgarró el papel con emoción; dentro había una hermosa muñeca de porcelana con rubios y rizados cabellos, rojos labios, ojos azules y algo pálida, vestida con ropas de la época victoriana en color vino; en sus finas manitas sostenía un cristal de forma rara, como dos globos juntos, que contenía un agua azul y aceitosa, observaba casi hipnotizada como las gotitas caían hacia el otro globo.
— ¿Qué es?
— Se llama clepsidra.
— ¿Clep…qué?
— Clepsidra, es como un reloj de arena, los magos la usaban en la antigüedad para medir el tiempo. Aunque sólo cuenta tres minutos cada que se llena un globo.
— El tiempo que se necesita para cocer un huevo[viii] – comentó Harry.
— Muchas gracias. – La pequeña abrazó al ojinegro sinceramente agradecida, y el sintió una agradable sensación que sólo había sentido cuando su madre lo abrazaba.
Cuando los tres subieron al auto, Severus no quiso revelar el destino, pero al ir avanzando, el ojiverde supo a donde se dirigían; la pequeña observaba fascinada como el paisaje cambiaba, sólo había visto tanto verde en los parques y algunos programas; su padre y ella nunca habían podido viajar y todo lo que conocía era la ciudad gris. Cuando llegaron a la hacienda, Minerva salió a recibirlos como la vez anterior, sólo que esta vez estaba acompañada de Albus, quien observaba feliz a su muchacho.
Comieron entre risas y aunque estaban acostumbrados al ambiente familiar, cortesía de los Weasley, Zyanya sentía que ahí era su lugar, quizás porque el extraño hombre, que aún no sabía cómo se llamaba, observaba con tanto amor a su papi, que lo veía con igual admiración.
Cuando terminaron de comer el señor de larga barba le dijo que la llevarían a los establos; había un potrillo que quizás le gustaría montar. A pesar de ser una pequeña niña, supo que querían darle privacidad a su padre con aquel hombre de negro.
Al quedarse solos, ninguno sabía qué decir, por lo que decidieron dar un paseo para aligerar el ambiente.
— Harry, veras yo, tengo algo muy importante que decirte, me gustaría poder comenzar alguna relación contigo y…
— ¿Una relación? ¿Así, tan pronto?
— Si, pero yo…
— Tobías, me encantaría. – respondió arrojándose a los brazos del otro e intentando besarlo, pero Severus se lo impidió.
— De eso quiero hablarte, me gustaría que hiciéramos todo eso bien.
— ¿De qué hablas?
— No me llamo Tobías Prince, bueno sí, pero son mi segundo nombre y apellido, la mayoría de las personas me conocen como Severus Snape.
Severus Snape, ese nombre lo conocía, pero… ¡No¡ Imposible, no podía ser ése Severus Snape.
— ¿Zabini te lo pidió como favor personal o algo así?
— ¿Disculpa? – preguntó confundido.
— Si, ya sabes, Blaise Zabini, el hijo de un miembro de la junta directiva y un amigo muy intimo tuyo, ¿Él te pidió que te burlaras de mí por rechazarlo?
— Lo siento pero no entiendo nada. – Y era cierto, además, ¿qué era eso de que eran amigos? Apenas y toleraba al padre como para aguantar niñatos mimados.
— Desde que le dije que no me interesaba me amenazó con hacer que me despidieran y ya que ustedes son TAN amigos lo harás, ¿cierto? Había dicho que no te encontrabas.
— No, Harry, no es como crees.
— ¿No? y ¿qué ocurre en realidad? ¿Cómo es posible que uno de los hombres más ricos y poderosos del país se fije en alguien que ni siquiera tiene auto? Perdóname si no me lo creo, pero ya te había dicho en la mañana, si quieres follarme y ya, hazlo aquí, ¡Anda!
— No Harry, yo no quiero que sea así.
— Entonces nos vemos, Snape. – escupió el apellido. – Y no te preocupes, el lunes iré por mis cosas; ahora voy por mi hija, que entre más pronto busque otro empleo mejor.
— No, espera, te llevo. – estaba desesperándose, pero no podía permitir que las cosas acabaran así.
— No te apures, ya le diré a Albus que lo haga.
Sin voltear una sola vez, se fue, y Severus no hizo ningún intento por detenerlo, lo que sí hizo fue comunicarse con los Zabini: su hijo se había quedado sin empleo.
11
— Lo extrañas. — era una afirmación. Había pasado una semana de la “escenita” de Harry con Severus, y tal como había amenazado, el lunes a primera hora había firmado su renuncia; ahora agradecía haber trabajado horas extras, pues sin trabajo, la situación se habría vuelto en extremo complicada para él y su hija. La que le hablaba era su pequeña que acababa de regresar de un paseo al parque con su tío Ron y su tía Hermione.
— ¿De quién hablas?
— Del hombre de mi cumpleaños, Sevrus… Sev… algo.
— Severus. – corrigió sin notar que su hija no debería saber el nombre de su amado, pues ni como Tobías lo había conocido.
— Sip, a él lo extrañas.
— No, yo…
— Cuando estabas con él, en mi cumpleaños, se veían como abuelita Molly y abuelito Arthur… ¿sabes? Tía Herm me acompañó a tu trabajo y hablé con el señor Albus…
— ¿Qué hiciste, qué?
— Sí, y el dijo que hablaría con Sevurus.
— ¿Con Severus?
Justo en ese momento, llamaron a la puerta.
12
10 años después.
Una hermosa joven pelirroja paseaba por el centro comercial; había deseado escapar un poco del ambiente de su casa. Sonrió con ternura al recordar el motivo de su huida… sus padres podían volverse realmente ruidosos si se lo proponían…
Comenzó a observar los aparadores aunque su mente viajo tiempo atrás, cuando su vida fue perfecta. Severus era un hombre maravilloso que los aceptó en su vida como si fueran un invaluable tesoro; él realmente los amaba y lo demostró cuando los anunció al mundo como su familia, y diciéndoles a todos que aunque no fuera de su sangre, realmente la consideraba su hija. Sacudió la cabeza; debía encontrar algo realmente especial, pronto sería el día del padre y desde hace 9 años lo celebraba por partida doble. Sí, no necesitaba una mamá, con sus dos padres ella era feliz; eran una familia bastante extraña, pero podía asegurar que nadie era más feliz que ellos. Un flash la sacó de sus pensamientos; era tiempo de empezar a correr: ser hija de Severus Snape tenía sus desventajas, por ejemplo que no respetaran su privacidad. Bueno algún defecto debía tener su “perfecta” vida.
Fin
[i] Sé que esa frase es de una película, pero no recuerdo de cuál.
[ii] Desconozco si la depresión afecta a tales extremos un embarazo, pero si no es el caso, finjan que tomó muchos antidepresivos y eso le acarreó la muerte a Elizabeth.
[iii] Zyanya es un nombre que me gusta mucho, es de origen zapoteca y significa “siempre”/“eterna”.
[iv]No se me ocurría ningún nombre para la compañía, pero mis buenas cartas de YGO me sacaron del apuro jeje.
[v] Con ese comentario probablemente me gane un pase a la hoguera por parte de las chicas, pero… es cierto -.- eso molesta.
[vi] Bien la Cho Chang de los libros, según la wiki, es bonita e inteligente, y la de las películas (la que yo conocí) es lo contrario y me cayó mal, sobre todo porque antes de verla habían dicho que supuestamente ella era muy bella, pero me decepcionó, en especial cuando te has hecho ya la imagen de una belleza oriental como Lucy Liu o Gong Li.
[vii] Bueno la frase original es “Gracias por el mejor papá” de un comercial de Hershey’s, y de hecho eso fue lo que me inspiró a escribir el fanfic.
[viii] Esa escena es de un libro hermoso llamado “Caracoles, pendientes y mariposas”, aunque claro, un poco modificada.