alisevv
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| Tema: Death Eater Takes a H. Capítulo 43. Bastardo malvado como juego, espía como trabajo I - NC 17 Sáb Mar 13, 2010 5:54 pm | |
| Death eater takes a holiday Capítulo 43 - IBastardo malvado como juego, espía como trabajo - I Ron llevó la bandeja desde la barra hasta la mesa. Ginny chilló cuando él depositó la bandeja con tanta fuerza que la mojó con algo de cerveza de mantequilla, pero le perdonó cuando él propuso un brindis.
—Por la siguiente Weasley que va a estar en el equipo; por ti, Virginia Weasley —exclamó, y empezó a haces sonidos de animación con las manos—. ¡Bravo! Y la multitud grita salvaje, mientras Weasley toma el control de la quaffle. ¡Bravo!
Harry agregó unos vítores adicionales ante el comentario de Ron. Ginny rió mientras tomaba su cerveza de mantequilla.
—Harry, ¿realmente crees que tengo una oportunidad? —preguntó ella con expectativa.
—Estás genial. Estoy seguro que entrarás en el equipo —la animó. Ron le lanzó una mirada de ‘te lo dije’ y la chica sonrió, el nerviosismo ido ahora que había disfrutado de una buena sesión de práctica en el campo de quidditch.
—Es genial poder practicar en un campo verdadero. Es mucho mejor que el pantano detrás de la Madriguera. Apenas puedo esperar a mañana en la noche, para repetirlo. De verdad que aprecio que me ayuden en esto, chicos —parloteó con excitación.
Harry disfrutaba pasar el tiempo con Ron y Ginny por un rato al menos, y trataba de recordar lo que era disfrutar el momento sin preocupaciones. Estaba relajado, pero también alerta. Había revisado la habitación, fijándose en quiénes se encontraban allí y quién podría ser potencialmente peligroso. Estaba casi asombrado al darse cuenta de cuán avanzado tenía el entrenamiento, al punto que podía sentarse allí a beber algo con sus amigos y aún así analizar a cada persona del recinto, detectando incluso pedacitos de casi cada conversación. Una pareja de rubios había atraído su atención. No podía verles muy bien porque estaban sentados muy cerca entre sí, en las sombras, y parecían prestar atención solamente uno al otro. Algo en ellos le hizo escuchar con atención, pero no sabía porqué. Cuando percibió que estaban hablando en francés, dejó de prestarles tanta atención.
La conversación pasó del quidditch al entrenamiento de Ron para Auror. Por su parte, Harry les contó que ya había terminado su primera clase e iba a comenzar la siguiente. Les dijo todo sobre las clases mágicas para la construcción de casas. Dado que la mayoría de las comunidades mágicas estaban mezcladas con las muggles, les enseñaban sobre las regulaciones muggles y cómo incorporar la magia en la construcción y las protecciones de un nuevo hogar.
—Filius y yo conversamos sobre eso durante una partida de ajedrez. Recuerdas, fue la noche en que emborrachaste a mi chica —comentó Ron, riendo—. El mencionó que había un montón de hechizos que podía enseñarte.
—Albus me envió a hablar con él. Él construyó su propia casa hace años —hizo una pausa, notando que Ron miraba detrás de él—. ¿Qué?
—Malfoy —musitó el otro, tan bajito que sólo Harry logró escuchar.
—¿Qué? —preguntó Ginny, confundida.
—Potter, Comadreja —Draco arrastró las palabras, parado junto a la mesa con su brazo rodeando a una atractiva chica de cabello rubio, largo hasta mitad de la espalda. Harry observó mientras Malfoy y Ron discutían brevemente. La muchacha sólo hablaba a Malfoy en francés, pero por su expresión, Harry podía asegurar que comprendía todo lo que se estaba discutiendo en ingles.
—¿No hay entrenamiento de Auror para ti, Potter? —preguntó el rubio.
—No —contestó simplemente.
Estaba seguro que Malfoy esperaba que agregara algo más, pero cualquier cosa que Harry pudiera decir sonaría como que ser Auror no era lo bastante bueno para él, y no tenía intención de insultar la carrera que había elegido Ron. Al final, el resultado de decir menos fue de un mayor impacto. No había manera de que Malfoy pudiera torcer sus palabras con una réplica. Harry no iba a ser la burla de nadie.
—No necesitas perseguir a los chicos malos cuando ellos te persiguen a ti, ¿eh, Potter? —se mofó Draco antes de girarse hacia su chica, hablar algo en francés, y encaminarse hacia la puerta.
—Asqueroso —bufó Ginny mientras los otros salían.
—Olvídale, Ginny —aconsejó Harry, no pensaba permitir que Malfoy les arruinara la diversión—. Mañana me encontraré con ustedes en el campo, ya que voy a estar en Hogwarts.
—¿Es verdad que todavía tienes una habitación en Hogwarts? —indagó la chica pelirroja. Harry asintió—. ¿Eso significa que podré verte allí cuando comiencen las clases?
—Podría ser. Se acerca un aniversario de Albus y es probable que me quede esa noche en el castillo, luego de la fiesta —comentó, disfrutando de la impresionada expresión del rostro de Ginny cuando él se refirió al Director por su nombre de pila.
—Hablando de fiestas —intervino Ron—, creo que podrías venir a casa para cenar, para que mamá pudiera felicitarte por tu cumpleaños. Luego, podríamos reunirnos aquí con todos los demás.
—Suena como un buen plan —aceptó Harry.
Estaba esperando que Severus quisiera hacer algo con él por su cumpleaños, pero no iba a sentarse a esperar que le preguntara, sin hacer otros planes mientras tanto. Sev no había mencionado nada, pero aún faltaba alrededor de una semana para la fecha. Empezó a soñar despierto sobre el día siguiente. Sev le había preguntado si quería ir a cabalgar con él en el caballo volador de Hagrid. Podría jurar que el maestro de Pociones quería resarcirle por haberle ignorado durante la cena de Hogwarts, la última vez que le vio. Había disfrutado ver a Severus en su propio pequeño mundo, pensando sólo en su trabajo e ignorando todo lo demás. En esos últimos tiempos, le parecía como si el profesor que había conocido y el hombre que amaba no fueran la misma persona. Ahora, sin embargo, habían estado juntos pero en diferentes posiciones. Había sido bueno verle nuevamente como el maestro de Pociones. Las cosas serían tan diferentes cuando comenzara el nuevo año escolar.
—No creo que él siga con nosotros —Ginny rió entre dientes. De repente, Harry se dio cuenta que había estado pensando en Sev a tal punto que se había perdido lo que Ron estaba diciendo.
—¿Hmm? ¿Se supone que yo debía estar escuchando? —bromeó—. Disculpa, Ron, ¿Qué decías?
—Ahora, pensaré si te lo digo —gruñó su amigo, y ocultó su sonrisa detrás de su jarra de cerveza de mantequilla. Ginny, por su parte, nunca podía resistir los ojos de cachorrito de ‘lo siento mucho’ que ponía Harry.
—Escuché a mi mama por casualidad —empezó la chica, cambiando de tema, pero su hermano la interrumpió.
—Ella dijo que no le repitieras eso a Harry —protestó Ron. El chico de pelo negro les miró con curiosidad.
—Sí, vale —dijo Ginny, como si él no comprendiera a las mujeres en absoluto. Y lo más probable era que no lo hiciera —. Mama mencionó que no había visto tu nueva casa desde que te mudaste —terminó, con una sonrisa.
Harry hizo una mueca, mostrándose avergonzado.
—Olvide decirle a tus padres que pensaba invitarles a cenar en cuanto estuviera organizado. Mejor le enviaré una nota a tu mama antes que piensen que soy un cretino.
Los tres continuaron conversando hasta que terminaron sus cervezas de mantequilla y se levantaron para partir. Ron tomó la escoba de Ginny para que ella pudiera regresar por la red flu; él se Aparecería, reuniéndose con ella en casa. A la mañana siguiente, Harry se aseguró de enviar a Hedwig con una invitación. Fue un día ocupado para él. Se levantó temprano para reunirse con un hombre para conversar sobre los códigos de construcción, lo cual fue bastante bien, pues sólo tuvo que hablar brevemente con el hombre y recoger un folleto con los requisitos para el área. Luego fue a una reunión con Filius, con la intención de que le ayudara a determinar los mejores hechizos para utilizar.
Fue extraño ver a Harry Potter caminando por los pasillos de Hogwarts transportando su escoba y una larga pieza de madera. Luego, Filius y él habían dividido la madera en cinco pedazos. El profesor de Encantamientos le enseñó los hechizos para fortalecer y proteger la madera de los elementos y cualquier ataque. Luego de colocar los hechizos practicados, atacaron los cinco pedazos con fuego, agua, maldiciones y termitas. No pudieron probar el ultimo hechizo, que protegía la madera de las cosas que venían con la edad —como la putrefacción—, pero dado que el resto de los hechizos habían funcionado bien, Filius quedó convencido de que una vez que Harry los lanzara sobre su casa, edificaría un hogar que resistiría el paso del tiempo. Harry revisó su reloj, notando que aún era temprano para su cabalgata con Severus. Pensó visitar a Hagrid, pero había tomado el té con él el día anterior, y no era capaz de resistir la atracción de las mazmorras. No había estado allí desde que terminara la escuela, y pensó que no podría hacer daño aparecerse a Sev un poquito antes, quizás tendría oportunidad de volver a verle preparando una poción. Era extraño caminar por los silenciosos corredores sin el bullicio de los estudiantes. Quizás algún día después de septiembre, se aparecería con la capa de invisibilidad de su padre y jugaría al observador silencioso, admirando al mago que amaba mientras trabajaba.
Tocó en la puerta del laboratorio y escuchó, esperando el permiso para entrar. Al oír la conocida voz diciendo ‘adelante’, procedió a pasar. Severus debía estar a punto de terminar alguna poción, puesto que su sitio de trabajo estaba libre de ingredientes.
Severus agitó por última vez su preparación y cubrió el caldero antes de girarse hacia la puerta. Había esperado ver a Albus, pero no se sorprendió demasiado por la vista ante él. Tenía una cita para volar con el joven mago.
Había visto a Harry vestido con sus ropas de quidditch durante años, pero siempre habían sido los colores de su Casa rival, algo que él encontraba vulgar y, bueno, demasiado Gryffindor. Pero ahora no estaba usando el modelito de la escuela, rojo y dorado; su traje era negro y elegante. Todavía no llevaba los guantes y muñequeras de protección, pero Severus imaginó que harían juego con sus botas marrones. Le recordaban a los colores de un doberman, y tal como el perro, Harry mostraba una apariencia letal. Sev encontraba esto… excitante. El joven era bajito para un hombre de su edad, y la mayor parte del verano había estado vistiendo ropas casuales muggles, como jeans y sudaderas. Ocasionalmente, usaba ropa que daba la sensación de que iba a luchar, pero la mayor parte del tiempo no mostraba la apariencia de un mago peligroso. Tendría que sugerirle a su amante que vistiera de negro con más frecuencia.
—¿Ves algo que te guste? —invitó el sexy joven, sonriendo—. De haber sabido que te dejaría sin palabras, hubiera vestido así durante las clases de Pociones.
El hombre no le dio la sarcástica respuesta que estaba esperando, sino que cruzó la habitación con unas pocas zancadas. En un instante estaba frente a Harry, le había asido por su túnica de quidditch, y le estaba besando con dureza. Antes que el Gryffindor pudiera responder al impacto de los labios, Severus zambulló su lengua para explorar la ardiente boca de Harry, quien no había esperado tal ataque. Al verse rudamente presionado contra la pared, se encontró extremadamente excitado y su polla saltó a la vida. Severus continuó dominando el beso por unos momentos, apartándose apenas unos segundos para luego asaltar el dulce cuello. El chico de ojos verdes aferró el cabello de su pareja mientras sentía los dientes pastando en su cuello.
Sev tiró de su túnica, alcanzando sus pantalones con la intención de aferrar su dura polla, gruñendo al sentir el satín que encerraba el sexo de su amante. En un instante, había sacado su varita y gruñido un hechizo. Harry observó cómo su pequeña prenda de satín verde estaba de repente en manos de su pareja.
—Merlín, tengo que aprender ese hechizo —murmuró.
Severus metió el bikini en su bolsillo y nuevamente apuntó a su amante con su varita. “¿Dónde fueron mis calzoncillos?”, se preguntó Harry, antes de perder todo pensamiento consciente. Nunca había escuchado ese segundo hechizo, pero los resultados eran alucinantes. Podía sentir la punta de la varita en su entrada, relajando sus músculos y lubricándole al mismo tiempo. ¿Qué era eso? ¿Preparación mágica? Sev nunca antes había hecho eso. Cualquier pensamiento coherente se disolvió. Ahora, toda su atención estaba concentrada en el intenso placer que estaba recibiendo de su amante.
Severus mordisqueó y succionó en cuello de Harry, haciendo un camino a lo largo de la cicatriz, subiendo hasta el muy sensible punto detrás de la oreja. El joven aferró frenéticamente la túnica del maestro, para liberar su tenso miembro de las muchas capas de ropa. No estaba muy seguro de cómo —ni tampoco le importó— los pantalones de Sev dejaron de obstruir su camino. Ahora que el hombre estaba totalmente expuesto de cintura para abajo, Harry pudo alcanzarlo, mientras las fuertes manos del otro rodeaban su trasero y le alzaban. Instintivamente, el joven rodeó con sus piernas la cintura del maestro, suplicando por ser bajado hasta el erecto miembro del Slytherin. Mordió con fuerza el cuello de Sev mientras era penetrado. En un estupor inducido por el placer, Harry solo sentía las embestidas y los ocasionales mordiscos que le llevaban a la inconsciencia. Ignorando la dura pared contra la que estaba siendo clavado, gritaba mientras Severus golpeaba inclementemente contra su próstata, enviando oleadas de placer a través de su cuerpo con cada estocada.
Harry nunca había vivido la experiencia de hacer el amor de forma tan ruda y salvaje, y aún así Severus todavía parecía refrenarse. Y él deseaba que su pareja se dejara ir, para variar.
—Fóllame. Duro —le animó.
Fueron las únicas palabras que cualquiera de ellos había dicho durante el frenético encuentro. Severus se detuvo brevemente, colocándose en posición vertical y llevando a su pareja con él. Se retiró de la dura pared y transportó a su amante hasta su escritorio. Con cada paso, la respiración de Harry se dificultaba ante el movimiento en su interior. Pronto sintió una dura superficie tras él mientras Sev le bajaba hasta colocarle encima de su escritorio. Mientras el joven se ajustaba a la nueva posición, escuchó un click; su mano había golpeado contra una serpiente de metal. Era el tintero del escritorio de Severus.
El hombre miró su cuerpo de forma depredadora, y le lanzó una mirada malvada antes de introducir su dedo índice en la tinta derramada. Harry puso su mejor esfuerzo en no retroceder mientras sentía el húmedo dedo deslizarse por su abdomen. Levantó la vista para ver una gran F roja escrita allí, y lanzó un sonido de queja, protestando ante la ofensiva valoración de su persona.
—F —siseó Severus, levantando las caderas del joven para correrle hasta el borde del escritorio—. F de follable —ratificó su aseveración con una nueva embestida.
La respuesta de Harry fue apretarse alrededor de Severus, haciendo que jadeara. Cuando sintió que el otro empezaba a embestir en serio, el joven se convirtió en una masa de terminaciones nerviosas rotas explotando con excitación, dejándole casi completamente perdido en el placer que estaba experimentando, con un solo pensamiento en su mente. Deseaba que Sev se dejara ir.
—Más —jadeó, inseguro sobre lo que estaba pidiendo, pero sabiendo que lo deseaba todo. Cundo sintió que las embestidas se volvían erráticas, supo que la resolución de Sev comenzaba a debilitarse. Continuó alentando a su amante, mientras sentía cómo sus caderas chocaban contra las de él. Manos largas, fuertes, delgadas, aferraron sus hombros haciendo palanca. Harry podría jurar que los pulgares dejarían moretones en su clavícula, pero lo ignoró a favor de su inminente orgasmo. Su polla estaba siendo frotada entre ambos, mientras alcanzaba el límite del orgasmo más alucinante que había tenido hasta la fecha. Su cuerpo se sacudió, cerrándose alrededor de Severus, que estaba profundamente enterrado en su interior, también tanteando el límite. Juntos alcanzaron el clímax mientras el profesor de Pociones bombeaba con estocadas cortas y estremecidas, gritando el nombre de Harry contra su pecho.
Mientras regresaba de su estado de euforia, las manos de Harry, que estaban aferradas a ambos lados del escritorio, se elevaron hasta asir el cabello de Sev. El hombre, todavía jadeando, veneraba el pecho juvenil, lamiendo los bronceados pezones mientras recuperaba el aliento. Luego de ser el primero en recuperarse, frotó suavemente los hombros de su pareja, en aquellos puntos en que sus dedos se habían clavado como un vicio al calor de la pasión. Harry gimió, sintiendo cómo Severus se separaba, y empezó a preguntarse si habría algún hechizo fuerte de almohadón para su escoba, dado que tenía que volar con Ron y Ginny más tarde.
Su mente retornó al presente cuando escuchó que Sev musitaba un hechizo suavemente. Era uno que había escuchado decir muchas veces a madam Pomfrey. Las marcas moradas de dedos que mancillaban su piel sobre su clavícula se desvanecieron.
—No te muevas —susurró Severus, dejándole sobre su escritorio, con las piernas abiertas.
Buscó un pequeño tarro redondo, sin etiqueta, y regresó con su amante. Se detuvo un momento, admirando la vista: Harry, luciendo pervertido, acostado con la cabeza colgando a un lado y una sonrisa en la cara.
—¿Ya regresaste? Estoy empezando a sentir que debería tener una manzana en la boca.
—¿Te sientes como una oveja de sacrificio o es una de tus obsesiones alimenticias? —bromeó Severus, inclinándose sobre él para besarle. Luego, abrió la jarrita y hundió sus dedos dentro. Harry había estado a punto de responder, pero sólo jadeó cuando el maestro deslizó dos dedos fríos en su interior—. Esto acelerará tu curación.
—¿Siempre estás preparado? Eres un boy scout bastante aceptable —se burló Harry. Severus sonrió—. ¿Dónde aprendiste esos hechizos tan útiles? La mayoría de esos parecen hechizos de uso rápido. ¿Tu último amante era de polvos de alta velocidad? —preguntó, sugerente, y se impulsó para sentarse. Estaba profundamente agradecido por el ungüento que Severus le había aplicado. Antes no había estado muy ansioso por caminar, y mucho menos volar.
—Podrías decir que prefería las cosas sencillas —contestó vagamente. Había sido conveniente para ambas partes. Nunca habían existido conversaciones de almohada entre Severus y sus compañeros, sólo follar e irse. Sencillo. Ahora, todo eso había cambiado—. Tú, sin embargo —se detuvo para besarle la nariz—, estás lejos de ser sencillo —musitó un hechizo de limpieza sobre su pareja, y un hechizo para recoger las ropas.
—Ey, ¿qué clase de hechizo de limpieza fue ése? —indagó el chico, señalando a la gran F roja en su abdomen.
Severus sonrió y le explicó que la tinta había sido hechizada para evitar a los estudiantes que quisieran cambiar su calificación, así que no podía ser removida con magia. Tendría que esperar varios días hasta que se fuera por lavadas consecutivas. Harry masculló una queja, pero le siguió hasta sus habitaciones privadas, tirándose en la cama mientras el hombre tomaba una ducha. Para algunas cosas no eran suficientes los hechizos de limpieza, incluyendo el cabello de Severus, que estaba muy sucio. Harry se rió para sí mismo, pensando en la última vez que había estado en esa cama y sido atrapado por Kieran. También pensó sobre la clase de amantes que Severus habría tenido antes. ¿La sencillez significaría una relación libre de ataduras? Probablemente.
No se dio cuenta que sus ojos se habían cerrado hasta que escuchó el sonido de Severus deslizándose en un par de pantalones de cuero. Gimió ante la vista del hombre con una camisa blanca, todavía desabotonada, dejando expuesto su bien musculado pecho. El maestro de Pociones escuchó a su pareja reírse mientras él subía y bajaba varias veces para conseguir que los pantalones de cuero llegaran hasta arriba. Harry ofreció su ayuda, para luego rodear la cintura de Sev con sus brazos y manosear su trasero. Besó el pecho descubierto, haciendo un camino de subida hasta el fuerte cuello.
—Esto fue lo mejor que hemos tenido, por mucho —comentó entre besos—. Me encanta cuando no te contienes y simplemente dejas ir tu lado salvaje —continuó besando su cuello y la línea de su mandíbula.
El hombre le levantó para darle otro beso salvaje.
—Tú luces tentador de negro —ronroneó—. Letal y ardiente. Y también me gusta cuando te quitas los lentes.
—Debo admitir que lo hice para completar el atuendo; en realidad, no puedo volar con éstos —explicó, sacando un estuche de su bolsillo—. Tengo que usar los lentes normales porque el viento sobre mi rostro seca mis ojos con demasiada rapidez para llevar los de contacto. Sé que es presumido —admitió, encogiéndose de hombros y sonriendo—, pero en vista de tu reacción, diría que valió la pena el esfuerzo.
Severus terminó de abotonar su camisa y se colocó la túnica.
—Querer lucir atractivo para alguien no significa que seas presumido —comentó, tensando el frente de su túnica—. Algunos de nosotros tendríamos oportunidad de lucir mejor si otros no llegaran temprano, y si se me permite agregar, luciendo tan delicioso como tú, lo cual es una absoluta distracción.
Harry cruzó la distancia que les separaba y empezó a abotonar la túnica de Sev, corriendo sus manos a lo largo de su pecho.
—Tengo que admitir que hubiera saltado por tener la oportunidad de encontrarte solo, vestido de cuero —murmuró—. Pero, si me hubiera presentado cuando tú esperabas, no hubiéramos tenido oportunidad de tontear. Eso, y mi fantasía de que me poseyeras en tu escritorio, no hubiera sido igual si no hubieras llevado puesta tu vestimenta de ‘maestro de Pociones’ —estiró una mano y atrapó su nuca—. De verdad, había estado esperando que pudiéramos hacer esto antes que empezara la escuela —musitó contra el cuello que estaba mordisqueando.
—Ésa apariencia nunca antes me había conseguido un ligue —replicó secamente.
Severus cerró los ojos y suspiró mientras su pareja continuaba trabajando en su cuello con fervor. Había deseado lucir atractivo la próxima vez que viera a Harry, especialmente luego de lo mal que se veía la noche en que el joven le diera la sorpresa con su presencia en el Gran Comedor. Al menos, esta vez no había estado tan sucio. Se había sentido bien dejarse ir mientras hacían el amor frenéticamente. Ni siquiera había pensado sobre lo que Harry había mencionado, que era una de sus fantasías. De hecho, no había pensado en nada en absoluto, con la excepción de clavar a su chico contra el escritorio.
Cuando sintió que el cuello de Sev había sido atacado a fondo, Harry levantó la cabeza para ver a un maestro de Pociones ligeramente deslumbrado, con una cálida sonrisa en el rostro. Se veía muy contento. El Gryffindor le miró, interrogante, pero no habló. La sonrisa del hombre simplemente se amplió y comentó que ya era hora que fueran a ver a Hagrid.
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