Cantidad de envíos : 1165 Fecha de nacimiento : 31/10/1990 Edad : 34 Localización : Venezuela Galeones Snarry : 20397 Fecha de inscripción : 14/02/2009
Tema: Palabras en silencio (one shot) Dom Nov 01, 2009 5:35 pm
Palabras en silencio Un día negro y naranja Temer al amor es temer a la vida, y los que temen a la vida ya están medio muertos. Bertrand Russell
Resumen: Severus intenta conquistar a Harry a toda costa, pero el Gryffindor parece no corresponderle entonces Hermione, Neville y Seamus deciden entrometerse torciendo el Halloween de manera escabrosa para lograr que el peor temor de Harry salga a la luz y con ello sus sentimientos. Advertencias: Relacion Adulto mayor/ Adolescente. Disclaimer: El mundo mágico y sus personajes pertenecen a JK Rowling, lo único original es la locura de trama que decidí escribir para ustedes. Notitas: Respuesta al reto de la Mazmorra del Snarry “Escalofríos en la mazmorra”, quisiera dedicarlo especialmente a Soledad (Zandaleesol) que se está recuperando de una intervención quirúrgica ¡Espero que te encuentres mejor! Y aunque adolorida también encuentres el gusto al Halloween. También agradecer a mi beta Lau Black por ayudarme tanto con sus consejos. Aunque el Haloween es mañana, no puedo publicarlo porque es mi cumpleaños y mi día se divide por increíble que parezca: Estudiar, estudiar y concierto ( Sii concierto wiii!), espero que no moleste a nadie que haya asumido hora española. Por cierto aprovecho para comentar que voy a publicar un fic el domingo, será un fic largo y espero que quien quiera guste acompañarme en la historia se llama: Línea del destino. Disfruten la lectura.
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Harry abrió las cortinas de su cama sólo para mostrar cara de circunstancias, sabiendo de ante mano lo que encontraría a su alrededor. Y como todas las mañanas, sus compañeros de dormitorio compartían risas y bromas ante la visión. A donde fuera que los ojos de Harry se posaran, podían deleitarse con cientos de rosas rojas, algunas sostenidas en el aire por encantamiento, otras adornando en perfecta sincronía su mesita de noche y unas pocas dispuestas en su almohada haciéndole compañía.
—Ya dejen de reírse chicos—pidió Harry cambiando su vergüenza por enfado.
—Esta vez incluyó una carta —le hizo saber Neville, siendo el único que aún conservaba la calma— ¿Crees que sea un declaración de amor? —insinuó con cierta picardía.
—¿Ese hombre no va desistir nunca? —se preguntó Harry de forma cansina, levantándose sin importar estropear los pétalos bajo sus pies. Se dirigió al baño sin prestar atención a la carta en manos de su compañero de cuarto.
Neville, quien tomó esa acción como un permiso para abrir el sobre, empezó a leer:
Querido Harry Sé que puede parecerte atrevido de mi parte, pero debo hacer este último intento. ¿Quieres acompañarme a la celebración de Halloween? Te quiere. Severus.
Dean, quien pensaba que no podía carcajearse más, volvió a retorcerse ante las palabras y haciendo un esfuerzo sobre humano, se repuso lo suficiente para burlarse de Harry.
—Ahora quiere bailar contigo en la fiesta Harry… ¿Dime se besaran a la medianoche mientras se declaran amor eterno? —Dean tenía el rostro contorsionado por la risa con solo imaginarse el momento.
—Cállate —Harry salió del baño con molestia incrementada— Me gustaría ver como reaccionarías tú si McGonagall te declarara amor eterno.
Dean se estremeció y cesó inmediatamente la risa para tomar una actitud más seria.
—Pero no es la profesora McGonagall y menos se trata de mí —Dean calló un momento, como buscando la forma correcta de hacer la pregunta— ¿Harry, no crees que deberías darle una oportunidad?
—¿Por qué debería? Siempre se comportó conmigo como si tratara basura y ahora, ¿Está enamorado de mí? ¿Quieres que me lo crea? —Harry se vistió tan rápidamente como era posible y declaró— Aceptar esa invitación significaría hacerlo por agradecimiento a las infinitas veces que ha salvado mi vida y creo que prefiero ser sincero con el hombre que dice “amarme” tanto.
Una nueva voz se ganó la atención de todos en el dormitorio de varones. Hermione, que acababa de hacer presencia en la habitación, parecía debatir la declaración de Harry.
—Tú no has sido sincero hasta ahora y las veces que has intentado alejarlo, solo le has hecho daño con tus palabras. Sé que es difícil pasar por alto todos estos años de malentendidos entre ambos pero, ¿Y si estás dejando pasar la oportunidad de ser feliz? —cuestionó Hermione mirándole intensamente.
—¿No te ha pasado por la cabeza que estoy haciendo lo correcto? —Preguntó Harry de vuelta, mirándola fijamente, consciente de que los otros estaban pendientes de cada palabra— Es un hombre mucho mayor y no tenemos absolutamente nada en común.
—¿Cómo puedes mentirte a tí mismo de esa forma? —Replicó Hermione, dejando notar su propio enojo— Ustedes se sacrificaron por esta guerra, tuvieron que perder a personas que amaron por un bien mayor. Eso los hace muy parecidos.
Harry bufó y tomando la capa roja que estaba en el perchero cerca de su cama, respondió.
—¡Claro! Olvidaba que haber vivido esta guerra me hace tener algo común con él —Harry, que caminaba teatralmente por la habitación, se detuvo y dejó muy en claro. — Entérate Hermione ¡Miles de magos y brujas perdieron a gente que amaban en manos de Voldemort! —La chica frunció el ceño, ensombreciendo su rostro. Para ellos, aún estaba muy fresca la muerte de su compañero y mejor amigo Ron.
—Harry lo que quiero decir es… Es un buen hombre. Cometió errores en el pasado y le han marcado hasta ahora. Fue duro con nosotros porque debía mantener una fachada ante Voldemort, pero aún así, después de tanto maltrato, cuando debería buscar la paz, descubre que su corazón te ha elegido a ti y tú le correspondes muy mal, porque ni siquiera has tenido el valor de decirle a la cara que no te interesan sus regalos, sus flores, sus cartas… Ni sus intenciones. Solo te escondes y no sé porque lo haces. —concluyó Hermione preocupada.
—Tal vez no te has dado cuenta, pero no tengo obligación de corresponderle. —Harry suspiró y mirando a su amiga con detenimiento, comprendió— Sé que ha sido estupendo contigo, que te aceptó como aprendiz y se han compenetrado mucho; pero antes tú y yo éramos los mejores amigos y hubieras entendido esto porque estabas de mi lado. Ahora solo quieres lo mejor para él —sentenció Harry con tristeza.
—¿Éramos? ¿Cómo que éramos? ¿Acaso el que Ron no esté entre nosotros significa que yo no puedo ser tu amiga? —Hermione le miraba furiosa, pero más que rabia, había un dolor inmenso en sus ojos, el mismo que sentía Harry cuando pensaba que alguna vez los habían llamado “El trió de oro”— ¿Qué no deseo lo mejor para ti? Qué egoísta eres Harry… Parece que no solo Ron murió en esa guerra, ¿No es así? Algo de ti se fue con él porque ¡Te desconozco!
—Chicos tranquilícense —pidió Seamus interponiéndose entre ellos, anticipando cualquier movimiento de la chica—Harry por favor, seguir esta discusión es innecesario, Hermione solo quiere darte otro punto de vista —volviéndose hasta la chica— Hermione, por favor… Harry ya está mayorcito. Hay cosas que no puedes obligarle a darse cuenta ¿cierto?
La chica asintió molesta, dispuesta a marcharse y no mirar atrás. Si su amigo quería cerrarse a todas las buenas oportunidades de la vida ¿Quién era ella para detenerlo? Más fue entonces cuando las palabras de Seamus llegaron a su cerebro, y recobrando inmediatamente el buen humor, aceptó.
—Tienes tanta razón —Hermione miró a Harry a los ojos y le aseguró— Ya no diré nada más a su favor, te darás cuentas por tí mismo cuando estés preparado.
Hermione salió de la habitación con la misma actitud tranquila con la que había llegado y al parecer, mucho más satisfecha de sí misma. Harry tomó asiento en su cama y preocupado miró a sus compañeros.
—¿No creen que se rindió muy fácil? —Harry miró especialmente a Neville, quien lucía una expresión confundida.
—Sólo puedo atribuirlo a que se está exigiendo mucho desde ahora para los Éxtasis—restó importancia Dean, retomando sus actividades de la mañana.
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Cuando Hermione llegó a la mazmorra y saludó a Severus, aún seguía sonriendo, con un aire de desenfado que no le pasó desapercibido al maestro.
—¿Un buen día señorita Granger? —preguntó Severus curioso por el particular buen humor que desprendía su estudiante.
—Es un día de victoria profesor —Hermione, quien solía ser una chica bastante dócil, se auto invitó adentro y fue a sentarse al sofá, mirando impaciente al profesor que seguía en la puerta confundido.
—¿Se puede saber cuál es el motivo de su alegría? —Severus tenía ciertas dudas de que la salud mental de la chica después de lo ocurrido en la guerra fuera la misma de antes. Cerrando la puerta, fue a tomar asiento frente a la muchacha.
—Harry —respondió ella simplemente.
—¿Tiene que ver con mi invitación a Harry al baile? —Severus frunció el ceño y admitió ante ella— Usted me aconsejó que siguiera insistiendo, pero no veo caso alguno. Está más que claro que su amigo no tiene ningún interés romántico en mí —el tono amargo de esas palabras opacó un poco la sonrisa de la Gryffindor, pero no la hizo desistir.
—Lo sé, la invitación tampoco le agrado mucho —reconoció Hermione observando como la expresión amarga del profesor se volvía solo en tristeza.
—No se diga más, es todo. Dejaré a su amigo en paz —sentenció Severus levantándose, cansado de la conversación.
—¡No puede rendirse ahora! —Hermione sonrió y declaró con mucha algarabía— Tengo un último plan.
Severus levantó una ceja y respirando profundamente, se preparó para oír otra forma de humillación. Aún así, nuevamente accedería, porque más allá de la razón, estaban sus sentimientos por cierto Gryffindor escurridizo.
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Tema: Re: Palabras en silencio (one shot) Dom Nov 01, 2009 5:37 pm
Harry estaba particularmente incómodo. Le estaba siendo imposible concentrarse en la cantidad exacta de ingredientes que debía añadir a su caldero y la causa de esta distracción era su profesor de pociones, quien tenía la vista puesta en él durante todo el tiempo que llevaban de clase.
Aunque Harry había dejado de sentirse intimidado por Severus Snape después que se vieran obligados a luchar codo a codo en la guerra, ahora se trataba de una especie de respeto. La clase de respeto que se adquiere por alguien que ha salvado tu vida en infinitas ocasiones y jamás te ha exigido algo a cambio, también la admiración que se siente por un hombre que luchó por borrar simbólicamente toda mala decisión que tomó en su juventud, alejándose del lado tenebroso, reflexionando sobre sus ideales y usando sus conocimientos para el bien.
Es respeto se dijo mentalmente Harry, sonriendo al caldero sin motivo alguno, continuando con su reflexión. Por supuesto, Harry podía admitir ante sí que Severus Snape era imponente. Su presencia, su forma de actuar y vestir, las palabras que utilizaba para expresarse, hasta el rostro inescrutable, hacían que su llegada al aula de clases les pusiera a temblar a todos. Pero respeto y atracción no era amor…Y tendría que pasar mucho tiempo para que los sentimientos florecieran. Harry levantó la vista, uniendo su mirada a la de Snape que seguía fija en él. Avergonzado, no por los ojos que le taladraban con anhelo o el poder de la magia de Snape que fluía hacia él de manera dulce, considerada y tierna, intentando atraerle, sino apenado consigo mismo porque ninguna de todas esas consideraciones podría correspondérsela.
Snape no merecía un crio de 17 años que no podía descifrar sus propias emociones, sobre todo después de tanto sacrificarse en la guerra. Lo último que necesitaba, era atraer la atención con “el condenado mocoso que sobrevivido otra vez”. Snape necesitaba tener a su lado a alguien que viera todas sus destrezas y virtudes, una persona que tuviera claras sus metas y deseara una relación estable para que ambos pudieran formar una vida juntos y felices, apoyándose. Harry estaba lejos de esa realidad y lo estaría por unos cuantos años.
Hermione podría reprochar todo cuanto quisiera, pero Harry sabía que no corresponder el coqueteo a su profesor era lo correcto, porque lo estaba liberando. Intentaba darle la oportunidad a Severus Snape de ser feliz ahora, tener todo lo que su vida ha soñado y no a esperar por Harry, quien algún día se comportara de un modo un poco menos egoísta. “Tal vez Hermione tenía razón” y pudiera devolver esas atenciones que ahora recibía.
Había atracción ¡Cómo negarlo! ¿Quién no podía sentirse atraído por un hombre que te desnuda con la mirada? Aunque su mente le recordaba las humillaciones y las discusiones que ambos vivieron en el pasado, su cuerpo parecía ser inmune a esos recuerdos. Sin embargo, solo atracción no debía ser la base de ninguna relación y a pesar de su juventud, no consideraba que el deseo fuera una excusa correcta para aceptar la invitación de su maestro.
Deseaba fervientemente que hubiera algo más, porque cuando Hermione le afirmó que tal vez estaba desperdiciando su única oportunidad de ser plenamente feliz, un sitio muy recóndito en su pecho saltó gritando ¡Sí!
Aunque podía decirse que estaba teniendo mucha consideración por su profesor para no haber sentimiento alguno. En el momento en que Harry estaba en la sala común con sus amigos, alejado de su maestro, no sentía nostalgia, desazón o melancolía por su ausencia. Sabía que las personas que estaban unidas fuertemente a otras, no podían disfrutar el tiempo plenamente sin las personas que amaban. La muerte de Ron le servía de ejemplo. Cada mañana, cuando se levantaba y veía la cama de al lado perfectamente acomodada, sentía como nunca la pérdida de su mejor amigo.
El timbre que anunciaba el fin de la clase sonó y Harry fue sacado de su ensoñación para descubrir que su poción estaba arruinada. ¡Genial, otro cero en pociones! .
Vertiendo el caldo amarillento que resultó su mezcla en el vial que entregaría a su profesor de pociones, esperó que sus compañeros de clase se hubieran retirado. Esta vez haría caso a su mejor amiga: daría la cara y rechazaría la invitación.
Malfoy fue el último en salir, expresando en tono especialmente elevado que el color de su brebaje fue de un perfecto dorado. Harry bufó y la punzada de rabia que sintió le sirvieron como impulso para llegar hasta Severus Snape.
—Profesor —llamó su atención, aunque no necesitaba hacerlo, porque el hombre le observaba atentamente. Harry colocó el vial en la mesa junto al de sus compañeros y se decidió a ser el primero en hablar— Aprecio todo lo que está haciendo por llamar mi atención. Las rosas, los regalos… Son…Son grandiosos —Harry enrojeció, Gryffindor estúpido deja de balbucear se exigió a sí mismo— Pero no puedo ir al baile con usted —concluyó, respirando agitadamente.
Severus, quien había estado temiendo el rumbo de la conversación desde que noto las claras intenciones del jovencito de aguardar a que estuvieran solos, le preguntó:
—¿Puedo preguntar por qué? —Aunque en cierta forma él mismo conocía cientos de motivos para aceptar sumisamente la negativa, deseaba saber cuáles especialmente consideró Harry.
Harry tragó grueso y enfrentando la mirada de Snape, respondió:
—Usted es mi profesor y aunque soy mayor de edad y no es un impedimento, creo que ambos sabemos que las implicaciones van más allá de eso. Hay muchas diferencias entre usted y yo, no solo banales como pueden ser un grupo de música o el postre favorito, sino también en la forma de pensar y actuar. Ninguno de nosotros está preparado para afrontar un tipo de relación como la que tendríamos —Severus pensaba interrumpirle, pero Harry afirmó al ver las intenciones de Snape—Al menos yo no lo estoy.
Severus suspiró, fijando sus ojos negros en los viales de pociones que estaban a su lado y después volviendo a observar los brillantes y asombrosamente verdes ojos de Harry, que estaban apagados y habían estado así desde que el pelirrojo que le seguía a todas partes y se decía llamar su mejor amigo, había muerto luchando en la última batalla.
—Entiendo… Tienes argumentos que no puedo debatir porque no estás enamorado de mi— Severus lo expresó con un tono amargo que no permitió que fuera percibido por Harry quien le miraba con atención— Pero debes saber que no importa si mi postre favorito no es la torta de melaza. Si estuviera en tus labios, igual desearía probarla. Tampoco creo que bailaría junto a ti una desenfrenada canción de la brujas Macbeth, lo harías con tus amigos y esperaría pacientemente mi turno para arrastrarte a la pista de baile e intentar enseñarte a apreciar un buen vals y mis labios en tu cuello acariciándote. Cuando te ocurra algo tan fuerte a tí, no tendrás argumentos para huir al amor Harry. Ni yo pude hacerlo.
Harry repentinamente acalorado y nervioso, atinó a decir:
—Debo —Harry miró hacia la puerta y respirando profundamente concluyó sin soltura— Ir…me.
Recordándole a sus pies el movimiento correcto para caminar y emprender la marcha, se alejó sin dar vista atrás ni despedirse, porque después de esas palabras, solo deseaba quedarse.
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Harry tembló cuando dos fuertes manos se posaron sobre sus hombros y al levantar la vista, se encontró a Seamus y Neville a su lado, mirándole. Al parecer, no era el único que consideraba el estadio de Quiddicth como el lugar por excelencia para pensar.
—¿Estás bien, Harry? —preguntó Neville por consideración. Sabía de sobras que desde la muerte de Ron, ninguno de sus dos mejores amigos estaba sobrellevando esa emoción correctamente.
—No —la respuesta de Harry sorprendió a los otros dos, que estaban acostumbrados a ver al otro Gryffindor ocultando sus verdaderas emociones.
—¿Qué sucede? ¿Es por Ron? —Quiso saber Seamus y sin esperar respuesta, le aseguró— Aunque esté muerto, está en paz porque sabe que ustedes estarán a salvo y serán felices en un mundo seguro que ayudó a construir.
—Lo sé, no es por Ron —Harry usó un tono adolorido que logró que sus dos amigos apretaran más el agarre a su hombro.
—Cuéntanos… por favor —pidió Neville, sentándose más cómodamente junto al ojiverde, observando el rostro contorsionado por la tristeza que lucía Harry.
—Sé que es estúpido pensar esto y que ustedes se burlaran pero… —Harry miró hacia los aros de tiro del estadio, deseando con gran anhelo— ¿Por qué es tan difícil amarlo? Es un hombre excelente y hace tanto por ganar mi interés… Pero no puedo sentir nada. Creo no he sentido nada desde que Ron… y Hermione se alejaron de mí. Ron contra su voluntad y Hermione superó muy rápido la muerte de Ron. No la culpo, por supuesto, yo sé que ellos estaban mal.
—¿Hablas de Snape? —preguntó Seamus solo para confirmar, aunque ya de por sí lo suponía. Al ver a Harry asentir, prosiguió hablando. —Estás siendo muy tonto Harry, te lo dije. Debes darle una oportunidad —Harry iba hacerle entender que sus sentimientos no eran tan fuertes como los de Snape, pero Seamus siguió hablando— Las personas no inician una relación completamente seguros de sus sentimientos. Hay atracción, un cariño especial y único, respeto y consideración hacia el otro. Es lo esencial, y si están hechos el uno para el otro, se forja la amistad, la unión, el amor y se complementa con la pasión.
—Es cierto Harry —confirmó Neville, de acuerdo con las palabras de Seamus— Piensa esto: —Neville miró hacia el cielo y sonriendo como sumergido en los recuerdos, habló— Cuando estábamos en primer año, Hermione te parecía absolutamente odiosa y si no se hubieran dado la oportunidad de conocerla mejor y por supuesto le hubieran salvado la vida, ahora no sería una persona tan importante en tu vida a la que amas como una hermana.
Harry también se sumergió inconscientemente en los pensamientos de su llegada a Hogwarts. Irremediablemente eso le hizo recuperar la sonrisa.
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—¡No puede hacerlo! Es nuestra última oportunidad —gritó Hermione descontrolada.
Severus miró a Hermione preocupado y tomándola de la muñeca, la hizo sentarse en el sofá frente a la chimenea de su despacho, mientras le explicaba pacientemente.
—Ayer no entendía sus motivos, y al igual que usted, pensaba que era miedo. Quise aferrarme a la idea de que Harry sentía algo por mí, pero no es cierto y los sentimientos no se pueden fabricar. Por eso, no voy a engañarlo de esa manera tan cruel. No lo haré sentir culpable, porque ya tiene suficientes fantasmas en la cabeza y lo último que yo deseo es hacerlo sufrir, aunque solo sea por el aprecio que me tiene —concluyó rotundamente el hombre mirando los ojos color miel de la jovencita.
Hermione suspiró y asintió. Comprendía las palabras de su maestro, aunque estaba segura de que dentro de su mejor amigo, había mucho más que aprecio hacia el hombre, por mucho que lo negara.
—Severus entiendo. Si tú no estás dispuesto, no hay nada que discutir —Cuando estaba dispuesta a marcharse y ceder la victoria, su mente brilló nuevamente con una nueva idea— Sin embargo, creo que debes ausentarte al baile, porque será muy doloroso ver a Harry con otra persona. ¿No hay una convención de pociones en Durmstrang? —preguntó sonriendo castamente. Esperaba no equivocarse.
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Hermione atravesó las puertas de la sala común esa noche, encontrándose con Neville, Seamus jugando ajedrez y Dean observando las estrategias utilizadas por ambos.
Más allá, en unos de los sillones, Harry dormía plácidamente con el libro de defensa abierto en su pecho. Seguramente había estado estudiando.
La chica de cabellos castaños llegó hasta sus compañeros de casa y les sonrió:
—¿Chicos, estarían dispuestos ayudarme? —Neville frunció el ceño y Seamus asintió sin pensarlo.
Dean, soñoliento, juntó las palabras correctas para preguntarle a Hermione:
—¿En qué vamos ayudarte?
—A sorprender a Harry.
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Cuando Harry abrió los ojos la mañana siguiente, sintió repentinamente una inmensa decepción al ver la habitación tan escuálida como la noche anterior, sin rosas, ni regalos que la adornaran como había sido cada mañana desde que la guerra finalizara. Hacía 5 meses.
Suspirando, se levantó de la cama sin hacer ruido, aunque pronto comprobó que sus compañeros de cuarto ya no estaban en la habitación. Se dirigió al lavado a despertarse con un buen baño con agua fría.
Al terminar de vestirse con tranquilidad, bajó a su sala común, donde se sorprendió al no encontrar a ninguno de sus compañeros de casa y asumió que habían bajado demasiado pronto a desayunar.
No había dado tres pasos en el pasillo que conducía al gran salón, cuando Seamus le alcanzó y con cara de pesar y malestar, le dijo:
—Harry, debes venir conmigo —Seamus no le miraba a los ojos, lo cual era sumamente extraño, porque el irlandés se jactaba de expresar su sinceridad y alegría con la mirada. ¿Cuál de las dos estaba mal?
Lo siguió sin pedir explicaciones ni mediar palabra. Dieron algunas vueltas y bajaron pisos hasta llegar a la mazmorra.
Harry se sorprendió al ver a Kingsley, Minerva y Madame Pomfrey estaban de pie frente a las puertas de las habitaciones de Snape con cara afligida y a Hermione apoyada contra el muro, derramando lágrimas silenciosas con la vista fija en la nada. Con su corazón dando un vuelco, se acercó a preguntar a Hermione que ocurría.
—Hermione ¿Qué…? —pero la chica no le dejo terminar, hipando descontroladamente, señaló adentro.
Harry dirigió su vista hacia allí y pudo observar como dos miembros del ministerio examinaban concienzudamente el cuerpo inerte de Severus Snape. De no ser por sus ojos negros abiertos llenos de sorpresa y sin brillo alguno, Harry hubiera pensado que estaba durmiendo.
Fue como si una ola mágica expansiva le golpeara, pero al instante supo que él la había desprendido de su cuerpo, haciendo estallar todas las ventanas y frascos que habían adornado la estantería de las habitaciones de su maestro.
Hermione brincó asustada, aferrándose a él. Los profesores se acercaron a ellos, protegiéndoles de los vidrios con encantamientos.
Harry no apartó la vista de Severus y aunque hubiera querido, no habría podido hacerlo porque aunque sus ojos estaban muy seguros de lo que veían, su mente y su corazón se negaban aceptarlo. Severus Snape no podía estar muerto.
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Tema: Re: Palabras en silencio (one shot) Dom Nov 01, 2009 5:41 pm
Harry entró al despacho de McGonagall teniendo la misma expresión de palidez e incredulidad. La mujer les invitó a sentarse y les dio a beber té.
—Señorita Granger, estoy segura que aún no se recupera del shock, pero debe decirnos exactamente cómo lo ha encontrado —la mujer tenía expresión de tristeza, pero seguía teniendo una tonalidad que denotaba el control de sus emociones, Harry lo atribuyo a que siendo McGonagall una mujer tan fuerte prefería guardarse las lágrimas para sí.
—Bajé a entregar el lote de pociones que me había asignado. Me dijo que fuera muy temprano, porque ayer le convencí para que participara en la Convención de Pociones anual de Durmstrang y eso hice. Anoche me despachó antes de la medianoche porque iba preparar una poción y me dijo algo sobre lo complicada que era su elaboración. Ciertamente no le puse cuidado y me despedí. Por lo visto sí era bastante delicada —Hermione volvía a llorar descontroladamente.
—Pues es un hecho lamentable Her… Señorita Granger —La mujer la miró azorada y expuso— Creemos que se intoxicó con los humos que desprendió la poción con la cual experimentaba. No estamos seguros, por supuesto, pero cualquier cosa que investiguemos se lo haremos saber. Soy consciente de que ustedes le tenían gran aprecio. Como todos.
Hermione asintió levantándose y dio la mano a Harry para que hiciera lo mismo. El chico la siguió y antes de cerrar la puerta, volvió el rostro hacia atrás y preguntó a su profesora.
—¿Cuándo se llevaran el cuerpo? —quiso saber, sintiendo un deseo inmenso de estar cerca del hombre por última vez.
—En la tarde. Los medimagos vendrán a pre…prepararle —La voz de la mujer temblaba, como si estuviera particularmente nerviosa, Harry lo interpretó como una forma de manifestar su propio dolor— El cuerpo estará dispuesto en el despacho hasta el atardecer, por si necesitan despedirse.
—Gracias profesora —se escuchó decir Harry con voz seca, como los pedazos remendados de su corazón que finalmente hubieran menguado ante esa realidad inesperada.
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Hermione había pasado los últimos cinco minutos reparando el desastre que Harry había causado en la habitación del profesor, mientras que el ojiverde permanecía con la vista fija en el cuerpo que flotaba en el centro de la habitación, sostenido por magia. Los ojos negros de su profesor habían sido cerrados y el color habitualmente pálido, ahora no solo era símbolo del poco gusto del hombre por el sol, sino que juntado con el frio que Harry sentía cuando recorría con sus dedos los pómulos del rostro de Severus, era símbolo de muerte. La vida que le había sido arrebatada sorpresivamente justo cuando era un hombre libre para empezar a gozarla.
Qué injusto pensó Harry amargamente.
Hermione, que había estado observando a su compañero, empezó hablar, eligiendo sus palabras con cuidado.
—Dedicó su vida a la guerra, por una libertad que no llegó disfrutar. Qué triste va ser la biografía que escriban sobre él. La primera vez que fue libre, tomó la decisión equivocada y se hundió en años de soledad y sumisión, mientras la segunda vez que pudo tomar sus propias decisiones, eligió enamorarse de un hombre que le coartaría todas sus esperanzas de ser feliz —La chica sollozó sonoramente, lamentándose.
—Tú no sabes nada —declaró Harry amargamente, apretando fuertemente las manos sin fuerzas del hombre contra su pecho. —¿Crees que estaba pensando en mí cuando intentaba alejarme de él?
—Por supuesto que lo hacías, tenías miedo —repuso ella, olvidándose de las lágrimas. —De una forma u otra, la infelicidad que tú le causaste lo arrastró a esto.
—¿Eso pensaba él? —preguntó Harry repentinamente hueco por dentro. ¿Había obrado mal al querer algo mejor para Severus Snape?
—Es imposible saber que pensaba él —declaró Hermione mirando a Harry a los ojos y después bajando la vista hacia el cuerpo de Severus.
—Lo lamento —Harry expresó con un nudo en la garganta— Lo que verdaderamente deseaba era que no tuviera que esperar por mí para comenzar a ser feliz.
—¿Qué estás diciendo Harry? —Hermione no entendía esa reacción por parte de Harry. La disculpa que estaba rogando jamás paso por su mente.
—Solo intento decir que me alejaba para no sentir amor por él, porque algo me decía que no funcionaría y que yo debía estar en duelo por todo lo que perdimos, que el amor no estaba hecho para mí. Pero sabía que aunque Severus se olvidara de mí, iba estar aquí, sano y salvo, rehaciendo su vida y no así. Supongo que tienes razón, lo arrastré a la muerte como a todo los que se han atrevido amarme —El tono de voz empleado por Harry fue en completa calma, pero Hermione sabía que cada palabra era expresada con inmenso dolor y vacío.
—Ni siquiera yo lo había aceptado hasta ayer… Cuando decidí hacerte caso y vine a rechazar su invitación y sus intenciones —Harry suspiró y dijo con cierta gracia— Después de tanto molestarme en refunfuñar por sus regalos, vine a alejarme de él, pero Snape me habló con tanto amor, que después de eso no tenias deseos de estar lejos de él. A pesar de todo, quise que no se rindiera, pero esta mañana no hubo regalos —Harry miró el cuerpo de Severus y afirmó— Ahora entiendo porqué.
—Así que solo tenias que hablar con él —Hermione casi se ríe sin consideración alguna a la situación, retomando la actitud solemne expresó a Harry— Eso es muy maduro.
—¿Qué importa ahora? Ya no está para mí—sentenció Harry, tragando grueso y cerrando los ojos, y deseando evitar la tormenta que se avecinaba aparecer en ellos, caminó alejándose de la habitación. Seguro que ni el tiempo podría curarle esa nueva herida.
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Harry se negó a sí mismo a despedirse de Severus Snape. Fue terco y aunque su corazón saltó en deseos de haberle dicho adiós antes que los sanadores lo trasladaran, se quedó aferrado a las sábanas de una habitación conjurada en el salón de menesteres.
Estaba convencido de que Hermione estaba muy preocupada por su paradero, pero Harry no deseaba verla y menos aún que le recalcara lo que él ya sabía. Que había sido su culpa, tanto como las otras muchas muertes acaecidas en el apogeo de la guerra.
Cerrando los ojos, se dejó hundir entre las almohadas y secándose con las sabanas ya húmedas producto de su incesante llanto nocturno, decidió que era hora de enfrentar la realidad. Que era muy tarde para huir, cuando la realidad ya le había alcanzado.
—¿A que realidad crees que debas enfrentarte? —Preguntó una voz que hizo temblar a Harry y resbalar de la gran cama. Abrió los ojos, deseando fervientemente que la voz hubiera sido producto de sus pocas horas de sueño.
Pero ese deseo no se cumplió y Severus Snape le miraba desde una de las esquinas más oscuras de la habitación y en sus ojos la furia rugía como un león hambriento, y nadie excepto Harry era su objeto de deseo.
—Severus… —Susurró Harry por un momento incrédulo.
—¿No crees que va siendo hora que aceptes tu responsabilidad en mi muerte? —inquirió el hombre sin mostrar compasión alguna con sus recriminaciones.
—Yo…No quería… Pensé que tú estarías más feliz sin mi ¿Ha sido mi culpa? —Preguntó Harry llevándose las manos a la cara, sin preocuparse por levantarse del suelo.
—Por supuesto que sí —Severus dio una paso adelante sin despegar sus ojos negros profundos de Harry— ¿Creen que un maestro de pociones como yo no está a consciente de lo peligrosos que eran los humos de lo que estaba preparando?
Harry dejó caer sus manos sin fuerzas al suelo y abrió los ojos con la comprensión y el dolor plasmado en ellos.
—¿Tú lo… lo provocaste? ¿Te…Te entregaste a la muerte? —preguntó Harry hipando descontroladamente.
—No, tú lo hiciste —respondió el hombre de negro sin preocuparse de la expresión herida que cruzó el rostro de Harry— Tu rechazo e indiferencia me hicieron preferir una muerte tranquila a una vida llena de desdicha y soledad ¿Era tan difícil darme una oportunidad? —gritó el hombre sin casi modificar la expresión de su rostro. Si Harry no hubiera vuelto e temblar cuando la voz se alzó, hubiera creído que se trataba de una mala pasada de su mente.
Harry abrió los ojos nuevamente para encontrarse con Severus muy cerca de él. Esta vez no identificaba amor alguno en esos pozos negros, pues el odio y las ansias de venganza eran los sentimientos que predominaban en ellos.
—Lo siento, yo…yo… —Harry tocó el rostro del hombre, pero este parecía disolverse entre sus manos, aunque la imagen frente a él seguía intacta -Te… —No era capaz de decirlo. Y una mano presionando contra su cuello no le facilitó las cosas en absoluto. Las manos de Severus, frías y ásperas presionando en su cuello, le parecían muy reales mientras le quitaba la respiración al paso de cada segundo— Perdóname —logró articular tras ser incapaz de confesar sus sentimientos.
—Son solo palabras sin valor ni sinceridad. Jamás me has querido ni necesitado como yo lo hice contigo. Ahora vas vivir las consecuencias de tus decisiones—expresó Severus modificando su pétrea expresión por una sonrisa sádica y poco común— Vendrás conmigo y te haré pagar con lágrimas de sangre todo dolor cuanto me has causado y será por toda la eternidad.
Severus rio y su risa no fue lo que Harry había imaginado. Sonaba diabólica, como la de un ser que jamás ha conocido sentimiento alguno. De repente, a Harry le recordó mucho a Voldemort.
Y entonces supo que ese no era su Severus.
Cayó de la cama y esta vez supo que era real a causa del fuerte dolor de cabeza que acudió a su cuerpo. Abriendo los ojos y enfocándolos rápidamente a la esquina que tanto terror había causado en su sueño, respiró tranquilo al verificar que no había nadie y solo se trataba y que solo se había tratado de una horrible pesadilla.
Se levantó decidido a obligar al director a decirle donde serían los funerales de Severus, porque nadie le impediría que estuviera a su lado por última vez, aunque fuera para pedir un perdón que tal vez no merecía, pero que aún y así, su corazón ansiaba expresar. ¡Qué cobarde había sido! Desorientado, salió del salón de menesteres para recorrer los pasillos del castillo tan deprisa como pudo, sin apenas detenerse a pensar en nada o en meditar la forma correcta de expresar sus palabras.
Apenas si fue consciente de haber susurrado la contraseña a la gárgola móvil que le daba paso al despacho del director. Sin esperar el suave adelante del anciano, abrió la puerta.
El mundo se le vino abajo y nunca hubiera creído posible que hubiera un nivel más profundo del que estaba hundido.
Dumbledore estaba cerca de la ventana sosteniendo dos calabazas que brillaban, aparentemente preguntando al hombre a su lado cual era de su preferencia. Lo que realmente impactaba a Harry, era que el acompañante se podría sustituir por el director fuera Severus Snape. ¿Estaba soñando otra vez?
Ahora ambos hombres miraban con detenimiento y preocupación al intruso que les había interrumpido sin dilación alguna.
—¿Harry, te pasa algo? ¿Por qué esa forma tan grosera de interrumpirnos? —cuestionó Dumbledore colocando los adornos sobre la mesa y tomando asiento.
Severus seguía estático cerca de la ventana mirando a Harry con la misma clase de intriga de Dumbledore pero adicionalmente estaba preocupado por la apariencia cansada y herida del Gryffindor.
Estas soñando, Harry ¡Despierta! se reprendía mentalmente, pero cada vez que sus ojos enfocaban nuevamente a Severus, él seguía allí dedicándole esa penetrante mirada.
Antes de que pudiera detenerse a sí mismo, había cerrado el espacio entre él y su maestro de pociones, apretándole fuerte en un abrazo, necesitando fundirse y sobretodo comprobando que era real.
—Harry —susurró Severus impresionado por tanta efusividad, mirando a Dumbledore quien tenía la misma cara de sorpresa. Esperaron a que el joven reaccionara. Pero ninguno se esperó que Harry empezara a llorar en silencio aferrándose a la túnica de su maestro, sin poder formar frase alguna.
>>—Harry por favor, mírame —pidió Severus tomando el rostro de Harry en sus manos y mirando los ojos verdes que mostraban mucho dolor— ¿Qué te ha pasado? ¿Por qué lloras? ¿Te lastimaron?
—No te vuelvas a morir —Pidió Harry desesperadamente, dirigiendo sus propias manos al rostro de Severus, porque necesitaba saber en todo momento que no era un sueño y si lo era, deseaba permanecer todo el tiempo posible en él.
—¿Morir? Harry, estoy bien ¿por qué…? —Severus no entendía el comportamiento del Gryffindor, hasta que Hermione Granger atravesó las puertas del despacho.
La muchacha les observó apenada, pero con voz solemne se dirigió a su mejor amigo.
—Harry tenemos que hablar…
Severus siendo espía aprendió a unir piezas de rompecabezas muy rápidamente y enviando una mirada decepcionada a su aprendiz, instó a Harry a ir con ella, de antemano consciente que lo más saludable para el joven Gryffindor era que le aclararan toda la mentira.
Severus bajo la mirada encontrándose con los ojos heridos de Harry. En ellos se podían leer todas las emociones que atravesaban al Gryffindor de una forma mucha más simple y eficaz que usando legeremancia. Aprovechando el momento, recorrió las mejillas húmedas del ojiverde, para asegurarle.
—Estaré bien, en mi despacho, puedes ir a tocar las veces que quieras para comprobarlo —rompiendo al cálido contacto, Severus ordenó— Ahora ve con tu amiga, creo que debe confesarte algo importante.
Harry aceptó la distancia con renuencia, pero al final el agarre de Hermione y la fuerza empleada para arrastrarle fuera del despacho pudieron romper con su deseo de quedarse.
Los pasillos y retratos pasaron como una nube negra ante Harry y más pronto de lo que hubiera imaginado estaba en la sala común de Gryffindor.
Harry se sorprendió al ver a Neville, Dean, Ginny, Padma, Luna, Parvati y Seamus esperando por él, sentados frente a la chimenea y dirigiéndose miradas avergonzadas. Fue en ese momento que las piezas encajaron para él. Todos ellos en conjunto habían representado una mentira.
Hermione le hizo sentarse en medio de todos ellos y parándose firmemente frente a él comenzó a contarle.
—Harry hicimos algo terrible… Pero quiero que nos escuches hasta el final, porque debes saber cuáles fueron nuestras intenciones —empezó a decir la castaña, mirándole con la misma vergüenza de sus otros compañeros.
Neville tomó la palabra, aclarándose la garganta y sin mirar fijamente a Harry, relató:
—Todo lo que viste ayer, no era real. Nosotros creamos una farsa porque pensamos que estabas siendo muy tonto al no admitir lo que sientes por Severus Snape —Expresó Neville sin levantar la mirada del suelo— Hermione tuvo la idea, pero todos estuvimos de acuerdo en que no había otra forma de abrirte los ojos ¡Si que eres testarudo a veces amigo! —Dijo con cierta gracia Neville, pero rápidamente la perdió, enfocando con sus ojos a Harry, se disculpó— Ninguno pensó que te haríamos tanto mal.
Ginny se levantó de su asiento y tomando las manos de Harry, habló dulcemente.
—Harry, sé que hacerte vivir ese infierno tal vez lo consideres un acto de traición o un juego psicológico macabro que hicimos vivir a tu mente, pero… En ningún momento imaginamos cuan grandes eran tus sentimientos por Snape y lo que estabas haciendo en nombre de ellos. Quisimos hacerte un favor, y terminamos haciéndote vivir el peor día de tu vida. Perdónanos —suplicó apretando las manos de Harry para después soltarlas y volver a su asiento afligida.
Hermione seguía de pie sin decir nada, al ver que los otros no querían hacer gala a sus características de Gryffindor, ella volvió asumir el mando.
—Sé que esto te hará sentir muy molesto con todos, porque jugamos con tus emociones y ahora debes estar intentando comprender como ajustarte a la realidad nuevamente, pero creo que de cierta forma contribuimos a que pudieras ver que sientes un gran amor por Severus Snape y debes darte la oportunidad de ser feliz, porque nadie puede predecir el destino y tal vez creas que Severus merece ser feliz ahora, pero es posible que no lo sea jamás sino eres tú la persona que está a su lado —las palabras de Hermione sonaron lógicas, concisas y con un orden de interés visiblemente planeado.
—¡No! —Rugió la voz de Harry entre todas las otras, haciendo que los chicos temblaran en sus asientos— No está bien que pienses que se trata de un favor que me hiciste. Ayer fue el peor día de mi vida y lo viví gracias a ti. Jamás había deseado tanto haber muerto en esa guerra y pensé que no podía sufrir más después de que vimos morir a Ron… No pienses que me hiciste un favor, porque de las mil maneras que podías escoger para hacerme ver que soy un Gryffindor imbécil, escogiste la peor y no puedo evitar pensar que lo hiciste por orgullo.
Hermione mantuvo la vista baja hasta escuchar la última palabra lo que le hizo replicar sin consideración alguna.
—¿Orgullo? ¿Qué se supone que yo ganaría con esto? —Preguntó la joven, anonadada por los cargos que le imputaba Harry.
—Ganarías tener la razón, tener el punto final de nuestras peleas, porque no puedes admitir que ¡Estas equivocada! Ninguno de ustedes conoce mis sentimientos por Snape, porque de haberlos conocido alguno, hubieran tenido la certeza de que lo que hicieron es más grave que una simple pérdida de puntos y no se arregla con una disculpa —Concluyó Harry, caminando rápidamente hacia la salida de la sala común, deseando desesperadamente poner distancia entre él y sus “amigos”.
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Había anochecido cuando decidió que habían sido demasiadas horas meditando en un lugar tan pequeño. Severus abrió la puerta del almacén de pociones descubriendo a Harry quien, acurrucado en un rincón del mismo, parecía un ser pequeño e indefenso al que anhelaba defender del mundo entero si hacía falta.
El Gryffindor levantó la mirada y pudo descifrar en ella cierto alivio. Seguramente a pesar de estar al tanto de la situación, el muchacho seguía considerando un hecho muy afortunado que la sangre aun diera color a sus mejillas.
—¿Crees que esconderte te librará de perdonar a tus amigos? Están preocupados. Me enviaron a buscarte hace unas horas, pero decidí darte una tregua para que enfriaran todos esos pensamientos desagradables que han atravesado tu mente —Severus le tendió la mano, la cual Harry aceptó sin dudar, levantándose en el acto.
—No quiero perdonarlos, ni siquiera deseo verles ¿Por qué me hicieron esto? —En el tono de voz empleado, fue palpable el dolor que sentía el muchacho por las acciones de sus amigos.
Severus acomodó distraídamente el cabello del joven león, que parecía no prestar atención a sus movimientos, mientras le explicaba serenamente.
—Porque quieren saber que estarás bien cuando ellos no estén contigo, que podrás ser feliz y así ellos te extrañaran menos —aunque Severus tenía claro que la comprensión y las palabras no eran su fuerte a menos que tuvieran grandes dosis de sarcasmos, Harry sacaba lo mejor de sí y contaba que eso le ayudara a que el joven entendiera.
—¿Por qué habrían de irse? —Quiso saber Harry, repentinamente preocupado.
—La señorita Granger aspira a una beca en una prestigiosa institución mágica en Escocia —empezó a decirle sin poder concebir que el curioso chico no lo supiera— Los señores Longbottom y Finnigan piensan casarse y mudarse a Paris apenas tengan su titulo en mano. A la señorita Weasley aún le falta un año de colegio, pero puedo apostar que no tendrá mucho tiempo para estar con sus amigos cuando sea la cazadora de algún equipo mundialmente famoso de Quiddicth, y por último, la señorita Lovegood irá con su padre a recorrer el mundo por un año, así que también estará lejos.
Harry sintió que con cada revelación, le arrancaban un pedazo de sí. Acercándose a la pared, se recostó a ella.
—¿Todos se irán? ¿Neville y Seamus? ¡Como he estado tan ciego! —exclamoósorprendido ante la vida que se mostraba ante sus ojos.
—Nadie te culpa. Ha sido muy difícil para todos superar lo ocurrido en la batalla final. Perdimos a muchos amigos —declaró Severus con voz fúnebre, tomando a Harry del brazo y guiándolo hasta los ventanales, donde le ayudó a sentarse en el muro.
Harry susurró sin levantar la vista y con palabras llenas de comprensión y aceptación.
—Entonces, creo que puedo darles mi perdón. No fue egoísmo después de todo.
—Los subestimas demasiado, ellos son demasiado Gryffindor para hacer algo que no consideren correcto.
Harry levantó la vista y sosteniendo la fuerte mirada de Severus, aseguró.
—Aún tengo un problema.
Severus frunció el ceño y sin pensarlo dos veces, preguntó:
—¿Puedo ayudarte en algo? —la voz del hombre sonó tan preocupada que Harry no pudo evitar sonreír.
—Aún no tengo pareja para el baile y solo quedan horas para asistir —expusó el Gryffindor haciendo un puchero.
Severus apartó la mirada y entristecido le susurró:
—No puedo ayudarte con eso.
Harry impidió que Severus se marchara aferrándose a las muñecas del hombre con fuerzas y le recordó.
—Creo recordar que dijiste algo sobre un vals y acariciar mi cuello. Realmente quiero que cumplas tu palabra —sentenció Harry de forma que no admitió replicas.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Severus confuso.
—Aunque mis amigos fueron extremistas, me hicieron ver que no me importa ser egoísta por una vez en la vida si de esa forma estás conmigo. No soporto la idea de perderte. Puede que no esté preparado como lo estás tú para una relación, pero intentaré hacerlo bien, porque anhelo tenerte para mí. No quiero un día más sin tus regalos, me he vuelto adicto a ellos —confesó Harry y armándose de valor, cerró cualquier distancia que les separara, sellando con un beso las palabras.
Pronto, Harry sintió que los brazos del hombre se cerraban alrededor de su cintura, apretándole contra él y entonces se dio cuenta que así debía sentirse ser feliz y amado.
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Valethsnape Buscador de Quidditch
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Tema: Re: Palabras en silencio (one shot) Dom Nov 01, 2009 5:41 pm
Harry entrelazó sus dedos con los de Severus cuando atravesaron las puertas del gran salón, luciendo sus túnicas de gala y grandes sonrisas en el rostro. Era inevitable para Harry no sentirse completo, cuando a su lado no solo estaba su eterno protector, sino también el hombre que querría hasta después de la muerte.
Todo a su alrededor lucía como una típica celebración de Halloween: calabazas, arañas, serpentinas, comidas de apariencia extraña y música electrónica, la cual muchos estudiantes estaban disfrutando.
Harry estaba a punto de discutir con Severus el poco ambiente acogedor que había en el salón para llevar una conversación tranquila, pero gracias a las maniobras del director que llegó hasta ellos sorpresivamente y les arrastró hasta el rincón donde las jóvenes parejas estaban tomando fotos, guardando ese momento para siempre, no pudo hacerlo.
Harry se sorprendió al ver a Hermione reír abiertamente a la cámara mientras compartía un cálido abrazo con Draco Malfoy. Entonces supo que las acciones de Hermione no tenían nada que ver con su afán de tener la última palabra… Hermione quería que él conociera el amor al igual que ella. Se sintió tranquilo por ella, quien merecía ser feliz y por sí mismo por tenerla como amiga.
La chica le reconoció, al igual que al hombre a su lado y no dejo de notar sus manos entrelazadas. Sonrió efusivamente, pero no apartó la vista de Harry como pidiendo algo que él estaba sumamente dispuesto a otorgarle.
Severus y Albus se situaron a su lado al momento de la fotografía, Harry miró a Hermione con simpatía y ella se alivió al comprobar que había sido disculpada. Harry levantó la mirada hasta Severus, quien sonreía a la cámara con autentica alegría y entonces la verdad brotó de sus labios tan fácilmente que por un momento se asustó a sí mismo.
—Te amo Severus.
El flash iluminó a todos y nubló la vista de Harry, pero los labios que pronto sintió sobre los suyos, le hicieron saber que sus palabras habían sido escuchadas.
Entonces, Harry tuvo la seguridad de que las palabras pueden no tener el mismo peso que las acciones, pero cuando anuncian una verdad, tienen un gran poder y pueden cambiar el destino de un hombre.
Aún más cuando ese hombre es un Slytherin enamorado, uno que desde ese momento, no le dejó ir. Fin
Notas de autora: Espero que sea rescatable porque aunque particularmente me gusta la trama, creo que de haber tenido más paciencia y tiempo hubiera tenido mucho más chance de acomodar los desaciertos antes de publicar algo, estoy oxidada, increíblemente si no se escribe constantemente se pierde la práctica, cónchale XD Espero que se apegue a las condiciones del reto, intente del genero 1 el romance y del 2 terror psicológico al personaje, aunque no sé si ese estuvo bien, creo que no puede haber nada peor que nuestro Harryto pensara que Sev estaba tieso, sniff…
Gracias por leer.
Valethsnape.
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