5º Capítulo: El encuentro del lobo y su cachorro
Remus estaba completamente impresionado por lo que acababa de decir su hijo. Se puso de pie se acercó a él lentamente, hasta alcanzar sus hombros y con los ojos anegados en lágrimas le volvió a preguntar.
-¿Apareció? -preguntó en un chillido- ¿Harry apareció? –temblaba de la emoción.
-En realidad no -le dijo con una sonrisa y haciéndolo sentarse nuevamente-. Sólo aparecieron los trillizos, pero efectivamente son Snape Potter -les dijo de frente.
-Así que Severus es padre -dijo Lucius mirando el fuego de la chimenea-. Me imagino que se sorprenderá mucho cuando se entere -dijo con una sonrisa de lado.
-Quiero verlo -dijo Remus casi en un susurro-. Quiero ver a mi cachorro -le pidió a Lucius, con los ojos brillantes.
-En realidad no sabría decirte donde está -les dijo el menor-. Los chicos llegaron solos. Hasta el momento no han dado indicios de la ubicación de Potter.
-¿Puedo conocer a los niños? -preguntó el lobito -Quizás si hablo con ellos me puedan decir dónde está.
-Te llevaré mañana -le dijo el patriarca de la familia sorprendiendo a los dos hombres, ya que la muchachita se había quedado dormida en los brazos de su hermano-. Como miembro activo del comité escolar de Hogwarts, aún tengo ciertas ventajas, como la de entrar al colegio cuando se me dé la gana -dijo poniéndose de pie y tomando a la niña en brazos-, y como mi esposo puedes acompañarme -declaró finalmente saliendo del despacho, en dirección a la habitación de la menor, dejando a los otros dos completamente impactados por su repentino interés en la aparición de Harry Potter.
El día comenzó y en el gran comedor los ojos seguían puestos en los alumnos recién integrados en quinto grado.
Las puertas se abrieron de repente y aparecieron las imponentes presencias del matrimonio Malfoy.
Cuatro personas abrieron los ojos de manera incrédula, pero por diferentes motivos.
-¡Abuelos! -dijo muy emocionado Scorpius y con toda la elegancia que le fue inculcada con el paso de los años, se dirigió hacia los hombres.
-Hola, Scorp -le dijo el castaño, con una sonrisa adornada en sus labios- ¿Cómo estas, mi pequeña serpiente? -preguntó desordenando su cabello con una mano.
-Bien -le dijo con una sonrisa- ¿Por qué están aquí? -preguntó intrigado, por la presencia de los mayores en el colegio.
-Nada que te incumba, mocoso -le dijo el rubio mayor, molestando al adolescente.
-Por favor -le pidió despacito.
-Compórtate o no te diré nada -le dijo seriamente, pero Scorp ya sabía que había ganado, siempre lograba lo que quería con su abuelo Lucius.
-Scorp… ¿Conoces alguno de los chicos que llegaron ayer? -le preguntó el castaño.
-¿Se refiere a nosotros? -preguntó una voz tras ellos, logrando que los tres se giraran y quedaran frente a frente con los trillizos Snape Potter.
-¡Por Merlín! -dijo el oji miel impresionado, tanto como el mismísimo Lucius que sólo se quedó en silencio.
Si no le hubieran dicho que eran los hijos de Harry y Severus, hubieran estado seguros que regresaron en el tiempo y vieron copias casi perfectas de Severus Snape, pero con los ojos de un color verde casi sobrenatural.
-Suponemos que ustedes serán Lucius Malfoy y Remus Lupin ¿No? -preguntó uno de los chiquillos. Viendo que ambos asentían se alegraron increíblemente- Es un placer conocerlos, mi nombre es Damián y ellos son mis hermanos Levi y Rudy -presentó a los otros dos.
-Mi padre siempre nos hablada de ustedes, bueno de uno más que otro -dijo Rudy con una sonrisa de lado- siempre nos contaba lo que él sabía de los merodeadores -dijo casi con dulzura-. Normalmente cuando nos contaba algo de nuestro padre.
-¿Cómo esta él? -preguntó con emoción el ojimiel- ¿Cómo está mi cachorro? -pidió a los menores.
-¿Por qué no le pregunta usted mismo? -dijo Levi, sorprendiendo a los tres, bueno a ellos y casi a todo el comedor, que en ese momento estaba en un silencio sepulcral- Papá dijo: “Sólo Moony puede saber dónde estoy” -le dijo alcanzándole un papel.
-¿Por qué sólo yo? -preguntó recibiendo el papel que le extendía el muchacho.
-Porque ustedes no participaron en la destrucción de nuestra familia -dijo Rudy con los ojos inyectados en furia-. Así que por favor, sólo usted puede ir por el momento, hasta que papá diga lo contrario -le pidió formalmente-. Ahora si nos disculpa, debemos dirigirnos a nuestras clases -le dijo mientras se adelantaba a la salida, sus hermanos lo seguían, luego de despedirse con un asentimiento.
-¿Qué está pasando, abuelo? -preguntó el rubio, junto a los dos adultos que aún seguían con la mirada perdida en el camino que habían seguido los trillizos.
-Scorpius, termina con tu desayuno, luego hablaremos -le dijo su padre, que ahora se encontraba junto a los otros dos- ¿Vas a ir ahora, papá? -preguntó el profesor.
-Sí, quiero ir ahora mismo -luego se giró para quedar frente a su marido-. Debo hacer esto solo, Lucius -le dijo sellando su posible respuesta con un beso y dirigiéndose a la salida.
-Sólo espero que Severus vuelva pronto -dijo seriamente el cabeza de la dinastía Malfoy.
- ¿Por qué lo dices, padre? -preguntó caminando con el mayor, por los pasillos del castillo, dirigiéndose a las puertas del colegio.
-Porque esos niños están dispuestos a todo por compensar la separación de sus padres. Y creo que sólo Severus podrá calmar su sed de venganza -declaró finalmente, dejando a Draco completamente de acuerdo con lo que había dicho.
***
Remus apareció en el mundo muggle. Desde un principio supo que Harry había huido a ese mundo, pero nunca lo pudo encontrar.
Llegó a una villa cerca de Francia y recorrió las calles en busca de la dirección apuntada hasta que llegó al frontis de una casa, ni muy grande ni muy pequeña. Por delante tenía un pórtico muy hermoso y mientras iba avanzando se daba cuenta de los detalles de la casa, hasta que llegó a la puerta y no pudo evitar una sonrisa al ver que en medio de esta había una cabeza de león con una serpiente enrollada en el cuello.
Tocó el timbre esperando que le abrieran la puerta y escuchó como alguien corría desde adentro. La puerta fue abierta por una mujer de unos 30 años aproximadamente, con el cabello lizo y castaño que le llegaba hasta media espalda el que llevaba atado de manera floja y por lo mismo algunos mechones caían por su frente. Sus ojos eran de color castaño claro y la piel clara, no tanto como la de su marido y sus hijos, pero de todas formas clara. Su cuerpo era grande, no gorda, pero si grande.
-¿Qué desea? -preguntó con una voz muy melodiosa, nada parecida a su apariencia, si no más parecida a la de una adolescente.
-Disculpe, soy Remus Lupin busco a… -pero no pudo terminar por que la mano de la chica lo jaló adentro y cerró la puerta tras ella.
-No se preocupe -dijo con una sonrisa-. Llamaré a Harry en un instante -le dijo al lobito, al cual le brillaron los ojos-. Pase a la sala, por favor -le mostró una hermosa salita al lado de la entrada.
-Eh… ¿Usted es…? -quiso saber en mayor.
-Ah sí, lo siento -dijo sacando su lengua en forma infantil-. Soy María Williams, amiga-matrona-niñera-pediatra-madrina de los hombres de esta casa -le dijo enumerando sus funciones.
-¿Cómo? -preguntó dudoso.
-Eso, soy amiga de Harry desde hace más de 15 años, traje al mundo a los trillizos al enterarme del maravilloso estado de Harry, he ayudado a su crianza desde que nacieron por lo cual también soy su niñera, estudie pediatría, para tratarlos yo misma y soy su madrina -dijo con una sonrisa.
-Ahora entiendo -le devolvió la sonrisa.
-Bien, pues entonces llamaré a Harry. Queda en su casa -le dijo al salir de la habitación.
Remus recorrió con la mirada la sala y en la chimenea habían muchas fotografía, todas muggle, en donde aparecía Harry con los niños, siendo aún unos lactantes, otras de los niños solos, jugando, bailando alrededor de la mujer que lo había recibido, otra de Harry y María, en donde ella sostenía un diploma de pediatría y un sin fin más.
-Moony –llamó un ahogado gemido a su espalda, lentamente se giró y por fin, luego de años podía ver de nuevo al muchacho de ojos verdes.
-Cachorro -le dijo con una sonrisa abriendo los brazos para recibirlo entre ellos.
-¡Oh, Moony! -le dijo corriendo a refugiarse en el pecho del mayor- Te eché tanto de menos -le decía emocionado, por ver una cara conocida después de años viviendo en el mundo muggle.
-Harry, Harry, Harry -le repetía una otra vez estrechándolo más fuerte. Siguieron así por quizás cuanto tiempo, pero no le tomaron importancia-. Tengo tanto que preguntarte, cachorro -le dijo tomando la cara del más joven entre sus manos.
-Yo también, Moony -le dijo con una sonrisa.
-Entonces ¿Qué tal si les traigo algo para beber? -dijo una voz desde la puerta.
-Te lo agradecería mucho, María -le dijo el ojiverde -. Y también trae una para ti, quiero que conozcas mejor a Remus, él es como mi padrino, al igual que Sirius -le dijo al instante de mirar al mayor, que no le quitaba los ojos de encima.
Esperaron hasta que la mujer volviera con las tres tazas de té que preparó, junto con unos trozos de pastel, el cual habían preparado con Harry en espera del lobo, ya que el ojiverde le aseguró que vendría ese mismo día.
-Bien -dijo la mujer, sentada en un sillón, paralelo a los que ocupaban los otros dos- ¿Quién parte? -preguntó sorbiendo la taza y mirando fijamente a los hombres, muy impaciente, como si fuera el final de la teleserie que estaba viendo.
-Creo que lo primero sería el cómo llegaste aquí, cachorro -le dijo el ojimiel.
-Está bien -dijo con un suspiro-. Te contaré desde el principio.
La guerra por fin había terminado, el-niño-que-vivió había derrotado al mago tenebroso más poderoso de los últimos tiempos.
La gente feliz, celebraba por las calles y la vida parecía, por fin, sonreírle al mundo mágico.
Los meses pasaron y la gente se fue calmando. Las tiendas volvieron a abrirse, las clases en Hogwarts ya estaba en su fase final. Ya sólo quedaban unos cinco meses de clases, para terminar el año escolar.
Una noche se celebró una cena, sólo con los miembros de la orden del fénix.
En una larga mesa se encontraban el director Dumbledore y en orden desde su derecha, estaba Harry, Hermione, Ron, Minerva McGonagall, Alastor Moddy, Arthur Weasley, Molly Weasley, Ginebra, Fred, George, William, Nymphadora Tonks, Kingsley Shacklebolt, Luna Lovegood, Neville Longbottom, Rubeus Hagrid, Charlie Weasley, Fleur Delacour y Severus Snape.
-Amigos -llamó el director poniéndose de pie -quiero que hagamos un brindis, por nuestra victoria sobre las fuerzas tenebrosas, donde muchos de los nuestros cayeron, pero que nunca se irán de nuestros corazones -alzó su copa, acción repetida por todos en la sala-. Hoy estamos aquí, para celebrar, pero esto no hubiera sido posible, sin vuestra ayuda, su sacrificio y su entereza -decía en tono solemne-, pero quiero darle las gracias a una persona que lo dio todo sin pedir nada a cambio, que se enfrentó con más valor del que alguna vez se allá visto en el tiempo -dijo volteando un poco a su derecha-. Por Harry -dijo con entusiasmo.
-¡Por Harry! -vitorearon los demás alzando las copas bebiendo su contenido.
-Por favor, Harry -dijo el anciano-, dedícanos unas palabras -le pidió, dándole la palabra.
Los demás apoyaban la idea del mayor y aplaudían dando ánimos al ojiverde, el cual, muy avergonzado, se puso de pie.
-Bueno yo… -dijo terriblemente ruborizado, por las miradas que se posaban sobre el- sé que quieren que de un gran discurso, pero no soy el director Dumbledore -dijo haciendo reír a los presentes-, sólo les quiero dar las gracias, porque sin su ayuda, no hubiese podido vencer a Voldemort -dijo seriamente-. Fueron ustedes los que me imprimieron fuerzas, fue su amor el que me dio valor, fue su garra la que me dio aliento, cuando más lo necesitaba -les dijo uno a unos, hasta que llegó hasta el último en la mesa, sentado junto al director-. Ustedes fueron los que me dieron una razón para querer vencer -dijo sin desconectar sus ojos de los negros que lo miraban en ese momento.
Todos estaban en silencio, esperando las siguientes palabras del ojiverde, el cual se había quedado como hipnotizado, mirando a una persona en la mesa, la mayoría imaginó, que el respeto que le tenía al hombre y todo lo que este había dado en la guerra, eran razón de peso, para que el menor le sostuviera la mirada.
-Pero más que a nadie, te quiero agradecer a ti -todos arrugaron el ceño ante esto ¿Desde cuándo Harry tuteaba a Snape?-. Por entregarme toda tu sabiduría y tu paciencia -le decía sin apartar su mirada de encima-, por darme la razón más poderosa para seguir viviendo -todos escuchaban atentos a lo que hablaba el morenito, hasta que llegó a la parte final de su discurso-. Por entregarme tu amor -le dijo con una sonrisa, misma que fue devuelta por el mayor.
-¿Disculpa, Harry? -le dijo el director a su lado- Creo que no entendimos muy bien eso o no te diste a entender muy bien -le dijo con un intento de sonrisa.
-No entiendo que es lo que no entiendes, Albus -le dijo el profesor, logrando que ahora las miradas se posaran en él -Harry dijo amor, porque es eso lo que le he dado todo este tiempo -dijo tomando un sorbo de su vaso, mientras se ponía de pie y se acercaba al ojiverde.
-Severus y yo somos pareja y en cuanto salga de Hogwarts nos casaremos -dijo el menor, con una hermosa sonrisa, la cual fue sustituida por una cara de confusión al ver la cara de los demás- ¿Qué pasa? -momento en que sentía el agarre en su cintura, se hacía aún más fuerte y se giraba para ver al mayor que ahora mostraba una expresión preocupada- ¿Qué pasa, Sev? -nervioso por las sensaciones que estaba sintiendo.
-¡¿Cómo te atreviste, Severus?! -dijo el director poniéndose de pie.
Harry vio sin entender, como era separado fuertemente de Severus y Tonks junto a Kingsley sujetaban al profesor.
-¡¿Qué pasa, director?! -preguntaba Harry sacudiéndose para salir del agarre en que lo tenían sus “amigos”- ¡Hermione, Ron, suéltenme por favor! -pedía al ver como el mayor era alejado de él- ¡Severus! -gritó al ver cómo era transportado por los dos Aurores- ¡¿Qué mierdas está pasando aquí?! -gritó soltando su magia, logrando que los otros dos los liberaran y dejando caer las lágrimas.
-Harry, muchacho -dijo el director acercándose al menor-. Siento todo esto, nunca debí dejarte al cuidado de Severus Snape -le dijo con voz pacifica-. No sabía que se aprovecharía de eso para acercarte a ti -le dijo con lastima.
-¡¿Aprovecharse de qué?! -gritó furioso, mientras caminaba a la salida- ¡Confié en ustedes, porque los consideraba mis amigos! -dijo a todos, pero más específicamente a Ron y Hermione.
-Pero Harry, no podemos dejarte en manos de ese… -dijo con cara de asco, el pelirrojo.
-¡¿Ese que, Ron?! -dijo con rabia- ¡¿Qué mierda ibas a decir?! -dijo agarrándolo por la solapa, pero en ese momento, el mundo se le hizo negro y calló en la inconsciencia.
Despertó un tanto aturdido, pero mejor. Se sentó con cuidado y se dio cuenta que estaba en la enfermería de Hogwarts. Lentamente fue recordando lo que había pasado.
-Despertaste, muchacho -dijo un hombre desde la puerta.
-¿Dónde está? -preguntó con los ojos rojos por la rabia- ¿Dónde tienen a Severus? -Repitió con fuerza.
-Tranquilízate, Harry -le pidió alguien desde la puerta.
-¿Quieren decirme, donde está MI novio? -preguntó con los dientes apretados. Frente a él ataban Ron, Hermione, Dumbledore y madame Pomfrey.
-Por favor, salgan de la enfermería -pidió la enfermera del colegio-. Lo que necesita es descansar -hizo salir a los demás.
-Madame, por favor -le pidió el ojiverde-. Necesito saber que le hicieron a Severus -le pidió con los ojos anegados en lágrimas.
-Ay, mi niño -le expresó sentándose a su lado-, llevas dos días durmiendo, han pasado tantas cosas -le dijo con tono triste, lo que preocupo aún más al moreno-. Lo enviaron a Azkaban -le dijo casi en un susurro.
-¿Qué? -dijo con el aire atorado en sus pulmones, sentía que los oídos le iban a reventar y la sangre, no sólo se le helaba, sino más bien se le congelaba- ¿Cómo que a Azkaban? ¿Cómo pudieron? -preguntó liberando las lágrimas que caían ahora por sus mejillas.
-No hubo juicio aparente, por lo menos no público -le indicó pasándole un vial con una poción tranquilizante, había descubierto algo, que ni siquiera al director le había informado, pero necesitaba mantener al chico, lo más tranquilo posible-. Sólo sé que los muggles esos que te criaron, hablaron en contra de Severus -le informó con tono afligido.
-¡¿Qué?! -le dijo poniéndose de pie- Necesito ir a verlo, tengo que sacarlo de ahí -le dijo caminando hacia la puerta.
-Espera muchacho -le dijo deteniéndolo de un brazo.
-No trate de detenerme, por favor -le pidió con los puños apretados.
-No pretendo detenerte -le dijo con una sonrisa-. Ven -le indicó que la siguiera a su oficina-. Aquí hay una salida secreta, quiero que la uses y huyas lejos -vio que el chico iba a protestar-. Sé que te seguirán y harán todo por retenerte, por eso debes irte, por lo menos hasta que las aguas se calmen y puedas hacer algo por liberar a Severus.
-Pero, madame -dijo tratando de aguantar las lágrimas-, no entiendo por qué.
-Harry, aun eres menor de edad, créeme cuando te digo que tienes más de una razón por la cual ser libre por un tiempo y sin los ojos del mundo sobre ti -le dijo llevándolo a la salida-. Huye lejos y cuando estés preparado, vuelve en gloria y majestad. Sé que Severus te esperará y sé que tú también los harás -le dijo haciéndolo salir-. Yo me encargaré de distraer a los demás -se acercó a él y lo abrazó-. Buena suerte, muchacho -le apuntó separándose de él y cerrando la puerta.
-Luego de eso vine a dar al mundo muggle y conocí a María, fue ahí que me enteré de mi estado -le dijo limpiando sus lágrimas, mientras era calmado por el mayor, que en un momento del relato se había sentado junto a él en señal de apoyo-. Supongo que madame Pomfrey sabía que estaba embarazado y por eso me ayudó -le dijo al lobito.
-Es lo más probable -dijo aun un poco afectado por lo que le contaba el menor - ¿Pero cómo viviste así todo este tiempo? -preguntó, mientras el moreno se hundía nuevamente en su mundo de recuerdos.
Conitnuará...
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