alisevv
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| Tema: Death Eater Takes a Holiday. Capítulo 48-II. Cena con la familia II Lun Jul 12, 2010 8:01 pm | |
| Death eater takes a holiday Capítulo 48 - IICena con la familia - II Severus se apareció en una zona cercana a la Madriguera. Mientras subía hacia la entrada, logró echar un vistazo a toda la gente reunida en el jardín trasero, sintiéndose complacido del atuendo que había elegido para esa noche. Obviamente, no acostumbraba a recibir muchas invitaciones a fiestas, y cuando lo hacía, era a las recepciones de Malfoy, donde la lista incluía al Círculo Interno de Mortífagos.
Luego de tocar a la puerta cortésmente, fue recibido por un alegre Arthur Weasley.
—Ah, Severus, que bueno volver a tenerte en mi casa —saludó con cordialidad.
—Gracias. Tengo que admitir que la invitación de Ron fue inesperada, pero, no obstante, apreciada.
El recién llegado entregó a Molly un gran bouquet de flores frescas como obsequio a la anfitriona. Ella halagó el encantador arreglo y convocó un jarrón que estaba en un armario cercano. No había pasado mucho tiempo desde que le había agregado agua, cuando una exultante Ginny entró en la habitación, buscando una bebida.
—Mamá —comenzó, y entonces sus ojos se fijaron en Severus. Para sorpresa de todos, su radiante rostro se transformó de inmediato en un ceño fruncido. El Slytherin levantó una ceja interrogante.
—Virginia —Molly utilizó su nombre completo con un tono de advertencia.
—Pero mamá, es una fiesta. Una fiesta familiar —protestó Ginny, indignada.
Arthur lanzó una mirada de disculpa a Severus antes de girarse hacia su hija, quien estaba peligrosamente cerca de pasar la fiesta en su habitación.
—Ésa no es manera de comportarse con el señor Snape, jovencita —le regañó.
—Pero, papá —gimoteó ella—. Prometiste que no trabajarías durante la fiesta de Harry. Ni siquiera trabajo de la Orden —hizo un puchero. Molly se relajó visiblemente. El rostro de Severus permaneció indiferente.
—El señor Snape fue invitado para compartir la celebración del cumpleaños de Harry —declaró su padre calmadamente. La boca de la chica formó una O, y permaneció abierta varios segundos. Nadie notó cuando la cerró, pues para entonces estaba absolutamente roja de vergüenza.
—¿Eso no son papeles de trabajo? —preguntó, señalando vacilante al gran paquete plano que Severus llevaba.
Molly escoltó a la ruborizada muchacha fuera de la habitación, con la excusa de que irían a poner el obsequio del señor Snape junto a los otros regalos. Antes de irse, habló sobre su hombro, pidiéndole a su marido que enseñara a Severus dónde estaban los refrigerios.
—Lamento todo esto, Severus —se disculpó Arthur—. Como puedes ver, he estado trabajando mucho…
—No te preocupes —el otro le interrumpió efectivamente. Le resultaba difícil creer que la chica Weasley fuera apenas un año menor que Harry; parecía ser mucho más joven. Tenía que admitir que tenía dificultades para relacionarse con las adolescentes, siempre las había tenido. Esa era la razón por la que Hermione Granger le había sorprendido, al ser tan tolerante como era a nivel personal; eso era lo más cercano a un cumplido que se molestaría en hacer, aunque sólo fuera en sus pensamientos.
Arthur y Severus salieron al jardín. Al ver a su papá, de inmediato George dejó de hacer malabarismos con los platos. Ron y Hermione estaban sentados a la mesa, en tanto Bill, Harry y Fred lanzaban una quaffle, apuntando a un neumático viejo que colgaba en medio del aire. Severus observó cómo los tres corrían por el jardín, arrebatándose la pelota unos a otros. Harry lanzó un pase largo que fue interceptado por Bill, quien de inmediato fue derribado por Fred. Harry se detuvo al lado, riéndose de las payasadas de sus amigos. Vestía unos jeans azul oscuro y una camiseta con unas palabras impresas en el frente, pero eran muy pequeñas para leerlas desde tan larga distancia. De repente, el joven de ojos verdes notó a Serverus, parado en la puerta junto al señor Weasley. Sus ojos se iluminaron al ver que su pareja había llegado. Severus sonrió al darse cuenta que el chico le estaba chequeando. El maestro vestía una sencilla camisa color crema y unos pantalones negros de sport. Los pantalones eran cómodos, no muy apretados, pero la camisa se ajustaba modelando los bien definidos pectorales y hombros de Sev. Una lengua rosada salió a lamer los labios, mostrando claramente la aprobación de Harry a su elección de ropa. Severus casi gimió ante la vista de esa lengua.
“Cálmate, Severus. No es como si no hubieras pasado medio año follando con el hombre”, se dijo a sí mismo antes de tomar un gran trago de su bebida.
—Hola, Severus —le saludó Hermione.
Su nombre todavía se sentía extraño en boca de ella. A estas alturas, loa demás habían notado su llegada y le estaban saludando cortésmente. Severus sacudió la cabeza con incredulidad, ahora que estaba lo bastante cerca como para poder leer la franela de Harry. En grandes letras negras se leía: Mago completamente entrenado, y justo abajo, un impreso más pequeño: ¿Quieres ver mi varita?
—Fue un regalo de Ron —informó Harry, feliz.
Severus observó al aludido con una ceja alzada. La sonrisa del pelirrojo se decoloró ligeramente, pero se recuperó rápidamente cuando su mejor amigo se echó a reír.
Harry y Severus nunca habían conversado al respecto, pero el profesor agradecía que su pareja supiera instintivamente que él no era hombre de hacer demostraciones físicas de afecto ante los demás, al menos no en un escenario social como el actual. Sentía que era una gran falta de consideración por parte de las parejas estar todo el tiempo colgado uno del otro, cuando el resto de las personas no quieren ver tal cosa. “A menos, por supuesto, que tú seas un adolescente hormonal”, reflexionó.
Severus sonrió y observó a su amado conversar con sus amigos. La verdad era que Harry era un adolescente hormonal con un insaciable apetito sexual. Pero, por fortuna para Severus, también era un hombre al que le gustaba la privacidad. Había estado demasiado tiempo bajo el indeseable ojo de la opinión pública como para seguir exponiéndose a ello. A pesar de todo eso, el profesor se preguntaba si debería haberle saludado de un modo un tanto más personal que al resto del grupo. Al Gryffindor no parecía importarle; estaba riéndose con sus amigos. Siempre que podía echaba un vistazo a Severus, regalándole una sonrisa radiante. Harry estaba feliz, y eso era todo lo que importaba ese día.
Levantó el vaso hacia su pareja, en una muda pregunta. Al observar un asentimiento agradecido, se dirigió hacia la mesa de refrigerios a llenar su vaso y conseguir uno para Harry. Mientras dejaba caer unos cubitos de hielo en el vaso, revisando cuidadosamente las diferentes jarras y preguntándose qué le gustaría beber al chico, una suave voz interrumpió sus pensamientos.
—Profesor —musitó la apenada voz de Ginny.
Severus levantó la vista para mirar a la nerviosa chica. Esbozó una débil sonrisa, en un intento por hacer que ella se sintiera más cómoda, pero eso no pareció tener el efecto deseado. La joven pasó del rubor a la palidez.
>>Yo, uh, pensé que usted había venido a llevarse a mi papá de la fiesta, para hacer algún trabajo, y no reflexioné en cómo sonaría lo que dije —se movía nerviosa de un pie a otro mientras hablaba—. Cuando expresé que era una fiesta familiar no quise decir que usted no debería estar aquí. Mi mamá me explicó que usted ha estado entrenando a Harry todo el verano, y que está aquí como invitado al cumpleaños. Yo, er… —enmudeció, dándose cuenta de que había dicho más de lo que había sido su intención, y que había soltado todo de un tirón—. Disculpe —agregó rápidamente, y se alejó con el rostro nuevamente ruborizado.
Severus mantuvo su cara de indiferencia para no echarse a reír ruidosamente. Estaba seguro de que Molly le había obligado a disculparse.
—Mm, gracias —tarareó Harry dando un trago a la bebida que Sev le había llevado—. ¿Qué pasa con Ginny? Apenas llevas diez minutos aquí y mis amigos ya están huyendo de ti —bromeó.
—Te aseguro que no hice nada más que aparecer —le explicó lo que había sucedido y Harry se encogió de hombros.
—Supongo que simplemente tienes ese efecto en algunas personas —declaró, chocando su vaso contra el de Sev.
—Mocoso.
Molly sacó la cabeza por la ventana de la cocina para anunciar que la cena estaría lista en un momento. Mientras la gente comenzaba a sentarse, Ginny permaneció de pie, mirando hacia la puerta trasera, y preguntándose por qué la cita de Harry no se había presentado todavía. Ni por un segundo se le ocurrió que el profesor Snape fuera esa cita.
Arthur se sentó en la cabecera de la mesa. A su derecha estaba un asiento esperando por Molly, seguido de Ron y Hermione, y después los gemelos. Severus eligió, sabiamente, sentarse en el puesto más alejado de los gemelos y más cerca de Molly y Arthur. Bill se estaba sentando en el otro extremo de la mesa, frente a su padre, justo en el momento que Charlie se Apareció en el jardín.
—Hola a todos, disculpen la tardanza —Charlie se detuvo al lado de Harry y puso una mano sobre su hombro. Sus dedos índice y pulgar sostenían ligeramente la orilla de la franela del moreno, frotando contra su cuello—. Feliz cumpleaños, Harry.
Le entregó un pequeño paquete envuelto en papel de regalo y le besó la mejilla. Severus contuvo la mirada que deseaba lanzar al pelirrojo. Por las reuniones de la Orden, sabía que era un buen hombre, y le caía bien. Hasta que estuviera seguro de que Charlie sabía que Harry era suyo, resistiría la urgencia de mirarle con furia, o quizás apuñalarle con el cuchillo.
A medida que la cena transcurría, todos hablaron entre grandes bocados de comida. Molly se había superado a sí misma. Bill les preguntó a Ron y Harry sobre sus respectivos entrenamientos. Arthur abrió una botella de vino y sirvió sendas copas a su esposa, Bill, Severus y el cumpleañero; pasó la botella a Charley, quien le sirvió a los demás. Hermione preguntó a Severus si había recibido noticias acerca de si Gwen Jennings había conseguido el puesto de aprendiz o no. Ginny miraba a su amiga con los ojos muy abiertos, pues no se esperaba que se sintiera tan cómoda compartiendo una conversación con el profesor, por no mencionar el uso de su nombre de pila. Tenía sentido que luego de todo este tiempo Harry estuviera más amistoso con el hombre, con todos los entrenamientos y las reuniones de la Orden, pero no Hermione.
Fue fácilmente desviada de sus pensamientos cuando una cesta de bollitos calientes hizo su recorrido en medio de la mesa. Severus se sirvió un panecillo antes de entregar la cesta a Arthur. Echando un vistazo a Harry, observó discretamente cómo su pareja extendía mantequilla, cubriendo meticulosamente ambos lados del vaporoso alimento. Le sorprendía que el chico sólo hubiera tomado una pieza, cuando habitualmente se comía dos o tres con las comidas. Aparentemente, estaba siendo cortés. El hombre se preguntó cómo haría Molly para alimentar a tan grande pandilla todos los días. Eso explicaría el porqué Arthur trabajaba tanto. Mientras los gemelos, excitados, detallaban el funcionamiento de un producto que había perfeccionado recientemente, Severus pasó discretamente su bollito al plato de Harry, quitándole a su vez su intacta copa de vino.
Cuando llegó el pastel, fue casi inoportuno, pues todos habían comido mucho en la cena. La palabra clave, por supuesto, era casi. Era una magnífica torta de tres capas, acabada con un espeso glaseado con fresas. Severus observó mientras Harry, un tanto nervioso, soplaba las velas luego de terminado el canto. Todos vitorearon mientras las dieciocho velas —más una más grande— eran apagadas. El joven pareció aliviado al ver que nada pasaba. Miró a los gemelos con sospecha, pero estos fingieron inocencia girando las palmas hacia arriba, y lanzándole miradas que preguntaban por qué desconfiaba de ellos.
—El cumpleañero siempre elige primero —exclamó una alegre Molly, levantando dos rebanadas de pastel—. ¿Cuál prefieres, querido? —preguntó. Harry reflexionó sus elecciones. Uno tenía mucho glaseado, y el otro una gran fresa encima.
—Mm —tomó primero la rebanada con la fresa, pero comentó—: Me quedaré con la que tiene más glaseado —cogiendo esa rebanada también.
Colocó el pedazo con la fresa enorme delante de Severus y tomó el otro para sí mismo. Si alguien hubiera estado observando, habría visto el horror en los rostros de los gemelos cuando Harry tomó el primer pedazo para dárselo a Snape. En lugar de eso, la mayoría tenía su atención puesta en el otro extremo de la mesa, donde la primera rebanada de pastel acababa de explotar en la cara de Severus.
Al menos pareció que el glaseado iba a impactar en su cara hasta que retrocedió un paso y el dulce permaneció aparentemente en el aire, pues Severus había puesto un campo protector. Había estado toda la noche revisando la comida, como siempre hacía, así que no se sorprendió demasiado al ver que Harry miraba la torta con nerviosismo. En silencio, había revisado el dulce en busca de hechizos, y pudo haber desarmado con facilidad lo que encontró, pero prefirió aguardar a ver lo que pasaría. Especialmente cuando Fred y George se mostraron aterrados al ver que Harry le había entregado la primera rebanada.
“Esto promete ser interesante”, pensó.
Harry también había estado revisando su comida, pero no había chequeado toda la torta, sino sólo el pedazo que él se iba a comer. Por tanto, le había salpicado parte del glaseado del pedazo de Sev. El señor Weasley también había recibido salpicaduras de la crema de fresa. Arthur se veía furioso, mientras la crema goteaba por su cara; respiró profundamente para tranquilizarse.
—Me siento terriblemente apenado por el comportamiento de mis hijos. Podríamos castigarles, por supuesto, pero dado que ambos son adultos, si tú deseas confrontarles, lo permitiré.
Los gemelos lucían aterrados. Su padre, quien tenía la palabra final en la casa, había dado a Severus permiso de hacer lo que quisiera. De repente, ambos estaban muy preocupados por las consecuencias de sus acciones.
Severus retrocedió otro paso, permitiendo que el glaseado suspendido en el aire cayera. Miró a los gemelos y de nuevo a Arthur. Molly parecía como si estuviera a punto de estallar de furia.
—Gracias, Arthur —contestó tranquilamente, decidiendo permitir que Molly se ocupara de ellos. Había sido un acto infantil; dejaría que fuera castigado como tal. Molly hervía de furia, y Severus decidió que era mejor lanzarlos a los leones —su madre— que tomar su propia venganza. Después de todo, era la primera vez que asistía a una reunión social con Harry, y aunque no estaba acostumbrado a estos eventos, estaba seguro que maldecir a los amigos de su pareja no era una de las actividades planeadas para la fiesta.
Todos se mostraron sorpresivamente complacidos cuando Molly no les lanzó una bronca; todos, excepto los gemelos. Su madre tendió la mano hacia ellos, exigiéndoles las varitas, y les dio sendos delantales a cambio. Ellos ahora ocuparon el rol de anfitriones, mientras la bruja se relajó durante lo que duró la fiesta. Tuvieron que limpiar la mesa, los platos, y toda la cocina —sin magia— además de disculparse. Severus se preguntó cuántos pelirrojos se habían disculpado con él en esa fiesta. De momento, su cuenta le daba cinco; Molly, Arthur, Ginny, y ahora Fred y George.
Mas tarde, esa noche
Bill, Harry y Ron estaban discutiendo sobre las diferentes técnicas con las que habían sido entrenados. A Ron le gustaba especialmente luchar con el báculo y había retado a Harry a pelear contra él. Mientras ambos se movían un poco alrededor, Ron se sintió decepcionado de que su amigo ya no fuera un desafío para él.
—¿Pensaba que habías dicho que habías terminado tu entrenamiento personal? —preguntó Ron, intentando no sonar como si Harry debería ser mejor, pero fallando miserablemente.
—Lo hice, pero fui entrenado con un estilo diferente al tuyo. Yo no tengo una constitución tan buena como la tuya para usar un báculo.
—Eso es ridículo. Hasta Ginny podría utilizarlo si fuera apropiadamente entrenada —se congeló momentáneamente, al darse cuenta que había insultado el estilo de enseñanza de Snape.
Severus levantó la vista, como si considerara la opinión de Ron.
—Dígame, Ron, ¿dónde guarda su báculo cuando no lo está usando?
—Cuando visto mi ropa de Auror, está atado a mi espalda, y puedo sacarlo así —explicó, demostrándolo con un movimiento fluido.
—Ya veo —Severus extendió su mano y Ron le entregó el báculo. Lo sostuvo detrás del pelirrojo, en la posición que estaría, y luego caminó hacia Harry, donde el báculo pareció cinco pulgadas más grande, dado que Harry ni se le acercaba a la estatura de Ron—. Cómo Auror, usted será entrenado para luchar con la ropa y armas apropiadas. Es posible que Harry no tenga la facilidad de saber por adelantado cuándo será atacado. Las posibilidades de poder tener un báculo con él son escasas. Su preparación es ajustada según sus requerimientos.
—¿Entonces, por qué le entrenó en el uso del báculo si no le enseñó cómo usarlo bien? —indagó Ron con franqueza. Esperaba que Severus entendiera que no estaba siendo malicioso.
—No lo hice. Harry sólo utiliza el báculo tonteando con Kieran, al terminar las sesiones —explicó Severus con una sonrisa. Ron se veía confundido—. Ya que Harry está tan dispuesto, podría demostrarle lo que ha aprendido.
El pelirrojo todavía lucía confundido, pero tomó el báculo que le estaban regresando y se enfrentó a Harry.
—¿Quieres intentarlo de nuevo? —levantó su báculo mientras se posicionaba.
Harry asintió con una enorme sonrisa.
—¿Estás listo? —preguntó, mirando tanto a Ron como a Severus.
—Listo.
El pelirrojo restregó el piso con la punta del pie, asumiendo su posición. Harry le lanzó su báculo a Severus, sin apartar ni por un segundo los ojos de su oponente.
—Ahora, yo estoy listo —declaró, asumiendo una postura ligeramente agachada. Ron dudó apenas un momento. Conocía esa expresión determinada en el rostro de Harry.
El chico de ojos verdes saltó en el aire, evitando el primer ataque, y se agachó en el siguiente. Para el momento en que el pelirrojo arremetió una vez más, Harry usó la velocidad de su amigo para su propia ventaja, aferrando el báculo y lanzándose sobre él. Aterrizó sobre el pecho de Ron, con la varita fuera y clavada en su cuello.
—¡Ahora tienes que matarle! —gritó Fred desde la ventana de la cocina.
—Hazle lo peor, Harry —agregó George, quien luciendo un delantal floreado trasportaba una bandeja llena de platos desde la mesa.
Bill se agachó hasta ponerse al lado de Harry y cerca del rostro de su hermano.
—Vale, Har, él es uno de los chicos malos y tú quieres hacerle mucho daño, pero necesitas tomarlo en custodia para interrogarle. ¿Qué harás? —preguntó riendo, explicando la situación de su batalla ficticia. Ron puso los ojos en blanco.
—Bien… —Harry clavó su varita en el cuello de Ron una vez más—. Debería atacarle con algo que tuviera el efecto apropiado. Reditúa el conocer bien al enemigo. Tendría que elegir algo que tuviera el mayor impacto y aún así le mantuviera coherente. ¡Ya lo sé! —exclamó como si acabara de recibir una revelación.
Retiró la varita del cuello de su mejor amigo y la sostuvo un lado. Mientras Ron mantenía los ojos fijos en la varita de acebo, Harry se inclinó y le besó en la boca, para luego levantarse de un salto y correr como el demonio. Las risas estallaron, y Harry se dedicó a eludir a Ron durante los siguientes diez minutos. Severus observaba a Molly y Arthur, quienes hablaban con Ron y Hermione. Imaginaba que esos dos estarían comprometidos para finales de año. —¿Cuánto tiempo han sido pareja? —le preguntó Charlie de manera casual. Severus le había visto acercarse, pero no había dicho nada. —¿Qué nos delató? —contestó con otra pregunta. No creía que Molly hubiera tenido oportunidad de mencionarle que Harry y él estaban saliendo, dado que el pelirrojo había llegado tarde a la cena. —Unas cuantas cosas; cosas que puede que yo no hubiera detectado de no ser por mi beso al saludarle. —No recuerdo haber reaccionado ante eso —contestó distraídamente, recordando que no le había mirado con furia, pese a que lo había deseado. —Me estaba refiriendo a Harry —Charlie hizo una pausa para dar un sorbo a su bebida—. Acostumbraba a devolverme el beso. Severus aparentó desinterés, pero estaba internamente complacido. —Mencionó que ustedes dos tuvieron una relación de flirteo —le miró desafiante, preguntándose si lo negaría. —Así es, pero Harry sabía que no debía tomarme en serio. —Sí, también lo mencionó —no quería que Charlie pensara que estaba celoso, y no iba a dañar las amistades de Harry. El chico tenía un número muy limitado de amigos en los que podía confiar plenamente. Necesitaría a todos ellos si continuaba como los últimos siete años, sobreviviendo y con la esperanza de derrotar al Señor Oscuro—. Cuéntame —hizo una pausa y se inclinó más cerca, hablando en un susurro—. ¿Es verdad que tú eres el hombre que puede conseguir escamas frescas de dragón? Charlie dio un sorbo a su bebida, pero la copa no ocultó su sonrisa. —Sabes que es ilegal importar algunas partes de dragón. Escamas frescas de dragón son tan difíciles de conseguir que uno puede tener que acudir al mercado negro para adquirirlas. —Uno puede —convino Severus. Algunos ingredientes de pociones eran muy difíciles de conseguir. Harry dio un vistazo y observó que Severus se acercaba aún más para hablar con Charlie. —Una conexión decente con un experto en el manejo de dragones podría ser útil —Charlie notó que Severus lanzaba discretos vistazos a Harry, y continuó hablando muy quedamente—. Puedo conseguirte ese artículo de manera legal. ¿Hay alguna razón en particular para que seamos tan discretos? —tuvo que preguntar, ya que era obvio que el hombre estaba tratando de evitar que su conversación fuera oída por casualidad. —No, pero si tú supieras los efectos que esta conversación está teniendo en mi pareja… —rió Severus. Harry, como si fuera una señal, se acercó repentinamente a averiguar que era tan fascinante en el otro lado del jardín. —Epa —dijo con aire inocente. —¿Deseas algo? —preguntó Severus, como si Harry hubiera interrumpido una reunión vital. Charlie mantuvo su sonrisa mientras continuaban la broma. —Quería asegurarme de que no estabas flirteando con Charlie, ya que eso era lo que parecía desde donde me encontraba parado —trató de mirarles con desaprobación—. Ése sería mi trabajo —concluyó con una sonrisa. —Eso es confortante —comentó Severus secamente—. Estaba empezando a pensar que nunca conseguirías un trabajo —deslizó su brazo alrededor de la cintura de Harry y le atrajo posesivamente a su lado. Capítulo 48-I
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