La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Death Eater takes a Holiday. Capítulo 31. Arriesgando intimidad: primeras etapas

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alisevv

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MensajeTema: Death Eater takes a Holiday. Capítulo 31. Arriesgando intimidad: primeras etapas   Death Eater takes a Holiday. Capítulo 31. Arriesgando intimidad: primeras etapas I_icon_minitimeDom Dic 06, 2009 3:28 pm

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Death eater takes a holiday
Capítulo 31

Arriesgando intimidad: primeras etapas
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Severus casi había llegado al castillo cuando vio la solitaria figura sentada en una de las ventanas decorativas del Gran Comedor. Al entrar, pudo escuchar música.

“Harry debe haberla conjurado”, pensó, dado que se oía cada vez más alta a medida que se acercaba a la ventana.

El chico saltó cuando vio la oscura figura aproximándose a él. Las pocas velas que quedaban encendidas daban suficiente luz para ver, pero no con demasiada claridad. El Gryffindor procedió con cautela, inseguro de si alguna otra persona hubiera regresado.

—¿Profesor? —preguntó, vacilante, y observó cómo el hombre hechizaba las puertas, cerrándolas.

Severus le observó mientras se acercaba con parsimonia; el cabello de Harry estaba todavía largo, pero ahora libre de su atadura, y colgaba suelto detrás de sus hombros.

—Cinco puntos menos para Gryffindor por estar fuera después del toque de queda, Potter —dijo irónicamente.

El joven abrió la boca, impactado, pero la cerró de nuevo al ver la sonrisa en el rostro del Maestro. ¿Había hecho un chiste?

—Mi nombre… —se acercó un paso —es Harry, Severus —le tendió una mano—. ¿Me concedes este baile?

Al Slytherin le gustó cómo sonaba su nombre en los labios de Harry, y tomó su mano para bailar. Danzaba con tanta gracia y elegancia como el joven había esperado. Ni por un momento sospechó el dolor que Severus había estado ignorando. En opinión del mago más joven, el baile terminó demasiado rápido. Pudo haber estado reclinado contra el sexy bailarín por horas.

—Aunque me encantaría continuar con esto, me temo que con mis actividades previas de esta noche, hay varias cosas que necesitan ser atendidas.

“Unos cuantos órganos internos magullados”, rumió en su cabeza.

—¿Albus está esperando tu reporte? —pregunto, olvidando rápidamente el anhelado baile.

—Sí, pero nada que sea tan importante como para molestarle antes de la mañana. Ahora, sugiero que vayas a la cama.

—¿Eso es una oferta? —bromeó Harry, atrayéndole más cerca.

Severus hizo una mueca de dolor ante el inesperado agarre de su pechera, mientras el joven se inclinaba sobre un punto particularmente maltratado de su pecho. Harry retrocedió rápidamente, jalando su cabello y usándolo para cubrir la cicatriz de su cuello. El Slytherin vio el gesto y entendió lo que Harry debió haber pensado ante la mueca de él. Ciertamente, no iba a dejar que el chico creyera que estaba asqueado por algo como eso. No era como si él mismo no tuviera sus propias cicatrices. Hizo un giró de varita y las velas se volvieron un poco más brillantes. Harry evitó su mirada.

—Ésa no fue una oferta —dijo con una voz que hizo que en otro quisiera derretirse en un charco a sus pies. Sev empujó el cabello de Harry de nuevo hacia atrás, aclarando su posición—. A pesar de lo hermoso que eres, sabes cómo me siento en este momento con respecto a nuestra relación física. Aunque luces muy sexy con esa túnica deslizándose por tu cuerpo, rehúso tomar ventaja de tu buena disposición hasta que tengas claro en lo que te estás metiendo.

Harry puso los ojos en blanco ante el pequeño discurso.

—Sé cómo te sientes y lo respeto, pero no puedes culparme por intentarlo. ¿Al menos puedo conseguir un beso esta noche? —preguntó, batiendo las pestañas

Se preguntó si el exceso de bebida que había tomado en la fiesta estaría hablando por él, pero en ese momento no le importaba. Conseguiría su beso.

El beso fue agradable, muy agradable. No tuvo esa calidad desesperada del beso en el armario de almacenaje. Los labios de Sev adoraron los suyos muy sutilmente, para después presionarlos con firmeza. El beso siguió lento. Harry sintió que su labio inferior era jalado y succionado por una boca cálida; una indecisa lengua se deslizó entre sus labios un momento antes de ir al encuentro de la otra. Se estremeció al sentir los dedos largos y delgados deslizarse hasta su cuello, bajo su ahora largo cabello. Los dedos masajearon su cráneo al tiempo que esos labios… ¿Dónde estaban los labios?. Abrió los ojos, inseguro de en qué momento se había detenido el beso. Sev estaba sonriéndole. La primera vez que había visto una genuina sonrisa, sólo para él, del Severus adulto. Al mirarlo de cerca desde que las luces habían aumentado, pudo ver un hematoma en el amado rostro.

—¿Qué sucedió? Estás herido —musitó, corriendo suavemente las puntas de sus dedos por las cejas del hombre, donde se estaba formando un moretón.

Sev tomó su mano, alejándola de su rostro.

—Riesgos del trabajo, no es nada. Como dije antes, tengo algunas cosas que necesito atender —musitó. En ese momento, Harry se dio cuenta que Severus había estado con el todo ese tiempo, cuando lo que necesitaba era ser curado; y por cierto, él no se había dado cuenta, ni notado nada inusual hasta entonces.

—Y… yo lo lamento; no, hmm…

—¿Siempre eres tan elocuente? —bromeó, intentando tranquilizarle, pero no funcionó.

—Tienes que ver a madam Pomfrey.

—No —replicó con firmeza—. Sólo tengo que ir a mis habitaciones y cuidar de mí mismo. No es nada que no pueda manejar —Harry estaba a punto de protestar cuando el otro le detuvo, y continuó—: No puedo molestar a la enfermera de la escuela en medio de la noche cuando soy bastante capaz de curarme solo.

El joven vio que no tenía objeto seguir argumentando con él. Era obvio que había hecho esto por años, y Harry no iba a cambiar nada esa noche… ¿o ya era esa mañana? Era muy tarde.

—Muy bien, adelante, cúrate y duerme un poco —dijo, y empezó a caminar con él.

Recorrieron en silencio los pasillos desiertos. Nadie estaba despierto, o al menos, no fuera de la cama. Sev reflexionó en voz alta:

—No voy a poder dormir esta noche —se arrepintió de haberlo dicho en cuanto salió de su boca. Como era previsible, los ojos verdes preguntaron porqué—. Tengo algunas cosas que me mantendrán ocupado hasta que me reúna con Albus por la mañana.

—¿Te gustaría algo de ayuda?

—¿Disculpa?

Harry tenía que admitirlo, no era lo más inteligente ofrecer ayuda cuando no tenía idea de lo que el hombre tenía que hacer hasta la mañana, pero no deseaba que la noche terminara todavía. Aparentemente, tampoco Severus, pues sucumbió.

—Supongo que podrías ayudarme con una poción, siempre y cuando no malinterpretes esto. No quiero tonterías alrededor.

—Por supuesto —le aseguró.

Se alegró internamente. Cada vez que habían tenido algún contacto, Severus lo había instigado. Sólo necesitaba ser tentador, y aguardar. Sabía que el hombre era firme respecto a sus convicciones, y no esperaba que cambiara de opinión acerca de tener sexo, dado que había sido tan claro al respecto, pero sería divertido ver cuánto podía avanzar, y si no lograba nada más, al menos les ayudaría a conocerse más rápidamente.

Como esperaban, no encontraron a nadie en los pasillos que conducían a las mazmorras. Mientras Sev sostenía la puerta abierta, a Harry se le ocurrió que nunca le había escuchado decir la contraseña. Había estado pensando qué clase de contraseña utilizaría para sus habitaciones privadas, y se sintió ligeramente decepcionado al no poder averiguarlo.

Cuando la puerta estuvo cerrada, Severus se giró rápidamente para hablar a Harry. No había esperado que estuviera tan cerca; debido a la parada repentina, las manos del joven cayeron sobre el pecho del Pofesor en un gesto casi defensivo.

—Rara vez tengo invitados aquí. Si no conoces algo, no lo toques. ¿Quedó claro? —preguntó con toda seriedad. Harry asintió—. No quiero ser grosero, pero no deseo tener que explicar cómo es que fuiste en traslador hasta Timbuktú —explicó con picardía. El Gryffindor se estremeció ante la idea—. Sin mencionar que no tengo intención de dar a Albus la satisfacción de saber que estás aquí —notó que todavía tenía las manos extendidas sobre su pecho, pareciendo inconsciente del hecho—. Si no te importa, necesito atender algunas cosas —señaló.

Nervioso, Harry retrocedió un paso, ahora muy consciente de sus manos. A pesar de decirse a sí mismo que se quedara quieto, llevó el cabello tras su oreja de manera inconsciente. Al ver una mancha de sangre tras la oreja del chico, Severus levantó las cejas.

—¿Qué pasó?

Sintiéndose incómodo, Harry colocó su cabello sobre su cicatriz, al darse cuenta que se había expuesto ante Sev. Tenía intención de contarle sobre la cicatriz, pero no esperaba una pregunta tan repentina.

>>Estás sangrando —declaró Severus.

No era lo que Harry había esperado escuchar. Bajó la vista hasta su mano para verla teñida de sangre, que no parecía venir de su oreja, sino estar extendida por su mano. Confundido, miró de nuevo su diestra y se dio cuenta de lo que era. Se acercó nuevamente a Severus, colocando su mano izquierda, limpia, en el lugar que había estado la derecha sobre el pecho de Sev. Cuando la retiro, estaba carmesí.

—¡Eres tú! ¿Qué sucedió? —interrogó, tratando de abrir la túnica de Severus para ver la herida. Pronto, se encontró con las manos del hombre rodeando sus muñecas, evitando su exploración. Alejó las manos de Harry de su pecho con decisión.

—Si no te importa —no se escuchaba enojado, pero sí inflexible. No estaba listo para mostrar sus propias cicatrices, y mucho menos para informar a Harry sobre la naturaleza de su herida.

—Vamos, sino otra cosa, tienes que admitir que somos amigos. Déjame ayudarte.

—Mis amigos nunca considerarían abrir mi túnica, y ciertamente, nunca esperarían que yo se lo permitiera.

Harry se encogió de hombros, sin desanimarse ni un poquito.

—Hermione rasgaría mi camisa si supiera que les estoy ocultando heridas nuevamente —casi rió ante el recuerdo de ella haciéndolo.

Severus hizo un gesto.

—¿Y se supone que el señor Weasley haría lo mismo?

—No, supongo que tienes razón —Harry rió—. Ron gritaría para que viniera Hermione.

—Regresaré en un momento, ponte cómodo —se detuvo y se giró de nuevo—. No ‘demasiado’ cómodo —advirtió con una sonrisa, consiguiendo otra del joven mago. Le guió hasta la cocina antes de partir a curar sus heridas… todas, excepto una. Esa podría esperar hasta la mañana, cuando viera a Albus. Sabía que el anciano se enojaría por no haberle despertado, pero rehusaba correr hacia Dumbledore en mitad de la noche. Podía mantener la presión sobre ella, e ir en la mañana para ser curado por un enfadado Director.

Harry se aseó en la cocina y miró alrededor. Era una habitación pequeña, pero bien equipada para su propósito culinario. Cuando Severus regresó, se paró en silencio en el umbral, observando a Harry, quien estaba absorto en la lectura de cada etiqueta del estante de especias. Ocasionalmente, abría un recipiente y olía una especial con la que no estaba familiarizado. Cuando hizo una mueca ante un condimento cuyo aroma era especialmente fuerte, Sev rió quedamente, alertándole de su presencia.

—Tienes especias que ni siquiera los elfos domésticos tienen —levantó una jarra—. ¿En qué idioma está escrito esto?

—Armenio. Lo uso cuando cocino Pahnjareghenov Mees —se echó a reír ante la incrédula expresión de Harry—. Carne con vegetales —explicó con una pequeña carcajada.

—¿Por qué no lo dijiste simplemente así? —se quejó, sacudiendo la cabeza.

—Es lo único que sé cómo se dice en armenio; además, es el único alimento armenio que sé cómo se hace, aunque no es de mis mejores platos. Ya sabes cómo son algunos cocineros; nunca te dan la receta completa. Son peores que los maestros de Pociones. Conseguí la receta y el condimento de un maestro de Pociones que conocí en un simposio hace unos años. Intercambiamos recetas de pociones, y de algunas comidas. Tengo noticias de él cada pocos meses.

Harry sintió una punzada de celos ante el pensamiento de Severus sosteniendo correspondencia con gente que debía ser mucho más estimulante, intelectualmente hablando, que él.

—¿Qué pasa en los simposios de Pociones? —preguntó, imaginándose a Percy Weasley en un podium, hablando sobre lo último en calderos de lujo. Sev sirvió té y se sentaron en una pequeña mesa de la cocina.

—Los simposios en sí son un gran desperdicio de tiempo. Algunos peces gordos de las compañías que patrocinan el evento dan discursos sobre cosas que ellos mismos no comprenden, esperando promocionar su negocio. Seguido por varios grupos que se reúnen para cenar en el mejor restauran, para luego tener que soportar el entretenimiento de la noche, que generalmente involucra mujeres escasamente vestidas —rodó los ojos en la última parte—. Sin embargo, disfruto la buena cena, y los contactos que hacen que valga la pena soportar esas espantosas cosas. Si puedo hacer unos pocos contactos con otros maestros de Pociones que nos permitan intercambiar información, todos nos beneficiamos. El año pasado, un maestro de Pociones que estaba de vacaciones en Indonesia, me llamó por la chimenea para contarme que había encontrado en una botica local, una planta que no ser encuentra fresca en Europa. Tengo suerte de poder disponer de tales rarezas.

—¿Por qué todos los fabricantes de pociones no se aparecen en los lugares donde se encuentran frescos los ingredientes? Eso sería más sensato, ¿no?

—No todos pueden aparecerse distancias tan grandes. De hecho, muchos magos se convierten en fabricantes de pociones a causa de su falta de fuerza mágica. Elaborar pociones es un arte, y una ciencia. Puede ser hecho con poca magia. Por supuesto, hay muchos que lo preparan porque aman lo que hacen y no por falta de mejores opciones.

Él era uno de esos, por supuesto.

—Entonces, ¿Pociones era tu materia favorita en Hogwarts? —Harry estaba ansioso por descubrir todo lo que pudiera del enigma que era Severus.

—Merlín, no; odiaba Pociones. Tenía una profesora repugnante, un bicho malvado… ¡No quiero ni recordarla!

Harry bufó de risa.

—¿Entonces por qué te convertiste en profesor de Pociones? —indagó, guardándose el comentario que tan desesperadamente deseaba decir respecto a los malvados profesores de Pociones. Todavía estaba riendo ligeramente.

—Quería ser chef. Me encanta cocinar. Pero, ‘un Snape’ no iba a vivir haciendo el trabajo de un elfo doméstico —dijo con un tono de voz que debía imitar a como habría sonado el de su padre—. Se puede decir que caí en el campo. No, no como Longbottom cayó en su caldero el año pasado. Aparentemente, mis elecciones de trabajo estaban limitadas a lo que era más beneficioso para el Señor Oscuro, y mi padre estaba bien situado dentro de su círculo. Fui aprendiz del antiguo maestro de Pociones de Voldemort. Era lo más cerca de cocinar que podría conseguir, y descubrí que las pociones generaban mayores recompensas. Ahora, me gustaría mucho más cocinar en casa que para algún despreciativo mago que no sabe lo más mínimo sobre la buena mesa. No es difícil sobresalir en Pociones cuando se tiene una buena base en cocina. Me sorprende que tú mismo no muestres más aptitudes para la materia.

Harry murmuró algo sobre profesores desagradables y malvados, y Severus le lanzó una mirada feroz, aunque menos amenazante que la habitual.

>>Creo que he hablado más en la última hora de lo que lo he hecho en los últimos años en clase. ¿Creo que antes me ofreciste algo de ayuda? —Severus hizo un gesto en dirección de su laboratorio privado.

—Incluso probaré algunas pociones si eso significa que puedo seguir escuchando tu voz —replicó Harry, sorprendiendo al hombre.

—¿Estás escuchando las palabras, o sólo la voz? Podría haber hablado en francés y probablemente ni lo hubieras notado.

Harry fingió ofenderse por el comentario.

—Escuché cada palabra. Si hubieras hablado en francés, probablemente me hubiera corrido en mis pantalones —dijo como quien declaraba un hecho, sin la más mínima vergüenza. Quería que Sev le deseara. El hombre dejó de caminar, como si eso no fuera lo que había esperado escuchar. Harry siguió tan campante, examinando el laboratorio del Profesor.

Después que Severus sacó los ingredientes para la poción, Harry reconoció que iban a volver a hacer la poción contra el dolor. Sev se había sentido mal al dejarles para ir a la reunión de Mortífagos la noche anterior, y usó eso como una excusa para asegurarse que Harry fuera capaz de preparar la poción correctamente. El tiempo pasó rápidamente. Harry disfrutó la parte en que preguntó al mago mayor cómo daba vueltas al caldero por horas sin cansarse, y éste le rodeó con los brazos por la espalda para demostrárselo. Le abrazó, guiándole y mostrándole como sostener sus brazos estables pero relajados, no rígidos, y mecerse de un pie al otro, para girar con balance y dejar fluir el cuerpo en lugar de la fuerza del brazo. Parecía una lenta especie de tai chi, pero con el contacto de los cuerpos se sentía más como una danza íntima. Notó que Severus no le sostuvo mucho más que el tiempo necesario para la demostración, pero estaba seguro de haberle escuchado inhalar profundamente mientras absorbía su esencia.

>>Gracias por ayudarme con la poción.

—Es lo menos que puedo hacer. Me arrepiento de no haber estado ahí para ayudar con la poción de Gwen Jennings, y te agradezco que la apoyaras. No te lo hubiera pedido si hubiera imaginado las consecuencias —concluyó, observando la cicatriz de su cuello.

—Supongo que el momento pudo haber sido más oportuno —replicó Harry, encogiéndose de hombros—, pero tenía que haberlo retirado hace tiempo. Prometí a Albus que me quitaría los hechizos de glamour cuando terminara la escuela —miró los ojos negros por un momento—. Si todavía quieres saber —musitó, refiriéndose a la cicatriz que se extendía desde la parte de atrás de su cuello hacia el frente y subía por su oreja izquierda.

Severus se acercó un paso y, con su dedo, trazó el contorno del cuello, notando la tira de piel dañada que parecía tener puntos en el centro, como si le hubieran quemado con alguna clase de patrón de agujeros. Harry se estremeció ante la sensación de Severus tocándole allí. Terminaron de limpiar y regresaron a la salita.

Harry sorbió su té, manteniendo sus ojos en Sev. Era tan raro ver al hombre sentado, excepto cuando estaba en clases o comiendo. Éste era su espacio personal. Era donde Sev se relajaba, pero no parecía demasiado relajado. De cierta manera, estaba envarado.

—¿Sucede algo? Pareces… tenso —preguntó.

Severus resistió la urgencia de presionar su mano contra su corazón; Harry pensaría que le estaba dando un ataque.

—Estoy bien —contestó sin pensar, pero vio la expresión decepcionada en el rostro del joven—. Todavía me queda una pequeña herida. No es terrible, pero no puedo curarme a mí mismo —explicó, levantando una mano para detener la protesta de Harry antes que empezara—. Antes que lo sugieras, madam Pomfrey no puede ayudarme. Es ‘SU’ manera de mantener su ventaja, ocasionándome una herida que sólo Albus es capaz de curar.

Harry comprendió que se estaba refiriendo a Voldemort.

—Debe ser un hechizo muy complicado si sólo Albus puede hacerlo para ti.

—Hay hechizos que Albus puede hacer por sus cualidades innatas, que no tienen nada que ver con la fuerza mágica.

Harry no comprendió completamente la vaga respuesta. Pensó que tendría algo que ver con la línea de sangre de Dumbledore pero se reservó sus teorías, expresando sólo sus temores de que el papel de espía de Severus fuera descubierto. El hombre le dijo que, automáticamente, sería cuestionada la lealtad de cualquiera que pasara tanto tiempo cerca del Director como él; pero el Señor Oscuro necesitaba un maestro de Pociones, y él había respondido ante el hombre cuando había tenido que hacerlo. Al llegar a ese punto, resultó evidente que el Slytherin no deseaba continuar con esa conversación. Se sentaron en silencio un momento hasta que Severus habló finalmente.

—Revisé tus expedientes médicos, ya que mencionaste que no te importaba. Parece que Poppy intentó aplicarte cada remedio de sanación que conoce. ¿Has probado con medicina muggle?

Harry se había preguntado cómo comenzarían esa conversación, y se sintió agradecido que fuera con un comentario médico y no con algo que involucrara a sus abusadores parientes, aunque era imposible que no terminaran cayendo en el tema.

—Leí que la vitamina E es genial para las cicatrices, las píldoras son cápsulas de gel con la vitamina en forma de aceite. Conseguí frotarme algunas durante una semana y ayudaron mucho. Las hubiera utilizado durante más tiempo, pero mi primo las encontró en mi habitación y eso fue el fin —dijo como si eso lo explicara en pocas palabras.

>>Cuando bajé del tren ese año, mi tío estaba de muy buen humor. Ya eso solo puede ser algo aterrador. Me sentí aliviado al ver que yo no tenía nada que ver con su reciente felicidad, sino que mi primo Dudley había venido a casa ese verano con un puñado de trofeos de boxeo. La siguiente semana fueron a celebrar, saliendo con Dudley y sus amigos. Habitualmente, yo me habría quedado en mi habitación, pero Dudley había estado sacando a hurtadillas comida adicional toda la semana, y mi tía rehusó creer que yo no había robado sus alimentos —Harry puso los ojos en blanco—. Yo esperaba que me encerraran de nuevo, pero me atraparon riéndome mientras leía un libro que Ron me había regalado, ‘Grandes Errores de Quidditch del Siglo’, y decidieron que no sería lo suficientemente miserable encerrado en mi habitación.

Sev permaneció quieto mientras Harry contaba su historia. Estaba seguro de haberle escuchado murmurar ’nunca dejes que vean que te estás divirtiendo’, y pensó en su propia niñez.

>>Pasé la noche en el sótano mientras estaban fuera. No era gran cosa, esa noche adelante la ropa sucia que usualmente no me era permitido, pues ‘la secadora hace demasiado ruido mientras el querido Duddikins está viendo televisión’ —repitió con su mejor imitación de la voz de su tía Petunia—. Pensé que ellos sabrían que yo no había tomado comida, cuando ésta se redujo en mitad de la noche mientras yo estaba encerrado en el sótano, pero dijeron que había utilizado uno de mis métodos ‘monstruosos’ para abrir la puerta.

—¿Métodos monstruosos? —preguntó Severus secamente. Harry bufó.

—Sí, ellos no utilizan la palabra con ‘M’ —comentó riendo—. Miedo al nombre, ¿sabes? —rió nuevamente y susurró ‘Magia’, moviendo los dedos frente a él de una manera fantasmagórica. Severus resopló burlonamente—. Tío Vernon pensó una mejor manera de mantenerme en el sótano —la risa se fue de su voz mientras las cejas se unían—. No sé si estás familiarizado con los sótanos muggles, pero la mayoría tienen, cañerías de agua. Usan tiras de metal flexible que las rodean para mantenerlas suspendidas del techo; creo que las llaman abrazaderas o soportes —continuó mientras se encogía de hombros. Ciertamente, no le importaba cómo demonios se llamaran esas cosas—. Supongo que pudo haber puesto las bandas de metal alrededor de mis muñecas para mantenerme allí, pero eso hubiera permitido que yo me parara cómodamente, así que Vernon optó por ir a mi cuello —recordó sin mostrar emoción alguna.

>>No creo que Vernon supiera que el metal se calentaría cuando el agua pasara a través de las tuberías —Harry suspiró—. O quizás sí.

—¿Por qué no buscaste ayuda? —interrogó Severus pero sin tono acusatorio—. Pudiste enviarle una lechuza a alguien.

—Pude haberlo hecho, pero Hedwig estaba entregando una carta. Le dije a Ron que la retuviera unos días para asegurarme que fuera alimentada. Para cuando regresó, había empezado a tener pesadillas sobre Cedric. No estaba convencido de que no hubiera merecido lo que me había pasado. Al menos yo estaba vivo. Le escribí una carta a Albus, pero no la envié. El dolor de la quemadura me mantenía despierto durante la noche. Yo no deseaba dormir.

Severus comprendía muy bien lo que significaba querer escapar de tus pesadillas. Sus pesadillas eran reales, como las de Harry. La vida podía ser más aterradora que la ficción.

>>Se ve mucho mejor ahora que han pasado algunos años. Antes era más desagradable de mirar —arrugó su nariz—. ¿Viste las fotografías?

El hombre sacudió la cabeza.

—No. Ciertamente, no creí que fuera correcto hacerlo —contestó, recordando el sobre marcado como ‘Evidencia. Harry Potter vs Vernon Dursley’. Se levantó de su silla y fue a sentarse al lado del chico en el sofá—. ¿Puedo? —preguntó suavemente.

Harry asintió y giró la cabeza para permitirle una vista completa. De no haber estado ligeramente nervioso, hubiera gemido, pero aún así se derritió ante el toque de las gentiles manos apartando el cabello de su cuello. Severus trazó con la punta de sus dedos toda la parte de atrás del joven. La tira de metal se había calentado lo suficiente como para quemar parte del lado izquierdo de su cuello, pero la mayor parte de esa zona era cubierta por el cabello. Lo peor estaba en el lado derecho, donde aparentemente había estado atada la tubería. Continuó trazando con sus dedos hasta el final, detrás de la oreja derecha. Inspeccionando más de cerca, pudo ver una zona de cabello crecido. Harry se estremeció, pues la piel en esa área era especialmente sensible.

Se acomodó en el asiento, atrayendo a Harry con él. La mano que había estado trazando la cicatriz ahora se enredaba perezosa en el cabello. Mientras el joven remoloneaba, sintió un beso sobre su cabeza, y escuchó a Severus hablar.

>>Hermoso.




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MensajeTema: Re: Death Eater takes a Holiday. Capítulo 31. Arriesgando intimidad: primeras etapas   Death Eater takes a Holiday. Capítulo 31. Arriesgando intimidad: primeras etapas I_icon_minitimeLun Dic 05, 2016 9:27 pm

Definitivamente en esta historia están desbancando a Voldy por ser un desgraciado, El tío Vernon nunca a sido de mi agrado pero cada capitulo que leo hace que lo odie un poco mas no me imagino el dolor que tuvo que sufrir Harry cuando la tubería lo quemo, lo importante ahora es que Harry y Sev se tiene el uno al otro.
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