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Tema: Arresto de cumpleaños Miér Ene 09, 2019 5:49 pm
Arresto de cumpleaños
Resumen:
Harry decide hacer algo al respecto con lo que siente, no puede seguir callando, pero quizá el silencio sea su mejor aliado para hacerse de Severus Snape. Y su cumpleaños, el mejor día.
Genero: Romance Capítulos: 1 Palabras: 3595 Completa: Sí Advertencias: Ninguna
Arresto de cumpleaños
Era noche de fin de año, Harry no podía concentrarse en disfrutar de los fuegos artificiales que George y Ron armaron para celebrar la despedida de aquel año. Estaban en los jardines de la Madriguera donde se reunieron los amigos sobrevivientes de la guerra, una guerra ocurrida un par de años antes y donde perdieron a grandes afectos.
Los ojos de Harry estaban más fijos en la figura de Severus Snape sentado en un banco alto, un poco alejado de los demás asistentes. Durante la reunión apenas había hablado pero no parecía tan incómodo como habría podido suponer Harry después de que el hombre buscaba más la soledad luego de haber abandonado el hospital donde se recuperó de la mordida de Naguini.
Las chispas de colores en el cielo se reflejaban iluminando la piel pálida del hombre. Harry respiró hondo conteniendo el deseo de acercársele, la sola idea le hacía temblar de nervios, aunque lo ansiaba con el alma.
Sentía algo por él, ahora lograba reconocerlo plenamente. Meses permaneció agudizando los oídos para obtener noticias suyas, y tan sólo escuchar su nombre en alguna conversación lograba que los latidos de su corazón se descontrolaran.
— Es fascinante ¿verdad? —dijo Molly llegando a su lado con una taza de ponche caliente.
— Es más que eso. —respondió Harry apasionado, pero al comprender que Molly se refería a los fuegos artificiales, tomó apresurado la taza para ocultar el sonrojo en sus mejillas.
— Deberías hacer algo al respecto.
Harry miró a Molly quien le sonrió guiñándole un ojo antes de regresar al lado de Ginny y seguir ofreciéndole bebidas calientes a sus invitados.
“Hacer algo al respecto” Se repitió Harry en su mente mientras volvía a fijar su atención en Severus Snape. La sola idea le hacía temblar las rodillas, y más cuando en ese preciso momento Molly llegó hasta Snape para ofrecerle del ponche, intercambió un par de palabras con el Profesor y éste se giró para mirar hacia Harry.
El chico casi sintió que le dio un pequeño infarto, retrocedió chocando torpemente con Ginny provocando que se le cayera la bandeja con bebidas. De un rápido movimiento de su mano consiguió evitar una catástrofe. Sí, ahora era capaz de hacer magia sin varita y sin ninguna dificultad. Sus amigos continuaban sorprendiéndose con su gran habilidad, pero en ese instante apenas podía escucharlos admirándole. Evitó con todas sus fuerzas mirar hacia donde estaba Snape, se sentía bastante avergonzado ya.
Los días siguientes continuó repitiéndose las palabras de Molly en su cabeza. Casi cada momento libre que tenía como Auror volvía a pensar en Snape y las mariposas de su estómago enloquecían y el aire le faltaba. Tenía que esforzarse por respirar profundo para relajarse hasta conseguirlo.
Esa noche, Harry y sus dos mejores amigos aprovecharon para mirar una película y cenar después de una larga jornada de trabajo. Los tres compartían un departamento, aunque Harry a veces creía que debería buscarse otro lugar para vivir y permitir que sus dos amigos disfrutaran de su noviazgo a solas. Ahora mismo los veía, desde su sillón en solitario, como Hermione, recostada en el regazo de Ron, aceptaba comer palomitas de su mano, y Ron la bromeaba con eso.
Harry no pudo evitar imaginarse ser uno de ellos, claro que no con Ron ni con Hermione. Con alguien más.
Tan ensimismado estaba que no escuchó que Hermione le llamaba hasta que ésta le gritó para obtener su atención.
— ¿Dónde andabas, Harry? —se burló Ron con la expresión de sorpresa de su amigo.
— Sólo pensaba ¿me preguntaron algo?
— Olvídalo, creo que es más interesante que nos digas que te tiene tan distraído.
— Mañana es cumpleaños de Snape.
— ¿Ah, y cómo sabes eso? —preguntó Hermione confundida por el rumbo de la conversación.
— Y sobre todo… —agregó Ron—… ¿Porqué habría de importarnos?
— ¡Ron! —le reprendió su novia—. No seas maleducado.
— No intento ser grosero, pero ya no somos sus alumnos y desde que la guerra terminó sólo le hemos visto un par de veces, no tenemos nada qué ver con él.
— Yo sí lo he visto. —confesó Harry abrumado—. Es decir, sin que él se dé cuenta.
— ¿Lo estás investigando? —cuestionó Ron ya con interés.
— ¿Por eso sabes que mañana es su cumpleaños? —interrogó Hermione a su vez—. ¿Es que el Ministerio aún tiene dudas de su inocencia?
— No, no es eso, es que… he decidido ir mañana a verlo.
— Supongo que es un gran detalle de tu parte, Harry. —dijo Hermione aún un poco confundida.
— He decidido hacer algo… voy a confesarme.
— No sabía que había tomado los hábitos. —bromeó Ron atacado de risa.
— Quiero decir que voy a declarármele. —aclaró Harry con nerviosismo.
Los dos amigos guardaron silencio creyendo entender lo que Harry pretendía, pero confusos por la información. Hasta ese momento Harry nunca les había hablado de Snape, hasta parecía que lo había sacado definitivamente de su vida después de testificar a su favor en el juicio y conseguir su libertad total.
Y ahora ahí estaba. Harry confesándoles lo que pretendía hacer. Y ellos no supieron qué decir ¿protestar? ¿hacerle entrar en razón? ¿apoyarlo?
Harry notó su perturbación y les sonrió cada vez más nervioso.
— No, no estoy loco. —les dijo con voz temblorosa e inconscientemente estrujándose los dedos—. Desde hace dos años no dejo de pensar en él, noche y día lo único que quiero es saber más de él, por eso no he podido evitar buscarlo a escondidas, saciar mi necesidad de su presencia en mi vida. Fue hasta hace poco que comprendí lo que realmente estoy sintiendo y no quiero dejar más tiempo sin hacer nada al respecto.
— Pero…
— Sé que dirán que perdí la cabeza, que Snape me echará con cajas destempladas sin ningún remordimiento, pero ya no puedo seguir callándolo… tengo que decirle lo que siento.
Ron y Hermione asintieron. Ninguno de ellos creía que Snape respondiera con buena actitud y se compadecían de su amigo, sin embargo comprendían que tenía que confesar sus sentimientos para poder seguir adelante.
OoOoOoOoO
Subir la pequeña escalinata hasta la puerta de la casa en la Hilandera representó un gran esfuerzo para Harry. Apenas podía controlar el temblor en sus piernas, y tuvo que respirar profundo varias ocasiones frente a la puerta antes de lograr relajar sus palpitaciones. Miró sus manos indecisas de tocar, sudaban como nunca. Hacer aquello era más difícil que luchar contra dragones, más difícil que morir y volver a la vida, más difícil que aceptar ser un horrocrux, más difícil que enfrentarse al mago más tenebroso de todos los tiempos.
“No puedo” Gimió apoyándose en la puerta sin atreverse a tocar. No tenía idea de cuánto tiempo había pasado desde que llegó, ni cuantas veces acercó sus temblorosos nudillos a la madera para luego dejarlos caer. “Soy un cobarde… no puedo”
La rabia le hizo golpear la puerta sin darse cuenta, pero cuando tomó conciencia se llevó las manos a la boca ahogando un grito de espanto. Sin embargo nadie respondió al sonido.
“No oyó” Pensó ligeramente aliviado. “O quizá ya descubrió que soy yo y no quiere abrir… no quiere verme”
Esa posibilidad le estrujó el alma formándole un doloroso nudo en la garganta.
— Así que al fin ha venido. —dijo una voz a su espalda que le sobresaltó tanto que estuvo a punto de resbalar cuando giró apresurado.
Ahí estaba Snape, regresando de compras con un par de paquetes en ambas manos. El sol que ya se ocultaba en el atardecer estaba justo tras de él, pero aún así, a pesar de solo vislumbrar la oscura figura, Harry reconocería esa voz donde quiera.
Quiso responder, pero su garganta se mantuvo muda mientras veía a Snape ascender la pequeña escalinata.
— Supongo que después de tanto vigilarme al fin ha encontrado algo que justifique mi detención, Auror Potter.
Harry negó vehemente pero continuó sin poder emitir ningún sonido. Snape lucía tranquilo, como si hubiese estado esperando ese momento desde hacía tiempo. Harry se pateó mentalmente por haber llevado puesto su uniforme de Auror, pero temió que si volvía a su casa para cambiarse, no tendría el valor para volver a salir.
— Sostenga mis bolsas, Potter. —dijo Snape colocándolas en brazos del más joven sin esperar respuesta—. Yo sí necesito mi varita para hacer hechizos.
Con un “Alohomora” abrió la puerta. Harry frunció el ceño, por un momento se permitió olvidarse de su nerviosismo para reprobar el hecho de que Snape no contara con fuertes defensas. No solamente había aún hechiceros que desconfiaban de su inocencia, si no también ex mortífagos que confiaban en ella y que darían lo que fuera por vengarse.
— ¿Se pregunta porqué no tengo más barreras de defensa? —preguntó Snape entrando a su hogar y dejando la puerta abierta para que Harry hiciera lo mismo—. Supongo que cualquiera que le interese deshacerse de mí, no vendría solo y podrían romperlas fácilmente… por lo que veo me equivoqué, o quizá es que usted crea bastarse a sí mismo para penetrar en mi hogar sin ninguna dificultad.
Harry no respondió, Snape tampoco esperó respuesta. Volvió a quitarle los paquetes y se dirigió hacia la cocina.
— ¿Me permitirá tener una última cena en mi hogar antes de que me arreste, Auror Potter?... compré suficiente, incluso para que coma usted también.
Harry no supo cómo de pronto estaba sentado en la mesa de la cocina mirando arrobado a Snape en delantal preparando la cena.
— Espero le agraden los espárragos. —comentó Snape sacando un paquete de ellos y colocarlos sobre la mesa, limpió un par de zanahorias dedicándose a pelarlas y partirlas en pequeñas tiras—. Es una de mis recetas favoritas, supongo que la apropiada para ser la última que pase en libertad.
Harry necesitaba aclararle que no estaba ahí para apresarlo, pero la voz continuaba sin acudir en su ayuda. Pensó que tenía que hacer un esfuerzo por relajarse y se concentró en el modo en que Snape cortaba las verduras con verdadera dedicación, pero eso lo puso aún más nervioso, deseaba que esos dedos le tocaran a él, sentir en su piel la gracia y tersura de sus movimientos.
Contuvo la respiración en el momento en que Snape abandonó su labor para ir hacia él, e inclinándose sobre su hombro le sirvió una copa de vino.
— Perdone mis modales, Potter, no le había ofrecido nada de beber.
Harry siguió en silencio, la cercanía de Snape le torturaba y deleitaba por igual. Su corazón perdió su ritmo desbocándose, la sangre le quemaba las venas. Que calor hacía de repente. De un solo movimiento tomó la copa y bebió hasta el fondo sin respirar. Snape esperó a su lado hasta que la copa estuvo vacía, volvió a inclinarse para llenarla, solo que esta vez Harry ya no la tomó.
Volteó a mirar el rostro de Snape tan cerca del suyo. Su piel era demasiado blanca, pero le gustaba. Su nariz parecía más grande aún, y eso también le pareció fascinante. Sus labios eran tentadores y contuvo la respiración sabiendo cuándo deseaba besarlos.
Severus regresó a la cocina retomando la preparación de los alimentos, llevaba en su mano una copa de vino y bebía de ella. Harry se sobresaltó al descubrir que era su misma copa. Snape tomó la que él no quiso y bebía de ahí mismo, sin haberla lavado.
Y no parecía asqueado por eso. Al contrario, bebía de su vino sin dejar de bañar los filetes con una salsa especial, era como si besara su copa, en el mismo lugar en que Harry dejara la huella de sus labios.
El joven Auror sintió que el estómago se le estrujaba. ¿Estaba imaginándolo o Snape le enviaba señales? No quería hacerse más ilusiones de las que podía soportar rompiendo sus sentimientos.
Severus colocó la comida en el horno y enseguida se quitó el delantal. Tomó una bandeja de quesos en trozos y aceitunas, y la llevó hasta la mesa sentándose junto a Harry. Volvió a llenar la copa ofreciéndosela a Harry mientras que él se quedaba con la botella.
— No es muy hábil como espía, Potter. —dijo Snape provocando que Harry se sonrojara—. O quizá es que no eligió un buen método, estoy acostumbrado a mirar siempre a mis espaldas sin que nadie lo note, no se sienta mal si no logró pasar desapercibido.
Harry tomó un sorbo de su bebida con la esperanza de que el vino lograra despejar su garganta, pero al recordar que los labios de Snape también habían tocado el cristal de su copa apretó aún más el nudo en sus cuerdas vocales.
— No dije nada porque creí que mi consciencia estaba tranquila y un día se cansaría de perseguirme. —prosiguió Snape—. Pero no se rindió, avalo su perseverancia, Potter, y quizá pueda alegar inocencia por ignorancia, realmente no tengo idea de qué pudo haber descubierto para que ahora esté aquí.
Snape miró hacia Harry, quizá ahora sí esperando una respuesta, pero el joven Auror continuó en silencio, sin embargo, no apartó sus ojos de los suyos. Snape sonrió enigmáticamente antes de tomar un poco de vino directo de la botella.
— Aún no va a decírmelo, y se lo agradezco. —dijo mirando el reloj que lucía empotrado en la pared—. Sería un gran gesto Gryffindor si puede esperar hasta después de medianoche.
Harry asintió. Quizá el momento preciso para decir que sabía que ese día era su cumpleaños y que ese era el motivo de su presencia, pero su nerviosismo le obligó a continuar guardando silencio, era bastante probable que arruinara el momento si Snape se sintiera objeto de compasión.
Cenaron en silencio, Harry esforzándose para que sus manos temblorosas no hicieran demasiado ruido con los cubiertos. Temió no disfrutar de la comida, la boca se le secaba muy rápido, pero no fue así. Sonrió con timidez al descubrir con agrado la exquisita sazón con que Snape cocinaba.
Al terminar, Harry notó que la mirada de Snape se quedó perdida por un largo momento. Miró el reloj, eran casi las once de la noche, faltaba una hora para que terminara ese día, y él quería confesarle lo que sentía en esa fecha especial. ¿Pero de dónde sacaría el valor si ahora mismo continuaba sin poder decir nada?
Snape se volteó a mirarlo y ante la sorpresa, Harry se puso de pie, apresurado, recogió la loza llevándola hasta el fregadero tratando de disimular sus mejillas sonrojadas al ser descubierto mirando, o más bien, admirando a su ex Profesor.
— No ha dicho una sola palabra esta noche. —dijo Snape desde su lugar, Harry aprovechó que le daba la espalda para cerrar los ojos y suspirar, la voz de Snape era algo que realmente le enloquecía—. ¿Sabe qué se me acaba de ocurrir? Que no es realmente usted Harry Potter, que es alguien con la poción multijugos y teme que si habla pueda descubrirlo.
Harry se giró apresurado negándolo, abrió los labios para hablar pero Snape le hizo una seña exigiendo continuara en silencio.
— Prefiero seguir con la idea de que usted es Harry Potter. —continuó el Profesor—. Además, sé que lo es, si fuera cualquier otra persona ya habría sido apresado o asesinado.
Harry bajó la mirada. Le entristecía la perspectiva que tenía Severus de su propia vida, ni siquiera se habría defendido, y eso le dolía en verdad. Snape no se daba cuenta que había alguien, él, Harry Potter, a quien realmente le importaba.
— ¿Está bien, Potter? ¿Dije algo que le incomodara?... de repente su rostro se opacó.
Harry negó con una sonrisa que continuaba entristecida pero Snape ya no insistió.
— Supongo que no es muy grato tener que venir a cumplir con su deber de Auror, y para colmo, le he alargado el disgusto cuando seguramente usted ya querría estar de vuelta con sus amigos o todas aquellas personas que le son apreciables.
Snape abandonó la cocina regresando a la sala donde estaba su capa de viaje.
— Haga lo que tenga que hacer, Potter, no le distraigo más de sus deberes.
Harry fue hacia la sala donde Snape le esperaba ya con su capa puesta y las manos extendidas en disposición de ser apresados. Harry notó entonces que en la mesa de centro estaba un tablero de ajedrez ya listo para empezar la partida. E ignorando a Snape se arrodilló en la alfombra frente al juego.
No era el mejor jugador del mundo, pero Ron le enseñó muchos buenos movimientos, y en silencio, realizó la primera jugada. Esperó un rato sin voltear, hasta que sintió que Snape aceptaba su invitación y fue arrodillarse al otro extremo de la mesa.
Harry no levantó la mirada, pero sonrió cuando Snape deslizó una de sus torres.
OoOoOoOoO
Harry sintió que mientras se dedicaban a la partida de ajedrez su nerviosismo iba evaporándose dejando lugar para una sensación de paz y confort. Era como llegar a casa luego de un largo y ajetreado viaje.
El silencio ya no era incómodo ni cargado de nerviosismo, era suave y cálido, con la sensación que da una bebida de chocolate frente al crujir de las llamas de la chimenea en una noche invernal.
De vez en cuando levantaba la mirada para disfrutar del ceño de concentración de Snape. Era delicioso presentir su inteligencia y astucia en actividad. Y ni siquiera era necesaria que las usara demasiado, él podría ganarle con los ojos cerrados, aunque decidió darle batalla, era mejor prolongar ese momento lo más posible.
Agradeció en silencio a Ron por darle los tips necesarios para que aquella partida no se acabara en diez segundos.
Lo mejor de todo fue que su relajación le ayudó a pensar mejor, y ahora su alma se impregnaba de gozo y alegría al notar que Snape había deseado pasar sus últimos minutos de libertad con él.
Snape no le detestaba, le gustaba estar a su lado, podía sentir que el hombre disfrutaba por igual de aquella noche juntos. Su corazón casi le dolió de felicidad.
Quería más noches así, quería una vida a su lado, no tenía ninguna duda. Y si había más vidas después, quería que siempre fuera Snape quien estuviera destinado para él. ¿Es posible amar tanto a una persona? Se preguntó mientras su torre comía un caballo de Snape.
Como era un ajedrez normal, no mágico como los que Harry jugaba con Ron, le dio la oportunidad de admirar la sinuosidad de movimientos de dedos del Pocionista. Le gustó que Snape no se concretara a la magia para todo, había cocinado con sus propias manos, y ahora jugaba de la misma manera. Volvió a imaginarse las manos de Snape en su cuerpo, pero ahora no le incomodó, por el contrario, ansió que el momento llegara pronto.
— Jaque mate. —susurró Snape al dar por terminada la partida.
Harry le miró aceptando su presagiada derrota. Luego volteó hacia el reloj que colgaba sobre la chimenea, el día estaba a punto de terminar. Tomó aire profundamente, era ahora o nunca.
— Es hora. —dijo Harry hablando por primera vez. Se puso de pie en actitud profesional.
— Me rindo ante usted, Auror Potter. Arréstame y haz lo que tengas que hacer conmigo. —dijo Snape levantándose también y ofreciendo sus manos para ser apresado—. Aún no me ha dicho los cargos en mi contra pero supongo que debo ser culpable.
— Ah, sí que lo eres, Snape.
— Y supongo que mi penitencia será cadena perpetua.
Harry asintió, invocó las esposas mágicas que unieron las muñecas de Snape como prisionero. Luego, se deslizó entre los brazos de Snape quedando él encerrado en un abrazo. Buscó los ojos negros que le miraron con asombro y gozo.
— Robaste mi corazón, ese fue tu delito. Y tu penitencia, soy yo.
Las dos manecillas del reloj se unieron, así como los labios de Harry y Severus mientras sonaban las doce campanadas.
“Mi mejor cumpleaños” pensó el Profesor estrechando el cuerpo de Harry contra el suyo, le complació sentirlo estremecerse en la prisión de sus brazos.
OoOoOoOoO
FIN
OoOoOoOoO
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naydex
Cantidad de envíos : 1 Fecha de nacimiento : 29/03/1992 Edad : 32 Galeones Snarry : 7253 Fecha de inscripción : 12/04/2018
Tema: Re: Arresto de cumpleaños Miér Sep 25, 2019 11:58 am
Que lindos
NANNDYTA Duelista
Cantidad de envíos : 720 Fecha de nacimiento : 27/07/1991 Edad : 33 Galeones Snarry : 132566 Fecha de inscripción : 14/10/2012
Tema: Re: Arresto de cumpleaños Vie Sep 27, 2019 9:25 pm
Con esa penitencia de seguro Sev agradece ser condenado.
mundomagico
Cantidad de envíos : 2 Fecha de nacimiento : 19/03/1982 Edad : 42 Galeones Snarry : 8401 Fecha de inscripción : 27/03/2017
Tema: Re: Arresto de cumpleaños Lun Abr 11, 2022 7:36 am