Mi respuesta al primer maratón Snarry de la Mazmorra por gabrielle62

Última edición por gabrielle62 el Lun Jun 09, 2014 1:53 pm, editado 1 vez

título: Cosas cotidianas
autor: gabrielle62
esta es mi respuesta al primer maratón Snarry de la Mazmorra
advertencias: ninguna
Género: Romance
Clasificación: General

oOoOo

Harry no había vuelto a bajar a la Cámara de los Secretos desde que mató al Basilisco durante su segundo año en Hogwarts. No le gustaba nada aquel sitio le daba escalofríos y no era de extrañar, había estado muy cerca de morir tras la mordedura de la enorme serpiente.

La cámara de los secretos estaba muy escondida, se accedía a ella a través de un lavabo del baño del segundo piso. Había una pequeña figura de una serpiente en el grifo y cuando alguien le ordenaba que se abriese en Pársel, el lavabo retrocedía y aparecía la cañería, bajando por ella, se llegaba a un pasadizo, probablemente localizado debajo del lago. Harry no podía hablar parsel desde que el horcrux que llevaba dentro de él desapareció, pero su amigo Ron se acordaba perfectamente de cómo se decía ábrete en ese idioma. Había usado esas palabras durante la batalla de Hogwarts para entrar en la Cámara junto a Hermione y conseguir colmillos del Basilisco para poder acabar con Nagini. El veneno de basilisco era una de las pocas cosas que podía acabar con un horcrux, gracias a que el pelirrojo le enseño como se pronunciaba la palabrita en cuestión, pudo entrar una vez más.

De verdad que Severus tenía cada cosa a veces… Ahora decía que necesitaba escamas de la piel del basilisco, éstas estaban más secas que una empanada de talco, pero si las necesitaba… Le había dicho algo de una poción en la que estaba trabajando y allí estaba él recogiendo aquella asquerosidad.

La Cámara estaba exactamente igual que la recordaba: una estancia enorme que parecía un templo con pilares decorados con serpientes y la misma estatua gigantesca de Salazar Slytherin de la que salió el basilisco.

Había pasado mucho tiempo desde que aquello pasó, él era un niño entonces y sin embargo... logró vencer al monstruo. ¡Increíble! Claro que contó con la inestimable ayuda de Fawkes y el Sombrero seleccionador, sino nunca lo hubiese conseguido, aún así era una hazaña extraordinaria. Sonrió levemente, los problemas siempre parecían buscarle, siempre había sido así y eso no había cambiado demasiado con el tiempo. Si no a ver como se explicaba que Severus Snape y él hubiesen acabado siendo pareja, esa era una de las cosas más asombrosas que le habían sucedido y era muy feliz a su lado además.

—¿No me vas a decir qué poción es la que estás elaborando? preguntó al tiempo que entraba en el laboratorio de su pareja y dejaba las escamas sobre la mesa.

—Aún no puedo Harry, no hasta saber si resultará—, dijo cogiendo una pocas escamas y añadiéndolas al caldero, sin parar de removerlo rítmicamente, siempre en dirección de las agujas del reloj.

>>Creo que ya está lista, esta noche hay luna llena, tiene que estar toda la noche al aire libre bajo el influjo de la luz de la luna. Pero si da resultado…

—¡No me digas que lo has logrado Sev!—los ojos verdes relucían de esperanza. Se abalanzó sobre su pareja y le abrazó con fuerza, éste depositó un suave beso en el revuelto cabello.

—Veo que ya sabes de qué se trata, pero aún tenemos que esperar para ver el resultado, y eso no será antes de mañana.

—¡Vale! ¿Dónde quieres que deje la redoma?

—Harry ten mucho cuidado, ha habido una intensa nevada durante todo el día, creo que como mínimo la nieve te llegará hasta las rodillas, y hay que dejarla lo más cerca posible del lago.

Harry resopló

—¿Y eso por qué? Podías dejarla simplemente en la ventana…—al ver la cara que ponía el Maestro de Pociones suspiró rendido. Severus siempre tenía que ser tan perfeccionista, aunque a veces, como ahora, le costaba mucho entenderle. Seguro que tenía sus razones, eso sí, totalmente incomprensibles para él.

Fue al armario a cambiarse de ropa, se puso un jersey más grueso que el que tenía, unas botas especiales para andar por la nieve, hechizadas mágicamente para que no se le enfriasen los pies, y el anorak más grueso que encontró, luego se dio un poco del ungüento que Severus había preparado especialmente para sus labios. Era realmente mágico con sabor a menta y de una textura muy parecida a la vaselina. Desde que lo usaba no se le habían vuelto a agrietar los labios nunca, y además estaban siempre muy suaves. Sonrió de nuevo para sus adentros, un calorcito agradable inundaba su corazón, realmente, Severus le cuidaba como nadie lo había hecho antes, estaba siempre pendiente de él, hasta del más mínimo detalle.

oOoOo

El amanecer los sorprendió desnudos y abrazados, habían hecho el amor hasta saciarse la noche anterior. Harry adoraba despertarse de esa guisa, le gustaba ser el primero en hacerlo y poder contemplar durante unos instantes a Severus mientras dormía. Su ceño desaparecía entonces y con la serena relajación que el sueño le proporcionaba estaba tan guapo… El que dijera que su pareja era feo es porque no le había visto nunca en esa fase, y mejor así, porque no iba a dejar que nadie viese jamás a parte de él. Ese momento era tan especial y la sonrisa que se dibujaba en su rostro cuando despertaba y le contemplaba con sus insondables ojos negros llenos de amor y de sueño, eran exclusivamente suyos para siempre jamás.

De pronto se acordó que tenía que hacer varias cosas ese día, la primera de ellas ir a buscar la poción, la segunda ir a hablar con determinado duende de Gringots, para que le explicase por qué no había cumplido aún la orden que le dio de trasladar cincuenta mil galeones de su cámara a la de su pareja. Era un regalo suyo para Severus, éste no lo sabría hasta que fuese demasiado tarde. La fortuna de su pareja era prácticamente inexistente y a él le sobraba, le había propuesto unir lo que ambos poseían en una sola Cámara pero tal y como esperaba su pareja se había negado en redondo. Así que periódicamente le hacía ingresos extras. Severus recurría muy poco a su cámara, no era mucho lo que ganaba como Maestro de Pociones pero se arreglaba con su salari; el día que se diese cuenta de lo que había estado haciendo Harry, seguramente se enfadaría mucho, pero ese día aún estaba por llegar.

Luego… tenía que ir al mundo muggle a comprar una batidora, quería hacerle un postre especial a Severus aquella noche, y la que tenía se había estropeado, además quería hacerlo a la manera muggle. Deseaba que aquella noche fuera muy especial y que todo saliese tal y como lo había previsto.

Recogió la poción y se la dio a Severus, después le acompañó a los aposentos de Remus. Últimamente el licántropo estaba fatal, las metamorfosis cada vez eran más dolorosas y Harry sabía que no aguantaría mucho más pues sus fuerzas estaban al límite. Lo había hablado muchas veces con su pareja que llevaba años preparando la poción matalobos para Remus Lupin, pero no era suficiente y cada vez le hacía menos efecto. Severus llevaba tiempo trabajando con ahínco en ella para alcanzar la fórmula que deseaba, y esperaba haberlo logrado, si no podía curar del todo a Lupin, al menos esperaba que evitase en lo posible la crueldad de las transformaciones.

—Tómatela toda, es la nueva poción que Severus ha hecho para ti, necesitamos saber si funciona.

—Otra vez haciendo de conejillo de indias…— dijo Remus sonriendo, pero sus dorados ojos reflejaban un cansancio atroz. Acababa de pasar otra transformación y estas siempre le dejaban reventado. Cada vez era peor. El licántropo se tomó todo el contenido de la pequeña redoma e inmediatamente el sueño le invadió.

—Tiene un efecto sedante que le vendrá bien, ahora tendremos que esperar un par de horas a que se despierte y sabremos si le ha hecho efecto.

Harry aprovecho ese tiempo para ir a hacer las tareas pendientes que tenía. Primero fue a Gringots y habló con el duende encargado de su Cámara. La cara de Harry demostraba lo cabreado que estaba y el goblin le aseguró que había sido un error suyo, totalmente inexplicable pues si por algo se caracterizaban estos pequeños seres era por la pulcritud en su trabajo. Se relajó al comprobar que ya había sido subsanado.

Cuando abandonó Gringots fue a un rincón apartado y se apareció en Londres, en un callejón que conocía y que estaba muy cerca del centro. Se metió en el primer centro comercial que encontró y buscó una tienda de electrodomésticos, la encontró después de un rato pues el lugar era enorme, y adquirió una batidora con muchos accesorios que además era amasadora, justo lo que necesitaba. Satisfecho de su compra regresó a Hogwarts.

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Aquella noche Severus estaba cansado y hambriento, más que de costumbre pues la cena en el Gran Comedor hacía rato que había terminado y Harry había insistido mucho en que iba a sorprenderlo así que tenía que aguantarse. Antes habían pasado a ver a Remus, y estaba muy satisfecho después de comprobar que la poción había funcionado maravillosamente. De ahora en adelante la vida del licántropo sería mucho más fácil, algo que llenaba a Severus de satisfacción sobre todo porque sabía lo que aquel hombre significaba para Harry.

Odiaba las sorpresas, claro que viniendo de su pareja no podía tratarse de algo malo. Esperaba que se diera prisa, ya llevaba media hora esperando sentado en la bella mesa que Harry había preparado, olía delicioso y él se moría de hambre.

Cocinar, eso era lo único bueno que había sacado de su estancia con los Dursley y eso era mucho decir. Harry no hablaba nunca de ellos, era como si no existieran. Severus se había propuesto más de una vez hacerles un visita, pero Harry se lo había prohibido.

—No son buena gente, pero es la única familia que me queda— le había dicho en cierta ocasión y él había respetado su decisión.

El cordero al horno estaba delicioso pero lo mejor de todo fue el postre, el budín de dulce de leche era su favorito y Harry lo sabía pero nunca hasta ahora se lo había preparado. Estaba buenísimo, casi nadie sabía lo goloso que era. Tenía que preguntarle qué hechizo había usado para que la batidora nueva funcionase sin electricidad en Hogwarts.

Sus alarmas se habían disparado, estaba claro que Harry tramaba algo, pero por más que se estrujaba el cerebro no podía imaginar de qué se trataba. Casi le da un pasmo cuando el joven se arrodillo ante él y deslizó un precioso y sencillo anillo de oro en su dedo índice.

—Severus Snape ¿Me concedes el honor de ser mi esposo?

Severus se puso tan nervioso que no podía decir palabra. ¿De verdad estaba pasando aquello? En cualquier otro la petición le parecería algo ridículo en grado sumo, pero en Harry le parecía… le parecía…algo tan tonto… como sublime.

—Sí Harry— se escuchó decir—quiero ser tu esposo ¿contento? Ahora por favor acabemos de cenar…

Harry bufó molesto y decepcionado y se puso en pie con la intención de marcharse pero unos fuertes brazos y unos demandantes labios se lo impidieron.

—¿Y para cuando quieres que sea la boda…?— fue la pregunta de Severus antes de apoderarse de nuevo de la deliciosa boca de Harry que se rindió por completo.

ahh que lindooo...muy linda la historia me encanto..>.< mucha miel...n_n

que linda historia, Severus siempre tan frió, pero con sus detalles que lo hacen único, me encanto, Very Happy

Que monosho ^^ el final es muy tierno -muy Snape también XD- te ha quedado muy bien^^
Nos vemos en el segundo reto!!

Que bella historia. Cuánto amor en cosas tan cotidianas. Ese Harry consiguiendo lo que necesita Severus. Y preparándole una deliciosa cena. angel

¡Para pedirle matrimonio! love

Creo que esa reacción es por que Sev seguía teniendo hambre. contento

Es broma, es muy propia de él.

Maravilloso, Gabrielle, me ha encantado.

Muchas gracias a todas chicas, después de leer sus comentarios voy a dormir requetebién xD ¡Arriba el Snarry! cheers

ese Sev siempre de antiromantico jajajaj XD!!
bueno dicen que primero hay que llegarles por el estomago no?
buen fic!

Estoy poniéndome al día con las historias Embarassed

. Linda declaración. Por cierto, yo había hecho un trato con el duende de Gringotts para 'desviar' los fondos a mi cámara, pero mecachis, Harry nos descubrió.

Besitos

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