La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 No somos de esa gente que muere de amor

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gabrielle62

gabrielle62


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MensajeTema: No somos de esa gente que muere de amor   No somos de esa gente que muere de amor I_icon_minitimeLun Mayo 26, 2014 1:27 pm

Título:No somos de esa gente que muere de amor
Autor:gabrielle62
Personajes:Harry Potter, Severus Snape

Resumen: Esta historia empieza con Harry y Ginny casados, puesto que es canon, todo lo canon que puede ser una historia slash, en fin, éste solo es el primer capi subido en honor a Severus puesto que es su cumpleaños. Contiene spoilers del séptimo libro¡Muchas felicidades Severus!

Disclaimer: Los personajes no me pertenecesn, son todos de JK.Rowling. Si me pertenecieran yo sería multimillonaria en lugar de ella, pero no, no saco un mísero euro de todo esto, mi unico sueldo son sus comentarios.


Género:Romance
Clasificación:NC-17
Advertencias:Ninguno
Capítulos:5
Publicada:09/01/09
Palabras:12704
Actualizada:04/07/12
¿Completa?:Sí



OoO



Harry le observaba dormir con el codo apoyado en la mullida almohada y la cara sobre su mano, mientras en la chimenea el alegre fuego crepitaba caldeando la habitación. Estaban a nueve de enero y hacía mucho frío fuera pero en aquel dormitorio, solo había calidez.


¡Feliz cumpleaños Severus!—musitó Harry depositando un beso en la frente del hombre que amaba y a continuación una sonrisa afloró a sus labios.


Se tapó hasta el cuello con el suave edredón de plumas mientras se abrazaba mas aún a su pareja que continuaba dormido roncando suavemente, sumido en su profundo sueño ajeno a todo.


Harry tarareó bajito el fragmento de una canción que siempre le había gustado mucho y que pensaba le venía a Severus como anillo al dedo:




Y yo que estaba de vuelta de todas las idas
con el alma herida
te quiero, ya ves.
Seré lo que tú prefieras
tu luz o tu sombra
o acaso una alfombra
besando tus pies.
ni tú ni yo somos culpables;
infelices locos que caímos en este amor,

Y tú que siempre decías ser inteligente,
no como esa gente
que muere de amor.
Así sabrás que la rosa es rosa por bella
y no porque en ella
respire una flor

La vida es la consentida,
feroz dictadura de una criatura
que juega a mandar.
Ni tú ni yo somos nadie, ni hacemos historia
pues somos la escoria
que aun puede quemar.




Le gustaba y la cantaba siempre que tenía ocasión y aunque su pareja le gritaba que iba a haber tormenta gracias a él y le llamaba de todo menos bonito cada vez que le oía cantarla, sabía que en el fondo a Severus le gustaba, aunque fingía estar molesto con Harry y decía que no era más que un idiota que hacía cosas igualmente idiotas.


Severus había sido hasta la guerra un hombre inseguro y emocionalmente inestable al que la vida no había tratado demasiado bien, pero se había recuperado admirablemente los años que había estado alejado del Mundo Mágico, cuando todos creyeron que estaba muerto, cuando le hizo prometer a Harry que no diría a nadie que había sobrevivido a la mordedura de Nagini, la espantosa serpiente de Voldemort.


Ahora, aunque seguía prefiriendo el negro sobre cualquier otro color, vestía túnicas más modernas y de mejor calidad que se adaptaban a su esbelto cuerpo como un guante. Tenía poco que ver con el escuálido Maestro de Pociones de antaño, había ganado unos kilos que le sentaban fenomenal y su pelo lucía limpio y sedoso, aunque ya se entreveían en él algunas canas. Su expresión ya no era tan hosca y sonreía a menudo, sobre todo cuando su pareja andaba cerca. Harry no recordaba haberle visto sonreír jamás mientras fue su profesor en Hogwarts.


Harry le amaba y para él Severus era el ser más hermoso, interesante, inteligente y especial de todo el universo mágico. ¿Qué más daba si nadie más entendía su relación?


A Severus le importaba una soberana mierda lo que pensase el resto del mundo, pero sabía que Harry necesitaba la aceptación de su “familia” para ser feliz, algo bastante difícil, pues de momento solo sus hijos aceptaban su relación.



Vivir no había sido sencillo para ninguno de los dos, pero Harry y Severus estaban destinados a entenderse y al final la vida se había encargado de ponerles donde correspondía.



OoO




Harry se casó con Ginny Weasley cuatro años después de terminar Hogwarts. Era preciosa y la quería, adoraba todo de ella, le gustaban especialmente sus brillantes ojos marrones, su hermoso cabello rizado y rojo como el fuego y su gran sentido de la justicia.


Además su unión era de lo más correcta y también la más conveniente pues con Ginny tendría la familia que nunca tuvo y que siempre había añorado, formaría parte, esta vez por derecho propio, del clan Weasley, tendría hijos y serían felices. Era lo que deseaba más que nada y también lo que todos esperaban de él. Además Ginny le recordaba tanto a Lily su madre.


Como en los cuentos de hadas, todo sucedió según lo previsto. Ginny y el se gustaban y se querían, eran amigos y confidentes; unos amigos muy especiales con derecho a roce que terminaron convirtiéndose en marido y mujer.


Harry era buscador del Puddlemere United que había sido veintidós veces campeón de la Liga de Irlanda y Gran Bretaña, y que además era rival histórico de Las Arpías de Holyhead el equipo donde jugaba su novia.


Eso era algo que les divertía y excitaba a un tiempo, pues cada vez que los dos equipos se enfrentaban, los medios de comunicación convertían aquellos encuentros en todo un acontecimiento y las entradas se vendían a precio de oro. Fueron buenos tiempos para ambos, los dos eran guapos y famosos y gracias a su caché como buscadores, lo mejores del Mundo Mágico según muchos, su cámara común en Gringots aumento considerablemente su contenido de galeones de oro.


Harry tenía ventidos años y Ginny veintiuno cuando decidieron casarse cuatro años después de dejar Hogwarts. Para entonces Ginny había jugado tres temporadas como buscadora en el equipo Las Arpías de Holyhead donde había cosechado grandes éxitos. Poco antes de su boda Ginny se retiró del equipo para formar una familia junto a Harry.


Harry dejó el quidditch cuando Ginny quedó embarazada de su primer hijo y entró a trabajar como Auror del Ministerio.


Todos estaban muy contentos el día de su enlace, fue un gran acontecimiento en la familia Weasley y también en la comunidad mágica. No todos los días se casaba el salvador del Mundo Mágico. “El Profeta” llenó veinte páginas con el acontecimiento.




OoO




¡Maldición! La maldita serpiente le había desgarrado el cuello causándole una horrible herida, Severus sentía como el veneno corría por sus venas paralizándolo le estaba matando. Necesitaba ayuda y la necesitaba ya o moriría en unos minutos sin remedio.


El veneno seguía su letal camino a través de sus venas y además se estaba desangrando, sabía que moriría sin remedio si alguien no le prestaba la ayuda necesaria pero ¿Quién iba a ayudarle si allí no había nadie?… ¡Iba a morir solo y de una manera totalmente indigna!


No se podía mover y no podía acceder a los antídotos que tenía guardados en su túnica, pues el veneno de Nagini le había causado parálisis.


¡La ayuda tenía que llegar enseguida o…No habría esperanza alguna para él!


Justo entonces Harry irrumpió en la casa de los gritos acompañado de Hermione, el chico se mordió unos instantes el puño con desesperación ante la desgarradora imagen que Severus ofrecía, pero un segundo después ya había reaccionado y gritaba a su amiga:

— ¡Corre Hermione… busca ayuda. Se está muriendo!

La castaña no necesitó que se lo repitieran dos veces, consciente de la gravedad de la situación, salió corriendo como alma que lleva el diablo para buscar ayuda rezando mentalmente por llegar a tiempo mientras sus bellos ojos castaños se cubrían de lágrimas. ¡Snape no merecía morir de ninguna manera, pero de esa menos aún!


Mientras, Harry se arrodillaba ante Snape, que con los ojos, la única parte de su cuerpo que aún podía mover le guiaba hacia uno de los bolsillos de su túnica.

Harry no entendía nada hasta que al fin divisó dos frasquitos, uno con un líquido ambarino y otro con un líquido de un color azul eléctrico y comprendiendo que era aquello lo que le pedía el Maestro de Pociones se apresuro a guiar los viales hasta su boca y administrarle primero uno y después otro.


Gracias…—murmuró el hombre cuando recuperó el habla—. Ahora me iré, por favor Potter deje que todos crean que he muerto…

Harry asintió con un nudo en la garganta, estaba emocionado por todo lo sucedido y no podía articular palabra. Se alegraba mucho de haber podido ayudar a aquel hombre al que hacía mucho que había dejado de odiar.


Dos lágrimas rebeldes se deslizaron por sus mejillas después que Snape desapareciera ante sus ojos.


Cuando Hermione regresó con Madame Pomfrey, Harry les contó que el profesor había muerto y se había desintegrado, algo que ninguno de los presentes se explicaba pero que atribuyeron a algún oscuro hechizo de Voldemort.


Nadie hizo más preguntas pues nadie le apreciaba demasiado, pero Harry sí lo hacía y esperaba volver a verle… algún día. Mientras tanto palpó su túnica por fuera para asegurarse que allí, en un bolsillo oculto de su túnica justo junto a su corazón, estaban los pensamientos que Snape le había cedido poco antes de desaparecer y que vería en el pensadero, a solas, en cuanto tuviese ocasión.


Harry sentía que en la pequeña redoma estaban los pensamientos más íntimos del profesor y que éstos iban a explicarle muchas cosas que ignoraba sobre la vida de Snape.



OoO




Catorce años después Harry y Ginny se divorciaban. Llevaban más de un año separados pero seguían siendo amigos y no solo por sus hijos, sino porque se querían pero… ya no se amaban.

La pasión que sentían el uno por el otro se había esfumado de sus vidas hacía tiempo, hacía más de un año que ya ni dormían juntos y eran demasiado jóvenes para no darse una nueva oportunidad de ser felices, aunque fuera por separado.

Había sido Ginny quien había dado el primer y doloroso paso:

—Harry te quiero mucho—le dijo con lágrimas en los ojos— pero ya no estoy enamorada de ti.

Dolía pero era algo que ambos sabían, era inútil seguir juntos cuando lo único que iban a conseguir de seguir así era hacerse daño y sobre todo hacérselo a sus hijos. Los niños eran lo más importante para ambos y harían su mejor esfuerzo porque estos sufrieran lo menos posible con su divorcio.

Su relación de pareja estaba rota hacía tiempo, pero seguirían siendo amigos. Harry formaba parte de los Weasley, era uno más desde la primera vez que piso La Madriguera con solo doce años, y eso nunca cambiaría. Les quería y ellos le apreciaban a su vez sinceramente. Nunca podría romper totalmente sus vínculos con ellos. Le unían demasiadas cosas, eran su familia.

Además de los recuerdos, tenía tres hijos en común con Ginny a los que amaba más que a su propia vida.

— ¿Quién es él?—preguntó Harry al fin.

Ginny enrojeció pero no lo negó, siempre había sido honesta con él.

—Es un compañero de la redacción, trabaja conmigo en la sección de quidditch de El Profeta,

— ¿Y desde cuando estáis juntos…?

—Hemos salido un par de veces pero no tenemos nada aún, aunque espero tenerlo, y no quería seguir con esto sin decírtelo antes—dijo azorada.

—Bueno, te agradezco que me lo hayas dicho. Espero que te haga feliz, si no simplemente… lo mataré.

—Harry…—exclamó Ginny llorosa abrazándolo. El Auror la estrechó entre sus brazos, siempre la querría y la protegería, era la madre de sus hijos y la primera mujer que había amado de verdad.

Una vez, ambos creyeron que lo suyo sería para siempre pero no había sido así. Ni siquiera las presiones de Molly para que siguieran juntos, habían logrado salvar su matrimonio.

Ninguno de ellos sentía que se hubiesen equivocado al casarse. Los primeros años habían sido muy felices, pero en cuanto los niños fueron un poco mayores ambos se habían dedicado a sus respectivas responsabilidades, los dos amaban lo que hacían y se enfrascaron tanto en sus trabajos que se olvidaron de vivir. El tiempo que disponían para estar juntos cada vez era menor y el muro de la rutina cada vez era mayor.


Lo habían intentado durante un tiempo, cambiando horarios, negociando con los compañeros para hacer coincidir las vacaciones…pero el trabajo les absorbía cada vez más.


Harry pasaba semanas enteras fuera de casa en misiones del Ministerio y Ginny, cubriendo la liga de quidditch como corresponsal del Profeta, estaba lejos de casa hasta meses en ocasiones.


Al final había sucedido lo inevitable, Había sido Ginny quien primero había enfrentado la realidad y tambien quien había pedido el divorcio.


De su unión habían nacido tres hermosos hijos que eran la principal razón de vivir para ambos. Tanto Harry como Ginny sabían que lo que los niños querían era que fueran felices juntos pero eso… ya no era posible.


Se lo dijeron a los niños, los dos a la vez. Albus se hizo el valiente y no lloró al igual que James, pero para la pequeña Lily fue demasiado, no había consuelo para la pobre criatura. Solo cuando tuvo la certeza de que sus padres aunque no vivieran juntos iban a seguir siendo amigos, dejó de llorar.



Los padres de Alazne, su mejor amiga, se habían separado hacia un año y realmente parecía que se odiaban. A causa de eso, era su pequeña amiga quien pagaba las consecuencias, pues muchas veces su madre chantajeaba a su padre amenazándole con no dejársela ver si no hacía lo que ella quería, y la pobre que quería a los dos por igual, lo estaba pasando fatal. A Lily le alegraba sobremanera que sus padres no fueran como los de su mejor amiga.




OoO




James Sirius, era el hijo mayor de la pareja tenía trece años y era muy bromista. Ginny decía que se parecía a Ron su padrino. Tenía los mismos ojos azules que su tío más joven, pero a quien más se parecía era a los gemelos. Era ya un adolescente que cursaba su segundo curso en Hogwarts y el actual poseedor del mapa del merodeador tras quitárselo a su padre del escritorio, sin que este se diera cuenta.


Albus Severus, era el segundo vástago del matrimonio y el que más se parecía a Harry. Era el único que había heredado los ojos verdes de su padre, aunque no llevaba gafas pues gracias a Merlín no las necesitaba.


Tenía miedo de que el sombrero seleccionador le enviase a Slytherin pero su padre le había tranquilizado al decirle:


—Hijo, llevas el nombre de dos grandes directores de Hogwarts. Severus es probablemente el hombre más valiente que he conocido y era Slytherin. Si fueses seleccionado para esa casa, simplemente ganarían un excelente alumno.


>>De cualquier modo creo que el sombrero te dejará a elegir, a mí me dejó y si te da a escoger entre Gryffindor y Slytherin, simplemente opta por la opción que creas mejor. El sombrero tendrá en cuenta tus preferencias, además sabes que a nosotros nos da igual la casa que escojas, lo importante es que tú estés a gusto con tu elección. ¡Y no dejes que James te moleste!


—Yo me ocuparé de él si lo hace—intervino Ros, la hija mayor de su mejores amigos y ahijada de Harry y Ginny que empezaba ese año en Hogwarts al igual que Albus. Se parecía muchísimo a Hermione aunque era pelirroja como su padre y unas graciosas pecas adornaban su nariz, los ojos eran como los de su inteligente amiga y la sonrisa también.


Lily Luna, la pequeña de la familia tenía nueve años y estaba impaciente por ir a Hogwarts, físicamente se parecía mucho a su madre aunque su mirada tenía la misma calidez que la de Harry y de carácter era completamente Potter.


Mientras observaba el expresso de Hogwarts, Harry no pudo evitar sentir un ramalazo de añoranza por volver a Hogwarts, algo que muy pronto sucedería.


Tras divorciarse de Ginny, Harry abandonó su trabajo como Auror en el Ministerio y aceptó el puesto de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras en Hogwarts después de leer la carta que le había mandado vía lechuza ofreciéndole el puesto, el nuevo y enigmático Director del Colegio.


La imagen de unos insondables ojos negros, apareció en su mente recordándole que hasta ahora había sido el guardián de un secreto que solo él y el autor de la carta que ahora tenía entre las manos conocían. Un secreto que Severus se había llevado a la tumba, pues todo el Mundo Mágico creía que había muerto.


Sería genial ver las caras de todos al descubrir que no era así. Harry ansiaba verle de nuevo, el hecho de saber que pronto se encontraría con él después de tantos años alegraba de forma inesperada su corazón.


De momento no quería plantearse a qué era debido su repentino buen humor, ahora solo quería verle de nuevo, y constatar que la vida y los años habían tratado bien a Severus Snape.


Sonriendo enigmáticamente Harry fue a reunirse con sus amigos.




OoO




*Esta estrofa corresponde a la canción ¡Ay de ti, ay de mi! de Luis Eduardo Aute.

*En lo de las edades de los niños voy un poco a mi bola, no recuerdo que Rowling mencionará en ningún momento la diferencia de edad entre ellos, de todos modos si estoy errada y alguien quiere aportar un poco de luz, será más que bienvenido. La información que tengo de ellos la he sacado del diccionario de harry Potter.
   
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MensajeTema: Re: No somos de esa gente que muere de amor   No somos de esa gente que muere de amor I_icon_minitimeLun Feb 09, 2015 10:37 pm

creo ya haber leido esta historia pero mi memoria me falla y no recuerdo donde Sad mmm bueno no importa..>.< donde la lei lo importante es volver a leerla..XD
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