Develaciones. Capítulo 7: Una extraña relación

Última edición por Majo-san el Vie Mayo 30, 2014 7:25 am, editado 2 veces

Capítulo 7: Una extraña relación

Harry iba caminando por uno de los múltiples pasillos que había en la mansión Potter, no le apetecía encontrarse con nadie, no después de la desagradable conversación que había tenido con su papá. Se encontraba descompuesto, furioso, triste, ansioso. Era la situación más desagradable en la que había estado, todo por que se le ocurrió venir a la mansión a ver a su papá. Lo echaba de menos. Habían estado conversando y se convenció a si mismo que su papá no tenía la culpa de no haber estado a su lado, que era parte del engaño de Dumbledore, ese maldito ser que ahora, esperaba, se estaría retorciendo en Azkaban.

Llegó a su habitación y cerró la puerta de un golpe, todo esto lo estaba superando.

James estaba sentado en el despacho de Voldemort, mientras leía un viejo libro de hechizos oscuros que tenía el Lord, cuando Harry llegó a través de la chimenea. Su cara se iluminó inmediatamente al ver al chico ahí.

— ¡Harry, que bueno que viniste! —Le dijo abrazándolo fuertemente, tratando de no hacerle daño por su estado.

—Quería pasar el fin de semana aquí, no hay mucho que hacer en Hogsmeade y Severus puede venirse para acá en las noches.

—Claro, Snape —dijo con desanimo, mientras se sentaban en el sillón de tres cuerpos que había en el lugar.

— ¿Por qué te desagrada tanto Severus? —Le preguntó al tiempo en que recibía una taza de chocolate que su padre le convocó.

—Nada, hijo. Cosas de adultos.

—Siempre respondes con lo mismo, pero aún no entiendo por que tanto resentimiento. Eran sólo unos chicos.

— ¿Qué tanto sabes, Harry?

—Bastante poco, en realidad —confesó dejando la taza en la mesita que estaba frente a ellos —. Sé que nunca se llevaron bien, que estaban en discusiones constantes y que tú, junto a Remus y Sirius eran muy buenos en las bromas…

—Oh, claro, te contó su parte nada mas ¿Verdad? —Le dijo molesto —Estás tan cegado por ese tipo que lo crees un blanca paloma.

—Papá, no es así, sé que Severus no es un ángel, está muy lejos de serlo, pero no me vas a negar que ustedes disfrutaban haciéndole bromas pesadas.

— ¡Claro que lo hacíamos! —Le dijo parándose furioso —Pero claro, como es Snape, nunca pensarás que él también nos hacía la vida imposible.

—Papá, por favor —le dijo suspirando —, no estoy tratando de defender a nadie, sólo te digo lo que sé. ¿Me puedes decir tu parte de la historia para saber algo más? —Le preguntó lo más calmado que pudo.

— ¿Qué quieres que te diga? ¿Qué Snape era un maldito creído? ¿Qué se regocijaba cuando Voldemort me mantenía aquí?

— ¿Cómo? —Preguntó impaciente, siempre que llegaban a la parte de la relación de James y Voldemort, el hombre evadía el tema, pero ahora estaba tan alterado que seguramente sólo tendría que presionar un poco. — ¿Mi padre te tenía encerrado?

— ¡Claro que sí! —Gritó furioso, sin darse cuenta de las intenciones de su hijo —El simplemente decidió sacarme de la casa que compartía con mis padres y encerrarme en su mansión.

— ¿Nunca quisiste ir con mi padre?

—Voldemort sólo hizo lo que quiso —dijo resignado, mientras se perdía en sus recuerdos, mirando fijamente el fuego de la chimenea —. Tenía dieciséis años cuando él llegó a mi casa. Remus y Sirius estaban conmigo cuando él apareció, mis padres eran viejos y no eran capaces de enfrentarse a tres magos poderosos. Voldemort decidió que iría con él. Envió a Sirius con Abraxas Malfoy, el padre de Lucius, fue ahí donde empezaron su relación. Remus fue con Avery, él decidió que mi amigo era un buen componente como licántropo.

— ¿Ellos tampoco querían ir?

—Realmente no lo sé. Nuestra vista sobre la idea de Voldemort fue cambiando poco a poco, pero no por eso decidí que quedarme junto a Voldemort fuera una buena idea. Luego llegaste tú —dijo sonriendo un poco —. Te volviste mi razón de vivir y daría todo por protegerte.

— ¿Cómo casarte con Evans, por ejemplo? —Preguntó con rencor.

—Nunca nos casamos, sólo fue parte de un plan para que Dumbledore quitara su vista de nosotros. Ya había desaparecido Regulus, supuestamente muerto. Quien sabe si ahora estaríamos muertos nosotros por ese ser.

—Aún no entiendo, ¿Por qué no te fuiste?

—Por que me acostumbré, Harry. Voldemort rompió todas mis barreras, absolutamente todas.

—Te niegas a verlo como algo más en tu vida —le dijo Harry.

— ¿Te enamorarías de alguien que te secuestró e hizo lo que quiso contigo? —Le preguntó con algo de reproche —Vi unos recuerdos de lo que te pasó en la casa de los Dursley ¿Te enamorarías de alguno de los chicos que te atacaron y que estuvieron a un paso de violarte…

—Pero mi padre no te…

— ¿Quién dice que no? —Le preguntó mirándolo de frente, mostrando sus ojos casi sin vida —Que ahora lo aguante no significa que fuera así en un principio. Voldemort me violó hasta que se cansó. O mejor dicho, hasta que decidí que si me seguía negando seguiría violándome hasta el día en que muriera.

—No puede ser…

— ¿Crees que de verdad estaba enamorado de él? —Le preguntó llegando a su lado —Si Severus te violara constantemente ¿Lo amarías?

Harry no supo que decir, bajó la cabeza con resignación. Él sabía que no amaría a nadie que lo forzara, pero veía en su papá algo diferente a lo que decía. Sabía que no conocía nada de ellos, pero pensaba que su papá se negaba a amar, pero que cuando veía a Voldemort, su rostro cambiaba completamente.

—Lo siento —dijo poniéndose de pie —. Creo que no me siento bien.

—Lo imagino. De verdad no esperaba que tuviéramos esta conversación, pero tú me preguntaste por qué detestaba a Severus… una de las razones es que esté contigo, eres mi hijo y te amo y me niego a pensar que de verdad estén tan enamorados, pienso que él se esta aprovechando de tu fascinación por él y te esta arrastrando a su lado, y terminarás como yo, junto a un hombre sólo por costumbre.

—No lo creo —dijo ya algo molesto —. No soy tú, y definitivamente Severus no es como mi padre —dijo antes de salir.

Ahora en su habitación, pensando mejor las cosas, podía entender en parte lo que sentía su papá, y trataría de no importunarlo demasiado con la presencia de Severus en su casa. Aunque no decía que dejaría de ver a su pareja.

En el despacho de Voldemort, James se paraba derecho frente al hombre que le fulminaba con la mirada en ese momento.

—No puedo creer que le contaras todo —le dijo con rabia.

—Fui suave, me limité a no decirle muchas de las cosas que pasaron en ese tiempo.

—No te permitiré que le vuelvas a hablar a Harry de todo eso.

—No lo haré. Creo que basta y sobra con lo que le dije para que entendiera mi punto de vista en cuanto a su relación con Snape.

—Otro punto donde te ordené no entrometerte, James —se acercó al hombre de manera amenazante —, y si hay algo que me molesta es que te me enfrentes.

—No lo hacía —dijo con algo de temor.

—Sí lo hiciste —lo sostuvo de la mano y lo acercó a su cuerpo.

James recordó entonces la primera vez que tuvieron una conversación parecida.

Un joven James Potter trataba de escapar nuevamente de la mansión Riddle. Ese maldito lugar donde había sido confinado desde hacía más de un mes. No había podido comunicarse con nadie, ni saber algo de sus padres o amigos. Gracias a Merlín el monstruo que lo había secuestrado, parecía haberlo dejado abandonado ahí, por que sólo era visitado por un elfo domestico que le alimentaba y le entregaba a diario ropa limpia que ponerse para el día. Siempre era la misma rutina. El elfo venía, le entregaba la ropa que tenía que usar, preparaba su baño, le dejaba el desayuno y luego desaparecía. James se quedaba solo y veía una nueva forma de salir de ese tenebroso lugar.

La que era su cama desde que llegó ahí, era una enorme cama familiar, con colchas gruesas y sabanas y cubrecamas de color negro. Las cortinas de los doseles eran de un color rojo sangre, tan fuerte que casi era negro. Había mesas de noche a cada lado del lecho, de caoba. Una cómoda sin nada cerca de la entrada, donde iba dejando la ropa que ocupaba en el día, luego seguramente el elfo la sacaba, por que desaparecía en la mañana. Sólo había un candelabro con seis velas las cuales se prendían mágicamente a las seis de la tarde, cuando el sol ya había caído.

Se había cansado de mirar a través del cristal de la puerta que daba a la terraza. Nunca alcanzaba a salir, lo había intentado infinidad de veces, pero el lugar parecía sellado, dejándolo sin escapatoria. Tenía miedo, tenía que admitirlo. Toda su vida estuvo seguro de si mismo, porque nunca se había tenido que enfrentarse a alguien como Voldemort, o sus mortífagos, nunca se había tenido que enfrentarse a nadie.

Un nuevo día, una nueva oportunidad de escapar. Por lo menos eso es lo que esperaba James, pero no contaba con que ese día, el Lord se encontraba en la casa. Un Lord que no le volvería a tener la misma paciencia que le tuvo cuando lo trajo.

Continuará...

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yo siempre pense que james estaba perdidamente enamorado del lord pero jamas me paso por la mente que en realidad todo era por mera costumbre o fuera el producto del sindrome del estocolmo...te terminas acostumbrando a tu captor y lo ves de otra forma..supongo que eso se da por sobrevivencia si uno no lo hace terminaria loco o muerto...u_u

pobre James, tener que estar con alguien solo por supervivencia, creo que es algo espantoso. Bueno Harry sigue descubriendo mas cosas ahora me pregunto como se lo tomara

Yuki: Sí es muy parecido al estocolmo, pero aquí James no se enamora, se acostumbra, que es peor en su caso.

Helen: Bueno, ya vimos al principio que nada bien, no es la historia de amor que esperaba escuchar.

sii creo que tienes razón porque en ningun momento james se enamoro por eso supongo que se opone a lo de sev y harry...u_U aHH me da pena james..u_u

sí, creo que a todos les da lastima James

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» Develaciones. Capítulo 1: Por que así lo decidió.