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Tema: Reencuentro en despedida Miér Ene 09, 2013 3:12 pm
Resumen:
Hay momentos en la vida cuando crees haberlo perdido todo y ya no hay más motivo para luchar, pero entonces algo te recuerda que siempre nos quedan sorpresas inesperadas que te renacen la esperanza por vivir.
Reencuentro en despedida
La nieve caía inclemente vistiendo de blanco el paisaje de la isla y Severus agradeció poder encontrarse dentro de la comodidad de aquella rústica cabaña de madera y el calor abundante de la chimenea. Suspiró mientras bebía una taza de té caliente y observaba por la ventana como la ventisca seguía sin aminorar, muy difícilmente podía distinguir los abetos sacudiéndose con el viento.
Aquel lugar tan invernal le recordó Hogwarts, un lugar muy arraigado en su corazón y al cual no había visto desde hacía un par de años. Lo echaba de menos. Aunque para ser sincero quizá añoraba más una mirada que sólo encontraba en ese sitio, tan lejano ahora como sus recuerdos.
Estuvo a punto de retirarse de la ventana cuando creyó percibir algo extraño, aguzó la vista logrando ver que una figura cubierta con una larga capa negra caminaba con dificultad entre la nieve. Pensó que debía tratarse de un turista extraviado pues había un centro vacacional a una hora de distancia y quiso convencerse de que no era su problema, sobre todo cuando vio que la figura llegaba a un sendero que podría regresarlo fácilmente a su campamento.
Sin embargo, ante su sorpresa, aquella persona volvió a salirse del camino y dirigirse hacia su derecha mientras acomodaba la capucha y bufanda que le cubrían el rostro. Severus se mantuvo vigilante por unos segundos, no creía que pudiese ver su cabaña, no solamente por la tormenta sino por las acentuadas medidas de seguridad anti muggles que había colocado para evitar visitas inoportunas.
Su corazón dio un vuelco al ver que el desconocido se dirigía a un acantilado.
— No puedo creerlo. —bufó contrariado—. Ese imbécil se va a matar.
Tomó su abrigo sin saber porqué le importaba la suerte del despistado turista. Le gritó intentando advertirle del peligro pero el ruido del viento le hacía casi imposible escucharse a sí mismo, y justo cuando sacó su varita dispuesto a inmovilizar al muggle para evitarle caer al vacío, le vio detenerse a sólo un paso de la orilla y con toda la calma del mundo arrodillarse sobre la nieve sin importarle el frío ni el viento que en cualquier momento podría arrojarle hacia el gélido mar.
Una ráfaga de aire quitó la capucha del desconocido y aunque continuaba sin poder verlo bien, notó que tenía la cabeza agachada. No sabía si describirlo como derrotado o triste. Vio que se limpiaba algo de su rostro, quizá era la nieve que caía de frente pero algo en su corazón le gritaba que era algo menos frío lo que humedecía sus mejillas.
Pensó en retirarse, quizá no estaba tan perdido, después de todo no lucía desesperado ni gritaba solicitando auxilio, sin embargo no logró que sus piernas se movieran de su sitio. Pasaron unos pocos segundos hasta que se llevó la mayor de las sorpresas. El extraño personaje sacó algo del interior de su capa, por un momento temió que se tratara de un arma, así que no supo ni qué pensar al verlo usar una varita para abrir una urna que llevaba bajo el brazo y que hasta entonces no la había notado.
Se sintió un intruso al quedarse ahí y mirarlo esparcir las cenizas al aire y dirigirlas con su varita hasta el mar. Lo vio limpiarse nuevamente el rostro y enseguida aspirar profundamente.
Snape sintió su corazón detenerse al ver que aquella persona se levantaba de improviso mirando a su alrededor con profunda ansiedad como si hubiera percibido algo en el aire. Logró esconderse tras del tronco de un roble para no ser descubierto, pero parecía que no sería suficiente para hacer que el intruso perdiera el interés.
Lo vio caminar apresurado en su dirección, sin importarle que sus piernas se le hundieran en la nieve, ni que el viento le golpeara furioso el rostro semicubierto por la bufanda y la capucha que había logrado acomodarse nuevamente.
Iba directo a él, como si supiera que estaba ahí. Instintivamente sujetó su varita en espera de tenerlo más cerca y entonces atacaría de inmediato, después haría las preguntas.
Sin embargo, cuando la figura toda cubierta de pies a cabeza se detuvo frente a él, le escuchó hablar y todo su mundo giró alrededor.
— ¿Profesor Snape? —dijo aquella voz que reconocería en cualquier parte del mundo, a pesar de que ahora lucía frágil y temblorosa.
Snape abandonó su escondite justo en el momento en que el viento amainaba un poco permitiendo que el extraño se quitara su capucha dejando ver un joven rostro con gafas redondas empañadas.
— ¿Potter?... ¿Qué está haciendo aquí?
— Por Dios… está vivo.
Eso fue lo último que pudo decir antes de colapsar y perder el sentido cayendo sobre la abundante nieve.
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Mientras Harry continuaba inconsciente en el sofá de la cabaña, Severus le cubrió con un grueso cobertor para que entrara en calor pues ni el fuego de la chimenea quitaba el suave temblor en su ex alumno. Preocupado, le tocó la frente con el dorso de su mano pero parecía que no había fiebre así que usó su varita para secar el húmedo y frío cabello que retiró con su propia mano.
Aún continuaba sorprendido por tener a Harry ahí, tocar su piel y sentir su presencia tan cerca, era como si jamás hubiera dejado de verlo y todo ese tiempo fuera de Inglaterra había sido un mal sueño que por fin terminaba.
Cuando lo sintió removerse y estar a punto de despertar, se apresuró a acercarle a los labios una pequeña taza con una humeante infusión que le ayudaría a reponerse.
Harry bebió, pero cuando abrió sus ojos, ahora sin gafas, tuvo que parpadear varias veces para poder enfocar y saber que no estaba alucinando.
— ¿En verdad es usted? —preguntó llevando su mano temblorosa a la mejilla del Profesor que le observaba sin ninguna aparente emoción.
— La última vez que lo comprobé sí, seguía siendo yo, Señor Potter.
— ¿Pero cómo? Creí que Nagini…
— Una larga historia, supongo que no más interesante que la suya ¿Cómo es que me ha encontrado?
— No sabía que estaría aquí. —dijo intentando recuperarse, su mirada continuaba fija en Severus, temeroso de que si la desviaba entonces todo terminaría—. Vine a…
Harry guardó silencio, sus ojos brillaban de lágrimas que Severus interpretó de profunda pena y dolor. No le obligó a continuar hablando, permitió que Harry terminara su bebida en silencio después de alcanzarle los anteojos para que se los colocara y posteriormente cambió la taza de infusión por la de un espumoso chocolate hirviendo.
El joven de ojos verdes la aceptó sin protestar y por varios minutos quedaron sentados juntos, mirando las llamas de la chimenea frente a ellos sin saber qué decir o qué pensar, ninguno de los dos imaginaba lo que ese día de enero les tenía deparado.
— Era mi hijo. —dijo Harry interrumpiendo el silencio, Severus volteó a mirarlo notando un par de lágrimas resbalar por las mejillas.
Al comprender lo que sucedía, Snape no cuestionó más, ya no era necesario, y olvidándose de su recelo, sujetó la taza de Harry para colocarla sobre la mesa y enseguida atraer al joven hacia su pecho sintiéndolo llorar en su hombro por largos minutos hasta que finalmente Harry logró mitigar su llanto.
— Lo siento. —susurró Severus acariciándole el alborotado cabello.
— Ni siquiera nació. —jadeó con tristeza mientras se apartaba con suavidad y limpiaba sus últimas lágrimas—. Un accidente en las escaleras interrumpió el dulce sueño que compartía con Ginny, tenía ocho meses de embarazo y nuestro pequeño James no pudo lograrlo.
— ¿Ella…?
— Está bien, bueno, destrozada por el dolor pero es fuerte, quizá más fuerte que yo y se mantiene en pie por mí, porque sabe que tener una familia ha sido mi más grande ilusión.
— Y la tendrán, ahora es difícil pensar en ello pero le aseguro que las heridas sanan y más si tiene a su lado a una mujer que le ama tanto.
— Rompió conmigo. —aclaró luego de un segundo y Snape no supo qué responder—. Estamos bien, ella sigue cuidando de mí como los demás, pensábamos casarnos al nacer el bebé pero Ginny dice que debo tomarme tiempo para saber bien lo que quiero.
— ¿Lo que quiere?
— Ni yo lo entiendo, simplemente me dijo que tenía que venir acá a esparcir las cenizas del bebé, que ese era su deseo y la complaciera.
Severus se puso de pie caminando de un lado a otro, su mente trabajando acelerada intentando comprender lo que pasaba, y entonces un recuerdo ya casi perdido regresó a su memoria. Volvió a ocupar un lugar junto a Harry rellenándole la taza de chocolate antes de animarse a hablar.
— Hace tiempo, Potter, cuando usted estaba en busca de los Horrocrux, la joven Weasley se introdujo en mi despacho de Director y me escuchó hablando con el retrato de Dumbledore. Yo le confesaba a Albus que si sobrevivía a la guerra, fingiría que no había sido así y desaparecería para siempre de Inglaterra, Dumbledore me sugirió este lugar, era suyo y me lo heredaba.
— ¿Ginny sabía que usted estaba vivo y que vivía aquí, en la isla del Príncipe Eduardo?
— No podría saberlo a ciencia cierta porque no se enteró del modo que planeaba hacerlo, ni siquiera yo podía estar seguro, los propósitos de cada uno se veían modificados por las maniobras de Voldemort.
— ¿Pero porqué Ginny no me lo dijo? —cuestionó abrumado—. ¡Si hubiera habido una esperanza yo jamás le habría dejado solo!
— Dumbledore le hizo prometer no abrir la boca. —confío mientras intentaba calmar los latidos de su corazón ante la vehemencia de Harry por él—. Le convenció de que lo más importante era mi seguridad. Supongo que cuando ella se enteró de mi lealtad a usted y a Dumbledore quiso hacer algo por mí regalándome la paz que necesitaba al estar solo y lejos de Inglaterra.
— ¿Pero entonces porqué me ha hecho venir ahora?
Harry palideció ni bien terminó de realizar la pregunta. Severus entrecerró los ojos al notar que su alumno parecía haber encontrado la respuesta por sí solo pero decidió no cuestionarle más. Era demasiado para un solo día.
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Severus permitió que Harry usara su cama esa noche y él durmió en el sofá, aunque el sueño demoró mucho en acudir a él. Se le dificultaba demasiado poder concentrarse en dormir cuando aún sentía el calor de Harry inundando aquel mueble. Todavía creía estar viviendo algún tipo de alucinación, era tan extraño volver a tener a Harry Potter en su vida cuando justo se había resignado a no volver a saber nada de él.
Y ahora temía a las repercusiones, por la mañana el joven mago tendría que volver a su mundo y él volvería a quedarse solo, con la herida reabierta y aprendiendo desde el principio cómo olvidar que, a pesar del tiempo y la distancia, nada había cambiado y él continuaba siendo un Profesor y Harry su alumno. Sí, aunque ya no compartieran aula, debía seguirlo viendo como si así fuera.
… aunque la principal razón para alejarse era porque precisamente cada vez le costaba más esfuerzo poder recordar no mirar a Harry como un hombre que le enloquecía.
Parecía que apenas había pegado los ojos cuando lo despertó un delicioso aroma y al mirar, vio a Harry arrodillado en la alfombra junto a él. A pesar de sus gafas se veían sus verdes ojos inyectados, probablemente había continuado llorando. Pero a pesar de la evidente tristeza, sonreía de una manera que Severus sintió que su alma era acariciada por primera vez en su vida.
— Feliz cumpleaños. —susurró Harry inclinándose hasta depositar un cálido beso en la mejilla de su ex Profesor.
Severus sintió su corazón perder el ritmo y no supo cómo es que logró incorporarse y poder recordar el modo de hablar.
— ¿Cómo lo supo?
— No importa cómo lo supe, lo importante es que no se me olvida… ¿Puede ponerse de pie un momento? todo cumpleañero merece un abrazo.
Severus dudó un instante, eran emociones en exceso y después sería todo un reto volver a la monotonía de su vida. Sin embargo, sorprendiéndose a sí mismo se puso de pie y permitió que Harry se colgara de su cuello. No pudo evitarlo, cerró sus ojos disfrutando del enorme placer de atraer ese excitante cuerpo contra el suyo. Ya no quería dejarlo ir, no solamente por voluntad propia, sino porque Harry parecía necesitar ese abrazo quizá más que él, por eso no se separó de inmediato, y aunque probablemente el contacto se estaba prolongando más de lo normal, era imposible no disfrutarlo.
Amaba tener a Harry en sus brazos, rodeándolo por la cintura y sintiéndolo reposar su cabeza sobre su hombro aunque el joven de ojos verdes tuviera que ponerse en puntillas para poder permanecer con su rostro perdido en el cuello de Severus.
Escuchó como suspiraba sobre su piel, y temió que nuevamente le acosara el llanto y por eso se sorprendió cuando Harry se apartó con suavidad aunque continuó con sus manos apoyadas en los hombros de Snape.
— Preparemos una tarta. —propuso dando pequeños saltos de entusiasmo, era como un niño pequeño a punto de poner en marcha un plan de juego que había estado deseando por mucho tiempo.
Severus no tuvo tiempo ni de responder, Harry le sujetó de la mano llevándolo hasta el espacio que se ocupaba como cocina.
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Los siguientes minutos Severus los recordaba como en un sueño. Vio a Harry revolver la cocina buscando todos los utensilios e ingredientes que necesitaba, y lo más extraño de todo es que se vio a sí mismo ayudándole de una manera tan normal como si estuvieran acostumbrados a realizar esas tareas domésticas y supieran exactamente su rol en ellas.
En esa ocasión fue a Harry quien le tocó dirigir la preparación, poner las cantidades, remover, explicar trucos para un mejor resultado. No es que Severus no supiera cocinar pero nada de sus especialidades involucraba postres, mucho menos un pastel de cumpleaños.
Lo mejor de todo era ver que la mirada de Harry era menos opaca, que su sonrisa abundaba y la regalaba constantemente mientras realizaban ese divertido ritual. Al final admiró la destreza de su ex alumno para decorar el pan con un cremoso betún de moras dulces. Le gustó percibir su gesto de concentración para que luciera casi como un pastel de esas grandes tiendas lujosas que parecía más un artículo de decoración que para comer.
— Listo. —dijo Harry cuando terminó de realizar una hermosa flor de azúcar y colocarla en el centro. Se veía muy orgulloso de su trabajo e inconscientemente se mordió el labio inferior, un gesto que a Severus le envió descargas de adrenalina por todo su cuerpo.
— ¿No cree que es demasiado?
— No, demasiado jamás.
Harry tomó con sus dedos un poco de betún sobrante y sin que Severus pudiera evitarlo, se lo untó por todo lo largo de su nariz.
— ¿Porqué hizo eso? —cuestionó el ojinegro intentando tomar una servilleta para limpiarse pero Harry se lo impidió.
— Es una costumbre por acá. Por casualidad un niño cumplía años en la posada donde me hospedé y supe que acostumbran untar de aceite o grasa la nariz del cumpleañero para que la mala suerte se le resbale… pero a falta de grasa, pues betún, además es más delicioso ¿no cree?
Severus asintió sin saber qué más decir, pero afortunadamente Harry estaba dispuesto a no volver a caer en incómodos silencios. Almorzaron juntos, comieron de la tarta y charlaron por varios minutos sobre cómo había sido su vida en esos años sin verse. Pero de pronto, Harry volvió a quedarse serio, miró el reloj suspirando profundamente.
— Supongo que ya querrá irse. —siseó Snape temiendo que la hora habrá llegado—. La tormenta por fin terminó, puede llegar sin problemas a su posada.
— No me iré antes de que hablemos.
— ¿Hablar?
Harry asintió sonriendo, pero en esa ocasión su sonrisa era nerviosa y angustiante. Sirvió un par de tazas de té humeante mientras invitaba a Severus a volver a la salita frente a la chimenea, ahí volvieron a sentarse juntos y Snape tuvo la sensación de que algo muy importante estaba por suceder.
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Pasaron varios minutos en los que Harry abría la boca con la intención de decir algo pero enseguida volvía a cerrarla sin atreverse a emitir ningún sonido. Severus le observaba de reojo, dándole tiempo, intrigado y preocupado por el evidente nerviosismo de su ex alumno pero dispuesto a darle todo el tiempo que necesitara, después de todo, así prolongaba más la despedida.
— Dios. —suspiró Harry poniéndose en pie, llevó sus manos a su cabeza jalándose el rebelde cabello con ansiedad—. ¡Parece tan fácil decirlo en mi mente pero no lo es, estoy aterrado, lo confieso!
— ¿Aterrado? ¿Es que sucedió algo en Londres?
— No, no es eso, es que… ¡Por todos los cielos, es que jamás fui tan cobarde para decir nada en mi vida!
— Entonces quizá es mejor que no lo diga.
Harry fijó su verde mirada en la de su ex Profesor, más angustiado por no hablar que por hacerlo. Volvió a suspirar logrando que su expresión cambiara, y aunque continuaba sin poder ocultar su nerviosismo, sus labios apretados manifestaban una férrea determinación.
Lo que Severus jamás se imaginó es que un segundo después tendría a Harry Potter nuevamente en sus brazos, y esta vez besándolo. Fue un beso breve, casi un roce que apenas sucedió, y sin embargo, cambió todo para ambos.
Harry se apartó con suavidad hasta sentarse en el suelo frente a Snape, mirándole entre asustado y nervioso.
— Si no hubiera creído que estabas muerto, habría sucedido esto hace mucho tiempo, Severus. —confesó Harry casi susurrante, sus mejillas estaban encendidas y respiraba agitado, pero su voz ya no arrastraba miedo—. Igual que ahora, no sé cuál hubiera sido tu reacción, pero lo habría hecho de todos modos porque desde que supe quién eras me fue imposible seguir odiándote y toda la fuerza de ese sentimiento se transformó en lo contrario… Llegué a odiarte más que a Voldemort, así que puedes imaginar la intensidad de lo que siento ahora y lo doloroso que fue perderte… y ya no quiero alejarme más, aunque conquistarte sea más difícil que entenderte, lo voy a hacer.
Severus, aún pálido por la sorpresa, se deslizó de su asiento hasta quedar sobre la alfombra frente a Harry y sin decir ni una sola palabra devolvió el beso. En esta ocasión fue más prolongado, ambos cerraron sus ojos disfrutando del contacto de sus labios. Por minutos sólo se escuchaban sus gemidos de placer, el dulce sonido de succión y lejanamente el crépito de las llamas en la chimenea.
Al separarse, Snape acarició la mejilla de Harry con el dorso de su mano y le sonrió de una manera tan tenue que apenas sí parecía sonrisa.
— Esta hubiera sido siempre mi reacción. —dijo en un suspiro.
— ¿Sientes lo mismo que yo?
— Harry… eso no importa, tienes que volver a casa, con tu novia que te espera.
— Ella no me espera, y no es mi novia ya. —aseguró inclinando su cabeza hasta apoyar su frente en la de Snape y cariñosamente tomar sus manos entre las suyas—. Se terminó.
— Tuvieron un hijo, es un lazo irrompible.
— Que está muerto. —dijo con un quebranto en su voz y Snape se apresuró a abrazarlo con fuerza, no quería verlo llorar nuevamente por su imprudencia.
— Habrá más, tendrá la familia que siempre deseó y quizá pronto llegue otro bebé… no sé, quizás un “Albus” —concluyó bromeando.
— Albus Severus. —dijo Harry con un suspiro.
— Me temo que “Severus” y “Weasley” no combinan bien.
— Lo sé… “Severus” sólo se escucha bien con “Snape”
Harry se apartó buscando la mirada de Severus, sonreía, pero sus ojos verdes tenían lágrimas de tristeza al recordar a su pequeño no nato.
— Potter, eso que dice…
— Siempre recordaré a mi James, lo amo y lo querré tener a mi lado cada segundo de mi vida, pero esa vida con Ginny se ha terminado, mi destino está contigo, Severus y ella ha sido la primera en entenderlo.
— ¿Por qué dices eso?
— Porque me ha enviado aquí y ella conocía mis sentimientos, ahora estoy seguro.
— No, imposible… ¿o es que se lo dijiste? —preguntó asombrado.
— No, pero hace unas semanas hubo un atentado en el Ministerio, estuve inconsciente por un par de días. No permitieron a Ginny cuidar de mí debido a su embarazo, así que Ron estuvo a mi lado en todo momento. Cuando desperté yo sentí que algo raro había sucedido, Ron no era el mismo de siempre conmigo y un día me lo confesó. Me dijo que me había escuchado llamándote, Severus, que lloraba por ti… ansiando verte una vez más.
— Eso no debió ser agradable para su amigo.
— No, Ron se condolía al saber que no amaba a su hermana, pero también por el descubrimiento de un dolor que había estado guardando en secreto. Recuerdo bien que dijo que si estuviese en sus manos evitar que continuara sufriendo en silencio, lo haría. No le di mucha importancia a sus palabras, sobre todo porque ambos creíamos que estabas muerto, pero después de la muerte de mi bebé lo encontré hablando con Ginny. Ellos guardaron silencio cuando me vieron y yo pensé que no querían entristecerme más por la pérdida del bebé, pero ahora sé que ese día algo los hizo hablar y realizaron sus propias conjeturas. La prueba está en lo que Ron me lo dijo al despedirse “Cada despedida precede un reencuentro, y tú, amigo, vas a una cita que debió ocurrir hace tiempo”
Severus permaneció unos minutos meditando esas palabras y en las sorpresas que depara siempre la vida para quienes no las espera, como él, que siempre pensó que Harry ya ni lo recordaba y vivía feliz con su destino, y ahora estaba ahí, otorgándole la mayor de las felicidades.
Volteó a mirarlo y notó que sus ojos verdes tenían una expresión de tristeza por su silencio. Su corazón se aceleró alarmado por su lentitud al responder, Harry sufría demasiado por su hijo y no pensaba ser él el responsable de acentuar más ese dolor, al contrario, lucharía con uñas y dientes por volver a ver esa mirada esmeralda tan reluciente como la recordaba.
— Creo que ese betún funciona muy bien. —dijo esbozando una picaresca sonrisa mientras se acariciaba la nariz que Harry había embarrado.
— Te amo, Severus, ámame también.
— Te amo, Harry… Hace dos años fingí mi muerte y no fue difícil porque me sentía morir al tener que resignarme a no tenerte a mi lado, pero hoy he vuelto a nacer. Mi mejor deseo de cumpleaños siempre serás tú.
— Y el mío cumplírtelo. Vine a despedir una vida que me fue arrebatada, pero en cambio me fue devuelta otra… y no pienso volver a perderla.
Severus levantó a Harry en brazos llevándolo a la cama mientras se besaban enamorados y afuera la tormenta volvía a arreciar, pero eso no les importaba, no tenían prisa por desenredar sus brazos del otro.
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FIN
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Yuki Fer As de oclumancia
Cantidad de envíos : 1504 Fecha de nacimiento : 07/04/1992 Edad : 32 Galeones Snarry : 108296 Fecha de inscripción : 30/07/2011
que bonita historia...triste por la perdida del pequeño james..pero hermosa porque al fin sev y harry estaran juntos como debieron haber estado desde un principio..n_n
lady_chibineko Duelista
Cantidad de envíos : 730 Fecha de nacimiento : 27/09/1978 Edad : 46 Galeones Snarry : 132108 Fecha de inscripción : 30/06/2011
Tema: Re: Reencuentro en despedida Lun Jun 15, 2015 12:22 am
Me has hecho llorar, pero también sonreír entre las lágrimas. Que hermosa historia, a pesar de la tristeza que ha envuelto casi toda la trama.
Por lo menos Harry, al igual que Severus, ya no perderán más... no ahora que se han encontrado.