La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 "Fix You"... por Meme_Snarry

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meme_snarry
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MensajeTema: "Fix You"... por Meme_Snarry   "Fix You"... por Meme_Snarry I_icon_minitimeDom Oct 23, 2011 6:12 am

Holaa! Pues aquí os dejo mi pequeña contribución, espero que os guste Smile


Título: Fix You
Autor: Yo misma (Meme)
Disclaimer: Ningún personaje me pertenece, son propiedad de Rowling y no gano nada con ello, excepto que los lectores me recompensen con sus comentarios =)
Advertencias: MUCHO azúcar, diabéticos estáis advertidos.
Nota del autor: Para este fic me inspiré en la canción "Fix You" de Coldplay, lo que está en cursiva son fragmentos de dicha canción.

Link aquí para Slasheaven

Historia participante en la Primera Convocatoria para la Celebración del Día Internacional del Snarry-23 de octubre de 2011








Severus Snape ya no podía más. Lo había intentado todo, pero estaba cansado de pelear. Estaba cansado de levantarse cada mañana sabiendo que de nuevo le tocaría luchar por demostrar lo indemostrable: que él no era malvado; y que había sido fiel a Albus Dumbledore hasta el final.

Sí, aún le dolía recordar al anciano amante de los caramelos de limón. Aún ahora, tres años después, tenía pesadillas que le afligían y no le dejaban dormir, donde su consciencia le atormentaba por haber levantado su varita contra el único que fue para él un apoyo, un mentor, un padre.

Pero ya no más. Se había pasado los dos años posteriores a la guerra en una lucha continua contra aquellos que aceptaron con reticencia la historia que Harry Potter explicó en su defensa, y que a pesar de aceptarla, nunca creyeron. Y ya no tenía fuerzas para más. Estaba agotado, sólo quería tomarse un descanso, alejarse de todo y esconderse en algún lugar donde nadie le conociera ni le rindiera cuentas por su pasado mortífago.

Aún ahora se sorprendía en pensar en Harry Potter. ¿Qué carajo había llevado a ese crío que se había pasado los últimos siete años de su vida odiándolo, a salvarlo de una muerte segura? Seguro que había sido por compasión y pena. Él no quería ni compasión ni pena, podía quedársela, no la necesitaba.

Cuando la guerra había terminado y el Mundo Mágico se había calmado un poco, resacoso de tantas fiestas de celebración, el muchacho había intentado hablar con él. Muchas veces, a decir verdad. Había ido a verlo a su antiguo despacho en Hogwarts – la ahora directora Minerva McGonagall había accedido a que Severus continuara con su trabajo como profesor, consciente de que aunque Severus no soportara los estudiantes era un pozo de sabiduría en cuanto a Pociones, y difícilmente encontraría alguien mejor para el puesto – lo había ido a ver a su casa en la Calle de la Hilandera, incluso se había presentado un día al finalizar las clases con la esperanza que el Slytherin no tuviera ninguna excusa para escaquearse. Pero siempre lo hacía.

Aun así, ¿para qué iba a verlo? ¿Para agradecerle el salvarle la vida durante siete años? ¿Para explicarle por qué razón le salvó la suya? No, Severus Snape no necesitaba ni gratitud ni explicaciones.

O de eso intentaba auto-convencerse, pero en su interior sabía que no era toda la verdad. En realidad estaba asustado por dos razones. Primero, tenía miedo de lo que Harry podía decirle, y también de que usara lo que ahora sabía sobre él en su contra. Jamás superaría el hecho de sentirse humillado por Harry, básicamente porque ahora él conocía todos los secretos de Severus. Y aunque en su fuero interno sabía que no era vengativo, siete años de odio acumulado son muchos años: ahora el Gryffindor tenía el arma perfecta para destruirle, si así lo deseaba.

Severus pensó en Lily, en lo que pudo haber sido y no fue, en su estupidez, rabia e insensatez. “Fue todo culpa mía, si yo no hubiera sido mortífago… Voldemort jamás hubiera sabido de la profecía…”. Sabía que ya no tenía caso pensar en el pasado y en los errores cometidos, pero sentía que no merecía ningún perdón. Cuando la guerra estaba a punto de terminar, pensó en descubrirse como fiel a Dumbledore. Morir, y con algo de suerte llevarse a algunos mortífagos en su camino. Porque ya no tenía fuerzas para más. Si no lo hizo fue por Harry, sabía que tenía que cumplir su papel hasta el final y darle la oportunidad al joven mago de destruir a Voldemort para siempre.

Y cuando por fin estaba a punto de morir, de alejarse del mundo y por fin descansar, el hijo de Lily no lo permitió, al igual que también impidió que fuera a la cárcel, testificando a favor de su inocencia y absolviéndolo de todos los crímenes de los que se le acusaba. Esa constancia en que lo absolvieran y lo consideraran inocente, esa firmeza que demostró en todos y cada uno de los juicios, y esas sonrisas que le enviaba y que intentaban infundirle ánimos y tranquilidad trastornaron completamente a Severus; provocando que algo cambiara en su forma de ver al que, por lo menos físicamente, parecía una copia exacta de James Potter.

No obstante, Severus Snape siempre había sido una persona muy hábil e inteligente, y no pasó demasiado tiempo hasta que la confusión inicial se disipó, rebelando lo que podría pasar si no ponía freno a ello. Tomó la decisión de encerrar esa bestia en su interior, intentando controlarla y no dejarla escapar. Era realista, sabía bien que físicamente no podría considerarse en nada atractivo, y las ojeras, canas y arrugas se habían acrecentado con los últimos años. Y no se consideraba un tullido emocional, a pesar de lo que el resto del mundo pensaba él era capaz de sentir, de querer y de apreciar el ser querido por alguien, pero sabía que jamás conseguiría el corazón de Harry Potter. Y siendo sincero consigo mismo, ya no tenía fuerzas para siquiera pensar en recibir su amistad. Además, ¡estamos hablando de Harry Potter, por las barbas de Merlín! Todo el mundo sabía el odio mutuo que se profesaban – públicamente, al menos – y aunque para él las cosas habían cambiado, estaba seguro que para Potter todo seguía siendo igual. Fuera lo que fuera la razón que le había llevado a salvarlo de prisión, sabía bien que Harry Potter jamás querría nada con Severus Snape, el murciélago grasiento de las mazmorras.


When you try your best but you don't succeed.
When you get what you want but not what you need.
When you feel so tired but you can't sleep.



Severus suspiró y se levantó de la cama, sabiendo que no podría dormir aunque lo intentara. Eran poco más de media noche, y sabía que ya tenía por delante otra noche en vela. Se puso sus zapatos y una gruesa capa encima del pijama, quería dar un paseo por los terrenos: siempre le venía bien pasear y sentir el aire frío en la cara, le despejaba la mente y le aligeraba un poco el alma; aunque después volviera a sentir ese peso en sus hombros que cada día era más difícil de sobrellevar.

Pero cuando abrió la puerta de su despacho, se encontró cara a cara con Harry Potter. Éste llevaba una túnica negra gruesa y una bufanda enrollada alrededor de su cuello, y tenía el puño levantado. Parecía que si Severus hubiera esperado un segundo más, se hubiera escuchado un leve piqueteo en la puerta.

- ¿Snape? ¿Dónde vas a estas horas?

- Sal de mi camino, Potter- escupió Severus cerrando la puerta e intentando apartarlo. Ni siquiera se molestó en preguntar cómo había llegado al castillo ni qué hacía allí a esas horas.

- No- dijo simplemente Harry. Se situó delante de él, impidiéndole dar un paso más- no voy a permitir que me evites más. Se acabó este juego, Snape. Vamos a tener una conversación como adultos civilizados, tú y yo.

- ¿De qué me estás hablando, niño del demonio? ¡Sal ahora mismo de en medio!- exclamó el Slytherin.

- ¡Snape, espera!

La mano de Harry se cerró en torno a la muñeca del profesor, intentando evitar que se marchara. Éste se detuvo en notar el tacto de la mano de su exalumno, y notó una extraña calidez que nacía en su muñeca y se esparcía por todo su cuerpo, una agradable sensación. El agarre de Harry no era fuerte, y sin embargo era suficiente para evitar que Severus diera un paso más. Notó una mirada penetrante, y en mirar a Harry a los ojos, no vio lo que esperaba ver. No vio compasión ni pena, sólo vio determinación y un fuego que parecía dispuesto a abrasarlo todo. Y fue en mirar a esos ojos, ese fuego, cuando se dio cuenta de qué estaba pasando. Y sintió el pánico nacer en sus entrañas.

- Suél… ta…me- susurró Severus, entrecortadamente. Harry lo soltó, más por la sorpresa de cómo había sonado la voz de su exprofesor, que por obediencia.

- Snape, ¿qué…?

No pudo decir nada más. Severus volvió a mirarlo, y se le cayó el alma a los pies cuando se dio cuenta de que los ojos de Severus, usualmente fríos y calculadores, estaban brillantes por las lágrimas que pugnaban por salir. Todo su cuerpo estaba en tensión, sus puños estaban tan crispados que tenía los nudillos blancos y se estaba haciendo daño en la palma.

- Snape…

Harry quiso dar un paso más, acercarse, tratar de entender qué ocurría, calmarle, consolarle. Decirle que, fuera lo que fuera, no estaba solo. Craso error. En cuanto vio por el rabillo del ojo la figura del mago acercándose, Severus dio media vuelta y comenzó a correr tanto como pudo. Las lágrimas ya bajaban por sus mejillas, pero nada le importaba ya, sólo quería correr y correr, alejarse de todo y de todos.

Cuando salió del castillo el aire frío le dio de lleno en la cara pero no se detuvo, corrió sin descanso hacia el Bosque Prohibido. Sentía los gritos de Harry, quién iba tras él, pero no quería ni podía parar. Estaba aterrado porque sabía que Harry Potter había ido ahí a ofrecerle su apoyo y amistad; pero en sus ojos refulgía algo mucho más poderoso y fuerte. Lo había visto en sus ojos, era la misma expresión que Lily Evans tenía cuando miraba a James. Y Severus Snape, ex mortífago, aquél que había mirado a Lord Voldemort a los ojos sin temblar ni asustarse, tuvo miedo de esa mirada. No tenía fuerzas para confiar, no era capaz de arriesgarse una vez más.
Se detuvo a recobrar aliento delante de un árbol que parecía milenario más que centenario de lo grande que era. ¡Maldita la hora en que no se podía aparecer en Hogwarts! Intentó tranquilizarse y calmar el rápido subir y bajar de su pecho; pero no pasó demasiado tiempo hasta que Harry le alcanzó, también con la respiración acelerada.

Severus dio un paso atrás, Harry entendió y se quedó dónde estaba, no quería que se alejara corriendo de nuevo.

- Snape- dijo, intentando recobrar el aliento- ¿qué ocurre?

- ¡Déjame en paz! ¡Aléjate de mí, no quiero volver a verte más!- gritó Severus con los puños cerrados.

El cerebro de Harry pensaba rápido, quería acercarse pero no quería asustarlo y sabía que la cercanía de alguien ponía nervioso a Severus. Sin embargo, había notado lo estático que se había quedado cuando le había cogido de la muñeca, sintiendo esa caricia. No sabía cuánto tiempo hacía que nadie tenía contacto físico con Severus, pero estaba seguro que hacía mucho.

En dos zancadas se situó delante de Severus, agarrando sus hombros. Éste abrió los ojos al máximo e intentó deshacerse, no queriendo pensar ni sentir lo que estaba sintiendo, esa agradable sensación en el estómago que volvía a tener, ese calorcito que se esparcía por todo su cuerpo gracias a ese contacto.

Sin embargo no tardó en dejar de forcejear, bajó su rostro y sus ojos se cerraron con fuerza, rindiéndose. Las lágrimas volvieron a salir, se sentía tremendamente impotente al no poder luchar contra eso que Harry le hacía sentir. Una mano del ojiverde viajó hacia su rostro y comenzó a acariciar su mejilla lentamente, limpiándole las lágrimas con caricias extremadamente suaves.

- Sé lo que sientes, Snape. Y no tienes por qué dejar de sentir este calor- susurró Harry dejando que sus palabras penetraran en su cerebro- no tienes que temer a que llegue ese día. Sé que estás asustado pero puedes abrirte a mí. No voy a alejarme ni a hacerte daño.

- No… no puedo.

Los labios de Harry dibujaron una tibia sonrisa y la mano que antes había estado en el hombro del pocionista viajó por la espalda, acercándolo a él, hasta que sus cuerpos estaban el uno contra el otro. Podía notar el calor emanando del cuerpo de Severus a pesar del frío invernal, podía notar su corazón retumbando contra su pecho, acelerado, cómo el suyo. Su sonrisa se ensanchó mientras posaba su barbilla en el hombro de Severus, aspirando su olor y cerrando los ojos.

- No es justo para ti que estés solo, Severus- susurró el joven- te mereces mucho más que esto.

El profesor no dijo nada, sólo cerró los ojos y suspiró, escondiendo su rostro entre los pliegues de la túnica de Harry. Por un lado estaba aterrorizado y agotado, no tenía fuerzas para abrir su corazón y volver a arriesgarse a ser herido; pero por el otro deseaba tanto sentir un poco de calor después de tantos años de soledad y sufrimiento, que no sabía qué hacer. Estaba en una encrucijada.


Lights will guide you home
and ignite your bones.
And I will try to fix you.



Harry entonces soltó a Severus completamente y lentamente se apartó un poco de él. Éste se quedó sin hacer nada, su mente asimilando ya un rechazo, pero Harry sonrió extendiendo su mano.

- Vamos, hace frío.

Severus miró la mano que Harry le tendía, observándola mientras pensaba. Era ahora o nunca, una vez tomara una decisión no había vuelta atrás. Y la tomó. Harry sonrió cuando Severus agarró su mano con fuerza, tal vez queriendo asegurarse que iba a estar allí. Le devolvió el apretón con vehemencia: iba a estar allí, era una promesa.

Ambos comenzaron a andar hacia el castillo, y al llegar Severus siguió su camino hacia las mazmorras, Harry simplemente caminó junto a él, sin dar ninguna señal de querer ir a ningún otro lugar. Sus manos seguían unidas y el silencio era extrañamente cómodo entre ellos, como si esos años que se habían pasado odiándose el uno al otro no hubiesen existido nunca, como si nada del pasado importara y sólo tuviera importancia el futuro que ambos tenían por delante.

Al llegar Severus susurró la contraseña y la puerta se abrió, aunque se apartó para dejar pasar a Harry primero. Éste lo hizo, agradeciendo el gesto, y se dirigió hacia el sillón al lado de la chimenea. Allí se quitó la bufanda y túnica y se sentó, esperando a que Severus se quitara la capa y se sentara a su lado.

Severus estaba bastante confuso, se había pasado la vida intentando esconder sus emociones y pensamientos, ocultándolos de todo y de todos, escondiéndose entre la oscuridad de sus túnicas, creando muros y murallas a su alrededor. Y ahora estaba en sus aposentos con Harry Potter, quién tan pronto como se había sentado a su lado había cogido su mano y había comenzado a acariciar sus dedos distraídamente.

Harry Potter. ¿Quién le mandaría a él fijarse en semejante persona? Cómo si no fuera difícil con cualquier otra persona por su propio carácter y pasado, tenía que haberse fijado en un héroe, idolatrado por todo el Mundo Mágico. Todo parecía estar en su contra.

Sabía muy bien lo que él sentía. No tan sólo era deseo, era mucho más que eso. No sólo pasaba las noches deseando que ese cuerpo escuálido y siempre algo bajo para su edad estuviera a su lado, sino que deseaba llegar a sus dormitorio después de un largo día de clases y que Harry le estuviera esperando con una sonrisa y que le recibiera con un beso. Deseaba sentir que su corazón no estaba herido y maltrecho, sino que se encontraba sano, lleno de amor por dar y por recibir. Deseaba saber que contaba con alguien que le comprendía, le escuchaba y le quería, y deseaba también ser la persona a quién acudiría ese joven de ojos verdes que había devuelto la paz al Mundo Mágico por segunda vez, la persona más importante para él. Deseaba, ahora más que nunca, ser feliz y ver que allí donde se dirigía cada día después de una jornada de trabajo era, realmente, un hogar.

Pero no se atrevía a imaginar en algo más con Harry, porqué ni siquiera sabía qué razón le había traído allí, a estar con él en las mazmorras cuando podría estar en cualquier lugar mejor y con una persona mejor.

- Severus…

La voz de Harry hizo que levantara la mirada. Allí estaba, esa sonrisa dulce y esa mirada tan llena de ternura y comprensión. ¿Realmente podía él sentir algo así por un ex mortífago?

- Quiero que seas sincero conmigo. ¿Por qué no?

- Porque ya no tengo fuerzas para volver a confiar, Potter- susurró, ni siquiera esforzándose en pensar un ácido comentario y escabullirse de la pregunta. Quería ser sincero con él, por una vez- no tengo nada que valga la pena, no soy nada ni tengo nada que ofrecerte.

- Sí lo tienes Severus, tienes algo que es de valor incalculable- dijo Harry poniendo una mano bajo su barbilla y levantándole el rostro- Esto- dijo, situando su mano en el pecho de Severus, justo encima del corazón- el corazón que late ahí dentro es mucho más valioso de lo que crees.

Severus cogió la mano de Harry fuertemente y cerró los ojos, como quién se agarra a su tabla de salvación. Harry por su parte alargó su otra mano y acarició el cabello de Severus, colocándolo gentilmente detrás de su oreja. Severus sentía su propio corazón retumbar aceleradamente, abrió los ojos contemplando al que para él era el ser más maravilloso de la faz de la tierra. Estaba allí, delante de él, y le estaba pidiendo entrar en su vida.

La bestia que tenía encerrada en su interior luchaba, pugnando por salir. Su corazón latía desbocado, deseoso de sentir, de amar y sentirse amado, de proteger y sentirse protegido. Miró a los ojos de Harry, con ese fuego que destellaba en ellos, refulgiendo la fuerza y la pasión que había en su interior. ¿Podía ser posible un lugar donde existiera la felicidad, donde pudiera amar a una persona sin necesidad de hacerlo en las sombras? ¿Podía ser posible? ¿Valía la pena arriesgarse?


When you're too in love to let it go
but if you never try you'll never know
just what you're worth



Lentamente se acercó un poco más a Harry. Él estaba quieto, observándolo y permitiéndole hacer. Severus alargó una mano, acariciando el rostro del joven con mucha suavidad. Las yemas de sus dedos acariciaban la mejilla de Harry, y Severus volvía a sentir esa agradable sensación extendiéndose por todo su cuerpo. Los ojos de Harry estaban clavados en los suyos, los miró y en verlos de nuevo brillar, con la pasión casi desatada, supo que ya no había marcha atrás, pues sentía ese mismo fuego en su interior.

El rostro de Severus se acercó al del joven mago, hasta que la nariz del pocionista acarició con suavidad la suya. Severus sentía el aliento de Harry muy cerca, podía sentir su corazón, el calor emanando de su cuerpo, el leve temblor de sus manos que estaban ahora apoyadas en su pecho. Lentamente acercó sus labios a su rostro, hasta que chocaron contra su mejilla. La piel era varonil, podía notar la incipiente barba de Harry en sus labios, y aunque era una sensación nueva para él no era para nada desagradable, al contrario. Alejó sus labios un par de milímetros, pero rápidamente volvió a acercarlos y a besar la piel del Gryffindor, primero la mejilla, sien, frente, nariz y viajando hacia la otra mejilla.

Casi sin darse cuenta, los labios de Severus se posaron en la comisura de los labios de Harry. Eso les envió a ambos una descarga eléctrica, y Severus ya no quiso poner más freno a lo que estaba ocurriendo. Se acercó de nuevo, deteniéndose a escasos milímetros de distancia de los labios de Harry, observándolos. Éste tenía la boca entreabierta, esperando ese beso que parecía que nunca llegaría, la lengua de Harry salió para humedecer los labios. Y entonces Severus no pudo contenerse más, y cerró la distancia que los separaba.

Cuando los labios se rozaron fue un momento electrizante. Ambos sintieron sus cuerpos temblar, y la mano de Harry viajó hacia la nuca de Severus, acercándolo más todavía a él y transformando un simple roce en algo más profundo. Los labios de Severus se entreabrieron y la lengua de Harry penetró en la cavidad, recorriendo toda la estancia con parsimonia, deteniéndose en ciertos recovecos. Pero la lengua de Severus clamaba por un contacto íntimo y la de Harry no se hizo esperar, después de una caricia tentativa, la lengua de Severus comenzó a acariciar la de Harry, hasta que el oxígeno comenzó a hacerse indispensable.

Cuando se separaron, Harry miró a Severus a los ojos, para no perderse ni un detalle. La máscara de frialdad ya no estaba allí, y podía leer perfectamente todo lo que Severus había sentido. Había una mezcla de miedo, pasión y deseo, pero sobretodo había felicidad. Ese beso le había hecho feliz, le había hecho sentir algo que jamás había sentido, le había hecho encontrar de nuevo algo por lo que seguir. Le había dado una razón para continuar.

Harry entonces se levantó, tendiéndole una mano al hombre que seguía sentado en el sillón. Éste la cogió y se levantó, mientras Harry le guiaba hacia su propio dormitorio. Una vez allí, Harry abrió con absoluta libertad el armario de Severus y escogió un pijama negro (como todo lo que había en el armario, de hecho). Lentamente, como una dulce tortura, comenzó a quitarse la ropa que llevaba, quedándose poco a poco desnudo. Luego, con la misma parsimonia se abotonó la camisa del pijama y se puso los pantalones, sus labios dibujando una sonrisa traviesa en ver la expresión de deleite que Severus tenía en su rostro.

Luego se acercó a él, pasando sus brazos por la espalda de su exprofesor, hasta que el pecho chocó con el de Severus.

- Eres cruel, Potter- susurró Severus- eres cruel por darme algo que tanto deseo; sabiendo que esto será otro sueño más, tan real que hará que cuando me despierte quiera morir, sólo para seguir soñando eternamente.

- A veces nuestros sueños se hacen realidad, Severus- susurró Harry- y mañana cuando te despiertes voy a estar aquí. Voy a estar aquí siempre. Ni tu testarudez va a conseguir apartarme de ti, ahora ya no.


Ambos se tumbaron en la cama, dejando que sus manos exploraran y acariciaran todo lo que quisieran, dejando que sus labios besaran y adoraran todo lo que les placía; y dejando que sus cuerpos hablaran un idioma que sólo ellos entendían.



FIN
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