alisevv
       
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 | Tema: Death Eater takes a Holiday. Capítulo 9. Ron es rojo, Harry azul (literalmente)  Dom Abr 12, 2009 2:55 pm | |
|  Death eater takes a holiday
Capítulo 9 Ron es rojo, Harry azul (literalmente) Algún tiempo después, Harry empezó a despertar, acostado en la cama, inmóvil, en ese estado de semi inconsciencia en que no estás lo suficientemente despierto hasta que escuchas o sientes algo que te confirma que no estás soñando. No podía recordar su sueño, lo cual era una buena señal. No tenía razones para levantarse, no había clases a las que asistir, y la cama se sentía tan, tan cómoda.
Suaves labios rozando contra los suyos.
—Mmm—suspiró.
“Lindo sueño”, pensó, hasta que los labios dejaron su boca y siguieron el camino hasta su cuello. Abrió los ojos lentamente para ver una despeinada cabeza de cabello negro. Lentamente, Sev arrastró la ardiente lengua a lo largo de su clavícula.
>>Pensé que eras un sueño—musitó, somnoliento, pasando sus dedos entre los desordenados mechones de Sev—. Un sueño muy bueno—lo atrajo para besarlo, lo que no quería decir que no estaba disfrutando profundamente lo que el otro chico estaba haciendo con su pecaminosa lengua—. Desafortunadamente—un beso—, tienes que irte—otro beso—, antes que Ron se levante—un beso más.
—De cualquier forma, no le gusto a Ron— comentó el Slytherin, regresando al cuello de Harry, consiguiendo un gemido de éste.
—Ése no es el punto; se lo prometí, debes irte—la asombrosa lengua subió por el cuello hasta tomar el lóbulo de la oreja—. Ahhh, si sigues así no voy a ser capaz de decir que no.
—Ésa es la idea— respiración ardiente contra su cuello.
—Ésta será mi defensa el lunes, no pude resistirte— bromeó Harry, quien en ese momento tiraba de un boxer. Sev sabía que Ron significaba mucho para él y no quería empezar a crear problemas, así que le dio otro beso en los labios y tomó su ropa.
—Me iré. ¿Te veo allá abajo más tarde?
Harry sonrió y le lanzó su boxer. Después de un largo y apasionado beso, se despidieron, lo cual era un poco tonto dado que, en una hora más o menos, se volverían a encontrar en la sala común.
Harry se volvió a acostar por un rato, pensando un buen tiempo en la noche que acababan de compartir, y en cuál sería la reacción de Severus cuando la semana hubiera terminado. Tendría que jugar bien sus cartas, si quería llegar a conocer mejor a su Profesor de Pociones.A pesar de la almohada sobre su cabeza, Ron escuchó el sonido del repiqueteo de los viales con pociones mientras Harry separaba el frasquito medio vacío.
—¿Ron?
—¿Humm?
—¿Estás bien?—el pelirrojo retiró la almohada de su cabeza y se sentó, frotándose la cara—. ¿Podemos hablar?
Ron se veía cansado. No estaba seguro de qué decir, y agradecía a su cansancio, que lo resguardaba de perder el control aún más.
—Cuando dije que trataras de conseguir algo de Snape, me refería a su segundo nombre, o a algo vergonzoso, nunca esperé que te relacionarías con él—comentó, incrédulo—. ¿En qué estabas pensando? Va a matarte y yo no voy a ser capaz de detenerlo.
—Estaba pensando en que él es alguien a quien vale la pena conocer mejor—Harry tomó una almohada y se sentó con la mejilla descansando sobre ésta, mirando a su amigo—. Me gusta pasar tiempo con él; nos divertimos, hablamos, él me gusta—suspiró sobre su almohada—. La primera vez que lo vi, descubrí este chico que no sólo es ardiente, sino que no sabía quién era Harry Potter. Fue un sueño hecho realidad.
—Todo eso está muy bien, Harry, pero ¿que pasará cuando llegue el lunes y tu sueño se convierta en tu peor pesadilla?
—Estoy trabajando en eso.
Ron quería sacudir a su amigo hasta imbuir algo de sensatez en él, pero estaba demasiado cansado, y además, ¿qué sentido tenía a esas alturas del juego? Ya habían estado juntos y la semana casi terminaba. Odiaba admitirlo, pero era tan agradable ver a Harry contento. No deseaba que llegara la siguiente semana.
—¿Cuándo averiguaste que Snape era gay?
Harry casi rió, Ron no podría reconocer un hombre gay ni aunque su vida dependiera de ello.
—La primera noche que nos presentaron—los ojos del otro se abrieron con incredulidad—. Antes que bajáramos a cenar, me besó— comentó, pensando en ese primer beso con aire soñador.
—Demonios, ¿no había pasado ni una hora y ya estaban besuqueándose?—Harry sonrió, avergonzado—. No perdiste el tiempo, putito—bromeó.
Harry elevó una ceja.
—¿Igual que tú y aquella chica que conociste en el verano después de nuestro cuarto año?
Ron sonrió, con un ligero tinte rosado en las mejillas.
—Ella me estaba usando para conseguirte. ¿Quién era yo para rechazarla? Me quería para sujetarte y estaba muy animada.
—Si mal no recuerdo, dejaste que se animara durante dos semanas antes de informarle que yo no estaba interesado.
—Tuve que fingir que lo estaba intentando—rió Ron—. Si ya hubieras salido del closet, piensa lo que me hubiera perdido.
—Si hubiera salido del closet, Dumbledore no hubiera dejado a Sev quedarse en nuestros dormitorios, o al menos nos hubiera presentado antes. ¿Notaste que, sin supervisión, no nos hemos reunido con las chicas en toda la semana?
—Gracias a Merlín, la McGonagall adolescente es completamente aterradora—señaló Ron, y Harry se echó a reír
—Creo que ella nos estaba coqueteando, ¿imaginas cuan estúpida se sentirá el lunes?
—Harry, si ella se va a sentir estúpida por el flirteo, cómo crees que se sentirá Snape—de repente, Ron se puso muy serio y Harry lo imitó—. ¿Recuerdas el pacto que hicimos el último año? Dijimos que estaríamos aquí uno para el otro, y juramos no mirar a donde no nos correspondía. No más cámaras secretas ni más aventuras. Y conseguimos pasar todo el sexto año sin meternos en nada peligroso.
—Si, permanecimos todo el año a salvo, y en lugar de eso, Voldemort vino a mi casa durante el verano.
Ron se encogió un poco.
—No puedo discutir eso, pero prometimos no permitir que el otro hiciera nada estúpido. Sev no es Snape. ¿Qué crees que va a pasar la semana que viene?
—No lo sé, pero Sev es Snape, sólo que no lo conocemos bien.
—Maldición, Harry, ¡el ni siquiera se conoce bien a si mismo! ¿Qué edad crees que tiene ahora? ¿Diecisiete? ¿Dieciocho? No va a seguir siendo el ‘ardiente Sev’, no vas a ver el mismo cuerpo adolescente.
Harry pareció herido.
—No, su cuerpo será diferente, pero eso no es lo único, ¿sabes?—gritó Harry, señalando con sus brazos a su propio cuerpo.
Ron cerró los ojos, reprendiéndose mentalmente por haber dicho algo tan estúpido.
—Lo siento, Harry, no pensé antes de hablar. Pero, ¿cuánto crees que pudiera cambiar un hombre en catorce años o así? ¿Alguien que cambió lo suficiente para unirse a Voldemort y convertirse en espía de Dumbledore? ¿Cuánto, posiblemente, habrá perdido de Sev?
—Necesito descubrirlo, Ron, y creo que vale la pena intentarlo—concluyó Harry con tranquilidad.
Ron deseaba discutirle el punto con desesperación, no quería que su amigo pasara por un dolor innecesario, pero no podía evitar pensar en cuan feliz se veía en los brazos de Sev. No discutiría, pero tendría que recoger los pedazos más adelante, si era necesario.Filius y Sev estaba sentados en la sala común, conversando; el mago pequeño estaba especulando sobre lo que hacían para vivir antes de llegar allí, pero Severus no le estaba prestando mucha atención. Había buscado a Harry al momento de llegar al lugar y desde entonces no había tenido mente para nada más. De hecho, Harry le había dado un montón de cosas en que pensar. Sev escuchaba, manteniendo un ojo en las escaleras por donde aparecerían unos ojos verdes.
Cuando un par de pies asomaron en el escalón más alto, levantó la vista para encontrarse con que Ron estaba entrando en la sala común. Harry venía justo detrás, hundido en sus pensamientos; su expresión cambió rápidamente al ver a Sev al otro extremo del recinto, mirando hacia él.
“Su sonrisa ilumina la habitación”, pensó Sev, regresándole dicha sonrisa.
—Tengo hambre—anunció Ron, a nadie en particular.
—El desayuno terminó hace una hora— le informó Filius.
Ron se encogió de hombros.
—Podemos ir a las cocinas, no es contra las reglas a menos que sea después del toque de queda.
Diez minutos después, cuatro adolescentes estaban atiborrándose de pastelillos y cosas así. Dobby había traído a Harry un gran plato de huevos revuelto y un gran montón de tocineta crujiente. Sev se divertía viéndolo sumergirse en su comida. Harry comía tan a gusto la tocineta, que parecía saborear cada pedacito.
—Entonces, Severus, ¿vas a decirnos cómo es ella?—preguntó Filius, llevando una frambuesa a su boca. El aludido pareció confundido.
—¿Disculpa?
Filius no contestó enseguida. Sonrió maliciosamente mientras terminaba su fruta.
—No viniste a dormir anoche y hoy tienes esa mirada en la cara—dijo al fin, con desenfado.
—¿Qué mirada en mi cara?—preguntó Sev, con el comienzo de un pequeño fulgor.
—Apenas he visto tu sonrisa en días y ahora estás… bien, obviamente, conseguiste follar.
Severus abrió los ojos de par en par, Filius rió y Harry se atragantó. Dobby saltó detrás de la silla de éste último y lo golpeó en la espalda, al tiempo que se unía a la conversación.
—Oh, sí, Señor Snape, está resplandeciendo, señor—Harry siguió tosiendo y Dobby continuó dándole palmaditas mientras charlaba—. Ahora está ruborizado, señor.
Los labios del Gryffindor se estaban poniendo azules.
—¡Ey!—gritó Dobby, cuando Severus se abalanzó sobre él. Lanzó a la criatura al piso y colocó sus brazos alrededor de la cintura de Harry. Cerró sus manos en puños y las puso justo sobre el ombligo, y el alimento fue desalojado con un poderoso apretón.
—¡Bien hecho!—vitoreó Filius—. Me temo que mis brazos no son lo suficientemente largos para hacer la maniobra Heimlich.
Ron al fin cerró la boca, que había estado abierta desde el momento que escuchó ‘conseguiste follar’ hasta el momento que vio el pedazo de alimento salir de la garganta de su amigo y cruzar la mesa volando.
Afortunadamente, la confusión fue suficiente para que olvidaran la pregunta de Flitwick sobre quién era ella.
Harry agradeció que nadie le sugiriera ir con Madame Pomfrey. Filius, sintiéndose algo culpable de que su comentario hubiera tenido ese efecto en él, le entregó un vaso de agua. El Gryffindor bebió lentamente, inclinándose hacia la cálida mano de Severus, que frotaba su espalda.
Dobby aceptó irse sólo después que Harry lo convenciera de que estaba bien, y de recibir una fiera mirada de Severus. Pronto, todos estuvieron afuera, tomando algo del muy necesitado aire fresco.
Sev caminó cuidando no acercarse demasiado a Harry; ya era bastante malo que Filius hubiera comentado sobre él teniendo sexo, para que ahora fuera a averiguar que había sido con Harry. No sabía cuál era su relación con el pequeño mago, y ya Harry estaba bastante preocupado sobré qué pasaría con su relación a partir del lunes. Debía ser cuidadoso.
Ron estaba agradecido de la oportunidad de acercarse a Harry, para variar. Permaneció hundido en sus pensamientos todo el tiempo, mientras recorrían el castillo rumbo al exterior. Quería decir algo, pero no sabía qué. Harry, que lo conocía demasiado bien, se dio cuenta que su amigo había estado muy preocupado desde que habían abandonado las cocinas.
—¿Qué ocurre, Ron?—como respuesta recibió un encogimiento de hombros—. ¿Estás alucinando por mi relación con Severus?
Ron estiró la cara.
—Bien, sí, pero no es eso—no lo miró a los ojos—. Harry, hice el pacto de estar aquí para ti, practicando contra maldiciones y esas cosas—hizo una pausa, inseguro. Harry asintió, animándolo a continuar.
>>Es sólo que aquí estamos, tratando de prepararnos para lo peor, como que los Mortífagos ataquen, o al menos que Malfoy intente maldecirte, y resulta que no soy capaz de protegerte de unos huevos revueltos—declaró con tristeza.
Harry hizo su mayor esfuerzo para evitar reírse ante el pensamiento de los ‘huevos malvados’
—Ron, estamos aquí el uno para el otro, pero eso no significa que debas responsabilizarte por mí en cada cosa que me pase. Si Sev no me hubiera ayudado, tú lo habrías hecho. En última instancia, me hubieras arrastrado con Madame Pomfrey y yo hubiera estado bien. No te preocupes, estarás bastante ocupado ayudándome el lunes, cuando se desaten todos los infiernos.
Ron puso los ojos en blanco y Harry supo que estaría bien.
Los cuatro detuvieron su paseo cuando divisaron un grupo de chicas adelante, acostadas sobre mantas, tomando el sol. Madame Pomfrey estaba inclinada contra un árbol, disfrutando un libro a la sombra. Llevaba una pamela de ala ancha, y los chicos encontraron cómico el cambio de la cofia que usaba en la enfermería. Las chicas habían notado su llegada, y lanzaban risitas ocasionales al tiempo que los miraban.
Filius Flitwick paseó hasta la orilla del lago y comenzó a hacer saltar piedras en su superficie. Ron y Harry encontraron muy gracioso ver al profesor tratando de impresionar a las chicas. Aunque Filius lucía más joven, acostumbraba lucir mucho vello facial como adulto, lo cual ocultaba parte de su rostro; así, no se veía muy diferente a como los Gryffindors estaban acostumbrados.
Era divertido ver a su forma juvenil actuar como el adolescente típico. Ron se levantó del césped para reunirse con su profesor a hacer saltar las rocas. El pelirrojo no estaba interesado en impresionar a las chicas, Hooch y McGonagall incluidas, pero empezaba a sentirse incómodo estando al lado de Harry y Severus, sintiendo que estaba de lamparita. Sabía que sería la primera vez que estuvieran solos desde que habían abandonado la cama esa mañana. Ron puso todo su empeño en no avergonzarse ante ese pensamiento.
Internamente, Harry agradeció a su mejor amigo por darle algo de privacidad, al tiempo que sonreía a Sev.
—Lo hiciste de nuevo—una expresión de confusión apareció en el rostro de Sev—. Salvaste mi vida.
El chico reflexionó un momento sobre eso.
—Fuiste tu quien salvo la vida del elfo doméstico—sonrió—. Seguramente, lo habría matado de no haber estado tan preocupado porque te estabas poniendo azul.
Ahora, Harry enrojeció y le agradeció. Severus quitó importancia, comentando que era el que estaba más cerca y cualquiera de los otros hubiera hecho lo mismo en su lugar. Harry se inclinó hacia él en un gesto inocente, como si le fuera a contar un secreto en susurros.
—Te lo agradeceré apropiadamente más tarde—musitó, deslizando su lengua por el lóbulo de la oreja de Sev, quien se estremeció cuando sintió los labios del otro sobre su piel—. Lástima que las chicas estén mirando—continuó, mirando hacia ellas.
Habían estado observando a Filius y Ron lanzando piedras al lago. No resultaba una sorpresa que Filius fuera bastante bueno. La altura de su brazo de lanzar estaba cuatro pies más cerca del nivel del agua, lo que lo hacía mucho mejor que Ron. Las chicas seguían mirando a los dos magos de cabello oscuro.
—El truco es…—comentó Severus, apuntando con su dedo en dirección a las jóvenes— dejar que ellas piensen que estamos cuchicheando sobre ellas.
Como dándole la razón, al momento en que Sev apuntó su dedo y susurró al oído de Harry, emergieron varias risitas del pequeño grupo.
Harry deslizó su mano sabre la de Severus. Largos dedos delgados bajo los suyos.
—¿Quieres que vayamos a algún sitio más privado?— preguntó Sev con esa voz, la que hacía que todo el cuerpo de Harry se derritiera en el césped bajo él; la mayor parte de su cuerpo. Otras partes tenían sus propias ideas. Severus sonrió al escuchar el gemido que escapaba del sexy muchacho a su lado.
—Hmm, me encantaría, pero no. No tendré esta ocasión de nuevo y no quiero perder la oportunidad de sentarme contigo en el césped, frente al lago, sin importarme el mundo que nos rodea.
—Harry, ¿por qué estás tan seguro que te voy a odiar el lunes?
El Gryffindor se entristeció; sabía que esto no sucedería nuevamente.
—Realmente, no lo estoy. Espero que no. La verdad es que, incluso si tú decidieras no arrepentirte en absoluto, tendríamos que ser muy discretos con nuestra relación.
—Si estás preocupado por mí, no lo hagas. Estoy bastante seguro que Dumbledore conoce mis preferencias. ¿Estás preocupado por cómo lo tomarán tus amigos y parientes?
—Es mucho más complicado que eso. Mis amigos más cercanos ya te conocen, y ya te aseguré que mis parientes no serán un problema. Después que tú me sacaste de allí, Dumbledore les hizo firmar un contrato mágico donde se comprometían a no dañarme en forma alguna, incluyendo no dar información alguna que pudiera conducir a herirme. Es mucho más complicado que sólo salir del closet—Harry suspiró—. No puedo creer que ya sea jueves.
Como Madame Pomfrey había caído dormida bajo el árbol, una de las chicas más emprendedoras del grupo se levantó para ir a hablar con uno de los cuatro magos.
—La privacidad me está pareciendo mejor idea cada vez. ¿Vamos a dar un paseo?—propuso Harry. Severus no perdió tiempo y se levantó. Dejaron que Filius y Ron esquivaran a las chicas y ellos se sumergieron en un jardín cercano.
Última edición por alisevv el Dom Ene 24, 2010 4:25 pm, editado 1 vez | |
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