La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Un mes para el recuerdo... Juno Snape...16 de mayo

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Juno Snape
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Juno Snape


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MensajeTema: Un mes para el recuerdo... Juno Snape...16 de mayo   Un mes para el recuerdo... Juno Snape...16 de mayo I_icon_minitimeJue Mayo 16, 2013 8:17 pm

a) Título del fanfic: Lluvia
b) Autor (a): Troyana
c) Link a la historia: http://www.slasheaven.com/viewstory.php?sid=30206
d) Fragmento que deseen recordar del fanfic en cuestión.
- ¿Dónde están tus deberes, Potter? –preguntó con voz deliberadamente fría.

Weasley parecía querer asesinarlo, pero Snape lo ignoró olímpicamente. Potter, en cambio, le dirigió una simple mirada.

- No los tengo, señor.

Justo como sospechaba.

- Así que no los tiene –repitió Snape lentamente. Algunos Slytherin rieron por lo bajo-. Y dígame, señor Potter, ¿qué fue lo que le hizo, en todo el día de ayer, ser incapaz de completar sus deberes de Pociones?

El muchacho frunció el ceño y desvió los ojos hacia otro lado.

- Tuve entrenamiento de Quidditch.

Severus estuvo a punto de creérselo. De verdad. Si Potter no le hubiese esquivado la mirada, se lo habría tragado por completo.

Pero Potter nunca le esquivaba la mirada. Potter era demasiado Gryffindor, demasiado Potter como para temer la mirada del imbécil y grasiento profesor de Pociones. Tenía que tener un motivo para que no le mirase.

Y entonces, y sólo entonces, Severus volvió a acordarse de la lluvia.

Sonrió de medio lado.

- ¡Entrenamiento de Quidditch! ¡Extraordinario! –exclamó, casi con deleite- Y dígame, Potter, ¿suelen tener entrenamiento de Quidditch cuando hay una tormenta? Semejante dedicación en un equipo sería algo admirable…
El chico Potter frunció ligeramente el ceño, todavía sin mirarle, y no dijo nada.
(...)
- Estoy intentando explicarle por qué no hice los deberes, señor; sólo haga el favor de responderme –dijo el muchacho suavemente-. Repito, ¿sabe dónde vivo?
Snape frunció el ceño.

- Creo recordar que el director le envió con unos parientes muggles.

Potter asintió.

- Pero no es eso a lo que me refería –dijo, sonriendo-. ¿Sabe dónde está la casa?

- No, Potter, no tengo la más remota idea –respondió Snape malhumorado-. Y tampoco sé qué tiene que ver esto con que no haya traído los deberes.

El muchacho pareció ignorarle por completo.

- Mis tíos viven en Surrey, señor –le dijo-. En el número cuatro de Privet Drive. Surrey está más o menos a unas tres horas de Londres en coche. ¿Conoce los coches?

Snape asintió. No era totalmente ignorante del mundo muggle. De pequeño había vivido en él un tiempo.

- Surrey tiene un tiempo horrible –dijo Potter lentamente-. El río pasa por la parte oeste de la ciudad. El ambiente siempre está cargado de humedad; lo puedes oler en el aire en casi cualquier estación, menos en verano. En verano siempre hace un calor sofocante.

Severus no dijo nada. Potter seguía mirando fijamente el pergamino del castigo y se mordía el labio inferior, pensativo.

- A veces, en Surrey llueve –continuó-. Es una lluvia muy fina, señor, que casi no moja nada. A mí siempre me ha gustado la lluvia –sonrió de medio lado-. Pero la lluvia fina no asusta a los matones, ni tampoco los hace quedarse en su casa. Pueden seguir buscándote bajo la lluvia fina porque no molesta nada. Y mi primo sabía que si yo llegaba a casa con la ropa manchada de barro me ganaría un castigo.

Snape se le quedó mirando fijamente.

- ¿Qué quiere decir con eso, Potter? –inquirió en voz baja. El chico negó con la cabeza.

- Nada. Sólo que prefería con diferencia cuando llovía mucho. En Surrey… no sucede muy a menudo, pero a veces cae un chaparrón enorme. ¿Sabe a lo que me refiero? –no esperó una respuesta- Cuando llovía mucho, podía ir adonde quería durante horas. Nadie me iba a buscar a la calle, ni tampoco había oportunidad de que me encontrase con alguien. Todos estaban en casa, enfrente de la tele y preguntándose cuándo iba a parar de llover.

Después, sonrió inesperadamente.

- Ayer cayó un verdadero diluvio –dijo con voz risueña.
Snape intentó no estremecerse cuando se encontró con sus ojos brillantes.

- ¿Por qué no hizo sus deberes? –preguntó, por última vez. Tenía la garganta extrañamente seca.

- Porque me pasé toda la tarde en el campo de Quidditch, andando bajo la lluvia –respondió el chico sencillamente-. Nadie estaba lo suficientemente loco como para ir allí con la que estaba cayendo. Así que tuve todo el campo para mí solo. Sé que debería haber hecho los deberes –añadió, como medio disculpándose-, pero cuando volví a la sala común ya era muy tarde.

Snape le miró fijamente con incredulidad. Potter no le estaba hablando con resentimiento, como normalmente hacía, sino que su voz se había suavizado, y casi le miraba con ilusión latente.

No hacía falta ser un genio para darse cuenta de que el muchacho hablaba totalmente en serio.

Carraspeó, un poco perdido, y bajó la vista al casi olvidado trabajo de Potter.

- Continúe con la redacción –dijo, tras unos momentos de silencio.

(...)Llovía.

Abundantemente.

Severus se quedó pensativo unos segundos, mirando la lluvia por la ventana en el pasillo oscuro. Después, lentamente, se dio la vuelta. Tomó las escaleras que bajaban, un piso, otro, y cruzó el Gran Comedor como en un sueño.

Cuando llegó al vestíbulo, vio que las grandes puertas que daban a los jardines de Hogwarts estaban abiertas.
Y (más extraordinario todavía), una capa de invisibilidad estaba tirada en el suelo, medio escondida detrás de una de ellas.

Con los grandes portones abiertos de par en par, se podía oír el bramido de la lluvia a la perfección. Severus escrutó los oscuros jardines frente a él durante unos segundos. Pasó la vista por los lindes del Bosque Prohibido, allá a lo lejos; la cabaña de Hagrid, sólida como una roca a pesar del tiempo inclemente; el jardín, los invernaderos y…

Un relámpago volvió a surcar el cielo. Severus pudo ver durante unos segundos, recortada contra el cielo negro, una figura de pie al lado del lago.

Lentamente, Severus se deshizo de la pesada capa negra que llevaba sobre los hombros y la dejó caer al suelo, junto con el chaleco gris que solía llevar debajo. Después, se deslizó bajo la lluvia.

El agua caía en gotas pesadas y afiladas, que se clavaban despiadadamente en su carne y traspasaban su camisa blanca como si no existiera. Severus apenas veía nada. Tenía los ojos semicerrados para evitar que le entrase la lluvia; y en el cielo, oscuro por completo, no brillaba la luna. Se guiaba por intuición y por los brillantes relámpagos que aparecían de vez en cuando.

Supo que había llegado al lago porque, de pronto, alguien le rozó la mano.

- ¿Profesor? –oyó que preguntaba Potter, y la voz del muchacho casi era ahogada por furioso sonido de la lluvia.

Severus asintió, sabiendo que Potter no podía verle. El chico no dijo nada más, ni tampoco le preguntó por qué estaba allí, ni si había venido a castigarle.
Ambos se quedaron de pie bajo la lluvia fría, pesada, despiadada, empapándose por completo al lado del lago. Severus metió las manos en los bolsillos, levantó el rostro al cielo y cerró los ojos, dejando que las gotas se estrellaran contra su cara y resbalaran por su piel.


Mucho después, cuando la lluvia empezó a amainar y el sol estaba empezando a aparecer por el horizonte, ambos volvieron al castillo. Potter recogió su capa de invisibilidad del suelo y sacudió la cabeza, esparciendo una lluvia de gotitas a todas partes. Severus se pasó la mano por el pelo, empapado por completo.

(...)Un día, a finales de Marzo, en medio de una cena del Gran Comedor, empezó a llover de manera estrepitosa.
Severus miró hacia arriba, al techo encantado que mostraba el cielo de allá fuera, y vio que claramente ésa era una lluvia de las que merecían la pena. Cuando bajó los ojos, se encontró con que Potter le estaba mirando fijamente.

Severus desvió la vista y murmuró una breve disculpa a los profesores, levantándose de su asiento. Por el rabillo del ojo, vio cómo Potter hablaba con Weasley y con Granger.

Sin que nadie lo notase, Severus se deslizó hasta el vestíbulo. Dudó sobre si volver a dejar ahí su capa y su chaleco, pero normalmente nadie pasaba nunca por el vestíbulo excepto para salir del castillo, y eso ahora parecía bastante improbable. Acabó por esconderlos detrás de una de las puertas, como había estado la capa de invisibilidad de Potter. Después, una vez más en mangas de camisa, salió del castillo.

De inmediato, notó que ésa era una lluvia distinta de la de aquel día de Noviembre. Parecía menos cortante, y más cálida y pesada. Cerró los ojos, disfrutando de la sensación del agua golpeando su piel durante unos largos momentos.

- Tal vez deberíamos movernos. –dijo una voz al lado suyo.

Obviamente, era Potter. El chico se había quitado el uniforme y llevaba una camiseta de manga corta. Debía estar viendo todavía menos que él bajo la lluvia, porque sus gafas estaban cubiertas de agua.

Asintió, no queriendo que otros alumnos les vieran parados en la puerta juntos. Potter echó a andar siguiendo los contornos del castillo, y Severus le siguió.

- ¿Cómo sabía que iba a venir otra vez, Potter? –preguntó, por encima del golpeteo del agua.
- No lo sabía. –exclamó Potter.

Un trueno resonó a lo lejos, y ellos continuaron empapándose.
(...)

Cuando ya se acercaba al castillo, vio a alguien sentado en los escalones al lado de la puerta. La luz del vestíbulo se desparramaba por los jardines, y bajo ella, se podía distinguir una figura mirando al cielo y en manga corta.

Severus sintió cómo se le aceleraba el corazón.

Cuando llegó al lado de Potter, éste miró hacia arriba y parpadeó ante su visión, como esperando ver a otra persona. Después, sonrió brevemente.

- Hola. –saludó el chico con amabilidad.

- Hola.

Esta vez, ninguno de los dos había tenido que gritar para hacerse oír por encima de la lluvia.

- Está cayendo lluvia ligera, Potter.

El chico se encogió de hombros.

- Estaba esperándole.

Severus le tendió la mano, ofreciéndole su ayuda muda para levantarse, y el chico la tomó. La mano del Potter estaba muy fría por todo el tiempo que había pasado allí, congelándose, mientras que la suya seguía cálida y casi seca.

Después, analizando lo pasado, Severus nunca supo si lo que hizo fue intencionado o completamente accidental. Sólo supo que el impulso que usó para tirar de Potter fue demasiado fuerte, y el chico prácticamente cayó sobre él, apoyándose por completo en su pecho.

Y, antes de que pudiera reaccionar o de que hablara, Severus rodeó con un brazo su cintura y dio un breve beso a esos labios fríos cubiertos de gotas de lluvia.

Fue apenas un roce, pero dio tiempo a que Severus cerrase los ojos y más que suficiente para que Harry se apartara si hubiera querido. Cuando ambos se separaron, sus manos seguían entrelazadas.

Severus le hizo una rápida caricia a aquellos dedos fríos antes de soltarlos suavemente para entrar en el vestíbulo y dirigirse a las mazmorras sin mirar atrás.

(...)Tuvo suerte de que fuera lluvia pesada y no granizaran ranas, después de todo.

Harry tardó más de veinte minutos en aparecer, y cuando lo hizo, venía todavía en pijama. Cosa que no le hizo vacilar lo más mínimo y se sumergió bajo la lluvia al lado suyo; dejando, como siempre, que el agua se estrellase contra ellos.

- ¿Qué te ha pasado? –preguntó Severus, mirando de reojo cómo el pijama rojo Gryffindor se iba tiñendo lentamente de agua- Casi te lo pierdes.

- Me ha sido difícil salir de la sala común –respondió el chico.

Una mano rozó el dorso de la suya, casi congelada por la espera, y Severus entrelazó sus dedos con los del muchacho.

- ¿Weasley y Granger no saben que eres un fanático de las pulmonías? –preguntó irónicamente.

Harry se rió al lado suyo, y un relámpago restalló en el cielo.

- No, no lo saben. Seguramente pensarían que es un trauma o algo así.

Harry se acercó más a él, pegándose a su costado, y Severus soltó su mano a favor de rodearle la cintura con sus brazos. Prácticamente irradiaba calor, que todavía no había sido borrado de su cuerpo por la lluvia. Oyó a Harry suspirar, un sonido fundido con el del agua que golpeaba contra el suelo.

Se quedaron así mucho tiempo.


*****


En algún momento alrededor de la medianoche, la lluvia fue cesando poco a poco hasta que apenas fueron unas gotas que caían de forma intermitente. Severus y Harry se sacudieron poco a poco de la parálisis en la que habían caído y se dirigieron al castillo.

El vestíbulo estaba sólo iluminado a medias por algunas antorchas. Severus recogió su capa y su chaleco del suelo, donde siempre los dejaba. Por el rabillo del ojo, vio a Harry estremeciéndose (probablemente del frío) al lado suyo.

- ¿No te has traído la capa de invisibilidad? –preguntó en un susurro.

Harry negó con la cabeza.

- He salido con un poco de prisa. –murmuró a su vez.
Severus le miró durante unos segundos más, intentando memorizar en su memoria esa imagen. Harry, abrazándose a sí mismo con un pijama rojo Gryffindor empapado; sus ojos verdes semicerrados; el pelo, que por una vez no estaba desordenado sino pegado a su cuero cabelludo chorreando agua. Después, se movió hacia él y dejó caer la pesada capa negra sobre sus hombros. Deslizó las manos por encima del tejido, recolocándola e intentando calentarla lo máximo posible, y la cerró a medias sobre el pecho del muchacho.

Harry ahora le miraba a los ojos.

Severus suspiró, y, tras unos momentos de duda, inclinó muy levemente la cabeza para besarle.

Ésta vez, el beso no fue un breve roce de apenas unos segundos de duración; sino algo mucho más largo, mucho más intenso e infinitamente más profundo. Severus rodeó a Harry con sus brazos mientras sentía a Harry explorar su boca con lentitud. Y, dios, su boca era cálida, tan cálida, mientras que todo él estaba helado. Las manos de Harry subieron hasta su cuello, rodeándolo, acariciando la piel por donde pasaba; y Severus estrechó al chico entre sus brazos…

El beso se rompió, mientras ambos jadeaban e intentaban reponerse. Harry apoyó la cabeza en su pecho, y Severus su mejilla en el pelo del muchacho.

Todavía chorreaba agua.


Harry siguió a Severus a sus habitaciones esa noche.


e) Razones por las que recuerdan ese fragmento en especial: Ame la lluvia!!! cada cosa en el mundo esta destinada para ser Snarry, es un fic muy dulce y lindo, romántico. Me encanta como fue que se empiezan a encontrar y sus besos awww es genia!! lo recuerdo como uno de los mejores one-shot que he leído.
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