La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 El Diario. Epílogo. Mikonos

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Rowena Prince
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MensajeTema: El Diario. Epílogo. Mikonos   El Diario. Epílogo. Mikonos I_icon_minitimeJue Jun 23, 2011 12:47 pm

EL DIARIO. Epílogo. Mikonos.

Estaban tumbados lánguidamente en la cama desecha. Harry no había querido quejarse del punzante dolor que sentía, pero Severus se le había adelantado y le había restregado por toda la zona un bálsamo que también había preparado previamente para la ocasión. Tantas atenciones deslumbraban a Harry, que yacía con la cabeza apoyada en el pecho del hombre, rodeado por su brazo, acoplado a él como si fuera un apéndice de su cuerpo largo y fibroso. La marca tenebrosa, apagada y deslucida, parecía contemplarlos burlonamente, como saboreando con perversa maldad los pecados que allí se acababan de cometer.

- Deberíamos decírselo a Kingsley.

- No veo qué interés puede tener Kingsley en nuestra vida, Harry.

- Ya, pero es que él cree que estás en París, no aquí.

- ¿Qué más da? Que crea lo que quiera. Oficialmente, estoy muerto. Esa fue toda la protección que me ofreció.

- Sí, pero ahora….

Severus se removió en la cama y soltó un bufido de exasperación

- Ahora todo el mundo sigue de celebraciones, el Ministerio se afana en mandar a Azkaban a los mortífagos rezagados, y, por supuesto, sin mi colaboración, gracias al Ministro. Esa endemoniada Skeeter no para de publicar noticias de dudosa procedencia sobre los acontecimientos de la guerra, dejándome en mal lugar, por cierto, y una famosa escritora squib quiere publicar tu biografía. A propósito, ¿cómo se llama?

- J.K Rowling.

- ¿J.K?

- Creo que es Joanne y no sé qué más….

- A mí lo único que me interesa es saber lo que quieres tú.

- Estar contigo.

- Y ¿qué hay de tu carrera de Auror?

- No lo tengo claro. Además aún no he hablado con Kingsley del tema.

- Entonces, ¿qué te preocupa?

- Eh…nada.

- Vamos Harry, no me hace falta leerte la mente para saber qué algo da vueltas en esa cabeza hueca.

- ¿Cabeza hueca? – Harry miró fijamente al hombre, no sabía si le hablaba en serio o en broma – Creí que ya no ibas a insultarme.

Severus sonrió, parecía divertido:

- Los viejos hábitos se resisten a desaparecer – luego, volvió a ponerse serio y lo miró con mucha atención:

- Suéltalo de una vez.

Harry se puso nervioso:

- No sé como contarle esto a mis amigos.

- Pues no se lo cuentes.

Severus se sentó en la cama, su espalda estaba rígida, dejó de mirar a Harry, parecía contemplar un punto fijo en la pared.

- Es que Hermione, Ron, sus padres, siempre se han preocupado por mí. Me sentiría mal si no se lo contara.

- Ya hemos hablado de eso, Harry – dijo Snape, tajante, sin volverse a mirarlo.

- Ya, pero ellos son mi familia, Severus, tengo que contárselo, decirles que estoy contigo, que estoy bien, que estoy contento, que …

- ¿Y esperas que te crean cuando les digas con quién estás?

- Severus, ellos me quieren, quieren que sea feliz. Supongo que les sorprenderá, pero ya saben lo que pienso de ti.

- ¿Y la pequeña de los Weasley?

- ¿Ginny? Está saliendo con Neville.

- ¿Longbottom?. Fue él quien mató a Nagini ¿verdad?. Quién lo hubiera dicho. Como lo de los horrocruxes. Albus lo sabía y no me dijo ni una palabra. Yo siempre tuve sospechas, pero el viejo me mantuvo en la más completa ignorancia. Eso no puedo perdonárselo - Entonces, miró a Harry. Sus facciones estaban endurecidas, como con amargura

- ¿Y tú? Todo este tiempo… llevaste eso dentro de ti. No sé cómo puedes mirarme a la cara, después de todo el daño que te he hecho.

A Harry le pareció que lo acaba de atravesar un rayo y, sin pensar, abrazó al hombre:

- ¡Tú no tuviste la culpa de nada!. ¡Todo fue obra de Voldemort!

A pesar de sus esfuerzos, Harry no consiguió aliviar la dura tensión que atenazaba el cuerpo de Snape. Tenía que hacer algo:

- ¿Y si nos vamos por ahí, los dos solos, a algún sitio perdido?

- Es buena idea. Yo estoy muerto, nadie me echará de menos y el salvador del mundo mágico bien puede tomarse unas vacaciones.

Para satisfacción de Harry, Snape pareció relajarse, se recostó sobre la almohada y empezó a acariciar el cuerpo del chico, como retomando la cálida intimidad que acababan de compartir. Con voz melosa, comentó:

- Podemos ir a un sitio muggle, donde nadie nos conozca. He oído hablar de una pequeña isla griega, Mikonos, famosa porque muchas parejas homosexuales pasan allí las vacaciones. En esta época del año estará muy tranquila y hace buen tiempo. Dejáremos atrás la lluvia y el frío.

Harry volvió a pegarse a la piel del hombre, no se cansaba de aquella dulce sensación de estar envuelto en el calor de su cuerpo, arrullado por su respiración, abandonado a sus caricias.

- Esa isla griega me suena al paraíso, Severus.

En el rostro del hombre se dibujó de nuevo una sonrisa. Abrazó a Harry posesivamente y empezó a besarlo de manera juguetona y sonora en los labios, entre palabra y palabra, para deleite del chico:

- Tengo mucho que hacer contigo – beso – Aún tengo que horadar –beso – este cuerpo tuyo de efebo – beso – hasta que pueda follarte – beso – en cualquier parte – beso – de cualquier manera – beso – y en cualquier postura.

Harry estaba en la gloria.


Los preparativos les llevaron pocos días. Harry estaba en un continuo estado de excitación. Kreacher refunfuñaba por lo bajo yendo de un sitio a otro, como maldiciendo, a vueltas con la ropa y los baúles. Severus lo había vuelto a echar de la cocina para convertirla en un improvisado laboratorio de emergencia. Harry lo veía concentrado en machacar y cortar ingredientes preparando pociones para él. Una de ellas serviría para mantener su piel sin rastro de vello y la otra estaba destinada a dejar sus intestinos limpios, libres de cualquier obstáculo desagradable que les hiciera incómodo el acto sexual. Severus le explicó que también lo lubricaría ligeramente.

Sólo imaginarse a sí mismo con la piel tersa y sedosa y permanentemente preparado para el asalto lo volvía loco. El simple hecho de saber qué se cocía en la cocina le provocó una erección que le duró durante todo el tiempo que tuvo que invertir en comprar los ingredientes en el callejón Diagón. Se sentía deseado, atractivo, mimado. Flotaba en una nube de sensualidad.

Mikonos resultó, efectivamente, un pequeño paraíso. Harry estaba fascinado por su belleza. El esplendor turquesa de la playa, el intenso contraste con las casitas de un blanco inmaculado y luminoso. El azul índigo del mar, denso y profundo, fundiéndose en el horizonte con un cielo claro, abierto y brillante, en un abrazo infinito. Las nubes, delicadas y esponjosas, la brisa cálida y pacífica. La luz del Egeo era pura magia traspasándolo todo de chispas brillantes, casi cegadoras, adornando todo lo que tocaba con el brillo de las piedras preciosas.

Recorrieron las estrechas callejuelas empedradas y laberínticas con inesperada tranquilidad. Admiraron los balcones llenos de flores, las ermitas, los molinos de viento, sin que nada los perturbara. Nadie reparó en ellos. A nadie le llamó la atención que dos hombres caminaran de la mano. En todas partes, les recibieron con amabilidad y cortesía. Se cruzaron con otras parejas del mismo sexo, deseosos de inmortalizar sus vacaciones con sus cámaras de fotos muggles, vestidos con bermudas y gorras. Severus estaba irresistible con sus pantalones vaqueros y su camisa negra. Todo era perfecto.

La visita a la isla de Delos y a su templo de Apolo les había abierto el apetito. Harry había escuchado embobado las cultas explicaciones de Severus, buen conocedor de la mitología griega, que había llegado a enarcar mucho las cejas, sorprendido de que su ex alumno más torpe tuviera tanto interés. En el hotel había un pequeño spa de talasoterapia y, ya por la tarde, Harry no quiso desaprovechar una oportunidad más de estar sin ropa cerca del hombre. Las piscinas climatizadas compensaban que en esos meses el agua del mar estaba fría y desapacible.

Después de varios baños, juntos, Harry se dio el lujo de un más que agradable masaje relajante y perfumado. Con su cuerpo recién afinado, Harry subió a la habitación, en busca de su amante, con el ansia de placeres más carnales en todos los poros de su piel.

Severus no le decepcionó y en cuestión de minutos, tras una breve refriega de lenguas encendidas, ropas arrancadas y manos ávidas, Harry estaba a cuatro patas, apoyándose como podía en el cabecero de la cama, con los ojos cerrados, los labios entreabiertos, relamiéndose y gimiendo de placer.
Snape lo empalaba una y otra vez, agarrando a su presa por el cabello con una de sus manos y sujetándolo firmemente de la cadera con la otra, moviendo un cuerpo entregado, impúdico y disoluto a su antojo, hundiendo su polla en las fogosas y apretadas entrañas de Harry, con una expresión feroz en la cara, golpeando sonoramente con los testículos su sensible perineo a cada embestida, cambiando el ritmo y el ángulo para hacerlo estremecer exquisitamente de arriba abajo, tratando de prolongar lo máximo posible el camino común hasta la plenitud del éxtasis.

Acabaron rendidos. Se abrazaron y Harry colocó su cuerpo en el lugar donde se encontraba ahora el centro de su dicha, el sentido de la vida y del universo, con su espalda pegada al pecho del hombre, que lo rodeaba con sus brazos, que lo envolvía con su cuerpo más largo y voluminoso, con sus piernas y sus pies entrelazados, perfectamente ensamblados, unidos.

Aún jadeaban recuperándose del esfuerzo, cuando oyeron unos golpes en la ventana de la habitación. Harry saltó de la cama, como electrificado, al ver al enorme pelícano de Mikonos, que trataba desesperadamente de llamar su atención.

Cuando le dejó entrar, Petros* estiró la pata para mostrarles un pergamino que llevaba atado. Un tanto abochornado por la posibilidad de que el pájaro hubiera estado observándolos y desconcertado por su aparición, Harry le desató el pergamino bajo la mirada negra y suspicaz de Severus. El enorme pelícano salió volando, ansioso por recuperar su libertad.

Harry empezó a leer, petrificado:

- Es de Kingsley.

- Ese viejo lince – gruñó molesto Snape.

El chico no salía de su asombro.

- Sabe que estamos aquí.

Harry miró con precaución a Severus que se quedó sentado en la cama. Su irritación era evidente.

- Dice que es mejor que, por el momento, nos mantengamos escondidos. Que casi todos los mortífagos han sido capturados, pero que en poco tiempo, podrás volver a hacer tu vida normal.

- ¿Vida normal? – exclamó Snape, ahora ya claramente enfadado - ¿Vida normal?- repitió - ¿Y qué va a hacer con los miles de magos y brujas que estarán pensando en algún método lento y eficaz para eliminar al asesino de Dumbledore, al mortífago arrepentido, al espía infame?. Acaso ha contado con mi opinión. ¡No!. ¿Qué pasa con lo que yo quiero? ¿Y si quiero permanecer oculto y si no quiero eso que él llama vida normal? – gritó, ya fuera de sí.

Harry no pudo evitar que el pergamino temblara en sus manos, se le había hecho un nudo en el estómago. Miró de hito en hito a Severus.

- He vuelto de la muerte, Harry. Quiero vivir. Pero quiero vivir en paz.

No sabía muy bien por qué, pero a Harry esa declaración no le sorprendió. Cuando leyó el siguiente párrafo, se quedó de una pieza:

- ¿Se pueden casar dos hombres en el mundo mágico?

- ¡Trae aquí esa carta!

Snape le quitó la carta y empezó a pasar los ojos por el pergamino con expresión de furia. Aun a riesgo de enojar más al hombre, Harry insistió:

- Dice que si te casaras conmigo, todo te resultaría más fácil.

Snape apartó la vista del papel y atravesó a Harry con una mirada dura y afilada. Al chico le dieron escalofríos.

- Eres muy joven para casarte, Harry, para saber lo que quieres.

Ahora era él el que estaba enfadado, no podía soportar que le recordaran su juventud, como si fuera un crío. Dolido y esperanzado al mismo tiempo, desafío una vez más a su antiguo profesor:

- ¿Te casarías conmigo, Severus?.

Esta vez, Snape lo miró de la misma manera en que fijaba su vista en él para leerle la mente.

- Aún no sé si estás conmigo y ya tengo miedo de perderte.

Harry se sintió conmocionado por esas palabras, pero aún más por la sorprendente expresión franca, abierta y vulnerable con la que Severus las había pronunciado. Sin dudarlo un segundo, se arrodilló entre las piernas del hombre:

- Severus, quiero casarme contigo.

Snape desvió la mirada. Todo su cuerpo se tensó y se cruzó de brazos. Su rostro se había vuelto a endurecer, inexpresivo, como ausente. Harry tenía el corazón en un puño, desbocado, le golpeaba las costillas. Se le había quedado la boca seca. Pero no se iba a dar por vencido.

- Severus… No tiene por qué enterarse nadie. Le diremos a Kingsley que nos case en secreto. Tú podrás hacer lo quieras, seguir oficialmente muerto o no, ocultarte o exigir que te reconozcan el lugar que mereces. Lo que decidas y cuando lo decidas. Te apoyaré en lo que sea. No tendrás que venir conmigo a ninguna fiesta, a ninguna reunión – se paró a coger aire, tratando de controlar el temblor en su voz - No habrá Skeeter, ni prensa, ni admiradores. Ni siquiera le diré nada a la squib esa que va a escribir mi biografía.

- ¿Y tu familia?

A Harry le dio un vuelco el corazón.

- Ellos lo entenderán Severus, lo sé. Confía en mí. Y tampoco se lo dirán a nadie – Harry jadeaba, agitado, incapaz de contenerse.

Entonces Severus lo abrazó con tanta fuerza que Harry pensó que lo iba a ahogar. El hombre lo besó con ternura en la boca y el chico se estremeció hasta lo más íntimo de su ser cuando saboreó una lágrima de Snape en sus labios.

Cuando se apartó, tratando en vano de recuperar el control, Severus se limitó a decir:

- Está bien, pero quiero otra luna de miel.

Harry no había sentido nunca, en toda su vida, una felicidad como aquélla. Y sí, él también había vuelto de la muerte. Tumbó a Severus en la cama y se dispuso a explicarle, sin palabras, todo lo que sentía por él.

******************* FIN *******************************************
(*) El pelícano Petros existe en realidad y es una de las atracciones de la isla de Mikonos, por la que se pasea como Petros por su casa.



Capitulo 10

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MensajeTema: Re: El Diario. Epílogo. Mikonos   El Diario. Epílogo. Mikonos I_icon_minitimeMar Nov 29, 2011 6:10 pm

ahhhhhhhhhh k romantico yo tambien kiero unas vacaciones asii...¬///¬ ahhh me hubiera gustado leer la boda..pero igual estuvo bien el final....hermosisimaa la historia felicidades sensei..n_n
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MensajeTema: Re: El Diario. Epílogo. Mikonos   El Diario. Epílogo. Mikonos I_icon_minitimeMiér Nov 30, 2011 3:51 am

Una vez más, muchas gracias por comentar, linda. Me hace muy feliz que te haya gustado la historia y lo hayas pasado bien!!

besos love
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MensajeTema: Re: El Diario. Epílogo. Mikonos   El Diario. Epílogo. Mikonos I_icon_minitimeDom Feb 28, 2016 1:00 pm

Leí esta historia en una sola tarde, es interesante de principio a fin, dan ganas de que fuese mucho mas larga
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MensajeTema: Re: El Diario. Epílogo. Mikonos   El Diario. Epílogo. Mikonos I_icon_minitime

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