La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Death Eater takes a Holiday. Capítulo 55-II. Los valores puestos en práctica - Parte II

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alisevv

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MensajeTema: Death Eater takes a Holiday. Capítulo 55-II. Los valores puestos en práctica - Parte II   Death Eater takes a Holiday. Capítulo 55-II. Los valores puestos en práctica - Parte II I_icon_minitimeDom Ene 30, 2011 2:05 pm

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Death eater takes a holiday
Capítulo 55-II

Los valores puestos en práctica-II
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Severus estaba sentado en la mesa principal, observando a la población estudiantil desfilar para el almuerzo. Asintió, en reconocimiento al Prefecto Slytherin que le había saludado antes de tomar asiento. Todo parecía indicar que sería uno de esos miles de almuerzos en el Gran Comedor, sin nada especial que destacar. Al tiempo que lanzaba un hechizo a su alimento, para verificar que era seguro de comer, notó que los estudiantes despejaban un camino. Un mago del Ministerio entró al recinto, causando un revuelo. Los estudiantes susurraban y señalaban mientras el mago caminaba hacia Albus. Severus le reconoció de inmediato como miembro de la Orden. Con una rápida inclinación, el recién llegado entregó a Dumbledore un sobre con el sello del Ministerio, pero no hizo amague de abandonar el lugar.

Severus estudio el rostro del Director mientras leía el pergamino. El anciano siempre tenía la misma expresión, como si lo que estuviera sucediendo fuera absolutamente esperado, pero Severus sabía qué pequeñas señales buscar. Este día, sin embargo, cualquiera que estaba la suficientemente cerca pudo notar la sorpresa y la indignación mientras los ojos del anciano refulgían con ira. Albus se levantó abruptamente, agradeciendo al mensajero y despidiéndole.

Minerva miró a Severus. Desde donde estaba sentada, había podido observar que se trataba de una carta de Arthur Weasley, y deseaba desesperadamente poder seguir a Albus fuera del comedor. Sin embargo, como Subdirectora, debía permanecer en la mesa en ausencia del anciano. Severus no tenía que cumplir tales reglas. Consiguió despejar su camino con su habitual mirada feroz, pero su sino fue cruel en su precipitado camino hacia la oficina de la Dirección. Prácticamente ladrando la contraseña, aguardo furioso a que el pasaje fuera abierto. Había tenido que detenerse ante una pelea en el pasillo. Además, unos pobres asustados Hufflepuff tenían ahora cincuenta puntos menos por dejar caer un libro a su paso, lo que había hecho que resbalara de una manera indigna.

—… gracias a Dios están a salvo. Gracias por avisarme, Arthur, y por favor, dile a Harry que me llame esta noche por la red flu —la voz de Albus podía ser oída desde lo alto de las escaleras. La cabeza de Arthur ya había desaparecido de las llamas antes que Severus entrara, sin molestarse en tocar. El Director rodeó su escritorio. Con un pase de varita, apareció un servicio de té. Un toquecito en la tetera y el vapor brotó al instante.

Con un gesto de la mano, Severus rechazó en silencio la taza ofrecida, luego de reconocer que el té contenía una poción tranquilizante.

—No deseo ser drogado. ¿Qué sucedió? —espetó sin embagues.

El Director lucía bastante cansado. Entonces, Severus se dio cuenta que el té calmante no había sido preparado para él. Una segunda tetera apareció con su té favorito, esta vez es estado puro.

—Los Mortífagos atacaron a Harry y Ronald en el Valle Godric hace apenas una hora. Ambos parecen estar bien y están siendo revisados por si tienen hechizos residuales —explicó brevemente.

—En estos momentos estoy contando con la buena disposición del Señor Oscuro y no escuché que se hiciera ningún plan para tal ataque. ¿Estás seguro que se encuentran bien? —apenas lograba ocultar su preocupación.

—Arthur está convencido de que el objetivo era algo diferente a un ataque directo. Podría ser cualquier cosa, como un hechizo de rastreo con el tiempo, dejando el maleficio en una pieza de madera de la construcción… o incluso en un simple clavo —vació su taza y se sirvió de nuevo de la bebida con calmante—. Sé que no puedo pedirle a Harry que no salga y viva su vida, pero debe ser más cuidadoso y no establecer una rutina. No debería ser predecible; ellos deben haber averiguado dónde pasaba su tiempo libre.

Severus pensó que él no sabía qué estaba haciendo su pareja en su tiempo libre. Una vez que comenzó la escuela, su tiempo juntos se vio restringido a los fines de semana y las noches que Harry pasaba en Hogwarts durante la luna llena. Aparte de que continuaba entrenando con Kieran, no sabía en qué consistían las actividades diarias de Harry. La única rutina a la que él se había acostumbrado era a despertar para encontrar la boca de su chico alrededor de su polla la mañana que seguía a la luna llena. Quitaba muy pocos puntos en sus clases de ese día. Tuvo que esforzarse por apartar esa imagen mental y concentrarse.

—¿Por qué Harry estaba en el Valle Godric, y por qué sería tan predecible?

—Él ha estado tratando de contártelo hace un tiempo, pero algo inevitablemente se presentaba y lo retrasaba de nuevo; creo que simplemente estaba esperando el momento adecuado, que…

—Pienso que ya has tomado suficiente de ese té —Severus frunció el ceño—. Cuéntamelo y ahórrale a él la angustia de encontrar ‘el momento adecuado’ —mirar con ferocidad la tetera no hizo nada para calmar sus nervios—. Y ahórrame a mí las enigmáticas palabras de sabiduría que concedes a cualquier persona lo bastante idiota como para hacerte una pregunta directa.

—Está construyendo una casa —Albus sonrió, feliz.

—¿Una casa? —musitó Severus con frialdad, olvidando su impresión ante la respuesta directa del anciano.

—Sí. Según Filius, Harry había desarrollado un plano absolutamente hermoso.

Apretando los dientes ante el pensamiento de que el profesor de Encantamientos estaba mejor informado que él sobre las actividades diarias de su amante, Severus se preguntó por qué hacer tanto lío para contarle sobre la construcción de la casa. Ciertamente, Harry no iba a vivir eternamente en el apartamento alquilado. Con un montón de interrogantes girando en su mente, se asombró de la única pregunta que salió de su boca antes que pudiera contenerla.

—¿Le contó a Filius?

—Oh, sí, Filius le enseñó hechizos y encantamientos para preservar los materiales de construcción. Fue más provechoso que la clase que tomó sobre Requerimientos de Construcciones Mágicas y Muggles. Con los hechizos de ocultación y protección que lanzó sobre el concreto, le tomó mucho tiempo echar las fundaciones. Creo que estaba esperando a que estuviera terminada la estructura para mostrarte donde estarían las habitaciones cuando lo vieras por primera vez. Estaba especialmente emocionado por tener el invernadero unido al laboratorio de pociones, lo que permitiría un mejor acceso a ingredientes frescos —parloteó Albus. Definitivamente, había tomado mucho té calmante.

¿Un laboratorio de Pociones? ¿Harry estaba construyendo la casa para ambos?

—Dijiste que estaba pensando contarme, ¿significa que la estructura está lista?

—Me temo que no; al menos, ya no. Pienso que con todos sus esfuerzos, las fundaciones serían capaces de soportar un terremoto, pero la estructura de madera fue destruida esta tarde. Arthur me dijo que se derrumbó sobre ellos. Va a tener que empezar de nuevo —suspiró Albus.


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Harry vació su vaso, pensando en la reciente visita al Ministerio. Si nunca regresaba, aún así sería demasiado pronto.

Por otra parte, estaba muy impresionado con la revisión que les había hecho el hermano mayor de los Weasly.

—Fui capaz de detectar que algunos de tus hechizos son en latín, pero en su mayoría no tengo ni idea de lo que estabas diciendo. Traté de prestar atención, pero hubo ocasiones en las que ni siquiera podría decir si recitaste una cadena de pequeños hechizos o unos pocos conjuros más largos —comentó, asombrado por su habilidad. Bill podría usar ese talento en múltiples profesiones si no quisiera seguir en Gringotts para siempre.

Bill asintió en agradecimiento. Había pasado largo tiempo desde que alguno de sus hermanos hubiera dado muestras de estar impresionado por sus aptitudes en la materia. Por el contrario, no se acostumbraban a que Charlie lidiara con dragones; lo que era terriblemente fascinante hasta para sus hermanos.

—Añadí unas cuantas páginas a mi libro mientras trabajé en Egipto —estaba ansioso de regresar allí en vacaciones.

—Es genial escucharte utilizando hechizos egipcios —habló Ron con la boca llena de comida—. Desearía saber qué estaban haciendo en tu casa, o en lo que queda de ella… Lo siento, Harry. ¿Sabes que yo ya he tenido más experiencia de campo con Mortífagos que algunos chicos que empezaron su entrenamiento para Auror hace dos años?

—Demonios, ya tenías más experiencia que algunos incluso antes de terminar en Hogwarts —señaló Harry—. ¿Esos bastardos! Me tomó semanas construir eso —frunció el ceño—. Iba a enseñárselo a Severus este fin de semana —giró la cabeza, perdido en ese pensamiento.

—Empezarás de nuevo, pero nada ha cambiado, ¿cierto? —interrogó Ron—. Contigo y Severus, quiero decir.

Su amigo se encogió de hombros, rehuyendo los ojos azules.

>>¡Debes estar bromeando!

—Él mató a Vernon por mi culpa.

—Ese hijo de puta murió de un ataque al corazón en el Ministerio.

—Técnicamente, y lo sabes —Harry se levantó de la mesa y se reclinó contra la encimera de la cocina—. Él estaba furioso; fue a Voldemort con información y se aseguró de formar parte de eso.

—Aún no estás seguro de eso, Harry —razonó Bill con tono tranquilizador.

—Sí, Bill. Él se apareció aquí anoche. No creo que planeara contármelo. Severus se guarda cosas, pero no miente. Le pregunté si había planeado la muerte de Vernon y me contestó que sí, puro y simple —bajó la mirada hacia la mesa repleta de platos y cuencos medio vacíos de comida—. Agrégale a la lista —murmuró.

Al escuchar las suaves palabras, Ron saltó:

—Oh, no, no lo harás —empezó con tono calmado, pero su voz fue aumentando de tono a medida que avanzaba—. ¡Vernon Dursley no va en LA LISTA! —exclamó, refiriéndose a la lista que Harry y él habían hecho refiriéndose a las personas que conocían que habían muerto o sufrido grandes pérdidas por culpa de Voldemort—. Vernon no murió porque estuviera relacionado contigo, murió por la forma en que te maltrató. Él no tenía derecho, y debía pagar por lo que te hizo. Severus te ama. No corrió a hacerlo cuando supo todo sobre tu pasado; lo dejó pasar porque eso era lo que tú querías. Pero luego vio cómo Vernon seguía jodiéndote la vida.

Harry frunció los labios. Se arrepentía de no haberle dicho a nadie cómo era su vida familiar hasta que casi había sido demasiado tarde. Ron continuó su diatriba, pues su amigo no le interrumpió. Bill observaba a su hermano menor con asombro, pero estaba de acuerdo con todo lo que decía.

>>Demonios, Harry, incluso cuando regresabas a la escuela yo podía ver cómo él te seguía haciendo daño. Cada vez que despertabas de una pesadilla. Yo estaba en la cama al lado de la tuya. Escuchaba tus gritos. No me malentiendas; yo no hubiera actuado de otra manera. Pero, déjame decirte, durante un tiempo los sueños con Vernon excedían en número a los que tenías sobre Quien… Voldemort. Con la excepción de la muerte de tus padres, diría que, golpe a golpe, Vernon te hizo más daño. ¿Sabes cuántas veces quise matarle con mis propias manos? Y el juego…

—¡Ron! —gritó Bill—. ¡No hablamos sobre eso!

—¿Qué? —Harry les miró con curiosidad. Bill lanzó una feroz mirada a su hermano, quien a su vez estaba tan enojado que sus ojos echaban chispas.

—El juego que jugábamos cuando estábamos particularmente furiosos —Ron enfatizó la palabra ‘furiosos’. Ignoró la protesta de Bill y continuó—. Empezó con una simple conversación entre nosotros y los gemelos. Qué le haríamos a Vernon si tuviéramos oportunidad de sostener con él una ‘amable conversación’. Fred hizo algunas interesantes sugerencias —elevó una ceja, asintiendo como si estuviera de acuerdo con él mismo—. Esto no se convirtió realmente en un juego hasta el verano que siguió a nuestro cuarto año.

Bill sacudió la cabeza con incredulidad. Todos se habían puesto de acuerdo en que no le contarían a Harry sobre esto.

>>Ginny nos escuchó y se unió. Después de una espectacular sugerencia de castración usando a Fluffy —el perro de tres cabezas— empezamos a premiar con puntos a la persona con la mejor idea. Por el tiempo en que tú estabas en la enfermería luchando por tu vida, los Weasleys teníamos tres juegos distintos. Uno era un juego de bebida; otro un juego de tablero, pero mamá lo encontró y lo tiró al fuego.

—¿Y el ultimo?— animó Harry.

—Habitualmente, era de tipo verbal. En éste, quien creaba el castigo más extraño, ganaba una bolsa de ranas de chocolate.

Harry logró esbozar una débil sonrisa.

—¿Un juego de tablero? —indagó, moviendo la cabeza—. Hay una gran diferencia entre hablar sobre ello y hacerlo. ¿Alguno de ustedes fue a Voldemort con un plan?

—Harry —a diferencia de Ron, Bill habló en tono bajo—. Ya nos conoces; los Weasley somos una familia muy antigua. Hemos trabajado para el Ministerio, el banco mágico, yo fui Premio Anual, y muchos de nosotros pertenecemos a la Orden para luchar contra el mago más oscuro que existe. Se nos conoce por ser gente agradable. Y aún así, pasamos mucho tiempo ideando nuevas y mejores formas de hacer sufrir a tu tío. Luego de un juego particularmente alborotado, Charlie tuvo que lanzarme un Petrificus Totalus para evitar que pusiera en práctica el mejor plan.

Harry levantó la vista, sorprendido ante sus palabras.

—¿Lo hubieras hecho? —preguntó Ron con incredulidad.

—Tú no estuviste esa noche —contestó—. El punto es que estoy seguro que nunca hubiéramos puesto esto en práctica. Era un modo saludable de expulsar nuestras frustraciones ante algo malo sobre lo que no teníamos control —suspiró, tomando un gran trago de su bebida—. Severus, por otra parte, apenas recientemente ha empezado a saber detalles de tu pasado. Nosotros te vimos crecer, y recolectamos pedacitos de informaciones con el curso de los años, y aún así queríamos lanzar al hombre a las fauces de Fluffy. Severus ha visto y hecho muchas cosas sobre las que es mejor no pensar. Continúa llevando la vida de un mago oscuro mientras espía a Voldemort. De no ser Ron quien le hubiera sido entregado, ¿crees que se hubiera arriesgado a no violar a un desconocido?

—Nosotros no hablamos sobre eso —jadeó Ron con voz estrangulada.

—¿Igual que no hablamos sobre el juego? —chilló Bill, acentuando su sentencia con un puñetazo en el hombro de su hermano—. Soy un rompedor de maldiciones, hoy fue mi oportunidad de contribuir. Ron está en su camino para ser un Auror de élite algún día, y está aquí, a tu lado.

Ron dejó de mirarle con furia.

>>Además de hacer pociones, Severus ha tenido que torturar y matar muggles. Él haría cualquier cosa que estuviera en su poder para mantenerte a salvo. ¿Lo que hizo es tan diferente de lo que nosotros hacemos?

—Sólo tiene sentimientos encontrados porque se alegra de la muerte de Vernon cuando el resto del mundo mágico, que ignora la realidad, está de luto por su pérdida. Harry, dime que no deseabas que Snape fuera a rescatarte, apartándote de esa vida para siempre —expresó Ron con arrogancia. Bill se veía completamente asombrado de las palabras de su hermano, mientras Harry estaba sorprendido de su perspicacia.

Cuando se embalaba, Ron no sabía cuándo parar.

>>Incluso muerto, el hombre te hace sentir miserable. ¡Si dejas que Vernon se interponga entre Severus y tú, necesitas que te examinen la cabeza! Bueno… —vaciló— que te la examinen de nuevo. ¿No ves, Harry, que si permites que Vernon se interponga entre ustedes, dejarás que él gane? ¡Te estaría golpeando desde la tumba, tanto o peor que antes! —terminó con algo menos de convicción.

Harry sabía que su amigo tenía razón. No podía permitir que Vernon ganara y arruinara lo único grandioso que tenía. Amaba demasiado a Severus para eso.

—¿De veras tenían un juego de mesa? —preguntó, riendo.

Ron asintió con una sonrisa traviesa.

—Incluso teníamos piezas encantadas. Hermione me dio un libro sobre la historia del ajedrez y los hechizos utilizados para animar las piezas en el ajedrez mágico. Había un Vernon enorme, con los ojos brotados y sacudiendo su puño. La pieza favorita de Fred y George era Dudley; era el que más sufría de las bromas de ellos. Les gustaba especialmente la lengua gigante que brotaba de su boca. Ginny también hizo tarjetas.

—¿Ginny… tarjetas?

—Sí. Una decía… —Ron estaba de nuevo rellenando su cara, así que Bill intervino para evitar tener que ver a su hermano escupiendo el almuerzo mientras explicaba.

—Eran divertidas —admitió el pelirrojo mayor—. Una carta decía: Por arrancar los barrotes de la ventana, adelantar cuatro espacios. Otra era: Por hacer bromas a Vernon, adelante un espacio. Había una en la que Ron siempre parecía caer: Tropieza con la capa de invisibilidad, retroceda tres espacios. La primera persona que encontraba tu baúl oculto ganaba y conseguía pegar la pieza de Vernon en el armario ‘hasta el próximo juego’.

—Sí —le interrumpió Ron, habiendo tragado el pastel de su boca—. Siempre que tú y Charlie estaban, yo conseguía la última pieza y terminaba con la de McGonagall —se quejó.

Harry se echo a reír.

—¿Qué hacía ella? —tenía que saber.

Ron ladeó la cabeza, haciendo una mueca.

—Estaba en su forma de gata. Mayormente, aterrorizaba a la pieza de Petunia escupiendo sus bolas de pelo y sacudiendo su pelo sobre el sofá. Ah, y afilaba sus garras en los muebles, tiraba las cosas de las repisas y cosas así —mostró su mejor cara de enojo—. Creo que los gemelos todavía conservan algunas de las piezas encantadas.

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Severus tocó en la puerta de la oficina de Remus Lupin, sin obtener respuesta. Frunció el ceño a los estudiantes que se atrevieron a mirarle con curiosidad mientras aguardaba a que el lobo contestara. Con la decisión plasmada en el rostro, empezaba su camino de regreso a las mazmorras cuando una voz le llamó.

—¿Me buscaba, profesor Snape? —Remus abrió la puerta, invitándole a entrar.

—Sí, quería tener unas palabras con usted —contestó, mirando con furia a uno de los estudiantes que estaba caminando con mucha lentitud. Cerró de un portazo para disuadir al metiche Slytherin.

—¿Qué puedo hacer por ti, Severus? —preguntó Remus. Al Slytherin no le gustaba el modo en que lucía. Estaba inusualmente nervioso y ansioso.

—La situación es que debo mantener mi distancia hasta que el muggle regrese a su casa —parecía como si sus siguientes palabras estuvieran luchando por salir—. Quería agradecerte todo lo que estás haciendo por Harry —consiguió decir finalmente.

—No es nada. Haría cualquier cosa por Harry, y los estudiantes están acostumbrados a que alguien me reemplace al menos una vez al mes, así que unas pocas clases más no implican mucho trastorno —explicó—. Dejé a Dudley y le recogeré luego de que corrija unos exámenes —Remus estaba rehuyendo su mirada, pero Severus estaba demasiado preocupado por Harry como para darse cuenta.

—¿Estuviste con Harry? Albus dice que está bien luego del encuentro con los Mortífagos de hoy, pero me hubiera gustado verlo por mí mismo. ¿Todo se veía bien?

—Él lu… lucía bien, sin problemas —acomodó unos papeles de su escritorio. Severus entrecerró los ojos.

—¿Qué es lo que no me estás diciendo? —Severus sólo se sintió parcialmente aliviado cuando el otro sacudió la cabeza—. ¿Está muy enojado porque yo tomara en mis propias manos el asunto de su tío?

—Hablé con Bill, y él parece pensar que las cosas entre tú y Harry van a estar bien.

Severus intentó descubrir qué era lo que le estaba siendo ocultado.

—Estás en el límite, puedo verlo —declaró, esperando ver su reacción.

—Sólo faltan cuatro días para la luna llena —replicó, como si eso explicara todo. Pero Severus había leído mucho cuando escuchó que el licántropo iba a regresar a Hogwarts.

—Lupin —su tono peligroso logró que el otro apartara la atención de sus papeles—. Estás actuando muy nervioso, igual que la semana que siguió al encontrar tu nueva oficina apestando a la sangre de Harry. Ahora, ya que has pasado mucho tiempo en su casa, creo que tengo derecho a saber qué está elaborando el lobo que hay en ti —le observó fijamente, analizando su reacción.

Remus hizo un gesto para que se sentara frente a su escritorio. Frotó las manos sobre su cara, buscando las palabras.

—Esta mañana, llegué temprano a casa de Harry. Quería estar allí antes que tuviera oportunidad de levantarse. No podía soportar el pensamiento de que él tuviera que prepararle el desayuno a su primo, tal como había hecho por tantos años.

Severus asintió, comprendiendo. Él había pensado lo mismo, y estaba agradecido de que Remus lo hiciera.

>>Con un invitado en la casa, y la puerta de su habitación abierta, pensé que era seguro despertarle para desayunar —empezó a revolver sus papeles nuevamente, evitando mirarle a los ojos—. Harry estaba muy cómodo con su piel.

—Estaba desnudo —dijo Severus llanamente, viendo que Remus se estremecía. Comprendía exactamente el problema, pero no creía que Remus apreciaría que se lo dijera; el lobo estaba cachondo y abrumado por la culpa.

—Es como si algo inactivo, que yo pensaba que llevaba largo tiempo muerto, hubiera renacido —musitó Remus en medio de sus manos—. Él es mi familia, por Dios. Es muy perturbador.

Severus entendía que no había sido específicamente Harry quien había disparado esto. Cualquier grandioso hombre desnudo hubiera tenido el mismo efecto estando tan cerca de la luna llena. No era como si Remus no se hubiera controlado. Pero Harry había sido el gatillo. Remus continuaría estando incómodo cerca de él, a menos…

—Necesitas redireccionar eso —declaró con firmeza.

—¡Sabes lo que exige eso! —gritó el otro.

—Igual que tú. Resuélvelo —replicó llanamente.

—Lo haces sonar como si la cura fuera algo parecido a una poción sencilla —se quejó Remus; no había tratado de conseguir una cita en años.

—¿No puedes? —sonrió.

—No pagaré por esto, si es lo que estás insinuando.

—Francamente, lobo, ¿eres tan inepto? La población gay no es pequeña. Seguramente, incluso tú podrás encontrar a alguien. No eres horriblemente feo —Severus frunció el ceño, molesto por tener que hacer un cumplido al lobo, y bufó cuando logró ver que Remus casi sonreía—. Lo hiciste antes. ¿Qué hiciste para conseguir al último tío con el que estuviste?

—Le ofrecí un lugar para quedarse cuando escapó de prisión —contestó simplemente.

Severus cerró los ojos con fuerza, era obvio que había pasado un largo tiempo para Remus.

—Soy reacio a comentar esto contigo, pero dado que yo ya no… —hizo una pausa —frecuento ese lugar, compartiré contigo una valiosa información —escribió una dirección—. Ve allí —le entregó el pergamino—. Tómate un trago, siéntate en la esquina más alejada a mano derecha, y diles que eres mi amigo —se estremeció al decir ‘amigo’, como si le doliera—. Cuando te sientas cómodo, explícales que quieres encontrarte con Seth.

—¿Cómo puedes estar tan seguro de que Seth quiera reunirse conmigo? —estaba muy escéptico.

Severus pellizcó el puente de su nariz, murmurando algo sobre los estúpidos lobos que no reconocen un obsequio cuando es dejado caer sobre su regazo. Poco podía Remus saber que ‘Seth’ era el código para ‘Sé amable conmigo, soy bueno y necesito una buena follada’. Los antiguos amigos de juerga de Severus se asegurarían de que Remus consiguiera lo que necesitaba.

—No me cuestiones en esto. Ya es bastante doloroso tener que darte tanto —hizo una pausa, recordando algo que le resultó divertido. Abrió su saquito de monedas y entregó al Gryffindor un galeón de oro—. Cuando te pregunten dónde estoy, dale esto a Carl. Él entenderá.

Remus frunció el entrecejo, pensando que le pagaba a alguien para estar con él. Pareciendo leer sus pensamientos, Severus también se mostró ceñudo.

>>Hice una apuesta con él y perdí. Si Carl está allí, pídele que te cuente.

Sin otra palabra, salió como una tromba. No le gustó dar esa información. No era que planeara ir allí nuevamente, pero eso no significaba que quisiera que el lobo lo supiera.

Aturdido, Remus le observó partir en silencio. Él y Sirius tenían un amigo que acostumbraba rondar los mismos lugares que Severus. De repente, se sintió muy excitado ante la idea de averiguar si algunas de las cosas que había escuchado eran ciertas. A decir verdad, nunca le había interesado el sexo casual, pero en su actual estado, la idea se le hacía cada vez más apetecible.






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MensajeTema: Re: Death Eater takes a Holiday. Capítulo 55-II. Los valores puestos en práctica - Parte II   Death Eater takes a Holiday. Capítulo 55-II. Los valores puestos en práctica - Parte II I_icon_minitimeVie Dic 16, 2016 7:09 pm

Jajaj increible conversacion tanto de ROn COn Harry como la de Severus y Remus
Muy intensos los Weasley de verdad no hubiera estado nada mal que los pelirojos hubieran ido a darle unos cuantos sustos a los Dursley eso hubiera estado mas que genial.
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