La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Un vistazo al espejo. Capitulo 2. Primeros años, primeras clases

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Seth Snape
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Seth Snape


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MensajeTema: Un vistazo al espejo. Capitulo 2. Primeros años, primeras clases   Un vistazo al espejo. Capitulo  2.  Primeros años, primeras clases I_icon_minitimeSáb Jul 10, 2010 7:16 pm


Capitulo 2 Primeros años, primeras clases

—Vamos Harry, deja de arreglarte que llegaremos tarde a Transformaciones. —Bufó un muy molesto rubio. —McGonagall nos va a castigar y es nuestro primer día.

—Ya estoy listo, vamos. — Harry levanta la ceja y mira a su despeinado compañero. —En serio no tienes remedio.

—Claro que no lo tengo. —Dijo a Harry dedicándole una radiante sonrisa. —Ahora vamos, que nuestra jefa de casa tiene la peor fama.

Y en efecto.

Entraron al salón y un segundo después entró una señora de amplio vestido negro haciendo al girar, que éste, diera un vuelo muy particular. Varios estudiantes se removieron en sus asientos. De cierta manera, imponía bastante.

—En esta clase aprenderán el arte sutil de la transformación, desde convertirse en un hermoso e imponente dragón hasta ser una cucaracha rastrera; transformar la belleza en fealdad… e incluso ponerle un cambio a la mismísima naturaleza. No quiero estupideces, y mucho menos faltas; si llego a ver a un seudo humano bajaré muchos puntos.

—Empezaremos. ¿Han traído sus mascotas? Quiero sus varitas en mano. Ya.

—Esto va a ser muy largo. —Me susurró Malfoy al oído. —Gracias a Merlín que sigue Pociones.

—Malfoy. —La profesora seguía revisando unos libros—, guarde silencio.

Un leve cuchicheo llega a mi oído; parece que unas señoritas no entendieron lo que es guardar silencio.

—Me limito a mirarlas de reojo.

—Señorita Chang, 50 puntos menos para Ravenclaw por desobedecer una orden y estar hablando en clase.
—Pero…

— ¡He dicho detención! Señorita le recomendaría que guardara sus escusas para después de la cena; la quiero en mi despacho a las 9. Sigan practicando. —Se sienta en el escritorio a seguir revisar unos pergaminos.

—Nuestra jefa de casa siempre ha tenido una reputación de muy exigente. Tal vez no sea generosa con nosotros pero si le hace la vida imposible a las otras casas. —Me susurra Malfoy al colocarse conmigo para realizar las tareas.

— ¿Siempre es así de extremista?

—La mayor parte del tiempo, pero no te preocupes; sólo no estés cerca cuando los Gryffindor estén haciendo de las suyas; ahí si castiga a todo el que vea.

—Potter. —Se levanta la maestra. —Vaya a la oficina del director; Malfoy llévelo.

— ¿Ahora que demonios trae conmigo? Tengo años viviendo en este castillo y jamás se había dignado a saber que existía. —El ojiplateado refunfuñaba de coraje.

Pasamos frente a un montón de Hufflepuff que nos miraban y sonreían bobamente; detesto que me miren como si fuera carne fresca; se sonrojan cuando las miro, se hacen las interesantes y tratan de llamar mi atención; por lo que veo a Draco lo conocen bien pues ni siquiera intentan acercarse.

Escucho suspiros a mi paso; soy El Salvador del Mundo, el futuro mago más poderoso; y estas mujeres me quieren de trofeo; Me dan repulsión. No me conocen ni merecen nada de mí.

—Llegamos, Harry. —Se da la vuelta para irse. –Estaré en el despacho del profesor Snape, si terminas antes de que inicie Pociones, ahí puedes encontrarme.

—Está bien, nos vemos.

Ahora se encontraba parado frente a una escultura de una serpiente enrollada en si misma y con dos bellos ojos en piedra de color verde intenso.

—Y ahora, ¿cómo entro?

—Esuutciicheed —Hola.

—Hola, ¿qué idiomas hablas y por qué puedo entenderte? —Esa serpiente le estaba hablando con palabras extrañas que le resultaban familiares y hasta cierto punto conocidas. Algo bueno debía de tener ser él.
—Sh solei sh eh kish eagren —Porque es pársel.

—Ya veo; déjame entrar, busco al director.

—Eagren —Bien.

La serpiente empezó a rodearme con su cuerpo de piedra formando una barrera que nos protegía a la entrada que acababa de descubrir al mover su cuerpo; me encaminé a las escaleras sumergiéndome entra las rocas y el estrecho camino hasta topar con una puerta de madera.

Toqué.

La puerta se abrió revelando aquel extraño despacho; tenía muy pocas cosas, todo estaba muy oscuro. No había cuadros ni nada muy llamativo; muchos libros, algunos sillones finos y un enorme ventanal.

—Hola Harry; veo que la profesora McGonagall te dejó salir; toma asiento, por favor. —Mira, supongo que algo habrás oído ya sobre la famosa marca que tienes en el brazo.

—No mucho, señor.

—Bueno te lo resumiré rápidamente. —Toma asiento. —Hace muchos años existió un mago con un enorme poder; tenia una habilidad nata para la magia y una varita muy poderosa; lamentablemente, este mago se dio cuanta de que su tiempo se estaba acabando y que pronto su nuevo sucesor nacería y el tendría que morir. No pudiendo aceptar su realidad, dejó el colegio del cual en ese momento era el director y mi maestro y tutor; convocó toda clase de magia oscura y con su gran poder elaboró hechizos que hasta ese momento se creían imposibles. Se entregó al mundo oscuro y logró llevarse a muchos seguidores, que fueron parte de un elaborado plan al que a nadie contó. Pero todos eran parte de él. Cuando se enteró de tu nacimiento, trató de llegar hasta ti y matarte, pero fue el momento en que tus padres dieron la vida por ti. Los mató a ambos de una forma violenta y sin compasión a pesar de que tu madre fue una de sus más leales seguidoras. Lograste escapar por la fuerza de voluntad de tu padre y la potencia mágica de tu madre. Entre ambos lograron defenderte. Y al morir te protegieron contra. . . Dumbledore. Obtuviste parte de sus poderes logrando sobrevivir; por miedo te escondimos en el mundo muggle hasta que pudieras controlar tu núcleo mágico y tuvieras conciencia.

—Entonces la marca que tengo en el antebrazo, me la hizo él. —Levanta la manga de su túnica. — ¡Él fue el que provocó que me refundieran en el mundo muggle!

—Calma, Harry; entendemos que no era el mejor lugar para que estuvieras, pero no nos quedó otro lugar donde esconderte. —Después de eso empezó a matar a todos los magos de sangre limpia.

—El cree que todos los magos de familia pura pueden tener un poder superior y teme que si se juntan puedan levantarse y atacarlo. Por ahora no tiene la fuerza para resistir un ataque directo y por eso te quiere Harry, por eso te busca; quiere absorber tu poder y así no habría quién lo pudiera vencer.

—Ahora que lo sabes, por favor aléjate de los problemas y trata de aprender bien tus lecciones; seguramente la guerra se aproximará y deberás estar preparado.

—Entiendo, señor; me retiro. —Se levanta de la silla y sale del despacho.

Me interesa un pepino lo que pase con su estúpida guerra, yo no elegí ser esto. Pero eso sí, nunca le perdonaré que me hubiera negado mi vida; que me quitaran mi vida y me llevaran con los muggles por su razón. Ese bastardo va a morir. Cobraré venganza de aquellas personas que jugaron con mi vida. Lo juro.

------ Periodo Escolar -------

—Aún no lo puedo creer; llevamos gran parte del año y todavía no podemos deshacernos de esos malditos Gryffindor. Estoy cansándome de sus malditas bromas; Granger con sus sarcasmos y sus burlas, Weasley con sus indecisiones y el resto de inútiles que siempre los acompañan. Si Severus no fuera su jefe de casa, seguro ahorita estaríamos mutilados por todas esas bromas.

Un rubio de ojos grises se deja caer en un sillón cerca de la ventana de su sala común.

—Vamos Draco, no es para tanto. Además, las bromas son para cualquier Slytherin que se le ocurra pasar cerca de su torre. —Suelta una pequeña risita. —No es su culpa, que nosotros vayamos a ver a tu padrino.

— ¡Eso es otra cosa que me molesta! –Suspiró. —Él prometió ayudarme para los TIMOS, y mira, no nos hemos podido ni acercar a él. Espero poder pillarle por la noche en su habitación privada.

— ¿Privada? —Lo mira extrañado.

— ¿Casi todo el ciclo escolar y no te habías dado cuenta? Severus se está quedando en un cuarto en la torre de los leones para mantenerlos controlados, bueno, dentro de lo que se puede mantener quietos a esos revoltosos. —Mira por la ventana. —Su habitación en la mazmorra sólo la utiliza los viernes. Por eso casi no he ido a mi cuarto tampoco. No me gusta bajar y estar solo.

—Pues haberlo dicho antes, yo te acompaño; además, me debes un recorrido a tu cuarto. —Le da un codazo suave.

—Si me lo pones así, no me das opción, Potter. —Se levanta pesadamente. —Bueno, con la condición de que me atrapes. —Lo último se escucha en un susurro pues el Slytherin ya había salido corriendo.

—Bastardo... —murmura y sale corriendo tras de él.

--------En las mazmorras ------------

—Vamos, Potter; no me lo creo que seas tan lento, si en el quidditch eres el mejor. —Siguen corriendo por los pasillos.

—Una cosa es volar y otra correr, Malfoy. Creí que detrás de esos ojos existía materia gris. — ¿Para qué negarlo? Estaba jodido y cansado.

Harry y Draco iban corriendo apresurados cuando chocaron con algo.

—Señor Potter, Señor Malfoy… ¿Se puede saber que hacen corriendo por los pasillos del castillo a estas horas? —Genial; de todas la personas que quería que me vieran cansado y jodido tenía que ser el sexy y condenadamente apuesto padrino de mi mejor amigo. —Pensó Harry.

—Severus, hola. —Saluda el rubio.

—Profesor Snape. —Responde de forma cortés.

—Y, ¿bien? —Levanta la ceja.

—Ahhh si, pues vinimos a visitarte padrino, por eso de que tal vez te sentías un poquito solo y pues yo y Harry pensamos en hacerte compañía. —Sonríe.

—Harry y yo, señor Malfoy; un poco de modales no le vendrían mal. —Les abre más la puerta y los deja pasar.

—Ohh vamos, sabes tan bien como yo que a mí no se me da eso. Además relájate padrino, no estamos en clase y Harry es de confianza. —Se sienta en un mullido sillón del cuarto.

—Entonces, Draco, me imagino que vienes esta noche a hurgar en mis trabajos para sacar la respuesta de los exámenes por que no has hecho nada. —Toma asiento en otro sillón y Harry se queda contemplando la habitación.

—Lo sabes, Severus; no sé para qué preguntas —ríe.

—Yo también me lo pregunto; anden, vamos a repasar el año. Mañana presentan sus exámenes y en unos días terminan su primer año. —Los guía al laboratorio que tiene en sus aposentos. — ¿Vienes, Harry?

—Sí, profesor —mira la puerta— ¿usted no va a presentar los exámenes?

—No, este año tengo otra tarea que cumplir; el director me mandó a hacer algunas diligencias así que posiblemente te vea hasta el año entrante. —Le dedica una sonrisa larga y triste al muchacho de los ojos verdes que se queda con mirada confundida.

—Recuerda que yo vivo aquí en Hogwarts, así que Severus y yo pasamos las vacaciones aquí.
Pasaron horas de intenso estudio hasta que fue bastante tarde, y los muchachos tuvieron que partir, y despedirse de su profesor de pociones.

—Buenas noches, Severus; descansa. —Draco sale despidiéndose despreocupadamente.

—Profesor… bueno… yo… le deseo felices vacaciones y hasta el próximo año. —Harry sale corriendo.

—Buenas noches, Harry. —El ojinegro le dice al viento, pues sólo a lo lejos se ve la silueta de un estudiante que llamó poderosamente su atención.

Mierda, mierda, mierda… ¿Qué me pasa? ¡Qué estupidez! Ahora salgo con joteras de “le deseo buenas vacaciones” ¿Qué pendejada es esa? Debería ser sigiloso, directo; envolverlo y comérmelo sin miramiento y en cambio, ando ahí con cursilerías Hufflepuff… ¡Que jodida estupidez la mía!
Definitivamente, tengo que planear con cuidado como comerme a ese profesor, y no va a ser un follada y ya. Lo voy a tener babeando por mí, como que me llamo Harry Potter.



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