La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 El mejor cumpleaños de su vida

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nienna0410
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El mejor cumpleaños de su vida Empty
MensajeTema: El mejor cumpleaños de su vida   El mejor cumpleaños de su vida I_icon_minitimeDom Ago 01, 2021 9:44 am

Resumen: Harry, a punto de casarse con su novia, regresa a casa de una misión dos días antes de tiempo, encontrándose con una desagradable sorpresa y pasando el peor cumpleaños de su vida. ¿Podrá mejorar la situación de alguna forma?

Aquí les dejo la respuesta al reto lanzado por la Mazmorra del snarry para celebrar el cumple de Harry. Creo que tendrá solo dos capítulos. Espero que lo disfrutéis Smile
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El mejor cumpleaños de su vida

Harry dejó caer la cabeza contra el escritorio de la oficina, notando cómo la presión sobre ella iba en aumento. Decidió descansar unos minutos mientras esperaba que la poción contra las cefaleas que guardaba en el primer cajón hiciera su efecto. Tendría que reponerla de nuevo, algo que cada vez sucedía con una mayor frecuencia.


Aunque amaba su trabajo, las misiones largas lo dejaban completamente agotado y sin energía, pero sentía que no podía quejarse. Con solo veinte años se había convertido en el auror más joven en lograr un cargo de alto rango, jefe de división. Tras matar de una vez por todas a Voldemort, había decidido ingresar en la Academia de Aurores y dedicar su vida a la prevención contra la ascensión de aspirantes a nuevos Señores Oscuros megalómanos que pudieran poner de nuevo en jaque a la Comunidad Mágica, así como a atrapar a todos los servidores del antiguo que se habían esfumado tras su derrota.


Durante su aprendizaje, se esforzó lo máximo posible para obtener las mejores notas, aunque no con afán de lograr ser el primero de la clase, sino con el objetivo de ser capaz de salvar la mayor cantidad de vidas posibles, ya que no podía perdonarse aún la multitud de fallecimientos que sentía que habían ocurrido por su causa.


A pesar de sorprender incluso al Jefe de Aurores por la cantidad de conocimientos obtenidos desde el inicio de su carrera, su nombramiento como jefe de división fue muy sonada, a la par que controversial. El hecho de obtener este cargo de manera instantánea tras finalizar los estudios en la Academia provocó que un gran número de personas lo atribuyera a su fama e influencia, más que a sus esfuerzos. A Harry esto no le importó demasiado, ya que desde muy pequeño había tenido que aprender a lidiar con las opiniones de desconocidos y con artículos publicados en el periódico completamente sacados de contexto.


Ese mismo día cumplía veintidós años, y sentía que por fin estaba viviendo la vida que siempre había deseado, a pesar de los dolores de cabeza derivados de su profesión; trabajaba en el puesto de sus sueños, y estaba a punto de casarse con la mujer de su vida. Ginny y él habían decidido darse otra oportunidad meses después de la cada de Voldemort; la pelirroja era la que había dado el primer paso en su reconciliación, cuando, durante una celebración en la Madriguera, lo había agarrado del brazo y llevado a un rincón apartado del jardín, donde acto seguido lo besó y le explicó que en todo ese tiempo había sido incapaz de olvidarlo, a pesar de que lo había intentado. Harry le confesó que en todos aquellos meses que estuvo cazando Horrocruxes tampoco había parado de pensar en ella, y de observar todos sus pasos en el Mapa del Merodeador, algo que iluminó la cara de la chica, y logró sacar la sonrisa más bonita que el Gryffindor jamás hubiera visto.


El resto de la familia Weasley había recibido la noticia con gran alegría, ya que todos deseaban que Harry pasara a formar parte oficialmente de ella, a pesar de haber sido considerado como un hijo para los señores Weasley desde el instante en el que pisó su casa.


Tras varios años de noviazgo, por fin anunciaron su compromiso, algo que todo el mundo esperaba que ocurriera tarde o temprano, y ya estaban ultimando los detalles de la boda, que sería tan íntima como pudiera lograr el salvador del Mundo Mágico.


Harry se sentía en las nubes. Cuando vivía con los Dursley jamás hubiera podido imaginar que su vida acabaría siendo tan perfecta; trabajo, esposa, seguramente hijos, muchísimos amigos y una familia que lo amaba como si fuera la suya propia. Sí, sentía que todo lo malo que pudiera existir se compensaba con las miles de cosas buenas que le habían sucedido.


Cuando notó que la poción comenzaba a hacer efecto y que su dolor se rebajaba lo suficiente como para poder mantener la cabeza erguida, el ojiverde se levantó de su escritorio y se dirigió hacia la chimenea que se encontraba frente a él. A pesar de odiar los polvos Flu, no se sentía con fuerzas para usar otro medio de transporte.


Pronunció con claridad la dirección de la casa en la que vivía con su novia y surgió por la otra chimenea, desplomándose en el suelo, completamente lleno de ceniza. Maldijo interiormente; jamás conseguiría adaptarse a ese método de viaje.  


Tras colgar la capa en el perchero, continuó desabotonándose la chaqueta del uniforme mientras se dirigía hacia la habitación que compartía con Ginny, pensando en la sorpresa que le daría a la chica llegando a casa dos días antes de lo planeado, y deseando darse un largo baño en su compañía. Pero el grito de la pelirroja al verlo no fue precisamente de alegría.


El ojiverde tendría que haber comenzado a sospechar al oír unos sonidos extraños provenientes de su dormitorio a esas horas de la madrugada, ya que lo normal sería que Ginny se encontrara profundamente dormida, pero con el cansancio y el dolor de cabeza no se paró ni un solo instante a analizar la situación, dejando pasar demasiados detalles por alto, algo que no hubiera hecho si se encontrara en medio de una misión.


Su sorpresa fue máxima cuando al abrir la puerta se encontró a su novia completamente despierta, junto a otro cuerpo, en su cama. Los gemidos que se oían por toda la habitación no dejaban lugar a dudas de lo que estaba ocurriendo en el lugar, a pesar de que no había luz apenas y solo podía observar dos siluetas moviéndose.


Harry perdió todo el color de su cara y su embotamiento se fue al instante.




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El camarero dejó otra copa sobre la mesa, mientras le dirigía una mirada de preocupación. A pesar de que ya apenas podía pensar con claridad, comprendía al hombre; era un chico joven, completamente solo, en un barrio que dejaba bastante que desear y a altas horas de la noche, con una cantidad de alcohol en sangre capaz de tumbar al mismísimo Hagrid.


Por su cabeza no cesaban de circular flashes de lo que había vivido dos horas atrás y una lágrima solitaria rodó por su mejilla. Agarró el vaso con ira y lo bebió de un trago, algo que había estado haciendo desde que llegó a aquel antro muggle. Alzó la mano para pedir otra bebida al camarero, pero éste se acercó a él con las manos vacías.


—Mira, muchacho. No sé qué es lo que te ha sucedido, pero créeme, un coma etílico no arreglará nada. ¿Por qué no vas al baño y te despejas un poco?


El ojiverde lo observó con la mirada completamente desenfocada. En ese instante sería incapaz de levantarse aunque entrara el mismísimo Señor Oscuro resucitado por la puerta.


>>¿Quieres que llame a alguien? —continuó el tabernero con tono angustiado. La pregunta trajo de nuevo a la cabeza del chico a su pareja, expareja, y rompió a llorar desconsoladamente, sintiendo al fin un leve alivio en su corazón. El camarero se apiadó de él y le tendió un pañuelo de papel—. Está bien. Solo no te muevas de ahí hasta que seas capaz de salir solo del local. Y muchacho —añadió el hombre—, hay muchos más peces en el mar.


Harry, perdido en la bruma del alcohol, se preguntó cómo habría averiguado ese señor lo que le ocurría, y llegó a la conclusión de que seguramente habría vivido cientos de escenas como la suya en esa barra.


Mientras recuperaba su lucidez, recreó una vez más la escena que le había tocado vivir en su cabeza, notando de nuevo una punzada en su corazón.


*FLASHBACK*


Harry se encontraba inmóvil, mirando lo que ocurría delante de sus ojos, aún sin ser capaz de procesar del todo lo que pasaba, mientras la pareja continuaba a lo suyo, sin ser conscientes de estar siendo observados.

En ese momento, su novia giró la cabeza y, al verlo parado en la puerta, soltó una exclamación de sorpresa. El ojiverde, quien estaba imaginando miles de explicaciones posibles en su cabeza que justificaran lo que estaba ocurriendo, tras oír el grito confirmó que aquella que se encontraba gimiendo era Ginny, la mujer de su vida, su futura esposa y madre de sus hijos.


La pelirroja se levantó como un resorte de la cama y soltó la frase más usada para estas situaciones a lo largo de la historia.


—Esto no es lo que parece.


Harry no pudo evitar soltar una risa histérica.


—¿Y qué es entonces, Ginny? Porque lo que parece es que te estás acostando con otro tío en mi cama. —La pelirroja desvió su mirada con culpabilidad, siendo incapaz de rebatir a su novio—. ¿Qué otra explicación puede existir para que un desconocido se encuentre contigo en mi habitación?


Y, tras acabar a frase, el ojiverde encendió las luces para mirar al otro chico a los ojos, deseando no haberlo hecho.


Dean, el ex de su novia, y al que consideraba uno de sus mejores amigos le devolvió la mirada con espanto. Harry se dio la vuelta y abandonó la habitación, dejando allí a la pareja cazada, ignorando el llanto y las disculpas de Ginny.


*FIN DEL FLASHBACK*


Tras salir de la casa, a la que se negaba a llamar suya porque no pensaba volver, decidió refugiarse en el Mundo Muggle, donde nadie lo reconocería y sería simplemente ignorado, algo que necesitaba en esos instantes y que había logrado.


Cuando sintió que la cantidad de alcohol que circulaba por su  torrente sanguíneo había bajado lo suficiente como para dejar atrás el bar sin perderse, agradeció al camarero y se despidió, con una idea en mente.




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—Harry, me complace mucho tenerte aquí, pero, ¿de verdad estás seguro de la decisión que has tomado? Creía que tu sueño era ser auror.


El ojiverde miró al anciano director a los ojos, intentando transmitir una seguridad que ni él mismo sentía.


—Sí, señor. Siento que ya ese trabajo no me llena, y que aquí también puedo ayudar a las personas, enseñando a los niños a tener una base de defensa desde muy pequeños. Si usted está de acuerdo, sería para mí un placer unirme a la plantilla.


—Bueno, si vamos a ser compañeros entonces lo mejor será que comiences a llamarme Albus. Me haces sentir muy mayor hablándome de usted todo el rato —indicó el anciano, logrando sacar una sonrisa de oreja a oreja al ojiverde—. Y ahora, ¿te apetece contarme que circunstancias de tu vida te han traído a solicitar un puesto a esta vieja escuela?


Harry aceptó la taza de té que Dumbledore le ofreció, y, como siempre que sentía esos ojos azules sobre él, sintió que debía contar toda la verdad, por lo que acabó confesando todo lo ocurrido esos días al director, mientras éste lo consolaba.


Tras soltar todas sus preocupaciones y reír junto con Albus recordando algunas anécdotas, el ojiverde abandonó el despacho sintiendo una tranquilidad que no había logrado sentir durante semanas.




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Tras la amena charla con el director, Harry se dirigió hacia sus habitaciones, dispuesto a ordenar todas sus pertenencias. Parecía mentira todo lo que había cambiado su vida en tan solo una semana; además de haber pasado el peor cumpleaños de su existencia y haber perdido a su novia, ésta había contado una mentira a los Weasley sobre el motivo de su ruptura, y ahora ninguno de los hermanos le hablaba.


El ojiverde ni siquiera se había molestado en ofrecer explicación alguna. Ya estaba harto de que todo el mundo juzgara sus acciones desde el desconocimiento, por lo que había decidido que solo contaría su versión a aquel que se la pidiera, y ni siquiera Ron había hecho el intento.


Los señores Weasley lo habían invitado ese domingo a la cena familiar, pero Harry se había negado para evitar una confrontación innecesaria con el resto de los pelirrojos.


El Gryffindor se había sentido muy solo esa semana, pero tenía la convicción de que con el tiempo su vida volvería a su cauce de nuevo, recuperando a su familia en el proceso y encontrando a otra persona con la que pasar el resto de sus días, aunque en ese instante, eso último no le corría nada de prisa; con un corazón recientemente roto, no se veía con fuerzas para afrontar otro desamor.


Echaba muchísimo de menos a Hermione. La chica siempre había sido su eterna consejera y la encargada de mediar en las disputas, pero desde que se había mudado a Bulgaria con Krum el chico solo podía hablar con ella en contadas ocasiones, debido tanto a la diferencia horaria como a las múltiples ocupaciones de ambos.


Harry iba tan sumido en sus pensamientos que ni siquiera vio el cuerpo que se dirigía velozmente en dirección contraria hasta que chocó contra el firme pecho. El chico se apartó un poco y alzó la mirada, siendo consciente de la persona con la que iba a encontrarse. A pesar de los años que habían pasado desde que lo había visto por última vez, esos ojos aún conseguían hacerlo temblar de terror, aunque tras averiguar la peligrosa labor ejercida por el hombre durante la guerra, también le inspiraban un profundo respeto.


Harry agachó la cabeza, como si aún estuviera en su época de colegial, aceptando sumiso la riña que le correspondía.


—Vaya, vaya, señor Potter. Así que usted es el que ha venido a quitarme el puesto —comenzó el hombre con su característico tono sedoso que logró que el Gryffindor se estremeciera—. ¿Será posible que contemos de nuevo con un profesor más irresponsable que sus alumnos?


Harry sintió como la bilis ascendía por su esófago. Ese hombre siempre conseguía sacar su peor parte a flote, pero no estaba dispuesto a comenzar una pelea que sabía con certeza que perdería, por lo que decidió sacar la bandera de paz.


—Lamento mucho haber ocupado su puesto, profesor. Escribí a Albus preguntando si existía alguna plaza vacante, y me ofreció la de Defensa Contra las Artes Oscuras. No sabía que usted era el que ocupaba esa posición.  


El ojiverde esperó recibir otro comentario mordaz por parte del mayor, pero, para su sorpresa, éste nunca llegó.


—En realidad, fui yo quién rechazó el puesto. Ya lo he probado, y siento que no es la posición que me corresponde. Será que me he acostumbrado a ver cómo los niños de primero explotan calderos y esa asignatura me parece demasiado tranquila.


—¿De verdad disfruta impartiendo pociones? —preguntó Harry con incredulidad en su voz.


—Aunque no lo parezca, hay un grupo reducido de alumnos que disfrutan la asignatura y son capaces de comprender todos sus matices. A ellos los acepto en mi clase avanzada y sí que disfruto enseñándoles —respondió, para sorpresa del menor—. ¿Tan difícil es pensar que pueda disfrutar de algo?


Sí, estuvo a punto de responder el ojiverde, pero fue capaz de contener su bocaza en el último segundo.


—No. No, para nada. Es solo que nunca me hubiera imaginado que enseñar fuera una de sus pasiones. Creía que lo hacía simplemente para tener una excusa para vivir en Hogwarts.


—Si fuera así, hubiera abandonado el puesto tras la guerra. ¿O piensa que no puedo ganarme la vida de alguna otra forma?


Harry negó con la cabeza. Había sido estúpido pensar que Snape seguía allí solo por obligación. A pesar de haber sido declarado inocente en los juicios tras la caída de Voldemort y haber eludido su condena en Azkaban gracias a los testimonios de Dumbledore y del propio Harry, aún existía un gran número de personas que ponían en duda la colaboración del ojinegro para el bando de la Luz, pensando que solo se había cambiado en el último momento para evitar su castigo. Pero a pesar de esa desconfianza, no dejaba de ser uno de los mejores pocionistas de Inglaterra, surtiendo incluso a San Mungo de algunas de sus pociones más útiles y difíciles de preparar, por lo que el menor estaba seguro de que si abriera un negocio propio o se dedicara a vender brebajes de alguna otra forma podría ganarse perfectamente la vida, por lo que si permanecía en el castillo podría ser por cualquier motivo menos por obligación.


—Claro que no.


—Bienvenido a Hogwarts, señor Potter —se despidió el profesor antes de continuar su marcha, asombrando a Harry, que jamás hubiera imaginado a un Snape relajado y sin pronunciar insultos sobre su persona.




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Dumbledore le había asignado unas habitaciones cerca del torreón de Gryffindor, algo que el ojiverde aceptó encantado, ya que le gustaba dormir cerca del lugar en el que había pasado los mejores años de su vida.


Como había acabado de ordenar todas sus pertenencias, se tiró en la cama a descansar, intentando apartar de sus pensamientos las escenas vividas en su última semana, algo completamente imposible.


A su cerebro volvió el momento vivido con Ginny la mañana siguiente a la “fatídica noche”, como había comenzado a llamarla en su interior. La pelea fue monumental y, en ese mismo instante, quedó constancia de que la relación estaba completamente rota y que no tendría jamás solución.


*FLASHBACK*


Harry entró en la casa que compartía con su ahora expareja, dispuesto a empaquetar todas sus posesiones y no volver a pisar aquel lugar. Nada más entrar por la puerta, la pelirroja lo interceptó, frustrando de inmediato su plan de marcharse sin ser visto.


—¿De dónde vienes? —inquirió la chica, sin esperar respuesta, aunque solo le hizo falta olfatear el hedor que desprendía Harry para averiguarlo—. ¿Pensabas largarte sin decir nada?


—¿Qué quieres que diga, Ginny? —respondió el ojiverde con tono enfadado—. Te dije que me dieras una explicación convincente que justificara el que estuvieras con un tipo en nuestra cama y no fuiste capaz de hacerlo. Creo que todo ha quedado lo suficientemente claro.


—Y yo soy la culpable de todo, ¿verdad?


—¿Qué quieres decir?


—Sí, me acosté con Dean. Y no, esa no fue la primera vez que ocurrió.


Harry sintió otra puñalada en el corazón.


>>¿Y sabes por qué lo hice? —El ojiverde permaneció callado esperando su respuesta—. Porque él sabía hacerme sentir amada. Él me ha dedicado las palabras y el tiempo que tú nunca has tenido, y los detalles que ni siquiera se te han pasado por la cabeza. ¿Sabes la de noches que he pasado sola en esta cama, llorando porque te habían mandado a una misión de urgencia?


—Ya conoces mi trabajo…


—Sí, y ese es el problema, que algunas veces parece que vas a casarte con tu trabajo en lugar de conmigo. Y si por lo menos buscaras formas de compensar los ratos que pasas fuera, pero solo haces planes especiales para los aniversarios. El resto del tiempo parecemos un matrimonio de ancianos.


—Hubiera ayudado que me comentaras cómo te sentías, en lugar de hacer lo que has hecho…


—¿Sabes? El problema es que está relación lleva muerta desde poco después de empezar, pero me dejé llevar por el cariño que te tiene mi familia, y no me di cuenta de lo poco que me ofrecías hasta que Dean reapareció en mi vida.


Harry logró contener las lágrimas que estaban a punto de brotar de sus ojos, no quería regalarle también el placer de la humillación a la que hasta hacía unas horas era la mujer con la que iba a pasar hasta el último día de su vida. ¿Cómo podía haber pensado que Ginny amaba esa relación tanto como él cuando la pelirroja era completamente infeliz en ella?


>>Y no solo eso. En el ámbito sexual, ¿de verdad me has deseado alguna vez? Dean me ha demostrado en estos pocos meses todo lo que tú no has sido capaz de hacer en años.


Esa afirmación tocó la última fibra de orgullo del ojiverde, que se encaminó por el pasillo en dirección al dormitorio sin mirar a Ginny a los ojos.


—Comprendo los motivos que dices. Quizá no he sido la mejor pareja del mundo, pero, ¿sabes lo que nos diferencia a ti y a mí? —añadió antes de abandonar el vestíbulo—. Que yo jamás te hubiera hecho esto, y quizá eso me hace un poco mejor persona que tú.


Cuando entró en el dormitorio, Dean seguía allí. Harry ni siquiera le dirigió la palabra y, tras recoger sus cosas con la máxima rapidez posible, abandonó el lugar, dispuesto a no volver jamás. Acto seguido, buscó una habitación en un hotel muggle y comenzó a escribir una carta dirigida a Dumbledore.


*FIN DEL FLASHBACK*


Harry, con la mente más fría debido al tiempo transcurrido, no podía evitar estar de acuerdo con su exnovia en todo lo que había dicho. Nunca se había esforzado en sacar tiempo para ella, ni en planear viajes especiales. Realmente, en el fondo de su corazón, la amaba, pero no sentía lo que se suponía que se debía sentir por una pareja. El moreno comprendía que quizá valoraba más la idea de tener la vida que siempre había anhelado que a su propia pareja, y eso había pasado factura a lo largo de su relación.


También entendía la frustración de la pelirroja en el ámbito sexual, ya que él en ese aspecto no podía dejar de sentirse cohibido. No sabía si el motivo era haber sido criado por los Dursley, para los que ese era un tema tabú, pero era incapaz de sentirse con confianza plena en el acto. No comprendía a la gente que veía el sexo como algo imprescindible en sus vidas, ya que para él solo era una rutina más de la intimidad de pareja, y disfrutaba muchísimo más los besos y las caricias que hacer el amor con Ginny.


Entendía a la perfección a la chica, pero lo que jamás llegaría a comprender era la infidelidad. La hubiera perdonado si Ginny hubiera hablado con él y hubiera decidido cortar por lo sano, pero lo que la chica le había hecho nunca podría olvidarlo. Aún sentía esas punzadas que se clavaban en su corazón y no lo dejaban descansar por las noches. Le costaría mucho superar el instante en el que descubriera su engaño y viera todos sus sueños rotos de la noche a la mañana. Pero se había esforzado en recordar la frase que aquel tabernero le dirigiera en aquel antro, el mar estaba lleno de peces, y él era muy joven para descubrirlos.




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Llevaba ya una semana viviendo en el castillo, y aún faltaban dos más para que llegaran los alumnos al lugar, y Harry sentía que iba a morir de aburrimiento.


Todas las tardes paseaba por los jardines del colegio, en algunas ocasiones acompañado por Albus o Minerva, algo que amenizaba la caminata, y, algunas noches, tras la comida que se realizaba en el Gran Comedor, acompañaba al director a su despacho, donde tomaba el té junto con el anciano.


Harry no pudo evitar reír al percatarse de que su vida social actual se basaba en hacer planes con dos ancianos y, que incluso ellos algunas veces rechazaban sus paseos debido a sus ocupaciones laborales. El ojiverde ya había planificado sus clases para todos los cursos, y ya no sabía en qué emplear su tiempo libre; eso lo mataba, ya que él siempre había sido un chico de acción.


Esa inactividad fue lo que le llevó a recurrir a la única persona relativamente joven que habitaba en el mismo lugar. Solo coincidía con Snape durante las comidas, y no tenía ni la más mínima idea de a lo que se dedicaba el hombre durante sus ratos libres, pero era eso o acabar tejiendo calcetines con Dobby, por lo que decidió probar suerte y comprobar si el hombre seguía con el mismo humor que el primer día que se tropezó con él.


Caminó hacia las mazmorras, recordando todas esas veces que recorrió esa misma senda en dirección al aula de pociones, y se detuvo en la puerta del despacho de Snape, llamando suavemente. Al no recibir respuesta intuyó que el hombre se encontraría en sus aposentos, lugar que nunca había tenido el honor de visitar, por lo que ni siquiera sabía en qué lugar se situaban. Afortunadamente no tuvo que buscar demasiado, ya que dio con otra puerta tan solo unos metros más adelante, y volvió a probar suerte. Esta vez la puerta sí se abrió.


—Vaya, señor Potter. No me diga que ha decidido tomar unas clases extra antes de que lleguen los alumnos.


—Para nada, señor. Me preguntaba si querría ir a Hogsmeade conmigo. Si no se encuentra demasiado ocupado, por supuesto —añadió, preparándose mentalmente para recibir algún comentario mordaz.


—¿Acaso Weasley y todos sus descerebrados amigos se encuentran de vacaciones fuera del país?


—No. Simplemente no estamos ahora mismo en nuestro mejor momento, por decirlo de alguna forma.


—Vaya, así que el Trío de Oro finalmente se ha deshecho del todo.


Harry no pudo evitar sentir una punzada al pensar que la afirmación del pocionista era cierta, por lo que cambió de tema rápidamente.


—¿Le apetece acompañarme o no?


—Bueno, tampoco hay mucho más que hacer en este lugar. Pase un momento, tengo que acabar de remover unos ingredientes antes de dejar la poción reposar.


El menor entró en las habitaciones, descubriendo una especie de salita de estar equipada con un sofá y dos sillones de cómoda apariencia y una chimenea. En uno de los rincones se encontraba un escritorio repleto de libros, papeles y multitud de plumas rotas y manchas de tinta, alterando la imagen de hombre pulcro y ordenado que poseía el Gryffindor con respecto al ojinegro. La estancia, para sorpresa de Harry poseía un aura de calidez que el chico jamás hubiera imaginado.


Tras echar un vistazo por toda la sala, descubrió dos puertas; una de ellas estaba cerrada, por lo que Harry intuyó que daba al dormitorio, y la otra se encontraba abierta, por lo que supuso que esa era la del laboratorio personal de Snape. El ojiverde sentía una profunda curiosidad por comprobar si la calidez de la sala de estar también se extendía al dormitorio del mayor, pero antes de incluso poder plantearse el continuar con la exploración, el hombre ya había salido por la puerta y ambos se encaminaron hacia Las Tres Escobas.




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Harry aún no creía lo fácil que había sido entablar una especie de “amistad” con Snape. El hombre desde que había abandonado su labor como espía estaba bastante más relajado y, a pesar de soltar comentarios mordaces, el ojiverde aprendió a descifrar las bromas que se encontraban implícitas en ellos, y, para su asombro, se había vuelto adicto al humor del pocionista.


Entre ellos se había instaurado la rutina de verse todas las tardes antes de cenar, y, dependiendo de su estado de ánimo, comían en Hogsmeade, o lo hacían en el Gran Comedor. Albus, Minerva y Hagrid, quien había regresado de un viaje con el objetivo de buscar alguna especie rara de criatura mágica, no podían ocultar su sorpresa al verlos charlar animadamente en la mesa, habiendo dejado a un lado todas las pasadas rencillas.


Harry apreciaba la compañía del hombre y, durante sus variadas conversaciones, se hacía evidente la inteligencia del pocionista, que tenía nociones sobre cualquier tema que trataran, algo que sin duda lo diferenciaba de Ron, con el que sus charlas apenas pasaban del Quidditch.


Una tarde próxima a la llegada de los alumnos a Hogwarts, ambos se encontraban en su mesa habitual de las Tres Escobas, cuando Harry se sintió con la suficiente confianza para informar de su situación al ojinegro.


—Aún no ha respondido a mi pregunta.


—¿A qué se refiere? —preguntó Harry con verdadera curiosidad.


—A por qué el Salvador del Mundo Mágico prefiere pasar las tardes con un aburrido y viejo profesor de pociones antes que con sus descerebrados amigos.


—Usted no es viejo. Ni tampoco aburrido. De hecho, cuando los comentarios hirientes no van dirigidos hacia uno mismo resultan hasta graciosos —respondió el Gryffindor, intentando eludir la pregunta,


—Sigue sin responderme.


Harry soltó un sonoro suspiro. Sin duda una de las principales características de Snape era la tenacidad, y no dudaba en que no cesaría su interrogatorio hasta lograr la respuesta que quería obtener, aunque para ello tuviera que usar la Oclumancia. De hecho, le extrañaba que aún no lo hubiera hecho.


—Verá, para empezar, creo que deberíamos empezar a llamarnos por nuestros nombres, ya que, como Albus me explicó, es lo apropiado si vamos a ser compañeros de trabajo. Además, no sé si piensa igual que yo, pero creo que en estos días hemos sido capaces de crear una especie de amistad y creo que es lo correcto si voy a contarle algo tan íntimo.


—Está bien, Harry. Siéntete libre de tutearme.


El ojiverde sintió un cosquilleo al escuchar su nombre pronunciado por esos labios. Le agradaba la idea de que ese hombre que él tanto admiraba y respetaba lo tratara al fin como un igual.


—Bueno, como ya te expliqué, Ron y yo no estamos en buenos términos ahora mismo. Su hermana y yo rompimos y digamos que no se lo tomó muy bien —añadió ante la mirada escrutadora de Snape.


—Me enteré de lo de la rotura del compromiso. ¿Qué pudo pasar para que la pareja del siglo se separara de un día para otro?


Harry bufó al oír ese término. Así los habían nombrado en Corazón de Bruja y, como era de esperar, habían dedicado decenas de artículos y primeras planas a su ruptura. Aunque afortunadamente todo eran teorías e informaciones proporcionadas por fuentes de dudosa procedencia. Ni él ni Ginny se habían pronunciado al respecto.


—Bueno, dudo que a alguien le queden ganas de casarse cuando se encuentra a su novia con otro en la cama —respondió el ojiverde en un susurro, para evitar ser escuchado por oídos indiscretos.


—No puedo decir que me sorprenda. —La quijada de Harry cayó, dejando su boca abierta de par en par.


—¿Cómo dices?


—Quiero decir que siempre observé que vuestra relación era bastante superficial, y encaminada más bien a demostrar a los demás lo perfecta que era. Aunque la opinión popular era que acabaríais felizmente casados y con varios niños, yo siempre tuve la certeza de que esa relación estaba destinada a terminar desde sus orígenes.


¿Pero cómo era posible que el hombre los hubiera leído como un libro abierto? Snape había descrito a la perfección su situación en menos de un minuto, y sin más datos de los que conocía todo el mundo.


>>Además, siempre creí que no pegabas demasiado con la chica Weasley. Creo que no es tu prototipo, solo era cuestión de tiempo que te dieses cuenta.


—Caramba, Snape. La próxima vez que tenga que tomar una decisión en mi vida recurriré a ti desde el principio. Pareces conocerme mejor que yo mismo.


—Me vi obligado a observarte durante muchísimos años para salvar tu dorado trasero.


—Y ya que pareces conocerme tanto, según tú, ¿cuál es mi prototipo ideal?


—Ya te darás cuenta, Potter. No quiero desvelarte algo que debes descubrir tú mismo.


Harry lo miró con confusión, intentando descifrar las enigmáticas palabras del ojinegro sin lograr resultados. Mientras el hombre se dirigía a la barra a pedir dos nuevas bebidas, el ojiverde decidió indagar un poco en la vida del misterioso profesor para quedar en igualdad de condiciones.


—¿Y tú nunca has tenido esposa, Severus? —inquirió cuando Snape ocupó de nuevo su asiento. Le sonó muy extraño escuchar ese nombre salir de su propia boca.


—El romance no ha sido nunca una de mis prioridades. Pero si lo fuera, nunca me decantaría por una esposa.


—¿A qué te refieres? ¿Prefieres una relación sin compromiso?


—Se podría decir que sí. Pero a lo que me refería es a que no elegiría a una mujer si tuviera que casarme.


Harry abrió los ojos desmesuradamente. Jamás había visto a Snape como un ser sexual, de hecho intentaba no pensar en la vida íntima de sus profesores, pero eso jamás se le hubiera pasado por la cabeza. Era consciente de que en el Mundo Mágico la homosexualidad se encontraba más aceptada que en el Muggle, a pesar de ser también poco común, pero no podía dejar de verlo como algo extraño, sobre todo debido a la crianza de los Dursley, para quienes ese tema no era solo tabú, sino que despreciaban profundamente a las personas que amaban a alguien de su mismo sexo.


Harry ya se sentía lo suficientemente raro como para ponerse a juzgar a otras personas solo por sus gustos personales. Lo aceptaba, pero jamás había conocido a nadie homosexual, o al menos eso creía, ya que para su sorpresa llevaba bastante tiempo conociendo a uno.


—¿Acaso le molesta? —Harry cerró la boca instantáneamente al oír el tono hostil del ojinegro y comenzó a explicarse.


—No, no, es solo que no me lo esperaba. Jamás me había planteado esa posibilidad.


—Pues créeme, estar con un hombre puede ser tan placentero como con una mujer, o incluso más —respondió el ojinegro con tono sedoso, haciendo sonrojar al menor.


Tras la confesión de Snape, la conversación continuó por distintos derroteros, pero cuando se acostó esa noche, Harry no pudo evitar pensar en el comentario del pocionista. Se imaginó besando a algún hombre, quedando un poco perturbado con la imagen mental.


No, definitivamente él respetaba todos los gustos, pero lo suyo sin duda eran las mujeres.






Espero que os haya gustado. Publicaré lo antes posible el segundo capítulo. Muchísimas gracias por leer Smile

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