La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Obliviate (One shot)

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MyloveSnape
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MyloveSnape


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MensajeTema: Obliviate (One shot)   Obliviate (One shot) I_icon_minitimeDom Feb 14, 2010 12:33 pm

Título: Obliviate

Pareja: Harry Potter / Severus Snape

Autor: MyloveSnape

Advertencias: Chan (Adulto/Menor), Lemon y un poco de miel para aderezar.

Disclamer: Todos los personajes le pertenecen a J.K Rowling (aunque los maltrate mucho XD) Yo no recibo ningún beneficio económico por inventarme una historia con ellos.

Clasificación: NC-17


Link a Slasheaven


Respuesta al reto de San Valentín.


OBLIVIATE

*~*~**~*~**~ ** ~**~*~**~*~*



La intensidad de los rayos del sol colándose por los doseles de su cama lo despertaron de un extraño sueño. No lo recordaba muy bien. Era frustrante no poder acordarse lo que lo hacía sentir tan ansioso, tan triste.

-Harry.- Le interrumpió de sus pensamientos su pelirrojo amigo. Con la boca llena de comida como siempre, parecía haber asaltado el comedor. ¿Qué hora era? ¿Había dormido tanto sin darse cuenta? - Ayer después de la fiesta te desapareciste, no me digas que...

-¿Fiesta?- Se frotó los ojos y el borroso manto que opacaba su visión desapareció al colocarse las gafas.

-Sí, la de San Valentín. ¿Bebiste tanto que no la recuerdas?- Soltó una breve risita que no percibió su amigo.

"¿Fiesta de San Valentín? ¿Por qué no recuerdo nada de esa reunión? Que jaqueca tan terrible" Harry meditaba al tiempo que caminaba hacia la ducha.

Se metió bajo el cálido chorro de agua. Permitiéndose el placer de disfrutar más de la cuenta. De todas formas ya había pasado la hora del desayuno y si faltaba a clase de criaturas mágicas Hagrid no le reprendería, algún buen pretexto y su amigo semigigante no dudaría de su sinceridad.
Restregó el pequeño y perfumado jabón en una esponja, para después deslizarla por su húmeda piel. Algo llamó su atención. Al pasar los dedos por su cadera encontró un moretón, más bien parecía un ¿chupetón? Imposible. Lo que si era que dolía al presionarlo. Ignoró por completo aquello que seguramente no tendría importancia. Pero al estirarse un poco le ardió la espalda por el agua que caía desde arriba en pequeños hilos calientes. No alcanzaba a ver nada hasta que apareció un espejo detrás y giró la cabeza para buscar alguna herida. Lo que distinguió fue algo aterrador. ¿Cuándo se había arañado la espalda de esa manera? Ni con el Quidditch y el haberse estrellado constantemente en las ramas de los arboles acababa con ese terrible aspecto. Lo más inquietante era que parecían rasguños. Donde se enterara que algún Slytherin en especial Draco le hubiesen jugado una bromita no se la acabarían, Gryffindor sí, pero con los cojones bien puestos. Nadie se burlaría de él.

¿De dónde salían todas esas marcas? ¿Y porque no recordaba nada de la noche anterior? Seguramente Ron tenía razón y se le habían pasado las copas. Definitivamente se juró no volver a beber jamás, ni su favorita cerveza de mantequilla.

No haría su aparición ante Poppy para que le curara las heridas. ¿Cómo le explicaría a la enfermera que no recordaba cómo se las había hecho? Estaba harto de tener que dar explicaciones de todo y ahora no sabría ni como empezaría con su absurdo relato, porque no existía tal.

Más tarde se encargaría de encontrar alguna poción curativa. No soportaba el roce de la tela en su piel. Si que se había lastimado en serio.
No logró recargarse en el respaldo de su pupitre. Constantemente Hermione le preguntaba si le ocurría algo pero él se limitó a sonreír tontamente y a dejarla tranquila con un "todo bien". ¿Por qué su amiga era en ocasiones tan entrometida?

La clase de pociones inició con un poco de retraso, aumentando la bulla de los alumnos al no tener al profesor calmando todo el alboroto. Snape nunca se demoraba, era el digno ejemplo de puntualidad, puntualidad para gritar a los alumnos y descontar puntos sin piedad.

-Silencio.- Les ordenó el pocionista, caminando entre los asientos de sus alumnos para poner el orden. No era un buen día, Snape estaba más malhumorado de lo habitual.

El rechinido de las butacas y el sonido de los libros abriéndose deprisa lograron que a Severus le regresara un poco de color al rostro, no tenía ánimos de discutir con ningún mocoso.
Cuando Harry se encontró con esos profundos ojos negros sintió que su piel se erizaba. El semblante de Snape le produjo cierta aprensión y desvió la mirada. ¿Cuándo había cedido a esas miradas asesinas? Siempre lo derrotaba el profesor pero no tan rápido y no terminaba con esa agitación en el pecho. Su corazón latía impetuoso, torturándole con el insistente bombeo.

-¿Le ocurre algo, Potter?-Preguntó mordaz.

-Eh...no...- Contestó con nerviosismo. "Esa voz. ¿Porque la escucho diferente? Creo algo me cayó mal en el estómago ¿Por qué asistí a esa estúpida fiesta?"

-Cuando termine de fantasear nos podría hacer el honor de cambiarse de mesa y trabajar con el señor Malfoy.- No era un sarcasmo sutil, nunca lo era, estaba implícito en cada una de las palabras. Y lo único que le faltaba era pasar dos horas junto a Draco. ¿Qué karma estaba pagando el pobre Gryffindor?

El rubio sonreía con malicia. Se lo haría difícil y Harry lo sabía, lo conocía perfectamente. Pero no estaba de humor. Como si la astuta serpiente lo supiera le golpeó en la espalda fingiendo un saludo de grandes amigos. En otra ocasión eso hubiese pasado desapercibido para el Gryffindor pero no esa mañana, no con el punzante dolor de las recientes heridas.

"Hijo de puta" Gritó Harry para sus adentros, tragándose el orgullo y el coraje.

-Cálmate Harry, dentro de poco acabas el año escolar y no tendrás que verle la cara al engreído de Malfoy.- Musitó bajito, intentando concentrarse en las raíces que machacaba en la mesa.

-¿Qué dijiste, Potter?- El rubio lo quería sacar de sus casillas. Para él era muy fácil desesperar al elegido pero el rebelde león ahora no caía en sus sucias trampas.

-Nada, Malfoy.- Cambió la página del libro buscando la continuación de la receta. Cogió la daga y se dispuso a cortar en finas julianas las raíces de valeriana. Un empujón de Draco logró que la mesa se tambaleara y Harry perdiera el control cortándose el dedo. Una diminuta pero sangrante vena había rozado con el filoso objeto haciendo que el líquido escarlata empapara las páginas del libro.

-¡Muchacho tonto!- Lo reprendió el pocionista. No era una lesión muy profunda pero si escandalosa. Aferró el brazo con brusquedad y presionó la herida con un pañuelo.

Harry sintió una súbita emoción que no pudo contener. La garganta se le secó y su mano libre tembló bajo la mesa. Ese toque áspero era angustiante. Algo perturbaba su sensatez. Tenía suficiente con las pesadillas, Malfoy y los exámenes y ahora con ese nuevo Snape que se ¿preocupaba? No era cierto, actuaba como siempre, con su rostro de frialdad y sus crueles burlas. Él, Harry, era el que percibía las cosas de manera distinta. Observó las delicadas manos del profesor curándole la herida. ¿Por qué creía que esos dedos o unos muy parecidos le habían hecho sentir placer? Era una locura. De pronto guió sus ojos hasta esos curveados labios, delgados pero exquisitos, que nunca sonreían excepto cuando ganaba Slytherin en los torneos de Quidditch ¿Por qué le apetecía morderlos? No podía dejar de verlo como Severus Snape, el profesor de pociones que le detestaba. Se rehusaba a sentir algo por él ¿Por qué ahora repentinamente se imaginaba cosas que lo vinculaban de alguna forma con Snape?

-Potter, no mueva el dedo hasta que sane. En un par de minutos estará listo para que pueda continuar con la poción.- Explicó el hastiado profesor.

El aliento de Snape se coló por su nariz. Era abrumador. Delicioso aliento que lo hacía delirar.

El mortífago miraba a su despistado alumno. Desastre en pociones como siempre pero ese día era más torpe que Longbottom. Tal vez recordó lo que había sucedido la noche anterior. Su cuello afortunadamente cubierto por la tela de su oscura túnica, ocultaba más que su vergüenza. ¿Por qué invariablemente tenía que ser Potter? Detestaba el maldito apellido y lo que significaba. Esperaba que cuando ese mocoso presuntuoso se graduara no enviara a sus hijos a Hogwarts o Snape se suicidaría si tenía que escuchar de nuevo en su salón ese nombre.






*~*~**~*~**~ ** ~**~*~**~*~*






14 de febrero.

Fiesta de San Valentín.



El gran comedor estaba decorado con enormes corazones mágicos que soltaban polvos para enamorados cada tres minutos. Snape tuvo que sacudirse su túnica para quitarse los restos del invento del director. No entendía de que servían los polvos, para él era una gran pérdida de tiempo. ¿Qué Dumbledore no debía utilizar su gran capacidad como mago para algo más productivo como vencer a Voldemort? -"Polvos para enamorados, que idiotez"- Bufó el pocionista ¿no se suponía que ya estaban flechados? El mortífago no quiso indagar en los proyectos "privados" del viejo.

Snape vigilaba los pasillos del castillo, buscando a alguna parejita que se encontrara en un apartado y oscuro escondite. Ni por muy día de San Valentín que fuese él permitiría el desvergonzado derroche de lujuria. Porque para él sus alumnos eran unos sacos de hormonas a punto de explotar. Reprendió a unos cuantos Ravenclaw y para su suerte y deleite a dos Gryffindor, Granger y Weasley. Ver sus rostros de vergüenza le complació. La gran idea de Albus de la estúpida fiesta ahora era bastante más satisfactoria. Descubrió a Draco besuqueándose descaradamente con un chico Gryffindor. Era un caos total de lujuriosos jóvenes en la que la gran mayoría perdió la virginidad entre tanto manoseo. ¿Dónde quedaba la decencia? ¿Porque no se le hacía rara la actitud de su ahijado? Si tienes como padre a Lucius Malfoy es muy probable que te conviertas en un degenerado con título universitario en "follador de alto nivel".

Quien imaginaria que Neville, su miedoso alumno le regalaría un momento de alegría. No se burló tan abiertamente de su apariencia, pero lo hizo en el fondo de su alma. El que lo había incitado a disfrazarse de cupido era su enemigo declarado. Se imaginó que un Slytherin estaba detrás de tan genial obra de arte, algo relacionado al amor o lo hizo por una novia, pero existía otra respuesta más lógica, Albus era tremendamente original planeando fiestas.

Le distrajo de su tarea de observar al semidesnudo "cupido explosivo" escuchar unos sollozos en un solitario rincón. Se asomó sigilosamente detrás del muro para observar quien era el patético estudiante que lloriqueaba en el corredor.

Su sorpresa no fue menos al ver a Harry Potter secándose las lágrimas que se deslizaban por su rostro. Un vacío se apoderó de su estómago. ¿Por qué verlo llorar de esa manera le inquietaba? ¿Cuándo le había importado la sensibilidad de Potter? Pensó que seguramente el mocoso vanidoso había perdido alguno de sus tesoros o no había salido como encabezado principal en el periódico El Profeta, lo cual había lastimado el ego del elegido. Pero en realidad el Gryffindor parecía ensombrecido por algo más profundo.

Caminó hacia él con decididos pasos para hacerse notar. Harry se acomodó sus gafas y escondió su rostro dándole la espalda.

-¿Qué hace aquí, Potter?- Su severa voz hizo temblar a su alumno. ¿Qué diablos le pasaba al muchacho? - ¿No me ha escuchado, Potter?

-Sí, le escuché pero no estoy haciendo nada malo. Usted no deja de molestar ni en las fiestas.- Gruñó con resentimiento.

-Y usted no deja de ser un insolente, al que veo le encanta pasar su tiempo en detención.- Lo aferró de la túnica para atraer su atención, para que su alumno lo mirara directamente a los ojos.

-¡Suélteme!- Lo empujó con toda su fuerza. Pero fue apresado astutamente por la mano del pocionista.

-¡Te enseñaré a ser un hombre!- Lo retó con sus ojos de ébano, los que se llenaban de placer al ver la ira refulgir en los verdes. ¿Por qué encontraba un extraño grado de satisfacción al molestar a Potter?

Arrastró a su alumno por los pasillos, haciéndolo tropezar en más de una ocasión cuando descendían por las escaleras. Harry quería soltarse pero la mano de Snape le sujetaba con firmeza.
Lo zarandeó hasta hacerlo caer en una de las butacas, cerró la puerta con un hechizo para evitar que el niño escapara. Harry estaba furioso pero evadió la penetrante mirada de Snape.

-¿Por qué diablos lloraba, Potter?

-No es de su incumbencia.- Escupió con desfachatez.

-Te equivocas, claro que me incumbe porque soy su profesor y no debe vagar solo por los pasillos del castillo, cuando el director planeó una grandiosa fiesta para sus niños, especialmente para usted.

-Ahórrese su sarcasmo y si ya terminó quiero irme.

-No se irá hasta que me confiese que le preocupa al elegido. ¿Tuvo una mala noche? Permítame adivinar, su club de fans disminuyó este año ¿estoy en lo correcto?

-¡Déjeme en paz! ¿No se cansa de humillarme?

-La verdad no. ¿Usted no se cansa de ser tan dramático, de querer llamar la atención de todos en la escuela?- Enarcó una ceja esperando el contraataque de su alumno.

Harry no estaba dispuesto a soportar más groserías, ese hombre le había enseñado a odiar. Y no creyó ese sentimiento nacer en él. Se levantó de la butaca para irse pero Snape fue más hábil y se interpuso en su camino.

-No puede huir como siempre lo hace, Potter.

-¿Quiere que le diga porque lloraba? Si lo hago me permitirá marcharme ¿verdad?

-Por supuesto.- Se sentía el vencedor pero no esperaba que su inocente alumno lo derribara con un movimiento de lucha. Snape soltó un sutil quejido al chocar su espalda en el piso de piedra.

-¡No tengo porque decirle que es lo que siento, no soy su esclavo! Es usted un hijo de puta que no debería estar enseñando en esta escuela.- Lo sujetó del cuello de la túnica mientras estaba sobre el cuerpo de Snape. Pero el pocionista logró otro movimiento y giró hasta quedar encima de Harry. Las ansiosas manos del joven le golpeaban y Snape reía fascinado.

-Deje de luchar, Potter.- Estaba entusiasmado y se sorprendió de esa dureza que empujaba contra su pierna.- Vaya, Potter esta excitado.

-¡Basta, suélteme!- Rugió Harry. No quería sentir eso y Snape ya se había percatado de su erección.

-¿Te gusta que te maltrate? ¿qué golpeé tú autoestima? Cuantos secretos escondes, Potter. Te subestimé, eres más interesante que tu maldito padre.

Con su rodilla frotó el miembro de Harry, lo torturaba con la fricción. Mantenía inmovilizadas ambas muñecas en lo alto mientras el chico cerraba los ojos para no ver ese perverso rostro.
Severus pensaba detenerse tarde o temprano, pero simplemente no podía. No al escuchar una palabra que lo estremeció.

-Te odio, Snape.

-Tú no me odias, me deseas. Admítelo, Potter.

-¡Me das asco, bastardo grasiento!

El semblante de gozo de Snape se trasformó en el de un monstruo hambriento de sangre. Le irritaba que le llamaran así, con tanto desprecio. No le perdonaría semejante insulto.

-¡Me las pagaras, niño malcriado!

Harry lo apartó bruscamente logrando liberarse de las manos del pocionista. Se arrastró por el piso pero Snape lo atrapó una vez más. Ahora la cara de Harry estaba cerca de las frías piedras que adornaban el suelo de la mazmorra.

-Que débil eres, Potter. No un héroe invencible como todos piensan.- Se inclinó y siseó en su oído. Lengüeteó su nuca, trazando un caminito con su ágil lengua hasta su oreja donde mordisqueó el carnoso lóbulo.

Estaba excitado de sentir ese cuerpo agitarse bajo el suyo. Empujó su pelvis hacia el trasero del chico y deseó no tener esa ropa estorbándole en el camino hacia el pecado. Arrancó la camisa de su alumno, desgarrándola descubrió la piel canela de Harry, la saboreó con descaro. Quería dejar su marca, lo arañó enterrando sus uñas a lo largo de la espalda. Harry gritó de dolor. Pero

Snape seguía embelesado ante esa hermosa visión que le volvió un demente y pasó de nuevo sus uñas marcando la tez inmaculada. Unos hilos de sangre lo regresaron a la realidad. Se había enviciado por la gran oportunidad de someter a su alumno.

"Por Merlín, acabaré en San Mungo ¿qué me ocurrió?"

-Potter...-Giró el cuerpo del Gryffindor y este respiraba con dificultad.- Ahora mismo lo llevo a la enfermería.

-Que patético, Snape. Por lo visto te ganó tu lado sentimental.- Se mofó el ojiverde.

-Deja de jugar, tú te lo buscaste por cierto.

-Como diga profesor, ahora podría bajarse o terminar lo que estaba haciendo.

-¿Es acaso una invitación? - Indagó el Slytherin.

-¡Por dios, que más podría ser! Fólleme o déjeme en paz.

-¿Quieres que te dé por tu culito Gryffindor?

Harry comenzó a excitarse de nuevo. ¿Por qué ese hombre le parecía tan sensual? ¿Cuándo había dejado de ser el amargado y feo profesor para convertirse en el objeto de sus deseos?

El ojiverde se desabrochó el pantalón y con eso respondió a la pregunta de Severus. El chico se mordió los labios incitando al hombre. Snape no aguantaba más la espera y terminó de desnudar a Harry. El cuerpo era exquisito, con ese lampiño pecho y los rosados pezones que se erguían por el frio roce de sus dedos.

-Potter, eres...- Delicioso, Pensó para sí mismo. Alguien con un poco de inteligencia no se negaría, no le diría que no a ese apetitoso joven. Snape era más inteligente que la mitad de la población mágica y muggle y él no le diría no a Potter, no al elegido, no al héroe de los cojones más grandes, sin serlo literalmente aunque no tenía ninguna queja de esos testículos que se tensaban bajo la hinchada y perfecta polla de Harry.

¿Prisa? Él tenía todo el tiempo de mundo con el escándalo de la fiesta cubriendo su desliz. Se tomó su tiempo, explorando la piel, el sabor de la bronceada anatomía. Los sollozos de Harry le complacían, como si le agradecieran por su buen trabajo y dedicación. Dibujó un par de chupetones en su pecho y uno muy especial en su cadera. ¿Por qué había sido tan tonto para no ver antes la belleza de su fastidioso alumno? Bendito James Potter y su santa esposa Lily, alabados ellos por crear a un ser tan maravilloso. Poco faltaba para que iniciara un ritual y diera las gracias a los dioses por tener el honor de poseer ese cuerpo de tentación.

Snape agitó su varita y se desvistió ante la atónita mirada de Harry quien recorrió con sus brillantes esmeraldas cada centímetro de piel, contando deprisa las cicatrices y deteniéndose un instante en la marca tenebrosa, la que lucía sumamente sexy en el pálido antebrazo. Se paralizó al encontrarse con la enorme verga de Snape. Un atributo que mantenía muy oculto, en su vida jamás se imaginó a Snape presumiendo su don divino frente a sus incrédulos ojos. Tragó saliva y alzó las caderas, presionando al pocionista a que continuara. No quería correrse de sólo mirar, quería sentirle dentro. El miedo se había trasformado en deseo, su primera vez prometía ser justo como la había soñado. Que más daba no poder platicarles a sus amigos de su experiencia. Ya no había marcha atrás y él no quería retirarse y ser de nuevo el perdedor.

-Snape hazlo ya...

-Tan ansioso, Potter, espera que no te arrepentirás.- ¿Por qué apresurarse si no todos los días puedo follar con alguien tan suculento?

Avanzó hasta dejar su polla cerca de la boca de Harry. Las dos cortinas de cabello oscuro enmarcaban ahora el rostro de Snape, mirando desde arriba a su alumno esperó a que comenzara a satisfacerlo. Harry levantó su cabeza hacia él y con ambos codos sosteniendo su peso recibió la deliciosa erección. Severus le ayudó un poco empujándola hasta el fondo y el Gryffindor sintió una arcada en su garganta. La polla del pocionista era tan grande que no cabía en su pequeña boca, pero no era impedimento para no disfrutar de ella. Succionó la extensión, siguiendo el ritmo de Snape quien penetraba su boca con delicadas embestidas.

Un placentero calambre recorrió la espina dorsal de Snape. La calidez de esos labios y lengua en su pene era tan intensa que su corazón no paraba su frenética palpitación.

-Tu turno, aprende Potter.- Un verdadero maestro en las artes sexuales, eso pensó el ojiverde al sentir la experta felación que le concedía Snape. Un par de chicos se la habían mamado pero no se comparaban a Severus. El profesor chupó el glande con su diestra lengua. Lamió a lo largo del duro mástil e introdujo toda la virilidad de su alumno hasta llegar a la base. Era como su golosina favorita, como no hacerlo de esa manera. Snape escuchaba los gemidos de Harry mientras este tironeaba de su cabello, de las suaves hebras negras con sus trémulas manos.

-Respira Potter.- Jadeó Snape, degustando el pre semen que había probado de la puntita del pene de Harry.

Apareció una botellita de lubricante y preparó la angosta cavidad. Un dedo a la vez hasta que tres estuvieron dentro y comenzó a dilatarle con dedicación. Harry se agitaba y un quejido de dolor detuvo a Snape quien consoló al chico con un beso. Un hambriento y demandante roce. Harry sollozó bajito al sentir esa dulce caricia en sus labios. Una ávida lengua exploraba la abertura. Harry imitó a su maestro, y jugueteó en la humedad de la boca de Snape.

El ojiverde sintió cuando la punta del miembro de Severus rozó su esfínter. La hinchada virilidad se deslizaba entre sus nalgas y el Gryffindor intentaba calmar el dolor buscando algo de lo cual aferrarse, sus dedos resbalaban inútilmente en las rocas.

-Relájate...- Le pidió Snape con una ternura que nunca antes había podido expresar.

Harry obedeció al fin, no lograría disfrutar de ese momento si se ponía todo tenso. Snape observaba como poco a poco su polla desaparecía en el interior de su alumno. Respiraba lentamente para no correrse, no aún, demasiado pronto para que terminara todo. Cuando el cuerpo de Harry había engullido su polla, inició un lánguido y preciso vaivén. El pequeño y sonrojado león gimió agudamente cuando el pocionista tocó su próstata.

-Ah...no te detengas...- Le suplicó Harry con la respiración acompasada.

Era tan estrecho que Snape llegaría pronto. La dolorosa fricción sacudía a Harry con pequeñas corrientes eléctricas por todo su cuerpo. Severus arremetía despiadadamente contra él, cada vez más rápido y enloquecido. El angosto pasaje se abría más para él, para poder moverse libremente. Aferró al Gryffindor de las caderas y levantó sus piernas hasta colocarlas en sus hombros, para llegar hasta el fondo. Entraba y salía del chico, resistiendo, soportando la tortura de ese fuego que surgía en todos sus músculos, en sus huesos, en la sangre que hervía al correr por sus venas. El pocionista sintió contraerse el cuerpo de Harry al llegar al clímax. Lo había alcanzado sólo con los envites de Snape, sin haberse masturbado. Misteriosamente conmovido estaba Severus al ver el semen del Gryffindor bañando la piel bronceada y sudorosa, al observarle arqueándose por un placer que le subyugaba. La dicha de escuchar su nombre en los labios de Harry al correrse fue sofocante.

El Gryffindor se descargaba y Snape tocaba el cielo con su orgasmo. Impregnó con su esencia las entrañas de Harry. Le obsequió un gran regalo de San Valentín, se sentía muy caritativo.

Hubo un completo silencio aunque a lo lejos llegaba el estruendo de la música de la fiesta. El ambiente dentro de las mazmorras era sumamente tranquilo, lleno de una paz que Harry al fin disfrutaba después de varios meses de sufrimiento.

Snape salió de su cuerpo, comenzó a vestirse y Harry hizo lo propio. No que esperara un abrazo o quizás observar como su amante de esa noche se fumaba un cigarrillo después del coito. Era Snape el hombre que era todo menos romántico. Al Gryffindor no le importaba, él se sentía estupendamente y lo suficiente idiotizado con su majestuoso éxtasis como para preocuparse por ello.

-¿Qué le ocurre, Potter?- Indagó el pocionista al ver a su alumno con un gesto de embobamiento y sobándose el trasero.- ¿El elegido esperaba que alabara su culo un poco más, para que no le doliera? No sea tan delicado.

-Usted no deja de ser tan gracioso.- Respondió con ironía.- Me imaginó que es normal que me duela después de cómo me folló, aunque para ser la primera vez que...y además no me llame así, odio eso de "elegido".

-Vamos Potter, no puede estar hablando en serio, ¿que nunca antes había estado con un hombre?

-Ni con un hombre ni con nadie ¿ahora insinúa que soy un puto? ¿Que soy fácil? Para que lo sepa no me abro de piernas con...cualquiera. Porque no me sorprende que ahora piense que soy una "zorra". Me ha llamado inútil, vanidoso, arrogante, hasta imbécil, añada una "cualidad" más a su lista.- Comentó malvado.

-No pensé que...eh...

-Ahora balbucea como tonto, con todo respeto, señor. No se preocupe, no le diré a nadie. Ni a mis amigos, mucho menos al director. Su secreto está a salvo.- Juró con una carcajada sardónica.

"Esto está muy mal. Severus eres un idiota"

-¡Obliviate!- Aturdió al chico con la luz de su varita y antes de que reaccionara lo noqueó. Lanzó un hechizo de limpieza y curación para Harry, no debía recordar nada, mucho menos angustiarse por un dolor que no recordaría. Tanta fue su preocupación por como mandar a Harry a su dormitorio que olvidó sanar las otras heridas que había dejado, un gran error.

Llevó a Harry a su habitación, el muchacho estaba tan inconsciente que despertaría en varias horas. Snape se retiró hacia sus aposentos. No logró borrar esos recuerdos, podría lanzarse un Obliviate el mismo. Podía hacerlo, sin duda, pero no lo deseaba. Esos momentos con su alumno permanecían pegados a su mente. Demasiado perfectos para deshacerse de ellos. Aun no creía que Harry Potter era virgen y que él, Severus Snape, fuese el primer ser humano que le hiciera el amor. ¿Por qué su sabor vivía en su boca, en su piel? La mirada verde de pasión volvía a su cabeza una y otra vez, el recuerdo de ese bello cuerpo gimiendo bajo el suyo era la perdición. No se arrepentía, a pesar de saber lo que había hecho, no sentía remordimientos.

De pensar en Potter se ponía muy caliente. Y con todo y el calor, el sudor y la piel pegajosa no tomó una ducha, quería sentirle, dormir con su aroma.

-Si no fuese Harry Potter esto sería lo mejor que hubiese pasado en mi vida.







*~*~**~*~**~ ** ~**~*~**~*~*









15 de febrero. Media noche.



Había estado dando vueltas en la cama, aventó las sabanas hasta quedar descubierto. Se quitó el pijama y durmió desnudo. Era terrible el ardor en la espalda. ¿Por qué no podía recordar al causante de las heridas? Porque si algo tenía claro Harry era que alguien se las había hecho, no era por un accidente en escoba o una obra mágica de Voldemort, evidentemente eran uñas, unas que le habían lastimado la piel, que le habían dejado esos bien marcados rasguños.

Con el inoportuno insomnio surgió un vacío en su estómago.

-¿Porque siempre me da hambre a estas horas?-Se preguntó caminando de puntitas hacia la salida para una vez más suministrarse de su dotación nocturna de bocadillos.

Su mala suerte siempre se le aparecía con el rostro del amargado profesor Snape. "¿Qué él nunca tiene hambre después de media noche? Aguafiestas"

-Señor Potter.- El pocionista lo miró como si acechara a su presa y esta cayera entre sus garras. Aunque cambió el semblante y admiró al chico que se llenaba la boca con comida. ¿Que tenia de extraño? Nada, si estabas acostumbrado a hallar ladronzuelos nocturnos completamente desnudos.- ¿Qué diablos hace en la cocina a estas horas y...desnudo? "Por Merlín, desnudo...me va adar un infarto o lo violo" Snape cerró sus pensamientos y además la boca, porque si no babearía el piso recién encerado por los elfos.

Harry se ruborizó tanto que la capa que medio colgaba de sus hombros cayó al suelo y fue peor el bochorno.

-¡Cúbrase, Potter!- Lo reprendió el pocionista. No que no quisiera verlo, de hecho era una delicia hacerlo pero se había girado para darle mayor privacidad a su alumno, del cual ya conocía hasta su garganta. Lo observaba por el reflejo del cristal de las copas que estaban impecablemente acomodadas en las repisas. Benditas cocinas élficas.

-Lo siento, profesor.- Se disculpó el Gryffindor.

-Ahora lárguese.- Le ordenó con su voz temblorosa. Lo empujó de la espalda para hacerlo salir más rápido y Harry se retorció del dolor.

-Auch...- Se quejó.- Duele.

-Pero que le pasa, únicamente le toque la espalda no sea quejumbroso, sea un hombre...

"Sea un hombre" "Te enseñaré a ser un hombre"

Sus ojos se abrieron de par en par al recordar todo. Harry miró la exagerada reacción de Snape y a su mente volvieron algunas imágenes. Él contra el piso sintiendo las uñas de..."Oh, no..."

-Espere...usted y yo...ayer...eh...

-¡Cállese...!- Le cubrió la boca y lo llevó arrastras hasta su despacho.

Cuando Snape atrancó la puerta de su oficina, apoyó la frente en la rugosa y vieja portezuela de madera. ¿Había sido tan tonto como para lanzar un fallido Obliviate? ¿Y si lanzara otro? Aunque podría dejar más desequilibrado a Potter.

-Así que...- La aguda voz de Harry lo distrajo de sus planes.- ¿Usted y yo tuvimos sexo? Y después se atrevió a lanzarme un hechizo para que lo olvidara. ¡Joder, que esto es lo más horrible que usted ha hecho!- Se enfureció al recordar cada detalle.

-Fue un gravísimo error de mi parte dejarme llevar. No puedo culparle señor Potter, no me sedujo, fui yo el que atravesé la barrera y perdí la poca dignidad que me quedaba.

-No me venga con moralidades y si eso es una especie de disculpa es una mierda, no sabe pedir perdón- Se cruzó de brazos frente a la chimenea y su mirada se clavó hacia las llamas que centelleaban entre la leña.

-Lo mejor será que le informe al director de este asunto.

-¡No sea cobarde y enfréntelo, conmigo! Al menos eso me debe. No le culpo por lo que pasó, yo también acepté tener sexo. Lo que me encabrona es que me haya lanzado un hechizo. ¿Quién se cree usted para borrar mis recuerdos?

-Lo creí conveniente, dadas las circunstancias.- Se situó en un sillón frente al ojiverde.

-¿Cuáles circunstancias? ¿Que era virgen? No fue una violación, estuve de acuerdo con todo, ¿le gustaría que le escribiera una nota con mi testimonio donde firme con sangre que no me obligó?

-No diga estupideces, Potter.- Recobró su amargo carácter.

-El que ha dicho una sarta de incoherencias es usted. De verdad que no lo puedo creer...- Un ataque de incontrolables carcajadas acabó con la seriedad de las palabras del Gryffindor. Se contuvo de tirarse al suelo y desternillarse de risa. El rostro de Snape era de indignación.

Sin embargo, no sacaría su humor ácido y se burlaría de su torpe alumno. Lo único que pudo hacer fue servirse un coñac y bebérselo de un sorbo, esperando a que el alcohol se le subiera a la cabeza para pasar el rato un poco más ameno, incluso podría convertirse en una anécdota encantadora.

Esperó a que Harry terminara con su dosis de diversión y suspiró.

-Potter, de verdad...

-No, no lo haga. Si escucho una disculpa y un discurso del tipo Albus Dumbledore me aviento de la torre de astronomía. Usted no es así, sensible. A Severus Snape no le importan los sentimientos de los demás y debo estar demente porque eso me gusta de usted. Al principio le odiaba y ahora eso ha cambiado de una manera que no puedo comprender.

-Bueno ya que podemos sincerarnos debo decirle que no le odio aunque parezca lo contrario pero si le dice a alguno de sus amiguitos lo asesino cuando duerma ¿entendió?

-Lo entiendo y nadie sabrá de nuestra charla. Me tengo que ir.

"¿Desde cuando Potter es tan maduro?"

-Aguarde un segundo, porque no me dice que le ocurrió el día de ayer cuando lo encontré llorando en los corredores.

-Le angustia no saberlo ¿verdad?- Se acomodó en el sofá para platicar con Snape, la capa se abrió un poco y dejo ver la piel acaramelada de las torneadas piernas de Harry, lo que inquietó al pocionista.

-Le daré una camisa y algún pantalón para que se cubra.

-Por favor profesor, creo que no me voy a resfriar y además ya me ha visto desnudo, más que eso, por si lo olvida me folló ayer.

-Potter cuide su vocabulario, no está conversando con sus vulgares compañeros.- Lo regañó Snape.

-Eso fue lo que hicimos pero me desvié del tema y es simple, quizás no tanto, ayer se cumplió un año de la muerte de Sirius. No quería celebrar este día con mis amigos porque me hubieran visto triste y no quería arruinarles su fiesta de San Valentín.

-Oh, ya veo. No lo sabía. No debe sentirse mal y sé que no necesita mis consejos pero es mejor dejarle ir. No me malentienda, no el amor a su padrino, sólo ese día, en el que murió. Es mejor así.

-Gracias, le agradezco que no se porte como un hijo de puta y comience a insultar a Sirius. Lo siento...- Se encogió de hombros ocultando su repentino sonrojo.

-Ven, Harry, acércate.- El hombre dejó su copa vacía en la mesilla de caoba.

El Gryffindor tragó saliva y murmuró lo que parecía una oración, cubriéndose con la enorme tela avanzó hacia Snape quien quería quemar la maldita capa porque no le dejaba ver ese cuerpo, de hecho nada, una cabeza aparentaba flotar mágicamente.

-Quítese eso, Potter.- Le sonrió seductoramente.- Quiero verte Harry, permíteme admirarte un poco.

Dos veces le había llamado por su nombre y con esas palabras el ojiverde sintió que se desmayaría. Era demasiado. Pero algo dentro de él le decía que si no disfrutaba ese instante se arrepentiría más tarde de no haberlo vivido sin ataduras. Mejor arrepentirse de hacerlo que de ser un cobarde y huir.

Dejó que la tela cayera descubriendo su bien esculpida anatomía y una fina capa de vello que nacía en el obligo hasta perderse en la polla que reposaba en una sutil mata oscura. Harry caminó hasta quedar a unos pasos del pocionista. Snape tomó su mano y le invitó a sentarse en su regazo.

-Quédate conmigo esta noche.- Siseó en su oído y Harry se estremeció. Sintiendo ese escalofrió recorrer su espalda hasta su nuca donde Severus acariciaba con sus largos y expertos dedos.

Severus no sabía porque y no lo entendía, podría habérselo preguntado toda la noche, ver avanzar las manecillas del reloj y dormitar entre fantasías y miles de preguntas sin respuesta, pero quien quería pasar por ese martirio, por esas constantes dudas, cuando la vida te obsequiaba un pequeño rayo de esperanza. Harry era esa luz que iluminaba la oscura existencia de Snape, por muy cursi que sonara. Ahora más que nunca sabía que su destino era protegerle. No estaba enamorado de él, o no quería aceptarlo, podría decir que era muy rápido para hacerlo pero era una mentira, conocía a Potter desde que llegara al colegio con sólo once años. Podría ser que ese sentimiento de aprecio fuese creciendo con el pasar de los años. Si Dumbledore se enterara lo mataría o cabía la posibilidad de contar con su bendición.

-¿Porque se ha quedado callado?- Preguntó el ojiverde, apoyando su cabeza en el hombro de Snape, hundiendo su nariz en el blanquecino y terso cuello, aspirando su fragancia.

Severus lo estrechó con más fuerza, acariciaba los preciosos muslos del Gryffindor con entrega. Unió sus labios con los de Harry quien somnoliento reaccionaba ante su toque. Era halagador para el hombre que su alumno gimoteara por su demandante beso. Que rápido había aprendido Potter a besar. Que privilegiado se sentía el mago al saber que él había sido un buen maestro, que Harry por fin aprendía de las lecciones, no eran pociones pero era bastante agradable instruir al león en ese arte.

-Estoy disfrutando del momento porque mañana le descontaré los suficientes puntos para que su casa sea la peor de todas y no gane el premio del año.

-Que cruel. Si usted hace eso ya no podremos seguir con las clases privadas, me asesinaran mis compañeros.

Snape miró hacia abajo y una erección se erguía orgullosa. ¿Por qué Harry era tan joven y su libido estaba al punto máximo?

-Potter...- Musitó en la tibia piel del cuello. El chico parecía un afrodisiaco, todo de él, su rebelde cabellera suave y románticamente despeinada, su cuerpo todo un manjar que parecía digno de un ritual de los más excelsos dioses de toda la historia. ¿Cómo mancillar esa piel? Se había atrevido como un gran pecador a tomar su castidad e inocencia con tal descaro que esperaba le partiera un rayo por su osadía.

-Estas muy caliente, Severus...- El chico se mordió los labios seduciendo al pocionista quien sentía un doloroso bulto en sus pantalones. Harry acarició la entrepierna por encima de la ropa.

-Detente...- Snape suplicaba por un poco de compasión.

-De acuerdo pero ahora regreso con mi pijama, sin ella no puedo dormir.

Snape murmuró algunas maldiciones en un idioma parecido al parsél. ¿Cuándo había accedido a tenerlo de huésped, de invitado especial? "Si, lo recuerdo, cuando le dije que se quedara. Por los dioses que me muero por ver la cara de Albus cuando se entere, aunque supongo que ya debe saberlo. Viejo astuto".

Volvió Harry de la torre de Gryffindor, con su mochila desbordándose de tanta ropa y los objetos personales del chico. Era inaudito que el héroe del mundo mágico ahora estuviera siendo escrutado minuciosamente por los enormes y crueles ojos negros con otro tipo de sentimiento. ¿Ternura? "¿Quién no podría tenerla?"- se justificó el pocionista. Observando al niño de oro del director se perdió en esos gestos que se dibujaban en su rostro. Completamente absorto en su tarea de buscar en su morral su cepillo de dientes, Harry atraía la atención del hombre, quien le miraba con detenimiento. Gozaba de verle sonreír, intentando recordar la última frase de lo que parecía ser una canción. Cantaba tremendamente mal, nunca podría ser un cantante de ópera, de ningún género y a pesar de ello Snape parecía hechizado por los rosados labios de Harry emitiendo una melodía. Se imaginó mil maneras de disfrutar de esa boca divina. Muchas de sus fantasías eran bastante sucias, tan obscenas que hasta Lucius "el depravado" Malfoy se sonrojaría. Sacudió los pensamientos de su cabeza y bebió otra copa de coñac, a riesgo de embriagarse lo suficiente para soltar la lengua y decirle a Harry que en realidad le tenía un poco, casi nada de cariño. El deseo sexual era muy aparte, la excitación estaba casi atragantándole.

El Gryffindor lucía atractivo hasta con su pijama de franela.

¿Pijama de franela? Nada como dormir desnudo aunque eso provocara que Snape no durmiera en toda la noche. Tenerle tan cerca podría causarle un infarto. Contenerse de comérselo a besos era una tarea más difícil que la de ser espía de Voldemort.

-He traído algo.- Harry se sentó en las piernas de Severus como si fuesen tan cercanos desde hacía mucho tiempo. Bastante confianzudo diría el Slytherin pero no le incomodaba eso si no la ridícula cara de su alumno al ofrecerle un presente de ¿San Valentín?

-¿Para mí?- Preguntó irremediablemente idiotizado y sin una ocurrente bromita para reírse de Harry.

-¿Quieres ser mi novio?- Soltó de pronto el ojiverde.

Severus se aferró del sillón y estaba literalmente petrificado. La carcajada del Gryffindor lo sacudió y lo regresó del shock ante una situación que no le causó ninguna gracia.

>> ¡Debiste ver tú cara de miedo!- Con sus agudas carcajadas casi deja sordo a un furioso Snape.

-No me parece divertido.- Se enfurruñó cruzándose de brazos.

-Claro que si, en el fondo quieres reírte aunque lo niegues, nadie puede ser tan amargado. Bueno los chocolates se los robé a Hermione. Se me antojó compartirlos contigo.

-No me gustan las golosinas.- Resopló fingiendo molestia.

- Ah, ya veo, quieres que te ruegue ¿no? ¿Qué conquiste ese corazón marchito? A todos nos gustan los dulces. No de forma enfermiza como a Dumbledore pero...

-Si pruebo uno de esos chocolates prometes callarte y dejar de tutearme, que me exaspera su insistencia, señor Potter.

- Te gusta jugar al duro profesor y al ingenuo alumno, Snape eres un pervertido. De acuerdo, juro solemnemente que dejaré de fastidiarlo si se come uno de los chocolates. Cierre los ojos.

-De ninguna manera, démelo ya o me arrepentiré. - Amenazó el mago.

-Bien.- Metió un pequeño corazón a su boca. Lo saboreó con su lengua y pasándolo por su paladar para ablandarlo se lo ofreció al pocionista acercándose a él.

-Eso es repugnante... Potter.- Snape frunció el ceño queriendo parecer indignado ante tal desfachatez.- "Creo que me volveré un adicto al chocolate".- Insinuó con una gran sonrisa su gratitud.

Pronto estuvieron jugueteando con el trozo de dulce entre sus bocas, peleando por el bombón. Se reventó a mitad de la lucha y el relleno bañó sus bocas, inundándoles con el líquido sabor cereza. Harry parecía ebrio cuando se separó del largo y acaramelado beso. Snape chupó uno a uno los dedos del chico para quitarle el derretido chocolate que los manchaba.

-A dormir, Harry.

-¿Tan temprano?- Hizo un puchero chupándose los labios que se oscurecían con el color café del cacao.- Vamos a desvelarnos, es viernes. Nadie se dará cuenta que dormí contigo, seguro todos se caen de borrachos de la fiesta de ayer y el director debe tener el azúcar tan elevada que estará de un mejor humor. Me comportaré, si hoy no hay sexo puedo sobrevivir, ya será mañana.

-¿Por qué estás tan seguro que volveremos a tener algún tipo de contacto?

-Por la forma en que me miras. Vamos, confiesa que te mueres por mí.- Harry le guiñó el ojo algo coqueto y a horcadas se metió bajo las sabanas de la cama.

- Quisieras, Potter.- Le respondió imitando sus movimientos pero con más elegancia.

Continuaron toda la noche y parte de la madrugada platicando con la tenue iluminación que les llegaba desde chimenea. Mientras se consumían los leños y crepitaban en sus últimos destellos, los dos terminaron juntando sus cuerpos y disfrutaron el final de un buen San Valentín. Uno que jamás imaginaron juntos. Uno imposible de olvidar. El que había sido el principio de muchos que vendrían.




FIN






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MensajeTema: Re: Obliviate (One shot)   Obliviate (One shot) I_icon_minitimeVie Oct 12, 2012 6:11 am

excelente tiene de todoo............amor romance pasion lujuria odio.........noo senseii complementastes este fic muyy bien...n_n
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MensajeTema: Re: Obliviate (One shot)   Obliviate (One shot) I_icon_minitimeJue Feb 26, 2015 4:45 pm

Ahhhhhhh, me encantan los fics con finales felices, ha sido muy agradable leer tu historia, Sev salió muy listillo tratando de obliviar a Harry.
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MensajeTema: Re: Obliviate (One shot)   Obliviate (One shot) I_icon_minitime

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